Con una mirada crítica y una gran carga de humor que raya lo siniestro, El Hada Buena. Una Fábula Peronista es una sátira cargada de significados. La ficción se centra en la Argentina de Perón, pero en un momento en que la situación del país llegó a tal punto que las familias subastan a sus hijos a cambio de bienes. Así, los niños (a los que generalmente les faltan brazos o piernas o sufren alguna deformidad) son cambiados por licuadoras, heladeras y cuanto elemento pueda ser reutilizado en el hogar. Los hijos adoptados son adoctrinados por las familias que los adquieren, con el objetivo de que luego de rendir un exhaustivo examen, solo uno por familia pueda acceder a una beca que el Presidente otorga para que estudie en uno de los diez colegios del Estado. El film pone el foco en una familia formada por mamá, el tío, la empleada y los cuatro hijos adquiridos en la subasta. Es una mezcla de espectáculo circense, en donde lo grotesco y lo siniestro se combinan con resabios expresionistas. Los personajes, que incluso parecen freaks, recuerdan mucho a las películas de Fellini. A través de textos muy buenos y tomas especialmente cuidadas, en las que planos y ángulos enriquecen cada segundo del relato, Casabé cuenta la historia de manera creativa y arriesgada. Si bien el film tiene momentos que se tornan monótonos, estos tienen una duración ínfima. Por otro lado, la directora aprovecha los recursos y lenguaje cinematográfico, lo que lo convierte en un producto rico, fuera de lo común, divertido e imperdible.
Esta es la Argentina del Bicentenario El cine argentino indie encuentra cada día una mayor difusión dentro de un circuito alternativo que cobra más adeptos. Así fue como los últimos años vieron la luz producciones que antes hubieran resultado imposibles de apreciar en pantalla grande. Kapanga todoterreno (Farsa Producciones, 2009), TL2: La felicidad es una leyenda urbana (Tetsuo Lumiere, 2009) Nina (Sofía Vaccaro, 2009) o la ópera prima de de Laura Casabé, El hada buena: una fábula peronista (2004) cuyo estreno se realiza en simultaneo en el Teatro La Máscara (Espacio INCAA Km 2) y Buenos Aires Mon Amour. Una argentina futurista en la que la pobreza y la falta de educación son dos factores predominantes, son los desencadenante de una historia en la que las autoridades gubernamentales fomentan la discriminación y los negociados ilegales desde su doctrina. Como hilo conductor tenemos a Juan Domingo Séptimo cuya historia será la encargada de llevar adelante esta película. Laura Casabé toma elementos del fabulesco político y social para construir una película que podría considerarse fantasiosa o de ciencia ficción, pero que a la vez nos suena tan real como posible. ¿Algún argentino podría poner en duda que lo que se cuenta puede llegar a suceder en un futuro? Si nos remitimos a nuestra historia reciente no nos quedará la menor duda de que una situación como la que se muestra podría resultar verosímil, más allá que el resto del mundo la considere una ficción neta. La estructura narrativa así como la puesta en escena están tratadas desde lo bizarro y el humor grotesco, pero está claro que El hada buena…nos sumerge en una historia que en entrelineas dice mucho más que el simple gag o el chiste fácil. Con elementos que recuerdan los programas del genial Tato Bores como La Argentina de Tato (Sebastián Borenztein, 1999) o Good Show (Sebastián Borenztein, 1993) el film recupera el humor político y social que parecía olvidado ante la ausencia de nuevos talentos. Sin grandes figuras comerciales, más bien jóvenes surgidos del circuito under como Alejandro Parrilla, Walter Cornás (Farsa Producciones), Paula Staffolani, Rodrigo Lico Lorente, Mariángeles Hoyos o Berta Muñíz (actual co-conductor de Perros de la calle en FM Metro), El hada buena…derrapa frescura con personajes creíbles a pesar de cierta construcción border y que por (varios) momentos suenen arrogantes, pero que desde un análisis profundo nos llevan a preguntarnos si en dicho contexto histórico uno no actuaría de la misma manera. El hada buena: una fábula peronista llega a los cines luego de seis años de autogestión y una serie de problemas que demoraron su estreno. Pero como no hay mal que por bien no venga, que mejor que hacer una revisión histórica de la Argentina en el mes del Bicentenario y que el mismo sea con el humor y la inteligencia que parecía olvidado. Una película que nos hará pensar, divertirnos y reflexionar. ¿Acaso esa no es la función del cine?
El hada buena revela que se puede pensar un cine de ficción política desde miradas diferentes. Laura Casabé trabajó durante 6 años en la realización de esta película. Este dato no es menor a la hora de analizarla. Pues esta fábula peronista, puede ser pensada en modos diversos según el momento político. Y no hay que ser muy perspicaz, para entender que entre 2004 y 2010 varias cosas han cambiado. La película es una narración sobre un futuro donde la sociedad está en plena agonía. Carente de toda posibilidad de subsistencia como sociedad, los gobernantes, algo así como una entelequia orwelliana tercermundista, entienden que lo fundamental para aspirar a un futuro, es reconstruir lo social, a partir de la educación. Para ello intentarán recuperar el modelo peronista de educación. El problema, es que se cuenta con apenas unos pocos de centenares de asientos en las escuelas, para asignar entre los millones de niños y jóvenes, por lo cual se seleccionarán a los mejores para ser subsidiados, junto con sus familias. Para obtener este beneficio, las familias adquieren hijos en subastas de tono circense, donde canjean bienes, por los niños ofrecidos. Entre los adquiridos por una extraña familia, Juan Domingo Séptimo, el único completo físicamente entre sus hermanos, será favorito para obtener el subsidio. El niño, que recibe la visita de una casi terrenal Hada Buena (salida de los libros reales del primer peronismo), pedirá como deseo volver con su familia de nacimiento. Y el único modo de salir de su hogar de ¿adopción / apropiación?, es ser uno de los elegidos por el general Perón, en ese futuro, un holograma, que puede fallar. La familia extraña en cuya casa vive Juan Domingo Séptimo, con sus otros “hermanos”, está manejada por una madre posesiva, un tío absolutamente sumiso (menuda referencia política la que propone Casabé) y una bizarra niñera, la radical Sontag. La película está narrada con un tono farsesco constante, mixturando las referencias a futuro apocalíptico con cierto conjunto de iconografías nacionales, como la del nuevo estado peronista, y el circo y los actores populares del viejo espectáculo nacional. Así construye un discurso complejo que habla de la recuperación del estado como herramienta de construcción social, de la idea de Nación, el peronismo como forma de construcción del poder, de los niños apropiados y, obviamente, de Evita, El hada buena, como una Eva con carnadura real. El trabajo de dirección es interesante, porque es capaz de sostener un discurso complejo, sin hacerse solemne y mucho menos aburrido. Sorprende que durante 6 años de rodaje las actuaciones y las locaciones puedan tener una continuidad razonable y que el tono general se conserve. El hada buena, viene a revelar, por otra parte, que se puede pensar un cine de ficción política desde lugares diferentes en relación a la clásica mirada de los que venimos más allá en el tiempo, o aquella inútilmente estetizante que proponen ciertos realizadores más jóvenes, ciertamente hegemónicos en el panorama del nuevo cine argentino.