Control parental El segundo largometraje del realizador argentino Gustavo Tobal, coescrito junto a Ulises Porra, Acusada (2018), es un thriller alrededor de un juicio en contra de una joven de veintiún años acusada de matar a su mejor amiga. La trama se centra en la duda sobre la culpabilidad o inocencia de Dolores (Lali Espósito) respecto del crimen. Mientras que la madre de la joven asesinada ha convertido la acusación en una cruzada por justicia, los padres de Dolores han contratado a un abogado de alto perfil para que defienda a su hija, a la que controlan en todo momento. Algunos flashbacks y los testimonios de los testigos y la acusada van dando pistas sobre los acontecimientos de la noche del asesinato y sobre las distintas versiones, que parecen converger en el encono de la acusada contra la víctima por la difusión de un video íntimo. La actuación de Espósito es correcta, sin destacarse demasiado, apoyándose en todo momento en un gran elenco compuesto por Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego, Gael García Bernal y Gerardo Romano. La mayoría de los primeros planos son caprichosos respecto del relato y la protagonista tampoco impone una presencia avasallante que los justifique. Espósito incluso parece incómoda con el género y con un guión demasiado forzado que lleva la historia hacia la confusión y la intrascendencia. El film trabaja sin ahondar demasiado sobre la idiosincrasia de los jóvenes y su aparente falta de emociones, los choques entre la visión del mundo de padres e hijos, la imposibilidad de comunicación generacional, el miedo a perder a los hijos y la obsesión de control de los padres sobre la vida de los mismos, una extraña característica de la actualidad que pretende encerrar a las familias en una vida sin riesgos en una sociedad donde es imposible soslayar las desigualdades sin un cinismo patológico. Pero el tema principal del opus es la libertad, construida a partir de una dialéctica con su contrario desde las diferencias entre la libertad de estar fuera de la cárcel, ser declarada inocente o de emanciparse de unos padres sobreprotectores. La libertad esta encarnada aquí en la figura de un puma que vaga libre como un fantasma por la zona, sólo divisado a lo lejos por algún vecino pero sin una corroboración en un intento de alegoría sin correlato narrativo. Las buenas escenas, que suelen incluir el protagonismo de los personajes secundarios, no son la norma, incurriendo demasiado en cuestiones juveniles que no cuajan con la historia en un intento de llevar un típico film sobre la construcción de un caso de defensa judicial hacia los códigos y las prácticas adolescentes. Los virajes son de todos modos tímidos y se circunscriben a unas pocas escenas que no agregan demasiado al relato de las peripecias y los problemas de las familias de clase media alta de zona norte. La historia falla también en la construcción de suspenso principalmente por la pasividad de Espósito y su falta de motivación para manipular o convencer a la defensa, sus padres, sus amigos e incluso al espectador. Pero el principal problema son los vaivenes de un guión que no parece saber para dónde ir y termina intentando abarcar demasiado en una historia que no lo demanda. A pesar de la buena fotografía de Fernando Lockett, responsable de La Vida de Alguien (2014), de Ezequiel Acuña, ni Tobal ni Espósito logran construir una propuesta interesante ni de género, ni tampoco crear la alegoría sobre la libertad que pretenden, cayendo en una narración anodina y desaprovechando actores y situaciones que demandaban otro carisma.
Villegas (2012) había sido un promisorio debut para Gonzalo Tobal: una entrañable película de segundas oportunidades (dos primos con personalidades opuestas que se reencuentran), mediana respecto a su presupuesto y encabezada por dos actores en ese momento en ascenso (los "Estébanes" Lamothe y Bigliardi). Quedaba el terreno fértil para una apuesta futura más ambiciosa como lo es Acusada. En su segundo film, apoyado por firmas de renombre (K & S y Telefé figuran entre los productores) y con un dream team en el elenco, Tobal vira hacia el thriller judicial, salto del que aun con sus limitaciones logra salir airoso. Por estos días Acusada tuvo una positiva recepción en la Mostra de Venecia, donde integró la competencia principal.
[REVIEW] Acusada: Silencio incriminatorio. Lali Espósito y Leonardo Sbaraglia protagonizan una opera prima que pone en juicio la verdad personal de cada uno. Díficil pensar en un mejor debut como director para Gonzalo Tobal. Con un elenco liderado por grandes estrellas, y siendo el único representante argentino en la competencia oficial del Festival de Venecia, suena a un trabajo más para consagrar a un experimentado que a una opera prima. Leonardo Sbaraglia y Lali Espósito protagonizan un drama lleno de suspenso, que nos mete de lleno en el juicio de una joven acusada de asesinar a su mejor amiga. Desconfianza, culpas sospechosas, sacrificios personales y una familia que se cae a pedazos en silencio esperando el juicio que decidirá el resto de la vida de su hija. Un gran trabajo de casting ayuda a que un elenco con más nombre que otra cosa realmente se encuentre capaz de darle vida a un drama humano realizado con tal excelencia técnica. Aunque los reflectores más potentes apunten a otro lado, la presencia de Daniel Fanego, Gerardo Romano y Gael García Bernal (aún en roles limitados) terminan de popular un tablero de interesantes piezas como para que se desarrolle un thriller a la altura. Afortunadamente viene siendo cada vez más usual en las grandes producciones nacionales, encontrarse con trabajos impecables desde lo visual, y además con un gran despliegue en cuanto a sonido. Aunque la banda sonora peque de parecer más interesada en usar clásicos del pop que otra cosa, todo lo que tenga que ver con sonido (efectos, mezcla y demás) resultan verdaderamente el as de la película. Toda secuencia resulta exacerbada por capas y capas de efectos de sonido envolventes que logran un gran resultado, particularmente para un drama de suspenso que roza tanto con el thriller. Aunque hay bastante para aplaudir, también se trata de un trabajo con detalles para criticar. Cuenta con un trabajo de arte que, aunque apropiado y de buen nivel, terminan conspirando con una fotografía que repite sus mismos pecados: vuelve todo tan estéril y poco interesante como una historia sin mucho que desarrollar. Por demás subjetivas, parecen más fallas de decisiones creativas que otra cosa. Realmente queda en cada uno ver si esto resulta un problema realmente para disfrutar del film, pero es una realidad que la gran mayoría de las escenas no provocarían absolutamente nada de experimentarlas sin sonido alguno. Un crimen para cualquier producción audiovisual, y un problema usualmente reservado para cintas de terror demasiado dependientes del sonido para sus jumpscares. El guion resulta suficiente pero la trama es demasiado básica y elemental para este tipo de género. Nadie pide giros inesperados, melodrama o eventos poco realistas, pero si es verdad que las películas de suspenso necesitan de tramas mucho más jugosas que otro tipo de films. Lamentablemente, la excelente calidad técnica de la película no viene acompañada de una trama a la altura ni de detalles más interesantes en el estilo visual elegido. A pesar de que merece todo tipo de alabanzas, se trata de una producción que decididamente va a probar ser más que suficiente para algunos y muy poco para otros.
El 13 de septiembre llega a los cines argentinos “Acusada”, la película protagonizada por la popular Lali Espósito. Oscuro policial que nos llevará a un mundo de dudas, secretos y sospechas. “Acusada” cuenta la historia de Dolores Dreier (Lali Espósito), una joven estudiante con una vida que sigue los parámetros normales hasta que su mejor amiga es brutalmente asesinada. La trama del film se enfoca dos años después del homicidio. Dolores es la única acusada por el crimen en un caso de gran exposición mediática. La opinión pública, la exposición mediática, los escraches y los entramados judiciales, le dan frescura a este thriller. Se puede extrapolar a muchos casos actuales en donde, en muchas ocasiones, los ciudadanos toman una postura frente a un crimen sin importar las pruebas del hecho en sí. Inocente o culpable, los prejuicios y las miradas de reojo perdurarán. En este contexto, Dolores sabe que en estos juicios la expresión corporal, los nervios y la imagen son elementos que se tienen que controlar. Ahí entra un grupo de abogados (entre ellos Daniel Fanego), y su familia. Sus padres (Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez), con unas interpretaciones muy buenas, dejarán todo para conseguir la libertad de su hija. También participa el talentoso Gael García Bernal y Gerardo Romano. Y sí, hay que hablar de Lali Espósito. Muchos reticentes y muchos fans a la espera de esta producción con la cantante pop a la cabeza. La realidad es que Lali consigue darle vida a un personaje complejo y lleno de aristas. Hay que señalar que es su primer gran papel dramático en la pantalla grande, antes protagonizó la comedia romántica “Permitidos”. Es una interpretación más que correcta. Gonzalo Tobal previamente dirigió su ópera prima, “Villegas”, protagonizada por Esteban Lamothe, que se estrenó en la Selección Oficial de Cannes 2012. Antes de esto, centró su carrera como director de cortometrajes, con los cuales también participó en muchos festivales, entre ellos Cannes en 2007 y 2010. Con esta segunda película en sus manos, Tobal logra darle una dirección acorde con la opresión que se vive en la vida de Dolores. Con tonalidades oscuras y climas mezquinos, nos transporta a una atmósfera en donde la tensión es palpable. Para destacar, la última escena en donde mediante un plano secuencia confirma que estamos frente a un director con diversos recursos. “Acusada” es la primera obra conjunta entre las productoras Rei Cine (“Zama” y “Temporada de caza”), K&S Films (“Relatos salvajes” y “El Clan”), la mexicana Piano y Telefe. Warner Bros Pictures distribuye la película en Argentina y Latinoamérica. Es un drama correcto (no mucho más) y prolijo donde la presión pública y los recuerdos no te dejan despegarte de la pantalla. Los actores se lucen y cuentan con una sólida dirección. Entretiene y atrapa. Y eso es más que suficiente.
La mirada de los medios Dolores es acusada de matar a Camila, su mejor amiga de la infancia. Luego de dos años del asesinato, la joven de 21 años es la única implicada en el caso y, por ende, se llevará a cabo un juicio para determinar una condena. ¿Tendrá algo que ver? Todavía no hay respuesta a eso, pero sí hay que dejar en claro una cosa: la condena social, a veces, puede ser peor castigo que ir a la cárcel. El nuevo film de Gonzalo Tobal, luego de su ópera prima Villegas (2012), tiene como protagonista a Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego y cuenta con la participación especial de Gael Garcia Bernal, entre otros. Acusada ya fue vista en el Festival de Venecia y se estrena este jueves 13 de septiembre en los cines argentinos. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. Acusada cuenta la historia de Dolores Dreier (Lali Espósito), una joven de clase media alta, que está implicada en un crimen. El problema da comienzo cuando difunden un vídeo de ella, a través de las redes sociales, y se ve envuelta en una exposición de la cual no está dispuesta a soportar. Algunos buscan causar algo o simplemente lo toman como chiste. El problema es cuando no son conscientes de lo que viene después. A veces, tus actos te condenan o lo que decís también puede jugarte una mala pasada. Una fiesta entre amigos, con exceso de alcohol y drogas, no siempre termina de la mejor manera. A raíz de eso, encuentran el cuerpo de Camila, asesinada en su propia casa donde se realizó la fiesta y desde ese entonces, la vida de Dolores se vuelve un caos y pasa de ser una chica rebelde a obedecer todo lo que le dicen a su alrededor, para vender una imagen puertas para afuera. ¿Pero qué pasa puertas adentro? Betina (Inés Estévez) y Luis (Leonardo Sbaraglia), padres de Dolores, son quienes se encargan de llevar adelante todo el proceso que su hija deberá enfrentar antes de su declaración para ver si dictan sentencia o no. Junto al abogado (Daniel Fanego), que contrataron para que se encargue del caso, guiarán paso a paso a la joven para que no tenga deficiencias a la hora de hablar ante el juez y ante una cámara. Dicen que un padre hace de todo por sus hijos, pero ¿Qué pasa si por querer ayudar se te va todo de las manos?. Desde que se dio a conocer el caso abundaron las especulaciones, sobre todo de los medios de comunicación, alimentando las opiniones de la gente, inclinándose de un lado o de otro, sin tener siquiera argumentos válidos. Eso no es para nada llamativo, ya que, constantemente, se ve a diario en la televisión y en redes sociales. Eso mismo llevó a Dolores a comenzar una vida distinta a la que tenía, antes del asesinato. Ahora vive encerrada en su casa, sin tener demasiada interacción con el mundo ya que todos la ven con otros ojos. Acusada tiene un buen arranque y cuenta con una buena elección de personajes. Lali Espósito encarando un papel diferente a lo que venía haciendo (comedia), para darle vida a un personaje dramático, por ser su primera vez, nada mal. ¿Habrá algo que no le salga bien? Está bastante acertada. Durante las dos horas que dura la película, verán diálogos cortos y hasta escenas donde abunda el silencio, que encaja perfectamente con la situación que están viendo. Daniel Fanego, quien hace de abogado, tampoco se queda atrás. Cualquier personaje que haga ese hombre, le sienta bien. Acusada despliega un abanico de temas muy interesantes y acordes a la coyuntura. La música está bien lograda y la historia en sí, también. Convengamos que no es una de esas que no se hayan visto antes. Sin embargo, logra atraparte y los hará sobresaltar de la butaca. Padres e hijos se replantearán algunas cuestiones si es que van juntos a verla: no solo sus actos y cómo enfrentan determinadas cuestiones, además el espectador se verá reflejado sobre todo en la opinión o la postura que toman ante una noticia que ven o leen, sin saber lo que realmente pasó. *Review de Silvia Molina
cusada es un drama que gira alrededor de un crimen. Dolores Dreier (Lali Espósito) es una joven acusada de haber asesinado a la que era su mejor amiga. Vive casi aislada viviendo con su familia, esperando el juicio. Su caso ocupa la opinión pública y cada cual tiene su mirada sobre caso. ¿Es Dolores culpable o inocente? No hay otra acusada y la investigación se centra en ella. Sus padres y su hermano menor intentan sobrellevar la situación, cada uno a su manera, tratando de ayudarla, sin que parezca tampoco que ellos estén seguros de su inocencia. Solo una de sus amigas parece tener confianza en Dolores. El equipo de abogados prepara la mejor versión posible para el juicio mientras vemos como crece el conflicto alrededor de la joven protagonista de la historia. Una cuenta pendiente con su amiga le da a Dolores un motivo para el asesinato, la oportunidad también estuvo, lo único que no hay son pruebas. La trama policial y el juicio no parecen ser lo que más importa en la película y tal vez por eso Acusada falla mucho en ese aspecto. La tensión por saber la verdad aparece en muy pocos momentos, el resto del tiempo no se logra mantener el interés. En cuanto al drama familiar alrededor del crimen las cosas son un poco más interesantes. El esfuerzo de cada uno de los integrantes de la familia por conservarse fuerte, tal vez con objetivos disímiles, logra algo más de interés. Con actuaciones desparejas, en muchos momentos poco creíbles, las escenas respiran poca autenticidad. La puesta en escena cuidada y prolija no coincide con una narración fluida. Cada momento queda como una viñeta sin vida propia, no por la frialdad de la protagonista y su entorno, sino porque todo parece colocado, puesto al detalle, no se ve real. No estamos frente a un gran policial, pero el drama tampoco conmueve. La metáfora de la bestia suelta en el civilizado barrio en el que todos viven es clara pero no alcanza a decir nada que la película respalde durante toda su duración. El potencial estaba y las idea también, pero no pudieron ser plasmadas más allá de un par de momentos inspirados y la mencionada analogía entre la protagonista y el puma.
Un nuevo thriller argentino llega a los cines. Se trata de Acusada, un film de suspenso de sólido elenco pero relato desparejo. ¿De qué se trata Acusada? Dolores Dreier (Lali Espósito) está acusada de matar a Camila, su mejor amiga. Luego de que ambas tuvieran una pelea, las sospechas apuntan a Dolores. A dos años del crimen, toda la atención de los medios está puesta en este caso policial. Con la ayuda de su familia, Dolores intentará demostrar que es inocente. ¿Lo es? Acusada: ¿basada en hechos reales? Al leer el argumento de Acusada, lo primero que viene a la cabeza es el famoso caso de Lucila Frend. Sin embargo, la película no dice en ningún momento que esté basada en esta historia. Dejando de lado esta duda sobre la evidente inspiración, hablemos de lo que te trajo hasta aquí: ¿qué onda Acusada? El director Gonzalo Tobal plantea el argumento perfecto para un thriller: tenemos una sospechosa y queremos saber qué paso. El tránsito hacia la respuesta de esta incógnita, sin embargo, está lejos de ser el imaginado. No porque haya giros sorprendentes, sino por la forma en que se cuenta. Hay que reconocer que la casi ausencia de flashbacks es un acierto. Usarlos una y otra vez hubiera sido lo obvio, lo ya visto. Sin embargo, esto termina volviéndose en contra por la carencia de información. Lo bueno y lo débil La cámara se centra en una Lali Espósito hermética e indescifrable. Todo el tiempo es ella, acusada, en tiempo presente. El resto gira a su alrededor, acompañando el drama con todo los sentimiento que ella reprime. Leonardo Sbaraglia está estupendo como el padre ambiguo, visceral, dramático. Inés Estévez los acompaña, aportando dramatismo. Las actuaciones del elenco están impecables. Pero el punto débil de la película no pasa por ellos, sino por cierta lentitud en el ritmo. Esta cámara ensimismada en Lali Espósito, focalizando todo el tiempo en ella, termina generando cierto agobio. Es cierto: tal vez esa sea la intención. Aún así, el relato finge que avanza, pero la mayor parte del tiempo no hace más que moverse sobre sí mismo. El camino hacia la sentencia no nos permite descubrir qué pasó, qué no pasó o qué podría haber pasado. Las declaraciones y acciones de los personajes no dan pistas. Su situación procesal -y en consecuencia personal- no se complica ni se soluciona hasta que no hay veredicto. Solo al final esto repunta, en la escena de laentrevista televisiva. Esto hace que el conflicto no avance hacia ningún lado y solo esperemos saber qué pasó. ALERTA DE SPOILER. Si, encima, esto nunca llega, o llega demasiado débil… no se nos resuelve nada. El final nos queda trunco. FIN DEL SPOILER. Dicho esto, entonces, hay que ver la película de otra manera. No es un thriller sobre la resolución de un crimen (lo que suponemos que vamos a ver) sino un drama sobre la espera. Y no, no es lo mismo. Acá es cuando las expectativas juegan en contra y dejan sabor agridulce. Puntaje: 6/10 Duración: 108 minutos País: Argentina / México Año: 2018
El cine argentino parece haber encontrado el rumbo correcto a la hora de hacer producciones que convoquen de manera masiva al público. Acusada tiene un gran clima desarrollado durante todo el film de tensión y angustia, además las actuaciones de Lali y Sbaraglia son impecables. El 2018 puede ser un año inolvidable para el cine argentino. En lo que va de la temporada, muchas películas han superado las expectativas y se han convertido en nuevos futuros clásicos del cine nacional. El Ángel, La Quietud, No Dormirás y Animal, son algunos de los ejemplos más recientes de que la industria se encuentra en un constante crecimiento y mejora, consolidándose cada vez más en un público que, hasta no hace mucho, se le era esquivo. Hoy por hoy, las carteleras tienen más producciones nacionales de alto nivel que extranjeras, algo totalmente impensado hasta hace algunos años. Dentro de estas renovaciones que se vienen dando, muchos actores y actrices han encontrado el espacio para desarrollar su talento en la gran pantalla, saliendo un poco de las novelas de los canales de aire. Ahora el turno le tocó a Mariana “Lali” Espósito, la actriz y cantante que supo ver el estrellato mundial, luego de su paso por las telenovelas juveniles de Cris Morena. A partir de su pasado en tiras como Floricienta (2004-2005) o Casi Ángeles (2007-2010), Lali demostró tener pasta para más que solo interpretar papeles secundarios en novelas y de a poco, se fue posicionando en ficciones un más maduras, siempre sin dejar de lado su costado artístico, cabe destacar que es una de las cantantes latinoamericanas que mas público convoca en estos tiempo. Por todo esto y más es que Gonzalo Tobal, director de Temporada de Caza (2017), depositó sus ojos en Lali, para que ella protagonice su nueva película, Acusada (2018) es una película dramática que cuenta la historia de Dolores (Espósito), una joven que se ve involucrada en el crimen de Camila, quien supo ser su mejor amiga y el mundo entero tiene la certeza que la propia Dolores, fue la autora del crimen. En medio de juicios éticos y morales de parte de la prensa y la opinión pública, los padres de la acusada, Luis (Leonardo Sbaraglia) y Betina (Inés Estevez) harán lo imposible y agotarán todos sus recursos para demostrar que su hija es inocente. El cine argentino parece haber encontrado el rumbo correcto a la hora de hacer producciones que convoquen de manera masiva al público. Hechos criminales sean verídicos o no, son más atrapantes para los que generalmente se sienten atraídos al morbo y eso es aquí lo que sucede de forma muy clara. La fórmula de estrella reconocida más una historia en donde hay crímenes, es cada vez más tentadora para realizadores, y si tiene sustento verídico mejor, aunque no es fundamental, las grandes estrellas de la marquesina se encargan de atraer al público de igual manera. No obstante, para lograr el éxito en el “boca a boca”, hace falta más que solo tener grandes protagonistas o una buena historia. El relato y el mensaje deben ser concisos y no andar con vueltas innecesarias y ahí está el primer gran acierto del director Tobal. La película logra generar la intriga que se necesita en este tipo de historias, con esa sensación de querer saber lo que realmente pasó o quién es el verdadero culpable. Con un guión brillante y fresco, Acusada jamás cae en intensidad y los diálogos le dan un toque de veracidad a las características de los personajes. Por el lado de los actores, el trabajo de Lali y Sbaraglia son impecables. Mucho se dudaba de que la encargada de llevar a cabo un personaje tan dramático y oscuro, sea interpretada por una actriz sin experiencia en el rubro, pero hay que quitarse el sombrero por una gran actuación de la cantante. Poniendo el pecho a las balas, Lali se banca toda la artillería que había para tirarle y sale adelante con un trabajo brillante, incluso con cambios físicos durante el rodaje que demuestran su compromiso por el papel. Sbaraglia si bien tiene una labor a la que se le pueden reprochar pocas cosas, queda un poco eclipsado por el rol que le toca ocupar, pero se encarga de aprovechar al máximo sus momentos en pantalla para destacarse de igual manera. La propia Inés Estévez y la participación de Gerardo Romano (El Marginal) y Daniel Fanego (El Ángel), son la frutilla del postre de un elenco que no tiene mayores caras conocidas. El clima desarrollado durante todo el film es de tensión y angustia, lo mismo que siente Dolores, por eso el trabajo está cumplido y de la mejor manera posible. Con una fotografía que transmite dolor, el espectador puede sentirse parte del relato y por qué no, jugar a adivinar quién es la figura responsable de la muerte de Camila. El cine argentino puede que esté viviendo su mejor momento, así que es hora de aprovechar historias que están bien contadas, bien actuadas y bien escritas.
Manipulada Construida como el “lado B” de los thrillers judiciales que bucean en un caso policial, Acusada (2018), de Gonzalo Tobal, se presenta como un interesante ejercicio de prospección que permite el lucimiento de sus protagonistas e instala en la producción nacional un género que muy pocas veces –o contadas con los dedeos de una mano- se lo ha producido: cine de juicios. Dolores (Lali Espósito) es una joven acusada de un crimen. Sus padres (Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia) le han confiado la estrategia de defensa a un especialista (Daniel Fanego), quien ha armado un minucioso plan para que pueda presentarse en el juicio y quedar en libertad. Este planteo, en un recorrido por el preciso guion del propio Tobal y Ulises Porra Guardiola (Tigre), permite que la distancia con los personajes sea la necesaria para evitar caer en identificaciones polarizadoras que manipulen la empatía necesaria para seguir adelante con el visionado del film. En Acusada nada ni nadie es quien dice realmente ser. Se muestran algunas aristas que desnudan un trabajo minucioso desde la construcción de cada personaje, que impide, afortunadamente, que se los muestre como totalmente buenos o malos. A esto se le suma la narración digresiva, que prefiere reposar la mirada en los climas y atmósferas de las escenas, con personajes que por momento no se dicen nada, pero que hablan desde cómo se los muestra parados en los espacios. La casa, como una cárcel en la que Dolores espera, es otro de los grandes actores de la propuesta. Ese espacio de clausura para la joven, que se correlaciona con un animal perdido en la zona, es un hallazgo de poesía en medio de un producto industrial. También el particular trabajo alrededor de la protagonista, con pocos diálogos, tomas que la alejan de la imagen y exposición que Lali Espósito viene presentando en su carrera como cantante, afirman la decisión de mantener cierta línea independiente en la superficie de la película, enrareciendo texturas y utilizando una fotografía que potencia la narración. Por otra parte, algunos flashbacks brindan elementos para la pesquisa que el espectador deberá hacer, pero mientras esos raccontos no suceden, asistimos a una pormenorizada descripción del universo de Dolores en la espera. Así, Acusada, a diferencia de otros productos que construyen todo el relato esperando las decisiones y deliberaciones de los jueces, prefiere profundizar en el universo familiar, un espacio en el que la tensión in crescendo, determina su posición frente a aquello que cuenta y, además, revela la cara oculta de los protagonistas. Algunos detalles revelados sobre costos y sobre la particular mirada de la propia acusada sobre los hechos que se le imputan, permiten direccionar la mirada hacia otros actores participantes, determinando a la justicia, los medios de comunicación, y conceptos más abstractos como la familia, el amor, la libertad, como vectores del relato. Acusada es una interesante aproximación a un género, y también a la deliberada decisión de avanzar con motivos secundarios que hacen a la totalidad de la propuesta, destacándose el trabajo actoral de Fanego, Estévez y Sbaraglia, mientras que Espósito intenta pararse en un lugar diferente al que viene trabajando, aunque su Dolores -taciturna y meditabunda- no logra transmitir por momentos las sensaciones de esa joven angustiada por la situación que le tocó vivir.
En Villegas, el anterior filme del director Gonzalo Tobal, se mostraba el reencuentro de dos primos que buscaban su propio camino, y en Acusada, la juventud aparece amenazada por un crimen brutal. Navegando entre el policial y el drama familiar, Acusada cuenta la historia de Dolores Dreier -Lali Espósito-, una joven estudiante de clase acomodada que vive una vida normal hasta que su mejor amiga aparece asesinada luego de una fiesta liderada por el descontrol y un video sexual que se viraliza. Dos años después, ella es la única acusada por el crimen en un gran caso mediático que la señala como culpable o inocente. En medio de esa salvaje exposición, Dolores está bajo el ala protectora de sus padres -Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez- y de su abogado -Daniel Fanego, de destacada labor- que la entrena para exponer su declaración en Tribunales. También aparece Gael García Bernal como un entrevistador de la televisión y un novio de Dolores como otro sospechoso. Sin embargo, las dudas crecen y las sospechas recaen en la familia en este thriller judicial en el que la libertad de la protagonista pende de un hilo, al igual que el puma suelto al que se hace referencia en la pantalla chica y que aterroriza al barrio. Acusada descansa en el buen desempeño de Lali Espósito, en un papel instrospectivo capturado en reiteradas oportunidades por los primeros planos y diferente al que su público está acostumbrado a verla, y está rodeada por un sólido elenco. Pero la historia resulta tan confusa como el accionar de los personajes que la rodean, sumando desinterés en un filme que privilegia lo discursivo antes que el clima de suspenso que exigen este tipo de relatos y el público. En medio de tomas aéreas y travellings circulares, la incertidumbre domina la historia en la que conviven el romance adolescente, el choque generacional y la destrucción de la familia con una broma que se traduce en asesinato.
Acusada no es solo un buen thriller nacional, sino también la consagración de una artista. Lali Espósito se posiciona en lo más alto con este rol bastante complejo y muy demandante. Basada en una famosa historia real, el film lleva al espectador de un lado para el otro, sembrando dudas todo el tiempo, con giros y contragirios. ¿Lo hizo o no lo hizo? ¿Es ella la culpable del asesinato? Es ahí donde la protagonista se luce, mostrando agobio, tristeza, desgano, histeria, sexualidad, bronca, y muchos más sentimientos. Está muy bien acompañada por Leonardo Sbaraglia (con una escena memorable), Inés Estévez, Gerardo Romano, y un Daniel Fanego memorable. A diferencia de Hollywood, no contamos en nuestra filmografía con buenos ejemplos de películas que se basan en juicios. Aquellas con un estrado, una parte acusadora y otra que defiende, y el resto de la narrativa en flashbacks. Este estreno es un buen exponente de ese tipo de cine, y acá se nota que el guión es bueno. El director Gonzalo Tobal maneja muy bien los tiempos y crea buenos climas, sacando ventaja de su protagonista. La fotografía es buena y la banda sonora acompaña bien. Amén de todo esto, hay unos cuantos clichés que podrán haberse evitado, y hay supuestas sorpresas que no son tales. Pero esto no atenta contra la experiencia del visionado del film. Es por ello por lo que Acusada es una muy buena película, muy entretenida, y más que digno exponente de cine de género nacional.
Un nuevo desafío para la carrera de Mariana “Lali” Espósito resultó ser el rol de Dolores Dreier en la segunda película de Gustavo Tobal luego de “Villegas” (2012). La historia no está basada en ningún caso real, aunque haya casos similares, y cuenta la odisea y la persecusión mediática que sufre Dolores al ser la única acusada del crimen de su mejor amiga, Camila Nieves al finalizar una noche en donde abundó el alcohol y el desenfreno luego de una fiesta. El guión del mismo director y de Ulises Porra relata, en sus 108’ la espera del juicio al que deberá enfrentarse la acusada y su preparación para el mismo. Mientras pasan los días, (ya pasaron 2 años desde el crimen de Camila), Dolores se encuentra en su casa, una cuasi mansión de zona Norte, con su familia: sus sobreprotectores padres Luis (Leonardo Sbaraglia) y Betina (Inés Estévez). A ellos se les suman las visitas de su abogado (Daniel Fanego) quien la instruye acerca de las preguntas que le harán y cómo deberá responder. También la acompaña su hermano menor y unas pocas amigas. Son pocos los que la apoyan, porque ella misma, con sus actitudes ambivalentes siembra dudas sobre su culpabilidad acerca del hecho. El móvil es muy claro, Camila tenía un video sexual con imágenes de Dolores que había visto la luz y ésta juró venganza. El film intenta ser un thriller judicial pero no llega a tener demasiado suspenso. Destaco la fotografía de Fernando Lockett y la actuación de un elenco sólido (también actúan en breves roles Gael García Bernal y Gerardo Romano) en el que se destacan Fanego, Sbaraglia y Estévez quienes supieron contener a Espósito en su primera incursión dramática para la pantalla grande. ---> https://www.youtube.com/watch?v=o-sGMfs3HGA ---> TITULO ORIGINAL: Acusada ACTORES: Lali Espósito. ACTORES SECUNDARIOS: Leonardo Sbaraglia, Ines Estévez, Daniel Fanego, Gerardo Romano, Gael García Bernal. DIRECTOR: Gonzalo Tobal. FOTOGRAFIA: Fernando Lockett. GUION: Gonzalo Tobal y Ulises Porra PRODUCTOR: Axel Kuschevatzky. GENERO: Drama . ORIGEN: Argentina. DURACION: 114 Minutos
Un policial que trae recuerdos de un hecho real pero que es totalmente ficticio. Eugenio Tobal, el director y coguionista con Ulises Porra, toma un caso misterioso y atractivo, con una protagonista joven acusada del asesinato de su mejor amiga frente a un juicio inminente. En ese contexto el afuera (amigos, prensa, familiares de la víctima, el público engolosinado por los medios más escandalosos), ya ha tomado partido. Pero no todo es el caso policial, aún con algunos defectos o momentos menos logrados la historia se corre del hecho sangriento y se mete profundamente en la mecánica familiar que cierra filas en torno a la protagonista. Ellos están dispuestos a todo por salvarla de la cárcel. Pero la tienen encerrada, lobotomizada interiormente. No les importa la verdad. Hay un gusto un tanto desesperado en ese control absoluto de su hija tironeada por su padre y el costoso abogado. Hay también una mirada sincera y fuerte sobre el mundo adolescente y sus excesos, mixturado con juegos peligrosos. Distintas capas de entendimiento de un grupo de humanos atrapados en una situación que los enloquece y los evidencia. Lali Espósito sorprende para bien en su primer protagónico dramático. La rodea un verdadero dream team. Leo Sbaraglia como su padre sinuoso brinda uno de sus mejores trabajos Inés Estévez con su madre fría y contenedora al mismo tiempo se luce. Daniel Fanego destila verdad en su abogado cotizado que “couchea” a la protagonista en sus apariciones públicas. Y en papeles chicos pero intensos Gael García Bernal y Gerardo Romano. El fotógrafo Fernando Lockett y el director logran climas de una intensidad y espesor poco frecuentes. Un film que viene de presentarse en Venecia, único de nuestro país que estuvo en la competencia oficial, que tiene un camino directo al impacto popular. Sumará a los fans incondicionales de la protagonista con una audiencia distinta que saldrá gratificada.
HASTA QUE SE DEMUESTRE LO CONTRARIO Un drama legal que deja más preguntas que respuestas. La segunda película de Gonzalo Tobal -“Villegas” (2012)-, se mete de lleno en el drama legal y los pormenores del juicio contra Dolores Dreier (Lali Espósito), joven estudiante de indumentaria que, hace poco más de dos años, fue acusada de matar a su mejor amiga Camila, quien fue hallada con heridas fatales tras una fiesta de despedida organizada en su propio departamento. Dolores fue la última que la vio con vida, y sin otros sospechosos a la vista, se convirtió en la única responsable ante los ojos de las autoridades (que no siguieron investigando), de la sociedad (la primera en juzgar), los medios (los primeros en condenarla), algunas de sus amigas y su propia familia, a la que no parece importarle tanto la verdad, como que su hija se libre de la cárcel. Desde el hecho, Dolores no sale de su casa, y si lo hace es bajo la estricta vigilancia de su mamá Betina (Inés Estévez) y su papá Luis (Leonardo Sbaraglia), que empeñaron hasta lo que no tenían para contratar al mejor abogado defensor, Ignacio Larocca (Daniel Fanego). Los días son un suplicio para la joven que consume su tiempo entre tardes de juego con su hermano menor, visitas de sus compañeras y un “noviecito”, que parece creer en su inocencia. Se acerca el juicio, el circo mediático la rodea, y Dolores empieza a sentir la presión y los miedos ante la perspectiva de ser encontrada culpable. La evidencia parece irrefutable y son sus propias dudas (y sus recuerdos enmarañados) los que empiezan a jugarle una mala pasada. Tobal pone a los Dreier en el centro de la escena, y sobre todo a Dolores, una chica imperturbable que fue juzgada antes de tiempo, justamente, por no demostrar sus sentimientos en público y el dolor por la pérdida de su amiga, como todos hubieran esperado que lo hiciera. El hermetismo familiar no ayuda, y así se construye una trama donde, al final, cualquiera puede resultar culpable del hecho. El director, y co-guionisa junto a Ulises Porra, logra crear buenos climas y sembrar algunas dudas en el espectador, pero falla en varios puntos: si bien hay veracidad desde el marco legal y los procesos que se ven a lo largo del juicio, la historia deja un montón de detalles librados al azar y “errores” que rompen con ese realismo que nos tratan de vender a cada rato. Como si no pudieran justificar ciertos baches argumentales y ahí aparece el tan mentado “un hechicero lo hizo”. Será que tenemos mucho drama detectivesco encima (culpamos a “La Ley y el Orden” y “C.S.I”) y suponemos un montón de cosas, pero igual nos choca que, por ejemplo, la policía haga un allanamiento en la casa de la acusada recién durante el juicio y encuentre pruebas que estuvieron ahí, a la vista e inmutables, dos años y medio después del asesinato. Un poquito agarrado de los pelos, pero al final a “Acusada” (2018) no le queda otra, porque no puede encausar una trama que se apresura demasiado a cerrar todos esos cabos sueltos, dejando más interrogantes que respuestas. Suponemos que la idea de Tobal es dejar una historia abierta para que el espectador saque sus propias conclusiones. Pero a los que estamos de este lado nos faltan datos y momentos cruciales, sobre todo cuando se trata de la víctima, olvidada entre tantos dramones familiares. Camila es apenas un recuerdo en la mente de los realizadores y en la lucha de su mamá para encontrar al culpable de su muerte. Nunca podemos identificarnos con su causa, y ese distanciamiento crea una nebulosa cuando se trata de Dolores. Todo gira a su alrededor y, sobre todo, la relación con su entorno: sus padres (y un matrimonio que se está yendo al cuerno), la confusión de su hermanito, sus amigas… todos divididos al no estar convencidos de su culpabilidad o inocencia. Y ahí está el segundo gran error de la película, delegar todo el peso y dramatismo sobre los hombros de la protagonista. Lo sentimos Lali, pero con una sola expresión (se supone que es esta imperturbabilidad), no convencemos a nadie. Se entienden las intenciones, aunque en la práctica, y después de hora y media de metraje, esa cara de nada aburre un poco. Y no se trata de prejuicios, ya que la actriz hace su mejor esfuerzo, pero este tipo de historias requiere un poco más profundidad para calar con el compromiso de la audiencia. “Acusada” funciona la mayoría del tiempo, entre el presente turbulento de los Dreier, flashes de esa noche desgraciada (confusos, ya que salen de los recuerdos todavía más confusos de la protagonista), los alegatos del juicio y la espera del veredicto. Puertas adentro, la dinámica familiar en un tanto extraña. Estévez y Sbaraglia lo hacen de taquito, pero sus personajes no terminan encajando y, muchas veces, sus actitudes son tan frías como las de su hija de la ficción. Claro que interesan más las apariencias y el qué dirá la gente, pero en el caso de mamá Dreier no hay ni un atisbo de consuelo, mucho menos conocer la verdad de los acontecimientos. Antes del desenlace, “Acusada” ya se va quedando por el camino, en parte por las interpretaciones, pero mucho más por esos baches narrativos e incongruencias que se van interponiendo a lo largo de la trama. No es una mala película, sólo que no es brillante, y aunque trata de transmitir toda esa angustia y claustrofobia por la que atraviesa la protagonista, nunca termina de concretarlo realmente. Igual, es una buena alternativa para los amantes del drama legal sin muchas pretensiones. LO MEJOR: - La trama judicial en sus primeras instancias. - Que el foco esté puesto en la acusada, aunque se olviden de la víctima. - La interacción con el entorno familiar. LO PEOR: - A Lali le falta drama. - Mucho bache e incoherencia argumental.
Tener a un culpable “Acusada” es una película dramática nacional dirigida por Gonzalo Tobal, que también se encargó del guión junto a Ulises Porra Guardiola. El reparto está compuesto por Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Lautaro Rodríguez, Daniel Fanego, Gerardo Romano, Martina Campos, Emilio Vodanovich, Ana Garibaldi y Gael García Bernal. La cinta constituye la primera producción conjunta entre Rei Cine, K&S Films, Piano y Telefé. Tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Venecia, donde compitió por el León de Oro. Además, fue seleccionada para la Sección Contemporary World Cinema del Festival de Toronto. La trama se centra en Dolores Inés Dreier (Lali Espósito), una joven estudiante de diseño de indumentaria que tenía una vida normal hasta hace dos años y medio, cuando su mejor amiga Camila apareció brutalmente asesinada luego de una multitudinaria fiesta. Ahora, Dolores es la única imputada por el crimen y debe prepararse para el juicio. Podría parecer que “Acusada” se va a enfocar en el proceso judicial y en si la protagonista es culpable o no. Aunque la película desarrolla estos tópicos, va mucho más allá de ellos. Tobal nos adentra en la dinámica familiar de los Dreier, por lo que la empatía se logra casi al instante. Betina (Inés Estévez) y Luis (Leonardo Sbaraglia) son una pareja de clase alta que funcionan a la par haciendo todo lo posible tanto para defender como para proteger a su hija: le cambian la clave del wifi para que Dolores no vea cómo los medios hablan sobre el asesinato de su mejor amiga, casi nunca la dejan salir sola, controlan con quién se ve, se fijan que en las revistas las fotos hayan salido bien y los textos no presenten falsedades, etc. En este ambiente vive Dolores, una chica de 21 años a la que la vitalidad parece habérsele esfumado. Teniendo en cuenta que Lali Espósito nunca había tenido un rol dramático, por lo que aquí está saliendo completamente de su zona de confort, la interpretación dada resulta más que correcta. Solo con su mirada podemos captar que, a pesar de que ya pasaron casi tres años, Dolores no puede superar esa fiesta nocturna que lo cambió todo. La joven continúa en un estado de shock constante a la vez que conserva cierta rebeldía y carácter que la hacen ser quien es. La condena social, la exposición mediática, las apariencias, el desmoronamiento de una familia, lo nocivas que pueden ser las redes sociales, cómo una palabra fuera de lo establecido puede arruinar todo el discurso, entre otras tantas situaciones, conforman las casi dos horas de metraje. En pocas películas sucede que la duración se pase volando, “Acusada” es una de ellas. No solo eso sino que la cinta pasados los primeros minutos se vuelve hipnótica, generando que el espectador se concentre muchísimo y ni siquiera quiera pestañear. Teniendo en cuenta las buenas interpretaciones, el atrapante guión, los movimientos de cámara que ayudan a que la tensión se acreciente, la bella fotografía y lo bien logradas que están la mayoría de las escenas, “Acusada” se convierte en uno de los mejores filmes nacionales de este año, uno que, por sobre todas las cosas, no subestima al espectador.
Es un thriller, que buena parte de su trama transcurre en los espacios tribunalicios, pero muchos más en el trasfondo, en la oficina del abogado que defiende a Dolores (Lali Espósito), acusada de haber asesinado a Camila, una amiga de la infancia, hace dos años y medio. Y también bucea en la intimidad de una familia acomodada, que hará todo lo necesario para que la hija no termine purgando una posible condena de 25 años en el Penal de Ezeiza. Acusada es el tipo de filme que le plantea al espectador la encrucijada A o B. Si Dolores es o no culpable de haber destrozado a tijeretazos limpios a Camila. El hecho sucedió luego de una fiesta algo descontrolada, y algo después de que un video de contenido sexual en el que aparece Dolores haya sido subido a las redes por Camila. Para más datos, Dolores le había dicho a Camila que si alguien veía ese video, la mataba. Así las cosas, el público duda y confía en la protagonista. La película se toma sus tiempos, y no siempre está balanceada. Hay escenas bien logradas -cuando el abogado (un impecable Daniel Fanego) realiza preguntas de adoctrinamiento a Dolores- y otras que denotan la preparación. Los flashbacks marcan una diferencia en tal sentido. Pero también hay una mirada sobre la amistad en la juventud y el despertar sexual. La protagonista casi absoluta es Lali Espósito. Que si bien sale airosa en sus momentos más dramáticos, no siempre resulta creíble en sus gestualidad. Como la película debe mostrar ambigüedad, por aquello de que el espectador no sabe al inicio si Dolores está siendo acusada de algo que en verdad no cometió, son los personajes de los padres los que van ganando gravitación. Interpretados por Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez, es más lo que dicen, y lo que el público intuye de sus dichos, que lo que aportan desde sus acciones. A diferencia de Betibú, y otros exponentes recientes que sinuosamente abordaban el thriller en el cine argentino, Acusada no apela a volteretas de guión. Sí tiene a una alegoría, un símbolo con cierto animal perdido por el barrio que habitan Dolores y en el que también vivía la víctima que subraya, tal vez, de más.
Lo primero que genera Acusada es pensar por qué es la única película argentina (sudamericana) seleccionada para competir en Venecia. No es que sea un film exento de búsquedas y audacias, pero está lejos de ser de esos trabajos autorales que tanto gustan en los grandes festivales. Aunque, si se tiene en cuenta que en 2015 fue elegido para la Mostra El clan (que incluso le valió a Pablo Trapero el premio a Mejor Dirección) y que este año El Ángel, de Luis Ortega, participó en la sección oficial de Cannes, ya va quedando bastante claro que los programadores están buscando de nuestro país y de la región propuestas de género de alto impacto. El film es, en principio, un típico exponente del thriller ¿es o no culpable? pero luego la narración se va abriendo cual cebolla cinematográfica a otras capas: las contradicciones del universo tribunalicio (jueces, fiscales, abogados, asesores), las miserias de la clase media-alta de profesionales exitosos, el siniestro proceder de los medios sensacionalistas, las angustias y presiones de la vida adolescente, y las profundas diferencias generacionales; es decir, un film que pendula entre el melodrama familiar, el thriller judicial y el retrato juvenil. La acusada del título es Dolores (Lali Espósito, quien sale bastante airosa de un complejo desafío interpretativo, aunque no está igual de convincente en las diferentes escenas), una joven de 21 años que es la única sospechosa de haber asesinado dos años antes a Camila, su mejor amiga, luego de una fiesta descontrolada. La principal prueba (esto se sabe en los primeros minutos) es un video en el que la protagonista es filmada manteniendo sexo y le dice a la víctima que si alguien más lo ve la va a matar. Efectivamente, la grabación se viraliza y la autora muere. Si bien hay unas cuantas escenas en tribunales, lo más interesante de Acusada es el contexto, el trasfondo, el lado B del universo judicial. Así, vemos cómo el carísimo abogado de Puerto Madero que interpreta Daniel Fanego “coachea” a Dolores con preguntas que ella debe responder cuidando cada palabra y cada gesto. Cuando ella se salga de libreto toda la “operación” entrará en zona de riesgo. Es que la puesta en escena y la manipulación psicológica son dos de las cuestiones esenciales que aborda Tobal en su caleidoscópico relato. A pesar de algunos flashbacks no del todo logrados (que van esbozando imágenes de lo que Dolores recuerda de aquella noche trágica y algunas experiencias infantiles en común) y de ciertas escenas fallidas (como una ambientada junto al aljibe de una estancia), Acusada logra sostener el interés con pasajes de bienvenida crudeza (como cuando se explora con total franqueza la cuestión sexual adolescente) y otros donde el preciosismo visual y ciertos toques claustrofóbicos y perversos remiten al David Fincher de La chica del dragón tatuado. Luis (Leonardo Sbaraglia) y Betina (Inés Estévez) son los padres dispuestos a todo (a sostener un control obsesivo, a esconder las fisuras internas y a arriesgar incluso su futuro) para lograr que su hija evite 25 años de cárcel, mientras que Fanego y el fiscal que encarna Gerardo Romano son los antagonistas en el terreno judicial. El resto está a cargo de jóvenes como Flo (Martina Campos (Flo, una de las amigas confidentes de Dolores) y Lautaro Rodriguez (Lucas, una suerte de novio que pulula por la casona y ve con ojos inocentes la creciente locura en la que está inmersa la familia Dreier). Impecable desde lo técnico (el director de fotografía Fernando Lockett aporta su habitual prestancia trabajando en pantalla ancha), con un excelente uso de la banda sonora que incluye temas como Time of the Season, de The Zombies, pero también música clásica (Mozart), y algunas apariciones sorprendentes como la del mexicano Gael García Bernal (poco más que un cameo), Acusada es un buen y llamativo segundo paso para Tobal, que da un brusco giro de timón respecto de las búsquedas de Villegas (2012), su mucho más minimalista ópera prima protagonizada por Esteban Lamothe y Esteban Bigliardi.
Publicada en edición impresa.
El vacío que deja la ausencia Quizá un corte de pelo sirva para comenzar de nuevo, para mudar de piel y querer ser otra persona. También para alivianar las culpas. Este es el caso de Dolores Dreier (Lali Espósito), una joven estudiante de clase media, la única acusada de asesinar a su mejor amiga, la noche que ambas organizaron una fiesta. La víctima fue hallada en el sillón de su casa con cortes profundos e irregulares en su piel, y murió desangrada. La película comienza mostrando como se prepara para el juicio oral la posible asesina, y como se vincula con su familia en medio de este suceso que se vuelve mediático. El caso está en la televisión, en la calle, y todos toman posición con respecto a Dolores, algunos creen que es inocente y otros no; mientras su padre se gasta todos los ahorros en uno de los mejores abogados del país, para defender a su hija. Acusada es una de las pocos films argentinos sobre juicios; una de los pocos que muestra todo el proceso judicial, además por supuesto, de la tensa relación familiar que se genera por razones obvias. Hace rato que no se viven momentos de “normalidad” en la familia Dreier. Hay un padre sobreprotector que no descansa en pos de encontrar una coartada a su hija; una madre que se refugia en los tragos para soportar la tensión; y el hermano pequeño que sobrelleva estoico lo que sucede. La cámara en mano del principio demuestra la inestabilidad emocional de Dolores, bajo la apariencia de un semblante rígido, casi inexpresivo. Pereciera que está en un trance hipnótico permanente y no quiere hacer frente a la dura realidad. El director juega con estos recursos, y nos mantiene toda la película en vilo. Se ocupa de las relaciones intrafamiliares, algunos amigos y los abogados, formando un universo propio que casi no tiene en cuenta el afuera. Conforme avanza el relato, sumada la intervención de los flashbacks que tienen intención de dilucidar lo que paso esa noche en la fiesta, cada vez nos involucrados más con lo que le sucede a Dolores, a pesar de no saber si es culpable o no. Premisa que comienza a perder importancia a medida que empatizamos con el personaje; al igual que ella, en un momento solo nos importa que se libere de esa opresión que casi no la deja respirar. Tobal logra un relato que van in crescendo en ritmo y angustia, sin dejar espacio para la catarsis. Mueve las cuerdas tensas de la guitarra sin desafinar, en buena parte se lo debe a como dispone la puesta en escena, así como a sus personajes, ya que ninguno desentona. Brindando espacio a una protagonista que logra evadirse como ese puma que escapó de la reserva, y se camufla sigiloso en los techos del barrio. Dolores ya no pertenece a su lugar, quizá lo encuentre en París.
Después de su debut con “Villegas” en el 2012, Gonzalo Tobal no solamente cambia de registro sino que se presenta con un producto estructuralmente diferente. Salta del mundo del cine independiente a una de las películas industriales más importantes del año, distribuida por Warner Bros... “ACUSADA” cuenta con una factura técnica de primer nivel, con un sólido elenco pero fundamentalmente el punto de atracción es que su protagonista, Lali Espósito, se juega con un personaje completamente diferente a todo lo visto en su carrera. Fundamentalmente vinculada a muchísimos éxitos televisivos como “Esperanza Mia” “Solamente Vos” o “Casi Angeles” y al mercado discográfico donde ha tenido un éxito arrollador, Espósito rinde ahora su prueba de fuego en un papel dramático enmarcado dentro de un thriller, algo completamente diferente a todos los personajes anteriormente abordados. Y si bien había incursionado en el cine con pequeños papeles en “Me casé con un boludo” o “La pelea de mi vida” y había llegado al protagónico en la comedia de Ariel Winograd (“Permitidos”), hasta el momento se presentaba en papeles de comedia disparatada similar a los que había jugado para las producciones de Cris Morena o Pol-ka. Justamente uno de los principales atractivos de “ACUSADA” es poder mostrarle al público, una Lali desconocida. En “ACUSADA”, Lali es Dolores Dreier, una joven involucrada en el crimen de su amiga Camila en circunstancias oscuras que no han podido dilucidarse, después de una fiesta con exceso de alcohol, de la que recuerda algunos detalles y sólo en forma fragmentaria. Para sumar tensión al caso, previamente Camila había filmado un video en el que se la veía a Dolores teniendo sexo con un amigo, y aún bajo la amenaza de “si alguien lo llega a ver, te mato”, el video rápidamente fue viralizado, dejando totalmente expuesta a Dolores en su grupo de amigos. Esto la convierte casi indudablemente en la principal sospechosa –además de ser la última que vio a su amiga con vida- y le da el móvil necesario para cometer el crimen. Como buen producto de cine mainstream, los rubros técnicos son impecables y el ritmo con el que está filmada transmite ese nervio que todo thriller necesita. En todo momento estamos atentos y pendientes de la resolución del típico dilema de “culpable o inocente?” y, en ese sentido, el guión escrito por el propio Tobal con la colaboración de Ulises Porra Guardiola (director de “Tigre”) siembra multiplicidad de pistas en ambos sentidos y nos hace difícil la tarea de encontrar una respuesta contundente. Será tarea del espectador ir recopilando todos los elementos, ir jugando al detective y tratar de resolver el enigma que aparece desde la primera escena. Pero “ACUSADA” comienza construyéndose como un thriller judicial tradicional para ir mutando en algo más complejo e interesante. El rol que juega la prensa en el caso, la situación de una familia de clase alta que se ve envuelta en un caso policial e intenta evitar fracturarse pagando costos altísimos, las reacciones, la ética, la moral, el entramado que van fabricando los abogados (sobre todo el de la familia Dreier –Daniel Fanego-) atentos a cada uno de los detalles que deben cuidarse milimétricamente para dar la imagen exacta que se necesita, las manipulaciones mediáticas y la mirada del mundo de los adolescentes de hoy, hacen que en más de un momento, el film de Tobal se aparte de la mera receta prefabricada que se espera para un producto de estas características. En ese sentido, el guión es funcional tanto a la trama central como a las subtramas que pretende abordar, aún cuando existen ciertos personajes delineados de una forma algo caprichosa (el adolescente que ingresa a la casa llevado por una amiga de Dolores que inicia una relación sentimental con ella) y situaciones que se resuelven intempestivamente (la escena del aljibe, es una de ellas). Tobal se rodea de un elenco en donde todos cumplen a la perfección con su personaje: Leonardo Sbaraglia es el padre de Dolores, Inés Estévez la madre (aún con algunos desniveles durante el desarrollo, sobre el final le bastará una mínima escena en el despacho del abogado para demostrar su calidad como actriz y su potencia gestual). Daniel Fanego como el abogado de los Dreier vuelve a brillar en los roles secundarios a los que nos tiene acostumbrados, la participación de Gael García Bernal en una escena que es totalmente clave para el desarrollo del filme y Gerardo Romano se luce en el rol del fiscal. Lali Espósito logra sortear esta prueba tan importante dentro de su carrera, pero no se la nota cómoda en el personaje. Se la ve más ocupada en mostrar que está dejando atrás a la comediante y su viraje al drama (como se lo veía a Francella en “El Clan”) que en fluir entendiendo a su Dolores no solo desde una capa exterior, sino desde también su complejo mundo de encierro, al que Lali parece no poder llegar. Compone a su Dolores valiéndose de ciertos tics de los que termina abusando (mandíbula hacia afuera, mirada perdida, rostro con el ceño fruncido todo el tiempo) y no logra despegar de una “cáscara” sumamente elaborada pero que no transmite la dualidad que el personaje necesitaba y aún la oscuridad que aparece en algunos momentos, queda desdibujada por caer una y otra vez en el tic impostado que termina siendo el lugar común en toda la película. Pero “ACUSADA”, apuesta a más y sobre el final, sale de cualquier convencionalismo y se libra de la mera cuestión de “Culpable o inocente?” para dejar al espectador pensando, reconstruyendo los datos y abriendo la polémica. Y esa decisión, ese golpe de timón de Tobal sobre el final de la película, escapándose del lugar común de “la sorpresa final” que todos esperan, la hacen positivamente diferente más allá de un muy buen producto de cine de entretenimiento.
El segundo film de Gonzalo Tobal, "Acusada", traspasa el thriller, el drama, y el género “judicial”, para interpelar al espectador sobre nuestra propia mirada de los hechos. Eterna disputa entre el cine industrial/comercial, y el cine “de autor” ¿Pueden ir de la mano? La idea de que al público masivo hay que ofrecerle siempre el mismo producto de molde, sin mayores riesgos, prolijo y estilizado; aquello que ya se probó, funciona. Cada tanto, hay películas que se permiten desafiar esa encrucijada. Casos recientes, "Relatos salvajes", "Al final del túnel", y en menor medida "Zama" (que no respetaba tanto los cánones de un cine comercial). "Acusada", segundo trabajo del director de "Villegas", Gonzalo Tobal, entraría en ese selecto grupo. permanentemente pendulando entre una historia compleja, actual, incómoda, con un lenguaje visual propio; y a la vez, ofreciéndolo en un envase popular, de figuras reconocidas, tónica y producción del cine más industrial. Ese juego, es el mayor atractivo de Acusada, y sale ganando por goleada. No será difícil encontrar paralelismos con hechos reales en lo que cuenta "Acusada". Dolores Dreier (Mariana ”Lali” Espósito) es una joven de 21 años que, por lo que sabemos, es la principal sospechosa y única acusada del asesinato de su mejor amiga, hace dos años y medio atrás; luego de una noche en la que volvían de bailar y había corrido el alcohol junto con otras sustancias. Es el momento del juicio, y la vida de Dolores está atravesada por la mediatización y la subjetiva mirada de la opinión pública. Sus padres, Luis y Betina (Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez) controlan todo lo que hace, segundo a segundo, qué ve, con quién se junta, qué dice, cómo actúa, todo. Su abogado, Ignacio (Daniel Fanego) es el que da las directrices de cómo debe ser el comportamiento de Dolores, mientras intenta elucubrar las estrategias que favorezcan a su defendida. En el medio Dolores, que no deja de ser una adolescente, los amigos de ella y un posible novio, el hermano menor al que los padres descuidan, la madre de la víctima; y por supuesto, nosotros, que seremos tan manipulados como los que siguen el caso de Dolores por los medios. A Tobal y Ulises Porra (que colabora en el guion) no les interesa tanto hablar del crimen en sí, como del juicio y todo lo que rodea la causa. Prescinden de flashbacks (salvo de la escena del crimen), y de hacer de la víctima un personaje más. Todo lo que sabemos, lo sabemos de boca de alguno de los involucrados, y será cuestión de creerle o no. En definitiva, Acusada nos interpela sobre cuánto de lo que vemos y creemos es real, cuánto hay de manipulación, y cuánto nos dejamos llevar por ponernos a opinar sin saber. Habla de los juicios previos, de los medios como principal alegato, de la banalización del sistema judicial, y de la necesidad de tergiversar la realidad para llegar al centro del conflicto. Hay una familia que se destruye y deconstruye a medida que se acerca el Día D, hay secretos, hay cosas que se dicen sin expresarlas verbalmente; y muchos, todos, personajes con dos o más caras. Acusada no para de arrojar interrogantes ¿Cuántas veces fuimos manipulados? ¿Qué es lo que les interesa a los padres de Dolores? ¿Está bien que Dolores quiera seguir llevando su vida de adolescente? Entre todos esos planteos, el más secundario, termina siendo si es inocente o culpable. No importa, porque el foco está puesto en otro lado, e igual querremos saberlo. Tobal esconde información y maneja los hilos sutilmente. Hay diálogos que suenan más rimbombantes y ampulosos que otros, y una tensión que va en un crescendo permanente (más allá de un pequeño y necesario estancamiento en el segundo acto para permitirse retomar vuelo sin apabullar). Hay alegorías, que a algunos les pueden resultar obvias, pero que a la propuesta le sirven, mucho, para mantener ese diálogo entre el autor y el público amplio. Hay un gran manejo del control en todos los rubros. Así como Luis, Betina e Ignacio digitan cada aspecto de la vida de Dolores y nuestra percepción; Gonzalo Tobal, digita cada aspecto de su film para que fluyan en perfecta armonía. Una banda sonora medida, no invasiva; un gran trabajo en la fotografía de la mano de un riquísimo lenguaje visual en el que debemos prestar atención no sólo a las palabras, sino a los gestos y movimientos. Por último, Tobal se luce como un artesano director actoral. Como una gran puesta de tablero de ajedrez, o teatral sin encerrarse. Cada personaje está ahí por una razón, cada escena tiene un justificativo, cada diálogo es preciso; manejando los tonos de las relaciones. Lali Espósito hace su propia apuesta. Alllí donde pudo descansar en su popularidad de estrella pop y seguir incursionando en el cine dentro de una propuesta liviana y acorde a su público adolescente. Se la juega, opta por un film para Mayores de 16 años, y un personaje que la expone como una presunta asesina, y como un lobo con piel de cordero, un puma entre la sociedad, o una inocente juzgada por un estilo de vida que no difiere del de muchos otros jóvenes, con la diferencia de que no terminan en hechos como el de ella. Juega con sus gestos, con su rictus, con su voz y su impostura, y sorprende. Si bien no es su primer trabajo, se trata de una revelación. Leonardo Sbaraglia y Daniel Fanego vuelven a demostrar sus inmensos talentos. Son anguilas en el agua, convencen en sus personajes, y logran adueñarse de muchas escenas. Inés Estévez y Gerardo Romano (como el fiscal) no logran lucirse tanto, no por falta de talento – se ven sus destellos – sino por un guion que no balancea tan bien a sus personajes, y les da menos espacio que a los de Sbaraglia y Fanego. "Acusada" tiene todo para llegar al público grande, un ritmo trepidante sin abrumar, un lenguaje directo y conciso, una perfecta dinámica e identificación con la realidad, y un excelente acabado técnico en la producción: A su vez, mantiene la mano creativa de Tobal como un autor atento y destacado, que no hace concesiones, y expone su propia óptica. Arriesgada y más profunda de lo que parece, "Acusada" toma cabeza como uno de los títulos más interesantes y logrados del cine industrial argentino en los tiempos más inmediatos.
Culpable hasta que se demuestre lo contrario Acusada es el segundo largometraje de Gonzalo Tobal (Villegas, 2012), el cual narra la historia de Dolores Dreier (Lali Espósito), una joven acusada de matar a su mejor amiga Camila. El relato in medias res inicia dos años y medio después cuando la joven Dolores espera el juicio aislada en su casa junto a sus padres (interpretados por Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez) y su hermano menor. En consecuencia, el resultado es una trama anacrónica, con vaivenes temporales, en la que la información se dosifica de forma interesante generando intriga en el espectador y una tensión constante, pues deseamos saber qué fue realmente lo acontecido el día del crimen. Dolores, el segundo personaje protagónico cinematográfico de Lali Espósito (Permitidos, 2016), ya no es la misma que solía ser, el espectador sólo conoce de ella las secuelas que el trauma ha ocasionado y la desconfianza posterior acentuada por el entorno de las jóvenes y la mirada social cuya opinión es manejada a través de los medios masivos de comunicación, que como la mayoría de las veces están más preocupados por sacar provecho de la situación que por la transmisión más objetiva posible de los acontecimientos. Acusada se preocupa principalmente por generar empatía con la protagonista y por exponer lo que padece esta joven que parece ser acusada injustamente por el crimen. Resulta pertinente detenerse un momento en un análisis breve: la elección del nombre Dolores no es nada azaroso ya que ella parece estar predestinada al sufrimiento. A su vez su apellido suena igual que el del director de cine Carl Theodor Dreyer, realizador de La Pasión de Juana de Arco (1928), film que se centraba en el juicio de la heroína francesa representándola como una mártir, y quien también fue acusada injustamente. Es interesante -salvando las distancias- trazar este paralelismo, puesto que incluso la Juana de Arco de Dreyer desde la caracterización física tiene el cabello rapado, en Acusada Dolores al momento del juicio se cortará bien corto el cabello, pero en esta ocasión por motu proprio como un gesto de rebeldía o cierta necesidad de transformación y evidenciar que lo acontecido la ha cambiado. Este drama con elementos del thriller y cierta reescritura del género policial -en el terrible sentir de Dolores y las tensiones en su entorno familiar- expone otras temáticas como la distribución de la información por parte de los medios de comunicación, la validez del sistema jurídico, las estrategias del derecho penal, etc.; todos esquemas e instituciones sociales que en el film refuerzan las dicotomías: culpable/ inocente, falso/ verdadero, apariencia/ profundidad, verídico/ creíble, superficial / interno, protección/ encubrimiento, etc. En conclusión, Acusada es una propuesta seria dentro de la cartelera nacional, la cual resulta entretenida y convincente. Sin embargo, a pesar de las correctas y verosímiles actuaciones de Lali Espósito, Daniel Fanego, Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia, hay algo en el entorno familiar de la joven que no termina siendo tan atrapante como se pretende, no hay tantos secretos al contrario de lo que enuncian los afiches, “todos ocultamos algo”, así como tampoco hay otros sospechosos. Solo se sugiere un segundo sospechoso a través de la mirada de la protagonista y éste está fuera de la escena. Quizás esto sea para enfatizar la agonía de Dolores, todo recae en ella. Por último, otro de los aciertos de Acusada es en esos últimos minutos, el dejar pensando al espectador -al igual que a su protagonista- frente a la metáfora de la existencia en la ciudad de un felino salvaje (la cual entenderán al ver el film), alegoría que podría ser interpretada como el tema central del relato sobre la verdad y la credibilidad, ¿cuál es la verdad? ¿Hay una sola verdad? Al aparecer el felino, la verdad ha salido a la luz…
Seis años después de su auspiciosa ópera prima Villegas, el director Gonzalo Tobal explora un terreno completamente diferente con Acusada, thriller judicial que viene de una presentación en la Sección Oficial del Festival de Venecia. Lali Espósito encabeza el equipo frente a cámaras de este proyecto nacional de alto perfil, uno que se suma a las filas de los recientes estrenados en el mes de agosto (El Amor Menos Pensado, El Ángel, Mi Obra Maestra, La Quietud). Sin ser un título completamente redondo, es uno que aborda con destreza los distintos tópicos que se desprenden de un crimen mediático y que logra mantener tanto la tensión como la intriga hasta los minutos finales, con un resultado más que aceptable.
Tras un "free range party" entre chicas adolescentes, una de ellas amaneció asesinada, y las circunstancias incriminan a la amiga que se quedó a dormir. Por las dudas, ya antes de la primera imagen se avisa al espectador que cualquier parecido de esta historia con hechos reales es mera coincidencia. Y es que un poquito coincide con un hecho real que pasó por acá hace 11 años. El juicio fue hace 5. El fallo, muy discutido. Pero es una coincidencia mínima. Cosas así han pasado en todas partes. Y seguirán pasando, porque, como dicen las viejas, las chicas de ahora vienen cada día más locas. Lo interesante es que acá vemos algo inhabitual en este tipo de relato. Vemos cómo la familia de la acusada la aísla de todo riesgo exterior hasta el día del juicio. Cómo negocia una nota favorable en la televisión o en una revista de moda. Cómo el costoso abogado defensor la entrena a fondo para dar las respuestas convenientes con la expresión corporal más adecuada. Cómo discuten la conveniencia de ir o no a la primera comunión del hermanito, donde pueden encontrar el afecto de su clase o el rechazo visceral de una joven madre. Y cómo la amiga le consigue un chongo para una visita higiénica, porque hace dos años que está literalmente guardada en la casa. Parece que la opinión pública ya dio su veredicto. ¿Pero ella es culpable o inocente? ¿Y qué es la opinión pública? Hay una situación con la noticia de un puma suelto en el barrio que es toda una metáfora. El guión está bien armado, el espectador debe aguzar la mirada mientras la expectativa crece, el sonido se enrarece de modo admirable en algunas escenas, y los intérpretes están perfectos en cada una de ellas. Leo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego (el padre medio débil, la madre controladora, el leguleyo habilísimo) rodean a Lali Espósito, muy precisa como una criatura egocéntrica, consentida y frágil. Gerardo Romano es el fiscal. Y en una preciosa escena, Gabriel García Bernal es el entrevistador que parece clavarle el estilete justo para darle aire. Seis años tardó Gonzalo Tobal para llevar a cabo esta película. Bien, hay vinos que tardan todavía más.
La felicidad rota de los Dreier se percibe desde los ventanales del altillo de la casa familiar, definida por el insistente sonido del videojuego que comparten con desgano y algo de tensión contenida Dolores (Lali Espósito) y su hermano Martín (Emilio Vodanovich). Hace dos años y medio, Dolores fue acusada de asesinar a su mejor amiga y desde entonces su vida es sinónimo de encierro social, asedio mediático y culpas silenciadas. El juicio es inminente y la pregunta lógica que se dispara es si esa joven de 21 años, estudiante de Diseño de Indumentaria e hija de una "buena" familia, es capaz de venganzas y atrocidades. Como en todo thriller, la clave está en el clima y en la administración de pistas e interrogantes que mueven la trama y aguzan el interés del espectador. Gonzalo Tobal ( Villegas) pendula en su dirección entre dos elementos: el estudio del personaje, sostenido en la estilización estética (el uso de los reflejos, de las panorámicas circulares), en la intervención de desvíos argumentales (la misteriosa desaparición de un puma), en concentrar el dilema de la culpabilidad en el seno mismo de la familia (¿creen los padres en la inocencia de su hija?), y los requerimientos del género: el ritmo sostenido, la implantación gradual de los indicios, la necesaria resolución de los enigmas. La indecisión en esa encrucijada es lo que más afecta la película, que logra sus mejores momentos cuando indaga silenciosamente en la superficie brillosa de su personaje, siempre a punto de rasgarse, y naufraga cuando quiere animar el ingenio y las pistas llegan tarde o se resuelven de manera atolondrada. Acusada se construye alrededor de la presencia de Lali Espósito y logra explotar su magnetismo cuando devela el artificio de la ficción interna, cuando se pone en tensión esa Dolores que deben conocer la prensa y la Justicia para exculparla. En tanto le exige ser la apariencia de la ambigüedad para no despertar desconfianza, en tanto abusa de la música para enrarecer el ambiente y le hace esquivar cualquier emoción, se mantiene en la superficie. Cuando ella en tanto personaje desgarra el guion, se desvía del entrenamiento, se saltea los designios del abogado (como en la entrevista televisiva con el presentador que interpreta Gael García Bernal), algo vibra. Es mucho mejor lo que la película consigue en el retrato del frágil entorno familiar (excelentes Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia) que en despistar sospechas y girar sobre alegatos y revelaciones.
Cuando comienza el film se aclara que no está basado en ningún hecho real, que todo es una ficción y cualquier similitud con algún hecho de la vida real es pura coincidencia. Valiosa aclaración para descartar el parecido con el resonante caso de dos amigas Lucila Frend y Solange Grabenheimer ocurrido en el 2007. Todo gira en torno a una joven acusada de haber asesinado a su mejor amiga, si bien su argumento tiene un tinte policial y de thriller, lo que vemos es la intimidad de una familia inmersa en el dolor y la fatalidad. Dolores Dreier (Lali Espósito, “Permitidos”, “Pelea de mi vida”), vive con su familia, tiene un muy buen pasar económico y ellos se enfrentan a la sociedad y a un juicio demoledor, todo indica que ella mató a su amiga durante una fiesta donde hubo alcohol, drogas, sexo, algunos excesos, y en la cual estaba prohibido el uso de celulares para evitar que se filme. A partir que avanza el filme se puede observar la influencia de los medios, las redes sociales y las personas. Dolores se enfrenta a distintas situaciones psicológicamente complejas, acosada constantemente, resistiendo a: un duro juicio donde sale a la luz su privacidad, la rigidez del Fiscal Taboada (Gerardo Romano), las instrucciones de su abogado Ignacio (Daniel Fanego), las presiones de sus padres Betina y Luis (Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia), la inocente mirada de su hermano Martin (Emilio Vodanovich, “Natacha, la película”), la contención de sus amigos Flor (Martina Campos, “Sres papis serie de televisión) y la mirada de un amigo casual Lucas (Lautaro Rodriguez, “Mi mejor amigo”), la entrevista con el dedo acusador de Mario Elmo (Gael García Bernal, “Neruda”) en un programa de televisión durante la cual ,cansada de todo, frente a cámara decide ser autentica y directa. El film contiene un ritmo entre rápido y pausado, es visualmente impecable, con efectos de sonido muy logrados, es inquietante y se encuentra llena de: suspenso, sospechas, secretos, tensión e intriga, el espectador a medida que corren los minutos comienza a involucrase entre la inocencia o la culpabilidad. Con respeto a los personajes la actriz y cantante Lali Espósito enfrenta su primer papel dramático que tiene una gran carga, que se refleja a través de sus movimientos y miradas, por lo tanto su interpretación es correcta, solo por momentos un poco acartonada pero se apoya bien en los personajes de Inés Estévez, esa madre contenedora, que tolera y cuida su hogar, Sbaraglia el padre que lucha con los obstáculos y ellos como padres viven en un verdadero infierno, en todos los sentidos. Resulta atractiva la construcción de los personajes secundarios: genial Daniel Fanego ese abogado al que le ocultan algunas cosas y debe salvar a esta joven, controla todo y sus honorarios son altos; una participación acotada por el lado de Gerardo Romano, correcto y Gael García Bernal, algo sobreactuado. Un film correcto que resulta atrapante, con un buen movimiento de cámara, logra buenos planos y la destacada fotografía de Fernando Lockett (“Temporada de caza”). “Acusada” pasó por el Festival de cine de Venecia, el de Toronto y ahora llega a los cines argentinos.
DE ACUSACIONES Y SIMULACIONES Acusada es la última película de Gonzalo Tobal, director argentino que hace unos años realizó la más que interesante Villegas. No obstante, para el público general, Acusada no será la nueva película de Tobal sino la nueva película de Lali Espósito, la chica que empezó con los productos de Cris Morena y que más de uno reconoce como actriz de televisión y cantante. Por eso quizás una película como esta puede llegar a ser desconcertante para el público. Dicho desconcierto quizás no venga por el lado de verla a ella en un papel dramático, sino de verla en una película que escapa a lo convencional, y que puede defraudar a quien vaya a ver un film de género lleno de lugares comunes. Acusada es, después de todo, un largometraje que parece asentarse en dos tradiciones: el policial whodonit y las películas de juicios. En ambas situaciones se suele normalmente encarar un caso criminal para que se nos vaya conduciendo hacia pistas que nos permitan llegar a la verdad. Sin embargo, Acusada no termina pasando por ese lado, y las pistas acumuladas están más hechas para crear un clima de misterio o incluso para defraudar las expectativas del espectador haciéndole creer que se llegará a una respuesta definitiva que nunca vendrá. La esencia entonces de esta película pasará por otro lado: por la exploración de un personaje como Dolores (Espósito) y una personalidad enigmática que podrá o no ser además homicida. También se trata de una película que habla del sistema judicial, y de las necesidades de puestas en escena o la construcción de la imagen de los defendidos en el sistema legal a la hora de inclinar la balanza de una sentencia. Desde este punto de vista, en Acusada casi todos parecen usar la simulación como arma. La propia Dolores, sus padres, quizás algunos testigos, y hasta un periodista que actúa con impostación interpretado por Gael García Bernal. Desde esta perspectiva, la calidad de las interpretaciones es clave para volver a esos personajes creíbles en su ambigüedad. Así es como si el periodista de García Bernal es algo innecesario y caricaturesco, la actuación de Sbaraglia (padre de Dolores) es muchas veces brillante, y el actor transmite con efectividad tanto la intensidad de su dolor cuando este explota, como su necesidad de reprimir sus sentimientos y mantenerse contenido. Inés Estevez (en el papel de la madre de la protagonista, tan dispuesta como su marido a proteger a su hija de una posible condena y del brutal escrutinio ajeno) en varios momentos puede demostrar con una sola mirada la oscuridad y la hipocresía que puede esconder su personaje. Quien más destaca de todos ellos es Daniel Fanego, abogado de Dolores, y un actor que parece haber demostrado este año con esta interpretación y la del criminal en El Angel, que puede ser el actor ideal para encarar personajes duros, carente de rasgos de humanidad reconocibles. Nos queda, por supuesto, Lali. Su actuación no es quizás perfecta, pudiendo ser más convincente en las escenas en las que parece ser una joven fría y hasta posiblemente con características sociópatas que en aquellas donde quiere mostrar una posición más victimizada. Así y todo, Acusada habla y muy bien de su inteligencia para manejar una carrera que parece querer abrirse hacia lugares muy distintos. A diferencia de otras chicas salidas de la factoría de Cris Morena, Espósito ha sabido diversificar su imagen, y hoy es tanto una cantante pop famosa e identificada con lo festivo como la protagonista de un film oscuro y narrativamente moderno. Con una carrera así y a una edad como la suya, es imposible determinar su futuro. Lo que es seguro es que hoy por hoy ha demostrado un manejo de su carrera inteligente y ambicioso. No es poco.
La Justicia como una representación En Permitidos, Esposito le sacaba el jugo a un papel más afín a su registro explosivo, pero aquí se juega por la pura implosión. Representaría un grueso error de criterio descartar de plano a Acusada como “una película mainstream”, sin más. Una película mainstream jamás violaría el primer mandamiento de uno de los géneros sobre los cuales trabaja, y Acusada lo hace. Es una violación mayor, en tanto ese género –el whodunit– es uno de los más tradicionales, remontándose hasta la literatura de Agatha Christie, Ellery Queen y tantos otros. Además el género entero está construido y hasta debe su nombre a esa premisa, que es la que lo sostiene, y que la película dirigida por Gonzalo Tobal se atreve a diluir, in extremis. Debe elogiarse la audacia no sólo del realizador y su coguionista Ulises Porra, sino casi más la de los productores. Sobre todo de los que tienen más para perder, en caso de que el público haga sentir su irritación ante ese “oooleee” practicado por la película en su último plano. Y los que pueden perder más están entre los mayores apostadores en este casino que es el cine argentino. Hablamos de K & S Producciones, productores de Relatos salvajes, El clan y La cordillera, y Telefé –en particular su director de Programación, Axel Kuschevatzky–, que para nombrar sólo algunas de las películas más recientes produjo o coprodujo El Angel, Animal y La quietud. Sumando a Acusada los antecedentes de La cordillera y La quietud, podría pensarse que la gran producción cinematográfica argentina comienza a fundar una tradición de anomalía. Lo cual no está nada mal, demás está decirlo. En la primera escena, Dolores Dreier (Lali Esposito) juega a la play con su hermanito menor en el altillo de la casa familiar. Lo hace con rostro de esfinge. Es convocada al piso de abajo, donde la esperan una maquilladora, una entrevistadora y un equipo de luces. Rodeada (custodiada, se diría) por los padres de Dolo, su abogado y un cuarto personaje que, se constatará más tarde, es la asesora de imagen de la chica, la entrevistadora hace preguntas inocuas sobre su relación con su familia. Esta da respuestas de compromiso de modo visiblemente mecánico, con la misma expresión enmascarada y distrayéndose eventualmente con algún detalle circunstancial. En un momento dado la entrevistadora saca a la luz el tema que no tenía que sacar, el de Camila, la amiga asesinada de Dolo, y toda la corte detrás de la chica salta y pide corte. La escena es sintomática de la inversión que produce el guion de Acusada, llevando al segundo plano el crimen que gatilla el relato y corriendo al primero temas aparentemente sucedáneos: la mediatización del “caso”, la Justicia como representación y sobre todo, por la importancia que tiene, la relación de la protagonista con sus padres. Dolores tiene 21 pero, por el modo en que los padres la manejan, por el retraimiento y estado de fragilidad que seguramente el crimen por el que se la juzga le produce, por la relación de cierta paridad con su hermanito, parece unos cuantos menos. Es como si hubiera quedado cristalizada dos años y medio atrás, cuando se produjo el hecho y ella tenía 18. Desde ese momento no sale de la casa, no lee los diarios, no tiene relaciones sexuales. Hasta el punto que una amiga le trae a un chico a casa para que lo haga, burlando la severa vigilancia familiar. La vigilancia paterna, sobre todo. Es un mérito de la película no presentar al padre (Leonardo Sbaraglia) ni a la madre de Dolores (Inés Estévez) como dos monstruos. Pero tampoco como dos padres enteramente sanos. Ella se indigna porque en la entrevista publicada hay más fotos de Dolores que de ellos, él amenaza con desconocer a la hija como tal si no se atiene a su “guion” en el juicio. Como consecuencia de este enfoque, Acusada resulta una película desbalanceada. Las escenas de juicio, que tienen lugar hacia la mitad del metraje, tienen poco interés, en la medida en que no se ha construido hasta allí una trama policial que lo sostenga, y por ese lado a la película dirigida por Gonzalo Tobal (que viene del cine independiente, con Ahora todos parecen contentos y Villegas) le pasa lo mismo que a su heroína: parece estar fraseando un guion con visible falta de convicción. El fuerte de Acusada pasa por la certeza con que define el peso de lo mediático y representacional (el abogado, interpretado por el siempre genial Daniel Fanego, ensaya con su clienta como lo haría un director con su actriz) y sobre todo por el modo en que comunica la idea de que más allá del riesgo de ir a prisión, Dolores ya está en una prisión, que es la familiar. En Permitidos (2016), Lali Esposito le sacaba el jugo un papel afín a su registro, más brillante y explosivo. Aquí se trata exactamente de lo contrario: pura implosión, ausencia de expresividad, mutismo, dilación verbal, grisura, pasividad, carencia de maquillaje. Lo da perfectamente, haciendo parecer dos años menor a un personaje que es seis años menor que ella: dos aprobados al hilo para la chica de Parque Patricios.
Dolores Dreier es una joven acusada por el asesinato de su mejor amiga, y dos años después de lo sucedido se enfrenta a un juicio de gran exposición mediática, para determinar su inocencia o culpabilidad. Acusada es el título de la segunda película de Gonzalo Tobal, que forma parte de la competencia oficial de la edición n° 75 del Festival de Venecia. Si bien está pensada para el lucimiento de su protagonista, la actriz y cantante Lali Espósito, vale la pena destacar que tiene un papel alejado de todo divismo: interpreta a Dolores Dreier, una joven que es acusada del asesinato de su mejor amiga. Completan el elenco Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez como sus padres, Daniel Fanego como su abogado defensor, Gerardo Romano como el fiscal que interviene en la causa y Gael García Bernal tiene un pequeño papel como entrevistador de un programa de televisión. Dolores Dreier enfrenta el juicio junto a sus padres La historia transcurre durante los días en que se celebra el juicio a Dolores, en el que los espectadores somos invitados a descubrir junto con el resto de los personajes si ella es culpable o inocente de este asesinato ocurrido dos años antes, y del que vamos obteniendo información a lo largo de la trama, mediante diversos flashbacks y testimonios de personajes. Además vemos cómo estos hechos interfieren en la vida de esta familia, cambiando sus vidas de forma radical, teniendo que afrontar una situación para la que nadie está preparado. Lo primero que vale la pena destacar de esta película son las actuaciones. En primer lugar la deLali Espósito, la actriz ideal para componer a esta post-adolescente común y corriente, que tiene que atravesar por una situación extraordinaria y que genera la ambigüedad necesaria como para no saber si sentir empatía por su inocencia o asombro por su culpabilidad. En segundo lugar se encuentraLeonardo Sbaraglia en el papel de Luis, un padre superado por la situación, y obsesionado con que se demuestre la inocencia de su hija a cualquier costo. Y en el tercer lugar se encuentra el resto del elenco: Inés Estévez como una madre sufrida, Daniel Fanegocomo el abogado defensor que entrena a Dolores para dar sus testimonios y Gerardo Romanocomo un incisivo fiscal. Por último está Lucas, interpretado por Lautaro Rodriguez, un novio de Dolores que se nos ofrece como punto de vista, ya que a través de él vamos conociendo la intimidad de la protagonista y su familia, hasta donde ellos permiten mostrar. Vale la pena destacar también los rubros técnicos, como la fotografía a cargo de Fernando Lockett, que hace un muy buen uso de los tonos fríos para transmitirle al espectador la misma angustia que atraviesan todos los personajes. Lo mismo ocurre con el equipo de sonido, que incluye a los espectadores como testigos privilegiado, a los que se les permite oír cosas tanto dentro como fuera de campo, que lo invitan a ir elaborando diferentes hipótesis sobre los hechos mientras transcurre la película. En conclusión, Acusada es un muy buen thriller judicial, con una estética similar a la de David Fincher, en el que su director logra mediante un muy buen trabajo de puesta en escena generar un clima angustiante, y a su vez atrapar a los espectadores haciéndolos dudar de todo. Y esto es lo que hace posible que Lali Espósito se luzca en este papel protagónico alejado de los personajes en los que estaba encasillada.
Al banquillo La vida de Dolores Dreier (Lali Espósito) cambió drásticamente hace dos años, cuando se convirtió en la principal y única acusada por el homicidio de su mejor amiga, cargos por los que sigue proclamándose inocente. El caso toma gran trascendencia mediática y todo el mundo tiene una postura tomada sobre su inocencia o culpabilidad, algo que se acentúa a medida que se acerca el inicio del juicio. Dolores espera ese día encerrada en la casa de su familia, aislada de las noticias y de toda persona ajena a su círculo cercano que no sean su abogado defensor y la publicista encargada de controlar su imagen mediática, algo casi tan importante como el aspecto legal de su problema. La larga espera por la fecha que va a determinar su futuro hace que la carga emocional sobre Dolores y su familia esté al borde de ser insoportable. Ella está jugándose todo por un veredicto que la absuelva de los cargos: pero liberarse de la culpa ya va a ser algo mucho más complicado. Con motivo y oportunidad Películas sobre juicios hemos visto a montones, pero siempre retratando un sistema judicial donde la teatralidad de los abogados es más importante que cualquier otra cosa que suceda en el recinto, algo que poco tiene que ver con nuestro contexto real. Aunque en la película tiene más peso el drama que el misterio, Acusada viene a cubrir ese vacío con una representación verosímil de un juicio local, con una historia sólida que recuerda a varios casos reales, pero que no se queda en las cuestiones legales. Por el contrario, prefiere prestar mucha atención a la condena social que padece la protagonista y cómo debe manejar la imagen pública que los medios reflejan de ella para intentar torcer el fallo. Pero Dolores no es una mente criminal ni una sociópata de manual, no necesita actuar para mostrarse en cámara como una chica de clase media alta que quedó claramente traumada por la situación que vivió, al punto que apenas puede hablar de ello. Para la justicia ella tenía motivos para atacar a su amiga y no es capaz de echar luz sobre algunos detalles de esas últimas horas que la incriminan, dejando todo el tiempo la puerta abierta para sospechar que no está contando toda la verdad de lo que sucedió o que incluso podría no ser inocente. Para contar esta historia el director usa una narración bastante tradicional que no toma muchos riesgos. Lo que hace falta entender es explicado por alguno de los personajes, y justamente si algo se puede criticar es cierta reiteración de explicaciones, insistiendo en volver a decir cosas que ya deberían haber quedado claras y que estiran de más algunas de las escenas (o directamente las vuelven redundantes). Por esto mismo se apoya mucho en las labores interpretativas de todo el elenco: por suerte, hasta cuando no destacan como mínimo están a la altura del desafío, incluso en los roles secundarios. Cada personaje importante tiene su momento de lucirse mostrando facetas, enriqueciendo con eso una historia que es menos compleja de lo que parece.
“Acusada”, de Gonzalo Tobal Por Jorge Bernárdez Acusada es la nueva película con Lali Esposito, que se promociona como una film de juicio pero que no es necesariamente eso porque digamos, el guión no es tampoco una elección típica como película para una estrella pop. Dolores Dreier (Lali Esposito) está acusada de haber asesinado a su mejor amiga y cuando empieza el relato ya han pasado dos años y medio de ese traumático suceso. El grupo familiar se encuentra bajo presión y es evidente que todos viven en función de lo que pasa con Dolores. El padre (Leonardo Sbaraglia) ha sacrificado buena parte del patrimonio familiar, la madre (Ines Estevez) perdió su trabajo en un hospital y hasta el hermano menor de la sospechosa encuentra su vida trastocada. Pese a la tensión la familia, parece comprometida con la situación y somete a las indicaciones del grupo de profesionales que la defienden. Pese a todo esto, Acusada se escapa de los lugares comunes de las películas del género y se apoya más en el personaje central, que es el clásico enigma que sería la autora del crimen. Es ahí donde Lali Esposito brilla y se transforma en el eje de todo y cumple su función sexy, una criatura que puede parecer indefensa y a la vez descarada. Su mirada por momentos es la de un animal acorralado y en otros mete miedo por su nivel de manipulación. Alrededor se entremezclan los intereses de quienes la rodean, la reacción del núcleo social en que se mueve la familia Dreier y las intrigas leguleyas de los abogados, tanto el de la defensa interpretado por Daniel Fanego -que este año acumula grandes interpretaciones-El ángel, la serie El marginal 2-, como el fiscal que interpreta Gerardo Romano, que trata de acorralar con sus preguntas y sus interpretaciones a la acusada. Gonzalo Tobal dirigió este puzzle que aparenta ser policiaco y claro, un courtroom -películas de juicio-, pero que finalmente es el retrato de una criatura inquietante interpretada por una de las pocas estrellas genuinas del espectáculo que tiene nuestro país. Al modo de una Tita Merello pop, Lali se puede manejarse con soltura en la comedia y también hacer de una posible asesina. Y está bien que sea un personaje digno de atención alrededor y que la película esté claramente centrado en él, en ella, Lali. ACUSADA Acusada. Argentina, 2018. Dirección: Gonzalo Tobal. Intérpretes: Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego, Gerardo Romano y Gael García Bernal. Guión: Ulises Porra y Gonzalo Tobal. Fotografía: Fernando Lockett. Música: Rogelio Sosa. Edición: Alejandro Carrillo Penovi. Dirección de arte: Sebastián Orgambide. Sonido: Guido Berenblum. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 113 minutos.
Dolores Dreier tiene 21 años, está acusada de asesinar a su mejor amiga a sangre fría y vive encerrada mientras se desarrolla el juicio para determinar su inocencia o culpabilidad. Sus padres la acompañan como pueden y junto al abogado de la familia planifican hasta el mínimo detalle de su vida: cómo debe vestir, hablar y moverse para lucir inocente. Ella representa el papel sin chistar y pasa los días con la ayuda de pastillas y la compañía de su hermano menor. Afuera, los medios de comunicación hacen del caso una carnicería y, como suele pasar en la vida real cuando la acusada es una mujer, su nombre y cara está en todas las pantallas del país. Acusada, la nueva película de Gonzalo Tobal (Villegas, 2012), es un policial cuyo foco está puesto en los vínculos familiares y en cómo se ven trastocados cuando ocurre una situación límite. En un segundo término, la historia se enfoca en el proceso judicial y en los pormenores del caso. Lali Espósito, que se prueba por primera vez en un rol dramático para la pantalla grande, demuestra que es una actriz versátil y efectiva. La acompañan Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez como los padres, Daniel Fanego en el papel del abogado y Gerardo Romano en el rol del fiscal, todos con actuaciones para destacar. Pero lo anterior no sólo es mérito de los actores, también lo es del director y de los escritores (el guion es responsabilidad del propio Tobal y Ulises Porra). Se nota que el director hizo la tarea, se metió en el universo de los abogados y caminó los tribunales. Los personajes están lejos de ser estereotipos y todo es verosímil en la historia. Acusada mantiene la tensión jugando con la posible inocencia o culpabilidad del personaje, a la vez que va reconstruyendo lo que ocurrió el día del crimen. El filme se vuelve de a ratos angustiante, casi opresivo, como si los espectadores compartiéramos con la protagonista el encierro. Y mientras en el juicio se busca determinar qué papel jugó Dolores en el asesinato, los medios de comunicación de la ficción se empachan hablando de la joven, que a las claras rinde más si se presume culpable. En Acusada, los programas de televisión y los televidentes tienen sus propias teorías sobre lo que pasó y poco importa la verdad y la Justicia en ese contexto. ¿Cómo era eso de que una persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario?
Dolores (Lali Espósito) está acusada de haber matado a su amiga después de una fiesta con droga video y sexo. Y ahora se prepara para el juicio. Vive aislada en un hogar que no tiene otro proyecto que salvarla. Pero a medida que el proceso avanza y la presión aumenta, las dudas y las sospechas, crecen. Dolores es prisionera de un encierro familiar que se parece a la prisión. Y transmite dudas y desesperación. El film de Tobal (“Villegas”) se ubica en esa casa. No interesa ni la investigación. Es una mezcla de thriller con reflexiones sobre la manipulación: de los medios, de la justicia, de los padres. Y en líneas generales, sale airoso. El relato avanza sin desafinar, pese a que el tema y sus aristas invitaban a los excesos. No cae en el recurso fácil de escenas de alto impacto y se instala en una casa que de alguna manera vive una condena anticipada. Se lo dice el padre a Dolores: por salvarte de la cárcel, perdimos trabajo, dinero y todos somos sospechosos. Pasaron dos años del crimen y Dolores va a ser juzgada. Todos se creen con derecho a manipularla: los padres, el abogado, los medios. Dolores vive allí desde esa amarga espera una sentencia virtual que le ha quitado vida, sexo, amistades, proyectos y calma a una existencia que se agota en una expectativa a la que a veces desafía saliéndose del libreto. Duda, sufre quiere que todo termine, como sea, porque la angustia de lo imaginable a veces es peor que cualquier desenlace. La historia se sostiene con buenos recursos, aunque lo policial haya sido tratado con apuro, más allá de alguna escena fallida (la charla al lado del aljibe). El elenco es un punto alto. Lo de Lali Espósito es desparejo, aunque encomiable. Pero los diálogos son cuidados y hay un estupendo trabajo de Lorenzo Sbaraglia, bien acompañado por Inés Estévez y Daniel Fanego. La supuesta aparición de un puma -un hecho real que en su momento hizo ruido- adquiere aquí una lectura alegórica: la búsqueda infructuosa de ese felino nos dice que a veces la imaginación y los medios crean una realidad que desafía los hechos. Ese puma, que alguien ha visto pero nadie encuentra, sólo aparece al final ante los ojos de Dolores, la única que lo descubre. Lo ve fugarse por los techos y no lo denuncia. Lo envidia. ¿Fue o no fue la asesina? Las pruebas parecen abrumadoras, pero la verdad suele escaparse por los techos.
Dolores Deier es una persona y es un personaje. En el fondo, y en cierta medida, todos lo somos. Pero ella es ambas cosas masivamente: Dolores (Lali Espósito) está acusada de haber asesinado a su mejor amiga, Camila Nieves. Ambas vivían en la zona norte de Buenos Aires, venían de familias acomodadas y habían sido compañeras de colegio. Unos meses antes de la muerte de Camila, habían tenido una fuerte pelea por un video sexual en el que participaba Dolores y que su amiga había hecho circular por redes sociales. Supuestamente reconciliadas, ambas organizaron una fiesta que tuvo lugar la última noche que se vio a Camila con vida. Drogadas, alcoholizadas, “enfiestadas”, esa madrugada todas sus amigas dejaron la casa de Camila a excepción de Dolores, quien se quedó a dormir ahí. Esa mañana su amiga apareció cubierta de sangre, muerta en un sillón, y Dolores tenía todos los números para convertirse en su asesina. Esta película empieza cuando se acerca el juicio que tiene a Dreier como única sospechosa del crimen acaecido dos años antes y cubierto por todos los medios del país. Obviamente, a Dolores la conoce medio mundo. Y, como todos los que -de una u otra forma- tienen una vida pública, ella ha pasado a a ser una construcción de cientos de relatos. Todos nosotros, atravesados por los medios, las redes sociales o, simplemente, la mirada de quienes nos ven por la calle, nos convertimos en un conjunto de relatos sobre quiénes somos. Es que, pública o socialmente, terminamos siendo lo que otros cuentan que somos, y también lo que nosotros mismos contamos que somos en espacios como las redes sociales, que nos regalan una otredad momentánea. No obstante, ¿podemos manejar el relato sobre nosotros? ¿Podemos incidir en sus interpretaciones? De todo esto habla la parte más aburrida de Acusada. De la verdad mediada, mediatizada, socializada, de esa que ¿deja de ser verdad? Puede que sí, puede que no. Y también puede que nunca haya existido. Pero la situación de Dolores frente a “la verdad”es diferente, porque en un asesinato siempre hay un único relato cierto, una única verdad objetiva: la que posee el asesino (el único que sabe quién fue y cómo), y que, posiblemente, nunca se conozca. En realidad en Acusada no importa la opinión pública, solo importa la opinión de Dolores. Pero la película tarda en descubrirlo. Entonces anda vagando mucho tiempo, ignorando a un personaje que quiere respirar pero está viviendo bajo el agua. Recién cuando el relato descubre que la riqueza no está en el “tema” sino en otro lado, eso que al principio parecía su eje (la opinión pública, la construcción de verdades) pasa a un décimo plano. Entonces Espósito gana cancha y arrasa con todo. Es cierto que su Dolores por momentos agota y que Lali no tiene la misma fuerza en todas las escenas: está genial en algunas y horrible en otras. La sobreactuación de su corporalidad encorvada, de su paso lento, de su pesadez poco natural, impostan su tristeza, su depresión, su andar, su ser entero. Y todo es como demasiado en su pequeño cuerpo. Pero cuando la actriz despierta, su Dolores sangra. Entonces la película deja de ser un relato sobre relatos (mediáticos, judiciales, familiares) y pasa a ser una película sobre emociones, o sobre un inmenso clima emocional. Gonzalo Tobal sabe de eso: en casi todos sus cortos, pero sobre todo en su largometraje Villegas, el director logra trabajar a fondo la sensibilidad más característica de cada uno de sus personajes, observándolos con el mismo detenimiento con el que les permite desplegarse en el relato. Ahí sucede lo mejor de sus trabajos, en las personas y no en los temas. Pero en aquel mundillo más independiente el director parecía estar más a gusto que en esta superproducción donde, por momentos, se lo nota incómodo. Quizás por eso todo lo más “espectacular”, en el sentido de ostentoso (las escenas del juicio, la entrevista televisiva) es lo menos interesante de Acusada. Quizás por eso lo mejor sucede en los milimétricos espacios entre los personajes, sobre todo en los espacios que acontecen en esa inmensa casa-cárcel familiar, donde la fotografía del gran Fernando Lockett es clave para subrayar la dual sensación de vacío e invasión permanente. Ahí se crea ese clima denso y agobiante que pasa a protagonizar la película. Ya Hitchcock (maestro del tema del falso culpable) le dijo a Truffaut en su famosa entrevista-libro El cine según Hitchcock: “Nuestro principal trabajo es crear una emoción, y nuestro segundo trabajo es mantener esa emoción”. Aquí Tobal crea un clima emocionalmente abrasador, lo trabaja con excelencia y lo mantiene, generando ambientes de una angustia tan opresora que duele y pesa sobre el espectador. Entonces, con Sbaraglia (en un gran papel de padre paranoico, sobreprotector, enloquecido) a la cabeza, esta película consigue sostener esa emoción que se vuelve como una peste contagiosa que se esparce por donde sea que vaya Dolores. Cada uno de los movimientos de esta joven exuda dolor, un dolor que carece de vida y que, por lo tanto, es mucho más insoportable. Lo peor del dolor de la protagonista es que ya no la conmueve. Dolores ya no siente, solo acontece (la escena de la lectura del veredicto, donde ella ni siquiera escucha qué se ha resuelto, no hace más que reforzar este tormento de dolor vacío y, por lo tanto, absurdo). Hay un único momento en donde ese clima se quiebra por un rato: Dolores está en el campo familiar y se encuentra con su padre. En ese lugar donde la familia pasaba sus ratos de ocio y distensión está escondida la única evidencia que podría salvar o condenar a la acusada. Y es allí donde Dolores y su padre (en una hermosa escena con la cámara moviéndose alrededor de un aljibe) por fin hablan con sinceridad, sin ajustarse a un relato. En esa escena (literalmente) corre aire, sopla viento, y Dolores respira. Ambos personajes -los mejores de esta película- conviven y detienen el tiempo narrativo para relanzarlo más tarde, al volver a esa casa inmensa, al tribunal oscuro, a las miradas juzgantes y a una realidad que, más allá de lo que diga la sentencia del juez, nunca dejará de asfixiar. Queda claro, aunque al final se recurra a una poco sutil metáfora para subrayar el contraste realidad-relato, que la clave en Acusada no es la verdad ni los intentos por apropiarse de ella. Lo crucial aquí es que nadie del entorno de Dolores sabe cómo ella se siente. Ni siquiera después del tan esperado y trabajoso triunfo. Por eso el clima de agobio es un protagonista más del film. Porque sucede como por fuera del resto de los personajes, trabaja en forma independiente de ellos. Y ahí Tobal consigue que Acusada triunfe, pues ha creado emociones y las ha mantenido hasta la secuencia de créditos. Y después.
La primera imagen de Acusada es una placa negra con una frase que le indica al espectador que la película no está basada en ningún hecho real. Un recurso que por lo general suele emplearse en los créditos finales, pero en este proyecto los realizadores decidieron aclararlo de antemano ya que el vínculo del film con casos policiales famosos es inevitable. Aunque el director Gonzalo Tobal manifestó en numerosas entrevistas que su historia no tomó como inspiración esos hechos, la realidad es que el argumento enseguida trae al recuerdo el caso de Lucila Frend en Argentina y muy especialmente el de Amanda Knox en Italia. El caso europeo es más curioso todavía ya que es un calco prácticamente del drama que vive Dolores Dreier, el rol de Lali Espósito en este film. Nos referimos a chicas muy jóvenes que fueron acusadas de asesinar brutalmente a sus mejores amigas y además del litigio judicial tuvieron que lidiar con el juicio de los medios de comunicación. La película de Tobal deja en segundo plano el misterio policial para explorar principalmente como los vínculos familiares de la protagonista se van deteriorando con la injerencia de los medios de comunicación y las redes sociales en la situación traumática que atraviesa. Acusada tiene la particularidad de trabajar diversas temáticas a la vez y el relato del director se debilita por momentos al no profundizar ninguna de esas cuestiones. Se mete con el periodismo sensacionalista, la influencia de las redes sociales en la vida cotidiana, las estrategias judiciales, los vínculos entre adolescentes de la actualidad (que es bastante débil) y en el medio de todo esto aparece una subtrama con un puma que anda suelto en un vecindario. El animal aparentemente representaría una analogía de la libertad pero la idea quedó ejecutada de un modo confuso y no termina de convencer. El fuerte de esta película y su característica más interesante pasa por el retrato que presenta sobre las estrategias de los abogados para convencer a un tribunal de la inocencia de su cliente. Toda la manipulación psicológica a la que se somete el personaje principal por parte de su familia ofrece algunos de los mejores momentos de esta producción. En los últimos días noté que la interpretación de Lali dividió la opinión entre los críticos. En mi caso creo que hizo un muy buen trabajo para tratarse de su primera incursión dramática, con un personaje complejo que demandaba desenvolverse con una ambigüedad particular. Algo que no es tan sencillo de conseguir para una artista que viene del género de la comedia o ficciones más livianas y no tenía experiencia en estos roles. Lali resulta convincente en el personaje y su labor se potencia al estar rodeada de un gran reparto secundario en el que sobresalen con más fuerza Leonardo Sbaraglia (como el padre de la protagonista) y Daniel Fanego, quien tuvo un gran 2018 en el cine con su labor en El ángel y el abogado que compone en este film. Gonzalo Tobal, quien en el 2012 debutó con Villegas, una producción independiente que presentaba un relato minimalista, en este caso sacó adelante con éxito un proyecto de mayor proyección comercial que no debería tener problemas para atraer a los seguidores del género a las salas. Aunque la resolución de la trama tiene algunas situaciones forzadas que no terminan de convencer y abarca más temas de los que llega a profundizar, el sólido trabajo del reparto consigue que el film se disfrute y sea entretenido.
Cuando la verdad no importa tanto "Al fin", le dice Dolores ( Lali Espósito) a un amigo cuando le pregunta si fue ella quien asesinó a su amiga. Con esa expresión de alivio, la joven se distiende porque pasó tanto tiempo desde el hecho y el circo mediático que se formó en torno a su procesamiento, que todos parecen haberse olvidado de lo que ella sentía, y hasta de lo que pudo haber hecho. Dolores vive aislada del mundo porque los medios de comunicación y la opinión pública ya dieron su veredicto mucho antes de que llegue el juicio. Por eso la acusada está “entregada” a lo que sea que suceda, y parece más apurada en que todo termine que en demostrar su coartada. El director Gonzalo Tobal sumerge al espectador dentro de ese juego de juicio social, para que también elija, al narrar la historia sin explicitar culpabilidad o inocencia. Sin quererlo nos transformamos en partícipes de esa visión totalitaria de algo que ni siquiera nos compete del todo, partiendo desde la inaudita preponderancia de formar (se) una opinión que no tiene más utilidad que justamente aumentar la cifra de jurados dentro de ese sistema. Desde ese punto, Dolores no tiene control en nada, y está consciente de ello. Además de la gran performance de Lali, en un registro que no conocíamos de ella hasta el momento, el elenco que la acompaña también incrementa la calidad: Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia como sus padres, y Daniel Fanego en una actuación ideal como el caro abogado al que la familia le entrega sus fichas para lograr la libertad de la joven, están espléndidos en sus roles secundarios. Más allá del reparto, el filme funciona de manera perfecta durante la primera parte, en donde el suspenso hace su trabajo de manera sutil y encantadora. En cambio se empieza a apagar cuando adviene en drama familiar, y en donde comienzan a revelarse situaciones (esas benditas aclaraciones que realiza el cine nacional para ser más “amable” con el gran público) que son innecesarias y se oponen a la premisa de incertidumbre de los primeros minutos. Más allá de la diferencia entre las dos partes de la película, el clima de tensión no se apaga en ningún momento, resultando esencialmente incómodo ver el filme: la frialdad de Dolores, la ansiedad de sus padres, el amor sin barreras de su hermano menor con ella, la especulación del abogado y la barbarie mediática, estresan, y nos hacen sentir en carne propia el sentimiento de entrega de la protagonista.
Con un pie en el thriller judicial y otro en el drama familiar, el director Gonzalo Tobal, que tuvo un paso por el Festival de Cannes con su ópera prima Villegas, arriesga un salto afortunado del cine independiente al industrial, con una película que tiene todos los condimentos de un buen producto mainstream (factura técnica impecable, elenco con figuras reconocidas), y que a su vez añade una cuota de refinamiento en su concepción formal; que está muy por encima de los exponentes del cine comercial argentino. Dolores (Lali Espósito) es una chica de clase media-alta que pasa un par de años entre el letargo y la crispación, tras ser acusada de asesinar a una amiga. Sus días discurren alrededor de una familia que está plenamente abocada a salvar a la joven del infierno carcelario. Sus padres (Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez) supervisan estrictamente la tensa rutina cotidiana, y un filoso abogado (Daniel Fanego), se encarga de trazar la minuciosa estrategia en cada movida del largo proceso judicial. Más allá de la riqueza de la historia, sobre la que no conviene anticipar mayores detalles, estamos frente a una película que se define por una estructura narrativa, armada en modo rompecabezas, alternando piezas del presente y el pasado. Desde Alfred Hitchcock hasta aquí, todo buen thriller debe dosificar la información que le brinda al espectador de manera ultra precisa. El retaceo absoluto puede ocasionar el distanciamiento de la platea, y la abundancia de pistas generalmente deriva en que un público medianamente atento, intuya la resolución antes de los créditos finales. Acusada organiza los bloques del relato sosteniendo la intriga, tanto sobre la presunción de inocencia o culpabilidad de la protagonista, como sobre la revelación de los oscuros sucesos acontecidos durante la noche del asesinato. La dirección de fotografía de Fernando Lockett (La vida de alguien, Pinamar) está entre los puntos más destacados en la concepción artística de este film, mientras que la omnipresente música de Rogelio Sosa resulta un tanto subrayada y ominosa. Los vaivenes temporales entre la truculenta escena del crimen y la vida de una familia que ha quedado suspendida durante dos años en la tensa espera del juicio, están orquestados con notable maestría. En cuanto a las interpretaciones, Lali Espósito pasa la mayor parte del relato actuando enajenada en modo zombie, y no termina de explorar los matices necesarios para darle espesor a su atribulada Dolores. Son los secundarios quienes despligan todo su arsenal expresivo, para apuntalar y sostener cada escena. Inés Estévez da cátedra en el rol de una madre que es capaz de rematar una situación límite con un golpe, un grito o un monosílabo tajante. Leonardo Sbaraglia sale airoso en más de una encrucijada difícil de afrontar. Mientras que cada contundente plano en el que aparece Daniel Fanego es de una solvencia excepcional. Completando el seleccionado de brillantes secundarios, Gerardo Romano y un superlativo Gael García Bernal, aprovechan al máximo cada minuto de sus participaciones especiales. En el ensamble completo, todos avanzan de manera compacta, interactuando con exactitud, sin que nadie se imponga desde la arrogante premisa de "vengo a robar cámara". El director Gonzalo Tobal acierta al focalizar la mayor parte del conflicto puertas adentro, en el seno de una casona familiar que adquiere ribetes de presidio, pero también se muestra convincente a la hora de retratar los vericuetos judiciales de un caso macabro; y su inevitable impacto sensacionalista en los medios. En su conjunto, Acusada funciona porque logra sostener a lo largo de casi dos horas un concepto por demás incómodo: tanto para el espectador como para los seres más cercanos a la protagonista, no hay certezas absolutas. La dicotomía entre el misterio que espera agazapado y el zarpazo que puede estar a la vuelta de la esquina. Acusada / Argentina / 2018 / 113 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Gonzalo Tobal / Con: Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego, Gerardo Romano y Gael García Bernal.
Crítica emitida por radio.
En Acusada tenemos la grata sorpresa de encontrar a Lali Espósito en un rol principal dentro de un género al que no estamos a acostumbrados a verla, el thriller. Acusada no busca situar la amistad quebrada de dos amigas por un crimen, sino enfocarse en la idea de supervivencia más allá de un veredicto final. Lali Espósito interpreta a Dolores Dreier, única acusada por el crimen de su mejor amiga. Entre la exposición mediática de épocas actuales y la revelación de secretos ocultos la película dirigida por Gonzalo Tobal (Villegas) consigue infundir tensión sobre hipótesis o suposiciones acerca del conflicto mortal entre amigas; ahora bien, el punto alto de esta película es cómo Tobal, junto a Ulises Porra (guionista), transfieren el rol de juez no al espectador sino a los propios personajes. Estos personajes recurren a sus propios pensamientos y accionario para describir las nuevas conjeturas que el público ve en pantalla; en Acusada las resoluciones no caen en manos de pruebas, sino de palabras. Un gran elenco completa el reparto secundario: Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego, Gerardo Romano y la participación especial de Gael García Bernal. Ahora bien, la película lleva las miradas a la protagonista de este film, Lali Esposito, pero el verdadero lujo de la película es Sbaraglia, quien brinda una actuación soberana: Con mezclas de imposición paternal, debilidad y dudas Sbaraglia da todo en su interpretación de “padre coraje” ; el resto del elenco cumple correctamente, con excepción de Inés Estévez que no consigue enganchar el ritmo que necesita la película. Más allá de todo Acusada también puede generar debate por su contenido y por cómo encara las situaciones plasmadas en pantalla, tal vez el espectador busque una aproximación más directa a lo que es la fuente del problema, en cambio la película mantiene al público explorando en un ping pong mental durante 118 minutos (algo largos que cuestan al finalizar la primera mitad de la película). Es necesario estar atentos para descifrar determinados patrones de conducta y poder sacar una conclusión personal definitiva. Una película que vale la pena disfrutar en cine por el acercamiento diferente que toma con sus respectivas compañeras de género nacional; Acusada entretiene, interesa pero no logra ningún destello de grandeza ,salvo por una soberbia actuación de un magnifico Sbaraglia.
Sorpresa: el cine argentino prueba suerte con la película de juicio, género que prácticamente desconoce. O eso parece, al menos, porque a pocos minutos de empezada, Acusada ya anuncia que lo que le interesa está en otro lugar, en el revés de un proceso judicial por un crimen, en la preparación y las restricciones y la cotidianeidad de una familia quebrada. Lejos de la espectacularidad de los alegatos y de las grandes declaraciones, Tobal investiga el clima denso de la casa de los Dreier: la película trata menos de la culpabilidad o del engaño que del encierro y de la pérdida del contacto con amigos, parejas y salidas, una trama de afectos e intereses que alguna vez constituyó el mundo exterior. El tema puede resumirse así: el detrás de escena de un caso de asesinato que puede ser un negocio y un show sensacionalista, como si una sentencia pudiera ganarse antes de tiempo en despachos judiciales y en los medios de comunicación. Pero, felizmente, el guion machaca poco con eso: en vez de ceder a la tentación de subrayar la duplicidad de los Dreier o de comentar en clave apocalíptica el papel de los medios, la película opta por tensar y explorar esos materiales; el director está menos preocupado por señalar la hipocresía y la construcción de una imagen pública que en observar el repertorio de gestos que circulan por la casa y por sus habitantes alienados. Una de las primeras secuencias sugiere con una economía poco común que el matrimonio pasa por un mal momento: Dolores habla con el padre, que está estirando con toda naturalidad una manta sobre el sillón, como si el acto de dormir ahí, lejos de la habitación, fuera un ritual ya interiorizado. La efectividad de ese plano fugaz, como la de otras tantas escenas, descansa en Leonardo Sbaraglia, que compone a un padre obsesionado con dirigir el rumbo del juicio; Sbaraglia está bastante más contenido que de costumbre y demuestra que estos personajes calculadores, algo grises y sin grandes aspiraciones se le dan bastante mejor que los otros. La película está hecha de pequeñas grandes actuaciones: ninguno se adueña de la escena, todos trabajan en función de la historia, como esos equipos de fútbol donde el juego en común se sobrepone a las individualidades. Se nota en las intervenciones de Fanego, que adopta el mismo aire maligno de siempre con una elegancia infrecuente en el cine argentino (no es muy distinto lo que hace en Él ángel). Lali Espósito, por su parte, parece adaptarse sin problemas a un papel diferente al de la chica gritona y nerviosa de Permitidos. Acá no están el registro hiperbólico ni la agitación de la comedia romántica, pero la actriz demuestra que puede ponerle el cuerpo a Dolores sin moverse mucho, con pocos gestos, trabajando más el silencio que la palabra. Previsiblemente, Dolores es el corazón de Acusada, el misterio que la película rodea y trata de magnificar pero sin develar, de mirar y atacar con primerísimos primeros planos cuidándose de no agotarlo, sin despojar al personaje del halo de incertidumbre que la acompaña desde los primeros minutos. Una metáfora algo obvia, pero efectiva, fija a Dolores: en su barrio, un puma habría sido visto por los vecinos que acto seguido intentan darle caza. La película hace un paralelo explícito entre el peligro no verificado del puma y la culpabilidad incierta de Dolores: el recurso podría dar lugar a un subrayado innecesario, pero la analogía tiene como efecto reforzar la imagen de la protagonista en los términos de un animal perseguido que siempre está a punto de ser arrinconado (también hay que decir que, en el final, la metáfora vuelve, pero ya no añade nada, más bien trata de sugerir un juego de sentido un poco zonzo, una veleidad más que un insumo narrativo). Al final, parece que los intereses de Tobal no podrían estar más lejos de la película de juicio: en vez de a las certezas morales y a los mecanismos legales, Acusada observa la manera en la que el juicio mismo se fija en el cuerpo y en la mirada de las personas afectadas por él, como pasa con las amigas de Dolores, ahora peleadas y divididas en bandos irreconciliables. En apenas un par de escenas se entiende que el juicio es lo menos importante: las secuencias duran muy poco, carecen de espectacularidad (las revelaciones del caso resultan tenues, el duelo entre abogados es amable) y pareciera que la película no sabe bien cómo imbuir de cine esos momentos. Es posible que el género sea, junto con la comedia, uno de los más difíciles: después de todo, hay que producir interés con una situación a priori aburrida donde un montón de personas comunes, sin grandes atributos, discuten sobre leyes y códigos procesales. El asunto podría verse justo al revés: que películas así capturen nuestra atención durante horas supone un oficio prodigioso aparentemente ignorado por todas las cinematografías del mundo que no sean la estadounidense. No importa, de todas formas, porque Tobal elude lo más que puede esas escenas y, en cambio, prefiere seguir a su protagonista en su vida cotidiana y en sus breves excursiones a la casa de la amiga asesinada. Los momentos poderosos suceden lejos del Tribunales y de los programas de televisión, como cuando al comienzo una amiga de Dolores va a buscar a un chico a una plaza para meterlo en la casa de los Dreier burlando la estrictca vigilancia del padre; la amiga dice que el chico y Dolores son amigos, pero en verdad se trata de un amante contrabandeado que debe llegar hasta la habitación de la protagonista para ayudarle a terminar con una racha de dos años y medio sin sexo. Ese breve momento condensa el suspenso y la tensión que falta en el juicio.
La película escrita y dirigida por Gonzalo Tobal con Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia, Daniel Fanego e Inés Estévez es un thriler con tintes de drama que conduce al espectador a la duda y la especulación. Lali interpreta a una jóven incriminada en el homicidio de su mejor amiga. El hecho ocurre en una fiesta, semanas después de que la víctima hubiera divulgado un video casero en dónde se ve a la “acusada” en un acto sexual. El eje central de la película ronda en torno a eso, con flashbacks al momento del hecho que se va develando a medida que avanza el relato. En paralelo se propone otra linea argumental que hace referencia constante a la influencia de los miedos de comunicación en la “opinión” pública y hasta en la justicia. El director pudo utilizar el film no solo para entretener dos horas al público, sino también para subrayar más profundamente el rol real de los medios que suelen ser los que deciden, en la mayoría de los casos, el futuro de los acusados, inocentes o no. Por otra parte evita inteligentemente explotar la figura de Espósito como símbolo de deseo heteronormativo y se aboca a llevar a la actríz hacia el lugar de un personaje casi sin explosiones de carácter y por momentos inexpresiva. Un desafio para Lali que viniendo del mundo de la música pop no logra la credibilidad del espectador. El resto de les protagonistas nivelan el film. En especial Fanego, que ya nos viene acostumbrando a sus interpretaciones deslumbrantes e Inés Estévez que aporta el dramatismo realista que el film necesita. El resto de la historia va y viene entre los recuerdos, lo que se nos muestra como la verdad, las casonas enormes donde resguardarse y la moralidad de los noticieros. Como siempre en estos casos nunca se explica como se paga todo un grupo de abogados y asesores, lo cual deja lugar a una pregunta: ¿cómo podría defenderse una familia que no tiene esa situación económica? Claro está que sería otra película, pero entonces ¿Qué es lo que nos hace consumir un relato inverosímil que denuncia con tibieza a los medios y que no tienen ningún reparo a la hora de incriminar, señalar y posicionar como buenos a los que responden a sus intereses y como malos a los que no? Un film que más allá de entretener no deja mucho más.
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Basándose en hechos reales acaecidos una década atrás en la Argentina, el director Gonzalo Tobal, en su segundo largometraje, intenta construir un texto apoyado en una doble estructura narrativa respecto del género. En principio tenemos el drama, una familia de la cual uno de sus miembros es acusado de asesinato y todos están para “sostenerla” en esos momentos. Por otro lado, en forma paralela, se va queriendo insertar en una suerte de thriller-policial-juicio, pero se queda a mitad de camino en uno y en el otro. Si la primera tiene un desarrollo lineal y progresivo demasiado de ambas, lo que produce es la sensación de previsibilidad del relato, todo demasiado obvio. En la otra, construido a base de flash back, en definitiva no resuelven nada, la tensión dramática que debería producir el acto de dilucidar la verdad se va diluyendo con el correr de los minutos. Dolores Dreier (Lali Espósito) es una joven de 21 años acusada de haber asesinado a su mejor amiga. Vive con su familia, más aislada que protegida, en espera del juicio. Luis Dreier (Leo Sbaraglia), padre de Dolores, es quien parece que se hace cargo del peso de la tragedia, mientras que Betina (Ines Estevez), la madre, por momentos pasa a ser un sólo partenaire,y en otros un espectador, pero siempre en la imagen de quien carga con la angustia de lo que está viviendo el grupo familiar, simultáneamente protegiendo al hijo menor. Pero el caso ocupa la opinión pública, por lo cual las consecuencias de todo se va de control de sus manos por protegerlo. Asimismo el director al no hacer énfasis sobre una posición determinada desliza la idea del “libre” albedrío, a que cada uno tenga su mirada sobre el caso. ¿Es Dolores culpable o inocente? No hay otra acusada y la investigación, sin demasiados elementos, termina centrándose en ella. Sus padres y su hermano menor intentan sostenerse dadas las circunstancias, cada uno a su manera, pues no se vislumbran acciones que determinen el deseo de ayudar a Dolores, lo cual establecería una doble mirada sin que para ellos aparezca la duda ni estén seguros de su inocencia. En relación a los rubros técnicos, la fotografía y el montaje son lo más destacado de la producción, la banda de sonido, salvo la justificación de alguna que otra canción colocada diegeticamente, es bastante deficiente en la intención de crear climas, ya sea desde el drama o desde la supuesta trama policial. Lo más flojo, sin embargo, es el guión, pues a partir de sus oscilaciones entre uno y otro género nunca termina por decidirse, todo queda a medias tintas. Para no adentrarnos en una supuesta subtrama que se instala, hay un puma suelto en el vecindario, una sola testigo, poco creíble, para cerrarla deseando ser una metáfora, algo extremadamente banal como para que tenga algún peso dramático. Tampoco ayuda en demasía el hecho que todo el peso del filme caiga sobre las espaldas de Lali Esposito, su actuación es del orden de lo inocuo, no demuestra nada, no genera nada, su rictus facial hasta podría hacer creer falta de recursos histriónicos, pero siendo su segundo protagónico se transforma en certeza. Leo Sbaraglia cumple con eficiencia en su rol, mientras que Daniel Fanego, como abogado defensor, y cinismo a ultranza, es el único que aporta algo de creatividad con su actuación, mientras que el personaje de Inés Estévez se va desdibujando con el correr de los minutos. La presencia de Gerardo Romano, si bien es muy bueno lo suyo, es demasiada corta y no aporta mucho, ni hablar del mejicano Gael Garcia Bernal, que solo suma su nombre para la publicidad.
Apenas arranca la película, una leyenda anuncia que todos los personajes y la acción no se basan en ningún hecho real, que todo lo que sucederá a continuación es ficción. Entendible aclaración, la historia de Acusada remite indefectiblemente al caso de Lucila Frend y Solange Grabenheimer, un hecho policial que ocupó largas horas de debates televisivos y páginas de policiales en los periódicos. Al igual que en ese crimen de la vida real, en el filme, las protagonistas son dos amigas, una de ellas es señalada por el asesinato de la otra. Otra coincidencia, ambas provienen de una familia de clase media acomodada. No serán las únicas similitudes… Play Lali Espósito se pone en la piel de Dolores, la acusada del título, una joven "presa" entre las cuatro paredes de su casa, a la espera de un veredicto. Su interpretación, cargada de silencios y miradas vacías, logra transmitir desazón, la incomodidad que parece sentir por momentos la ayuda a darle más sordidez a su personaje. A través de su visión asistimos al hundimiento de una familia que hará todo por defender a una de sus crías. Si Lali logra transformarse y su performance resulta creíble, un párrafo aparente merece la composición de Leo Sbaraglia, como su padre. Una transformación magistral que conmueve y logra empatizar. El resto del elenco también cumple con creces. El filme de Gonzalo Tobal, que fue la única producción argentina nominada para competir por el León de Oro en el festival de Venecia, es sin dudas un drama que se aleja del thriller y el policial clásico. Aquí no importa tanto quién es el asesino, sino cómo se afecta la vida de los involucrados en el crimen. Una decisión argumental que deriva en un guión chato, sin sorpresas y carente de intriga. Las escenas de juicio poco aportan a la trama y solo sirven para el lucimiento de Gerardo Romano como un fiscal implacable cargado de ironía. Ni siquiera las secuencias que se desarrollan entre los adolescentes lucen reales, son más bien artificiosas y apáticas. Si más allá de la historia básica, se buscaba una alegoría sobre la libertad (algo que puede intuirse en el final abierto, polémico y anticlimático) el veredicto no parece favorable.
Algunas cosas son casi incomprensibles para la mayoría del mundo. Sin embargo, gracias a esta película, se puede estar muy cerca de sentir lo que puede llegar a ser el calvario de una situación de completa incertidumbre y amenaza simultáneamente. Dolores Dreier (Lali Espósito) es una chica de 21 años que se encuentra en las últimas instancias del juicio oral y público donde se le acusa de haber matado a su amiga dos años y medio atrás. Su familia la acompaña en todo momento, Luis (Leonardo Sbaraglia) su padre, Betina (Inés Estevez) su madre, y su hermano menor, niño aún.
La verdad tiene dos caras Gonzalo Tobal, es un joven realizador que desarrolló tempranamente su carrera como director de cortometrajes, con los cuales también participó en diversos festivales. Luego de su celebrada ópera prima Villegas, estrenada en la Selección Oficial de Cannes 2012, se instala en las grandes ligas de nuestro cine al comando de una historia poderosa, interpretada por un elenco de lujo. Producción argentina nominada para competir por el León de Oro en el festival de Venecia y construida como un thriller judicial, Acusada (2018), se presenta como un complejo ejercicio de investigación acerca de la auténtica naturaleza de la verdad y –acaso- de su carácter ambiguo. Aquella certeza que, en su fuero íntimo, solo conoce la propia conciencia en la cual quedarán grabados los actos cometidos, o no. Dolores (interpretada por Lali Espósito) es una joven acusada del crimen de su amiga Camila, quien apareció muerta luego de una fiesta descontrolada. Días antes de la tragedia, Camila había difundido un video sexual en el que participaba Dolores. Sus padres (Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia) han confiado la estrategia y el futuro de su hija a la defensa que lidera un especialista (Daniel Fanego), quien ha orquestado un infalible plan para adoctrinar a la joven y así convencer a la opinión -y la justicia, principalmente- de su inocencia, en pos de preservar su libertad. Existe un planteo interesante que lleva a cabo el director. La forma en la que elije contar la historia, permite que el espectador se involucre con una noción de verdad que siempre es subjetiva a su punto de vista. Es decir, no nos comparte el secreto sobre la culpabilidad o no del crimen. Lo cual arruinaría las intenciones y, por otra parte, la esencia del film no pasa por allí. Su verdadera hondura narrativa se encuentra varias capas por debajo de esa superficie. El hecho de invitar a cada espectador a sacar sus propias conclusiones sin dar una resolución ‘por servida’ permite la distancia necesaria respecto a los personajes, a fin de evitar las habituales identificaciones maniqueas que pululan en este tipo de cine, en donde la (supuesta) debilidad de un (asumido) culpable genera la empatía necesaria para lograr ese ‘imán’ con el espectador. Por otro lado, el film desnuda la verdad que tejen los medios de comunicación, haciéndose eco de una noticia, y todo el entramado tejido alrededor para que una verdad, hipotética, salga a la luz. Factores menos tangibles que, con frecuencia, inclinan la balanza hacia cierto tipo de verdad “asumida como tal”. Bajo este acercamiento a un acontecimiento policial, Acusada ofrece un planteo interesante y novedoso, poseyendo rasgos distintivos muy destacables: permite el lucimiento de un sólido elenco de protagonistas, instala en la producción nacional un sub-género poco transitado (el thriller legal) y bucea en las profundidades mediáticas de un caso que remite en nuestra memoria reciente al de Lucila Frend y Solange Grabenheimer, un hecho macabro que ocupó incontables horas en noticieros y de debates televisivos. Justamente, esa ambivalencia que flota en el aire de la historia a lo largo de sus casi dos horas de metraje, deja la marcada sensación de que nadie es quien dice realmente ser. Con acierto, la enriquecedora y minuciosa construcción que hace Tobal de sus personajes refuerza esta idea, al tiempo que posa su mirada sobre la exposición descarnada y manipuladora de los medios, las miradas desconfiadas de la opinión pública, las flaquezas judiciales, la viralización de la intimidad en las redes y las apariencias banales de las clases acomodadas. No es habitual ver en el cine nacional este tipo de narrativa, cuyo corte por momentos se asemeja al policial literario de Claudia Piñeyro. Lejos de centrarse exclusivamente en la investigación del caso, elige tomar distancia de lo fáctico, es decir, de la “evidencia” que suele construirse como huella en este tipo de relato. Por el contrario, sitúa la historia dos años después de lo sucedido, ya próxima a un veredicto final, haciendo foco en el entramado familiar y la reconstrucción de estas relaciones post-tragedia. Allí, el espectador irá armando su propio rompecabezas al tiempo en que Tobal nos invita a participar de la intimidad de este núcleo, resquebrajado en su fibra más íntima. Con gran capacidad para crear atmósferas atrapantes, el director sugiere más de lo que muestra acerca de la escena del crimen. Apenas unos flashbacks alcanzan para entregar pistas sutiles, que el espectador deberá saber codificar. El personaje de Dolores, presa de la propia imagen que la opinión pública ha construido sobre ella, es la metáfora permanente de un ser en suspensión, encerrada en un universo artificial, en continua espera y sostenida angustia. Acaso el misterioso puma que -de forma más que metafórica- merodea la zona, se convierte en un simbolismo sobre culpables o inocentes, a tener en cuenta si buscamos desentrañar la verdad. La escapatoria de su refugio, ¿es un invento de los medios? De existir, ¿su hallazgo podría interpretarse como la captura de una presa que atemoriza la calma de la comunidad? El puma, ¿existe o es un mito generado por el boca a boca popular? Dolores, ¿víctima o victimaria? Así, a diferencia de otros exponentes del género que construyen todo el relato bajo la órbita de los pasillos judiciales –pensemos en lo prolífico que ha sido el género en Hollywood-, prefiere arraigarse en el universo familiar, jugando con la tensión verbal, la intromisión ajena, el silencio incómodo y los climas de permanente paranoia, favoreciendo lo implícito a lo que muestra, como si en esa zona gris y difusa se dibujara la verdadera naturaleza de sus protagonistas. ¿Creen los padres en la inocencia de Dolores, o la protegen a sabiendas de su culpabilidad? Lali Espósito compone a una Dolores enigmática, quien a todo momento siembra la duda acerca de si las sensaciones que genera esa joven angustiada por la situación que le tocó vivir, son genuinas o fríamente calculadas. Saliendo airosa de su primer gran reto actoral, Espósito transmite la justa y necesaria expresividad que su personaje requiere y se percibe, allí también, la buena mano del director para dotar de realismo y credibilidad a su personaje, cuya gravitación no merma en todo el film: ambigua, incómoda, amenazante y frágil de a ratos, de mirada perdida, cargada de angustia. Uno se pregunta qué ideas atraviesan sus pensamientos, uno cuestiona si ha sido capaz de cometer el crimen que se le acusa. El acercamiento hacia el personaje es gradual; Tobal acierta en conducirnos hacia ese sofocante infierno, como si compartiéramos con la protagonista esa incertidumbre, aun desconociendo si consumó el crimen o no. En ese contexto, Dolores sabe que tiene a toda la atención pública detrás y su personaje sufre esa hostilidad, exteriorizada en la expresión de su rostro, en una contenida angustia corporal. Presa de su propia imagen, sometida a presiones que se hacen insostenibles, bajo el férreo control de sus padres, el personaje de Dolores también revela una segunda verdad: despersonalizada, rodeada por su séquito de ‘consejeros’ y ya convertida en una máquina lista para convencer de su inocencia, este alto nivel expositivo terminar por amedrentar lo que quedaba de esa joven rodeada de amigas y en pleno despertar sexual. Mención especial merecen las composiciones de Leo Sbaraglia e Inés Estévez en el rol de los Acusada: La verdad tiene dos caras 3padres de la acusada, donde los magníficos intérpretes entregan la dosis de talento de dos consagrados. Para la actriz es el regreso a los primeros planos cinematográficos luego de su celebrado regreso en la brillante El Misterio de la Felicidad. Mientras que para el reciente ganador al premio Cóndor de Plata (Mejor Actor por El Otro Hermano), el papel ratifica su grandísimo presente como el más destacado y versátil actor argentino del momento: cine (próximo a estrenarse con Almodóvar en Dolor y Gracia), teatro (El Territorio del Poder) y serie de TV (Félix). Transformados magistralmente en dos seres ciegamente encomendados a defender a su hija a toda costa, los padres de Dolores ejercen un control férreo sobre ella con tal de evitar el hundimiento de una familia, inclusive si hiciera falta echar mano a las facilidades económicas y los privilegios de clase para comprar una ‘verdad’. Resulta imposible no involucrarse emocionalmente en el espiral de locura en que se ven inmersos (bajo la sombra de la duda sobre su complicidad), presos del asedio de los medios y con el peso de la justicia cargando sobre sus espaldas. Un sólido Daniel Fanego en el habitual rol de ‘abogado del diablo’ retrata con mucha clase una especie de letrado que abunda en el microcosmos judicial. Por su parte, Gerardo Romano da vida a un fiscal de conducta implacable, cuyo personaje se exacerba mediante abundantes dosis de ironía. El elenco secundario se completa con Gael García Bernal –en acertada participación especial- como periodista incisivo y presto a fundar teorías conspirativas, quien en una entrevista televisiva interpela de forma impiadosa al personaje de Dolores. El film es un inteligente ejercicio como estudio social, combinando efectivamente los elementos dramáticos que arman la ficción, con el fin de explorar hasta qué punto lo mediático y la posición socioeconómica garantiza la impunidad con la cual ‘moverse’ en ciertos ámbitos, sembrando la duda hasta instalar cierta desconfianza generalizada sobre la ‘verdad’ que en realidad quieren ‘vendernos’. Polémica, valiente y debatible, en Acusada se hace verdad el popular dicho que sostiene: lo que aparenta ser la verdad es más importante que la verdad en sí. El final abierto invita a la propia interpretación y a cuestionarnos si, finalmente, importa saber de forma empírica y conocer quien fue el asesino, dejando flotar en el aire una serie de interrogantes mayúsculos: ¿Una persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario? ¿Controlar el relato en los medios equivale a mentir con tal de qué la justicia ‘muerda el anzuelo’? ¿Hasta qué punto puede una persona camuflar sus actos bajo un ‘disfraz de mentiras’? Como en el mejor cine de autor, de eso parece estar hecha la película, donde importa más la forma que el contenido, aún si el fondo de la cuestión es una verdad insondable e impenetrable de escudriñar.
AGOBIO DUAL Una suerte de ying y yang. La transformación permanente de los hábitos y de las suposiciones que acechan en los diferentes círculos sociales como la noticia de un puma suelto por el barrio, hecho del cual todos opinan pero que sólo quien observa con detenimiento puede comprobar. Ese contraste aparece ya en las primeras escenas gracias a la doble mirada construida por Gonzalo Tobal que atraviesa toda la película: por un lado, la exhibición de una joven quebrada emocionalmente, que se mueve y habla con parquedad, ausente en sus propios pensamientos y en aquello que parece ocultar, incluso, en la cotidianidad de la casa o jugando a los videojuegos con el hermano menor; por otro, una opinión pública agitada, dividida entre la inocencia y culpabilidad de Dolores y la sesión fotográfica en el jardín que busca instalar la idea de una familia unida, común y fortalecida en un momento tan particular como es la previa del juicio. Lo distintivo de la esfera privada y pública se distorsiona en numerosas ocasiones gracias al crescendo de la tensión opresiva trabajada por el director. Porque el hogar Dreier está sumido bajo el control del padre, quien no deja salir a su hija sin acompañante, establece las funciones de cada uno o realiza interrogatorios a quien ingrese al domicilio. Dicha autoridad es replicada en el exterior por el abogado, que determinada cómo debe contestar la imputada en la corte o qué palabras usar, y por los asesores de prensa e imagen con los que cuenta la familia, encargados de las entrevistas, de las posturas, del vestuario y lo estilístico. En ese universo asfixiante y pautado, la protagonista logra dos instantes de libertad: cuando se corta el pelo y durante el reportaje televisivo, ambos duramente criticados por el entorno pero los únicos donde sugiere su propia voz. El abordaje angustioso por el que transitan los personajes encuentra semejanzas con Tres anuncios por un crimen de Martin McDonagh. Principalmente porque los dos directores centran el relato en el desarrollo de los diferentes actores sociales anclado en el presente pero con fuertes lazos hacia un pasado confuso, violento, fragmentado e incompleto en el cual asesinaron a dos adolescentes. A partir de esto despliegan los diferentes roles y decisiones tomadas por los individuos en los homicidios y durante los tiempos transcurridos para que cada espectador disponga de los elementos pertinentes y realice su propio análisis, en lugar de generar juicios de valor. En segundo lugar, ambos filmes subrayan la condena de la mirada social. Mildred no sólo debe luchar contra la desidia policial por la violación y muerte de su hija, sino también frente al imaginario colectivo de estima y devoción hacia los efectivos, la caída en desgracia de su imagen en el pueblo y hasta con cierto machismo, mientras que Dolores carga con los prejuicios de algunas ex amigas comunes, vecinos del barrio, el impacto mediático del caso y, por ende, gran cantidad de teorías desde los propios medios y de la opinión pública. Por último, el manejo sofocante de la tensión sostenido por secretos que se develan con el correr del metraje en el lazo con ese pasado impreciso. Pero en este punto, Acusada presenta varios inconvenientes que entorpecen dichos descubrimientos volviéndolos vagos. Tobal trabaja con un tiempo pausado, focalizado en el detalle y hacia el final propone una serie de gestos, miradas y datos tan seguidos y con tan poco abordaje para responder a las omisiones que pierden efecto y resultan poco claros, como si el nerviosismo se hubiera devorado el tratamiento anterior y sólo importara incorporar los secretos prometidos que cuestionen el relato, generen ambigüedades o contribuyan con la sentencia. Lo mismo ocurre con el rol de la madre completamente relegado por el vínculo entre padre e hija, que encuentra cierta resignificación de Luis hacia las últimas escenas, mientras que Inés interviene en un momento crucial y su participación parece forzada y hasta extraña. El ying y el yang del comienzo resurge en su máxima expresión y hasta con condimentos un tanto exagerados para probar su teoría: la transformación nunca resultó tan palpable, incluso, con la mirada perdida en el horizonte y los mismos movimientos estudiados. Por Brenda Caletti @117Brenn
La posverdad como trama Con toques de suspenso más cercanos a Netflix, Acusada refleja hasta qué punto datos que entendemos como verdad son, finalmente, una construcción. Al menos en el cine, el detrás de escena de los juicios suele estar centrado en la maquinaria de preparación para enfrentar el escenario donde se dirime, al menos legalmente, la culpabilidad de una persona. Es un género clásico, sostenido a partir de cientos de películas, especialmente hollywoodenses. Pero en los últimos años algo de ese género se ha alterado. Ya no es cuestión de tener mejores evidencias que la otra parte. Ni siquiera de ser más convincente a la hora de interrogar o de hacer alegatos. Los juicios, ahora, se ganan o pierden en la corte de la opinión pública. Y de eso, entre otras cosas, se trata Acusada, la película de Gonzalo Tobal que explora hasta qué punto lo mediático y lo socioeconómico son centrales a la hora de determinar qué funciona en esos y en otros ámbitos. En ese punto, es una película sobre esto que tendemos a llamar “posverdad”. De principio a fin, Acusada está atravesada por esa idea, una que podríamos definir así: “lo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad”. Partiendo de ahí, podemos pensar que las impresiones sobre lo que es o no cierto son más potentes, a la hora de probar inocencias o culpabilidades, que la inasible verdad. Y en este sentido, la comunicación es lo central. Se puede decir que Acusada es lo que pasa entre dos videos. El primero, uno que deja a la sospechosa como presunta culpable. Y un segundo, que no vamos a revelar acá, pero que le da una vuelta de tuerca al asunto. Ese primer video es la evidencia a partir de la cual Dolores Drier (Lali Espósito) se vuelve la sospechosa principal del asesinato de Camila, su mejor amiga. Camila filma a Dolores en una fiesta, en una situación –digamos– sexualmente comprometida, y Dolores le dice que si ese video se da a conocer la va a matar. Obviamente, el video circula, se viraliza y, en otra fiesta que transcurre tiempo después, Camila aparece muerta, bañada en sangre. Todos los caminos (los motivos pero también la cercanía de la sospechosa con la chica fallecida en el lugar y en el momento de su muerte) conducen a Dolores. Pero la película recién se inicia dos años después de este hecho y se centra en el juicio a Dolores. Para ese entonces la chica ya es una celebridad mediática: la entrevistan en televisión, le hacen estudiar lo que debe decir y lo que no, qué gestos usar y cómo usarlos, cómo sentarse o peinarse. Están sus padres (Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez) preocupados por cada detalle y lo mismo hace el muy caro abogado que han contratado (Daniel Fanego). Pero a ese equipo hay que sumarle especialistas en imagen, maquilladoras, vestuaristas, jefes de prensa, etc. Más que la acusada por un crimen, Dolores parece una candidata política. O una estrella… como la propia Lali Espósito. La película en sí prefiere insertarse más en ese territorio que en los detalles fácticos del caso (las famosas “evidencias”, un asunto que no se analiza en profundidad), ya que lo que realmente importa es controlar “el relato”, la narración pública de los hechos. Ahora, ¿controlar el relato es necesariamente mentir? ¿O se puede controlar diciendo la verdad? ¿Es posible “guionar” todos los actos de una persona? ¿O en algún momento la “naturaleza” se va a escapar? De eso parece tratarse la película aunque, en el fondo, casi no importa qué es verdad y qué no lo es. Importa lo que los jueces compren. La película, claro, no es un estudio filosófico acerca de la posverdad y en su forma tiene más que ver con los thrillers tradicionales donde se debe determinar si tal persona es o no considerada culpable de un crimen. Y ahí entran los elementos dramáticos que arman la ficción. Interpretada de manera seca y con la menor gestualidad posible por Espósito, logrando que el espectador realmente no sepa si es o no culpable, Dolores es un misterio, un enigma, una joven que tal vez aprendió demasiado bien las lecciones del coach de turno. O no. Quizás es simplemente una chica enigmática. Las observaciones sobre la vida “fiestera” de Dolores y sus amigas, su compleja relación con sus padres (ambos obsesionados en controlar todo lo que dice, ve o hace, hasta su acceso a internet), la un tanto curiosa actividad sexual en la que se embarca desde su casi encierro y su fastidioso apego a esas obligaciones impuestas por su equipo, tarde o temprano generarán el material dramático que dará fuerza al relato. Pero la excesiva compenetración de todos los personajes en sus roles (no los actores, sino los propios personajes) hace que por momentos a uno le cueste involucrarse emocionalmente con ellos. Miembros de una clase alta privilegiada, quieren controlar todo de una manera un tanto excesiva. Y eso no los vuelve precisamente simpáticos. Es Dolores, de algún modo, desde su rol de animal enjaulado (metáfora que la película subraya), la única que permite algún grado de identificación. Aun siendo potencialmente una asesina. Tobal logra que la película —fotografiada por Fernando Lockett con su acostumbrada elegancia—, sea visualmente rica, aun cuando transcurre en su mayoría en un gran caserón donde vive la familia Drier. Algunas decisiones de guión (como mostrar poco y nada a la víctima o a su familia) son inteligentes y una clave entrevista televisiva, con Gael García Bernal como periodista supuestamente incisivo, se vuelve casi la secuencia “de acción” clave de un relato que coquetea con algunas ideas visuales hitchcockianas pero no las desarrolla del todo. Acusada es un drama con toques de suspenso más cercano a lo que uno puede encontrar en Netflix que a lo que habitualmente se ve en la competencia de un festival como Venecia, donde recientemente compitió. Eso no es necesariamente una crítica a la película (sí al festival, que el año pasado le negó ese mismo lugar a Zama, sin ir más lejos, una película que necesita más de esos espacios) sino un intento de reflejar el tono que Acusada maneja. Una película correcta, efectiva, que intriga pero no apasiona y que crece en interés cuando uno piensa hasta qué punto refleja esas ideas antes mencionadas: cómo estos relatos que hoy entendemos como verdad son, finalmente, una construcción como cualquier otra.
Una leyenda al comienzo indica que la propuesta de Gonzalo Tobal no está basada en hechos reales. Ayi Turzi la vio y dice que le agregaría al final un “ah re”: le pareció que la asociación con casos de públicos conocimiento, en particular con el de Lucila Frend, es casi automática. En esta nota te cuenta un poco de qué va. Dolores Dreier (Lali Espósito) es la única imputada por el crimen de su mejor amiga. Sus padres Luis (Leonardo Sbaraglia) y Betina (Inés Estévez) llevan dos años y medio invirtiendo todo su tiempo y dinero en la defensa de su hija, a cargo de un abogado de primera línea encarnado por Daniel Fanego. La evidencia que la incrimina es circunstancial, nada concluyente, pero ante la ausencia de otros sospechosos se convierte en la única acusada (Peter Griffin es el culpable que cada vez que escriba el nombre de una película en su reseña sin estar citando de modo directo el título me tiente de risa). Acusada es una película que puede abordarse desde muchos lugares. Por un lado se la podría tildar de tibia o conservadora si centramos nuestra atención en el hecho de que es otra película de un adolescente lindo de clase media alta como potencial culpable de un acto y un despliegue de todos los recursos a su alcance para comprobar su inocencia. Sí, claro se la puede cuestionar por retratar un sector social que tiene dificultades inferiores a las que tendría por ejemplo una chica de una villa miseria en situación similar. Pero ¿no es extralimitarnos un poco pedirle a una película que cuente la historia que nosotros queremos en vez de la que quiere contar? Otra veta de análisis o interpretación son los vínculos familiares y su tratamiento, una de sus principales virtudes. Un padre obsesionado con el proceso judicial, tan exigente con las formas que deja de lado cualquier función de contención o protección que su propia filiación conlleva. En un punto, cegado por su propio perfeccionismo, podemos considerarlo como uno de los antagonistas de Dolores, en la medida que le exige comportamientos que, sumida en su propia crisis personal, no puede mantener. Porque otra posibilidad de abordaje es, justamente, la crisis que atraviesa la protagonista. En una edad donde se supone que debería estar estudiando, saliendo con sus amigos y formando su vida, está atravesando un proceso judicial, acusada de un crimen cometido en situaciones que no recuerda del todo. Duda de lo que hizo, de lo que no hizo, de ella, y de las verdaderas intenciones de su entorno. La coartada propuesta por el abogado, repetida de modo incansable, empieza a confundir sus recuerdos reales. Y a todo esto sumado, la presión mediática sobre el caso. En un país donde las masas opinan sin notar que sus opiniones están formadas por medios o comunicadores y en realidad no son propias, el caso Dreier se vuelve paradigmático. Lo más interesante, desde mi punto de vista, es cómo Tobal indaga en los mecanismos que hacen a la construcción de una imagen pública. Cómo pararse, como hablar, en qué ángulo y hacia qué costado inclinar la cabeza son datos que la asesora de turno le menciona como al pasar, pero que se convierten en fundamentales a la hora de construir la defensa, quizás más que las evidencias materiales. Con un conjunto de actuaciones sobresalientes, Acusada se convierte en una propuesta que seguramente divida aguas, dependiendo cómo se la encare. Véala y saque sus propias conclusiones.
El nuevo largometraje de Gonzalo Tobal, luego de seis años de espera desde el estreno de su ópera prima,Villegas, es un paso decidido en el terreno del cine con ansias masivas y populares: Acusada intenta llegar a la audiencia más amplia posible con la historia de Dolores ( Lali Espósito ), presunta asesina de su mejor amiga. La película concentra su atención con vehemencia en la vida cotidiana de los personajes centrales, al tiempo que se preparan para la inminencia del gran evento de sus vidas: el juicio por homicidio, que parece estar presente noche y día en los medios de comunicación. No se trata aquí, como en una novela de misterio de Agatha Christie, de saber quién lo hizo, sino de intentar dilucidar si Dolores es o no la responsable del sangriento hecho, aunque ese procedimiento nunca termina de funcionar como herramienta generadora de suspenso. Tanto la madre de Dolores (Inés Estévez) como su padre (Leonardo Sbaraglia) –en particular este último– han creado un mundo cerrado sobre sí mismo dentro de las paredes de la casa familiar, un universo de actividades intramuros, una conexión a Internet rigurosamente vigilada conexión a Internet, y con visitas y amistades filtradas por toda clase de procedimientos. En una de las primeras escenas, Dolores se prepara –ayudada por un batallón de maquilladores y estilistas– para una importante entrevista con el periodista de una popular revista. Lo más importante es dar una buena impresión ante el juez y, sobre todo, ante la opinión pública, piensa el padre. Lo mismo opina el abogado defensor. Espósito, alejada aquí de su imagen de estrella pop, entrega una actuación muy convincente en líneas generales: por momentos, parece una criatura extremadamente frágil; en otras instancias, aparecen los rasgos clásicos de una persona manipuladora y mentirosa. En una de las mejores escenas del film, esas dos caras de la misma moneda se cruzan y alternan en cuestión de segundos mientras un famoso entrevistador televisivo la interroga sin miramientos (Gael García Bernal en una breve aparición, casi un cameo). Son las escenas del juicio –de las cuales hay muchas– las que nunca terminan de funcionar, un ejemplar poco excitante de un ilustre género cinematográfico. El trabajo de fotografía de Fernando Lockett es, fiel a su costumbre, notable, aunque la suma de imágenes y sonidos de Acusadatermina resultando demasiado lustrosa y profesional: los prolijos planos cenitales y el constante uso del plano/contraplano redondean una estructura visual extremadamente convencional. Lo más relevante, sin embargo, es la relación entre Dolores y sus hombres (el padre, el abogado, el juez, el nuevo novio), aunque la metáfora recurrente de un puma suelto, trepando por los techos del barrio, no resulta particularmente sutil o pertinente.
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