“A dos metros de ti” es una película estadounidense de drama y romance. Está escrita por Mikki Daughtry y Tobías Iaconis y dirigida por Justin Baldoni. Está protagonizada por Haley Lu Richardson y Cole Sprouse y basada en el best seller “Five Feet Apart”. Ideal, especialmente, para los fans de “Bajo la misma Estrella”; cinta que narra, también, el drama de un romance adolescente donde la muerte ronda. “A dos metros de ti” habla de la vital importancia del contacto humano con aquellos que amamos. Stella (el personaje de Haley Lu Richardson) dice: “nunca entendí lo de hacer contacto así hasta que no pude tenerlo”. La cinta invita a reflexionar al espectador sobre lo que a todos nos parece natural: el respirar, por ejemplo. Porque puede aparecer una enfermedad que nos recuerde lo contrario. Que respirar puede dejar de ser un acto reflejo o natural y solamente pueda ser posible si se es asistido, con mochilas de oxígeno o respirador. A todos nos parece normal, cuando amamos, tocar al otro, hasta que una enfermedad pueda presentarse y nos muestre que eso que creíamos tan natural, ya no lo es. La enfermedad fibrosis quística irrumpe en la vida de dos jóvenes y en sus mundos. Los afecta tanto a ellos como a sus seres queridos. Cada familia y amigos viven, como pueden, esta enfermedad que ha desquiciado, irremediablemente, sus mundos. El hospital, donde prácticamente viven los pacientes y familiares, constituye otro mundo aparte, con sus reglas, sus alegrías y sus tristezas. En otro momento del film, Stella sigue explicando en videos para youtube: “Si tienes FQ no puedes acercarte a nadie a menos de dos metros porque puedes pescar sus bacterias. Y un transplante de pulmones exitoso puede con suerte durar unos cinco años aproximadamente”. Mientras la joven es una guerrera, que ama a su familia y a sus amigos, quien sigue al pie de la letra sus tratamientos y rutinas y vive comunicándose a través de su computadora con el afuera del hospital, su coprotagonista, con quien vive una historia de amor, es todo lo opuesto a ella. El ya se ha resignado a que la muerte lo espera. Sin embargo, a una edad en la que se piensa en todo como posible, se enamoraran y se amarán aún sin poder tocarse. Ante cualquier descuido, esperable de la juventud que portan los protagonistas, está la enfermera del hospital quien les recuerda permanentemente: la regla es para todos, sin excepción, a dos metros de todo el mundo. Con respecto a los aspectos técnicos, la música compuesta por Brian Tyler y Breton Vivian acompaña la emotividad que expresa la película. Por su parte, la fotografía es un complemento vital para la historia que narra el film, mostrando al espectador los deseos de Stella y cómo los cumple su enamorado. La muerte siempre es un golpe bajo y más duele cuando irrumpe en una vida que crece con más felicidad que contratiempos. Es inevitable que la emoción se cuele, todos hemos perdido a alguien, todos hemos llorado a alguien. Nadie quiere llorar las fatales pérdidas a la que la vida nos pone frente a frente. Sin embargo, la juventud que todo lo cree poder, cuenta a través de esta película que el verdadero amor aún en la distancia sobrevive. Y que aún cuando la vida te obliga a aislarte, necesitamos el contacto de aquellos a los que amamos tanto como el aire que respiramos. “A dos metros de ti” es ideal para el público adolescente y joven, pero también para los adultos que, inmersos en la cotidianeidad de un mundo más regido por lo económico que por los sentimientos, podamos pensar en quiénes tenemos alrededor y en la fugacidad de la vida propia y de quienes amamos.
¿Estarías dispuesto a enamorarte sin poder tocar a esa persona? Inspirada en la novela de Rachael Lippincott “Five Feet Apart”, la película A dos metros de ti narra la historia de Stella y Will, dos jóvenes que padecen de una enfermedad que los obliga a mantenerse alejados a dos metros de distancia sin poner en peligro sus vidas. Este drama romántico cuenta la historia de dos jóvenes, Stella Grant (Haley Lu Richardson) y Will Newman (Cole Sprouse), que sufren de Fibrosis Quística y llegan a conocerse en el hospital mientras reciben sus tratamientos. Stella ha pasado toda su vida con la enfermedad, así que busca mantenerse alejada de cualquier cosa o persona que pueda generarle una infección y así negarle su trasplante de pulmón. Aprovecha el tiempo para publicar videos en Youtube sobre su enfermedad y así ayudar a otros. Desde los seis años Stella Grand ha visitado el hospital de manera frecuente, eso le permitió conocer a su buen amigo Poe (Moises Arias), quien también lucha contra la Fibrosis Quística. Por su parte, a Will le detectaron la enfermedad ocho meses atrás, pero a diferencia de ella, él solo lleva dos semanas en el hospital y busca la manera de saltarse todos los tratamientos para poder ser libre y conocer el mundo, en lugar de hospitales. Hasta que un día se encuentra con Stella y logran un coqueteo instantáneo que lo hace cambiar de parecer. Sin dejar a un lado la regla de “dos metros de distancia”. Al final, se dan cuenta de lo que realmente significa el amor, y más cuando no pueden tocarse, aprenden a valorar la presencia del ser amado. Y a pesar de todo no dejan de aferrarse el uno al otro, ni de tener esperanza en sanar, ni en que su relación sí pueda funcionar. A pesar de sus similitudes con Bajo la misma estrella (The fault in our stars, 2014), A dos metros de ti trata mostrar los dos lados de la moneda; por uno, aquella esperanzadora y luchadora paciente que cree firmemente en seguir los tratamientos al pie de la letra para poder salvarse. Por el otro, el despreocupado paciente que solo busca la manera de abandonar los tratamientos para disfrutar lo que le queda de vida. Esta película para adolescentes deja un mensaje claro desde el comienzo de la película: Necesitamos estar cerca de las personas que queremos casi tanto como el aire que respiramos. Les aseguro que tendrán una montaña rusa de emociones, desde risas, hasta llantos y muchas sonrisas.
A puro moco Aquello que en Bajo la misma estrella (The fault in on our stars, 2014) funcionaba, principalmente gracias al talento interpretativo de su protagonista femenina Shailene Woodley, en A dos metros de ti (Five feet apart, 2019) termina por agotar un subgénero que encuentra en best sellers escritos a las apuradas y con muchísimos golpes bajos, fuente de inspiración y negocio para llenar los cines con fanáticos. Hubo una época, hace mucho tiempo, en la que existía algo llamado “videoclub”. En esos espacios, plagados de películas en diferentes formatos y soportes las personas iban a “alquilar” por unas horas, alguna de ellas para verlas en sus casas. Las estanterías que exhibían las películas estaban divididas por géneros. Y particularmente, cuando la propuesta tenía alguna similitud, el encargado del lugar las agrupaba. Era muy común ver en “drama” films con una fuerte carga melodramática y con una temática que luego fue sumando cada vez más adeptos, “personas enfermas enamoradas”. Era muy fácil que Love Story (1970), El chico de la burbuja (The boy in the plastic bubble, 1976), y Castillos de hielo (Ice Castles, 1978) estuvieran disponibles en aquellos estantes y muy cerca una de otra. Con el tiempo, esos casos aislados, comenzaron a expandirse, logrando en la literatura, o mejor dicho, en la industria de libros, una serie de colecciones y autores que supieron capturar la esencia de aquellas películas, haciéndolas aún más dolorosas, mayor originalidad en las enfermedades que padecían sus protagonistas, y poniendo aún más obstáculos para que el amor entre “enfermos” pueda triunfar. A dos metros de ti de Justin Baldoni reúne todos los condimentos y reglas de este subgénero cinematográfico y potencia algunos elementos para, de alguna manera, mostrarse “original” en su planteo pero no lo logra. Stella y Will (los ignotos Haley Lu Richardson yCole Sprouse) son dos jóvenes que se conocen en el hospital en donde están internados realizando pruebas experimentales para mejorar su condición. Ambos padecen fibrosis quística y deben atender diariamente a una serie de rutinas médicas que implica la ingesta de varias docenas de pastillas, nebulizaciones, pinchazos, etc., para que sus cuerpos resistan hasta que el trasplante de pulmones llegue y les dé unos años más de vida. Los jóvenes son completamente opuestos y poseen una perspectiva diferente acerca de la vida y de cómo la enfermedad los ha plantado frente a sus deseos más profundos, y así y todo, una historia de amor entre ellos nacerá. El principal problema que padecen para poder estar juntos es que esta enfermedad, incurable, impide el contacto físico y de cualquier tipo entre enfermos, por lo que de alguna manera Stella y Will deberán ingeniárselas para que eso suceda. Narrada con un estilo que introduce imágenes mediatizadas de videos de youtube, para acercar aún más el producto a los jóvenes y también para reforzar su “originalidad”, A dos metros de ti es un relato plagado de estereotipos, lugares comunes y, principalmente, golpes bajos, que exponen al espectador a una montaña rusa de situaciones. El guion, basado en el best seller de Tobias Iaconis, adaptado por el propio Iaconis y Mikki Daughtry no encuentra el ritmo adecuado para plasmar la pasión de los jóvenes en pantallas, y por momentos la película se regodea tanto con el dolor de Stella y Will, destacando en primerísimo primer plano cada uno de los tratamientos diarios a los que se someten (subrayando aquello que padecen con cada tos y escupitajo), que genera una necesaria evasión de la trama de este predecible film, aburrido y filmado sin pasión. Aquella que debería salir de sus protagonistas, que gritan, lloran, se cuestionan su enfermedad y existencia, dicen frases de manual, pero nunca logran trascender la pantalla con una química y un fuego ausente de principio a fin.
Si le hablás a alguien acerca de una película en la cual sus dos protagonistas padecen enfermedades terminales, y que encima no puede tocarse y tienen que estar siempre a dos metros de distancia porque, sino se contagian y empeoran, ese interlocutor te va a mirar medio raro. Si a ese relato le agregamos que los protagonistas se aman, y que tienen dramas familiares heavys, y que todo lo que padecen se muestra de formada demasiado gráfica, dicho interlocutor levantaría aún más las cejas, ¿No?. Bueno, todo eso, y más, sucede en A dos metros de ti. Por alguna razón que escapa a mi comprensión, hay una moda en Hollywood de adaptar best sellers sobre adolescentes que se están muriendo. Tal vez la pregunta debería ser por qué estos libros llegan a ser best sellers. Pero bueno. A dos metros de ti sigue los pasos de The fault in our stars (2014), Now is good (2012), If I stay (2014), Everythin, Everything (2017), y otras tantas, algunas mejores y otras peores, y llega al mismo lugar: hacer pasar mal a espectador. Lo que la diferencia un poco, es que es bastante gráfica en cuestiones médicas. Vemos el sufrimiento de los personajes, sus cicatrices, sus tratamientos, sus vómitos, sus operaciones, sus infecciones, etc. Y el film es así, todo el tiempo, de principio a fin. O sea, está diseñado para que el espectador sufra, un golpe bajo tras otro. ¿Esto hace que la película sea mala? No, pero no puedo obviar el mal momento que me hizo pasar. No pretendo que este estreno, y similares, sean Love Story (1970) pero estaría bueno que cuenten con algo más que con hacer llorar. A dos metros de ti es la ópera prima de Justin Baldoni, a quien se lo conoce más como actor, por haber participado en diferentes series. Aquí consigue crear la atmósfera buscada, pero tal vez se le fue un poco la mano. Entre Haley Lu Richardson y Cole Sprouse hay química y son el atractivo de la cinta. La popularidad de él gracias a su personaje en la serie Riverdale y sus redes sociales, son la herramienta fundamental, pero en detrimento del actor, quien tiene talento aún por descubrir y explotar. En definitiva, nos encontramos con un enjendro: una película que no es mala, pero que puede causar repulsión.
Para algunos autores de novelas dirigidas al público adolescente, las enfermedades son el impedimento perfecto para el romance. En una época en la que la sexualidad de los jóvenes ya no suele ser tabú, el hecho de que una chica y un chico no se puedan tocar por riesgo a que se contagien las bacterias del otro, resulta perfecta para apelar al espíritu dramático adolescente. Basada en la novela de Rachel Lippincott, el film cuenta esta historia triste con mensaje positivo de una forma muy tradicional. El encanto de Haley Lu Richardson y el atractivo de Cole Sprouse no son suficientes para distraerse de la acumulación de clichés.
Las formulas se descubrieron para respetarlas y seguirlas en el cine. El romance no escapa de eso, y la historia de los chicos enfermos que se enamoran ya la hemos visto. Puede ser repetitivo pero no deja de ser entretenido y dramático ver a jóvenes que están dispuesto a dejar todo por el otro. A dos metros de ti (Five Feet Apart) es una película de drama y romance escrita por Mikki Daughtry y Tobias Iaconis, dirigida por Justin Baldoni. Protagonizada por: Cole Sprouse y Haley Lu Richardson. Nuestra Opinión: Regular. Stella padece de Fibrosis Quística, una enfermedad que ataca principalmente a los pulmones y hace correr en riesgo su vida. Acostumbrada a las rutinas, vive la vida con cierto optimismo y compromiso a no morir. Además cuenta con todos los servicios de un hospital de lujo que les brinda todo. Todo parece paz y armonía hasta que llega, Will Newman. Will es el típico rebelde que no le da importancia a su tratamiento. Stella con todo sarcástico te lo deja claro. Hablando ya de la cinta en sí, maneja un humor muy ligero que funciona para aliviaran la trama, a veces tan exagerado que cae en lo ridículo. Este chico padece de la misma enfermedad pero esta está más desarrollada. Dos jóvenes solos, que en cualquier momento puede morir y condenados a verse todos los días, escenario perfecto para estar juntos ¿no? Bueno, esta fórmula ya bien conocida tiene un interesante variante. Ellos no pueden estar a menos de 2 metros de distancia, ya que el estornudo o saliva de otro enfermo puede empeorar todo. Básicamente es una historia de romance adolescente en estado terminal. Los personajes principales son el pico máximo. Los guionistas les dieron la vuelta para hacerlos más interesantes y no queden encasillados en solo chicos enfermos. Tiene pasados y cicatrices fuera de los hospitales que los hacen más reales. La cinta en gran parte es entretenida, una película dominguera. Lo que mayor le juega en contra es que termina siento muy larga. De resto, es una historia aceptable para un género romántico que hoy en día a dejado de dar grandes tramas. Además, A dos metros de ti tiene un buen mensaje. Aprender a vivir y a soltar.
Nuevo exponente del drama romántico adolescente con protagonistas aquejados por enfermedades, "A dos metros de tí", de Justin Baldoni, es una propuesta aparentemente empecinada en que sus personajes no despierten empatía. ¿Ya podemos hablar del mal que nos hizo "Bajo la misma estrella"? Desde su estreno en 2014, su éxito creó, o restauró, una nueva moda que vino a reemplazar a la saliente de los “dramas basados en novelas de Nicholas Spark”. La tendencia son dramas basados en novelas adolescentes, en el que uno, o los dos puntos de la pareja sufren una enfermedad que puede ser terminal, y se transforma en el principal, sino único, impedimento para que ambos estén juntos. Recordemos que durante finales de los ’70, los ’80 y principio de los ’90; encontramos algunos exponentes como "El niño de la burbuja", "Love Story", o "Mi primer beso". Pero en todos esos casos, se creaba algo genuino, natural, tierno, que acá no existe. La fórmula nunca pudo estar más apretada. Casi son todas iguales, mismo estilo de protagonista, mismo estilo de pareja, mismo estilo de expresarse el amor, mismos secundarios y entorno, mismos filtros fotográficos y banda sonora, y desarrollo de la historia idéntico. Un calco que las hace muy difícil diferenciar una de la otra, salvo por pequeños detalles. "A dos metros de ti", ópera prima de Justin Baldoni, no es para nada la excepción; y sin embargo, se las ingenia para estar aún un par de escalones por debajo que varias de sus pares. La protagonista es Stella (Haley Lu Richardson), una adolescente que sufre fibrosis quística que afecta sus pulmones. Ella se encuentra internada en un hospital en el que se realiza estudios para un tratamiento experimental. Su vida fue entrar y salir del hospital, y sin embargo se las ingenió para tener vida social. Es una activa youtuber y mantiene a sus amistades. Eso sí, de amor ni hablar. Al hospital llega Will (Cole Sprouse), otro adolescente con enfermo, que también se somete al tratamiento experimental. Al principio, Will es reacio y retraído, no quiere saber nada con encontrar una salida a su padecimiento, se muestra bromeando sobre la muerte, y algo extremista. Todo esto llamará la atención de Stella que querrá convencerlo de que vale la pena continuar. Lo cual logra haciendo un pacto con Will. Si todavía no se durmieron leyendo la sinópsis, digamos que sigue lo obvio de ver nacer el amor del pacto; y el impedimento. Ambos son incompatibles, podrían contagiarse uno al otro, y agravar su situación hasta llevarlos a la muerte. Por lo cual, no deben acercarse a menos de dos metros ¿Es obvio que se las van a ingeniar para poder seguir viéndose manteniéndo la distancia, no? Como sea, esto es lo que ofrece "A dos metros de ti", basada en la novela de ¡¡¡tres autores!!! Rachael Lippincott, Mikki Daughtry, y Tobias Iaconis; los dos últimos encargándose de la adaptación al cine. No pidan ningún tipo de coherencia. Will deja de mostrar todas las características con las que nos lo presentaron casi al instante de iniciar la relación con Stella. El plan de los metros y las reglas establecidas (como el uso de guantes) es sistemáticamente vulnerado una y otra vez; Stella craneó todo una fiesta escolar siendo evidente que no podría concurrir, llevó un vestido para salidas a la internación ¿por las dudas?, y mantiene unas amistades tan unidas que sólo logramos ver al grupo en dos escenas; y ni hablemos de la seguridad de un hospital en el que los pacientes entra y salen sin demasiada complicación, y se puede montar una fiesta a todo trapo – con utensillos y comida/bebida gourmet del hospital – sin que nadie se de cuenta hasta muy tarde. Es poco o nada lo que tiene lógica en esta película. Pero no, eso no es lo que ubica a esta película por debajo del resto que ya es bastante pobre. Lo más grave es que no haya un personaje, ni uno solo, en todo un hospital con gente enferma y enfermeros más compasivos y amorosos que atentos con sus pacientes, que nos despierte algo que no sea un profundo rechazo. Stella es un cliché de carisma, Richardson parece ser una actriz simpática, tiene una belleza no tan tradicional que la acerca a una Natalie Portman menos impostada; pero el personaje es francamente insoportable. Como si no bastase con ser una enferma que pena con no poder llevar una vida adolescente normal, dice tener Trastorno Obsesivo Compulsivo, aunque lo único que le vemos hacer es acomodar una y otra vez unas cajitas con medicamentos, y querer controlarle la vida a todos, eso sí, de un modo amable. En realidad es un fastidio que no obedece ni una de las reglas del hospicio, pero bueno no, no debe pasar por caprichosa sino por dulce. Will es el ejemplo de adolescente anodino. No tiene personalidad, solamente de vez en cuando nos lo muestran bosquejando (esperen ver el destino de esos dibujos y pregúntense en qué momento dibujó eso), y a veces es un adolescente millonario con padres abandónicos, y otras es un adolescente tierno con mamá Claire Forlani preocupada ¿Qué es lo que enamora de Will a Stella? Vaya uno a saber. A diferencia de Richardson, Sprouse colabora menos con su personaje, permanentemente en pose, con mirada entrecerrada a lo sexy perfume, e incapaz de tener alguna expresión. También están Moises Arias como otro paciente, amigo de Stella, y cliché patético gay; y Kimberly Gregory como una enfermera cuida pero bastante poco efectiva con sus métodos. Ni analicemos el hecho de que la forma de amor que propone atrasa a los conceptos actuales, que tiene lugares comunes bastante discriminativos, y el hecho de que no parecieran existir otros ciudadanos en toda la ciudad salvo el puñado chico que muestran en esta película que – casi – no muestra el afuera del hospital. Justin Baldoni es más conocido como actor secundario convocado para representar el estereotipo sexy de macho latino tuboso. Con la misma postura plástica encara su debut en la dirección, nada tiene ni un ápice de impronta. Pareciera estar hecha en base a los filtros automáticos de alguna app de celular. "A dos metros de ti" atrasa ideológicamente, es molesta, nada original, y no hace nada ni por conmovernos ni sentir algo de cercanía. Decir que es fallida es quedarnos cortos.
Partiendo de la premisa "¿Qué pasaría si no pudieras tocar a los que amas?" llegó a los cines "A dos metros de ti", dirigida por Justin Baldoni y basada en el libro homónimo de Rachael Lippincott con Mikki Daughtry y Tobias Iaconis. La historia gira en torno a Stella Grant (Haley Lu Richardson) quién vivió la mayor parte de su vida dentro de un hospital y narra su día a día en Youtube. Debido a la gravedad de la fibrosis quística que amenaza con su vida, debe cumplir un estricto aislamiento y mantenerse alejada de cualquier persona o cosa que pueda transmitirle una infección y poner en peligro su posibilidad de trasplante de pulmón. Dos metros de distancia es la regla. Sin excepciones. Durante el tratamiento conoce al rebelde Will Newman (Cole Sprouse) cuyo único deseo es salir de ese lugar para ver el mundo. Juntos comenzarán una aventura donde cada centímetro será clave para mantenerlos con vida y evitar un contagio. Con un guión predecible y llena de clichés, el film dirigido a un público juvenil, sigue la misma fórmula repetida de "Bajo la misma estrella" donde dos adolescentes con enfermedades terminales se enamoran (Si, esto está de moda). La película nos invita a reflexionar sobre las cosas que nos parecen naturales, que tan poca importancia les damos y cómo podrían verse modificadas. Además, busca dar a conocer más información sobre la fibrosis quística, un trastorno genético que afecta a las células del cuerpo que producen las secreciones del organismo. Cole Sprouse, Haley Lu Richardson y Moisés Arias son quizás lo más destacable de la cinta. Los tres logran una buena química y le dan el realismo necesario a los efectos de la enfermedad, acompañados por una banda sonora típica de éste estilo de película. "A dos metros de ti" es una historia triste con un mensaje esperanzador. Ya se encuentra en los cines lista para alimentar ese espíritu dramático adolescente con ganas de enamorarse y llorar. Por Matías Villanueva
Un best seller detrás, una parejita romántica con buena química que forman Haley Lu Richardson y Cole Sprouse. Ella con un problema de salud, fibrosis quística que necesita desembocar en un transplante de riñón, el con un virus que le hace imposible esa solución. Los dos internados en un mismo hospital. Si el la contagia a ella, significa que saldrá de la posibilidad de toda curación. Claro se enamoran y no pueden tocarse, tiene que estar al menos a dos metros de distancia. Todo esta dado para el drama romanticón que tiene como destinatario un público juvenil y a todos los que gustan de un melodrama con todas sus leyes y un pañuelito para enjugar las lágrimas, garantía de acción que rubrica inevitablemente a este género tenenovelesco. Si se parece y mucho a otras historias (“Todo, todo” y “Bajo la misma estrella”) donde los protagonistas jóvenes no pueden cumplir sus destinos por estar enfermos. En este caso el director Justin Baldoni, actor y director en especial de programas de televisión y los guionistas Mikki Daughtry y Tobías Iaconis se dedicaron primero a detallar tratamientos, síntomas, protocolos hospitalarios, y luego al romance liso y llano.
Con los días contados “A Dos Metros De Ti” (Five Feet Apart, 2019) es una película de drama y romance dirigida por Justin Baldoni y co-escrita por Mikki Daughtry y Tobias Iaconis. Estos dos últimos contribuyeron en el libro homónimo en el que está basada, el cual está escrito por Rachael Lippincott. Protagonizada por Cole Sprouse (Zack y Cody, Riverdale) y Haley Lu Richardson (Fragmentado, The Edge Of Seventeen), el reparto se completa con Moises Arias (Hannah Montana), Kimberly Hebert Gregory, Claire Forlani, Parminder Nagra, entre otros. En el hospital Saint Grace’s, la joven Stella Grant (Haley Lu Richardson) pasa sus días haciendo videos de Youtube, organizando las diversas cajitas de pastillas, tomando oxígeno y charlando con su mejor amigo Poe (Moises Arias). Al padecer fibrosis quística, Stella debe mantenerse lo más alejada posible de los demás, en especial de los otros pacientes ya que el contagio de bacterias puede derivar en graves consecuencias. Al conocer a Will Newman (Cole Sprouse), un adolescente que hace poco ingresó al hospital por tener la misma enfermedad, la controladora Stella siente la necesidad urgente de ayudarlo a cumplir su régimen. Al realizar sus respectivos tratamientos a la par, los dos chicos se irán enamorando aunque no puedan establecer contacto físico. Hay películas que por más que tengan errores, clichés o situaciones inverosímiles consiguen movilizar emocionalmente al espectador ya sea por la química de los actores protagonistas, los diálogos o la temática tratada. Uno de los grandes méritos de un filme consiste en lograr que nos desconectemos completamente de los problemas de nuestra vida cotidiana y que lo que les sucede a los personajes en la pantalla mantenga nuestra atención e interés hasta el desenlace e incluso mucho después de éste. La historia de amor entre Stella y Will es un claro ejemplo de ello y llega a los cines no solo para conmovernos sino también para generar conciencia sobre una enfermedad genética rara que pocos conocen. Sin caer en golpes bajos sino más bien mostrando la realidad del día a día de un paciente de fibrosis quística, el director Justin Baldoni nos hace reflexionar sobre la importancia del contacto humano, el qué vendrá después de la vida, los sueños por cumplir y el paso del tiempo. Por más que la película sea apta para mayores de 13 años, no es recomendada para todos: es fácil impresionarse con las agujas, sondas, infecciones y cicatrices. A su vez, hay que tener en cuenta que éste es un filme en el que es casi imposible no estar con un nudo en la garganta durante la mayoría de sus escenas. Al conectar y empatizar tan rápido con los protagonistas, es muy sencillo sufrir con todo lo que les sucede. Cole Sprouse y Haley Lu Richardson componen a personajes con personalidades opuestas pero que se encuentran justo en un momento de la vida donde los dos se necesitan para sobrellevar las complicaciones de su enfermedad. La relación que construyen fluye naturalmente e irradia una ternura con la que uno no puede evitar sonreír. Muchos son los momentos entre ellos dos que llegan al corazón del espectador y en varias ocasiones la banda sonora ayuda a que sea imposible guardarse las lágrimas. Además, que casi toda la trama ocurra dentro del hospital dota al romance de una intimidad única y especial. Aunque en el último acto algunos hechos ocurran de forma apresurada y el final nos muestre una secuencia repetida, “A Dos Metros De Ti” nos hace dar cuenta de lo afortunado que uno es al tener salud así como nos muestra que los pacientes no deben ser definidos por su enfermedad. Tan dulce como dura de ver, emocionarse con Stella y Will es un viaje de ida doloroso pero que vale muchísimo la pena.
Todos los años aparecen dramas románticos con adolescentes al borde de la muerte. Esta vez es el turno de Stella Grand (Haley Lu Richardson) enferma de Fibrosis Quística y esperando un Transplante de Pulmones que le permita seguir viviendo, ya que vivió enferma toda su vida. En el Hospital conoce al lindo Will Newman (Cole Sprouse) y por supuesto, se enamoran...Con una fórmula parecida a “Bajo la Misma Estrella” y tantas otras, la cinta navega entre el romanticismo, el drama y algo de comedia (muy poco), así que si les gustan los dramones, adelante, aunque está hecha, sin dudas, para el rango adolescente que la mirará con devoción, seguramente. El hecho de que no puedan acercarse a nadie porque se contagiarían la hace aún más dolorosa, pero bueno, pueden tener amigos como Poe (Moises Arias), con la misma patología, y ésta realidad afecta, por supuesto a todo el rango familiar de todos....Muy parecida a “Bajo la Misma Estrellla” entre otros libros parecidos (desde “Romeo y Julieta”, y van...) Sin ánimo de seguir spoileando, sólo diré que guiones como éste nos hacen apreciar, si queremos sacar algo bueno, que somos afortunados de tener salud (los que la tenemos) y que es primordial el contacto físico, de cualquier manera, un beso, un abrazo, una caricia...Es el único mensaje positivo que pude encontrar en el libro, valorar lo que tenemos y hacer uso de ello. Bien actuada aunque no conocía a los actores, y llevadera. A los jóvenes les va a gustar. ---> https://www.youtube.com/watch?v=7dPfLaAJTt4 ---> TITULO ORIGINAL: Five Feet Apart ACTORES: Cole Sprouse, Haley Lu Richardson. Claire Forlani, Parminder K. Nagra, Moises Arias. GENERO: Romance , Drama . DIRECCION: Justin Baldoni. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 116 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años con reservas FECHA DE ESTRENO: 14 de Marzo de 2019 FORMATOS: 2D.
Adolescentes enfermos y enamorados. Hay un lugar especial en el Infierno para los responsables de estas historias. Qué fetiche tan extraño tienen los representantes del Young Adult al construir sus historias a partir de adolescentes con enfermedades horrendas e incurables, ¿no? “A Dos Metros de Ti” (Five Feet Apart, 2019) parece un relato salido de la cabecita de John Green, pero hasta “Bajo la Misma Estrella” (The Fault in Our Stars, 2014) tiene un poco de decencia y credibilidad a la hora de querernos manipular con sus tramas románticas y lacrimógenas. Entendemos que hay muchos jovencitos que atraviesan esta realidad y también quieren verse reflejados en la pantalla, pero el nivel de fantasía (e incoherencia) que maneja la película dirigida por Justin Baldoni, es todavía más grande que el de toda la saga de “EL Señor de los Anillos” y “El Hobbit” en maratón continuada. Baldoni, más conocido por su faceta de actor (“Jane the Virgin”) que, de esta manera, debuta en la pantalla grande, nos mete de lleno en la historia de Stella Grant (Haley Lu Richardson, genial en “The Edge of Seventeen”), adolescente que sufre de fibrosis quística y vuelve al hospital para pasar una nueva estadía en tratamiento. Stella sigue en contacto con sus amigas, es aplicada con su rutina, sus medicamentos y sus estudios, y tiene una gran relación con los médicos y enfermeras, a los que parece conocer de casi toda su corta vida. Sus días pasan entre las paredes de la clínica, visitando a los bebés recién nacidos de la nurserie y sociabilizando con Poe (Moises Arias), amigo y compañero de FQ desde que tenía unos siete años. Claro que la amistad se da un tanto a distancia, ya que los portadores de este padecimiento deben evitar todo contacto y permanecer, por lo menos, a dos metros de distancia para disminuir el riesgo de cualquier infección cruzada. Stella es muy de seguir las reglas porque tiene la intención de seguir viviendo, más allá de que los pronósticos y las probabilidades siempre estén en su contra. Por lo pronto, se dedica a crear aplicaciones y filmar videítos con sus propias experiencias para poder ayudar a otros chicos enfermos. Su estricta rutina se pone patas para arriba cuando llega Will Newman (Cole Sprouse -el Jughead Jones de “Riverdale” o el Cody de “Zack y Cody”, si lo prefieren-), un jovencito bastante pesimista que viene a someterse a un tratamiento experimental porque lo de él, es todavía más raro y complicado. Su actitud ante la vida no le cae muy bien a su compañera de piso y, por algún motivo, Stella siente la necesidad de controla cada aspecto del día a día de este nuevo compañero. Antes de darse cuenta, ella ya le acomodó la habitación y la bandeja de medicamentos, a cambio de convertirse en modelo para sus dibujos y caricaturas. Los días pasan y la amistad va creciendo. También algo más, pero el contacto físico entre ellos está estrictamente prohibido, incluyendo darse las manos con los guantes descartables bien puestos (no, no es una metáfora para condones, hablamos de guantes de latex reales). “A Dos Metros de Ti” cae en todos los lugares conocidos de este tipo de relatos romántico juveniles, pero a diferencia de muchos de sus congéneres cinematográficos (o literarios, acá no se trata de una adaptación), carece de toda verosimilitud y obliga a sus protagonistas a atravesar varias situaciones ridículas, sí, incluso más que las que viven los personajes de una película de terror genérica. Se supone que estos chicos son menores de edad (Will está a punto de cumplir los 18 y quiere tomar las riendas de su vida), viven básicamente dentro de un hospital y sus padres apenas se ocupan de ellos. O sea, que guionistas desalmados (¡hola Mikki Daughtry y Tobias Iaconis!) permiten que muchachites con enfermedades terminales no sean mimados y apoyados por sus progenitores. Manteniendo la distancia La ausencia paterna es el menor de los problemas de una narración que, en lugar de conmovernos, nos arranca varias sonrisas cuando los clichés y los momentos estúpidos se acumulan peligrosamente, sobre todo en el clímax de la película. Por supuesto que no puede faltar el golpe bajo, los protagonistas en constante riesgo y un romance fugaz que, aunque lo queramos, no puede concretarse PORQUE SE PUEDEN MORIR, ENTIENDEN. Si bien la historia se hace eco de los síntomas y pormenores de convivir con FQ, no creemos que ayude positivamente a los pacientes y sus familias. Lejos de crear consciencia, la enfermedad es una mera excusa para mantener a estos dos tortolitos alejados (más divertido era “El Chico de la Burbuja”), y hacer hincapié en la necesidad del contacto físico. Lo único rescatable en este mar de ridiculeces e inverosimilitudes es la actuación de Richardson, quien se carga casi toda la película al hombro, tratando de darle sentido a la trama y su personaje. Una tarea bastante difícil que, en última instancia, nos hace extrañar un poquito a Hazel (Shailene Woodley), Gus (Ansel Elgort) y su romance.
Stella tiene fibrosis quística, está entrando y saliendo de hospitales desde que nació y su vida se resume a una estricta rutina de cuidado para seguir viviendo. Pero todos sus esquemas se verán alterados cuando conozca a Will, otro paciente con la misma enfermedad, y juntos enfrentarán los problemas de relacionarte cuando no podes tocar a la otra persona. Five Feet Apart es un drama juvenil que sigue la tradición de The Fault In Our Stars: adolescentes enfermos enamorados y romantizar una enfermedad terrible.
MEJOR SOLO QUE MAL ESPACIADO El último lugar que quisiéramos visitar es un hospital. No necesitamos volver a pisar uno para rememorar la angustia de nuestros sentidos: la comida sin rastros de sabor, el olor químico de la lavandina y los medicamentos, los pitidos de las máquinas que marcan el pulso entre la vida y la muerte y las luces fluorescentes indiferentes ante el día y la noche. Los protagonistas de A dos metros de ti no padecen la apatía de un hospital público: la comida es abundante en porciones y en valor calórico, el ambiente debe oler menos a la sal irritante de la lavandina que al aroma fresco de la lavanda, y los sonidos y las luces se unen en un lecho armónico de relajación. Algunos pacientes que viven estadías prolongadas dan señales de mejoría gracias a la caricia de un ser querido, ¿pero qué impide el tacto entre Stella y Will? Como en esos afiches estropeados que se multiplican a lo largo de un hospital, A dos metros de ti reitera en su trama el peligro de los contagios evitables. Stella y Will no se pueden acercar ni para un abrazo breve. Ambos son adolescentes y vírgenes, pero ven pasar el mundo y las oportunidades que él tiene para ellos a través de los ojos de los demás. Desde que Stella nació tuvo fibrosis quística y lo único que espera es el trasplante de pulmón que nunca llega; Will fue diagnosticado ocho meses atrás y su urgencia es conocer salir de ese lugar, no vivir a base de ese llamado lejano que le devolverá la normalidad. El problema es que Will traslada una bacteria inofensiva frente a personas sanas, pero mortal si se arrima lo suficiente a Stella. A dos metros de ti no certifica el amor con un beso en el tercer acto (o al menos no como lo podemos imaginar). Pero antes de llegar a esto, la película muestra las armas más melosas del cortejo irónicamente interrumpido por las píldoras de colores (mezcladas con postre de chocolate, una novedad que no pasará desapercibida), las operaciones inesperadas y una exhibición sincera de las marcas que recibe el cuerpo atormentado por una enfermedad cruel. Como en ese juego en el que una soga separa a dos personas del centro, los tironeos son frecuentes. Ella mantiene el objetivo lógico de no morir por culpa de un chico; él es un entusiasta del amor una vez que aprende que hay algo más importante que el mundo entero. En esta relación inasible y esterilizada al extremo, las distancias se cumplen y el amor, de alguna manera, también responde al mandato del género. En una secuencia extraña por su idea tenuemente fálica, ambos se aferran a los extremos de un palo de billar para respetar el ancho recetado, pero también para no regalarle un centímetro de más a la enfermedad que comparten. La elección de Haley Lu Richardson y Cole Sprouse es uno de los grandes aciertos de la película. Richardson monopoliza los planos con la seguridad de una actriz en ascenso: Stella está lastimada por la culpa y la tragedia, pero para el exterior es una influencer valiente y temeraria. Su responsabilidad frente a médicos y familia es barrida por el torrente desconocido del amor; Sprouse es menos sutil y se deja llevar fácilmente por los tópicos del adolescente rebelde, pero consigue que su personaje respire en su hermetismo y – digámoslo de una vez– en su sonrisa irresistible. Al igual en Bajo la misma estrella (un film del que A dos metros de ti parece calcar situaciones algo vergonzosas y personajes estratégicamente diseñados), esta es una película que sabe comunicar sus intenciones, en especial a un público adolescente. Es una lástima que el director (y también actor) Justin Baldoni no logre dispersar el olor a tragedia inminente; el guion a cargo de Mikki Daughtry y Tobias Iaconis desconoce el suspenso, acaso un elemento vital, entendido no como el género en sí sino como la cualidad impredecible de toda historia. Lo más atractivo de A dos metros de ti transcurre en los polos y no en el espacio que los separa. Y eso, en un melodrama, no es un problema; es un pecado. Como evidencia ahí está el último acto, en el que los protagonistas se libran de las ataduras burocráticas y médicas del hospital-spa, y demuestran que si no fuesen víctimas de la arbitrariedad del guion su amor sería menos perdurable de lo que nos prometieron. Es evidente que Richardson y Sprouse pueden generar química, pero apenas logran crear vida en conjunto a partir del material que les arrojaron. Es un problema de tacto.
A dos metros de ti: Una opinión honesta. A dos metros de ti es una película protagonizada por Cole Sprouse y Haley Lu Richardson. Es también el debut como director de Justin Baldoni, que pese a que debería tener una importancia en el desarrollo del film, este parece no ser el caso. La historia de la película cuenta, sin comentar de más, la estadía de dos personas con enfermedades terminales. Stella Grant (Haley Lu Richardson) es una chica muy feliz, con esperanzas y muy ordenada en su día a día hasta que conoce en el mismo hospital donde se trata a Will Newman (Cole Sprouse). Este joven es todo lo contrario a ella, siendo infeliz, con pocas esperanzas de salir adelante y totalmente desordenado y caótico. Esta premisa lamentablemente no solo parece tener pocas esperanzas de que llegue a algo serio y que desarrolle temas interesantes, sino que termina siendo extremadamente predecible. Conviene no hablar del escaso trabajo visual o sonoro en este film, ya que comprendiendo su target uno podría perdonar estas ausencias. El problema es que la película no perdona ni un solo elemento cliché de este tipo de historias. Desde el amigo gay y los padres ausentes, hasta el personaje que no quiere que estén juntos, todo en esta historia sigue una línea demasiado obvia. Los aparentes giros argumentales se ven venir desde el comienzo del metraje y los pocos momentos que puede llegar a sorprender, realmente lo hace para mal. Este elemento predecible no solo se ve en la trama. Los personajes que componen esta historia son tan planos y aleatorios que parecen escritos en un fin de semana. Sus deseos y las decisiones que toman no tienen sentido alguno, y están únicamente para llegar a determinados puntos de la historia, que quedan claramente forzados. La calidad de sus actuaciones también brillan por su ausencia, salvando quizás al secundario de Moises Arias, que pese a que su personaje sea una mera herramienta, termina haciendo un buen trabajo actoral. También hurgando un poco en algo para poder destacar de este film es la aparente seriedad con la que toca el hecho de que sus personajes tengan enfermedades terminales. Claramente no es ninguna patada en la mesa a la industria cinematográfica, pero viendo el nivel que tiene todo lo que sucede en esta película, esto podría haber sido tratado más informal aún. Está claro que sí alguna vez estuviste en una situación así o tuviste algún familiar en un momento similar, podrás identificar algunas situaciones típicas y puede resultar interesante retratar esto en la pantalla grande. Eso sí, no esperen mucho más que esto, porque cuando los diálogos se animan a intentar hablar lo que significa la vida y el hecho de la enfermedad en si, solo se mueve por los lugares más comunes posibles. En conclusión, y sin ofender a la persona que disfrute de este film, “A dos metros de ti” no solo es una mala película para un público exquisito, sino que no funciona siquiera como elemento de entretenimiento adolescente. Cualquier capítulo televisivo de los más bajos calibres podría abarcar esta trama de una mejor forma y aunque seguro haya alguien en este mundo que pueda disfrutar o emocionarse con esta historia, desde acá recomendamos mantenerse lo más lejos posible de esta película. Por lo menos a dos metros.
“A dos metros de ti”, de Justin Baldoni Por Jorge Bernárdez Nacemos para morir, esa es una la única certeza que tenemos y es algo con lo que tratamos de convivir fingiendo demencia, pero Stella (Halley Lu Richardson) no tiene tiempo de fingir nada porque es adolescente y tiene fibrosis quística. Quienes tienen esa enfermedad cuentan con poco tiempo y la única salida, que es el trasplante de pulmones, apenas le agrega unos años a su esperanza porque los órganos trasplantados duran unos cinco años de promedio. A pesar de todo esto Stella se muestra vital y optimista y ha hecho de la habitación del hospital donde está cuando comienza la historia el cuarto de una adolescente común, si obviamos el carrito de remedios y las máscaras de oxigeno. La chica tiene un amigo con la misma enfermedad en el hospital con el que se conocen desde niños y se cuentan todo. Una característica de la fibrosis es que los enfermos de ese mal no pueden estar más cerca de dos metros, ya que si uno infecta al otro es posible que le provoque la muerte. A ese hospital donde Stella está esperando los pulmones llega Will (Cole Sprouse) que tiene una dolencia similar pero más compleja, Will tiene 17 años y entra para probar una nueva terapia. Stella y Will no pueden ser mas opuestos, él es amargo y taciturno, un poco punk y con una estética más bien dark que se completa con el dato de que es dibujante. Por supuesto que Stella y Will se van a enamorar como corresponde al melodrama. Hoy estas películas de adolescente son enfermedades terminales o casi, son un género con un público seguro. Si existieran Hallmark Channel o el Canal 9 de Romay, estas producciones irían derecho al espacio dedicado al de la “Película de la semana”. Pero no, es un estreno y sentarse en la butaca para ver A dos metros de ti con espíritu crítico o sarcástico sería una pérdida de tiempo, así que ni pasen por la puerta del cine si es el espíritu que los alienta. Si son románticos y les gusta sufrir, esta es la película indicada, llena de golpes bajos pero a la vez cargada de buenas intenciones con las dosis adecuadas de personas de distintas etnias y de gustos sexuales diversos. Un poco de libro de autoayuda y una buena banda de sonido. Dos horas de llanto asegurado en una película bien actuada y con el ritmo justo, compren pañuelos de papel y a llorar a moco tendido. O huyan sin mirar atrás. A DOS METROS DE TI Five Feet Apart. Estados Unidos 2019. Dirección: Justin Baldoni. Intérpretes: Cole Sprouse, Haley Lu Richardson. Claire Forlani, Parminder K. Nagra, Moises Arias. Duración: 116 minutos.
Otro melodrama romántico basado en la novela que hace llorar a mares mientras repara la virginidad perdida en este mundo horroroso e inmoral. Adolescentes enamorados pero enfermos que no pueden tocarse pero ¡oh!, ¡cómo se aman! Otro melodrama romántico basado en la novela que hace llorar a mares mientras repara la virginidad perdida en este mundo horroroso e inmoral, ¡oh! (otra vez). Los pibes actúan bien (es decir, uno les cree que les pasa lo que les pasa) y la historia es convencionalísima, una más en la serie de “ámense sin sexo, el mundo es de los tiernos” que abunda en estos últimos años.
HAY QUE TOCARSE MÁS Ya estoy viejo, así que no traten de explicarme. Pero cuando uno comienza a perderse demasiado con las modas, es que el tiempo ha pasado inexorablemente y uno debe correr a abrazarse con sus recuerdos de tiempos más felices. Que no son los del presente, obvio. Es decir… no sé en qué momento la humanidad dio este giro para que los jóvenes disfruten y se emocionen con historias de amor protagonizadas por enfermos terminales. Me pasaba hace unos años cuando Bajo la misma estrella y me vuelve a pasar ahora con A dos metros de ti. Y, estimo, me seguirá pasando. Digo jóvenes porque está claro que son el target al que este tipo de películas apunta: historias protagonizadas por adolescentes donde, como en este caso, las redes sociales y las nuevas formas de comunicación (las videollamadas y Youtube son herramientas constantes aquí) son tan indispensables que, sin ellos, la película simplemente no podría existir. Pero el problema es la enfermedad terminal. A ver… la enfermedad terminal era algo común en el cine, está el caso histórico de Love Story o también La fuerza del cariño, pero era un recurso del guión que aparecía subrepticio. Uno iba a ver un drama, y se encontraba con el cáncer, ponele. No iba a ver de una cómo dos personas enfermas se enamoraban, y se regodeaba en el morbo del tratamiento médico para reflexionar sobre el amor y lo lindo que es quererse y lo importante que es la muerte para fortalecer sentimientos. En fin, que A dos metros de ti tiene como protagonistas a dos enfermos de fibrosis quística que atraviesan sus tratamientos en un hospital. La distancia que explicita el título es una regla de la enfermedad: quienes padecen este tipo de dolencia no pueden estar a menos de dos metros de otro enfermo, ya que corren peligro de contagiarse algún virus. La película de Justin Baldoni tiene al menos un personaje interesante, que es la Stella de Haley Lu Richardson, una chica controladora a la que el suspenso sobre su propia muerte vuelve, claramente, más obsesiva. El otro enfermo, el Will de Cole Sprouse, es un arquetipo más previsible, el artista torturado, dueño de un fatalismo que la película usa para oscurecer el panorama y volver todo un poco más cool/irónico. Mientras A dos metros de ti es el drama de Stella, su forma de afrontar la muerte, propia y ajena, es un film discreto, donde el uso de la tecnología le aporta ritmo y la impone como un producto actual y generacional. Hay allí algunas ideas interesantes, una forma de registrar los afectos con cierta distancia y la honestidad de un personaje que buscar estabilizar sus emociones y tener todo bajo control. Los problemas, para los protagonistas y para la película, llegan con el amor. A partir de que Stella y Will confirman su romance, la película se vuelve un maratón de cursilería (tal vez lo era ya, pero no tan evidente), que juega malamente al suspenso con la salud de sus personajes y apuesta por lo trágico, sin dejar de lado el mensaje esperanzador y la autoayuda. Con un atenuante: la imposibilidad de los personajes por tocarse abre una mirada subterránea pero nada inocente sobre la virginidad, y pone al sexo en un lugar peligroso. Algo que para nada casualmente se ha instalado en varias historias adolescentes de los últimos tiempos. Pero no vamos a negar que A dos metros de ti presenta un riesgo para el cínico como uno que mira todo con desconfianza: Haley Lu Richardson es una excelente actriz (ya lo habíamos notado en la gran Columbus) y uno le cree todo. Lamentablemente Baldoni no cree que con eso alcance, con una chica y sus miedos, y en la última media hora el relato termina por desbarrancarse en una serie de manipulaciones melodramáticas innecesarias. El final es apoteósico por lo ramplón (che Will, sos un salame, no era el lugar ni el momento para hacer lo que hiciste) y apuesta al llanto a moco tendido como confirmación de calidad. Y uno se queda pensando el sentido de todo este calvario, aunque nunca el sentido de la vida y la existencia.
De vez en cuando Hollywood se acuerda que las generaciones van creciendo, el púbico se renueva, pero últimamente no surgen precisamente obras maestras cuando se trata de abordar temáticas adolescentes. Los seguimos subestimando con argumentos edulcorados. La última que realmente tenía algo interesante para decir, sin ser una maravilla, fue “La joven vida de Juno” (Jason Reitman, con guión de Diablo Cody, 2007). Ergo, lo más probable es que toda la situación que atraviesan los dos personajes centrales de "A dos metros de ti” le suene muy, pero muy familiar. El inicio es algo engañoso pero planta la situación. La voz en off de Stella (Haley Lu Richardson) reflexiona sobre el contacto humano, sobre la poca importancia que solemos darle a este simple acto sin darnos cuenta lo trascendental que es. Luego nos la muestran desbordante de vida, ocurrente, fresca, divertida, junto a sus amigas en una habitación. Casi todos son primeros planos con fondos de paredes llenas de fotos, mensajes, dibujitos, etc. Las amigas se despiden, se van y recién cuando Stella queda sola, el plano general se abre y descubrimos que la habitación es la de un hospital. Ella está internada ahí por una enfermedad terminal, esperando un trasplante de pulmón. En seguida veremos una serie de posteos (así se llama a los mensajes, fotos o videos que se suben a las redes sociales) cuyo contenido sobre la enfermedad es un bajón, pero dicho por esta actriz de sonrisa compradora parece liviano y hasta entretenido. Es como si Xuxa estuviese describiendo el desembarco en Normandía de “Rescatando al soldado Ryan” (Steven Spielberg, 1998). Así de contradictorio. Habrá un par más de estas triquiñuelas que van a jugar con los sentimientos del espectador, que si se deja llevar verá cómo esa torre de optimismo que la música, el guión y la simpatía del elenco desbordan, se desmorona a puro golpe. Una de las características de esta enfermedad que padecen ella y su amigo Poe (Moises Arias) es que no puede haber contacto físico por el alto riesgo de contagio (de ahí la introducción, ¿no?). Este verosímil está bien instalado en el guión, pero es traicionado varias veces a lo largo de la cinta en planos con referencia que a veces cuentan la prudencia en la distancia y otras no tanto. En fin, la moribunda se las arregla bien para sobrellevar su proximidad al encuentro con la parca. Parece tener todo bajo control hasta que conoce a Will (Cole Sprouse), un nuevo internado con otro tipo de virus terminal, cuyo nombre es tan complicado que realmente no vale la pena tratar de recordarlo, y poco importa porque este estreno en ningún momento tiene la intención de crear conciencia sobre la existencia del mismo. Will, por supuesto, es todo lo contrario a Stella. Anda bajoneado (como corresponde a cualquiera cuya corta vida ya tiene fecha de vencimiento estipulada), aunque no evita el diálogo. Por supuesto, como indica el manual de este género, los “antagonistas” se van a enamorar no sin antes pasar por algunas pruebas mutuas. A esta altura es necesario mencionar que el guión de Mikki Daughtry y Tobias Iaconis es, en esencia, un calco de “Bajo la misma estrella” (Josh Boone, 2014), aquella con Shailene Woodley y Ansel Elgort en la cual ambos tienen cáncer. Por cierto, esta película no es un calco solamente por la circunstancia dada desde el comienzo, sino por el tratamiento estético. En efecto, “A dos metros de ti” también se vuelve episódica, separando cada nueva situación por un montaje edulcorado con música de fondo. Temas alegres cuando ella está contenta y parece todo esperanzador; o bien tristes (incluida la letra) cuando todo está mal, ya sea por una discusión entre los enamorados o por el agravamiento de la enfermedad. Lejos de colaborar con la progresión del relato las canciones, por lindas que sean, estiran lo inevitable volviendo la historia excesivamente predecible, además de indicarle al espectador como se tiene que sentir. Es difícil imaginar, primero si ésta generación se identifica con éste tipo de productos en el siglo XXI y, segundo, si está tan dispuesta a ver algo triste, lacrimógeno, y hasta desesperanzador respecto de cómo tomarse este tipo de circunstancias en la vida real. El director aborda esta ópera prima (dirigió mucha televisión antes), con tintes tradicionales en cuanto a lo narrativo, pero sin tomar riesgos. Ni siquiera cuando, obligado a cumplir con los códigos del drama romántico, debe deshacerse de algún personaje para aumentar el uso de los pañuelos en la platea. Pese a contar con un trío de actores bastante simpáticos y talentosos (en especial el chico Moisés Arias) y una banda de sonido agradable, esto no alcanza para completar la experiencia. El público se renueva, es cierto, pero no come vidrio
Nueva drama romántico con jóvenes que padecen enfermedades terminales. Stella (Haley Lu Richardson) tiene FQ (fibrosis quística) y una mirada positiva para vivir la enfermedad en el hospital, mientras espera un trasplante de pulmones, respetando a rajatabla el régimen médico -que además de pastillas, requiere mantener una distancia entre los enfermos, de allí el título-, supervisada por la enfermera Barb (Kimberly Hebert Gregory, cumpliendo el típico secundario para actor afroamericano) comprensiva pero rigurosa. En la clínica también vive Poe (Moisés Arias), el infaltable amigo gay, con sus miedos a sostener una pareja. Pero cuando llega Will (Cole Sprouse), un rebelde que no quiere tener esperanzas, y padece un tipo de FQ más riesgosa y complicada, las cosas comenzarán a modificarse en la vida de Stella que se enamorará, aunque al principio se niegue a admitirlo. Manipuladora, llena de golpes bajos, plena de clisés, invadida de canciones que convierten a las escenas en videoclips sentimentaloides, A dos metros de ti padece el síndrome Cris Morena: jóvenes bellos, bien lookeados, divinos, con un estándar económico holgado, que sufren el dolor del culebrón berreta para desgranar frases de autoayuda fáciles y engañosas. Nada pueden hacer los actores con un texto plagado de diálogos edulcorados y que buscan enseñar el “buen vivir” bajo una mirada new age tan en boga y tan falsa. Este tipo de películas, basadas en bestseller, que de un tiempo a esta parte se multiplican (Bajo la misma estrella, Todo todo, Si decido quedarme, etc. etc.), sólo sirven para que nos pongamos a pensar qué significa su producción a destajo y qué pretenden decirle a la juventud.
Stella es una adolescente internada en un hospital a la espera de un trasplante de pulmón. Debe mantenerse alejada de cualquier persona que pueda comprometer su salud y poner en riesgo esa operación. Pero conoce a Will, también internado en el hospital, un joven rebelde que desea cumplir dieciocho años para tomar sus propias decisiones. El romance necesariamente es platónico y a dos metros de distancia, de lo contrario el riesgo de altísimo. Ambos jóvenes, al borde de la muerte, comparten sus días a través de sus teléfonos y sus computadoras, viéndose a cierta distancia, enamorándose. El melodrama romántico lacrimógeno es un género que ha dado grandes éxitos. Aunque no fue la primera película en el tema, Love Story (1970) marcó un antes y un después. La diferencia es que en aquella época ese tono todavía era aceptable, hoy las películas como A dos metros de ti quedan reducidas a un público adolescente, cultor de esta clase de historias. Ni el público es un defecto, ni el género tampoco lo es, el problema pasa por una forma torpe de tirar los golpes bajos, sin mucho estilo y con algo de mal gusto. No hay un trabajo de dirección, una forma de filmar que no sea el subrayado permanente a la búsqueda de la lágrima fácil. Con un poco más se podría haber logrado mucho, pero no hay esfuerzo alguno para ser complejo en ningún aspecto del film.