Uno puede imaginar que el guión de EL MAESTRO DEL DINERO se escribió al calor del fenómeno “Occupy Wall Street”, cuando buena parte de los Estados Unidos no solo se daba cuenta de que los bancos los habían estafado sino que, tras la crisis, todos salieron bastante bien parados del caos que se avecinaba. Esa bronca de la mayoría de la población bien podría ser encarnada por Kyle (Jack O’Connell), un joven que ha perdido todos sus ahorros en una sorprendente caída de acciones de una compañía que perdió 800 millones de un día para el otro. El confundido y enojado Kyle decide agarrárselas con Lee Gates (George Clooney), el conductor del programa de televisión que da título al filme (“Money Monster” en el original), una suerte de gurú de los negocios que recomienda inversiones de un modo un tanto payasesco en su show. ¿Cómo lo hace? Entrando con armas y una bomba al estudio y forzando a que su disparatada epopeya sea transmitida en vivo para todo el mundo. La película dirigida por Jodie Foster narrará, en lo que parece casi ser tiempo real, esa toma de rehén en un set de televisión en el que además están atrapados muchos de los que trabajan ahí, como la productora Patty (Julia Roberts) y otros técnicos. Pero los que allí trabajan empiezan a darse cuenta que algo de razón Kyle tiene y que esa caída de acciones es bastante sospechosa, por lo que empiezan a investigar a Walt (Dominic West), el empresario que aparentemente fue víctima de un error en el sistema que hizo que desaparecieran 800 millones en un instante. Es claro que todo no fue tan casual… EL MAESTRO DEL DINERO funciona, casi, como una película de género de Clase B, filmada casi toda en un estudio y alrededores. Acaso por los dos grandes nombres que encabezan el reparto –y el de la directora– uno pueda suponer que está ante una producción grande, pero no lo es. Se trata de un thriller hecho con poco dinero sobre los desastres que pueden causar los perversos manejos económicos del sistema, aún siendo técnicamente legales. Y si bien la situación no escapa de lo previsible para este tipo de relatos –y las discusiones sobre los bancos que explotan a la gente las escuchamos ya mil veces–, resulta interesante ver cómo se maneja el mundo de las inversiones veloces y constantes hechas mediante algoritmos matemáticos. Si bien es un tema arduo de explicar en el contexto de un thriller (LA GRAN APUESTA lograba hacerlo con un tema aún más complejo, pero era una película más ambiciosa), el universo de los usos y abusos que se hacen con el dinero de la gente a partir de programas informáticos que “deciden” adónde van o no sus ahorros resulta intrigante. Y lo mismo las conexiones que la historia termina teniendo con cuestiones no tan lejanas al universo de nuestros conocidos “fondos buitres” y la explotación de la deuda de países en desarrollo. Más complicado de tomar del todo seriamente son las peripecias específicas de los personajes, en especial la confusa y ambigua relación que la propia película parece tener con su joven atacante. A lo largo de cien minutos uno podría pensar que está ante las autoridades y policías más inútiles del mundo, pero hay algo absurdo en todo el asunto que funciona bien en el marco del “paraguas” de thriller clase B que circula sobre todo el relato. Se trata de una película menor, disfrutable pero finalmente pasajera pese a la seriedad de los temas que pone en juego. Su presencia en Cannes, claramente, está ligada a los tres grandes nombres que tiene y que engalanarán su alfombra roja, pero puede confundir respecto a qué película el espectador va a ver. No, no es una nueva versión de LA GRAN APUESTA. Es, más bien, algo parecido, pero en clave menor, a EL PLAN PERFECTO, aquella película de Spike Lee que, caramba, la propia Foster protagonizaba.
¡Está vivo! Como ocurrió con Jim Carrey y sus morisquetas, quien comenzó como uno de los comediantes más interesantes de los últimos tiempos, luego toda esa gracia se convirtió en hastío. No me he puesto a repasar cuándo fue el punto de quiebre en el que esto mismo le sucedió a George Clooney, un tipo que intenta ser gracioso y canchero todo el tiempo, mientras que ya no lo es. Al mismo tiempo, sabe poner su patentado gesto de preocupación elevando cejas o su sonrisa ladeada no convincente… Y bueno, algo similar ocurre con Julia Roberts, quien aquí solo acompaña. Ante el exceso de Clooney, lo de Julia va por la inexpresividad. Los queremos a ambos, nos caen bien, pero en sus colaboraciones algo se perdió. Jodie Foster había realizado varios films interesantes y algunos estaban más que bien (vale recordar Little Man Tate, The Beaver o la excelente Home for the Holidays). Ahora, en El Maestro del Dinero (Money Monster, 2016), tenemos un cúmulo de denuncias contra el mercado de la bolsa en Wall Street -con una veta mediática que combina Network y Tarde de Perros– y resulta poco claro por qué la realizadora se vinculó a un producto tan inconsistente e irregular, repleto de huecos de guión y sin credibilidad sobre lo que acontece. La dupla Clooney/ Roberts ya no funciona, salvo fuera de pantalla por la amistad que tienen. El film va de un programa de televisión sobre inversiones monetarias, en el que Clooney interpreta a Lee Gates, una especie de showman televisivo cuya emisión se transmite en vivo. Inesperadamente irrumpe en el set un perjudicado por los consejos de Gates y amenaza a todos colocando una carga explosiva sobre el susodicho en el interior de un chaleco. Como el show está siendo transmitido, el programa capta la atención de televidentes alrededor del mundo en tiempo real. Se establece así un juego entre Gates y el damnificado, adhiriendo un trabajo periodístico que en tiempo récord resuelve lo que en la realidad llevaría meses… con suerte. Cuesta comprender que Jodie Foster se encuentre tras la cámara de El Maestro del Dinero luego del talento que demostró al encargarse de la dirección previamente. Vaya uno a saber por qué concibió un film que en honor a su título solo permite entrever que Jodie ha creado su propio monstruo.
Quizás el asalto que sufrieron dos conductores de una radio de Pergamino durante su programa, en vivo y en directo, no tuvo la misma trascendencia que la irrupción de un ex actor (trabajaba en la tira Mi cuñado, con Luis Brandoni y Ricardo Darín) en plena emisión de Intratables, reclamando mejoras salariales. Fueron, sin embargo, en una misma semana, dos hechos que prueban que los medios audiovisuales pueden ser tan vulnerables como cualquier hogar sujeto a la inseguridad. Y si estos ejemplos ocurrieron en Argentina, nada impide imaginar que en Estados Unidos cualquier psicópata puede hacer de un programa de televisión una toma de rehenes.
Con una mezcla de suspenso y toques de comedia, el film dirigido por Jodie Foster se apoya en sus intérpretes e impone su mirada crítica sobre la televisión y los abusos que cometen las corporaciones en la sociedad. La consagrada Jodie Foster se coloca una vez más detrás de cámara -luego de Mentes que brillan, Feriados en familia y La doble vida de Walter- y narra una historia que se despega de su temática anterior, centrada en los vínculos familiares. La acción de El maestro del dinero -Money Monster- transcurre en un set de televisión donde el exitoso presentador Lee Gates -George Clooney-, un experto en el mercado de Wall Street, se convierte en un verdadero showman que maneja el rating como pocos junto a su experimentada productora Patty -Julia Roberts-. Luego de recomendar una inversión en acciones que misteriosamente bajan, entra al estudio Kyle Budwell -Jack O'Connell-, un joven desequilibrado que perdió el dinero de su familia por consejo de Gates, y decide secuestrarlo durante la emisión en vivo del programa. Con estos elementos,Foster juega primero a lograr la tensión que genera la sorpresa y el encierro que propone el estudio de televisión, con una bomba a punto de estallar y con numerosos empleados desorientados por la situación, para trasladar luego la historia al exterior, donde claramente pierde el interés generado desde el comienzo. Con una mezcla de suspenso y toques de comedia, el film se apoya en sus intérpretes para generar empatía con el espectador, e impone su mirada crítica sobre los abusos que cometen las corporaciones financieras en la sociedad y en el interés de un medio de comunicación que busca generar ganancias rápidas en cada emisión. Sin explorar demasiado en los conflictos personales de sus protagonistas -hasta la escena final- donde aparece la soledad como moneda corriente en un medio competitivo y voraz, la película retoma el cine de la década del setenta, como Tarde de perros y Network: Poder que mata, ambas de Sydnet Lumet, que dejaron su marca y colocaron a los medios de comunicación en el centro de la acción. En tanto, la policía -con un caso que va de lo particular a los efectos globales- y los televidentes, siguen el caso con atención.
Donde viven los monstruos. La directora y actriz Jodie Foster había comenzado un camino brillante en la dirección de largometrajes, ofreciendo calidad tanto en la trama como en el tratamiento estético de los relatos que presentaba. Películas como Mentes que Brillan (Little Man Tate, 1991) y La Doble Vida de Walter (The Beaver, 2011) denotaban una mirada sensible, donde la historia destacaba, las actuaciones eran precisas y la dirección se hacía presente en cada decisión tomada. Ahora bien, llega El Maestro del Dinero (Money Monster, 2016) y todas esas cualidades caen en picada: estamos ante una película impersonal, sostenida por un guión que ya hemos visto tantísimas veces y con actuaciones leves de George Clooney y Julia Roberts, quienes ya han perdido un poco la versatilidad (un poco bastante, posiblemente). De cualquier manera, es menester decir que sus personajes son chatos y algo ridículos, con lo cual no recae en ellos la totalidad de la culpa por tan liviana película. Clooney interpreta a Lee Gates, una estrella de televisión cuyo programa trata sobre inversiones monetarias. Entre bailes inentendibles y sombreros ridículos, Gates aconseja a sus televidentes sobre las acciones de la bolsa. Roberts interpreta a Patty Fenn, la directora del show televisivo y amiga personal de su conductor. En un programa especial, dado que las acciones de una compañía que Gates había recomendado caen estrepitosamente, irrumpe en los estudios uno de los afectados por dicha sugerencia, y todo se vuelve un cúmulo de escenas de poca monta. Ya hemos visto esto infinidad de veces, la pobre víctima en busca de revancha, quien finalmente logrará su cometido a un precio demasiado alto. Hablamos del proceso en convertirse en héroe por parte del personaje de Clooney, el cual no posee peso dramático, ya que inicia el film como un soberbio a quien parece no importarle nada más que él mismo y lo termina como el “salvador del pueblo”. Todo ocurre sin ningún sentido lógico ni interpretativo y vuelve a ponerse manifiesto el torpe papel de los policías estadounidenses, quienes cada vez que participan se equivocan. Además se crea un inverosímil periodístico: un día un equipo, no de periodistas sino de productores y asistentes de piso, resuelven un fraude gigantesco. Y entonces nada cierra, el guión sigue lineal y nunca sorprende, y con mucha dificultad llega a entretener. La premisa del film se deja ver en sus afiches, sobre una franja roja en la cual se lee “la verdad mata”, pero la realidad es que películas como estas matan al cine porque no suman desde ningún punto: la historia no aporta nada, no conecta con el espectador y ahí es donde el cine se muere de a poco, al dejar lugar a estas películas que se sostienen por el nombre de sus actores y -en este caso- de su directora, quitándole el espacio a films que apuestan por salir del lugar cómodo de hacer por hacer, de contar por contar.
Todo por la plata Desde hace un tiempo que Jodie Foster viene consolidándose como realizadora. En esta última incursión detrás de cámaras, y presentada recientemente en el Festival de Cannes, logra transmitir la urgencia y virulencia con la que los acontecimientos se “viralizan” por el mundo. A partir de la anécdota de una toma de rehenes en un estudio de televisión “El maestro del dinero” propone una historia que ya hemos visto varias veces como “La muerte en directo” o más allá “Network: Poder que mata” y que intentaron configurar el rol de los medios de comunicación y sus límites antes hechos que resultan en sí, beneficiosos para el rating. Así, el guión de Jamie Linden, Jim Kouf y Alan Di Fiore, trabaja sobre cómo de un momento para otro la vida de Lee Gates (George Clooney), el conductor del programa que da nombre al filme, dependerá de las decisiones que los otros tomen sobre él, al ser “secuestrado” en vivo y al aire por un joven llamado Kyle (Jake O’Connell), quien decide tomar venganza sobre el animador luego de seguir un consejo financiero que resultó negativo, sin saber que detrás de ese dato se escondía una compleja trama de corrupción económica por parte de una empresa. Mientras en el set la desesperación invade al equipo, detrás de cámaras estará la fría y experta productora Patty (Julia Roberts), quien no solo conoce a Gates en detalle, sino que será la única que podrá negociar entre los deseos de unos y otros. Al tomar notoriedad la noticia, una serie de personajes secundarios, interactuarán con el trío protagónico, configurando una estructura narrativa interesante que potenciarán la tensión propuesta desde el inicio. El filme está correctamente dirigido, con un guión que potencia la tensión y que reposa su principal virtud en las logradas actuaciones de los protagonistas. Foster tiene un dream team y aprovecha cada línea que estos dicen para construir su verosímil, necesario para el realismo de la situación que se plantea.
Chequear la fuente. ¿Qué pasa cuando tus sueños se ven arrebatados por terceros? ¿Quién puede aceptar que todos sus ahorros se desvanezcan sin explicación alguna? ¿Cómo actuarían ustedes ante esa situación? El nombre es Lee Gates, el show es Money Monster, la apuesta es grande y la película es excelente.
Se estrena El maestro del dinero, protagonizada por George Clooney y Julia Roberts, bajo la dirección de Jodie Foster. Un thriller clásico y bien ejecutado, pero con poco riesgo narrativo. Recientemente, Jodie Foster, ha declarado que se siente más cómoda en el rol de directora que en el de actriz. Podríamos justificar, de este modo, que en los últimos tres años, ha estado detrás de las cámaras más que delante. Después de dirigir un par de episodios para House of Cards y Orange is the New Black, Foster agarró este encargo de George Clooney para demostrar –como si fuese necesario- su versatilidad como realizadora, poniéndose sobre los hombros un guión bastante convencional y transformándolo en un film correcto, sin riesgos, acaso para convencer a los grandes estudios que puede llevar a cabo otras producciones comerciales, que posiblemente sean más personales. El tema de El maestro del dinero -o Money Monster, un título más adecuado para describir el funcionamiento del capitalismo bursátil- es efectivamente las estafas que las grandes empresas multinacionales pueden llegar a ocasionar, a través de los valores de la bolsa de comercio. Los protagonistas del film son especuladores, personajes que confían demasiado en su suerte, hasta que se topan con el factor humano. Lee Gates –un George Clooney no muy distinto al de Secretos de estado y otras películas- es el carismático conductor de un programa bursátil. Gates encara el show como un espectáculo de entretiempo de básquet: baila, rapea, se disfraza y tiene el apoyo de efectos gráficos para entretener a los accionistas mientras les recomienda en que invertir cada día de la semana. Un prólogo generado a partir de –falsas- imágenes de archivo informa al espectador, que un importante empresario ha provocado una pseudo crisis bursátil por culpa de un error de la computadora. Mientras Gates, intenta explicar al público porque este empresario, Walt Camby –Dominic West- es un hombre transparente, un joven muchacho irrumpe en el canal con un arma y un chaleco con explosivos, amenazando la vida del conductor y los técnicos de la planta. Kyle – Jack O´Connell- no desea dinero, simplemente una justificación de por qué perdió 60 mil dólares –traducido a 800 millones en forma global- apostando por Camby y su empresa, por consejo del propio Gates. Lo que podría tomarse como un thriller de rehenes clásico se transforma en una crítica, bastante obvia y sobre explicada, acerca del manejo de operaciones bursátiles y lo fácil que es perder todos los ahorros, por culpa de la especulación de estos señores. El guión escrito a seis manos tiene sus momentos más brillantes cuando se atiene a mostrar las debilidades de los personajes, que es acaso la mayor cualidad de Foster como directora: el factor humano. A la realizadora de Feriados en familia le gusta que sus personajes tengan matices y no cuenten completamente con la simpatía del público; que demuestren que por más que se crean ingeniosos, tienen puntos débiles. Al menos los personajes de Lee y Kyle. Menos ambigua es Patty, la directora del programa –a cargo de Julia Roberts, más contenida y sobria que de costumbre- que sirve como conciencia de los dos personajes masculinos. Posiblemente sea por la propia personalidad de Foster, que las mujeres del film son mucho más fuertes e inteligentes que los hombres –y eso no está subrayado- con mayor carácter, e incluso más inteligentes y decisivas de lo que los protagonistas piensan. Ese es punto para la directora, sin dudas, que logra evitar algunos estereotipos del género, especialmente en una industria que tiende a cosificar a las actrices. El maestro del dinero es un film entretenido y llevadero. Foster desea mostrar su talento y buen pulso como narradora para agarrar un producto menor por encargo, con un guión casi previsible, sin riesgo ni sorpresas, cuyo fuerte, cree estar en la crítica económica y social, pero que en realidad está en la relevancia del factor humano y la sátira a la reacción de la gente con los medios de comunicación.
Los hilos reales de la economía, la fuerza que mueve al mundo y decide todos los días sobre la vida de cada persona que lo habita, son misteriosos para la mayoría. Incluso cuando parece que todo está en equilibrio perfecto, un detalle olvidado puede hacer colapsar al sistema entero. Y ni hablar si la codicia y egoísmo entran en la ecuación. Si bien hay un margen que permite que una porción diminuta de la humanidad sea dueña de la mayoría de las riquezas posibles, siempre hay chance de que algo salga mal. Y cuando ese algo sale mal, no es esta porción diminuta la que lo paga, sino todo el resto. Este calculado desbalance es responsable de la seria alienación que caracteriza a la población urbana hoy. Money Monster muestra con empatía una nueva faceta de este mal. Lee Gates (George Clooney) es conductor de Money Monster, un programa de televisión en el que aconseja a su público sobre cómo invertir bien su capital, pasa anuncios sobre la actualidad de Wall Street y otras noticias. Una semana antes, un glitch en un algoritmo de gran importancia, causó una pérdida enorme para una empresa de las favoritas de Gates. Un joven que había invertido todo en ella (Jack O’Connell), lo pierde, y no ve otra salida más que pedir explicaciones a Gates en vivo durante su programa, pistola en mano. El equipo responsable de esta película hace juego con el presupuesto que claramente tuvo: Jodie Foster, conocida por su larga carrera como actriz, es la directora de esta película. Está comenzando a reaparecer en el mundo de la dirección después de hacerlo en dos episodios de Orange Is The New Black (2013-2014) y uno de House of Cards (2014). También fue encargada del guión, en compañía de Alan DiFiore, conocido por su trabajo en la serie Grimm (2011-2015). Los actores principales son muy conocidos y suelen trabajar juntos: George Clooney interpreta al conductor de Money Monster mientras que Julia Roberts actúa en el papel de Patty Fenn, la directora del programa. La química entre ambos es innegable, y su talento nunca decepciona, tanto cuando comparten escena como por separado. Se les unió el joven actor Jack O’Connell, que a pesar de tener una corta carrera es ya conocido gracias a su participación en la serie británica Skins (2009-2013). El conjunto de actores secundarios es también excelente, y juntos generan una experiencia de suspenso que tendrá al público al borde del asiento. Los altibajos económicos, el dinero fácil que se logra en Wall Street y otros aspectos negativos de esta escena fueron, en los últimos años, la ambientación perfecta para historias muy específicas. Como ejemplos se pueden mencionar El Lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013) y The Big Short (2015), dos películas muy particulares, basadas en historias reales, que ilustran lo despiadado del mundo de las finanzas. Esta vez, con Money Monster, los damnificados tienen cara, tienen vidas y exigen explicaciones. La empatía es una de los pilares de esta película, aunque el cambio repentino que el personaje de Clooney sufre (de ricachón sinvergüenza a héroe del pueblo) no es del todo convincente, pero no por culpa del actor. De cualquier manera, el mensaje está enviado, y si bien el mundo entero está en manos de estos ricachones desvergonzados, por lo menos hoy tiene más herramientas para entender cómo y por qué.
Time-Lapse El maestro del dinero (Money Monster, 2016), dirigida por Jodie Foster, resulta ser un film mucho más potente por sus interpretaciones, sus cuotas de humor y sus giros sorpresivos, que por un atrapante suspenso. Lee Gates (George Clooney) es un presentador de televisión que hace sus predicciones sobre el movimiento del dinero en Wall Street. Sin embargo, una de sus recomendaciones salió mal y muchas personas perdieron dinero. Todo tiene que ver con la empresa IBIS que perdió 800 millones de dólares repentinamente. Eso hace que cierto día durante la emisión de su programa, el cual es visto por cientos de personas, ingrese un individuo (Jack O’Connell) y le coloque un chaleco con bombas e inicie una toma de rehenes de todo el set, abogando por una respuesta a lo sucedido con su dinero. La directora del programa (Julia Roberts) intentará conducir el programa para salvar la vida de todos. Sin duda es una película de gran intensidad, pero más que nada por esa lucha contra el tiempo, la aparición de un detonador y una bomba ya de por sí hace que el relato se vuelva inestable y los personajes entren en un vértigo marcado por la ignorancia de cuál será el final. Situación trabajada de muy buena manera, pero también por un cast de gran nivel: Clooney y Roberts no decaen con papeles precisos para ellos, pero también Jack O’Connell y Christopher Denham, junto a Giancarlo Esposito, recordado de Breaking Bad, aquí como policía. Por otro lado cabe señalar que la película también termina siendo una suma de clichés: El presentador de televisión resulta ser elegante con cierta animosidad conocida, el muchacho que hace el asalto es un loser, el típico loco perdedor ambicioso pero carente de educación e intelecto con una novia embarazada que se sale de sus cabales para hacer todo sin planificación. De otro lado el empresario que le importa poco la opinión pública y resulta ser un loser con dinero y poder, los hackers que imitan la voz de yoda y que viven encerrados en su habitación a la sombra de videojuegos, el programador asiático, la jefa de comunicaciones elegante y CEO que termina siendo un títere de sus jefes, la infaltable corrupción al invertir, la globalización a partir de hechos mediáticos que “paralizan” al mundo y las inversiones oscuras en movimientos sociales en oriente, y – finalmente- la gente que después vuelve a su vida monótona. Es decir, que si bien es interesante ver todos estos elementos en juego y siempre se presentan de dicha manera, termina siendo algo “conocido” ya leído y comentado en los periódicos o la televisión -como una novela para televisión- sin darle mayor profundidad o alguna pizca de originalidad a lo que hubiera sido un film mucho más potente de lo que es, y no sólo la puesta en luz de sucesos cotidianos de violencia y amarillismo. Sin embargo, en honor a la verdad, la película es entretenida, te mantiene en vilo, con dotes de emoción y polémica, a pesar de no aportar nada nuevo.
Cuando el vivo vive del zonzo. Lee Gates (George Clooney) es el conductor de un show televisivo dedicado a la economía. Carismático, atrevido e influyente, así es este animador que se vale de recursos chistosos para informar las tendencias en el mercado financiero. En el control está Patty (Julia Roberts), directora y puntal del programa, quien con su solvencia saca el show adelante y hace lucir a su conductor. Todo es éxito y risas hasta que cierto día un sujeto entra al estudio mientras el programa sale al aire. Armado y fuera de sí, el joven (Jack O´Connell) toma de rehén a Lee y se hace del control del programa. Ahora todo el que sintonice el show puede ver cómo Lee lleva un chaleco con explosivos y escuchar la demanda del muchacho, quien reclama haber sido estafado por el sistema financiero y responsabiliza también a los medios por ello. El filme es tanto una denuncia contra el poder de los medios -usados a menudo de forma irresponsable- como también a un sistema social impiadoso y, de paso, a una sociedad alienada y confiada por demás. Jodie Foster logra un relato ágil y liviano, con módicas dosis de tensión bien administradas con generosos toques de humor. Clooney y Roberts se complementan muy bien y logran representar con gran fidelidad la producción de un programa en vivo y la relación entre quien está frente a cámaras y quienes le apoyan desde el control.
Publicada en edición impresa.
DELITOS FINANCIEROS AL DESCUBIERTO De entrada es una película que reúne suficientes famosos como para despertar grandes expectativas; George Clooney, Julia Roberts y la dirección de Jodie Foster. Y aunque no es una gran película tiene el suspenso, la ironía, el tema candente como crear un gran entretenimiento. Un programa de televisión que anima Clooney y produce Roberts. El con mucho de show se encarga de dar consejos financieros para inversores. Una empresa líder supuestamente por un supuesto error de algoritmo pierde una fortuna y lleva a la ruina a muchos. Un perjudicado desesperado irrumpe en el estudio toma de rehén al conductor y solo exige la verdad. Lleva explosivos y un arma. Y a partir de allí, siempre transmitiendo en vivo se desarrolla el film. Bien hecho, con el acento en mantener en vilo al espectador, más que en la denuncia de los delitos dentro de la ley, logra sus objetivos.
George Clooney y Julia Roberts juntos George Clooney encarna a Lee Gates, un egocéntrico conductor de TV cuyo popular programa de economía lo ha convertido en un gurú para Wall Street. Pero, después de recomendar un valor tecnológico que se desploma misteriosamente, un desencantado inversor irrumpe en su programa y lo toma como rehén junto a su equipo y a su productora estrella Patty Fenn. Jodie Foster detrás de cámaras de El maestro del dinero, marca el ritmo de este thriller en tiempo real sobre la irresponsabilidad y falta de transparencia de algunos medios de comunicación. Para eso no se anda con medias tintas, ni datos secundarios, va directo al grano y nos mete en la acción, generando a medida que pasa el metraje un clima de tensión creciente que hace imposible querer apartar la mirada de la pantalla. Clooney se mueve perfecto en un personaje tan cínico como inescrupuloso, sin embargo su mutación en un periodista responsable y con conciencia social suena poco creíble. Correcta Julia Roberts en su papel de productora controladora, una especie de "Pepe Grillo" de Clooney, aunque es Jack O'Conell quien termina opacando con su performance a las dos estrellas del filme. Simple y directa, técnicamente impecable, resulta entretenida, llevadera aunque muy previsible.
Crítica emitida por radio.
El maestro del dinero es un thriller moralista que entretiene y baja línea En su cuarto largometraje como directora después de Mentes que brillan, Feriados en familia y La doble vida de Walter, Foster narra una historia que funciona bien (aunque por momentos en términos un poco obvios) en tres diferentes niveles: como crítica a la codicia y los abusos de las corporaciones financieras (un tema muy de moda en el Hollywood de los últimos tiempos), como cuestionamiento a ciertas miserias de las cadenas informativas del estilo de CNN o Fox News y, finalmente, como thriller con un caso policial que mantiene la tensión hasta el final en las calles del sector financiero de Nueva York. Lee Gates (George Clooney) es el exitoso y veterano (está coqueteando con el retiro) conductor de Money Monster, un ciclo televisivo sobre finanzas con mucho de show (baila, rapea, se disfraza) en el que Patty Fenn (Julia Roberts) es su productora, directora de cámaras y consejera en múltiples aspectos que exceden lo profesional. Pero el programa en cuestión no le resulta entretenido ni mucho menos gracioso a Kyle Budwell (Jack O'Connell), un joven trabajador que está a punto de ser padre y que ha perdido todos sus ahorros (60.000 dólares) por seguir una mala inversión (que en verdad es una estafa a partir de un algoritmo adulterado) recomendada poco tiempo antes por el propio Gates. Con elementos y conflictos que en ciertos pasajes remiten a Wall Street, Network: Poder que mata, Tarde de perros y The Truman Show (todo se transmite en vivo por los medios y se convierte en un furor de consumo masivo), El maestro del dinero abarca mucho y por momentos no "aprieta" demasiado. De todas maneras, el indudable oficio como narradora de Foster y el profesionalismo de Clooney, Roberts y O'Connell (el mejor del elenco) conducen finalmente este thriller moralista a buen puerto con su doble misión de entretener y aleccionar.
“Money Monster” o el peligro de creer en consejos de TV La premisa de este thriller mediático dirigido por Jodie Foster daría para un film más original y entretenido, pero la directora optó por enfatizar un mensaje muy propio de la era de los indignados. George Clooney es un periodista de un programa televisivo de consejos financieros llamado, igual que el título original, "Money Monster". Julia Roberts es su productora y ambos quedan atrapados en una situación difícil de resolver cuando un pequeño inversionista enojado toma el estudio por asalto. Lo más divertido, aunque irreal, es cómo la película presenta a este singular periodista de temas económicos, que hace de la información financiera una especie de show tirado de los pelos donde actúa con humor negro e ilustra sus ideas de los movimientos del mercado con imágenes terroríficas. Por eso tampoco es del todo creíble que, por más fan que sea del show, el crédulo inversionista sin experiencia (Jack O'Connell) haya invertido todo su dinero unos 60 mil dólares- siguiendo los consejos de este astro de la pantalla chica. "El maestro del dinero" juega con el formato de "tiempo real" , algo que George Clooney también había hecho muy bien en la remake de la historia sobre peligro atómico "Punto límite", generando el máximo de suspenso. En el elenco el hiperdinamismo de Clooney ayuda a mantener el interés del espectador, mientras que Julia Roberts como la productora que es la única que puede comunicarse con el periodista se mantiene más bien en piloto automático. En cambio, el que ofrece algunas escenas fuertes y muy creíbles es Jack O'Connell.
Wall Street visto como una farsa. La carrera como directora de la actriz Jodie Foster, cuyo currículum como intérprete es impresionante, es, por el contrario, breve, diversa y esporádica. Con apenas cuatro películas filmadas, Foster ha demostrado un amplio rango de intereses, de las luminosas (aunque no siempre felices) Mentes que brillan (1991) y Feriados en familia (1995) a la sombría y ambigua pero humana La doble vida de Walter (2011). Su opus cuatro, El maestro del dinero, estrenada en el reciente Festival de Cannes, sin dudas ensancha esa mentada amplitud de su filmografía, en la que es posible reconocer un permanente juego de equilibrio entre el drama y la comedia. En su último trabajo Foster aborda el complejo mundo del negocio financiero, en un nuevo intento por exponer uno de los rincones más oscuros y poderosos de la cultura estadounidense. Un tema que en el cine se volvió recurrente a partir de las sucesivas crisis que desde hace una década desestabilizan de manera sensible a ese sector vital del capitalismo. A diferencia de obras como El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013), o La gran apuesta, de Adam McKay, candidata este año al Oscar a la mejor película, El maestro del dinero no se mete en el mundo de las finanzas por el ámbito de los operadores de bolsa, sino que entra por una puerta lateral, la televisión, universo que no sólo no es ajeno a la estructura de los mercados financieros, sino un mecanismo indispensable para asegurar su crecimiento. El maestro del dinero es entretenida en tanto comedia y film de suspenso. Lee Gates es un periodista especializado en el negocio de la compraventa de acciones que conduce un show televisivo dedicado a monitorear los mercados y aconsejar a la audiencia acerca de las mejores inversiones. En este caso la palabra “show” es más apropiada que la más inocua “programa”, en tanto Gates es sobre todo un payaso mediático y un operador de bolsa antes que un periodista, un agente que promociona las acciones de aquellas empresas con las cuales tiene algún tongo previo. El problema es que esa mañana se cuela en el estudio durante la transmisión un joven que lo toma de rehén, le coloca un chaleco bomba y amenaza con hacer volar el estudio. ¿Sus motivos? Le hizo caso a Gates e invirtió todo su dinero en unos títulos que se desplomaron por una falla informática. Durante los dos primeros tercios de la película Foster convierte el drama en farsa, haciendo que sea el humor el motor del relato, pero sin olvidarse de tensar las situaciones en momentos más o menos oportunos. De esa manera pone en evidencia el carácter farsesco de uno de los negocios en los que se sostiene la parte más inmoral de la economía de mercado. La habilidad de George Clooney para juguetear con un personaje tan ridículo, pero sin hacer él mismo el ridículo, es la columna que sostiene dicha estructura. Pero a medida que el desenlace se aproxima, cada vez queda más expuesta la necesidad de la historia de dejar un mensaje claro. Más que claro: subrayado. Si al comienzo la película parecía dispuesta a señalar que la injusticia del sistema es el propio sistema, el final se vuelve condescendiente. Redime al héroe; elimina de cuajo al elemento incómodo (¿por qué en Hollywood todos los que se revelan contra las injusticias sistémicas siempre son loquitos peligrosos? ¿Sólo un trastornado puede oponerse a las injusticias estructurales de una sociedad como la estadounidense?); y reduce el problema a una anécdota. Un hecho de corrupción aislado que, al ser desactivado, salva el honor de uno de los negocios menos honorables que pueden existir. ¿Corresponde juzgar a El maestro del dinero por sus incongruencias ideológicas por encima de sus aciertos narrativos? Sí, en tanto Foster ha accedido a que dichos principios formaran parte i-neludible de la historia que quería contar. En ese sentido, el final amargo (pero feliz) aparece como una concesión innecesaria.
Los chanchullos financieros se ponen en tela de juicio en este thriller en tono de reality show. Jodie Foster se vuelve a poner detrás de las cámaras para darle forma a este thriller criminal lleno de acción y tensión, de esos que nos mantienen al borde de la butaca, pero tampoco para andar exagerando. “El Maestro del Dinero” (Money Monster, 2016) se parece a mucho de lo que ya vimos, pero su destreza radica en poder conjugar todas estas películas en una sola y lograr un relato atrapante y coherente, casi en tiempo real. Arrancamos con el detrás de escena de Money Monster, programa financiero de TV conducido por el carismático, canchero y muy experto en la materia Lee Gates (George Clooney) bajo las órdenes de su productora Patty Fenn (Julia Roberts). En pocos minutos nos muestran la cocina de este show, tan atrapante como la trama que llegará a continuación cuando el joven Kyle Budwell (Jack O'Connell) interrumpa en el estudio, con el programa todavía al aire, tomándolos a todos de rehén con amenaza de bomba incluida. Kyle culpa a Lee por haber perdido todos sus ahorros en una inversión que este recomendó, pero también a Walt Camby (Dominic West), CEO de la compañía que acaba de extraviar su dinero junto con otros 800 millones. Convenientemente, Camby falta a la entrevista que tenía programada con Gates donde pensaba dar explicaciones sobre esta pérdida descomunal, atribuida a un fallo del sistema. A partir de este desplante empieza a crecer la impaciencia del agresor, pero también las sospechas, tanto de los periodistas involucrados como de algunos miembros del equipo de Camby. Así arranca la verdadera trama que esconde varias conspiraciones y chanchullos tan propios de los adinerados. Foster apoya la historia en los hombros de Clooney y la relación que debe establecer con su captor, sin meter la pata y siguiendo los consejos de Fenn. Afuera del estudio, la policía tiene sus propios planes para acabar con esta toma que podría terminar poniendo en peligro a todos los involucrados. “El Maestro del Dinero” no pierde el ritmo y, por momentos, nos sentimos parte del mismo público de este “reality” que se lleva a cabo delante de nuestros ojos y de los ojos del mundo que sigue atento el desarrollo de los hechos como si se tratara de “The Truman Show” (1998). Wall Street vuelve a ser el eje de varias controversias y dedos acusadores tratando de que la trama entre en terrenos más serios y analíticos, aunque no llega a los niveles de crítica (o de ironía) de, por ejemplo, la reciente “La Gran Apuesta” (The Big Short, 2015). “El Maestro del Dinero” intenta abarcar demasiados temas y es ahí donde, tal vez, se pierde un poco: la ética periodística, la economía global, la tecnología puesta a su servicio y la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en todo esto. Jodie Foster nos invita a involucrarnos en este juego, no sólo para tratar de descubrir al responsable, sino para aceptar nuestras propias culpas. Como entretenimiento funciona muy bien, pero como drama más serio, ya dijimos, se queda por el camino.
El Maestro del dinero, al principio da la idea de ser más una película de secuestros con final predecible. Pero la directora Jodie Foster muestra que, además de ser buena actriz, sabe cómo crear tensión y no caer en los clichés del género, demostrando ser firme y con mucho timing en la dirección. Money Monster, el título original, es un claro ejemplo del cinismo en la era de internet y como aún en vivo, en realidad nadie se involucra con nada. George Clooney interpreta el papel de Lee Gates, un “mago de las finanzas” del programa Money Monster. Mostrando que todo vale para llamar la atención de la audiencia, hace un programa financiero, que apunta más al ridículo, con un poco de información. Tenemos a Julia Roberts como, Patty Fenn, haciendo el típico papel de directora solitaria que es la voz de la conciencia de Lee. Y Jack O’Connell, que hace el papel de Kyle Budwell, el desesperado cadete que invade el estudio con una arma y chaleco de bomba, que llevado por los dichos de Lee, invirtió en la bolsa, que gracias a un supuesta falla de sistema de la empresa del magnate Walt Camby, perdió US 800 millones de un día para otros, incluso los ahorros de Kyle. Clooney y Julia Roberts está excelente es sus papeles mostrando una excelente química entre sus personajes. Mirando el guión con la descripción de arriba es más de lo mismo, pero Jodie Foster junto a los guionistas Jamie Linden, Alan DiFiori y Jim Kouf de forma diferente lleva las situaciones y pequeños momentos de diálogo a lugares inesperados, sorprendiéndonos con la inversión de clichés. Hay comentarios sobre las grandes corporaciones y las ganancias de las mismas, pero enfocándose principalmente en las personas que circulan ese mundo superficial. Foster también es eficiente en mostrar la agilidad que un programa de TV en vivo tiene que tener, usando constantes cortes rápidos y ángulos diversos. Haciendo al mismo tiempo una demostración sobre cómo hoy en día el contenido es digerido por el público y su crítica al mismo. La película no es perfecta, aún como es para un público mainstream tenemos que tener alguna sensación de incredulidad para aceptar algunas cosas que vemos, pero en general toca muy bien algunos puntos claves de nuestra sociedad y sale un poco del común de este tipo de películas.
Lee Gates (George Clooney) es la estrella del show El Maestro del Dinero. En su programa habla de economía de forma dinámica y entretenida, e invita a los espectadores a apostar en la bolsa. Pero cuando una de sus predicciones falla y una empresa pierde un total de 800 millones de dólares, mucha gente que confió tanto en Lee como en la empresa dueña de dichas acciones perdió todo. Y hay algunos dispuestos a tomar medidas extremas con tal de recibir explicaciones. Estamos ante la cuarta película oficial dirigida por Jodie Foster. Luego de haber incursionado por los dramas, la actriz y directora esta vez decide meterse de lleno en el terreno de las finanzas y como mucha gente que busca hacer una diferencia económica, es aplastada por la maquinaria de valores, subas y bajas y demás tecnicismos. Pero irónicamente, lo más importante que tiene para ofrecer El Maestro del Dinero, no es esta crítica sino otra mucho más sutil y que se siente más orgánica. La historia de la persona promedio que pierde todo y quiere que alguien pague por haber arruinado a tanta gente está mil veces vistas. El cliché es obvio, y ya sabemos que va pasar: entra por la fuerza a determinado lugar, pese a tener razón en su reclamo se comporta como un criminal, obviamente tiene una familia que sostener y quedó en la quiebra. Todos elementos obvios para que el espectador empatice con él. Pero esta vez, el accionar de esta persona se da en pleno programa televisivo en vivo, por lo cual uno de los personajes, Patty (una correcta Julia Roberts) tiene que seguir transmitiendo, en primera instancia, y luego ella misma decide seguir haciéndolo pese a que ya no entra en las demandas del captor. Mientras el espectador está pendiente si Lee Gates logra salir vivo de su captura y si aparecerá alguien para darle alguna explicación a las miles de personas dignificadas, por debajo y de forma sutil, los guionistas Jamie Linden, Alan DiFiore y Jim Kouf nos dicen que en el mundo actual, SIEMPRE hay que seguir filmando a riesgo de que eso entorpezca el accionar de la policía o ponga en riesgo la vida de alguien. Es una lástima que ese sea el gran acierto del guion, porque lo demás es bastante común y mil veces ya visto. George Clooney interpreta un tipo de personaje que ya conoce a la perfección y hace de taquito, mientras que el resto del elenco no tiene demasiadas exigencias en cuanto a personajes. Quizás lo mejor del guion además de lo comentado en el párrafo anterior, junto con algunas líneas de diálogos cargadas de un humor muy cercano a la cultura pop actual. El Maestro del Dinero dista de ser una mala película, pero se queda a medias aguas entre una crítica ya vista al mundo de las empresas y las finanzas, y una muy acertada pero poco explotada a la manía de filmar y transmitir todo, sin importar lo que termine pasando. De todas formas para ver esto último de forma magistral, siempre tendremos a mano Primicia Mortal.
Si como espectador no andás reclamándole el verosímil a la película y te subís a su fantasía, El maestro del dinero es una muy buena inversión para este fin de semana. [Escuchá la crítica completa]
Entretenidísima película para pasar un muy buen momento disfrutando de excelentes actuaciones y de un interesante relato. El guión está construido con sumo cuidado como para mantener al público expectante con una duración perfecta, ya que no cansa ni ofrece...
Jodie Foster dirigió algunos capítulos de House of Cards y de Orange Is the New Black (ambas series de Netflix) pero en 2011 hizo una película extraordinaria e inclasificable: La doble vida de Walter. Foster es una directora diletante, poco reconocida quizás porque no es prolífica y no elige proyectos tradicionales. El maestro del dinero es quizás su película más clásica. Se inscribe dentro del subgénero de toma de rehenes y se cruza con dos temas actuales y complejos: las trampas del mundo financiero (a la Gran estafa o El lobo de Wall Street) y las trampas del mundo de los medios (mil películas, desde Poder que mata hasta la serie The Newsroom). El cóctel resulta medio inmanejable y deja más de un flanco descubierto. Pero el sorprendente pulso de Foster para el thriller y el reconocido oficio de George Clooney hacen de El maestro del dinero una película más atractiva que el promedio. Lee Gates (Clooney) es un periodista que conduce un programa de economía en televisión. Money Monster es un show económico en el que Gates baila, gesticula, aprieta un botón para que lluevan dólares virtuales y recomienda comprar y vender acciones. Patty Fenn (Julia Roberts, algo desaprovechada) es la directora y productora del programa. Gates es chanta, simpático y algo misógino. Fenn le tiene cariño pero está un poco harta, y por eso ese es su último día de trabajo con él. Aunque él no lo sabe. El conflicto empieza cuando Kyle Budwell (Jack O'Connell), un joven inestable, irrumpe en el estudio con un arma y amenaza con matar a Gates en vivo y en directo. ¿Por qué? Gates le recomendó al público que comprara acciones de una compañía llamada IBIS, Kyle invirtió todos sus ahorros y las acciones se desplomaron. ¿Kyle quiere que le devuelvan su dinero? No, quiere que Gates y el CEO de IBIS (Dominic West) reconozcan que son unos ladrones. Los que busquen una crítica al sistema financiero probablemente se vean defraudados porque el villano no es el sistema sino apenas una manzana podrida (quizás una de tantas, pero que no deja de ser una anomalía). Lo mismo pasa con los medios: el trabajo de Patty y del resto termina siendo virtuoso. Es cierto que trabajan bien (“hacen periodismo”) recién cuando tienen una pistola en la cabeza pero, otra vez, no hay un sistema podrido que les impida hacerlo. El secreto del éxito (moderado, digamoslo) de El maestro del dinero es su ritmo trepidante, el delirio de una historia que fuerza la verosimilitud y la presencia insoslayable de George Clooney, un actor que parece de otra época.
Esta es una de esas historias que tiene a los espectadores tensos, intrigados, cautivados por un gran elenco. Con toques de humor, un ritmo que no da respiro, a pura adrenalina y con una crítica a la sociedad y a los medios. Entretiene aunque resulte previsible y con pocas sorpresas.
DISTRACCIONES DEL SISTEMA Si bien Jodie Foster como realizadora abordó siempre temáticas recurrentes, inscriptas en géneros o subgéneros muchas veces visitados, habitualmente tuvo una mirada descentrada desde la cual aplicó un punto de vista personal. Es cierto, se trata de una filmografía tan dilatada y poco concentrada temporalmente, que cuesta encontrar en todo caso un rasgo autoral: su cine parece surgir por una necesidad del momento. Sin embargo, esta El maestro del dinero es su películas más inclasificable, no porque su estructura denuncie elementos disruptivos formalmente, sino porque es la más clásica y convencional de todas sus películas. Un thriller, con elementos satíricos, sobre los medios de comunicación, el periodismo y el sistema capitalista, que no dice nada novedoso en ninguno de sus puntos pero que ofrece el talento de una realizadora ecléctica que demuestra poseer las herramientas suficientes para contar un cuento en términos cinematográficos. El maestro del dinero tiene todos los elementos para convertirse en un thriller sobre el capitalismo y sus víctimas, y ser visto con solemnidad y gesto de “qué mal está el mundo”. Pero, y ahí tal vez el máximo pase de magia de Foster, la película es una sátira, tiene aliento de tal y termina con cierta negrura reduciendo el conflicto al tamaño de un incidente. Que acaso el mundo sigue y nada importa demasiado: dicha insignificancia denunciada, que no es otra que nuestra propia insignificancia de habitantes del mundo, es lo más amargo que tiene para ofrecer el film protagonizado por el genial George Clooney y la desperdiciada Julia Roberts. La sátira está implícita desde el vamos: el Lee Gates de Clooney no es más que un bufón, un periodista económico que monta un showcito en la tele y tira primicias que no son más que informaciones filtradas desde los espacios de poder, que lo usan como una marioneta para su maniobras espurias. Una de esas maniobras es la que centraliza la atención, cuando uno de los damnificados a punta de pistola toma el estudio donde se emite el programa en vivo de Gates, y le pone un chaleco con explosivos al conductor con el fin de llamar la atención y encontrar algún tipo de respuestas a su quiebra incipiente: el tipo invirtió un dinero siguiendo un consejo de Gates y perdió todo. Los planteos de El maestro del dinero sobre los movimientos del sistema y de la pasión del periodismo moderno por montar showcitos de impacto no sólo no son novedosos, sino que además un poco obvios. Es que los aciertos de la película hay que buscarlos por fuera de sus “denuncias”: recordemos, estamos en el territorio de la sátira. Y el humor, negro, espeso, es un indudable material que opera en los climas del film. En ese sentido lo mejor que tiene para decir Foster sobre el asunto que aborda, es que si el sistema financiero por un lado es perverso y permite cualquier tipo de maniobra espuria, por el otro se vale de una serie de ingenuos y arribistas que lo sostienen consciente o inconscientemente. Si por un lado están los que gozan de los beneficios de ser voceros de primicias y mostrarse influyentes, por el otro están los que gustan beneficiarse con las rentas que ese sistema genera. A El maestro del dinero la podemos acusar de esquivar un poco el bulto y poner la culpa en un lugar incómodo, o al menos de repartirla sin que nadie se lo exija. Incluso, hay material como para señalar al personaje de Clooney como un tipo pasado de ingenuo, y con una culpa algo exagerada e impostada a medida que avanza la historia. La película termina siendo mucho menos corrosiva de lo que parecía que iba a ser en un comienzo y se sostiene gracias a la pericia de la realizadora para tensar las cuerdas del thriller hasta límites que habilitan la suspensión del verosímil. El mayor peligro de la película de Foster es que en su afán por mostrar de forma burlona cómo somos nada más que material de descarte, termine haciendo con sus personajes lo mismo que señala. Aún así, hay que rendirse ante la capacidad narrativa de Foster. Su película es un mecanismo que funciona perfectamente, nos obliga siempre a mirar y, en todo caso, es como el sistema que denuncia: las fallas están escondidas, ocultas, debajo de enormes capas de buena inversión, inversión que es -en este caso- entretenimiento. ¿Foster habla de Wall Street o de
En su cuarta película como directora Jodie Foster presenta una muy buena incursión en el género del suspenso. Dentro de su corta carrera como cineasta, que empezó en 1991 con El pequeño Tate, Foster brindó historias dramáticas que en general fueron bien recibidas en la prensa pero nunca llegaron a ser populares. Con El maestro del dinero apostó a una propuesta más comercial y ambiciosa que desarrolla un thriller en tiempo real dentro de un subgénero conocido. Desde que Sidney Lumet brindó esa gran película que fue Tarde de Perros (1981), con Al Pacino, las historias de toma de rehenes se hicieron populares dentro de las producciones hollywoodenses. La propia directora trabajó hace unos años en Plan oculto, de Spike Lee, que se desarrollaba dentro del mismo género. En este film la verdad que Jodie Foster no le aporta ningún giro diferente a este tipo de historias. Sin embargo, la película brinda una hora y media de puro entretenimiento gracias al sólido dominio de la tensión y el suspenso que presenta su narración. En ese sentido el film es una grata sorpresa debido a que sus filmes previos como directora tuvieron un tono completamente diferente. La trama se vio favorecida además por los trabajos de George Clooney, Julia Roberts y Jack O´Connell (Invencible), quienes se lucen con muy buenos momentos y son los responsables de llevar adelante la historia. O´Connell, quien interpreta al delincuente que irrumpe en el programa de televisión que conduce Clooney, es un actor que la viene remando hace años en Hollywood pero todavía no llegó a ser conocido popularmente por el público. Este trabajo probablemente lo ayude a cambiar a situación. El joven actor tiene muy buenos momentos en esta historia y la humanidad que le dio a su personaje consigue que uno como espectador logre comprender mejor las acciones radicales que toma. La gran debilidad del film es que el cierre es bastante previsible y tampoco se juega demasiado con la crítica que pretende expresar sobre el mundo financiero de Wall Street. Sin embargo, hasta esos minutos finales Foster consigue brindar un sólido thriller que logra mantenerte enganchado con los hechos que se desarrollan. Lo pongo en otros términos. El destino al que llega la película no tiene nada de asombroso o especial pero el viaje se disfruta muchísimo. El maestro del dinero es un gran trabajo de Jodie Foster como directora y dentro de las producciones hollywoodenses es de lo mejor que hay en cartel en este momento.
Lee Gates (George Clooney) es el conductor de un programa de televisión un tanto payasesco en donde él se presenta como un experto en finanzas. Detrás de cámara está Patty Fenn (Julia Roberts), una abnegada productora que soporta el ego de Gates todos los días. En un momento, durante la transmisión en vivo del programa, un joven se filtra en el estudio con armas y una bomba. ¿Qué quiere? Una explicación. El muchacho perdió todos sus ahorros (60 mil dólares) por seguir una inversión que Lee había recomendado fervientemente. La empresa en cuestión perdió 800 millones de un día para el otro por la supuesta falla de un algoritmo, pero nadie (obviamente) cree en este argumento. Mientras corre el programa en vivo, la policía trata de salvar a Gates, su productora quiere investigar qué pasó en realidad con las pérdidas de esta empresa y el agresor permanece en el estudio generando una especie de "reality" que sigue todo el mundo. "El maestro del dinero" combina elementos de "Network", "Tarde de perros" y "Wall Street", pero es difícil tomársela en serio. La cuarta película de Jodie Foster como directora es por sobre todas las cosas inverosímil, y eso le quita peso dramático a los temas. Además los personajes son tan chatos y tan faltos de matices que no generan ninguna empatía. No podemos dar crédito a que Clooney y su "secuestrador" se estén paseando por las calles de Nueva York como si se tratara de un espectáculo. Y ni hablar de que en menos de una hora se resuelve una compleja estafa financiera buscando datos en Google. Lo más insólito es que la moralina del final se cae cuando los personajes de Clooney y Roberts se miran en una última escena con un tono entre cómplice y burlón. Es un cierre superficial y absolutamente inexplicable.
Esta película finge ser lo que no es. La historia: un gurú televisivo de las finanzas, después de un pronóstico errado, se ve secuestrado en el propio estudio desde donde se emite su programa por un hombre desesperado. Algo que cuadra en ese subgénero narrado a pura tensión, negociaciones y revelaciones psicológicas: usted puede hacerse más o menos una idea de por dónde va el asunto. La cuestión es la siguiente: la dirigió Jodie Foster, a la que le importan mucho más los personajes y sus motivos que la historia. Y eso, en este caso, está muy bien. Los films de Foster (pocos pero buenos, ninguna obra maestra pero todos queribles) se concentran en la idea de que no hay buenos ni malos, en que todos tienen sus motivos y, para tomar una posición moral, es necesario primero comprender. De allí que la película parezca menos tensa o menos “de suspenso” de lo que debería indicar su trama y género. Aquí importa más por qué un hombre se desespera, por qué otro cree en el juego del dinero, por qué una mujer -el personaje más importante, el de Julia Roberts- se convierte en una pieza clave, en el puente entre posiciones extremas. Sin ser la maravilla que uno aún espera de Jodie Foster (ojalá algún día pueda concretar su biografía de Leni Riefenstahl), sí un ejercicio interesante del cine de gran espectáculos. Sí, y es una de George Clooney, también.
Llegó a los cines "El maestro del dinero" película dirigida por nuestra queridísima Jodie Foster, conocida por sus papeles en "Taxi Driver" o "El Silencio de los Inocentes", entre otros. Ahora, detrás de cámara, se pone al hombro un film con George Clooney, Julia Robert y Jack O'Conell ("Skins"). Nos centramos en un presentador de un show que te dice en qué apostar si quisieses meterte en la compra de acciones. Hay una caída en el sistema que hace que una compañía pierda 800 millones de dolares y ahí empiezan los problemas. Uno de los afectados por esta caída fue Kyle y quiere respuestas, en vivo y con un arma en la mano. Ahí comienza esta película, una toma de rehenes en la que los dos personajes en pantalla deben recorrer un camino más que interesante durante la hora y media de duración.
Más allá de su evidente carrera como actriz, Jodie Foster ha desarrollado otra como directora y (a veces) guionista. Conocedora de la industria desde muy pequeña ya sabe de memoria cómo funciona la cosa; qué pretenden el público, los productores y las distribuidoras. No veremos nunca incorrección política o rebeldía en el cine de Foster. No pasó en “Mentes que brillan” (1991) ni en “Vacaciones en familia” (1996), y menos que menos en la desprolija “La doble vida de Walter”. “El maestro del dinero” no será la excepción. Lee Gates (George Clooney) es conductor, casi amarillista, de un show televisivo consistente en convertir los movimientos de la bolsa de comercio en un circo bizarro con luminarias en la timba del Dow Jones. Un analista mediático simpático, entrador, un poco engreído, pero difícil de no seguirlo en su magnética forma de recomendar distintos tipos de compras de acciones. En realidad, no está muy lejos de esos programas que solemos ver en la tele vernácula en los cuales una bella señorita incita a los solitarios televidentes a marcar un número de celular para responder “qué palabra se forma con estas letras”. Tal cual sucede con los ingenuos de aquí y de allá, la tele nos sigue haciendo patinar la guita en busca de una fortuna fácil y sin esfuerzo. Patty Fenn (Julia Roberts) es su productora y aliada (no tan) incondicional. No hay atracción alguna más que la conveniencia profesional. Todo se desmadra cuando una víctima de los consejos bursátiles entra al estudio en vivo con una pistola y una bomba, exige seguir al aire y también que aparezcan las explicaciones de cómo de un día para el otro desaparecieron 800 millones de dólares tirando las acciones al tacho, dejando a mucha gente muy enojada. Un secuestro en vivo como para darle a “la gilada”, que sigue todo en las teles de los bares y oficinas, un motivo para charlar, comentar, y eventualmente accionar. No es fácil abordar este tema luego de “Wall Steet” (Oliver Stone, 1987), “El lobo de Wall Steet” (Martin Scorsese, 2014), y la brillante “La gran apuesta” nominada al Oscar éste año. Cada una jugó sus cartas y dejó su crítica feroz al sistema capitalista y sus horribles vicios de corrupción provocados por gente despiadada, todos criaturas de la maquinaria monetaria más nefasta de la historia. Jodie Foster pretende ir por el camino de la farsa liviana, en la cual serán los diálogos y algunas situaciones insólitas los que ayuden a ver crecer el “monstruo” del morbo mediático, independientemente de amagar constantemente con una crítica que nunca llega a profundizarse. Gracias (y pese) a esto, “El maestro del dinero” se vuelve una comedia ácida que va emergiendo a fuerza sostener y defender personajes poco creíbles con acciones menos creíbles aún. Esa insistencia logra meterse en la cabeza del espectador que irá decantando de a poco la dualidad del discurso, pero sobre todo su compromiso con personajes, vaya paradoja, que no producen (individualmente) empatía alguna. Puestos en ese contexto, es la situación del escándalo la que atraviesa a los tres y los mete entre la espada y la pared. Buen pulso del relato, interesantes momentos de tensión dramática, y por supuesto buenos trabajos delante de cámara del elenco en general, hace de “El maestro del dinero” un pasatiempo levemente más profundo gracias a un final que en diez segundos (como sucedía con The Truman Show (Peter Weir, 1998)deja ver que la verdadera crítica está apuntada (también) a la sociedad en su conjunto.
La nueva película de Jodie Foster combina el mundo de Wall Street con el de la televisión, con resultados discretos. Lee Gates (George Clooney) es la estrella histriónica de Money Monster, un programa de televisión sobre el mundo de las finanzas. Gates es un payaso, algo fanfarrón y superficial y por momentos hasta mandón. Enfrente tiene a Patty Fenn (Julia Roberts), la directora del programa que le habla por la cucaracha y le dice todo lo que tiene que decir y hacer. Fenn es la que mueve los hilos del show, su cerebro. Un buen día, en el medio de una transmisión en vivo, entra al estudio un joven con un arma y toma como rehén a Gates, a quien culpa de haberle mentido y haberle hecho perder plata. Le pone un chaleco bomba y exige que lo pongan al aire. El muchacho quiere hablar, quiere sacarse la bronca y denunciar un sistema fraudulento. Así empieza la pesadilla para todo el equipo. El maestro del dinero, cuarta película dirigida por Jodie Foster, incorpora el mundo de Wall Street (con su jerga y sus detestables personajes) al mundo de la televisión. Quiere ser a toda costa un thriller televisivo con guiños al subgénero tan bien cultivado por Sidney Lumet en la década de 1970 (sobre todo a Network y a Tarde de perros). Pretende ser un drama con rehenes que denuncia un sistema financiero corrupto que excede al mundo donde se mueven los personajes. Pero el filme termina siendo una moralina con toques de comedia sin gracia. Lo que en Sidney Lumet es garra y coraje, con una puesta en escena acorde a la historia que se cuenta, acá todo está menos logrado, todo tiene menos solidez narrativa que en aquellos exponentes de la tradición a la que se pretende acoplar. Jodie Foster tiene buenas intenciones, pero estas no están del todo logradas cinematográficamente. Tiene una idea de cine y sabe lo que quiere hacer, pero eso no queda muy bien plasmado en la pantalla. El otro problema es que la verosimilitud y la tensión de la trama se ven interrumpidas a cada rato, ya sea por las actuaciones poco creíbles (Julia Roberts pone la misma cara todo el tiempo), por un guion con momentos inconsistentes y hasta descabellados, y por algunas malas decisiones. A estas alturas de la historia del cine norteamericano, El maestro del dinero aparece como un epílogo endeble que quiere quedar con la conciencia tranquila, un bonus track ingenuo al que le faltó una mejor realización.
Con ecos de clásicos de los setentas como Network y Tarde de Perros (ambas de Sidney Lumet), Jodie Foster abandona el drama familiar de sus anteriores películas (que alcanzó su pico con The Beaver, ese pequeño gran regreso a la actuación de Mel Gibson post-controversia) y se atreve al suspenso, con una trama que si bien cuenta con un ágil y vertiginoso guión, por momentos tropieza con su propia torpeza ante la imposibilidad de denunciar con mayor dureza y realismo aquellos tema que critica. La acción transcurre casi íntegramente en un set de TV, donde el gurú de las finanzas Lee Gates (George Clooney) le "canta la posta" a los inversionistas (a veces hasta en sentido literal, ya que no le teme al ridículo y por eso baila y rapea) y tiene así uno de los shows más exitosos de la cadena. Todo marcha razonablemente bien para Gates (es decir, cada vez parece agradarle a menos gente pero su bolsillo no para de abultarse gracias a ello), hasta que un mal día una víctima de sus malas predicciones toma el estudio por la fuerza, manteniendo de rehenes a los trabajadores del canal. Como no podía ser de otra manera, este acto desesperado trae consigo un mensaje, y será Lee quien deba mediar entre su captor y los destinatarios del mismo. El film de Foster peca de superficial en cuanto a un tema que puedo haberse retratado con mayor crudeza (después de todo, se supone que es una feroz crítica a Wall Street y el sistema perverso que lo contiene), pero jamás se estanca ni altera su ritmno, manteniendo entretenido siempre al espectador. Money Monster no llega siquiera al nivel de un film menor de Costa-Gavras como lo fue El Cuarto Poder, pero aún así, y en buena medida gracias a sus excelentes actuaciones, mantiene al espectador en vilo y por ello solo vale la pena verla.
Cuarto largometraje de la directora Jodie Foster y nueva película sobre la crisis financiera, El maestro del dinero es la narración del asalto a un programa de TV en vivo. El conductor Lee Gates -George Clooney- es un payasesco host de un show sobre economía algo venido a menos que recomendó invertir en una empresa cuyas acciones se desplomaron. Uno de esos accionistas, furioso, lo toma de rehén y exige, siempre en vivo, explicaciones sobre lo que pasó con su dinero. Todas las bajadas de línea que imagines sobre las injusticias sociales derivadas del volátil sistema financiero están presentes en un guión que, promediando una primera parte de prolijo thriller tenso, empieza a resquebrajar cualquier verosimilitud, apurando resoluciones y tirando situaciones de los pelos. El trabajo de Clooney, en un papel perfecto para su estampa clásica, es lo mejor de una película que termina sucumbiendo en la cola de muchas otras parecidas que ya viste o adivinás.
La revolución no será televisada Hay algo en “El maestro del dinero” en lo que muchos no se ponen de acuerdo sobre si es un defecto artístico o un acierto político (en los términos de Michael Moore, de meter los debates a pelear por la taquilla). “¿De qué estás hablando, Willis?”, diría Gary Coleman en sus años mozos. La película dirigida por Jodie Foster y escrita por Jamie Linden, Alan DiFiore y Jim Kouf apela a un formato bastante estándar (e inverosímil, dicen algunos, pero eso ya entra en el terreno de la “suspensión de la incredulidad”) para tirar sobre la mesa unos temas bastante espinosos sobre el funcionamiento del capitalismo tardío financiero, y algo sobre la cuestión social. El rostro humano “Ustedes no tienen ni idea de dónde está su dinero. Porque en los viejos tiempos podían entrar a su banco, ellos abrían una bóveda y señalaban un lingote de oro. Pues se acabó. Su dinero, por el cual ustedes se han partido el lomo, no es más que unos cuantos fotones de energía viajando por una inmensa red de cables de fibra óptica. ¿Por qué lo hacemos? Lo hicimos para que fluyera más rápido, porque su dinero debe ser rápido: más que el de los demás. Pero si quieren mercados más rápidos (...), a veces se les reventará una llanta”. Con esas palabras arranca la cinta, y el que habla es Lee Gates, conductor de “Money Monster” (literalmente, “el monstruo del dinero”) un programa de economía tan excéntrico como su presentador, que se mueve entre efectos sonoros y bailes de hip hop con estética bling bling (la imaginería de cadenas de oro con el signo $ colgando), para más obscenidad a la hora de hablar de acciones e inversiones. Gates es una especie de ídolo del capitalismo posfordista: tiene un pie en el mundo de las altas finanzas, y el otro en los medios corporativos de comunicación. Y lo que motiva sus palabras es que una acción recomendada, la del fondo de inversión Ibis, se cayó, dejando en banda a miles de inversores. “Y, bueno, esto es así, a veces se gana y a veces se pierde”, podría leerse en sus justificaciones. “Tranquila, acá no hacemos periodismo de emboscada; acá no hacemos periodismo”, dice Patty Fenn, la ya harta productora de Gates a la responsable de prensa de Ibis. En esos primeros minutos, se tiran las claves de todo lo que vendrá. Porque la careta se cae cuando un joven armado entra al estudio y toma al conductor y su equipo de rehenes: quiere una explicación de qué pasó realmente, que no puede ser simplemente un error de un algoritmo predictivo de flujos económicos. Kyle Budwell, que así se llama, es lo que está abajo de esta festichola financiera: es parte de la clase baja (menos que un “empleado medio”, al decir de Javier González Fraga) y acaba de perder lo poco que tenía en la jugarreta de Gates y Walt Camby (el CEO de Ibis). O sea que entre el financista, el asesor financiero y la víctima conforman una representación simplificada de la tragedia de la crisis de las subprimes de 2007, muy bien narrada en “La gran apuesta”, y la irrupción del desesperado interrumpe los flujos comunicacionales para mostrar esa cara “humana” de la economía de las pantallas. No particularmente un académico, Budwell se sabe “jugado”, y se hace carne de las palabras de Tiqqun en “¿Cómo hacer?”: “La huelga humana, hoy en día, consiste en rechazar desempeñar el papel de la víctima. Atacarlo. Reapropiarse la violencia. Arrogarse la impunidad. Hacer comprender a los ciudadanos pasmados que si no entran en la guerra están en ella de cualquier forma. Que allí donde se nos dice que es tal cosa o morir, es siempre en realidad tal cosa y morir”. Y está dispuesto a hacerlo, a cambio de una respuesta, lo que moviliza a Patty y Diane Lester (la jefa de comunicaciones) a averiguar qué pasó, y a la productora y conductor a hacer periodismo (otro mensaje: para que en la televisión hagan verdadero periodismo hay que ponerle una pistola en la cabeza a alguien). Intensidad Por lo demás, el ritmo narrativo de Foster es muy eficiente, combinando la inmediatez de las comunicaciones electrónicas y los tiempos del desplazamiento físico; la situación central con la globalidad de sus escenarios relacionados, y la globalidad que la transmisión alcanza. Pero los lenguajes y ciertos tópicos (el operativo, los negociadores policiales, el crescendo dramático y la resolución final) recuerdan bastante a otros filmes ya vistos. George Clooney entró al proyecto también como productor, pero no debe haber otro como él al que le salga tan bien el personaje de tilingo fachero y superficial (todo lo que Clooney no es, salvo fachero), con un margen de redención. Junto a él regresa su compañera de la saga de Danny Ocean, Julia Roberts, que después de “Agosto” puede permitirse cualquier papel, y transmite la fatiga moral de Patty. Jack O’Connell, el elegido de Angelina Jolie en “Invencible”, se muestra lo suficientemente intenso como para darle carnadura a Kyle, mientras que la ex modelo Caitriona Balfe llama la atención con su Diane. Dominic West la tiene fácil como Camby, un malandra de manual, mientras que por ahí acompañan Christopher Denham como el productor Ron Sprecher, Lenny Venito como Lenny el camarógrafo (el personaje bufo, en los momentos en que nada es gracioso), Dennis Boutsikaris (Avery Goodloe, otro pícaro dentro de Ibis) y Emily Meade (Molly, la novia de Kyle). Hace lo suyo el veterano Giancarlo Esposito como el capitán Powell de la policía. Hay por allí alguna referencia a Occupy Wall Street y la toma del parque Zucotti, en medio de la reacción popular. Pero hacia el final uno empieza a pensar que el vengador solitario de las finanzas no deja de ser un estado de excepción momentáneo en el flujo de los fotones que rigen nuestras vidas, y una minirevolución intrasistémica. “La revolución no será televisada”, se tituló con múltiples sentidos un documental de Kim Bartley y Donnacha O’Briain: sigamos jugando con sus significados.
Show me the money Con una extensa filmografía como actriz, Jodie Foster cada tanto decide ponerse detrás de las cámaras. El Maestro del Dinero (Money Monster) es su cuarto film sentada en la silla de directora, luego de la inclasificable y querible La Doble Vida de Walter (The Beaver). Lee Gates (George Clooney) es un exitoso conductor de un programa de televisión que analiza las finanzas de Wall Street de una manera bastante particular. Le pone una cuota de show al tema con coreografías, canciones, “efectos especiales” y demás cuestiones que consiguen darle un poco de onda a la cuestión. Lamentablemente la canchereada se le vuelve en contra cuando su programa con todos sus integrantes es tomado por asalto a manos de Kyle Budwell (Jack O’Connell), un pibe que perdió todos sus ahorros siguiendo los consejos de Lee. Si bien no estamos ante una obra maestra, hay algunos destellos de El Maestro del Dinero que la convierten en una película como mínimo interesante. Primero y principal es el ritmo frenético de la cinta. Desde el minuto 1, Foster desenrolla la trama con presteza pero sin apuro, demostrando tener el control absoluto de lo que se va contando. Desgraciadamente, donde la película pierde un poco de tensión es resolviendo torpemente algunos conflictos que requerían un poco más de agudeza (tanto de narración como de ingenio) y menos obviedad a la hora de ser abordados. George Clooney es uno de los argumentos de mayor peso para El Maestro del Dinero. Otro de los puntos altos en El Maestro del Dinero es la facilidad con la que la película convierte a los “buenos” en “malos” y viceversa. Todo entre comillas porque hasta que llega el giro final, donde sale todo a la luz, uno va cambiando su percepción hacia los personajes. Es que todos los protagonistas tienen una “justificación” (en algunos es más noble y en otros moralmente más cuestionable) para llevar adelante las acciones que están realizando. Con las cartas jugadas en la mesa, el verdadero enemigo aparece y ahí El Maestro del Dinero empieza a bucear en las verdaderas motivaciones de los personajes; interpelando al espectador en la elección de que bando tomar, algo que siempre es bienvenido en este tipo de thrillers. Por último, George Clooney es sin dudas uno de los argumentos de mayor peso para El Maestro del Dinero. Sí, Julia Roberts está perfecta aportando la cuota de equilibrio y mesura necesaria ante tanto grito y vértigo, y Jack O’Connell se destaca en una actuación desbordada; pero es en los hombros de Clooney donde descansa el verdadero peso del cuarto opus de Foster. Cuando el verosímil de la película se fuerza o cuando los conflictos son resueltos sin demasiada complejidad y “a las apuradas”, está el querido Jorgito para ponerle el pecho y hacernos comprar sin chistar todo lo que pasa.
Una dirección dinámica para un guion con fallas. Jodie Foster aparte de tener una más que respetable trayectoria como actriz, tiene una faceta de directora poco conocida, con sus aciertos y desaciertos. La mayoría de estos ejercicios fueron en terrenos netamente dramáticos y/o cómicos, pero su pasaje como directora de algunos episodios de House of Cards le debió haber detonado la necesidad de probar suerte en el terreno del thriller. El Maestro del Dinero es ese intento. Tú sabes que el dinero no es todo en el dinero El frívolo Lee Gates conduce un bufonesco programa de televisión sobre inversiones. El programa parece ir bien, es entretenido y el caballero parece saber de lo que está hablando. Hasta que un día llega al estudio un joven perturbado, arma y explosivos en mano, tomando de rehén a Lee ante la vista de millones de televidentes. Dicho joven perdió todo su dinero a causa de seguir los consejos de Lee y espera una explicación, caso contrario hará estallar una bomba que está atada al cuerpo de Lee. Estructuralmente hablando la película sabe distribuir sus piezas para que el espectador las ordene en su cabeza. Ahora bien, empieza a pasar algo raro cuando uno empieza a querer encajar esas piezas y se descubre de qué material están hechas. Esa rareza, esa sensación, tiene que ver con la verosimilitud de las acciones en esta película. Imaginemos a dicho verosímil corporizado en un vaso de telgopor lleno de agua. Tomamos un alfiler y le hacemos un agujerito en el fondo. Este empieza a perder agua, pero a simple vista no se nota. Ahora conforme va pasando el metraje ese agujero agranda su diámetro más y más, a tal punto que llegado el tercer acto ya no hay más fondo, ya no hay más agua. Se vuelve un recipiente hueco. La película hace un intento muy obvio de echarnos en cara la influencia de los medios —y lo vacía que puede ser su obsesión— para pasar como un relato inteligente. Si la trama no cierra, menos que menos el tema. Ambos van de la mano; si uno tiene agujeros el otro también los tendrá. Cabe aclarar que la falta de atención a los problemas generados por este agujero contribuye a que los momentos de comedia que posee la película pasen sin pena ni gloria. En ocasiones por no tener nada que ver con la historia que se esta contando. Por el costado actoral tenemos acertadas interpretaciones de Julia Roberts y George Clooney. De este último quiero decir que Hollywood tendría que mandarle con más frecuencia roles de seres patéticos y/o poco admirables, porque los borda de manera carismática. De la dirección de Jodie Foster debe decirse que sabe imprimirle ritmo y dinamismo a la narración a pesar de sus descomunales falencias de guion. Conclusión El Maestro del Dinero es una película sostenida a pulso de buenas actuaciones y una buena dirección. Si bien su ritmo no decae y no llega a aburrir, sus agujeros de guión hacen de este un título difícil de recomendar.
Cuando la vida humana cotiza en Bolsa de valores “El maestro del dinero”, de Jodie Foster, es una lección sobre el comportamiento humano y los mercados. Los tiempos actuales son veloces, como los pixeles mientras un complejo algoritmo corre en la red internacional de redes. Algunos de esos cálculos son el alma del mercado de negocios y la Bolsa, un nicho gigante de dinero virtual, que nada tiene que ver con aquel lingote de oro que marcaba en la bóveda del banco cuánto dinero llevabas acumulado en una vida de trabajo. Hoy no se trata de constatar tu haber en peso-oro: hoy, la cuestión reside ver quién es más rápido en el manejo de esos píxeles que juegan vidas enteras en una ruleta internacional. Algo de esto explica Lee Gates, el protagonista de El maestro del dinero, un hombre que se convirtió en celebridad a partir de sus 20 horas semanales de programa televisivo, donde mezcla show con consejos para que el ciudadano común apueste y gane en el juego de Wall Street. Pero este "monstruo"-"maestro"-"mago" un día se equivoca y una de sus proyecciones "seguras" termina en caída. Furioso, un joven inversionista en bancarrota toma a Gates de rehén, en vivo y directo, y bajo amenaza de bomba exige respuestas respecto de la misteriosa pérdida de 800 millones de dólares en un día. En tiempo real y mientras se transforman en la noticia del día, Gates y su productora intentan mantenerse con vida y satisfacer la demanda del captor. Jodie Foster al mando El arte de hacerse de aliados El maestro del dinero es la cuarta película que dirige la también actriz Jodie Foster. Como tal, entiende el valor de permitir que actores como George Clooney (Lee Gates), Julia Roberts (la eficiente productora Patty Fenn) y Jack O'Connell (el captor Kyle Budwell) sean sus aliados en la narración de una historia que requiere una buena afinación para tocar la cuerda de la tensión. Junto con un elenco que en el grueso completan Dominic West, Caitriona Balfe y Giancarlo Esposito, la directora lleva adelante un guión que enfoca en la deshumanización de la sociedad global desde tres enfoques simultáneos: el de quienes manipulan grandes sumas en apuestas que involucran los destinos de miles de personas en un extremo u otro del mundo; los medios de comunicación, su responsabilidad como formadores de opinión; y los consumidores de programas y noticias, que toman, descartan y frivolizan, estimulados además por las redes sociales.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030
Un thriller que zafa por sus protagonistas Nueva película de Jodie Foster en la dirección ("The Beaver") que nos trae una dupla protagonista que despliega todo su talento. "Money Monster" es un thriller extraño pero explosivo que se sostiene en su mayoría por las interpretaciones y el fantástico carisma de sus mega estrellas, Julia Roberts y George Clooney. El film nos cuenta una historia que no es de lo más original pero que tiene una dinámica que mantiene interesado al espectador. Lee Gates (Clooney) es un conductor de TV que está al frente de un programa de finanzas de Wall Street que aconseja a sus televidentes sobre opciones de inversión financiera. Es muy profesional, carismático, arrogante y superficial, pero con algunos atisbos de bondad muy en el fondo de su ser. Su productora, Patty Fenn (Roberts) lo acompaña cada programa, lo banca y lo cuida como si fuera una madre o simplemente una amiga leal que lo quiere "a pesar de". Un día, durante uno de sus programas se aparece de manera sorpresiva un espectador enojado y decepcionado con uno de los concejos de inversión y lo toma de rehén para que el mundo sepa acerca de la estafa que se perpetra día a día en el sistema financiero estadounidense. Una cosa va llevando a la otra y se terminan desenmascarando varias verdades ocultas. Entre lo mejor de esta propuesta tenemos en primer lugar la actuación del trío protagonista, Clooney y Roberts, que ya los hemos nombrado, y sumamos al actor inglés Jack O'Connell. Por otro lado, tanto la adrenalina como el ritmo que le imprime Foster a la historia resultan entretenidos, pero deja entrever también que hay varios problemas de guión. La razón que aparentemente tiene el personaje de O'Connell para cometer el crimen es débil y no convence. Parece ser una excusa mal armada para poder justificar que haya un villano que a la vez conecte con el público. Otra cosa que a mi parecer resulta bastante floja es que el verdadero villano del relato se deja ver muy temprano y de manera torpe. No hay que buscar mucho para darse cuenta por donde viene el desenlace y eso es pecado tratándose de un thriller. Hay también varios momentos que son surrealistas y no demasiado creíbles. Pese a todas estas fallas, Foster se las ingenia para mantenernos intrigados hasta el final en el que pensamos... "Meh... de eso se trataba, al menos los vi a George y Julia".