Sobre la castración. La comedia como género durante las últimas décadas ha sido protagonista de una espiral descendente en lo que respecta a la riqueza discursiva de antaño, su alcance contracultural y la inteligencia de sus observaciones en distintos ámbitos (tanto si consideramos los dardos a nivel del todo social como a escala más reducida, en especial en lo que atañe a los mecanismos narrativos/ cómicos más utilizados). La vertiente contemporánea no sólo no critica absolutamente nada ni nos ayuda a repensar las herramientas retóricas de las que disponemos, sino que además parece convalidar los aspectos más pueriles de la serie de lugares comunes de cada uno de sus subgéneros, circunstancia que por cierto nos entrega una imagen empobrecida de lo que el mainstream -y el indie más lelo- tienen para ofrecer en la materia. Lejos de su esencia revulsiva, hoy la comedia es un eco inofensivo del ayer. En este punto conviene llamar a las cosas por su nombre y aclarar desde el vamos que opus como Colegio de Animales (Animal House, 1978) y Porky’s (1981) no eran precisamente joyas del séptimo arte ni mucho menos, pero por lo menos en medio de esa suerte de celebración de la idiotez adolescente anidaba la intención de una rebelión non stop contra cualquier representante institucional que se vanagloriase de su autoridad y/ o coartase el delirio de base, esa anarquía que resultaba -a fin de cuentas- vitalizante en su desfachatez e incorrección política (todos caían en la volteada, no había grupo que estuviese indemne de los ataques). La mediocridad de propuestas como Buenos Vecinos (Neighbors, 2014) y su secuela, las cuales buscan retomar el humor crudo de aquellas gestas estudiantiles, apenas si sirve para colocar en primer plano la castración ideológica y actitudinal de nuestros días. Quizás el problema más apremiante de este tipo de productos -pensados sobre todo para el mercado estadounidense- es que ya ni siquiera cumplen en el sustrato más llano posible, léase la estructura del relato, hoy por hoy un magma que se va solidificando en la banalidad y el hastío: dos detalles interesantes pasan por la ausencia de los otrora infaltables desnudos de señoritas (a puro absurdo, la MPAA se escandaliza con la carne femenina pero no con la masculina, certificaciones NC-17 y R respectivamente) y por el hecho de que a los grandes estudios se les dificulta estrenar films de esta índole en muchos países por el rechazo comercial del público (lo que nos genera algo de esperanza a futuro…). En Buenos Vecinos 2 (Neighbors 2: Sorority Rising, 2016) el director Nicholas Stoller levanta un poco el nivel en relación a la entrada anterior gracias a la presencia de la prodigiosa Chloë Grace Moretz. La historia es totalmente irrelevante y basta con decir que involucra otro conflicto entre el matrimonio de descerebrados, compuesto por Mac (Seth Rogen) y Kelly Radner (Rose Byrne), y una nueva hermandad de estudiantes, ahora comandadas por el personaje de Moretz (aquel Teddy de Zac Efron regresa como un agente que se pasa de un bando a otro sin mayor justificación que una venganza difusa). No hay que irse demasiado atrás en el tiempo para establecer las comparaciones de turno: casi cualquier capítulo del Jackass de Spike Jonze, Johnny Knoxville y Jeff Tremaine tiene más valor que toda “la nueva de la nueva de la nueva comedia americana”, esa de la década pasada, la misma que está en sus últimas bocanadas de aire. Con chistes predecibles que se alargan más de lo debido y cero desarrollo narrativo, la película ni siquiera funciona como una slapstick de segunda mano…
Las chicas son guerreras Cuando una secuela se estrena tan solo un año después de la original hay algo que no acaba de encajar. Buenos vecinos (estrenada en España como Malditos vecinos) tampoco es que fuera un alarde de virtudes aunque funcionó en taquilla de forma correcta. Aquella era una comedia del montón con dos o tres gags salvables que al menos garantizaba pasar un buen rato. Por lo que se ve, todos los que tuvieron que ver algo en la película también se lo debieron pasar bien, porque han tardado muy poco en reunirse para volver a incidir en las intrigas intergeneracionales que siguen siendo la base de Buenos vecinos 2.
Si te van las comedias universitarias guarras, no brillantes, pero bastante bien escritas, lo vas a pasar muy bien. Lo bueno que tiene este guión es que si bien mantiene el estilo de humor y la esencia de la saga, es completamente...
Mac (Seth Rogen) & Kelly (Rose Byrne) están con los preparativos para vender su casa, ya que optaron por comprar otra más espaciosa. Todo cambia cuando la casa de al lado es alquilada por unas jóvenes que deciden crear su propia fraternidad completamente femenina y liderada por Shelby (Chloe Grace Moretz). Mac y Kelly ven esto como una desventaja para poder conseguir compradores para la casa, pero no contaban con la ayuda de Teddy (Zack Efron) quien toma las riendas a la hora de ingeniar los planes para deshacerse de las jóvenes y toda la fraternidad. Tras el enorme éxito de la primera entrega, era de suponerse que esta secuela iba a tener luz verde para llevarse a cabo, con los mismos protagonistas y con el mismo director. Pero acá se suman las chicas que demuestran ser más unidas y descontroladas a la hora de armar las fiestas llenas de drogas, alcohol, juguetes sexuales y demás cosas alocadas. Buenos Vecinos 2 es una película que mantiene el mismo estilo de la anterior, pero en ésta algo suena repetitivo, aunque con la idea central cambiada (chicas en lugar de chicos) y los chistes no son tan divertidos, pero si se nota la buena química entre los actores, en especial entre Seth Rogen & Zac Efron, pero que de todas maneras también es algo repetitivo. Es como que si el guión de la primera fuera reescrito y buscando el mismo éxito ya obtenido anteriormente, pero veo muy difícil que ésta lo logre. Lo bueno: La buena química entre los actores Seth Rogen y Zac Efron. Lo malo: La trama es la misma de la primera, solo varían algunos chistes.
El estereotipo de la fiesta ataca al público, especialmente al joven, desde todos los flancos. No sólo la música y los videoclips de diversos géneros, sino el cine, la publicidad y la mismísima vida real bombardean constantemente la imagen de un sueño que parece claro y promete placeres infinitos. En la fiesta ideal todos se divierten, la música no deja hablar, el neón cubre todo como un filtro descarado y las sustancias sólo mejoran la experiencia. Mucho de esto funciona exactamente así, pero no es todo lo que prometen. Malos Vecinos 2 muestra entre broma y broma un poco de la vida afuera de este ámbito. Ha pasado ya un tiempo desde que Mac (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne) lograron alejar a Teddy (Zac Efron) y la fraternidad Delta Phi de la cuadra. Su hija ya creció un poco y tienen plan de mudarse a su nueva casa pronto, pero para vender esta deberán mostrarle a los nuevos dueños que no hay ningún problema, algo difícil considerando que una nueva hermandad se acaba de mudar a la casa de al lado. La determinación de su líder Shelby (Chloë Grace Moretz) para armar fiestas tan ruidosas como las de los vecinos anteriores es uno de esos potenciales problemas. Con la ayuda de Teddy, ya experimentado después del conflicto anterior, se formará una nueva guerra entre familia y universitarios. La dirección y guión de Neighbors 2: Sorority Rising estuvieron a cargo de Nicholas Stoller, quien también dirigió Buenos Vecinos (Neighbors, 2014). Su trabajo en Forgetting Sarah Marshall (2008) lo ubicó en el radar del mundo de la comedia. El reparto de la primera película se repite: Seth Rogen como Mac, Rose Byrne como Kelly, Zac Efron como Teddy y Dave Franco como Pete. Se les unió Chloë Grace Moretz en el papel de Shelby; la talentosa actriz y modelo, nacida en 1997, se hizo famosa en latinoamérica gracias a su participación en Kick-Ass (2010) como Hit-girl, aunque su carrera comenzó cuando tenía 7 años. Esa naturalidad graciosa con la que Rogen impregna todos sus papeles, probablemente resultado de los ensayos con improvisación, también está presente en el resto de los actores, y así dan uniformidad a la película entera. Muchas de las imágenes y situaciones presentes en el tráiler no quedaron en la versión final de la película. Esto termina por dar una imagen de los personajes que es completamente opuesta al mensaje que Neighbors 2: Sorority Rising busca enviar. No es probable que haya sido intencional, pero aún así es un detalle interesante. El personaje de Moretz está confeccionado con conocimiento de las nuevas generaciones de adolescentes y universitarios. Es la voluntad de Shelby de fortalecer la presencia de las hermandades femeninas en la universidad que la lleva a crear esta nueva organización, una idea muy en sincronía con las problemáticas jóvenes de hoy. A pesar de esta idea innovadora en la trama, el resto de los temas tratados se separan poco de los de Neighbors (2014): el miedo y la transición a la adultez y a la paternidad/maternidad. El tipo de humor, con el que cualquiera puede sentirse identificado, es básicamente el mismo de siempre (hasta con bromas repetidas), aunque no por eso causa menos risas.
Marc y Kelly siguen con su vida, su hija está creciendo y esperan otro bebé, por lo que deben conseguir una casa más grande. Luego de encontrar compradores y ellos conseguir un nuevo hogar, tienen treinta días de prueba donde los nuevos habitantes pueden arrepentirse y cancelar la compra. Todo se complica cuando en la casa de al lado aparece Shelby, una fiestera adolescente que acaba de crear una nueva fraternidad donde la única regla es pasarla de festejo en festejo. Y para colmo de males, un resentido Teddy volverá a aparecer. Sorpresivamente nos llega Buenos Vecinos 2, secuela de aquel film bastante mediocre del 2014 y que algún productor de Hollywood pensó que debería tener una secuela. Si bien en taquilla le fue más que excelentemente bien, tanto la crítica especializada como la opinión general no la trató demasiado bien, pero acá estamos, y para colmo, viendo como repiten la fórmula sin intentar aportar algo nuevo. Estamos ante casi la misma película, nada más que ahora los fiesteros ruidosos son un grupo de chicas encabezados por Chloe Moretz (ya hablaremos de ella más adelante). Así que de nuevo vamos a ver ideas absurdas de uno y otro bando para poder ganar esta especie de guerra por el barrio (porque al parecer a los demás vecinos no les molesta el constante griterío que sale de la fraternidad). Si la historia no propone nada nuevo, la construcción de los gags es igual de simplona. Los chistes a base de flatulencias, golpes y gente drogándose vuelven a ser moneda corriente, y muy pocos son efectivos. Peor aún es cuando quienes los dicen o hacen es gente que NO es graciosa, y me refiero a dos actores en particular. Por un lado Zack Efron vuelve a demostrar que la comedia no es lo suyo, no tiene ni timming ni carisma para resultar gracioso. Chloe Moretz de nuevo da pruebas de que se esperaba muchísimo de ella como actriz, y no está a las alturas de la expectativa. Puede ir olvidándose de la comedia al menos por ahora hasta encontrar su género, mientras parece ser que solo la recordaremos como Hit Girl. Así que todo queda en manos de Seth Rogen, quien es el que aporta los escasos momentos graciosos que vamos a ver, siempre con el humor fácil que mencionamos más arriba. Buenos Vecinos 2 es una mala película. No solo es una comedia que no causa gracia, a nivel historia tampoco se ve demasiada construcción como para intentar contar algo por debajo de la trama principal, cualquier posible subtexto que se podría esperar, es desperdiciado o desechado a los pocos minutos que se plantea. Recomendable solo para tener como última opción a la hora de ir al cine.
Regreso con gloria (y delirio) Una más que bienvenida secuela de esta saga desquiciada. La falta de secuelas sólidas es una de las grandes deudas pendientes de la Nueva Comedia Americana. En ese sentido, Buenos vecinos 2 no está a la altura de su predecesora, pero a fuerza de un humor desquiciado se las ingenia para ser una humorada sumamente eficaz y divertida. El argumento es lo de menos: pasaron un par de años desde el cierre de la fraternidad contigua a la casa del matrimonio de Mac (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne), y ahora ellos conviven en paz mientras esperan la llegada de su segunda hija. El regreso de Teddy (Zac Efron) es el primer indicio de que la historia no está terminada y otra vez habrá un enfrentamiento con jóvenes, en este caso un grupo de chicas encabezadas por Shelby (Chloë Grace Moretz) dispuestas a instalar allí una sororidad, primer escalafón del camino a la fraternidad. Dirigida otra vez por Nicholas Stoller (Cómo sobrevivir a mi novia / Forgetting Sarah Marshall, Eternamente comprometidos / The Five-Year Engagement) y con guión escrito a ¡diez! manos, la película irá de menos a más, en gran parte gracias a un crescendo humorístico sin techo: los chistes de Buenos vecinos 2 son los más impredecibles que se recuerden en años. Acompañados por una dupla de secundarios extraordinarios (Carla Gallo y Ike Barinholtz), Rogen, Byrne y Efron conforman una dinámica cómica veloz y aceitadísima que eleva al film a momentos de una hilaridad absoluta. Con un poco más de cuidado y prolijidad en la articulación de esas situaciones, Buenos vecinos 2 sería la comedia perfecta.
Las vecinas universitarias y feministas En Buenos vecinos, de Nicholas Stoller, estrenada en 2014, Seth Rogen y Rose Byrne interpretaban a una pareja con una beba recién nacida que se enfrentaba al infierno de tener de vecinos a una fraternidad universitaria, presidida por Zac Efron. No parecía necesario continuar con la historia; sin embargo, seguramente alentados por el buen desempeño de esa película en la taquilla, el mismo director y los mismos protagonistas decidieron volver con una comedia que retoma a esos personajes y se centra en una situación casi idéntica, sólo que esta vez las nuevas vecinas son las integrantes de una hermandad de chicas, comandada por Chloë Grace Moretz. La vuelta de tuerca más significativa y acertada que le dieron a esta segunda parte fue agregar un poco de feminismo a la visión sobre el sistema universitario norteamericano, en un momento en el que sus políticas de género están siendo muy cuestionadas. Así, las chicas se rebelan contra el sistema y forman una hermandad, exigiendo tener los mismos derechos que sus pares varones y negándose a la imposición de vestirse sexy o simular divertirse en las fiestas de las fraternidades. Es probable que esto, agregado a la novedad de que el personaje de Dave Franco sea gay, haya sido ideado para actualizar la comedia juvenil a un modelo más acorde con estos tiempos, lo cual es bienvenido. Aunque hay algunas situaciones sobre la paternidad que son más jugadas, la transgresión en Buenos vecinos 2 no va más allá de tener personajes que fumen marihuana y chistes escatológicos o sexuales, que ya no cuentan como una provocación para el espectador actual y que son un poco repetitivos, teniendo en cuenta la película original. De todas maneras se trata de una película divertida y llena de chistes que hacen reír en voz alta. Rogen, Byrne y Efron vuelven a demostrar que tienen el suficiente talento para elevar el nivel de las escenas cómicas con su ajustado timing, aunque deban luchar con un guión que, tras pasar por varias manos, tiene algunos sinsentidos narrativos y no termina de explotar todas sus posibilidades.
La hermandad de las chicas díscolas Seth Rogen y Zac Efron afirman su dúo en esta comedia de humor escatológico y buenas lecturas de la inmadurez generacional. Más escatológica, paródica y cínica que su antecesora, Buenos vecinos 2 encuentra los recursos humorísticos y sociológicos para mantener viva una saga anárquicamente estudiada. Es cierto, pierde algo de frescura el dislate de Nicholas Stoller, coautor y director, pero supera esa valla inevitable con un juego cruzado entre estereotipos y bromas pesadas no aptas para todo público. Construida en mundo paralelo, cosificado en las distintas etapas de una juventud que avanza y expira para todos aunque la pretendan eterna, la excusa vuelve a ser el barrio. Mac y Kelly (Seth Rogen y Rose Byrne) todavía habitan esa casa que fuera acosada por sus vecinos fiesteros, y con una primera escena de sexo o algo parecido ya plantan el tono de la película. Desopilante. Ella está nuevamente embarazada, acaban de comprar una casa y de reservar la suya para otra pareja que va a estudiar su vivienda y entorno durante 30 días para sellar la operación. Obviamente, tendrán problemas. Ya no existe la fraternidad liderada por Teddy (Zac Efron). Ahora es el turno de una particular hermandad de mujeres, un grupo de chicas que no encaja en el molde de mujer objeto, y que tiene como líder a Shelby (Chloë Grace Moretz). Les gusta fumar marihuana, tomar decisiones de manera democrática y sobre todo, están hartas del sexismo. Del sexismo contra ellas, claro. Con ayuda de Teddy, la hermandad de Kappa Nu se instala justamente en la gran casa de al lado, y comienza entonces otra clase de batalla, con las chicas dispuestas a todo, y con Teddy cambiando de bando rápidamente. Por cuestión de edad, dicen. Hay un juego generacional bien trazado. Tres edades, las flamantes universitarias feministas, los de veintipico, y los padres jóvenes todavía, que dudan todo el tiempo sobre sus atributos de padres. Y hacen bien. Mostrar los abismos que los separan y las ridiculeces que los unen es otro logro del filme. Stoller, con su humor y una ácida crítica sobre cuestiones de género, compone otro contagioso descontrol en un escenario, un mundo, de inmadurez cada vez más asumida.
Cómo tirar toda la casa por la ventana. Algo más moralista en su desenlace que la primera entrega, la de Stoller y compañía termina siendo una buena comedia no porque funcione como un todo homogéneo, sino porque está cargada con el genoma de la diversión desaforada. Pasan los años, los actores, los directores y los guionistas, y la Nueva Comedia Americana sigue manteniendo como principal tara la incapacidad de redondear buenas historias en sus secuelas y de construir personajes femeninos sólidos. Lo primero se da porque los universos de casi todos los films son cerrados y redondos, marcando un arco narrativo inexpugnable y cuya autosuficiencia impide volver a ellos sin caer en la replicación (Ritmo perfecto), el redoble de una apuesta humorística de mecanismos ya conocidos (El reportero: La leyenda de Ron Burgundy) o la pérdida absoluta de todas sus marcas de agua (Zoolander). Lo segundo, porque la NCA está en hecha casi enteramente por hombres que, por desconocimiento antes que misoginia, suelen terminar volcándose hacia sus congéneres/alteregos ficticios aun cuando el relato de turno pida lo contrario. Pero también sigue manteniendo la inventiva a la hora de campear todos los estilos de humor imaginables como máxima virtud, yendo de la blancura al absurdo absoluto y de allí a la escatología y a la guarrada más retorcida sin nunca descuidar el slapstick, al fin y al cabo pilar fundacional de todo el género. Con el mismo plantel de la primera entrega delante y detrás de cámara, Buenos vecinos 2 no es la excepción a ninguna de esas reglas. La buena nueva es que el segundo factor gana de taquito, más tranquilo y holgado que la Argentina contra Bolivia. El amo y señor de la película es Seth Rogen, un tipo que desde su irrupción en la serie Freaks and Geeks a fines del siglo pasado viene construyendo y depurando un mismo personaje insignia: el gordito simpático, bonachón y medio adolescente que dice lo que piensa sin pensar lo que dice. Aquí vuelve a ser Mac Radner, padre de una beba ahora y con una segunda en camino, que junto a su esposa australiana Kelly (Rose Byrne) habían logrado el cierre de la fraternidad ubicada justo al lado de su casa y encabezada por Teddy (Zac Efron, enorme y quizá el único comediante capaz de hacer un chiste buenísimo con cada uno de sus atributos físicos). La endeblez de la expansión se manifiesta en la idea de replicar esa estructura narrativa, con la diferencia que ahora la pareja no combatirá contra los muchachos, sino contra un grupo de chicas que alquilan la casa para una hermandad, primer escalafón del camino a la fraternidad. Esto porque la casa de Mac y Kelly se venderá dentro de un mes, período en el cual los compradores pueden pasar sin previo aviso para ver qué la inversión sea lo que ellos esperan. Que una de las cabecillas del grupo de chicas tenga todo para convertirse en uno de esos secundarios lustrosos, salvajes y extremos que suelen habitar este tipo de films –es capaz de salir de cabeza por el parabrisas de un auto sin un rasguño gracias a la ingesta de “muchos analgésicos”, como justifica ella– y sin embargo termine relegada hasta casi desaparecer del relato, es el síntoma más visible de que Buenos vecinos 2 no entiende muy bien qué hacer con ellas ni cómo tratarlas. Tampoco parece casual que Shelby, la líder de las chicas, y el film todo, recurran a Teddy (solitario desde que sus amigos crecieron y él no) para convertirlo en asesor y que vuelva a enfrentarse a Mac y compañía. El director Nicholas Stoller (Forgetting Sarah Marshall, The Five-Year Engagement) y sus ¡cinco! guionistas entienden perfectamente que el fuerte del film no es el relato ni las chicas, y apuestan entonces a una comedia episódica compuesta por escenas casi autosuficientes. La particularidad es el modo en que lo hacen. Esto es, derramando las características del personaje/franquicia de Rogen hasta todas sus criaturas –los agentes inmobiliarios, el policía negro y racista, la decana universitaria–, y también hasta la mismísima película. Así, Buenos vecinos 2 quizá no sea la comedia con los mejores chistes de los últimos años –aunque los tiene y muy buenos–, pero sí la única con unos de tal grado de despatarre e imprevisibilidad que hace de cada secuencia una suerte de buscapié cuyo lugar y momento de explosión son siempre sorpresivos. Ver sino el reemplazo del aceite de bebé con el que untan a Teddy, el remate de la reunión con los agentes de bienes raíces o todas y cada de las apariciones del amigote de Mac (Ike Barinholtz), quizá el mejor secundario de la NCA desde el periodista retardado de Steve Carrell en El reportero. Algo más moralista en su desenlace que la primera entrega, la de Stoller y compañía termina siendo una buena película no porque funcione como un todo homogéneo, sino porque sus células están cargadas con el genoma de la diversión desaforada.
La medianera de la adultez Desde Judd Apatow en adelante, el paso de la juventud a la adultez se convirtió en uno de los tropos más visitados por la comedia norteamericana. El director Nicholas Stoller (¿Cómo sobrevivir a mi novia? [2008], Get Him to the Greek [2010], The Five-Year Engagement [2012]) había hecho un aceptable trabajo sobre esta temática con Buenos vecinos (Bad Neighbors, 2014). El éxito y el -tal vez inesperado- visto bueno de la crítica logró que llegue a nuestras pantallas una secuela: Buenos vecinos 2 (Neighbors 2: Sorority Rising, 2016). El elenco original repite roles y esta vez los Radner (Seth Rogen y Rose Byrne) arman equipo con Teddy Sanders (Zac Efron) para enfrentar una nueva amenaza con tintes de déjà vu: Una fraternidad de chicas se muda a la antigua casa que solía ser de Sanders y su pandilla. Ahora Mac Y Kelly Radner tienen una hija y están pleno movimiento hacia la adultez, con una hija pequeña y otro bebé en camino, por lo cual deben vender su casa antes de que los nuevos compradores se den cuenta de la amenaza que los espera medianera de por medio. Si bien cuenta con una estructura que prácticamente calca a la original pero todo avanzando a los tropezones, la narración pierde la sorpresa y el desenfado de la primera entrega. El agregado de Chloe Grace Moretz como la cabecilla de la fraternidad de chicas es un tanto confuso y esta vez el guión no ayuda a una actriz talentosa a dar en el clavo con un rol cómico, como si supo hacerlo anteriormente con Efron. Tan rápido pasa todo que incluso los cameos de Lisa Kudrow, Kelsey Grammer y la estrella Pop Selena Gómez pasan sin dejar rastro alguno. Lo atolondrado del montaje no ayuda para nada a una trama que deja de lado los chistes escatológicos sólo para reemplazarlos con situaciones exacerbadas e incluso caricaturescas en el sentido más literal imaginable. La primer entrega no dejaba de ser otro producto de entretenimiento hecho y derecho, pero aún así lograba sacar provecho del dilema de personajes que querían ser jóvenes y se encontraban ante la necesidad de volverse adultos. En esta ocasión los adultos ya son adultos y los jóvenes quieren seguir siendo jóvenes, no hay mucho espacio para una crisis o ruptura del status quo. Incluso el film intenta teorizar sobre eso que denomina “la crisis del cuarto de edad”, porque parece que ahora los 25 años son la edad que determina el éxito o el fracaso (¿?)… Si, la crísis de la mediana edad ya es algo fuera de moda. Una inquietante línea ideológica. La película intenta un par de giros dramáticos para mantener al expectador interesado, en medio de una sublectura que juega con el sexismo invertido y una sobrecarga de chistes racistas, mientras el concepto original se pierde en la nebulosa, desaprovechando un reparto que ha demostrado anteriormente estar a la altura y sólo nos queda otra pasatista comedia de humor post-moderno vacía.
Ya sea por un cuestión de falta de creatividad o simplemente vagancia, cualquier película hollywoodense de medio pelo que le va bien en la taquilla en estos días enseguida tiene una continuación. No importa que no haya razones para que la historia de los personajes se extienda, los ejecutivos de los grandes estudios saben que el film encontrará su público. Buenos vecinos 2, cuya segunda parte no tiene razón de ser, califica entre las películas más perezosas que se hicieron en el último tiempo. Los cinco guionistas que reunió esta producción (incluido Seth Rogen) no pudieron concebir una idea mejor que repetir la misma historia del film anterior, con la diferencia que le cambiaron el género a los antagonistas. En Buenos vecinos, estrenada en el 2014 , el matrimonio Radner (Rogen y Rose Byrne) tenía que lidiar con un grupo de idiotas de una fraternidad universitaria. Los protagonistas ahora reviven la misma situación con un grupo de chicas que se comportan peor que los sujetos del film previo. La película desperdicia la buena química que tienen Rogen y Byrne para trabajar el humor a través de situaciones escatológicas, referencias sexuales y uso de drogas. Escenas redundantes que no causan gracia y logran que American Pie parezca una película de Robert Altman. Zack Efron es probablemente la figura más destacada del reparto, quien vuelve a demostrar su talento para la comedia e interviene en una de las pocas escenas divertidas que tiene esta propuesta. Un caso diferente es la incorporación de Chloë Moretz, cuyo rol de adolescente reventada es difícil de comprar. Dentro de las actrices de su generación ella es una de las mejores, pero su labor en este film difícilmente quede en el recuerdo. No voy a perder tiempo en analizar el ridículo panfleto feminista que intentó propagar en su narración el director Nicholas Stoller. Tratar de incluir un comentario social en una película que se concentra más en la escatología que en la igualdad de los sexos es algo que no tiene sentido y en esta producción termina por hacer ruido. Especialmente cuando los personajes femeninos están pobremente desarrollados y carecen de cualidades interesantes. Buenos vecinos 2 es una clara representación del triste panorama que vive este género en Hollywood, donde los estudios siguen obsesionados en clonar la fórmula de humor de ¿Qué pasó ayer? Inclusive si te gustó la primera entrega, esta continuación la podés esperar en el dvd o la televisión que no te perdés nada relevante. En este momento hay propuestas mucho más decentes para disfrutar en el cine.
JÓVENES VS ADULTOS ADOLESCENTES Como la primera tuvo mucho éxito llego la inevitable secuela, con Seth Rogen como protagonista, co-autor entre otros con el director Nicolás Stoller. Al elenco de la primera Rose Byrne, Zac Efrom, se le suma Chlöe Moretz y una banda de chicas. Mismo barrio, la casa de al lado esta vacía y la familia planea mudarse, pero por 30 días los futuros compradores pueden echarse atrás. El tiempo de esta secuela, ahora las que vienen son chicas muy jóvenes, que quieren tener su propio lugar y la única manera de financiarla es con fiestas. Zac Efrom el eterno adolescente primero asesora y luego combate a la nueva fraternidad que viene a arruinar los planes familiares. Más de lo mismo si: humor chacho, delirios, nostalgias. Pero hay que reconocer que el ritmo se sostiene, que surgen algunos interesantes apuntes sobre el paso del tiempo y en definitiva el entretenimiento es válido para los que gustaron de la primera parte.
Naufraga en un humor elemental Dentro de la invasión de comedias políticamente incorrectas que sucedió al éxito de "¿Qué pasó ayer?", la despareja "Buenos vecinos" aportaba cierta originalidad al enfrentar guarradas de los jóvenes de una fraternidad con la de los treintañeros que vivían en la casa de al lado y que no soportaban sus desmanes nocturnos. Habiendo llegado a una tregua en la lucha generacional planteada en el primer film, en esta secuela está todo tranquilo: la familia de Seth Rogen espera un nuevo bebé y acaba de vender la casa para comprar otra. Sólo que la venta tiene un mes de prueba para que los compradores estén seguros de que tenga todos los requisitos en regla. Y, por supuesto, para repetir la premisa del film anterior, al día siguiente una nueva fraternidad de chicas alquila la siempre problemática casa de al lado. Por eso, el enfrentamiento vuelve a empezar, dado que el pedido de los protagonistas a las chicas para que se porten bien sólo un mes no cuaja, dado que las universitarias necesitan hacerse notar para convocar más socias y poder pagar la renta de la gigantesca casa. Como en un elemental dibujito animado -el clásico sería "La Pantera Rosa"- la guerra entre vecinos no da tregua, con matices tipo lluvia de tampones usados o robo de la gran bolsa de marihuana (esto da lugar a una vertiginosa persecución en una de las escenas más divertidas). Pero el nivel de esta segunda parte en general no es particularmente brillante, y los chistes que mejor funcionan son los más bien físicos, como los intentos del dueño de casa por salir del garaje donde lo atraparon las chicas. La novedad en el elenco es la presencia de Chloe Grace Moretz como la jefa de la nueva fraternidad, que aporta un par de chistes feministas más o menos divertidos, lo que se aplica a toda la película.
IMPORTAN LOS PERSONAJES Hay un rasgo distintivo en la filmografía de Nicholas Stoller como director, y es que parece comprender completamente a sus personajes, incluso para representarlos más allá de la historia para la que fueron creados y desarrollados. Entonces, así como con el spin-off Misión rockstar (Get him to the Greek, 2010) ampliaba el universo creado para Cómo sobrevivir a mi ex (Forgetting Sarah Marshall, 2008) y exploraba las posibilidades disruptivas del rockero Aldous Snow (Russell Brand); en Buenos vecinos 2 realiza una secuela de manual sin olvidarse de continuar, con una vuelta de tuerca, los conflictos de los protagonistas, que son los que le daban la humanidad necesaria a la excelente primera parte. Sí, la película es promocionada como si fuera igual a la primera, salvo que esta vez el matrimonio de Mac y Kelly (Seth Rogen y Rose Byrne) deben enfrentarse a una hermandad (es decir, una fraternidad de mujeres). De alguna manera esto es cierto, el director no le esquiva a la cuestión y establece la situación de vecinos en guerra rápidamente sin preguntarse demasiado. Aquí, obviamente, la reflexión sobre las residencias universitarias toma tintes feministas, y sin dejar de hacer chistes y a toda velocidad, Buenos vecinos 2 viene a decir algunas cosas interesantes acerca de la misoginia inherente a las instituciones educativas más arcaicas, como las universidades norteamericanas. Además, el cine de Stoller nunca se ve afectado por un excesivo cinismo, por lo que, aún burlándose del alocado grupo de universitarias lideradas por Shelby (una correcta Chloë Grace Moretz), siempre se mantiene el cariño por los personajes, por eso nos vemos involucrados con ellos y sus motivaciones. De todas maneras, lo que más importa en Buenos vecinos 2 es lo que sucede con los protagonistas de la película anterior, sobre todo con el personaje clave que es Teddy Sanders (Zac Efron). Teddy está absolutamente estancado en el pasado y parece imposibilitado de seguir adelante con algún proyecto de vida. Gran parte de la película se ocupa de este conflicto apostando a la actuación de Efron, quien demuestra que puede dedicarse a la comedia sin problemas, incluso haciendo un personaje complejo cuyo patetismo es incómodo y muy gracioso a la vez. También veremos a Mac y Kelly cuestionarse como padres, y demostrando lo relativo que es el concepto de adultez y maduración. Pero estos temas siempre derivan en un gag o un chiste ya que, por suerte, Buenos vecinos 2 no renuncia nunca al humor explosivo y de todo tipo. Stoller no olvida nunca que está haciendo una secuela y eso se nota: a Buenos vecinos 2 le falta algo de sorpresa. Sin embargo, el universo ampliado de estos personajes de la clase media norteamericana puestos en cuestión, en medio de una serie de chistes repetidos pero reformulados con esta vocación de incomodidad y locura, igual es de agradecer. Buenos vecinos 2 es una secuela digna de una gran primera parte.
"Buenos Vecinos 2" es otra secuela... y vaaaaaan... que estrena en nuestros cines y a mi gusto, de muy mal gusto en varios momentos... Película apuntada al público adolescente, con varios gags que funcionan y otros que pasan sin pena ni gloria. Seth Rogen, Zac Efron y Rose Byrne repiten la química de la primera entrega pero a mi parecer no supera lo buena que fue la anterior. Lugares comunes, una trama previsible y personajes muy poco desarrollados es lo que vas a encontrarte si vas a ver "Buenos Vecinos 2"... ahora, si te divierten las películas con humor ordinario y cero inteligente, ok, definitivamente es tu opción. ¡Que quede claro que yo te avisé!
Se estrena la secuela de la comedia del 2014, nuevamente protagonizada por Seth Rogen, Rose Byrne y Zac Efron, con la incorporación de Chloë-Grace Moretz. Efectiva, pero menos ingeniosa. Hay pocas cosas más forzadas que la secuela de una comedia. Difícilmente una segunda parte pueda superar, en estos casos, a su predecesora.A diferencia de las obras más épicas, como las de super héroes o similares, acá –salvo rarísimas excepciones- no hay un universo capaz de expandir y profundizarse. Por el contrario, en general, se apela a repetir la fórmula y los resultados terminan siendo decepcionantes. Cuando no está la novedad, lo único que queda es un producto a medias, y su calidad se mide únicamente por su efectividad, en vez de su ingenio. Es el caso de Buenos vecinos 2. Innecesaria por donde se la mire, el nuevo capítulo de la “saga” creada por Andrew Jay Cohen y Brendan O´Brien, tiene poco para ofrecer, más que algunos gags, sinceramente divertidos. Los protagonistas son otra vez Mac y Kelly Radner –Rogen y Byrne-, un matrimonio con una pequeña hija y otra en camino. Esto provoca que quieran vender su casa, aunque en vez de hacerlo directo, la tienen en reserva por 30 días. Ni bien comienza el periodo de prueba con el matrimonio comprador, deberán enfrentarse con un problema. Sus próximos vecinos, ya no son una fraternidad de hombres, sino una de mujeres, encabezada por Shelby –Grace Moretz- que cansada de los abusos misóginos dentro de las universidades, quiénes dictaminan que solo los hombres pueden tener fraternidades, decide crear la propia junto a dos amigas, fuera del ámbito universitario. Ningún film es ajeno a su contexto político y en medio de una disputa presidencial, donde Hillary Clinton, podría convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos, no parece casual que el film tome una impronta “feminista”, o por el contrario satirice el carácter machista de las instituciones, la propia industria hollywoodense y la mirada femenina per sé que se está desarrollando en el país. Sin embargo, si el arranque es políticamente incorrecto, el mensaje final de la película termina siendo demasiado conservador. En la primera parte, la madurez y la búsqueda de empleo, eran el tema central. Acá también es importante, pero en menor medida. Teddy –Zac Efron- sigue buscando el rumbo de su vida. Su convivencia con Pete se ve interrumpida, cuando este decide casarse con su novio, por lo tanto, también se queda sin casa. El film nunca profundiza en los conflictos de Teddy, pero el personaje termina siendo fundamental para guiar a Shelby y sus amigas, a la hora de organizar las fiestas de la nueva fraternidad, que les permitirán pagar el alquiler. Si bien su mensaje es demasiado conservador y moralista para sus pretensiones iniciales, hay que conceder que los gags, en su mayoría funcionan, no tanto por ingenio o creatividad, sino por el talento de su elenco, excepto por Grace Moretz, que está bastante sobreactuada. Sobreabundan los chistes sobre marihuana, juguetes sexuales y vómitos. No todos son efectivos.
Las chicas también quieren divertirse, pero las reglas de una injusta sociedad no se lo permiten. Y en Neighbors 2 harán lo que sea para abolir el estatuto que dice que no se pueden portar igual o peor que los chicos desbocados que conocimos hace dos años en la primera parte. Las secuelas apuradas no siempre funcionan, pero el mismo equipo técnico y artístico de la original se las ingenió para seguir las andanzas de los personajes y elevar la apuesta desde un costado un poco más femenino, y no dar puntada sin hilo en esta hilarante comedia restringida. Una de las grandes cosas que hizo que Neighbors tenga tanto éxito fue la grandiosa habilidad de Nicholas Stoller y compañía de hacer magia con la química entre Seth Rogen, Zac Efron y Rose Byrne, mezclándolos en muchas situaciones dispares. Así, los momentos de comedia iban acompañados por moralejas y cuestiones importantes, como ser el crecer y convertirse en buenos padres sin dejar de ser divertidos. Replicar esas situaciones parecía difícil, casi imposible considerando que las segundas partes nunca son buenas, pero el grupo viene con mucha fuerza y entrega una continuación más que digna, que no pierde tiempo en representar a los viejos conocidos y tampoco en introducir al trío de féminas que serán un verdadero quebradero de cabeza para la familia moderna que pretende mudarse a nuevas pasturas. Cambiar de una fraternidad a una casa llena de mujeres puede parecer una simple manera de crear conflicto, pero más allá de sentirse como una opción orgánica para la historia, viene acompañada de una interesante bajada de línea muy acorde a los tiempos que corren. ¿Por qué las mujeres no pueden hacer fiestas en donde no sólo sean un objeto de deseo? ¿Por qué se las limita mientras que los hombres pueden hacer lo que sea? Es una gran pregunta que Neighbors 2 responde con mucho énfasis, sin resultar aleccionadora y sin perder nunca el tono de comedia de por medio. Rogen y Efron vuelven a destacarse en escenas que tendrán a más de uno llorando de la risa, pero nunca hay que perder de vista a Byrne como la gran comediante que es, mientras que la ingresante Chloë Grace Moretz se une a la familia aportando otro costado a la historia. Por más negra y estúpida que se vuelva, dentro de toda la locura que lleva de por medio Neighbors 2 hay personajes con mucha humanidad, ya sea el matrimonio Radner, la crisis de crecimiento del personaje de Efron o la aventura anárquica de Moretz. Stoller sabe que tiene una gran columna vertebral en sus viajes y apoyar la comedia en su costado más humano hace maravillas. A muchos los puede afectar el nivel oscuro de algunas bromas o la idiotez generalizada que se presenta en la superficie, pero escarbando más profundo hay cuestiones y preguntas que valen la pena explorar... y si es con carcajadas de por medio, mejor aún.
La basura del vecino. Una vez más Hollywood halla la forma de banalizar ideales, reducir ideas y atomizar conceptos. En este caso el sexismo es el tema elegido para vulgarizarlo en un filme de género cómico, que de cómico tiene nada, pero del que se aprovecha para contrabandear sin sutileza alguna el estilo de vida de buena parte de la descerebrada juventud estadounidense. El reconocido fumón Seth Rogen vuelve en un filme que glorifica el consumo de marihuana y las fiestas de adolescentes, cuyo único fin es alcanzar el coma alcohólico con la mejor onda posible. El conflicto es el mismo de la primera película: Familia que se ve perjudicada por vecinos que viven de pachanga. En este caso, un grupo de chicas en busca de independencia e ideales feministas. Durante todo el filme se usa el argumento sexista para justificar la necesidad de un grupo de pendejas de hacer fiestas a su manera, sin ser consideradas objetos sexuales. Como es obvio, el argumento -escrito por hombres- hace agua, y los "ideales" solo llegan hasta el momento de cubrir la dosis de exceso necesaria para las chicas. Así, la industria cinematográfica produce otro artículo de exportación sin valor artístico, pero útil para infectar públicos que nada tienen que ver con el estilo de vida que promueven.
El rey de la comedia La segunda parte de Buenos Vecinos replica la fórmula de la anterior –una de las mejores comedias estrenadas en 2014, y la primera de Nicholas Stoller en llegar a las pantallas grandes de nuestro país– tomando lo mejor de aquella, pero con algunas variaciones que no resultan del todo satisfactorias. Esta vez, la casa en la que viven Mac y Kelly –en la dulce espera de su segunda hija– se venderá en un mes, período durante el cual los compradores pueden retirar su oferta sin previo en el instante ante la aparición de cualquier inconveniente. El conflicto se desata cuando una hermandad de chicas se instala en la casa de al lado, antiguo hábitat de los Delta Psi comandados por Zac Efron. Entonces, el matrimonio une fuerzas con su antiguo rival para destruir la nueva amenaza antes de que sea descubierta por sus nuevos compradores. La decisión de hacer más hincapié en el universo femenino, algo en lo que la Nueva Comedia Americana viene incursionando (y de forma exitosa con Damas en guerra), aquí produce un desequilibrio notable que afecta la película en la medida en que transitar por la comedia disparatada femenina requiere mujeres que puedan llevar a cabo esta compleja tarea, y Chloë Grace Moretz –cabecilla de las Kappa Nu–, no logra dar con el tono adecuado. En cambio, otra de las fundadoras de la hermandad resulta una Melissa McCarthy en potencia que sale expulsada de un frenazo por el parabrisas del auto de Mac y luego se levanta sin haber sufrido un rasguño: la película la desaprovecha hasta terminar volviéndola completamente invisible, mientras que otro personaje secundario extraordinario como el amigo de Mac, brilla en cada aparición de principio a fin. Ahí está la clave: ellos siguen siendo el fuerte de la NCA: Seth Rogen y su amigo, Zac Efron y el suyo (interpretado por Dave Franco) son personajes redondos, creíbles y queribles, cargados de una ternura propia de las películas de Stoller. En ellos se posa el núcleo narrativo y la construcción más allá del grandioso despliegue de gags, a pesar de que el argumento sea lo menos importante y la trama se vuelva un tanto dispersa. En medio de todos los personajes femeninos que la película no termina de desarrollar, la que sigue saliendo mejor parada es Rose Byrne, que no cuenta con la misma cantidad de chistes que Moretz pero la supera en personalidad. Los segmentos más logrados son aquellos en los que aparecen chistes explosivos e inesperados. En cambio, cuando no estamos frente a gags de humor físico y salvajadas varias, la película se vuelve menos enérgica, pero ahí están Rogen, Byrne y sus amigos para mantenerla en pie. Buenos vecinos 2 solamente flaquea en algunas escenas donde se enuncian explícita y reiteradamente algunas posturas, pero afortunadamente la película –con Seth Rogen, Evan Golberg y el propio Stoller como guionistas– nunca llega a convertirse en un discurso sobre la igualdad de género, la madurez o la importancia de la familia versus la diversión. De hecho, aquel gordito drogón y puro corazón que se convirtió en el amo y señor de la NCA, finalmente sentó cabeza, pero eso no quiere decir que no pueda seguir actuando como un adolescente ni tampoco drogarse o divertirse. El hecho de ser padre y esposo no le impide salir corriendo tras robar una bolsa llena de marihuana en calzoncillos exhibiendo sus man boobs y su cuerpo blanco, fofo y peludo en todo su esplendor. Porque Stoller, como ya lo había dejado claro en Buenos vecinos, no contrapone un estilo de vida con el otro, si no que los pone a convivir, dando lugar a una comedia ciclotímica que pendula entre el sabor agridulce apatowiano y el humor más salvajemente incorrecto y desatado propio de los Farrelly o de los sketchs de Saturday Night Live. Incluso siendo inferior a su predecesora y estando lejos del nivel de inspiración de otros trabajos del director, Buenos vecinos 2 es una buena comedia, lo suficientemente ingeniosa como para brindar varios momentos de placer absoluto. Quizás sus defectos se deban más a lo que esperamos de un tipo como Stoller, que entiende la comedia a la perfección y que ha dirigido películas de muy buenas a excelentes. Pero nada de eso empaña la alegría de poder seguir viendo sus películas en pantalla grande.
Luego del éxito con su primera entrega en el 2014, vuelven con esta segunda parte a la que le incluyeron otros elementos para divertir más aun a sus seguidores y esta vez tiene a cargo cinco guionistas y a Nicholas Stoller nuevamente en la dirección. Ahora Mac (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne) serán padres por segunda vez, por lo tanto deciden mudarse. Pero su venta peligra cuando conozcan a sus nuevas vecinas: Shelby (Chloë Grace Moretz, "La quinta ola”, "Hugo"), Beth (Kiersey Clemons) y Nora (Beanie Feldstein) por eso deben recurrir a la ayuda de Teddy Sanders (Zac Efron). Ayudan a sostener la comedia: buenas actuaciones, situaciones y un argumento gracioso, a pesar que se recurre a elementos y situaciones que ya fueron utilizados en su antecesora. Aborda temas actuales sobre las mujeres y los hombres.
La fiesta inolvidable El nuevo ejercicio de convivencia resulta entretenido. Esta vez, el ruido viene del lado de las chicas. Si en Buenos vecinos la discordia era la fraternidad liderada por el carismático Teddy Sanders, en Buenos vecinos 2 llega el turno de una hermandad de mujeres con las hormonas en efervescencia y dispuesta a luchar por lo que más quieren: divertirse. Los responsables de esta segunda entrega son los mismos de la primera: Nicholas Stoller en la dirección y Seth Rogen, Zac Efron y Rose Byrne como el trío dinámico protagónico. Mac y Kelly Radner (Rogen y Byrne) esperan un nuevo bebé y quieren mudarse. La casa de barrio en la que viven está en reserva, lo que quiere decir que durante 30 días tienen que hacer buena letra para convencer a los compradores. Shelby (Chloë Grace Moretz) es una adolescente que recién empieza la universidad. Con sus amigas reniega de las fiestas sexistas organizadas por las fraternidades. Es entonces que deciden formar una hermandad y alquilar una casa para armar fiestas a su estilo. El problema es que la casa que alquilan está al lado de la del joven matrimonio. Pero esta vez, el fibroso Teddy Sanders (Zac Efron) se unirá a Mac y Kelly para impedir que las adolescentes les arruinen la mudanza. Los personajes se complementan y ninguno está por encima de otro, todos se ayudan y pelean y planifican en equipo. El tema de la edad y del miedo a la soledad queda bien planteado. Y no faltan la incorrección política, el gag idiota, el gusto por el mal gusto, el humor físico y la referencia a la cultura pop. El personaje de Efron concentra toda la desazón de los que están parados en ese punto de la vida donde no se pertenece a ningún bando, o mejor dicho donde se está cada vez más cerca del bando al que siempre se tuvo como enemigo. Buenos vecinos 2 es efectiva y entretenida, y hasta se podría decir que es un poco mejor que la primera. Tiene un argumento más firme, que ayuda a que los personajes aprovechen al máximo todas sus posibilidades, y cuenta con secuencias vigorosas y demenciales y una vuelta de turca superadora.
En la misma línea de humor zarpado de la primera, pero con menos eficacia humorística, esta segunda parte encuentra a la familia feliz de Seth Rogen y Rose Byrne a punto de vender la casa cuando un grupo de alocadas adolescentes decide alquilar la de al lado. Ellas quieren armar su fraternidad, fuera de las restricciones sexistas que imponen ciertas reglas universitarias. Así se replica la situación de la primera parte pero esta vez con un grupo de niñas fumonas que hacen fiestas en bikini, por supuesto muy ruidosas. Pero si el argumento es excusa para el humor, los guionistas no logran elevarse más allá de la repetición de situaciones y chistes que vuelven una y otra vez, sin merecerlo. Todo se ve forzado: el mal gusto insistente para que quede claro que es una comedia loca, las bajadas de línea sobre la igualdad de género, el matrimonio igualitario y lo que significa ser buenos padres, el rol mecánico de los personajes secundarios. Incluso el divertido núcleo de la saga -poner a un matrimonio joven frente al espejo de que ya no lo son más- está aquí tan sobreexplicado que ni los realizadores parecen muy convencidos de sus imágenes (ni de la memoria de los espectadores). El corazón de la película se limita a la presencia de sus buenos comediantes y algunas secuencias físicas con el imperfecto Rogen y el musculoso Zac Efron, los mejores personajes. Ahí sí regala algunas risas esta secuela poco inspirada.
Otra secuela. La primera tenía lo suyo: la confrontación entre el recién padre de familia Seth Rogen y el universitario fiestero Zac Efron implicaba también una reflexión sobre qué es la juventud y qué significa que el tiempo pase, que uno madure. Y los ribetes de casi comedia negra ayudaban. Aquí se repite el esquema: la pareja se muda a una nueva casa, y al lado viene a instalarse otra “casa descontrolada”, salvo que de chicas. Los intentos fracasan y hay que llamar al viejo enemigo para lograr vencer la amenaza. Si la anterior era sobre el tiempo, esta película es sobre los géneros, los mitos de lo masculino y lo femenino y, sobre todo, el desplazamiento de la mujer en casi todos los órdenes. Claro que todos estos temas aparecen en segundo plano (bien), detrás de la catarata de gags que corresponde a un film de intención cómica. Algunos funcionan mejor que otros, pero en general no carecen de inteligencia ni -clave- oportunidad. Los actores comprenden que la farsa no es un trabajo sencillo y hacen lo suyo perfectamente.
Crítica emitida por radio.
Buenos Vecinos 2 vuelve a presentarnos al matrimonio que componen Mac y Kelly, ahora esperando su segundo hijo y lidiando con una nueva fraternidad, en este caso de chicas, que se muda junto a su casa. Para deshacerse de estas estudiantes ruidosas la pareja acudirá a Teddy, el antiguo vecino, para que con su experiencia pueda volver a traer paz al hogar. La primera película resultó original y divertida. Esta, al repetir la fórmula, carece de gracia y frescura. Seth Rogen y Rose Byrne funcionan muy bien como pareja, incluso cuando deben jugar escenas muy escatológicas (algunas de dudoso gusto) y Zac Efron sigue burlándose del estereotipo juvenil que construyó en sus primeros años de carrera. Pero no es suficiente. Algunas bromas generan risas, pero la trama se cae cuando los personajes intentan bajar línea sobre el sexismo y otros lugares comunes. Pese a esto, quienes busquen un entretenimiento liviano y admiren la clásica comedia norteamericana irreverente, podrán encontrar en los 90 minutos de metraje un producto pochoclero y efectista.
El mismo chiste sigue causando gracia En "Buenos vecinos 2" Mac y Kelly Radner tratan de vender su casa, pero al estar al lado de una casa de fraternidad universitaria de chicas, se dan cuenta de que no será tan fácil, por lo que deciden enfrentar a las descontroladas estudiantes. Sirve para divertir lo suficiente y hacer pasar un buen rato a pesar de no ser un largometraje inolvidable. Escena de sexo matrimonial que termina en algo escatológico. Así comienza “Buenos vecinos 2”, y sinceramente el primer pensamiento es “¿Esta película no la vi ya?”. Suena a reciclado de los chistes que quedaron afuera en la primera parte, y algunos que repiten el mismo esquema de escenas ya estrenadas. Sin embargo, el buen timing de Seth Rogen y Rose Byrne para la comedia liviana (muestran vibradores y hablan de marihuana casi todo el tiempo pero sigue teniendo poco peso) y la gran participación de Zac Efron -un hallazgo que nadie creía posible- sirven para divertir lo suficiente y hacer pasar un buen rato a pesar de no ser un largometraje inolvidable. En esta ocasión, como Mac (Rogen) y Kelly (Byrne) esperan un hermanito para Stella, deben mudarse a una casa más grande, y ni bien consiguen comprador, que tendrá un mes para confirmar la compra mientras inspecciona que todo sea tranquilo en el barrio, una hermandad de chicas se muda a la casa que supo ser del grupo de Teddy (Efron) en el pasado. Nuevamente comenzarán los problemas con la juventud para esta pareja que evita todo el tiempo parecer “vieja” aunque los conflictos con adolescentes se los recuerde todo el tiempo. Lideradas por Morgan (Chlöe Grace Moretz) las chicas lucharan en contra del sexismo que les prohíbe hacer fiestas a las comunidades femeninas, y serán lo más ruidosas que puedan. Teddy se transformará en el consejero de la fraternidad, pero como ya se convirtió en “adulto”, se cruza de bando ayudando al matrimonio a expulsarlas del barrio. Como ya se dijo, no se trata de una película superadora, y parece el mismo chiste que ya te contaron, pero narrado por otra persona vuelve a ser divertido y el placer culposo de reírte solo por reír, gana.
Furia adolescente Lidiar con un vecino complicado puede Lidiar con un vecino complicado puede llegar a ser una de las peores experiencias de la vida y es justamente en esta problemática tan común pero inquietante, en la que se sumerge “Buenos vecinos 2”. La película protagonizada por el comediante Seth Rogen, Rose Byrne y los ídolos adolescentes Zac Efron y Chloë Grace Moretz, es básicamente una disputa entre una familia conformada por un matrimonio y su pequeña hija y una fraternidad de adolescentes. Mientras la familia quiere mantener la calma para poder vender la casa, las chicas de la fraternidad sólo quieren divertirse. La guerra no tendrá tregua: desde fiestas interminables, pasando por episodios de robos y venta de drogas, y planes de último minuto. Todo será válido a la hora de defender el objetivo personal. Al mismo tiempo, el relato muestra las singularidades de la idiosincrasia norteamericana con la familia como bien preciado. Por momentos, el filme dirigido por Nicholas Stoller, sorprende por la crudeza de sus chistes sobre sexo y religión, divierte y entretiene con sus gags. Sin embargo no llega a ser más que eso, una película pasatista para entregarse a la risa y disfrutar con un pochoclo extra large.
Es llamativo, quiere la casualidad que en la misma semana de la cartelera argentina se estrenen dos secuelas de comedias bastante populares. Por un lado, Buscando a Dory se destaca por explotar todas las vueltas de tuerca para narrar una nueva aventura, similar a la primera, pero con el agregado de más personajes y una gran originalidad en el tratamiento. También se estrena Buenos Vecinos 2, secuela del éxito de 2014 que reunió a Seth Rogen, Rose Byrne y Zac Efron en una pelea vecinal y generacional. A diferencia del film de Disney/Pixar, acá pareciera que encontraron la fórmula para innovar. El gancho es presentar un grupo nuevo de vecinos en uno de los bandos, mejor dicho, vecinas. Mac y Kelly (Seth Rogen y Rose Byrne) pudieron desprenderse de la tumultuosa fraternidad del primer film, viven felices, ella queda nuevamente embarazada (vale aclarar que la actriz se encontraba en el mismo estado durante el rodaje) y deciden mudarse. Justo cuando encuentran a los candidatos ideales para la venta, se enteran de una cláusula de prenda que permite al nuevo propietario poder rescindir el contrato de escritura dentro de los primeros 30 días si algo ocurre y la vivienda no es de su agrado. Casualmente, la casa conexa, antes habitada por la fraternidad liderada por Teddy (Zac Efron), vuelve a ser habitada, esta vez por una hermandad de chicas “rebeldes” que buscan crear su propio grupo diferenciado para poder divertirse a lo grande. Para esto, adivinaron, contarán con el asesoramiento de Teddy. Esto da pie a que la guerra entre el matrimonio y sus jóvenes y alocados vecinos vuelva a comenzar… exactamente igual a como ya lo vimos en el primer film. A los dos guionistas de la primera entrega Andrew Jay Cohen y Brendan O’Brien esta vez se les suma el propio director que también repite Nicholas Stoller, el protagonista Seth Rogen, y el habitué a este tipo de comedias Evan Goldberg. Entre los cinco guionistas no tienen la claridad para otorgar material realmente nuevo. Las chicas de la hermandad (atención, vamos a asistir a una clase explicativa sobre las diferencias entre una fraternidad y una hermandad), lideradas por Chloë Grace Moretz, planean todo tipo de diversión, son zafadas, guarras, irrespetuosas, y no quieren saber nada con el control del adulto. Los adultos, a los que se suma la pareja amiga también embarazados, se debaten entre ver peligrar su armoniosa vida y recordar los tiempos en que ellos eran como las chicas de al lado. Entre los dos se ponen trampas, tretas, se desafían, todo truncado por la graciosa torpeza de los personajes. O sea, todo lo que ya se hizo en el primer film. Quien más sufre en medio de esta repetición a modo de loop, es Zac Efron, su personaje no haya lugar adecuado en el argumento, su incorporación se ve forzada, y hasta desaparece durante largos tramos del film (de una duración más bien corta) sin que se note demasiado su ausencia. La excusa de quedarse sin vivienda (el Pete de Dave Franco, ahora gay, hace una pequeña participación para este caso) y sin un futuro cierto no parece del todo suficiente ni bien explotada, ni siquiera el hecho de ubicarlo como una suerte de mercenario en esta simpática guerra parece alcanzar. Rogen y Byrnes dependen de sí mismos, el guion les ofrece el miso material y los mismos remates, el talento para la comicidad de uno y otro, lograrán sacar alguna sonrisa. Nuevamente, varias vetas quedan sin explotar, el embarazo de Kelly pareciera ser una mera necesidad ante el embarazo de la actriz, ya que rara vez se recurre a ese hecho durante la película, es más, se la somete a determinadas pruebas físicas que hasta serían contradictorias. Moretz debe repetir lo hecho por Efron en la entrega anterior, pero lo suyo tampoco es la comedia (viene demostrando ser una actriz no muy dúctil en varios géneros), sus gags son de argumentos, pero lucen forzados en la interpretación, y hasta la necesidad de ponerla como una outsider parece contraproducente con la belleza de la actriz. Hay esporádicos momentos o escenas graciosas, algún acierto al reírse del cliché de los gustos para adolescentes, pero en su mayoría todo queda en algo que ya vimos (y hasta podríamos decir no solo en la primera parte de esta saga). Abundan los chistes sexuales, sexistas, y la referencia cool a la marihuana, que en estos tiempos ya suenan bastante antiguos y reiterativos. Buenos Vecinos 2 tiene momentos efectivos para los menos exigentes, pero no ofrece nada que no podamos hacer viendo otra vez desde nuestras casas la primera película. Quienes no estén en busca de algo refrescante quizás salgan satisfechos.
La secuela de “Buenos Vecinos”, “Buenos Vecinos 2” (USA. 2016) es la puesta al día del matrimonio conformado por Mac y Kelly (Seth Rogen y Rose Byrne) y su relación con Teddy (Zac Efron) quienes luego del accidentado encuentro y resolución de la primera entrega, nuevamente se verán las caras. Mac y Kelly esperan un nuevo hijo y deben mudarse, por lo que deciden vender su vivienda e ir a un lugar más amplio para poder estar con sus niñas. Cuando finalmente consiguen que alguien reserve la casa, implicando que si los posibles compradores detectan alguna anomalía sobre el entorno, estructura, o lo que sea, pueden rechazar la misma. Las vueltas de la vida hará que la casa de al lado de ellos vuelva a estar ocupada por un grupo de jóvenes que desean despegarse delas tradicionales fraternidades femeninas y fundarán una propia llena de excesos y fiestas. Pese a tratar de dialogar con ellas, Mac y Kelly verán cómo el sueño de poder mudarse quede trunco al volverse a repetir al lado suyo la misma historia que hace tiempo padecieron con Teddy y compañía. Pero cuando Teddy, expulsado por sus ex compañeros (una pareja gay que necesitan vivir solos para concretar sus sueños) cae en la casa en la que esta nueva “sororidad” (Kappa Nu), encabezada por Shelby (Chloe Grace Moretz), Beth (Kiersey Clemons) and Nora (Beanie Feldstein), comenzará sus operaciones y se transformará en una suerte de mentor de las mismas. Así, el guion de Andrew J. Cohen Brendan O'Brien Nicholas Stoller Seth Rogen y Evan Goldberg, y la dirección de Nicholas Stoller (que ya estuvo detrás de la primera entrega, pero también trabajó con los guiones de “Zoolander 2”, “Turbo” y la versión cinematográfica de los Muppets), encuentra un tono ágil y dinámico para esta nueva entrega. “Buenos Vecinos 2”, toma una casa y la pone de “spring breaker” haciendo de la multiplicación del gag y el punchline la posibilidad de que la película pueda romper la previsibilidad con la que el espectador asiste a la sala a verla. Las referencias a la cultura popular (Nikci Minaj, Hillary Clinton, etc.) y las escenas en las que la escatología explota, acercan a “Buenos Vecinos 2” a películas como “Loco por Mary” o “Virgen a los 40” y ubican la película en la línea de nueva comedia americana soez que potencia el humor y las situaciones incómodas (atentos al chiste de la hija de Mac y Kelly con el vibrador “princesa”). La fiesta como lugar de desenfreno frente al contraste con el matrimonio, que no quiere dejar ese lugar que también supieron liderar, el sexo como lugar de evacuación más que placer, la amistad como reparo ante un entorno agresivo y la incorrección como forma de vida, son sólo alguno de los puntos de una película que cumple con aquello que promete y que potencia la broma y el gag irrefrenable como estilo de narración.
Existe un axioma que reza “nunca segundas partes fueron buenas”, y al mismo tiempo, casi contradiciéndolo, aparece otro que invoca a la singularidad: “La excepción confirma la regla”. Estamos frente a la primera de las proposiciones, con la salvedad que el origen de la misma no era un dechado de virtudes sino casi lo contrario. Pues entonces, que se puede esperar de una secuela cuyo principio no se presentaba como una producción lograda, que deseaba, de mal modo en tanto guión y estructura, al mismo tiempo que de manera ineficaz en relación a los resultados obtenidos, como una comedia políticamente “incorrecta”. En esta nueva entrega hasta podría leerse, siendo exageradamente bondadosos, un acercamiento a la situación política actual imperante en los EEUU, con la posibilidad que Hilary Clinton se convierta en la primera mujer presidente de ese país. Mas allá de la misoginia que puede extraerse del texto de manera subyacente, pues, en realidad, son las chicas comandadas por Shelby (Chloe Grace Moretz), fundadora de una especie de fraternidad femenina universitaria, que se instalan en la casa de al lado de la familia Radner, las que necesitaran de la ayuda de Teddy Sanders (Zac Efron) para sustentar y hacer progresar su proyecto. ¿? De las razones estructurales narrativas que aplican la presencia de Teddy en la casa, sólo se puede decir que se inicia en la premisa que hoy por hoy debe tener una película para ser progresista, bien pensada. Moda, sólo eso en este sentido. Mac (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne), padres de una criatura, término que no intenta de ningún modo ser peyorativo, están esperando su segundo vástago, (término que no intenta de ningún.....) con la idea y necesidad de vender la casa para ampliar los horizontes y el espacio familiar, se verán en problemas ante la presencia de las féminas haciendo fiestas juveniles y alocadas en la casa de al lado.. La repetición de formulas está exacerbada, nada es original ni lleva demasiados elementos que la puedan colocar en el calificativo de eficaz, sagaz, menos sutil. Entre las derrotas que presenta en su desarrollo el filme la más llamativa es ver, y ser testigos, de cómo se puede desaprovechar la química que presenta la pareja Seth y Rose, quienes a primera vista nunca podrían estar juntos, pero sus capacidades histriónicas disuelven esa muralla, aquí se van perdiendo en una catarata de escenas rayanas en lo escatológico, con referencias cuasi “pornográficas”, y las drogas como vedettes invitadas, todo demasiadas veces. ¿Será redundante para que el yankee medio por fin entienda el gag? Por lo que el humor que transpiran los actores queda en un muy lejano segundo plano. Igualmente ellos, y los otros protagonistas, son lo mejor de ésta producción, o más propiamente dicho, lo único rescatable, pues Zac Efron demuestra tener incorporado el sincronizado temporal para la comedia, por su parte Chloe, una de las mejores actrices de su generación, despilfarra su talento en la sobreactuación, posiblemente esa haya sido la marcación del director, razón que es dable decir que esta mancha no le afectara a la tigresa. Por último, si querríamos afinar el hilado de este enramado para el entretejido le falta hilo, pensando como productores hollywoodenses para llenar arcas y simultáneamente establecer este mamotreto como defendiendo un lugar ganado por las mujeres, ¿Como si necesitaran de los hombres para eso? Siendo los personajes femeninos los que plantean el conflicto y su resolución, al mismo tiempo que son los actanciales (en términos literarios) más importantes ¿por qué figuran en tercer y cuarto lugar en los créditos?
Igual pero mejor Es indudable que, dentro de la nueva comedia americana, son los mismos estereotipos y personajes emocionalmente inmaduros los que dominan la gran escena del género. Desde el derrotero sin fin de Adam Sandler con films como Grown Ups (2010) hasta el nuevo standard de calidad creado por Todd Philips y la trilogía ¿Que pasó ayer? (The Hangover), todos son exponentes en mayor o menor medida del gag efectista e inmediato, sin grandes pretensiones argumentales. Una fórmula que, cuando se pone en práctica, depende principalmente de la dinámica del guion y la química actoral para que los clásicos lugares comunes sean algo anecdótico, más que una falencia para remarcar. Y justamente es en esa singularidad que una secuela tan innecesaria y continuista como Buenos Vecinos 2 (Neighbors 2: Sorority Rising) funciona en lo más importante: Hacer reír. No nos equivoquemos, la segunda parte de Neighbors (2014) – también escrita y dirigida por el británico Nicholas Stoller – es igual de incoherente y descerebrada que la primera, teniendo en cuenta que la premisa es casi calcada de la anterior y el humor es igual de burdo que cualquier episodio de Jackass. Prácticamente no existe ningún aporte significativo que la haga más atractiva para el que está acostumbrado a un humor más elaborado. Dicho esto, podemos decir que el reciclado argumento de adultos vs adolescentes pasa a un segundo plano cuando los chistes y los personajes se complementan de forma ideal. Seth Rogen y Rose Byrne vuelven a ser Mac y Kelly Radner, dos ineptos padres de una nena de dos años y otra por venir, más preocupados en fumarse un porro que en evitar que su hija juegue con un consolador vestido de princesa. Ya pasaron dos años desde aquella batalla contra la fraternidad de universitarios fiesteros liderados por Teddy (Zac Effron) y Pete (Dave Franco) y ahora el mayor anhelo de esta divertida pareja es vender su casa para poder mudarse a los suburbios, aprovechando que la paz volvió al barrio. La única condición es que pasen primero por un período de prueba que convenza a los compradores que no existe ningún inconveniente con la casa ni con los vecinos. Sin embargo, el problema surge cuando otra hermandad de estudiantes desenfrenados son precisamente los nuevos vecinos con los que tienen que lidiar los Radner. Encabezado por Shelby (Chloë Grace Moretz), este grupo de chicas busca romper con las reglas misóginas de la universidad que sólo permiten hacer fraternidades masculinas y para eso intentarán defender sus derechos recién adquiridos a base de música fuerte, alcohol y drogas blandas. Frente a este panorama, la única solución que les queda a Mac y Kelly es aliarse con un viejo enemigo, la única persona capaz de crear como de arruinar fiestas: Teddy. Buenos Vecinos 2 Al igual que en la primera película, Buenos Vecinos 2 mantiene esa impronta grandilocuente de convertir lo absurdo en algo épico. Los varios enfrentamientos entre ambos bandos son una cuestión de logística militar exagerada que casi siempre terminan en situaciones delirantes cargadas de slapstick y al límite de lo escatológico. Algo que deriva en un humor, que si bien puede parecer gastado en los papeles, encuentra la mejor versión en sus intérpretes. Tanto Rogen como Byrne son los pilares fundamentales para que cada conflicto concluya por lo general en un buen remate. El guion acompaña pero es la química de este dúo en escena lo que hace que en algunos momentos la gracia provenga más de sus expresiones que de los diálogos. Caso aparte es el de Zac Effron, el cual tomó la mejor decisión de su carrera al dejar atrás su edulcorada imagen de ídolo teen para pasar explotar su faceta cómica parodiándose a sí mismo (aunque no siempre con buenos resultados). Puntualmente en este film, el idiota querible de Teddy es su mejor papel hasta ahora – Aunque corra peligro de encasillarse de nuevo. Por otro lado, la inclusión de la siempre talentosa Chloë Grace Moretz como la intrépida Shelby es una las mejores incorporaciones al elenco, no obstante su soltura en cámara no es suficiente para consolidar un personaje algo falto de personalidad desde un principio. Esto se hace más evidente cuando se lo compara con la poca participación que tiene esta vez Dave Franco, uno de los puntos fuertes de la primera entrega y que ahora cuenta con un espacio por demás reducido dentro la historia. Fuera del plano actoral, es curioso ver que una película de este tipo sitúe al sexismo en un lugar preponderante y que a su vez sea algo de lo que los personajes se encarguen de hacer notar en todo momento. Dentro de un contexto histórico en donde se favorece la reivindicación de la igualdad de género, esta pequeña declaración de principios cumple en equiparar los estereotipos negativos masculinos al retratar a los personajes femeninos con las mismas actitudes groseras y sexualmente activas que las que se suelen asignar a los hombres, y sin ningún tipo de juicio de valor al respecto. Un pequeño granito de arena frente a la doble moral con la que se representan los sexos. Neighbors 2 es el equivalente a un placer culposo para los que disfrutamos de una comedia chabacana de vez en cuando. De todas formas, detrás de los chistes fáciles y un argumento inverosímil, se puede encontrar un trabajo de relojería capaz de convertir el gag más básico en una sumatoria de ocurrencias más complejas apreciadas en conjunto. Porque a pesar de pertenecer a un subgénero bastardeado dentro de la comedia, esta secuela es algo más de lo que aparenta a simple vista.
Repitiendo elenco, director y guión se estrena la comedia Buenos Vecinos 2, que vuelve a enfrentar al joven matrimonio con la fraternidad que se instala en la casa de al lado para no dejarlos dormir tranquilos. 1938 Después de deshacerse de la fraternidad de la casa de al lado, los Radner (Seth Rogen y Rose Byrne) creyeron que haber conquistado la paz que tanto querían para ver crecer a su pequeña hija en paz. Pero la vida no es mas que cambio y Stella aún no empieza a hablar cuando descubren que una segunda criatura está en camino, por lo que deciden que es el momento perfecto para emigrar hacia los suburbios como siguiente escalón obligado del american dream. Al mismo tiempo la adolescente Shelby (Chloë Grace Moretz) vive la emoción de la independencia en sus primeros días en la universidad, decidida a revertir la escasez de amigas que padeció durante la escuela pero resulta inmediatamente decepcionada al descubrir que las fraternidades de mujeres tienen prohibido organizar fiestas y no tienen otra alternativa que acudir a las que organizan sus compañeros varones. Le lleva pocos minutos en la primera fiesta convencerse no sólo que esa clase de fiestas le aburren sino también que la repugna el ambiente sexista en que se producen, con las fraternidades masculinas fijando las reglas sin necesidad de considerar a sus compañeras mujeres como algo más que un objeto de deseo. Pero al menos no está sola en el sentimiento y huye del lugar con dos nuevas amigas con las que esa misma noche deciden organizar su propia fraternidad con juegos de azar y muj fuera de las reglas establecidas para poder hacer divertirse bajo sus propios términos. Como tercer eje de la historia en Buenos Vecinos 2, el grupo principal de antagonistas de la primera película encabezados por Teddy (Zac Efron) se reúnen para jugar a las cartas y ponerse al día sobre sus vidas, una charla que a los pocos minutos deja en claro que el antiguo líder es el único que no supo hacer la transición hacia la adultez y seguir adelante con su vida, algo que también se vuelve más difícil por los antecedentes penales que le quedaron por los incidentes de la primera entrega. Cuando toma conciencia de que el mundo avanza sin él, su reacción no es cambiar de actitud sino ofrecer sus conocimientos a las novatas estudiantes que pretenden montar su nueva fraternidad en la misma casa donde él lo hizo años antes, un poco para intentar mantenerse adolescente pero también para vengarse de los Radner a quienes acusa de su prontuario. Recalentado al microondas Los lazos con la entrega anterior son tan fuertes que es imposible hablar de una sin la otra, mantiene la misma estructura y varios de los puntos claves de la historia parecen ser los mismos un poco maquillados, pero junto con el aumento de presupuesto todos los personajes parecen haber recibido además una dosis extra de estupidez que los caricaturiza incluso más que antes y no necesariamente para mejor. Una vez más el tema principal de la película es el choque generacional entre los vecinos pero lo que antes servía para hablar de todo lo que implica la transición hacia la adultez desde dos posiciones muy cercanas a la frontera, esta vez la diferencia de edad entre los vecinos es más notoria y cada vecino está en una posición más asentada en su extremo, con Teddy en un punto intermedio donde aunque sigue teniendo como única meta una búsqueda hedonista de diversión, a la vez descubre con espanto que tiene tan poco en común con Shelly como supo tener en su momento con los Radner. No comparten códigos y están dispuestas a cruzar límites que el no cruzaría, pero por sobre todo no lo respetan ni lo escuchan como él estuvo acostumbrado cuando era el líder de la manada, expulsándolo del grupo cuando sienten que ya no tiene nada que enseñarles y causando un infantil cambio de bando para aliarse con sus antiguos enemigos. Nadie espera interpretaciones shakesperianas (o que Seth Rogen no haga el mismo personaje de siempre) ni un guión a prueba de balas, pero Buenos Vecinos 2 está un poco lejos incluso de los estándares flexibles que se le aplican. Los giros de la historia no tienen mucha lógica y todas las actuaciones son acartonadas, todo perdonable si no fuera porque muy pocas situaciones son realmente cómicas como para justificar la chatura del resto y el principal motivo para ese desbalance puede ser justamente algo que no le sale particularmente mal, porque como ya lo hizo antes pretende no quedarse en una sucesión de gags sin al menos deslizar un par de ideas más serias sobre como funciona la sociedad en la que está inserta. Lo que falla en todo caso es no lograr incluir esos conceptos sin que se deshaga la comedia. La cultura de las fraternidades nos es muy ajena a nosotros, pero recibimos tantas películas con ese tema que a la fuerza tenemos incorporado el estereotipos de jóvenes que abandonan el hogar con más intenciones de irse de fiesta que estudiar y son capaces de soportar cualquier humillación con tal de ser aceptados por un grupo de referencia. Buenos Vecinos 2 vuelve a hablar de esa necesidad de rebeldía inocua y tolerada por los adultos que no va más lejos que un par de fiestas sin realmente replantearse nada, pero también incorpora una crítica al sexismo latente en ese entorno con más sutileza y éxito de lo que parece a simple vista, tan sutil que unos cuantos que añoran la versión ochentosa de este humor lo entendieron a medias y salieron a expresar su indignación por lo que consideraron “propaganda feminista”, aunque probablemente su mayor indignación fuera porque esperaban ver unos cuantos centímetros de piel de la ya crecida Hit-Girl y terminaron con una sobredosis de abdominales de Zac Efron. Conclusión Nadie va a ver Buenos Vecinos 2 por accidente. Si disfrutaron la primera es probable que disfruten la segunda porque es básicamente lo mismo con un cambio de género en las antagonistas. Y si el humor de la primera no es lo tuyo, no hace falta que nadie te avise que no hay ninguna necesidad de ver la segunda.
Publicada en la edición #284.
Si no puedes combatirlos, ¡únete a tus vecinos! Con Chloe Grace Moretz y la participación de Selena Gómez, “Buenos vecinos” ofrece una nueva entrega. Una comedia escatológica muy yankee, de esas que poco interesan al público argentino. De este modo se podría describir a Buenos vecinos 2, siempre y cuando se descarte el hecho de que en el elenco de esta secuela vuelve a participar Zac Efron, como contrafigura de Seth Rogen y Rose Byrne, y se agregan las estrellas juveniles Chloe Grace Moretz en el co-protagónico, y Selena Gómez en una participación especial. Calificada para un público mayor de 13 años (con reservas), son precisamente los adolescentes y de un poco de más edad, el objetivo de una película que camina por la vereda de la denominada "nueva comedia americana", bizarra, desmadrada y sexual, para reencontrar al matrimonio Radner con su ex vecino Teddy Sanders, un adulto joven y con dificultades para conseguir un buen empleo a partir de la condena recibida por los desmanes producidos en la entrega anterior. A punto de vender la casa donde fueron blanco de una fraternidad de universitarios descontrolados al mando de Sanders, los Radner se ven ahora obligados a aliarse con él para combatir a un nuevo grupo, las chicas de la recién estrenada hermandad Kappa NU, cuya premisa es hacer valer el derecho de las mujeres de disfrutar de fiestas alocadas y a su modo. Mucha piel, mucha droga abiertamente aceptada en una sociedad que --todavía y en lo formal-- guarda algunas distancias con la nuestra, aparecen como parte de un combo varias veces repetido desde las Porkys de los ´80 a las American Pie de los 2000 a 2012. ¿Terminará Buenos vecinos por convertirse en otra saga de culto? Por ahora, el trío Rogen-Efron-Byrne parece dispuesto a explotar la cada vez más disimulada pero no por ello menos existente brecha generacional. A las órdenes de Nicholas Stoller, se ridiculizan y ríen de sí mismos frente a los más jóvenes, pero a la vez, opacan el potencial de la oferta que lideran en favor de una sobrevaluada bizarridad.