Habitar al prójimo Las propuestas de corazón sensible para adolescentes suelen pasar bastante desapercibidas en el hiper segmentado mercado contemporáneo porque el grueso del mainstream una y otra vez apuesta a películas gigantescas destinadas a un rango etario mucho más vasto, en esencia debido al miedo irrefrenable que los ejecutivos actuales de los grandes estudios y productoras le tienen a la competencia que representan la piratería y los servicios de streaming, con los cuales cada vez más seguido terminan pactando, condenando de este modo a muchas obras a la no exhibición en salas. Así las cosas, lo que en el pasado eran films con sex appeal masivo terminan enrolados bajo la etiqueta “joven adulto” y enviados a otro de esos nichos a los que se destina poca y nada publicidad en favor de los tanques de siempre que pasan a aglutinar todos los esfuerzos de venta de una industria conservadora. A diferencia de otros productos adolescentes semejantes, Cada Día (Every Day, 2018) sí cuenta con una premisa de base interesante -cortesía de la novela homónima de 2012 de David Levithan- que fue trabajada con esmero por el guionista Jesse Andrews y el director Michael Sucsy: la historia se centra en la relación romántica que une a Rhiannon (gran desempeño de Angourie Rice), una chica que atraviesa la secundaria, y un ser espiritual conocido simplemente como A, quien se despierta cada mañana en un nuevo cuerpo de una persona de su misma edad que reside en la misma zona que la anterior, una especie de condena aleatoria que lo transforma en un alma en constante transmutación física. Con las dificultades del caso, los dos jóvenes intentan construir un vínculo que va mucho más allá de la apariencia concreta, de los recelos de cualquier tipo y hasta de los géneros sexuales. Deudora de elementos de Ghost: La Sombra del Amor (Ghost, 1990), Hechizo del Tiempo (Groundhog Day, 1993) y La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone), la trama comienza cuando A amanece en el cuerpo de Justin (Justice Smith), el novio negligente y medio bobazo de Rhiannon, la cual lo convence de escaparse del colegio y pasar una jornada juntos que derivará en el enamoramiento de A y el reenamoramiento de la chica, quien de a poco descubrirá y terminará aceptando el hecho de que A se le presenta cada día con una cara diferente, lo que incluye tanto varones como mujeres, y la posibilidad de que el afecto se sostenga sobre todo a escala emocional. La película posee una impronta indie sumamente insólita para un opus de estas características ya que trabaja con suma delicadeza el tópico, abrazando las connotaciones más serias de fondo sin caer en esos diálogos vacuos, lelos o autoparódicos típicos del “Hollywood popular” que quiere sonar siempre canchero, más aún tratando de venderle el convite a los púberes y las mujeres en especial. Otro detalle extraño del film es que complejiza el sustrato para ir más allá del amor en sí y meterse con la responsabilidad y consecuencias que implica este derrotero incesante de cuerpo en cuerpo, como las reacciones sociales frente a la supuesta “promiscuidad” de Rhiannon, la obligación de A de no perjudicar la vida de cada “recipiente”, la tentación de quedarse más tiempo en algún ser humano y eventualmente reemplazarlo, la desconexión que todo el asunto puede generar a veces y las perspectivas de un futuro para la pareja bajo estas condiciones. En cierto sentido, Cada Día es en simultáneo una feel good movie bien desarrollada desde la adultez y la imaginación y un ejemplo de esta nueva camada de productos del mainstream que pretenden escaparle a la fórmula “chico conoce chica” para incorporar -gracias a un contexto fantástico- dimensiones alternativas de la sexualidad, la necesidad de conocer en serio a la pareja y hasta la idea de habitar al prójimo con vistas a edificar un acuerdo más o menos explícito en el que el cariño sea mutuo y permanente…
Romance puro, cándido, blanco y sin sexo: una película ideal para los que van a ver su primer película de amor. Aunque llegues al cine sabiendo de que trata este film, seguramente vas a estar bastante perdido al comienzo, pero...
“Cada Día” cuenta la historia de A, un ser que se despierta todos los días en un cuerpo diferente (mujer u hombre, de forma indistinta) y vive esas 24 hs como dicha persona. Pero su vida cambiará cuando se convierta en Justin y conozca a Rhiannon, la novia de este joven, con la que pasará una tarde muy especial y se terminará enamorando de ella. Es así como hará lo imposible por formar un vínculo que perdure en el tiempo. En estos momentos que corren, una película como “Cada Día” es más que bienvenida. Basada en la novela homónima de David Levithan (2012), el film propone un concepto muy interesante sobre el amor. Nos enseña que uno se enamora de personas más allá de los géneros preestablecidos, que lo importante no es cómo nos vemos sino cómo somos internamente y que no podemos conformarnos con alguien que no nos ama como nos merecemos. Pero no solo habla de dichos sentimientos, también aborda la cuestión de ponerse en el lugar de los demás, que el tiempo es una construcción relativa, que hay que tratar de vivir cada día como si fuera el último y dejar una marca en quienes están a nuestro alrededor. Esto es importante sobre todo porque es una historia que apunta al público adolescente y joven, dejándole un mensaje positivo y reflexivo. Sin embargo, a pesar de tener una propuesta relevante para nuestros días, su ejecución es un poco desprolija. En primer lugar, nos encontramos con un montaje sucio, sobre todo en sus inicios existen algunos pasajes de un momento a otro o de un día a otro que no se entienden del todo. Recién se logran comprender pasados algunos minutos, cuando la historia se termina acomodando. Más específicamente, A cambia de un cuerpo a otro, pero por la forma en la que están construidas las imágenes, nos hacen creer que todavía esto no sucedió y que sigue siendo la persona que era en la escena pasada; no existe ningún elemento o transición que nos indique que cambió de día. Asimismo, por momentos el argumento se siente un poco repetitivo durante el segundo acto. Una vez que comprendemos las reglas del juego y hasta que llega el giro dramático final, las situaciones son reiterativas sin aportar un avance en el relato. Lo mismo ocurre con algunas subtramas que están poco profundizadas y no terminan haciendo una diferencia al eje central de la historia. Por otro lado, la película no propone dar una explicación sobre la situación de origen que se plantea. No importa por qué A es de esta forma, ni cómo le sucedió esto, ni si existe un modo de solucionarlo. Este punto es bastante subjetivo e impactará en cada espectador de una manera distinta. Seguramente estén aquellos que quieran alguna respuesta a su interrogante, y otros que acepten que lo más importante de la historia es el viaje de los personajes. Se trata de un film de ciencia ficción/fantástico además de un drama romántico, así que no está mal no encontrarse con ningún cierre; dependerá del gusto personal de cada uno. En cuanto al elenco, la actriz protagónica Angourie Rice (“Dos buenos tipos”) realiza una muy buena labor. Su personaje está muy bien construido, presentando en un comienzo una negación ante la situación, pero que luego va abriendo su mente y empieza a comprender una realidad algo compleja pero que sucede de verdad. El resto del equipo está muy bien también, logrando crear el personaje unificado de A, a pesar de que cambia el actor o actriz que lo encarna. Es positivo que ninguno de los roles caigan en clichés ni en prejuicios sociales; son papeles que identifican a una nueva generación de jóvenes. En síntesis, “Cada Día” es una película para las nuevas generaciones y los tiempos de cambio que corren en estos momentos. Una historia que habla sobre el amor que traspasa géneros, la apertura de mente y la intensidad con la que vivimos nuestros días. A pesar de unas suciedades en su montaje y algunas repeticiones dentro de la trama, el elenco, la construcción de sus personajes y su mensaje reflexivo hacen que el film esté bien logrado.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
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EL AMOR EN TIEMPOS DE ENVASES DESCARTABLES Cuando Rhiannon (Angourie Rice) redescubre a su novio de secundaria Justin (Justice Smith) como a un caballero que la mira de manera especial y la tiene como prioridad, vive uno de los días más felices de su existencia. Pero eso sólo dura 24 horas y a la mañana siguiente, el chico con el que comporte su ocio y algunas horas de escuela, vuelve a comportarse como un adolescente más, que apenas la considera. La realidad es algo difícil de digerir, ya que la persona que se ha enamorado de ella y a la que ha seducido ese día tan especial, es un ser que no puede permanecer más de 24 horas en un cuerpo al azar, de su misma edad, de sexo variable, y en la misma zona. “A”, tal el nombre que se asigna, confiesa a Rhiannon el amor que le tiene y le propone vivir esos cambios como parte del condimento que se daría en una relación tan poco convencional. La premisa es bastante original, al menos en el formato comedia romántica, ya que en ningún momento la película se pone en modo explicativo o intenta brindar una base científica sobre lo que está ocurriendo. Como si en Hechizo del tiempo, Bill Murray despertara cada día en un cuerpo diferente y la aventura consistiera en adaptarse a la nueva realidad y no tener que ser él quien busca modificar lo que sucede una y otra vez de la misma manera -y un poco el montaje busca homenajear a esa misma película pionera en estas cuestiones-. Mucho menos aborda el terreno del suspenso sobrenatural o el terror, teniendo tanta tela para cortar al respecto. Pero sí en cambio utiliza el factor de cambio para plasmar con mucha precisión la idea de cómo una persona empatiza y llega a enamorarse de alguien desde su interior, sin importar cómo se vea. Rhiannon acepta el desafío en principio y esto le presenta muchas complicaciones, sobre todo familiares y sociales, ya que como era de preverse en su escuela comienzan a verla como una “zorra” promiscua, que va besando chicos y chicas día por día sin que le presente ninguna objeción. “A” toma la forma de asiáticos, negros, rubios, delgados, obesos y todo un muestrario de apariencias exteriores disponibles. La película es, en ese sentido, demasiado blanca y correcta, ya que a pesar de los besos multitarget, Rhiannon hace el amor con quien visualmente menos desentona, estándares hollywoodenses contemplados. Pero se le perdona por la osadía del formato de la premisa, que realmente logra que nos creamos que la chica ve en cada reencarnación a su amor, que ni siquiera intenta ser platónico. Mención aparte merecen los actores que le dan vida a las encarnaciones de “A”. Si bien no es muy complicado darle un hábitat determinado a alguien que no sabemos cómo se comportaría con un cuerpo propio, cada personaje logra traducir en su mirada la extraña sabiduría de una entidad acostumbrada a cambiar de envase. Incluso la manera en que la protagonista naturaliza el romance luego del breve proceso de adaptación no choca ni hace que nos quedemos fuera del proceso. Cada día no marca un antes y un después a la hora de contar historias románticas, pero tampoco abundan las referencias a clásicos del género. Es fresca, divertida, original y no es grosera en la metáfora de lo que intenta transmitir. Porque todo podría simplificarse a “lo importante es lo de adentro”, pero tampoco es que intente extinguir la atracción de lo exterior, de lo frívolo y efímero, sino que lo integra y termina aceptándolo como parte de ese todo lo que compone una relación.
De cuerpo en cuerpo Cada día (Every Day, 2018) es una película romántica dirigida por Michael Sucsy y escrita por Jesse Andrews. Está basada en la novela homónima para jóvenes adultos de David Levithan, que fue publicada en 2012. El reparto incluye a Angourie Rice (Holly en The Nice Guys), Justice Smith (Franklin en Jurassic World: El reino caído), Lucas Jade Zumann (Jamie en 20th Century Women), Owen Teague, Jacob Batalon, Katie Douglas, María Bello, Debby Ryan (16 deseos), entre otros. La historia se centra en un ser, autodenominado como “A”, que cada día habita un cuerpo adolescente diferente, sin poder controlarlo. Él/ella trata de vivir sin apegarse demasiado a los seres queridos de cada familia, pero esto se le complica al estar dentro de Justin (Smith) ya que A termina enamorándose de Rhiannon (Rice), novia hace más de un año del joven. A medida que pasan los días, el ser inventará excusas para estar cerca de Rhiannon, hasta que tomará la decisión de decirle la verdad… ¿Podrán, a pesar de la situación de A, mantener una relación? La premisa de la película luce tan original como interesante ya que uno de los protagonistas va cambiando de aspecto cada 24 horas, por lo que no tenemos a un solo actor que se encargue de dar vida a “A”. Y a pesar de ello, que puede parecer muy confuso, como espectador podemos vislumbrar que la personalidad del espíritu se mantiene intacta indistintamente del organismo en el que esté. Por parte del guion no hay explicaciones de por qué al ser desde que nació le sucede esto, lo único que afirman es que el espíritu se traslada de persona en persona que viva en el mismo barrio, sin poder quedarse en un mismo cuerpo si cambia el día. El humano que fue habitado al día siguiente puede tener vagos recuerdos de lo ocurrido o ninguno. Teniendo en cuenta lo fantasioso que resulta todo, lo que atraviesa el espíritu podría servirle al director para tratar temas como que lo importante a la hora de amar es lo de adentro, que no debe haber diferenciación entre hombres y mujeres, etc. Sin embargo no se entiende qué mensaje se quiere dejar, más bien la película termina estancándose al meter más y más personajes que son ocupados por A (además la mayoría son hombres). Angourie Rice como Rhiannon otorga una buena actuación, aunque resulta raro que la joven acepte tan rápido al ser y que no dude en besar a muchas personas. Por su parte Debby Ryan, que encarna a su hermana, no tiene ningún motivo para estar en la película ya que su personaje no aporta nada al relato. La edición tiene graves problemas, en especial en cierta parte que el ser despierta en el cuerpo de un ciego y abruptamente cortan la escena para pasar al siguiente día. Entrada la segunda mitad del film, las propias reglas establecidas cambian de una manera cero creíble, aparte de que resulta inconcebible que A mantenga una cuenta de Instagram pública llena de selfies de las distintas personas en las que estuvo (¿Cómo nunca fue descubierto?). El desenlace también deja mucho que desear y echa por la borda lo construido en un principio. Cada día tenía un elemento fantástico que daba para mucho más, no obstante termina siendo otra producción fallida que solo será aceptada por algún que otro adolescente.
Muy grata sorpresa me llevé con Cada día, ya que en esta nueva moda de adaptar libros de género YA (Young Adults = jóvenes adultos) hay de todo, y por lo general no tan bueno. En esta oportunidad nos encontramos con una coming of age con elementos fantásticos. La premisa es un homenaje (o rabo) a la serie de culto Quantum Leap (1989-1993) en la cual el protagonista “saltaba” de cuerpo en cuerpo y vivía la vida de quienes “poseía”, y por lo tanto sus aventuras, amores, odios, etc. Aquí es lo mismo, pero con una vuelta de tuerca, porque el personaje principal se despierta cada día en un cuerpo diferente pero siempre de la misma edad y con una proximidad geográfica. Hay más detalles que van explicando, pero ya sería spoiler. Y lo que más me gustó, y que viene muy en sintonía con los tiempos que estamos atravesando, es que el personaje no tiene sexo definido. Un día es un chico, otro una chica, otro una persona trans, y así de forma sucesiva. Por lo cual tiene una gran amplitud y centra todo en sus emociones y vínculos. Hasta que un día se enamora, lo que desata el conflicto y todos los puntos de giro de la película. Vemos una hermosa historia de amor, muy bien compuesta, can varios matices, donde se destaca su protagonista. La actriz Angourie Rice viene construyendo una gran carrera si tenemos en cuenta su juventud, con muy buenos papeles en películas tales como The Nice guys (2016) o en el último trabajo de Sofía Coppola (The Beguiled, 2017). Y aquí brilla. Es imposible no amarla desde el minuto uno y acompañarla en todo su viaje y crecimiento. Asimismo, es muy interesante ver a su partener siempre interpretado por un actor o actriz diferente, cada cual con lo suyo, pero todos/as muy bien. El director Michael Sucsy, le saca lo mejor a todo el elenco y construye muy bien todos los climas. Pero al mismo tiempo no destaca en la parte técnica con ninguna idea ni composición de plano. Otro dato para agregar es que el libro en el cual se basa está escrito por David Levithan, responsable también de dos muy buenas propuestas que no fueron estrenadas en Argentina: Nick and Norah’s Infinite Playlist (2008) y Naomi and Ely’s No Kiss List (2015). Cada día es una gran película, te va a gustar mucho si sos fan de ese tipo de propuestas y si te enganchás con historias intimistas cargadas de inocencia, mediante el magnetismo de sus protagonistas.
De la mano del director Michael Sucsy, aquel que en 2012 dirigió a Rachel McAdams y Channing Tatum en Votos de amor, llega Cada día, una historia de amor en parte drama adolescente, en parte fantasía, que sigue a una chica de 16 años que se enamora de un alma misteriosa. Rhiannon (Angourie Rice) es una adolescente tímida y algo solitaria. A pesar que tiene un novio llamado Jason, va descubriendo a lo largo de los días que en realidad se ha enamorado de un misterioso espíritu llamado ‘A’ (del que no tendremos demasiada información). Sabemos que se despierta en un cuerpo diferente cada día. Sintiendo una enorme conexión, Rhiannon y ‘A’ intentan verse, sin saber qué o quién les traerá el nuevo día. Cuanto más se enamoran el uno del otro, la idea de amar a alguien que es una persona diferente cada 24 horas empieza a dificultar la vida de ambos y sus relaciones con los demás, llevándolos a tomar una decisión que puede cambiar sus vidas para siempre. Cada día una misión Más adelante sabremos que ese alma nunca ha tenido un cuerpo o una familia propia. En cambio, su vida es una operación encubierta y cada día la misión es clave: dejar la vida de la persona cuyo cuerpo está habitando lo más ordenada posible. “Soy alguien que se despierta en un cuerpo distinto cada día, no tengo control de esto, nunca es la misma persona, siempre es alguien de mi edad”. Este mecanismo funcionaba hasta el día en que A se encuentra con Rhiannon mientras habita el cuerpo de su novio. Cada día comienza presentándonos la relación entre Rhiannon y Jason, pero hay un detalle: ese día maravilloso Jason está habitado por A. A después será Amy, Nathan, Megan, James (que tal vez reconozcan como Ned en Spider-Man Homecoming), luego Vic, George, y algunos más: atravesará un abanico de variedades de género y personalidad. Parece difícil de comprender, pero el guión escrito por Jesse Andrews, nos va llevando ordenadamente. De todas formas la narrativa resulta demasiado juvenil, y evita abordar ciertas implicaciones (como las expresiones de amor entre mujeres). Cada día se queda a mitad de camino, parece simplificada, podría haber resultado interesantemente provocadora si rompiera un poco más bruscamente las barreras impuestas y se la jugara por abrazar la diversidad, a pesar de que en ella hay un interés por destacar el amor romántico puro. Un adolescente que se despierta cada mañana en un cuerpo diferente y que vive una vida incomparable es una premisa interesante y diferente, que sin embargo desaprovecha su propio potencial. Cada día plantea más preguntas de las que puede responder. Cuando está promediando el final de sus 95 minutos de duración, incluso nos llegamos a preguntar internamente cómo harán para cerrar esta historia. En el rubro actoral Angourie Rice, a quien tal vez recuerden por su personaje de Holly March en Dos tipos peligrosos, es un descubrimiento feliz en Cada día, y es quien tiene el carisma para sostener esta película. Por otro lado hay una introducción constante de nuevos personajes que no tienen tiempo suficiente en pantalla para demostrar sus capacidades. Hay personajes laterales sin sentido y otros que son desaprovechados o pasados muy rápidamente. El escritor de la novela, Levithan, dijo en una entrevista a Entertainment Weekly que su objetivo no era hacer una declaración sobre el género binario o la homosexualidad, y la adaptación cinematográfica de su libro tampoco pretende ni se acerca a ese objetivo. No podemos pasar por alto que Cada día tiene algunas similitudes con la película coreana de 2015 The Beauty Inside, aunque ninguna es versión de la otra y la coreana no tiene relación alguna con la novela. De hecho, lo único que comparten las dos películas es un personaje que lucha con el amor y el mensaje general de que el amor es amor. Tengamos en cuenta que A nunca ha tenido un cuerpo consistente, pero Woo-jin, el protagonista de The Beauty Inside, vivió los primeros 18 años de su vida como un niño, rodeado de familia y amigos propios. Las similitudes están en las premisas, la versión oriental se promocionó con la pregunta: ¿Qué pasaría si te despiertas como una persona diferente todos los días? (¿les suena?) Conclusión Cada día resulta más ambiciosa que las películas de romance adolescente promedio. Un concepto intrigante que se diluye, pero que termina por plantear que la esencia del amor reside en el alma. La película no está mal, pero se siente edulcorada y apastelada. Probablemente un adolescente disfrute más plenamente lo que Cada día tiene para ofrecer. (Si deseas saber más acerca de A, Levithan escribió una precuela en versión libro electrónico tituladaSeis días anteriores, que te llevará a través de los seis días previos al ingreso de Rhiannon en la vida de A, lo que permitirá aprender más sobre el misterioso personaje).
Chica conoce chicas y chicos. Hay un elemento original en esta comedia romántica para adolescentes, basada en una novela homónima de David Levithan (2012), que a la larga en lugar de multiplicar las posibilidades de salirse de los convencionalismos del género sume al relato en una idea reiterativa y poco interesante una vez pasada la primera sorpresa, que tiene que ver con la premisa de un personaje que cambia todos los días de cuerpo y sexo, mientras se enamora de la protagonista y viceversa. En ese sentido, la historia de amor entre Rhiannon (Angourie Rice) y el misterioso o misteriosa A guarda algunos secretos y contratiempos a lo largo de los 94 minutos del film, pero es sumamente singular y permeable como para avanzar por los andariveles de la comedia romántica en el contexto de la cultura pop norteamericana y la adolescencia en tránsito hacia la madurez. Así las cosas, rápidamente el espectador, al igual que la protagonista, encuentra empatía en A y sus nobles intenciones de vivir con intensidad la vida del cuerpo que le tocó en suerte, siempre bajo la idea de no interferir demasiado en el destino de ese día particular debido a que la fecha de vencimiento de la estadía espacio temporal llega más temprano que tarde. No obstante, con el amor por Rhiannon y la correspondencia inmediata de la chica, quien acepta las condiciones de ese encuentro/reencuentro azaroso, todo se vuelve más complejo y dificultoso para sostener una relación estable donde la ganancia y la perdurabilidad esté garantizada. El problema de Cada día (título adecuado esta vez en la traducción del original Every Day) consiste en el subrayado del subtexto, es decir apuntar en reiteradas oportunidades a que importa el contenido y no el paquete o poéticamente que lo esencial es invisible a los ojos, con algunas ideas audaces y políticamente correctas para tiempos donde la diversidad y la igualdad de géneros marcan la agenda cultural de Hollywood y también del Off que encuentra alguna manera de expresión en el cine indie cuando no en las plataformas segmentadas al estilo Netflix. En conclusión: Estamos frente a una comedia romántica original poco profunda a la hora de desarrollar ideas arriesgadas y que finalmente se acomoda en el estándar que pretende cuestionar.
La comedia romántica dedicada a un público adolescente romántico produce continuamente productos para mantener saciada, endulzada y engolosinada a una audiencia que debe justificar este esfuerzo. A veces logran alguna originalidad o un absurdo como el que plantea David Levihan que logro que su libro se transforme en un best seller y después, para los “cazadores de ideas” en una película. Aquí se plantea que “A” todos los días se despierta en el cuerpo de alguien diferente y vive su vida. Tiene como reglas no involucrarse jamás para evitar complicaciones pero… cuando se encarna en el desagradable, machista y desatento novio de una linda rubia, inevitablemente se enamora. Y así ella conocedora del secreto, todos los días lo espera con otro cuerpo de chico o chica. Es un toquecito audaz que no pasa de eso. Lo demás, si se entra en ese juego delirante, es una acumulación de momentos “románticos”, no apto para diabéticos con frases y situaciones que parecen sacadas del manual de estos productos. La protagonista es Augurie Rice con muchas películas en su haber como la última “Spiderman”, que reúne las condiciones de encanto y belleza que requiere este tipo de heroínas.
La conocida fábula del extrañamiento ¿Cuántas veces se ha repetido esa frase que dice que lo importante de una persona no es lo que se ve, sino lo que está en su interior? Herramienta sumamente valiosa –sobre todo a la hora de intentar convencer a alguien que se conoció por Tinder de que no se levante y se vaya a los cinco minutos de haber llegado–, se trata de una variante pedestre de la igualmente repetida (y tramposa) máxima que Antoine de Saint–Exupery inmortalizó en El Principito, su novela omnipresente, según la cual “lo esencial es invisible a los ojos”. Y en este caso en particular es también la idea que articula la historia que se cuenta en Cada día, película dirigida por el estadounidense Michael Sucsy. En ella la protagonista, una adolescente llamada Rhiannon, acaba enamorándose de alguien que todos los días amanece en el cuerpo de una persona distinta. Aunque parece un concepto novedoso, se trata en realidad de otra variante de una de las ideas clave del negocio de ser guionista en Hollywood: provocar en el protagonista un shock de extrañamiento que lo coloque temporalmente a un costado de la realidad para que, vista de manera oblicua, acabe revelando verdades que de otro modo permanecerían ocultas. Este concepto ha tenido cientos de versiones distintas en las que dicho extrañamiento adoptó forma de loop, como en Hechizo de tiempo (Harold Ramis, 1993); supresión momentanea de la existencia, como en ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946); o pérdida de la identidad, como ocurre en Votos de amor (2012), opera prima del propio Sucsy, en la que una mujer que pierde la memoria en un accidente debe volver a enamorarse de un esposo que la ama. El problema de esta idea es que su objetivo es la moraleja y no todos los directores saben cómo lidiar con el desafío. No es necesario decir que Sucsy no es Ramis, mucho menos Capra, aunque tratar de realizar tal comparación tampoco es justo. En principio porque Cada día, incluso con sus escenas románticas algo (a veces muy) cursis, su altruismo impostado, cierta pacatería y una noción demasiado estándar de lo que debe (o puede) ser una comedia romántica, consigue hacer de Rhiannon una criatura querible con la que no es difícil empatizar. Gran parte del mérito lo tiene la joven actriz Angourie Rice, que lejos de sobreactuar, algo usual en comedias románticas clase B como esta, logra dotar a su personaje de un registro emocional verosímil. El otro punto a favor radica en usar la idea como metáfora de la dificultad para hallar el amor en la adolescencia y de la voracidad por experimentar, de forma consciente o no, en esa etapa de la vida. Es cierto que la cosa tampoco llega a gran profundidad, pero el tema está ahí. Otro acierto es la decisión de no perder tiempo en explicar el elemento maravilloso. Acá hay un ser (nunca se sabe si es hombre o mujer) que amanece cada día en un cuerpo distinto y el asunto no se convierte nunca en objeto de teoría. Simplemente aparece el amor, con todo el placer y el dolor que ello implica, y de eso va la película.
Rhiannon (Angourie Rice) es una adolescente rubia y entusiasta que vive en un suburbio de clase media de Baltimore en el marco de una familia algo disfuncional (madre demasiado estresada, padre demasiado ausente) y tiene un novio afroamericano bastante básico que le presta poca atención. Para sorpresa de ella, una día Justin (Justice Smith) le propone huir juntos del colegio y terminan disfrutando de una jornada idílica. Sin embargo, a la jornada siguiente él no recordará nada y volverá a tratarla con el mismo desdén de siempre. Nuestra heroína no tardará en descubrir que, en verdad, se ha enamorado de un espíritu que vive cada día en el cuerpo (masculino o femenino) de una persona diferente. Esta transposición del best seller juvenil publicado en 2012 por David Levithan tiene elementos que remiten a Hechizo del tiempo y Como si fuera la primera vez, pero también incursiona en conflictos un poco más complejos como la angustia, la inseguridad y los ritos de iniciación adolescentes.
Es sabido que el público adolescente es el que maneja la taquilla en todo el mundo, y aquí también. Las producciones destinadas para el público familiar e infantil dependen de la aprobación de las hordas de teens que inundan los fines de semana las salas cinematográficas. Ese rango etario, sin obligaciones y con dinero (mucho) en sus bolsillos son los que, de alguna manera, digitan todo lo que terminaremos viendo en un futuro en el cine. Porque la industria es eso, dictaminar formatos y modelos para seguir produciendo cine con algo que explota más y más los fenómenos que encuentra a manotazos. Y justamente, entre ellos, hay uno que se ha potenciado en los tiempos que corren, y que es la adaptación de bestsellers adolescentes, historias que lindan con el coming of age, pero que han buceado en tópicos LGBT, acción, ciencia ficción, por igual, dejando de lado el tufillo de los libros de autoayuda, pero incorporando algunas características de estos. En los últimos años, y en particular en 2018, varias historias fueron por ese camino, y la llegada de la adaptación de la novela homónima de David Levithan (“Chico conoce Chico”, “Dos chicos besándose”), “Cada día”, es una apuesta a explotar ese movimiento con un toque sobrenatural que potencia la premisa de sorprender a los espectadores. La narración de “Cada día” es simple, “A” es una “entidad” que cambia de cuerpo todos los días. Se introduce en ellos, aprovecha al máximo las experiencias que se pueden desprender de él y al otro día despierta en otro cuerpo. Nunca “A” intentó mantenerse en un mismo lugar, siempre se movió rápidamente para tampoco generar cambios en el cuerpo del que es “huésped”, hasta que conoce a Rhiannon (Angourie Rice), una de las chicas populares de la escuela con la que conecta y se enamora hasta el punto de querer SIEMPRE estar con ella. Lo que en apariencia podría haber sido una historia de amor diferente, con esa “dificultad” entre la pareja para todos los días reencontrarse de otra manera, termina convirtiéndose en una película más, que hasta termina por traicionar aquel impulso inicial con el que se presenta al gran público. Clichés, lugares comunes, estereotipos, todo comienza a jugar en contra del espíritu fresco y natural, sumando, además, una subtrama familiar en la que padre depresivo +madre profesional exitosa (Michael Cram, Maria Bello) intentan contextualizar la libertad con la que Rhiannon asume su relación con “A”. El resto es un largo recorrido por las idas y venidas, desencuentros, puesta al día de TODAS las películas de adolescentes sin mucho más. Una propuesta que sólo disfrutarán los más jóvenes y aquellos que quieran desconectarse por dos horas del universo, aun sabiendo, que hay muchas mejores maneras de hacerlo.
El amor llega cuando uno menos lo espera, bajo cualquier forma, color, edad o género. La adorable estudiante de secundaria Rhiannon (Angourie Rice) así lo comprobará cuando una entidad que despierta todos los días en un cuerpo diferente pose sus ojos y su corazón en ella. Esa es la trama de Every Day, una extraña pero agradable mezcolanza entre romance juvenil y coming-of-age sci-fi (al estilo de la reciente Before I Fall) cuyo mensaje genera consciencia, pero podría haberse potenciado aún más.
Antes que nada, hay que celebrar "Cada día" por marcar el regreso de uno de los primeros estudios realmente indie, Orion Pictures, el de éxitos de taquilla como "Robocop" o "Pelotón", que termi- nó en bancarrota a principios de los 90. Luego, más allá del tono de romance sobrenatural para el subestimado público teenager, la premisa de "Cada día" es formidable, y resulta evidente que David Levithan, escritor del best seller original, analizó los mejores cuentos, y guiones de los episodios de "Dimensión desconocida" o películas como "Pide al tiempo que vuelva", de Richard Matheson. El protagonista es "A", un ser espiritual, cuya alma reen- carna día tras día en el cuerpo de un hombre o mujer de su misma edad, que no viva muy lejos del último "cuerpo usurpado". Este ser, en realidad una versión romanticona de "El horla" de Guy De Maupas- sant, si bien produce la sensación de "posesión diabólica" en algunos de los afectados, se concentra en su amor casi imposible por una típica adolescente americana, a la que logra enamorar cuando se encuentra en el cuerpo de su atlético novio del colegio secundario. La primera mitad de "Cada día" promete algo brillante, pero cuando las cosas podrían ponerse intensas, el guión abrocha todo de la manera más liviana y convencional. También faltaría un mejor elenco, aunque entre los "usurpados" se destaca Lucas Jade Zumman, algo así como el Anthony Perkins del siglo XXI.
El cuerpo es un envase Esta película, se encarga de contar una historia de amor protagonizada por un sujeto que todos los días cambia de cuerpo. Aprovechamos a expresar de que trata esto antes de despertar y tener el rostro de otra persona. Cada día (Every day, 2018) no es una película típica de amor. El protagonista se enamora de Rhiannon, interpretada por Angourie Rice, aquella bella promesa que vimos en Dos tipos peligrosos (The Nice Guys, 2016), pero tiene una particularidad: todos los días se despierta en el cuerpo de un adolescente cercano, hombre o mujer, sin ni siquiera repetirlo. El conflicto de dicho enamoramiento es evidente ya que materializar una relación estre dos individuos sería algo totalmente dificultoso. Cada día deja de lado el prejuicio de lo superficial, apuesta a la energía y el interior como la base del amor y, pese a tener un claro mensaje, su ambición se confunde en medio del relato. Dirigida por Michael Sucsy (Votos de amor), Cada día cuenta con una primera media hora de excelente calidad. El inicio te apasiona ya que uno no entiende que sucede con "A", este individuo al cual no sabemos como luce pero que va de cuerpo en cuerpo y se encarga de aprovechar ese día como si fuera el ultimo. "A", tal como se hace llamar para diferenciarse del resto por esta cracterística de ser único, se enamora de Rhiannon y trata de que esto sea recíproco. Ese comienzo de historia de "A" probando distintas tácticas, siendo hombre o mujer, para conquistar al personaje interpretado por Rice resulta ser el gancho ideal para quedarse a disfrutar de un film que, tal como "A", se diferencia desde el inicio del resto. Luego de esa primera media hora, la confusión y la tediosidad, que coincide cuando "A" trata de quedarse con un cuerpo para establecer una relación con Rhiannon, se hace el común denominador hasta el final. Lo que prometía ser una historia que se diferencie del resto, se convierte en un relato cargado de clichés – protagonista angustiado por no poder continuar con la historia de amor, problemas externos que dificultan la relación y situaciones típicas del crecimiento adolescente – y se dirige a ser una película romántica que se aleja de su premisa para alojarse en una zona de confort. Nos podríamos imaginar miles de situaciones con un protagonista que cambie de cuerpo pero todo se borra de un plumazo cuando, entranando en la etapa final, esta historia de amor se preocupa en ser una simple historia de amor. Este largometraje nos puede reconfirmar que en la actualidad se siguen apostando con films que combinen géneros. Por lo menos esta era en un comienzo la intención de Cada día. Una persona que se despierta todos los días en un cuerpo distinto y trata de enamorar a la misma persona nos remite a un film que combinaría ciencia ficción, drama y romanticismo. Ahora bien, hace unos meses se estrenó Felíz día de tu muerte (Happy Death Day, 2017), aquella película que la protagonista despertaba todos los días para revivir el último día de su vida tratando de evitar su muerte, la cual mezclaba terror, suspenso y ciencia ficción. Las ideas de lo fantástico tratan de posicionarse y abarcar otros géneros, los pensamientos no se acaban y, pese a que Cada día termina recurriendo a su comodidad para concluir la historia, se valora ese riesgo que hace ilusionar a más de uno en que puedan aparecer películas diferentes entre tanta normalidad.
Si les atrajo las sinopsis de este estreno busquen la versión coreana que está más destinada a espectadores pensantes y es la que vale la pena. Belleza interior (The Beauty Inside) fue una gran película romántica de fantasía que narraba la historia de un muchacho que todas las mañana se levantaba con un cuerpo diferente. A veces podía ser una chica, un hombre mediana edad, una anciana y hasta un niño de nueve años, que brindaba situaciones divertidas. Si bien tenía una rutina con la que lograba llevar adelante su curiosa condición, su vida se complicaba cuando se enamoraba de una chica, ya que no podía conocerla con una misma identidad. Una gran película que se animaba a desafiar la sociedad del género binario, con una propuesta muy sensible que además era entretenida de ver y planteaba un mensaje interesante sobre el culto que se le rinde a la apariencia física. En Argentina se exhibió a sala llena en el Festival de cine Coreano del 2016 y tuvo muy buenos comentarios. En Cada día copiaron en esencia el mismo concepto con la particularidad que se ejecuta de un mudo burdo, predecible y penosamente superficial. La película en ese sentido parece estar dirigida a los adolescentes de la generación Instagram, que cuando van al cine están más ocupados en sacarse una selfie en la sala que prestar atención a lo que sucede en la pantalla. Si sos mayor de 15 años es muy complicado engancharse con esta producción porque todo está sobre explicado para que el espectador piense lo menos posible y en ese punto encontramos una enorme diferencia con la versión coreana. Belleza interior estaba basada la serie homónima para internet que protagonizó Topher Grace en el 2012 y que el escritor David Levithan plagió de un modo descarado, ya que ofrece la misma historia con unos mínimos cambios para evitar un pleito judicial. Si bien Cada día tiene al menos un reparto decente, el director Michael Sucsy nunca termina de explorar la particular condición del protagonista, debido que la película se enfoca en desarrollar un trillado romance adolescente. Una pena que la profundidad que podía haber tenido esta historia, que disparaba una reflexión interesante, terminara contaminada por la cursilería de telenovela teen que prima en el conflicto. Reitero, si les interesa este relato vean la versión coreana antes que se estrene la remake oficial de Hollywood con Emilia Clarke que probablemente tendrá el mismo destino que este estreno.
En general, la actitud más recomendable ante una película para adolescentes basada en un best seller es huir. Porque suelen ser superficiales, estar cargadas de moralina y de personajes esquemáticos. Cada día, filmada a partir de la exitosa novela homónima de David Levithan, comete algunos de esos pecados, pero logra ser una excepción a la regla gracias a su ingeniosa premisa, una vuelta de tuerca al viejo truco del intercambio de almas del estilo Hay una chica en mi cuerpo. "A" es un espíritu que despierta cada mañana en un cuerpo diferente: siempre de su misma edad -A es adolescente-, de cualquier sexo, y ubicado no muy lejos del cuerpo anterior. La medianoche marca la hora de vencimiento: el alma errante abandona el cuerpo que ocupó durante las últimas 24 horas para devolverlo a su legítimo dueño e invadir, al azar, otro nuevo cuerpo. Así, todos los días. Quienes son “habitados” guardan borrosos recuerdos de lo que hicieron durante ese día. Con esta suerte de posesión no satánica, mientras está dentro de Justin, conoce a la novia de él, Rihannon. Le confiesa su secreto y empieza una historia de amor entre ella, "A" y el cuerpo que toque cada día. Un romance que sirve para dejar todo tipo de enseñanzas, empezando por la principesca “lo esencial es invisible a los ojos” y siguiendo por la más prosaica variante “lo importante no es el envase, sino el contenido”. Es, también, el vehículo ideal para transmitir un mensaje de aceptación de la diversidad sexual. Suena exasperante, pero el director, Michael Sucsy (cuya opera prima fue el encantador telefilme Grey Gardens), y el guionista, Jesse Andrews, se las rebuscan para mantener el interés del relato y, apoyándose en el aspecto fantástico del asunto, no caer en una bajada de línea excesivamente empalagosa.
Este es el tercer largometraje que se estrena del director Michael Sucsy. En esta ocasión adapta esta novela, un best seller de David Levithan, relacionada con una adolescente que cada día despierta en el cuerpo de una persona diferente. Todo gira en torno a una agradable adolescente que cada día de su vida se mete en el cuerpo de otra persona, pero sin dejar su esencia. Resulta divertido ver las distintas vidas de esta joven, sus experiencias cada mañana al despertar y los diferentes líos en los que se va metiendo. Dentro de los actores más conocidos se encuentran: la estadounidense Maria Bello (“Nunca apagues la luz”) y el canadiense Michael Cram y dentro de los jóvenes actores que vienen de series o películas: Owen Teague (“It –eso-”), Justice Smith (“Jurassic World: El reino caído”), Angourie Rice (“Spider-Man: De regreso a casa”), Lucas Jade Zumann (“Sinister 2”), entre otros. Esta es una agradable comedia romántica con toques de ciencia ficción que nos habla sobre el amor, nos enseña a mirar el interior de las personas y no tanto la parte física, ideal para un público adolescente y para pasar un buen rato.
Cada Día: Doble de cuerpo. “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio”. Julio Cortázar (Rayuela) Michael Sucsy (The Vow) dirige la adaptación cinematográfica de la novela “Every Day” de David Levithan, la cual parte de una interesante premisa que justamente se queda en una gran idea desaprovechada. Las novelas destinadas al público adolescente están en expansión, y por ello últimamente venimos recibiendo una catarata de adaptaciones cinematográficas de dichas propuestas literarias. En esta ocasión, lo atrayente del film que aquí nos convoca tiene que ver con su idea o premisa original con tintes fantásticos. El largometraje cuenta la historia de Rhiannon (Angourie Rice), una chica de 16 años que se enamora de un misterioso ser llamado “A”, que se despierta en un cuerpo diferente cada día. Sintiendo una enorme conexión, Rhiannon y A intentan verse, sin saber qué les traerá el nuevo día. Cuanto más se enamoran el uno del otro, el hecho de amar a alguien que tiene un aspecto diferente cada veinticuatro horas empieza a traerles complicaciones tanto a ellos como a las personas que son “habitadas” por A. El carácter metafísico e insólito del relato hace que el espectador sienta curiosidad por estos personajes que se aman más allá de las convenciones sociales, étnicas y sexuales que los rodean. “A” es un ente que trasciende el género masculino o femenino y su vínculo con Rhiannon pondrá en tela de juicio estas cuestiones. Esta confundida adolescente que, como tantos otros jóvenes, intenta o comienza a forjar su identidad durante la secundaria, terminará aceptando que su pareja se le presenta cada día, con un rostro diferente. Nuevamente lo atractivo del relato pasa por esta aproximación moderna de los amores juveniles en sus diversas variantes, al igual que la idea de que el amor no es algo que uno pueda controlar, como bien mencionaba Cortázar en “Rayuela”. A su vez, aparecen otros aspectos en juego, como por ejemplo las reacciones de las personas ante la aparente diversidad sexual de la protagonista. El foco está puesto en cómo la multitud enseguida se las ingenia para juzgar cualquier tipo de conducta que le parezca incorrecta o que vaya en contra de los ideales arcaicos y puritanos de la misma sociedad (en este caso norteamericana). Otro aspecto destacable de la narrativa que nos ofrece el film radica en las obligaciones que se pone “A” para no perjudicar las vidas de las personas a las que le toca habitar, teniendo que combatir la tentación de quedarse más tiempo en algún cuerpo o de interceder en cuestiones de libre albedrío versus la moral, como cuando se entera de que una joven estudiante que le toca reemplazar tiene tendencias y pensamientos suicidas. El largometraje cuenta con algunos momentos realmente logrados y la sorpresa también reside en los atinados diálogos que mantienen los protagonistas que usualmente en este tipo de películas son bastante sosos. A su vez, la interpretación de Angourie Rice representa otro triunfo del film. El problema que presenta el guion es el de una falta de cohesión, la cinta se nos presenta como una serie de secuencias que guardan una mínima relación, pero que no logra conectar del todo con el conflicto principal. Quizás esto se deba, en parte, al pobre montaje que mantiene la obra de Sucsy que tiene terribles problemas de amalgamiento y cortes abruptos sin ningún tipo de sentido narrativo. Por otro lado, la película intenta establecer una idea o tesis, pero se queda en el molde sin terminar de jugarse por los elementos sugerido durante la mayor parte del metraje. En síntesis, Cada Día se siente como una oportunidad desaprovechada. Un relato interesante pero que se queda a mitad de camino en lo que quiere transmitir. No obstante, el resultado no llega a ser desastroso y nos otorga algunos momentos atractivos gracias a las logradas interpretaciones de los involucrados. Quizás le faltó el toque de una dirección inspirada para terminar de convenc
Basada en la novela homónima de David Levithan, publicada en 2012, narra las vicisitudes de A, un alma que se corporiza cada día en otro cuerpo, siempre de su misma edad. Hasta que usurpando el cuerpo de Justin (Justice Smith) conoce a Riahnnon (Angourie Rice), y se enamora de la joven, una tarde a pleno sol, viviendo lo que ella nunca podría con su novio sin usurpar. Es así que A intentará contactar con la joven todos los días, usando el cuerpo que le toque en suerte, no haciendo diferencia de sexo, raza, religión, ni nivel “intelectual”. La propuesta parece interesante a partir de los tópicos actuales de por donde circula el amor, o al menos debería. Mas allá de lo yerros en su presentación y construcción, tanto de la idea como de los personajes, el filme termina siendo una banalización del amor como concepto. Dicho de otro modo, no sabe, o no puede, establecer un verosímil, ni sutil ni de manera concreta, por lo que queda en el espectador hacerse cargo de seguir en la historia. Pues si bien no cae en los clichés comunes de las ultimas películas para adolescentes de tres décadas a esta parte, si se establece en los lugares comunes del género principal al que intenta adscribir, la comedia romántica, trastocada con toques fantásticos. Casi como un “Dybbruk” (*), pero de alma buena, pero al que nunca se le da la razón del origen de esa ”maldición”. El diseño de montaje tampoco ayuda demasiado, los saltos narrativos producen más confusión que ilación, u hilacion (perdón por el neologismo), no parece haber un hilo conductor, pero esto sucede en el primer tercio de la narración. En el segundo tercio todo se vuelve repetitivo y aburrido, hasta el punto de quiebre que da lugar al cierre de la historia, y en ese momento las incoherencias del texto dicen presentes para dar por tierra lo poco que había construido durante su desarrollo Deudora de otras varias producciones que hablan de la permanente necesidad de enamorar a tu pareja, por ejemplo “Como si fuera la primera vez” (2004), comedia romántica; en términos del punto de vista desde la diferencia de géneros, masculino-femenino,“Orlando” (1992), basada en la novela de Virginia Wolf, aunque ya se que las comparaciones son odiosas; por ultimo, y yendo a películas que tomaron seriamente el tema de la búsqueda del amor como concepto, la recurrencia de la maravillosa “La vida de Adele” (2013) es permanente, está basada en el libro “Azul en otros colores”, por si quieren pensar en la metáfora. Si esta realiuzación tiene algo de positivo es la actuación de su protagonista y el equilibrio en la performance del resto del elenco cuando deben ser A. No hay nada más. Pues no deja de ser un texto demasiado superfluo, por no decir tonto, nunca profundiza, claro que la excusa actual se manifiesta en catalogarla “Para Adolescentes”. Así nos va. (*) Un Dybbuk (que significa “aferrarse” en hebreo) es un ser místico nacido en el folclore judío, son originarios de Israel y las primeras historias conocidas sobre ellos tienen fecha en el siglo XVI
Un romance adolescente tierno y simple salvo por el problema de que uno de los integrantes de la pareja es una especie de espíritu que se despierta, cada día, en un cuerpo diferente. Ok, no es una genialidad ni nada por el estilo, y forma parte de ese subgénero “romance adolescente con vueltita de tuerca rara” que empiezan a abundar, Pero está bien contada y exuda una notable simpatía, una ternura para nada impostada a pesar de lo absurdo del proyecto.
Curiosa paradoja. En la aceleración materialista de la cultura occidental, la era digital invoca fantasías espirituales diversas y pretéritas y las acomoda a nuestro tiempo: una entidad espectral –por ejemplo– puede comunicarse a través de WhatsApp y dejar rastros de su invisible existencia en Instagram
Otro traslado a la pantalla de un best seller para adolescentes, el nicho que está sosteniendo la maltrecha industria editorial. Con un asunto pariente de Hechizo del Tiempo, que cruza lo fantástico: un espíritu viaja de cuerpo en cuerpo, convirtiéndose cada día en una persona diferente. Así que la protagonista, la rubia Rhiannon, fascinada por un día inusualmente atento y romántico con su novio, termina por descubrir que está enamorada de alguien diferente cada día. Hombres o mujeres, blancos o negros, según un dispositivo demasiado explícito y dicho, en boca de sus distintos personajes para una sola personalidad. Pero aún así, con una mirada interesante sobre la diversidad de los vínculos y los afectos, y bastante más melancólica de lo que parece.