Sobre las asimetrías cotidianas Gran parte del Hollywood cínico de nuestros días no sólo ha dejado de lado las propuestas de corazón sensible de antaño, aquellas destinadas al público familiar y que solían incluir un mensaje de integración y respeto un tanto light, sino que además hoy el grueso de la industria ha decidido volcar sus pocos esfuerzos en el rubro hacia los bodrios cristianos, todo un enclave embanderado en una hipocresía y un maniqueísmo espantosos que para colmo pretenden ganar adeptos para la derecha fascistoide e hiper conservadora de Estados Unidos. Extraordinario (Wonder, 2017) nos retrotrae precisamente a esas feel good movies del pasado en las que la interrelación entre la comedia y el drama daba por resultado un esquema amable sustentado en una dialéctica de golpes bajos sutilmente compensados con instantes de algarabía lacrimógena, por lo general vinculada a la introspección y el cariño. Este opus de Stephen Chbosky, quien viene de entregar la también interesante Las Ventajas de Ser Invisible (The Perks of Being a Wallflower, 2012), administra con bastante astucia los ingredientes de la fórmula retórica y consigue un producto muy eficaz que se ubica en la tradición de las inefables El Chico de la Burbuja de Plástico (The Boy in the Plastic Bubble, 1976) y Máscara (Mask, 1985), aquellos cimientos del subgénero centrado en personajes con alguna característica física que provoca un desajuste/ resquemor en relación a los parámetros que la sociedad considera comunes y por ello “aceptables”: recordemos que mientras que la primera analizaba el devenir de un adolescente -interpretado por John Travolta- con un sistema inmunológico deficitario que lo condenaba a vivir en una burbuja estéril, la segunda nos presentaba a un joven Eric Stoltz con una deformidad en su rostro. A decir verdad Extraordinario funciona como una “remake no oficial” de Máscara porque toma la arquitectura dramática del trabajo de Peter Bogdanovich y simplemente baja la edad del protagonista, traslada la acción a Nueva York y abre un poco el abanico de la familia en cuestión. Hoy el catalizador del relato es el padecimiento de August Pullman (Jacob Tremblay), un niño que ha tenido que someterse a muchas cirugías en su cara para sobrevivir a malformaciones congénitas, un martirio que lo ha dejado con un aspecto que lo avergüenza. Sus padres Isabel (Julia Roberts) y Nate (Owen Wilson), y su hermana Olivia (Izabela Vidovic), lo acompañan en el duro período de transición desde la educación hogareña a por fin comenzar a asistir a una escuela, un trance que enfrenta al pequeño con la discriminación, el bullying y los primeros chispazos de la incesante violencia del mundo. Definitivamente el elemento que diferencia a la película de otras obras similares pasa por la decisión del guión de Steve Conrad, Jack Thorne y el propio director -a partir de una novela de R.J. Palacio- orientada a construir un pantallazo inesperadamente complejo en torno al círculo íntimo del clan Pullman en general y no sólo de August, detalle que nos lleva a conocer las historias de Miranda (Danielle Rose Russell), la ex mejor amiga de Olivia, y de Jack Will (Noah Jupe), el nuevo compinche de August. Más allá del excelente desempeño del elenco, encabezado por un Tremblay maravilloso que ya pudimos ver en La Habitación (Room, 2015) y Somnia: Antes de Despertar (Before I Wake, 2016), lo en verdad valioso de este melodrama de marginados es el equilibrio narrativo y la profundidad que se le concede a cada personaje en particular, a lo que se suma el hecho de que August no toma la forma del típico purrete caprichoso e indulgente de nuestros días ya que si bien tiene reacciones clásicas de los chicos, la trama le permite momentos de sabiduría que asimismo se condicen con la fortaleza y el porfiar de sus padres. Así las cosas, Extraordinario es en última instancia un retrato del campo simbólico de la sociedad actual, poniendo el acento en las asimetrías y los prejuicios que podemos encontrar en todos lados, frente a los cuales sin duda debemos subrayar la voluntad de comprensión/ entendimiento recíproco dentro del enrevesado marco de las injusticias cotidianas, las emociones y sus múltiples repiqueteos…
Extraordinario una película de Stephen Chbosky, basada en un libro de R.J. Palacio del 2012. Se estrena este 30 de noviembre en la cartelera argentina. Una dirección que permite hacer lucir a todo el elenco. Desde las grandes figuras, como la de Julia Roberts, que se destaca por si sola, o la de Owen Wilson. Figuras ya reconocidas que le dan una marca personal y acompañan el sello del director. Quien a pesar de contar con actores tan reconocidos, no deja de lado a los demás intérpretes. La mayoría de ellos niños pequeños y con muy buen desempeño. La actuación menos lograda es la del niño principal, sin embargo el resto del elenco no deja caer al film en esa irregularidad. De hecho es así como se reparte en la trama y lo más atractivo de la película, no todo es la penuria del niño Auggie. Es de lo más fresco que tiene el relato ya tantas veces visto. Auggie es un niño que al nacer, con varios problemas debido al cruce genético de sus padres, sufre una serie de operaciones. Todo ello le genera un rostro “anormal” o ” deformado” para los canones estéticos de “belleza” y “normalidad” que se espera que una persona tenga en occidente. Por este suceso el chico estudia en su casa y usa un casco de astronauta para salir a la calle. Su vida se modifica cuando tiene que enfrentar su escolaridad. Aquí vendrán los problemas de discriminación y los hechos cotidianos de la disciplina y adoctrinamiento escolar. Justo allí es dónde el director acierta y no solo centra la película en lo que sufre Auggie, sino también en lo que sufre cualquier niño/a o adolescente yendo al colegio, o simplemente lo que sufre una persona en la vida misma. Cómo cada quien tiene sus problemas, en menor o mayor medida, y todos tenemos nuestra propia lucha. Lo que no termina de quedar claro con el casting de actores es la elección de Jaccob Tremblay como Auggie, cuando él no tiene el rostro con esas características. Más allá que, obviamente muchas veces no se necesite ser de determinada manera para hacer un papel, sin embargo creo que justamente ya que se va a tratar estos de temas se puede generar trabajo a esos niños que no “encajan” con los canones hegemónicos. No intento con esto realizar un juicio de valor, solo llamar a la reflexión y repensar entre todos qué esperamos del arte en estos tiempos.
August “Auggie” Pullman (Jacob Tremblay) es un niño que nació con una rara enfermedad llamada Síndrome de Treacher Collins, que lo hizo pasar por varias operaciones a la largo de su corta vida y por este mismo motivo tiene algunas malformaciones en su rostro. Debido a su estado de salud, fue educado en casa por su madre, Isabel Pullman (Julia Roberts), quien decide que Auggie debe empezar la primaria como un niño normal. Nate Pullman (Owen Wilson) y Olivia “Via” Pullman (Izabela Vidovic) completan la familia de Auggie. Nate es un padre preocupado por su hijo, de gran corazón, mientras que Via es la hermana mayor, quien muchas veces tuvo que dejar sus sentimientos y preocupaciones a un lado a causa de la enfermedad de su hermano. “Extraordinario” está basada en un best-seller escrito por Raquel Palacios, una novela que habla sobre la tolerancia, el bullying, ponerse en el lugar del otro y de que muchos de nosotros, a pesar de lo que muestran las apariencias, tenemos una lucha interna, que no siempre es vista por los demás. Lo distinto que tiene esta película, a diferencia de otras que tratan el tema de niños con enfermedades, es que a medida que avanza la historia vamos descubriendo los distintos puntos de vista de la gente que rodea Auggie, su hermana Via, que muchas veces es dejada de lado por la salud de su hermano, sus amigos, etc. Las actuaciones están a la muy bien, ciertamente Jacob Tremblay interpreta a un adorable Auggie que logra empatizar con el público. Los padres y hermana están muy bien en sus roles, quienes logran llegar al espectador. Con algunos golpes bajos, pero con un mensaje muy necesario en estas épocas, “Extraordinario” es una buena película que disfrutarán tantos niños como adultos, y que los dejará pensando sobre la aceptación de lo diferente.
La lección del día En inglés existe una frase que podría representar a Extraordinario (Wonder, 2017). La “feel-good movie” es una película que, pese a la historia dramática que cuenta, da esperanzas y deja un mensaje positivo. Suelen tener mucho éxito en Estados Unidos cuando el mundo está pasando por momentos desesperantes o repletos de noticias aterradoras. Una manera de escapar. Auggie es un fanático de La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977) y los astronautas que está por arrancar quinto grado en una primaria. Es la primera vez que pisa un colegio, ya que hasta el momento su mamá, una profesora de arte, se encargó de enseñarle todo. ¿Por qué? Su hijo nació con el síndrome de Treacher Collins, una enfermedad que se caracteriza por las malformaciones en la cara. Eso complica la forma de hablar, respirar, ver y comer, entre otros problemas. El protagonista tiene 10 años y un par de decenas de operaciones. Los padres están aterrados por el desafío que está por empezar; y tienen razón: la discriminación lo espera al otro lado de la puerta. Lo que parece una historia sobre las experiencias de un niño es en realidad un retrato muy abarcador de una familia y las personas más cercanas. Hay un capítulo para cada uno de los cuatro personajes más jóvenes. La hermana se lleva gran parte de la duración de la película. El director, seguramente intentando ser lo más fiel al libro en el que se basa, intenta contar lo más que puede en menos de horas. En algunos casos lo logra, en otros no. Por ejemplo, el personaje de Auggie está bien desarrollado, pero en los otros casos se les dedica unos minutos como para explicar los dramas personales, los motivos y para atar cabos, y no es suficiente. Profundizar aún no hubiese sido suficiente, evitar este recurso quizás era un riesgo muy grande. ¿Hay lugares comunes? Muchos. ¿Se recurre demasiado a los toques de comedia aliviadores? También. ¿Le sobran minutos? Varios, algunas veces menos personajes es más. Así como pasó hace poco con Un Camino a Casa (Lion, 2016), esta película, que tiene una gran actuación de Julia Roberts y reafirma a Jacob Tremblay como la gran promesa infantil de Hollywood, conmueve sin golpes bajos. La historia que cuenta Extraordinario es muy humana y necesaria, en tiempos donde el bullying o acoso escolar tiene nombre y apellido. En un momento se habla de la política de “tolerancia cero” sobre el tema en las escuelas, pero después de verla en el cine, varias familias -porque es eso, una película para cualquier edad, más inofensiva que todos los tanques de Marvel o de DC- van a tener una charla de sobremesa muy constructiva.
Recuerdo que cuando vi el trailer de Extraordinario me dije a mí mismo: “como vas a llorar”. No me equivoque. Pero afortunadamente no fue llanto proveniente de congoja como resultado de un golpe bajo, sino de emoción. Es una historia que es imposible que no te pegue y que atrapa al espectador en un instante. Basada en el best seller homónimo de Raquel Palacio, la película nos cuenta cómo vive Auggie, un niño con deformidad facial, su ingreso al colegio por primera vez en su vida. La crueldad con la que lo tratan algunos, y la bondad de otros, generan secuencias muy lindas. Asimismo, el film es un fuerte alegato contra el bullying escolar y una radiografía sobre cómo funcionan algunas familias con este tema. El director Stephen Chbosky, quien hace unos años nos regaló la maravillosa Las ventajas de ser invisible (2012) se pone al mando de un gran elenco y saca lo mejor. Primero y principal hay que destacar al pequeño genio de la actuación llamado Jacob Tremblay. Lo conocimos hace poco con Room (2015) y es una de las grandes promesas de Hollywood. Lo que hace aquí es magnífico en todo sentido. La actriz Izabela Vidovic, quien interpreta a su hermana, también hace un laburo inmenso y nada fácil. Muchas secuencias claves dependen de ella. Y el resto de los chicos también están geniales. Cada uno con su lugar y su momento. La pareja protagónica compuesta por Julia Roberts y Owen Wilson, legitiman el gran cast y pedigree actoral. El guión es ingenioso pesé a algunos clichés. Y si bien por momentos los diálogos pueden sonar un tanto cursis y/o exagerados, quedan muy bien dentro del contexto del film. No busquemos composiciones de planos complicados o llamativos, no hay eso en esta película, aquí importa la fuerza de sus personajes y el director lo supo desde el principio. Extraordinario es de esas películas que te conmueven, de las que te hacen llorar pero sin sentirte mal. Es una de esas películas valiosas.
Extraordinario: emociones puras y genuinas El Hombre Elefante, Máscara, El jorobado de Notre Dame... El cine se ha acercado muchas veces a personajes con algún tipo de deformidad para reflexionar sobre los prejuicios y las resistencias que genera aquello que a primera vista es "distinto" en una sociedad poco dispuesta al respeto, la tolerancia y la convivencia. En esta transposición de la exitosa novela de R.J. Palacio coescrita y dirigida por Stephen Chbosky (Las ventajas de ser invisible), el protagonista es Auggie Pullman (Jacob Tremblay), un niño de diez años con deformidad facial congénita y 27 operaciones a cuestas que -tras ser educado en su hogar por su abnegada madre, Isabel (Julia Roberts), y su simpático padre, Nate (Owen Wilson)- sale por primera vez al mundo real al ingresar al quinto grado de una escuela primaria de Brooklyn. Auggie es un niño como tantos otros que ama la saga de Star Wars, sueña con ir a la Luna, es un experto en ciencias y en Minecraft y juega en su XBox, pero varios de sus nuevos compañeros no están dispuestos a aceptarlo fácilmente y el bullying pasará a ser una de las cuestiones centrales del film, que -dividido en episodios- narrará los hechos desde distintos puntos de vista. Extraordinario es un auténtico tearjerker, ese tipo de films tragicómicos, agridulces, que apuestan a la risa y sobre todo al llanto, a la emoción más pura y genuina. Dirigida con nobleza y con un brillante elenco, se trata de una película conmovedora (no apta para cínicos). Preparen los pañuelos.
Con la mirada en la luna La historia, que era proclive al golpe bajo, está bien equilibrada y respaldada por un convincente elenco. Las películas sobre niños con problemas físicos tuvieron en ocasiones resultados dispares y el título que se viene a la mente es Máscara, protagonizada por Cher en 1985 y bajo las órdenes de Peter Bogdanovich. El mayor riesgo es caer en golpes bajos, pero este filme de corte familiar está bien balanceado y se deja ver con entusiasmo. Auggie (Jacob Tremblay, el joven actor de La habitación) es un niño que nació con malformaciones faciales producidas por un desorden genético, y fue educado entre cuatro paredes. Su madre Isabel (Julia Roberts) se ocupa de su tesis, del hogar y lucha contra la tecnología, el padre Nate (Owen Wilson) aporta la cuota de humor necesaria para seguir adelante, y la hermana adolescente Via (Izavela Vidovic) siente que perdió la atención que necesita de los mayores. Ahora es el momento de ir al quinto grado del colegio local y Auggie debe enfrentar al mundo. Con un casco de astronauta que lo protege de la “amenaza” exterior y la cabeza baja, el niño escapa de una realidad feroz gracias a su frondosa imaginación, colocada en la luna, las estrellas y en sus personajes favoritos de La guerra de las galaxias, que se hacen presentes en el instituto a través de un recurso que se repite y pierde eficacia sobre el final. La película, basada en la novela de R.J Palacio, está estructurada en cuatro capítulos que llevan el nombre de los personajes y ofrecen su punto de vista sobre la vida de August en el ámbito familiar y educativo. Resulta un acierto del guión que la mirada esperanzadora y redentora no sólo se pose sobre Auggie sino también sobre el resto de los personajes que dan batalla, cada uno a su manera, contra una realidad hostil. El realizador de Las ventajas de ser invisible, Stephen Chobsky, se rodea de un elenco infantil sin fisuras que se pone la película al hombro, desde el pequeño protagonista oculto tras el maquillaje, el mejor amigo de Auggie, Jack Will, encarnado por Noah Jupe, y el severo rector, rol a cargo de Mandy Patinkin. Peleas, romance interracial y el viaje de un héroe que cambia las vidas de todos es motivo suficiente como para acercarse al cine.
Del mismo director de Las ventajas de ser invisible, "Extraordinario", es una fábula melodramática sobre un niño con cierta deformidad y un gran carisma, y el impacto que su presencia causa en los personajes periféricos. El resultado final contradice su postulado. ¿Existe el subgénero drama de niños especiales? Películas como "El gran Simón" o "D.A.R.Y.L". parecieran confirmarlo. Al igual de lo que sucede con muchísimas biopics, los guiones parecieran tener la necesidad de recalcar las peculiaridades de sus personajes centrales más allá de su condición que de por sí “los marca”. Sí, tienen enfermedades graves, son genios, o tienen alguna deformidad; pero además poseen un carisma arrollador y una capacidad para analizar el mundo como muy pocos mortales poseen. Este es el caso de Auggie (Jacob Tremblay, buen niño actor pero que se repite demasiado en sus papeles de “soy el niño que sufre y llora”) el segundo hijo de Nate (Owen Wilson) e Isabel (Julia Roberts), quien nació prematuro, sin terminar de desarrollarse completamente, lo cual le trajo todo tipo de complicaciones en sus primeros meses y años de vida. Tuvo que ser sometido a variadas operaciones, reconstrucciones, y tratamientos específicos para paliar esa falta de desarrollo de un modo quirúrgico. A sus diez años de edad, Auggie tiene un rostro reconstruido, que algunos podrían considerar desfigurado; lo cual le hace sufrir el rechazo de la sociedad y consecuente aislamiento. A punto de comenzar el quinto grado, Auggie debe afrontar el reto mayor hasta ahora de su vida, dejar la enseñanza que le propinaba su madre en el hogar y concurrir por primera vez a una escuela tradicional. ¿Cómo reaccionará Auggie y los que lo rodean a este hecho? De esto trata Extraordinario. Basada en la novela best seller Wonder: La lección de August de R.J. Palacio, que luego se convirtió en una serie de libros. "Extraordinario" emprende el camino típico de estas historias, más allá de presentar la “vuelta de tuerca” de posar también su mirada en quienes rodean al chico. Separada por capítulos con el nombre de los personajes, "Extraordinario" nos narra como la presencia de Auggie afecta positiva, y a veces negativamente según la postura, a la hermana, a un compañero de colegio, y a una amiga de la hermana; además de otros siempre presentes como los padres o los típicos niños abusones. El inconveniente principal es que, si bien, se plantea la idea de que, más allá de su rostro, Auggie es un niño normal y merece ser tratado como los demás, rápidamente la misma película tira por tierra esa idea. Nos habla de la hermana o del compañero amigo, les dedica un capítulo. Pero no va más allá del título, porque a los cinco minutos los vuelve a abandonar para seguir hablando de Auggie y como con su forma de ser les da lecciones de vida a todos. ¿Quién no quisiera tener una madre maestra como Julia Roberts? No solo posee la sonrisa más amplia del universo, sino que aparentemente es capaz de inculcarle a su hijo todo tipo de conocimientos, sobre todo en físico-química, que lo ponen al borde de ser un genio. Pero claro, mamá Isabel será todo lo contemplativa que es, pero no se compara con poder concurrir a un colegio en el que desde el primer día de clase, aún en los grados más inferiores, los maestros les enseñan cosas como postulados, o metas altruistas de vida. Esto presentado con un grado de calidez y seriedad que lo transforma en aún más inverosímil. Todo es así en "Extraordinario", las frases de autoayuda salen de la boca de Auggie, sus maestros, sus padres, su director de colegio (Mandy Patinkin), y hasta algún compañero. Todos hablan y viven como si acabasen de leer un aforismo y estuviesen buscando el momento exacto para expresarlo y aplicarlo. Puede haber personajes más complicados que otros, pero salvo uno solo (la madre del niño abusivo que en una sola aparición de pocos minutos arroja frases tan de villana per se, que hay que escuchar para creer), ninguno tiene intenciones adversas. Si hubo malas actitudes, el guion se encarga de buscarle la vuelta como sea, para que estén justificadas por algo y hacer ver que en verdad no quisieron actuar así, que no son mala gente, y merecen una chance. El ejemplo más claro lo tendremos en el capítulo dedicado a la amiga de la hermana, un personaje con actitudes totalmente reprochables, al que se le intenta buscar una justificación y redención, pero si lo pesamos bien, esa justificación que le encuentra es peor que las actitudes tomadas hasta el momento. En ese intento falso por mostrar el entorno, hay personaje que salen más favorecidos que otros. Nate, el padre, no tiene ningún desarrollo ni cumple una gran función durante toda la película, más allá de una escena puntual que parece llevarnos a otra película de Owen Wilson. Lo mismo con otros dos compañeros de Auggie una nena buena y el secuaz del abusón, dos personajes antojadizos que van, vienen, y desaparecen. Pero por otro lado la hermana mayor de Auggie, Via (Izabela Vodovic); y su amigo y compañero Jack Will (Noah Jupe, presten atención a este chico a quien la semana pasada ya vimos en "Suburbicon"); son personajes mucho más interesantes, y si la película les hubiese prestado mayor interés, y hasta otorgado el puto de vista exclusivo a ellos, el resultado hubiese sido mucho más satisfactorio. También podría haber optado por un tono más alegre y relajado, alejado del sermón melodramático, como sucedía en la similar y muy superior (e injustamente descalificada e infravalorada) "Jack" de Francis Ford Coppola. Stephen Chbosky, que viene de la mejor resuelta Las ventajas de ser invisible, y ahora se hará cargo de Prince Charming, no pareciera hacer gran cosa con el material que tiene a mano. En los primeros minutos hace uso de un recurso llamativo que tiene que ver con la imaginación de Auggie y su fascinación por ser astronauta, para luego desecharlo y reducirlo a esporádicas apariciones publicitarias descaradas de "Star Wars". Por el resto, en cuanto a fotografía y banda sonora, recae en lugares comunes y un tratamiento casi televisivo. "Extraordinario" tiene buenas intenciones como todos los personajes de la película. Pero su acumulación de clichés, golpes bajos, poco desarrollo en profundidad, y contradicción a la hora de plasmar su mensaje, dejan poco y nada para destacar en este producto destinado a eternizarse en las proyecciones de tv a la hora del té con masas.
Héroe sin capa Lo primero que sabemos con esta película es que los niños, de primaria sobre todo, pueden ser muy crueles, pero muy crueles. Extraordinario, dirigida por Stephen Chbosky y basada en la novela de Steve Conrad, cuenta la historia de Auggie Pullman (Jacob Tremblay) un chico que nació con una deformidad facial y que afronta su primer año de escuela después de varios años de haber sido educado en casa. Como se podía esperar de un film así, la historia apela a la emoción, a sentir empatía por Auggie y los amigos que hace a lo largo de su travesía, pero la película peca de inocente, no sé si será que nosotros los argentinos tenemos pocas pulgas y a la primera que no hubiesen dicho algo estaríamos reaccionando, pero esto sucede en la mayoría de las películas estadounidense donde hay una situación de bullying, el acosado nunca se defiende por sí solo, siempre suele necesitar ayuda. Mas allá de esto, la emoción que trasmite la historia, con una gran actuación del joven maravilla Tremblay y elenco, sobre todo Mandy Patinkin, hace llevadera la película y logra llegar al corazón. Algo que me pareció interesante como recurso fue la separación de las historias por personaje, siempre centrándose en el problema de Auggie claramente. Ah, una cosa más, cortémosla con las referencias de Star Wars en las películas de Tremblay, el pibe anda por todos lados con eso, si lo va a llevar también a todas sus películas va a aburrir. Gracias, nada más.
No se metan con el nuevo Extraordinario es la nueva producción del director de Las Ventajas de ser Invisible, Stephen Chbosky. Basada en la novela de R. J. Palacio, la película cuenta con las actuaciones protagónicas de Julia Roberts y Owen Wilson quienes les dan vida a los padres del pequeño Auggie, un chico de diez años que ha sufrido una deformación en su rostro a causa de una enfermedad congénita. Con Jacob Tremblay (Room) en la piel de Auggie, esta historia se propone explorar la vida de un joven cuya mayor ambición en la vida es ser normal, aunque sea por un rato. Apenas con esas pocas líneas introductorias ya alcanza para resumir una obra que, como se puede presumir, cuenta con innumerables aristas y, sobre todo, con múltiples cuestionamientos que el espectador le puede plantear incluso antes de haberla visto. Y esto ocurre porque es amplísima la lista de películas que abordan los temas que Extraordinario plantea: la adaptación de los chicos cuando empiezan la escuela, el rol de los padres en dicho proceso, las complicaciones extra que experimentan aquellos que, por hache o por be, se sienten “diferentes”, el bullying que está presente a todo nivel, las reacciones de quienes rodean a las víctimas del abuso (resto de la familia, docentes, compañeros, padres de la comunidad escolar, etc.) y todo esto sin mencionar los vicios y los aciertos que el cine ha sabido acumular a lo largo de los años cuando tiene entre manos un relato como este. Las preguntas están planteadas. De hecho, siempre lo estuvieron desde que el libro de Palacio fue elegido para adaptarse al cine. La cuestión son los resultados y estos responden a las formas. Para empezar hay que decir que tanto los guionistas adaptadores como el director consiguieron un perfecto balance entre el humor y la seriedad (entendida como delicadeza) con que se debe tratar el tema. Porque el tema no es otro que: nene de diez con la cara deformada a causa de 27 operaciones que va por primera vez a la escuela primaria. Así, con algunos chistes hechos por el propio Auggie sobre su condición, otros de la mano de su moderno padre Nate (Wilson) y los menos felices a cargo de los abusones de turno actúan como elementos introductorios para una trama que, claro está, también encontrará momentos dramáticos y a rolete. El tema está en que, con lo dicho, lo que tenemos es una historia vista miles de veces. Se puede repetir, claro, con toda la sensiblería conocida y el altísimo riesgo del golpe bajo. Pero ahí es donde Extraordinario dice no, yo voy por otro lado. Porque la historia decide contárnosla desde distintos puntos de vista, diferenciados todos ellos por el viejo recurso de mandar pantalla a negro con el nombre del protagonista escrito en el medio y bien grande para que nos quede claro quién va a llevar la voz cantante en el segmento que se avecina. Pero el acierto no radica en esta fragmentación sino en lo que esta propone. Porque no solo vemos el punto de vista de Auggie mientras suda la gota gorda por encajar en un mundo tan hostil como el de la escuela primaria o el de sus padres que se desviven por alivianar la situación de su hijo. Vemos a la hermana de Auggie, vemos a su mejor amiga, vemos a su novio, a los profesores del colegio, al director, a los que buscan la amistad de Auggie, incluso a los que le hacen la vida imposible. Nos ponemos en los zapatos de todos ellos pero (y acá está el quid de la cuestión) para experimentar los sentimientos exactamente opuestos a lo que personajes de este estilo nos han acostumbrado a sentir. No prima la lástima para el protagonista, no hay entendimiento y empatía hacia los padres, no hay rencor para los abusones ni cariño para el director buena onda o la hermana comprensiva. Lo que la película propone es meterse bien en lo profundo de todos estos personajes circundantes para entender también sus sensaciones, sus miserias, sus motivaciones, sus razones y sus actos. De esa forma es que la película plantea su reflexión, haciéndonos ver que todos tenemos nuestros problemas y, grandes o chicos, tienen sus causas, sus formas de cambiarnos y representan todo nuestro mundo por más que siempre va a haber otros que la estén pasando mejor o peor. Lo que es claro es que todos tenemos derecho a sufrir por ellos y a recibir ayuda para combatirlos. Con una Julia Roberts maravillosa, un gran Owen Wilson, una gratísima revelación como es Izabela Vidovic (la hermana) y un enorme Jacob Tremblay, Extraordinario resulta una propuesta divertida, inspiradora e increíblemente innovadora en un terreno que parecía agotado. Bravo
El best seller en el que está basada esta película impulsa campañas con el hashtag #choosekind. Se trata de Wonder/La lección de August, de la ex ilustradora estadounidense RJ Palacio, un fenómeno global inspirador con un niño que tiene una malformación que le ha deformado la cara como protagonista. Un niño que sólo desea ser uno más. El libro fue el primero de una serie y lleva 44 mil ejemplares vendidos en la Argentina, un libro que promete que su lectura mejorará tu vida. La adaptación al cine, a cargo de Stephen Chbosky (que había adaptado con buen resultado la novela adolescente Las ventajas de ser invisible), tiene todo el sentimentalismo que cabe esperar, con Julia Roberts como madre y el pequeño Jacob Tremblay (Room) como August. El tema del bullying explota en torno de un chiquito al que cuesta convencer de que es lindo y normal. Pero Extraordinario hace un esfuerzo enorme por aplacar la sentimentalina y el golpebajismo. Con ingenio, gracia, ternura y delicadeza. Con inteligencia para repartir el drama entre sus personajes centrales. No pidas ni busques demasiada profundidad en sus mensajes -está llena de ellos- sobre la bondad y la tolerancia al diferente, pero ciertamente podría haber apuntado mucho más abajo. En lugar de disimular o disfrazar su carga sentimental, Extraordinario parece hacerse cargo de ella sin pudores, y encuentra ahí el cuidado que el material pedía.
La autora del libro, una norteamericana de origen colombiano Raquel Jaramillo Palacios, escribió esta novela después que vivió con sus hijos un encuentro fortuito con un niño con el síndrome de Treacher-Collins. Y de eso trata la película, de un niño que a pesar de sufrir muchas operaciones sigue teniendo un rostro deformado, que fue educado por su madre hasta el cuarto grado en su casa y que para salir al exterior usa un casco de astronauta. La decisión de sus padres de llevarlo a una escuela, cuando ya saben que se destaca en ciencias, significa el riesgo de la aceptación, soportar el bullying, y tratar de integrarse. Si, es una película para la lágrima, inevitablemente empalagosa, con muchos lugares comunes. Pero el director y guionista Stephen Chbosky (Las ventajas de ser invisible) se las arregla para adecentar esas convenciones, y le da a cada protagonista de la historia su momento, la hermana “normal” que se siente invisible, el amiguito que lo traiciona, por dar ejemplos. El elenco es de estrellas, una Julia Roberts lejos del glamour, un sensible Owen Wilson y por sobre todo el pequeño Jacob Tremblay, el sorprendente actor de “La habitación” junto a Brie Larsson, logra mostrar su talento a pesar de la gruesa capa de maquillaje que “fabrica” su deformidad. Bien construido, bien realizado, busca la emoción y la provoca.
“Extraordinario” una película extraordinaria Un drama familiar conmovedor en el que el niño Jacob Tremblay confirma su enorme talento Auggie Pullman ha nacido con una deformidad cráneo-facial, apenas sale de casa y ha sido educado por su madre para protegerlo de la mirada exterior. Ahora, con 11 años ha llegado el momento para el chico de asistir a la escuela y enfrentar la vida como los niños de su edad. Entre los salones de clase y los lockers de una escuela privada, Auggie enfrenta a la ignorancia y el acoso pero también descubrirá el valor de la lealtad y la amistad. Esta hermosa película basada en un best seller, es narrada por el director Stephen Chbosky sin caer jamás en golpes bajos. Esto no quiere decir que no existan momentos lacrimógenos (que los hay y muchos) pero surgen de las actuaciones y secuencias que logran tocar la fibra más íntima de los espectadores. El niño Jacob Tremblay quien ya nos conquistó en La Habitación, confirma su talento y carisma en un papel muy difícil, un niño ingenuo, inteligente, carente de malicia, fanático de Star Wars, con el que se conecta desde la primera secuencia. Julia Roberts como su devota y protectora madre y Owen Wilson como un padre amoroso pero muchas veces superado por las circunstancias acompañan de manera perfecta y con interpretaciones casi minimalistas esta trama que funciona como el "viaje iniciático" de un ser especial. Sin sensiblería y sin caer en el melodrama, la película muestra una historia que puede ser apreciada por la familia. Realista (aunque con momentos de fantasía que provienen del mundo interior de Auggie), es un filme que funciona como una caricia para el alma.
Video Review
Llega a la pantalla grande un film basado en el best seller de la neoyorquina R. J. Palacios sobre Auggie, un niño que nació con una malformación facial y cuyo mundo se ve afectado cuando tiene que asistir por primera vez a la escuela. Nos presenta una historia dura y emocionante sobre este joven protagonista de nombre Auggie (interpretado por el joven actor canadiense de tan solo 11 años Jacob Tremblay, “La habitación”. Una interpretación sublime) que ha sufrido veintisiete operaciones para reconstruir su rostro que se encontraba desfigurado debido a una malformación genética. Quienes lo apoyan en la familia son: sus padres Isabel (Julia Roberts, con una estupenda actuación su sola presencia llena la pantalla) y Nate (Owen Wilson, su interpretación es brillante, en cada gesto y acción) más su hermana adolescente Via (Izavela Vidovic, está bien en su papel y lo hace con total naturalidad). A pesar de tratar temas tan duros como la marginación y la discriminación al diferente, algunas situaciones brindan una cuota de humor, además tiene cierta dulzura e intenta no caer en el golpe bajo pero llega a conmover. Las actuaciones son extraordinarios, la de los niños y la de los adultos. Su desarrollo logra engancharte desde el principio hasta su desenlace.
Con sólo ver el tráiler de este film uno ya sabe que debe llevar algunos pañuelos para secar las lágrimas y soplar los mocos que vienen de la mano. Fui a ver este film sabiendo eso que es una película propensa al golpe bajo, y lo es. Pero es entretenida y está bien contada. Basada en un libro, la película nos muestra la vida de Auggie en sus primeros pasos en la escuela ya que hasta sus 10 años su madre le enseñaba en su casa. Debido a lo diferente que es nuestro protagonista son de esperar las cargadas y el bullying hacia él. El desarrollo de esta primera parte es predecible pero no molesto. Algo interesante de la película es la forma en cual está contada (asumo que el libro está dividido en partes de cada personaje), podemos ver parte de la historia contada por distintos personajes y así (tal vez) simpatizar por ellos y no sólo por el pobre niño que nació con un problema y tuvo que ser operado 27 veces. El guion parece estar bien adaptado a la pantalla grande y es interesante la interpretación del mismo. Las actuaciones están en un nivel alto. Los pequeños actores y actrices hacen bien su papel de forma creíble. De más está hablar de las actuaciones de Roberts y Wilson que hacen unos padres excelentes y ayudan a que el film se más llevadero. A esto último también debo sumarle los tintes de comedia (entre golpe bajo y golpe bajo) que suman a que la película no caiga en una meseta. El director Chbosky hace un excelente trabajo desde su lugar, con un buen guio y un gran elenco. El mensaje que quiere transmitir es claro a lo largo de los 113 minutos (hubo un par de veces que esperaba que sea el final y no lo era), el aceptar al otro por más distinto que sea, el intentar erradicar el bullying de las escuelas, los problemas desde otras perspectivas, las necesidades y el crecimiento son alguno de los mensajes que guarda este hermoso film. Mi recomendación: Buena película que deberías ver, pero en tu casa. Mi puntuación: 7.5/10 Zona de spoilers: Ya veníamos de un par de golpes bajos… ¿Era necesario matar a la perrita?
Luego de adaptar su exitoso libro Las ventajas de ser invisible, Stephen Chbosky continúa su trayecto como director y guionista con la adaptación del bestseller Extraordinario, la historia de August Pullman un niño que sufre una deformidad en su rostro y que junto a su entorno brindan una lección sobre amabilidad. Su rostro lo hace distinto y él lo único que quiere es pasar desapercibido. Camina siempre con la cabeza gacha y sus ojos fijos en el suelo, se divierte al observar los zapatos de los otros. Esconde su rostro, en vano, porque aún así, es objeto de miradas de asombro y murmullos agobiantes. August Pullman (Jacob Tremblay) tiene diez años y no le gusta salir al exterior, prefiere la comodidad de su casa junto a su familia y su fiel perra Daisy. Su mundo se centra en Star Wars y el estudio de los planetas, utiliza su casco de astronauta para emprender aventuras y adentrarse en el extraño mundo de la ciudad de Nueva York. La única razón por la cual se esconde es porque nació con una condición congénita que requirió de múltiples cirugías para salvarle la vida. Veintisiete fueron las intervenciones quirúrgicas, y eso no bastó para que Auggie se viera “normal”. Este año representa un cambio muy grande, su mamá ya no lo va a educar en su casa y va a tener que cursar en un colegio junto con otros niños de su edad. La idea lo aterra, pero se siente listo. La película se adentra en ese proceso que resulta difícil para cualquier niño, pero que desde la perspectiva de Auggie es aún más aterrador. Ya que no puede ocultarse y debe mostrarse tal cual es. A través de la narración en off, el niño relata cómo vive su experiencia y cómo busca la tan ansiada integración. Sus palabras inspiran a lo largo del trayecto y brinda una lección de humanidad a cada persona que se cruza. Si bien Auggie es el personaje principal, la historia incluye a las personas que orbitan a su alrededor para mostrar diversas miradas. Chbosky utiliza la misma narrativa que la novela de R. J. Palacio y divide a la película en varios capítulos donde cada personaje puede contar su punto de vista y su relación con el pequeño. El comienzo escolar implica un nuevo mundo en el núcleo de Auggie y se observan los sufrimientos que pueden ocasionar este tipo de cambio y el miedo a enfrentarlo. La variedad de narrativas ayuda a que sea un film más dinámico y, al mismo tiempo, logra empatizar con un público de todas las edades. La cinta busca el equilibrio entre comedia y drama sin la necesidad de abusar en recursos sentimentales. Su prioridad desde el inicio es mantener el mismo tono que el texto original. Por momentos Extraordinario transmite un mensaje demasiado positivo para la gravedad de la temática. En una era donde el acoso escolar es moneda corriente y crece exponencialmente en todos los continentes, es necesario tener en cuenta que esta problemática no desaparece del día a la mañana y hay que estar atento para registrarla y ayudar a evitarla porque inevitablemente forma parte del crecimiento de los niños y niñas. El guion se encarga de plantearlo desde un lenguaje comprensible y fácil de asimilar. Utiliza diversas situaciones para mostrar cómo es crecer alrededor de este tipo de violencia desde la perspectiva de quienes lo sufren o lo ejecutan y también muestra cómo un adulto puede empeorar o mejorar la situación. Uno de los puntos en contra que tiene la adaptación es que está enfocada para sacar la mayor cantidad de lagrimas posibles al espectador y lo consigue con éxito. Especialmente en el último acto donde ya es evidente el sentimentalismo mas dramático y extremo. El encanto y la ternura de Auggie funcionan gracias a la impecable interpretación de Jacob Tremblay que deja a todos rendidos por la naturalidad de sus expresiones y diálogos. Todo el elenco da vida a una serie de personajes diferentes entre sí pero unidos por una misma causa. Cada una de las actuaciones son efectivas y ayudan a diagramar la esencia de la historia. Una de las que se destaca es Julia Roberts que se pone en la piel de Isabel, la madre del niño, sólo con su presencia brinda otro tipo de categoría y sus breves apariciones contribuyen aún más a la efectividad.
Basada en una novela sobre un niño monstruoso, Extraordinario ingresa en ese listado de películas que le cantan a la vida. Su optimismo puede herir la sensibilidad del espectador. Ya desde su secuencia de apertura, Extraordinario impone su tono: amable, simpaticón, sensible, pedagógico. Se despejan las dudas: será una película bondadosa. ¿Pero su voracidad de bondad alcanza para convertirla en un producto fiable? Extraordinario es un filme tramposo y calculador, que no escatima recursos para extirparle lágrimas al espectador. Sin embargo, en este maquiavelismo sentimental, uno atisba la destreza del director Stephen Chbosky para sostener el interés rompiendo el punto de vista del protagonista, trasladándolo a personajes periféricos. Estos cambios del centro de gravedad serán el valor agregado del filme, eso que intente distanciarlo del género “anormales en busca de amor”, un género del que sólo David Lynch con El Hombre Elefante esquivó el golpe bajo para entender que había allí una humanidad alternativa, socialmente incompatible, y por lo tanto trágica. Extraordinario podría considerarse la antítesis de El Hombre Elefante, con un desenlace ideológicamente sospechoso. Auggie es un niño de 10 años que nació con múltiples deformidades y debió someterse a decenas de operaciones para sobrevivir. Tras ser educado por su abnegada madre (una Julia Roberts interpretándose a sí misma), más el apoyo incondicional de un padre canchero (Owen Wilson en piloto automático), Auggie debe enfrentar el colegio y descubrir qué es el bullying y qué es la amistad. La película está plagada de seres unilateralmente buenos que confabulan para que Auggie se sienta cómodo. El director de la escuela es una caricatura de sabiduría y buen temple. También adquiere protagonismo uno de los profesores, joven, afroamericano, open mind, que arrojará frases de autoayuda del tipo “pensemos siempre qué clase de persona aspiramos a ser”. En el bando de los malos, por supuesto, habrá un grupo dedicado al bullying. Si este maniqueísmo no se torna insoportable, es porque Stephen Chbosky se atreve a cuestionar el egocentrismo sufriente de Auggie para dedicarle parcelas de su película a los conflictos de los personajes secundarios. La deformidad de Auggie deja de ser un trastorno exclusivo para el niño y pone en situación conflictiva a los demás, como un espejo de disfuncionalidad. Esta innovación, de todos modos, no es radical, y con algo de culpa, el relato vuelve sobre Auggie, allanándole el camino hacia el éxito. Allí la película entra en sombras ideológicas: ¿es necesario hacer de Auggie un ganador? La adaptación y el exitismo terminan fundiéndose y el mensaje final se reduce a la ovación lacrimógena como única forma de reivindicación social.
LAS DESVENTAJAS DE SER VISIBLE La corta vida de August Pullman gira en torno a su casa y su familia. Su madre, una corajuda Julia Roberts, reemplaza a todo el establecimiento educativo dándole clases particulares a su hijo; mientras que Owen Wilson, además de padre, es el amigo con el que puede compartir tardes de videojuego. Tal reclusión para un niño de apenas diez años tiene su origen en su apariencia. Al igual que el protagonista de Mask (1985), Auggie nació con una malformación facial, y ni las 27 cirugías plásticas a las que tuvo que someterse a lo largo de su infancia han podido lograr que pase desapercibido ante la mirada de las personas. Sin embargo, su mundo se ensanchará cuando pise por primera vez el colegio teniendo que enfrentarse al bullying, al rechazo y a la malicia de algunos compañeros. Como en de Las ventajas de ser invisible (2012), un coming age que rápidamente ganó entre la juventud el estatus de culto, Chobsky adapta la reconocida novela escrita por Raquel J. Palacio para volver a clavar el punzón en la autoestima del marginado o del llamado weirdo, pero esta vez sin perderse la oportunidad de ser lacrimógeno a más no poder. Surcando tanto la comedia como el drama, el filme intenta ser fiel al libro al estructurar la historia a partir de cuatro puntos de vista distintos, a fin de demostrar el impacto que produce la circunstancia de Auggie en su círculo íntimo. Este grado de profundización, que si bien nunca corta del todo con el hilo que ata los personajes con el arquetipo, es además de una administración impecable del tiempo, una de las virtudes de Extraordinario. En especial en el retrato tridimensional de su hermana Olivia (Izabela Vidovic), quien al tener que arreglárselas siempre sola y a espaldas de sus padres, concentra el mismo nivel de recelo como de cariño por su hermano menor. Lo de Extraordinario es un recorrido por todos los lugares comunes en los que la trama circunda a una escuela. Así como está el chico malo, está el profesor comprensivo. Así como los casilleros de los pasillos esconden bromas pesadas, la cafetería es el recinto donde la marginación se hace más evidente: está cinematográficamente demostrado que no hay nada peor que almorzar solo. Pero si bien es verdad que los primeros días de clase Auggie vuelve a su hogar, se encierra en su cuarto como quien llega a su trinchera y explota en llanto, su fanatismo por Stars Wars y las fantasías astrológicas como evasión de la realidad hacen más soportable los momentos en que se cansa de andar con la cabeza gacha, mirando los pies del otro por vergüenza, tapando un poco el propio rostro. Todo lo anterior puede sonar sumamente catastrófico para el personaje interpretado por Jacob Trembley -reconocido por La habitación (2015)- pero éste debe darle las gracias a su director por haber construido un universo demasiado amable, simpático y hasta diría idílico, que lo aleja bastante de la realidad hostil que compete a quienes estamos fuera de la pantalla. Es como si la empatía que provoca Auggie obligase al resto de las personas a revelar su costado más benevolente, algunos de inmediato, otros necesitan un empujoncito de la Navidad para que sus bondades florezcan (infaltables las fiestas navideñas como amanecer de los buenos vivos y la moralina final). Chobsky conoce cómo funcionan las feel-good movie, sabe cómo hacer para que el espectador salga con ganas de ser mejor persona, pero lo hace de forma brusca, con un exceso sensiblería y golpes bajos que prácticamente te arrancan las lágrimas a la fuerza sin pedir permiso, para que después uno salga del cine engañado, creyendo que afuera todos tienen el corazón igual de rejuvenecido. Por Felix De Cunto @felix_decunto
Extraordinario sigue la vida de Auggie Pullman (Jacob Tremblay) y su familia. Auggie es un chico común y corriente, disfruta sus días jugando a los videojuegos, paseando a su perra Daisy e imaginando aventuras con los personajes de Star Wars. A pesar de todo esto Auggie sufre del Síndrome de Treacher Collins, una enfermedad genética que causa malformaciones cranofaciales la cual hace que su presencia en lugares públicos no sea del agrado de mucha gente. Auggie tiene 10 años y sus padres,(Julia Roberts y Owen Wilson) deciden enviarlo a la escuela primaria común ; esto es lo que marca el primer desafío verdadero para Auggie. La vida de Auggie no es fácil no obstante Stephen Chbosky, director del proyecto, se encarga de contar Extraordinario de una manera simpática y prometedora. Los hechos que acontecen son golpes bajos, aunque el silver lining está presente en todo momento. Entre esta sobredosis de “positivismo” nos encontramos que el joven personaje principal, es un tirano despiadado cuyo pensamiento es ser el centro del universo, y puede que la historia gire en torno al mundo de Auggie pero las verdaderas revelaciones son los personajes que lo rodean. Izabela Vidovic (Homefront) interpreta a la hermana mayor de Auggie y oveja negra olvidada de la familia, Via. Vidovic muestra una sensibilidad asombrosa y su talento es tan natural frente a la cámara que fácilmente opaca al resto de sus co estrellas sin esfuerzo alguno. El arco del personaje de Vidovic cierra por donde se lo mire, y gracias a la energía de la actriz, su personaje logra posicionarse como el verdadero protagonista de la película. Jacob Tremblay se hace notar pero su personaje sufre por una exasperante forma de ser que resulta irritante sin poder lograr una reivindicación. Julia Roberts da una correcta actuación como la madre de Auggie y Via y, finalmente, Owen Wilson interpreta al padre de la familia cuyo único objetivo es poner buena onda a todo asunto personal y quedar en plano secundario en los siguientes minutos – hay que destacar que últimamente los papeles de Owen Wilson se resumen a ser víctima de “tragedias del hombre común” -. Stephen Chbosky, Steve Conrad, Jack Thorne son los encargados de realizar un guión digno de ser trasmitido en Hallmark Channel. Nos encontramos ante una película que posee una resolución forzada en toda su integridad; la justificación del “porqué” se muestra en todo momento y cada acción se vuelve obsoleta. Por ejemplo: uno de los personajes de la película es un odioso pibe que lo único que hace es hacerle la vida imposible a Auggie desde el principio hasta el fin, absolutamente todo espectador va a odiar a esta pequeña “obra de arte” infernal que no tiene salvación alguna, pero Chbosky, Conrad y Thorne justifican sus actos como simples formas de ser y que todo acto de este pequeño pedazo de “criaturita” sea perdonado… Lo siento mucho, pero este personaje merece nada más y nada menos que un buen insulto al salir de la sala. La fotografía de Don Burgess (Naufrago, El Conjuto 2) es de efecto irregular. En este proyecto el trabajo de Burgess es el equivalente a una meseta: todo lo que sube tiene que bajar y la belleza de la imagen se vé, pero no lo suficiente como para poder impactar. Los grandes momentos quedan opacados por escenas sin vida con una paleta de colores aburrida y sin motivación. Extraordinario relata una buena historia y sufre por el forcejeo constante de generar buenas vibras en la totalidad del film. Con 20 minutos de sobra la película trastabilla constantemente en su desenlace, y no consigue explotar el potencial que desde sus avances demostraba. Una película buena y del montón en la larga lista de dramas ordinarios.
Las ventajas de ser un marginado. Con frecuencia recuerdo lo que me hizo sentir The Perks of Being a Wallflower (2012) en el cine. Pocas veces me encontré tan desarmado en una sala, con un Stephen Chbosky que entregaba una de las mejores películas de los últimos años acerca de adolescentes incomprendidos en la escuela –cuya calidad se sobreponía a un final que no terminaba de cerrar-. Un lustro después, el escritor de Rent y la reciente Beauty and the Best vuelve a poner el foco en un personaje que se sabe diferente, por razones completamente distintas, y que debe hacer frente por primera vez a un colegio, institución hasta ahora desconocida pero que causa un miedo paralizante, como una picadora de carne en la que solo los más fuertes sobreviven.
Wonder (Extraordinario) es una de esas películas emotivas redonditas. No hace agua por ningún lado, el guion es perfecto, no aburre, las actuaciones son impecables, no cae en el cliché ni en sensiblería barata. Es hermosa. Siempre me gusta Owen Wilson, Julia Roberts por favor! Con solo gestos, muy pequeños, me hizo llorar y el niño en cuestión Jacob Tremblay, siempre impecable. Aun escondido detrás de ese maquillaje, logra conmover con su sonrisa y mirada. Jacob logró una tremenda actuación con la película “Room” y ahora, interpretando a este pequeño Auggie, un niño con el síndrome de Treacher Collins, la rompe. Excelente cast de chicos. Los nenes elegidos para la película son increíbles, tiernos y grandes actores. La historia la va llevando principalmente Auggie con su voz en off, pero tendremos algunos cambios de narrador, decisión que me pareció muy acertada. La música, fotografía, vestuario son destacables, sobre todo la temática de la astronomía. La idea de que el protagonista lleve un casco de astronauta y todo esté decorado con motivo espacial, nos transporta a otro lugar. Único. Extraordinario.
EL SOL Y SUS PLANETAS “No todo se trata siempre de vos”, le dice a Auggie su hermana Via en un momento de Extraordinario. Esa frase encierra uno de los aciertos de la película de Stephen Chbosky, basada en la novela de R.J. Palacio. Como dice Miranda, la mejor amiga de Via, Auggie, quien tiene una deformación facial de nacimiento, es el Sol de la familia: detrás del juego de palabras en inglés -sun (sol) se pronuncia muy parecido a son (hijo)-, lo que queda claro es que su condición ha llevado a que todo el núcleo familiar gire alrededor suyo, estableciéndolo como prioridad absoluta. Pero lo cierto es que esa galaxia de personajes/planetas que lo tienen como centro de sus existencias tiene sus propias historias para contar. Por eso es que Extraordinario tiene sólo como punto de partida el hecho de que Auggie, luego de haber sido educado durante varios años en su casa, tiene que iniciar su camino en la escuela, conviviendo con niños de su edad y exponiéndose a eventuales situaciones de bullying. A partir de ese conflicto disparador, el film no sólo hará foco en el Sol que es Auggie, sino también en los planetas que lo rodean: su madre Isabel (Julia Roberts), que buscará retomar su carrera y terminar su tesis; Via, cuya amistad con Miranda entra en crisis aunque eso le servirá como oportunidad para entablar nuevos vínculos y descubrir aspectos de su propia personalidad; su padre Nate (Owen Wilson), intentando balancear sus sentimientos y los de los demás; pero también Miranda, con sus propios problemas de identidad; y hasta Jack Will, su primer amigo en el colegio. Esa coralidad que va desarrollando Extraordinario es la que le permite ser mucho más que una película sobre el bullying, que en la narración es apenas un síntoma parcial del verdadero tema que subyace en el relato. Porque en verdad estamos ante un film sobre los distintos miedos que pueden aquejar a las personas: miedo no sólo a las agresiones o burlas, sino también a quedarse solo, a no ser escuchado, a no tener amigos, a expresarse, a tomar riesgos, a ser rechazado, a pelearse con la gente a la que se quiere, a que lastimen a un ser querido. El rostro de Auggie es una metáfora de los dilemas que aquejan a todos los personajes, cada uno de ellos en construcción, cada uno buscando una identidad propia. Lo llamativo -y a la vez virtuoso- de Extraordinario es que esta complejidad temática se va configurando desde una bienvenida simplicidad en la enunciación. Chbosky no da vueltas, es directo en lo que plantea y se aleja de un conjunto de manipulaciones que estaban servidas para un relato como este y que se podían ver en una película como Todo, todo. De hecho, la película se emparenta con Marley y yo en cómo utiliza a su favor discursos típicos de manual de autoayuda y secuencias que se prestan al golpe bajo -hasta hay una situación con un perro que es un puñetazo al estómago- pero enmarcados en una historia donde lo que importan y prevalecen son las emociones humanas. Pero Extraordinario cuenta a su favor con un factor extra aparte de un guión honesto y una puesta en escena coherente que se sobreponen a algunas remarcaciones un tanto redundantes. También hay un elenco que hace lo suyo de manera estupenda, porque Jacob Tremblay, después de La habitación, vuelve a cargar sobre sus hombros con un enorme peso dramático con una soltura poco habitual; Wilson, con apenas un puñado de frases, demuestra que los toques de comedia pueden llevarse muy bien con el drama; y Mandy Patinkin, como el director del colegio, exhibe una nobleza que elude cualquier atisbo de trazo grueso. Y porque claro, está Julia Roberts: nadie se ríe o llora como ella, maneja cualquier registro de manera notable y en un papel que podría simplificarse como “de reparto”, lleva a cabo un tour de force emocional que la vuelve a consagrar como una de las mejores actrices de su generación. Desde una firmeza en sus propósitos que no es soberbia sino coherente, genuina y honesta, Extraordinario se constituye en una película necesaria. Es necesaria no porque aborde un tema importante y candente (o no sólo por eso), sino porque construye un drama de aprendizaje que interpela nuestras propias experiencias. Todos tenemos miedos y el desafío constante, diario, es hacerse cargo de que los portamos y debemos superarlos. Por eso las lágrimas -particularmente hacia el final- son prácticamente inevitables. La emoción surge de la empatía, de ver nuestro reflejo en la pantalla. Extraordinario es una de esas caricias al alma que nos da el cine de vez en cuando.
Encantadora historia para disfrutar en familia. Lo más importante aquí, es que si bien, la historia toca tus partes más sensibles, lo hace por lo que cuenta en si, y no porque está buscando la lágrima fácil o....
Realización dominada por una poética exquisita “Extraordianrio” (“Wonder” título en inglés) realizada por Stephen Chbosky sigue las desventuras de un niño de 11 años que, por primera vez, ingresa a un colegio secundario y debe compartir el aula con otros jóvenes que poseen códigos propios. Estos estaban integrados, y su socialización fue gradual. En el caso de Auggie Pullman, además de ser nuevo en esa cofradía, la deformación de su cara no le permite establecer otro vínculo que no sea el escarnio. Desde su nacimiento tuvo que soportar 27 operaciones, ya que padecía los efectos desfigurantes del síndrome de Treacher Collins, (un trastorno craneofacial) Su madre, para evitarle humillaciones, formalizó su educación primaria en la casa, por lo tanto la relación con otros niños fue nula. Su mirada sobre la realidad fue a través de una escafandra de astronauta, y su fantasía de ser un héroe de la saga “Star Wars”. Su padre, Nate (Owen Wilson), y su madre, Isabel (Julia Roberts), quieren que se defienda por sí mismo y sea parte de esa comunidad. Auggie también, aunque los niños que conoce en la Escuela Preparatoria Beecher hacen que no sea fácil. Al final de su primer día allí, ya ha sido apodado (como de uno de sus personajes favoritos de "La Guerra de las Galaxias"), y al llegar a su casa se corta, con rabia, la trenza de cola de rata, su única demostración de estar a la moda. Al renunciar a ese pedacito de cabello acepta la presión y el poder destructivo del grupo. Los compañeros lo tratan como un bicho raro, por esa crueldad propia de la edad y para demostrar que son dueños de un territorio de pertenencia que un extraño invadió. “Extraordinario” se ve y se siente como una historia real, pero no lo es, en realidad es la novela ganadora del Premio Mark Twain de R. J. Palacio (Raquel Jaramillo Palacio, una escritora estadounidense, hija de colombianos). Es la autora de varias novelas juveniles, entre ellas “La lección de August” (o "Wonder"), ésta última fue de hecho inspirada por una canción pop de 1995 de Natalie Merchant, también titulada "Wonder". La canción de Merchant dice: "Sepa que este niño estará dotado / Con amor, con paciencia y con fe", sentimientos ricamente explotados en la película. Esta realización trata el problema “del otro”, del diferente, de aquel que se siente solo, por ser motivo de burla y humillación, invisible para todos los que lo rodean, excluido de la sociedad, un alien que se automargina para no sufrir. En ese sentido “Extraordinario”, mantiene la línea de “El hombre elefante” (David Lynch 1980), que reveló a Johmn Merrick, como una figura delicada y fascinante, bajo un cuerpo deformado. También Peter Bogdanovich lo hizo en "Mask" (1985), sobre un adolescente con una cara de desencajada extrañeza. Pero también mantiene cierta correspondencia con el estilo de Jonathan Demme, (“El mensajero del miedo”, 2004, “El silencio de los corderos” , 1991, y “Philadelphia” 1993). Este es el tercer largometraje dirigido por Stephen Chbosky, el novelista que comenzó su carrera como cineasta en 1995 con "The four corners of nowhere".(“Las cuatro esquinas de ninguna parte”, 1995) y continúo con "The perks of being a Wwllflower" (“Las ventajas de ser tímido”. 2012), adaptación de su primera novela, "Perks" un drama que incluyó, con asombrosa autenticidad, los placeres y los peligros de la vida adolescente. “Extraordinario” toma y desarrolla el punto de vista de los personajes principales; Auggie (Jacob Tremblay, “Roon” 2015), Via (Izabela Vidovic), Jack Will (Noah Jupe), Miranda (Danielle Rose Russell), deja que el drama fluya de anécdota a anécdota, son pequeñas subtramas organizadas de tal modo que cada una de ellas arroje un rayo de luz nueva sobre la vida de Auggie. Si bien todo el filme gira en torno a él y es la historia central, las otras historias confluyen para que Auggie pueda ser visualizado en todo su dolor. En ese sentido la producción recuerda a Jean Renoir “Las reglas del juego” (“La règle du jeu”, 1939) en el que todos tenían sus propias razones para su comportamiento, pero a su vez va más allá al explorar la fragilidad de la amistad y la familia, y la importancia en el carácter de cada individuo Auggie es un fanático de la ciencia que adora "Star Wars" y Minecraft, helados y juegos deportivos X-Box; él se alimenta de las fantasía como todos los chicos de ir al espacio exterior (le gusta caminar con un casco de astronauta que lo oculta y alimenta sus sueños) Su rostro, que parece juvenil y viejo al mismo tiempo, es discordante la primera vez que se lo ve, pero cuanto se asimila su inocente mirada y sonrisa, se comprueba que más allá de su aspecto físico brilla su alma. Los primeros 30 minutos son sencillos, en los que Auggie se introduce en la vida pública a través de una serie de figuras predecibles: el director de buen corazón de su nueva escuela (Mandy Patinkin , “La reina de España”, 2016, “Homeland” TV), el maestro de ciencias (Daveed Diggs, más conocido en TV), que irradia calidez y conoce las formas correctas para ayudarlo a sentirse bien; la maravillosa Sonia Braga, en breve cameo, como la abuela muerta, que todo lo sabe,. Entre los compañeros aparece el niño rico y matón (Bryce Gheisar), el de clase media y becado (Noah Jupe) que enfrenta la presión social de ser el primer amigo real de Auggie. Fundamentalmente estos personajes se bosquejan con la integridad suficiente para convencer de que cada una de estas primeras escenas podría haber sido escritas sólo para ellos. De hecho, la mayor fortaleza de la película es que Auggie se convierte en un medio para un fin. Y su camino de iniciación no es sólo un apoyo para su crecimiento personal, sino que como héroe absurdo logrará lo que nadie hubiera soñado: el gran premio de la Escuela Preparatoria Beecher. En cierto punto "Extraordinario" cambia abruptamente de perspectiva, reduciendo a Auggie a un papel secundario dentro de su propia historia para obligar al espectador a ver la realidad a través de sus ojos. Se trata de una realización con una poética exquisita que lleva a recordar el poema de E. Merrill Root (1895 - 1973) "Necesitamos un renacimiento de la maravilla. Necesitamos renovar, en nuestros corazones y en nuestras almas, el sueño inmortal, la poesía eterna, el sentido perenne de que la vida es un milagro y una magia".
La mirada de los otros El trailer de "Extraordinario" hacía sospechar lo peor: un dramón lacrimógeno y sentimentaloide. Afortunadamente, un gran equipo conformado por tres guionistas, el director y un elenco sólido transformaron a esta película en un producto diferente. Basada en el best seller de R.J. Palacio, la película cuenta la historia de Auggie Pullman (Jacob Tremblay), un chico de 10 años con deformidad facial congénita que ha pasado por 27 cirugías. Auggie fue educado en su casa por su madre (Julia Roberts), pero cuando tiene edad para empezar quinto grado sus padres deciden mandarlo a la escuela primaria. El desafío no será fácil: el niño tendrá que enfrentarse a la discriminación, los prejuicios y el bullying por su aspecto "anormal". Hollywood ya ha tratado estos temas con diversa suerte, pero lo que distingue a "Extraordinario" es que puede conmover sin golpes bajos ni vueltas de tuerca. El director Stephen Chbosky ("Las ventajas de ser invisible") acierta en narrar los hechos desde el punto de vista de los chicos (Auggie, su hermana adolescente, un compañero del colegio), y así logra balancear el drama con una mirada inocente que se emparenta con la comedia agridulce. Otro acierto está en el casting: Jacob Tremblay ("La habitación") sigue asombrando, y Julia Roberts se luce en un papel a su medida. Por supuesto que hay lugares comunes, pero "Extraordinario", sin provenir de la factoría Disney, es una buena alternativa para ver en familia.
Crítica emitida por radio.