La comedia vuelve por Navidad Se acerca la Navidad, esas fechas señaladas, especialmente por las productoras y distribuidoras en su calendario de estrenos. Para estas semanas hay guardada toda una batería de productos destinados a un público fundamentalmente familiar (es decir, para los más pequeños a los que sus padres deben acompañar a la sala) y fundamentalmente en dos géneros: aventura y comedia. Y como si de una comida familiar que se repite cada año se tratara, tenemos una nueva película ambientada en la época navideña que cumple todas estas normas. Guerra de papas 2 pretende seguir el camino que marcó su primera parte y repite reparto, estilo y conflictos entre personajes. Una comedia blanca que intenta radicalizar el planteamiento originario como forma de seguir subiendo el tono, intentando asegurar nuevas risas sobre un espectador que ya ha experimentado su primer despropósito. Personajes en el extremo La premisa de esta segunda parte consiste en llevar aquellas características de sus dos protagonistas (interpretados por Will Ferrer y Mark Wahlberg) al extremo absoluto, creando de esta manera situaciones insólitas y conflictos asegurados al ser estereotipos completamente opuestos. Sin embargo, no lo hace a través de estos mismos personajes (que comienzan la película con una gran relación entre ambos) sino con sus padres, a los que dan vida John Lithgow y Mel Gibson. Éstos llevan todos los rasgos de sus respectivos hijos (pasivo, miedoso y sentimental el primero, rudo y poco empático el segundo) a niveles que provocan auténticos momentos de incredulidad e incluso fuera de lugar. Esto define fundamentalmente el conflicto a cuatro que se genera y reproduce durante toda la película, llevando a ver una evolución absolutamente predecible de la relación inicial de los protagonistas originales. Un reparto comprometido El guión es una sencilla propuesta mil veces vista y aun así poco trabajada de una estructura de tres actos: puntos de giro muy marcados, etapas de tranquilidad y de discordia, con un clímax y un final por todos sabido antes de entrar en la sala. Eso no importa, pues es lo que su público busca. Lo que salva o destruye este tipo de comedias nunca serán sus páginas mejor o peor escritas, sino sus actores. Debido a esto la película no pierde nunca su ritmo a pesar de ser una sucesión de escenas más que simples y predefinidas. Wahlberg y Ferrer (trasunto de aquel Tim Allen navideño) afianza su buena química de opuestos, mientras que Mel Gibson hace un importante esfuerzo bien recompensado por encajar dentro de todo este asunto. Esfuerzo que resulta mucho menor para Lithgow, que se mueve cómodamente en el género. Mientras que ambos binomios están muy equilibrados y se complementan, el problema fundamental viene con las esposas de los protagonistas, interpretadas por Alessandra Ambrosio y Linda Cardellini. La primera parece completamente perdida (o más bien vendida por su propio papel) con un personaje sin acciones ni objetivos más allá de llenar el hueco narrativo que era necesario como mujer de Wahlberg. Ocurre todo lo contrario con Cardellini, cuyo personaje, aún sin acciones importantes ni iniciativa propia, funciona perfectamente gracias al trabajo de la actriz por componer algo más intenso y ajustado al listón de tono alto que marca su esposo (Ferrell). En definitiva, una película con la que Paramount prepara su cuenta de ingresos para obtener ese regalo navideño que le harán todas las familias en busca de un momento divertido y desenfadado con sus hijos, los cuales quizás se sorprendan de algunos de los gags contenidos en la historia, que parecen dirigidos a sacar alguna sonrisa de sus cautivos padres.
La hipocresía de siempre Si bien la necedad de las comedias del mainstream hollywoodense se instaló durante la década del 80, cortesía de los primeros ejemplos de una idiotez burguesa que celebraba su ideología de la no ideología, a decir verdad recién en las décadas siguientes se terminó de afianzar como una fórmula desde la cual se construyen prácticamente todas las “comedias livianas” que genera la industria, productos tan horrendos que por lo general mueren en la taquilla norteamericana y no llegan a exportarse (precisamente por ello cada año vemos menos y menos de estos esperpentos). Incluso así a veces nos topamos en nuestro sur con alguna de estas obras, en especial cuando las figuras protagónicas se consideran de por sí lo suficientemente convocantes y/ o cuando ya el mismo título aclara la premisa de base, no vaya a ser que la familia menuda no encuentre ese espejo tan anhelado en donde reflejarse. El esquema es más o menos siempre el mismo: tenemos unos energúmenos de clase media -y algún que otro lumpen para condimentar el asunto- que se comportan como subnormales entregándose al consumismo, las groserías gratuitas, el chauvinismo, los estereotipos adolescentes, las tonterías por las tonterías en sí, el machismo o el feminismo de cotillón (depende del sexo de los personajes centrales), un conservadurismo bien de derecha que se maquilla con todo lo anterior y finalmente un “mega cinismo” que no se juega por absolutamente nada y siempre termina reafirmando los valores más regresivos y simplones de la familia, el mercado capitalista, el estado, los organismos educativos o cualquier otra institución de control atravesada por una crisis terminal desde hace mucho tiempo. Todo sabe a rancio, light y decadente en este tipo de productos del capitalismo retro marketinero. Guerra de Papás 2 (Daddy's Home 2, 2017) es un representante por antonomasia de la vertiente en cuestión, con un título que nos aclara desde el vamos el trasfondo y con la presencia -confirmada por todos los posters- de Will Ferrell y Mark Wahlberg como las dos figuras paternas de un clan fragmentado, quienes a su vez deben padecer durante la víspera navideña a sus respectivos progenitores, interpretados por John Lithgow y Mel Gibson. Más allá del hecho de que uno ni por un segundo puede dejar de sentir lástima y vergüenza ajena por el elenco, sobre todo en lo que atañe al genial Lithgow, lo cierto es que cada supuesto chiste se anuncia a kilómetros a la distancia y para colmo cuando llega se parece a mil latiguillos similares que pretenden beber del manantial de la comedia física, la familiar, la romántica, la irónica y la correspondiente a las festividades de fin de año y sus miserias. Lejos de cualquier mínimo indicio de sátira social o de inteligencia al momento de retratar los vínculos entre los protagonistas de turno, la película cae en todos los lugares comunes posibles, no incluye ni una idea original, resulta chabacana y mediocre a más no poder, es asimismo sumamente torpe y como si fuera poco aburre con sus múltiples redundancias y su falta de compromiso para con su propio planteo narrativo. No es una sorpresa que el realizador y guionista sea Sean Anders, responsable de las espantosas Manejado por el Sexo (Sex Drive, 2008), Ese es mi Hijo (That's My Boy, 2012), ¿Quién *&$%! son los Miller? (We're the Millers, 2013), Quiero Matar a mi Jefe 2 (Horrible Bosses 2, 2014) y la primera parte del presente mamarracho, Guerra de Papás (Daddy's Home, 2015). En la línea de la eterna inmadurez bobalicona de Adam Sandler o Judd Apatow o cualquier otro oligofrénico de la industria, el film derrapa tanto por su intrascendencia total como por un oportunismo trasnochado que deambula perdido entre las feel good movies, una epopeya familiar vintage y la hipocresía fascistoide de siempre que celebra la lobotomía acrítica…
Si bien Guerra de Papás 2 es una comedia que puede ser olvidada a la semana de haberla visto, funciona perfecto como la película de genero que es. Su principal función es entretener y lo logra desde el minuto uno. También deja un lindo mensaje sobre la crianza, demostrando que no existe un método perfecto de hacerlo y quizás la mejor forma sea una mix de los distintos modos. Y sí, siempre que sea con carcajadas, no caben dudas que será mejor. Luego del exitoso paso por la taquilla mundial de Guerra de Papás (Dady’s Home, 2015), la comedia protagonizada por Will Ferrell y Mark Walhberg no tardó casi nada en lograr tener su secuela garantizada. En tiempos donde las películas cómicas caen siempre en los mismos lugares comunes, este par de películas se sale del libreto de los chistes plagados de insultos, obscenidades y alcohol en exceso, logrando una clásica cinta de humor familiar. Para quienes no hayan visto la primer parte de esta nueva “franquicia” humorística, la película de 2015 cuenta la historia de Brad (Ferrell) un tipo común, simpático y siempre alegre que se casa con Sarah (Linda Cardellini), una mujer soltera que tiene dos hijos pequeños. Cuando Brad empieza a congeniar con los niños de su nueva esposa, el que aparece es el padre biológico de los chicos, el desafiante, rudo y desobediente Rusty (Wahlberg) transformando así a Brad a lo que llaman “el otro papá”. Brad y Rusty competirán para ver quien es mejor padre para sus hijos en situaciones hilarantes y demostrar quien es más apto para criar a los chicos. Por supuesto, llega el momento en que ellos liman sus diferencias y terminan siendo amigos e incluso van más allá y su relación da un salto incluso mas alto y llegan a denominarse “Co-papás”, un modo de crianza cooperativa entre dos padres para que los hijos no tengan repercusiones negativas en su niñez. En esta secuela dirigida por el mismo director que la original, Sean Anders, se puede seguir explorando las relaciones de los dos primeros protagonistas, pero ahora tendrán un obstáculo extra, sus padres. Guerra de Papás 2 incorpora calidad desde lo actoral con las incorporaciones de Mel Gibson (Mad Max) y John Lithgow (The Crown) como padres de Rusty y Brad respectivamente. De esta manera, la forma de cómo educar a sus hijos tendrá nuevas, o no tanto, perspectivas. Para darle un toque renovador, la numerosa familia de Brad y Rusty deciden pasar las fiestas todos juntos en un cabaña en un centro vacacional en las montañas. De esta manera, los protagonistas deberán arreglárselas para educar a su hijos y hacer lo posible para mantener su amistad mientras sus propios problemas con sus respectivos papás, salen a la luz. A la hora de desmenuzar esta peli, se debe empezar resaltando lo importante que es tener comedias en el cine que sean aptas para toda la familia. En una época donde los chistes son todos iguales y las historias suelen ser bastante similares, Guerra de Papás 2 da en el clavo en lo que la gente busca al ver una comedia en el cine: reír hasta llorar. El humor esta súper bien llevado, en ningún momento cae en la repetitividad habitué de las antiguas comedia de Ferrell y la química entre los protagonistas y actores secundarios es excelente. En cuanto a la historia propiamente dicha, el director da una vuelta de tuerca con respecto a la primer entrega. Utilizando recursos ya vistos en la peli original, Anders intenta jugar con la memoria del espectador para provocar una sonrisa constante. El argumento si bien es bastante similar que el de la cinta original, se propone seguir explorando la crianza cooperativa en temas mucho más delicados, ya que los niños entran en edades donde la participación de los padres es fundamental. Las actuaciones son sensacionales. Desde el capocómico de Ferrell tomando la batuta para ser el líder carismático del film hasta un Mel Gibson que se luce completamente en este papel de abuelo maloso. Otro que tiene un trabajo destacable es John Lithgow, quien realmente parece el padre de Brad. Los puntos flojos aparecen en el lado femenino de la película, ni Cardellini ni Alessandra Ambrosio (Karen, nueva esposa de Rusty) están a la altura de sus compañeros. Son claros los momentos donde se nota que quieren hacerlas interactuar pero es complicado.
La secuela con las locuras de una familia ensamblada y la llegada de dos abuelos que complican las cosas, conforman la típica película navideña que se apoya sólo en la qúimica entre sus protagonistas y en los gags físicos para despertar la risa del espectador. Guerra de Papás 2 trae nuevamente a Dusty -Mark Wahlberg- y Brad -Will Ferrell- quienes se reúnen en familia pero el arribo al aeropuerto de Kurt -Mel Gibson-, el papá gruñón de Dusty, y de Don -John Lithgow-, el padre sobreprotector de Brad, cambian los planes y una repentina reserva para vacacionar los reúne en una cabaña en medio de la nieve seis días antes de la Navidad. El relato ofrece una mirada inclusiva -sobre todo en la escena final en medio de cánticos navideños- y apuesta a lo seguro en medio de una historia que se derrite como la nieve y se apoya sólo en el carisma de los personajes. El juego de la convivencia forzada y la atracción de los opuestos pone de manifiesto el comportamiento de cada uno de los miembros del clan En medio de niños con padres "diferentes", asoma un grupo de adultos que parecen salidos de un zoológico. Desde el Kurt proclive a las armas, la caza y las mujeres hasta un Don que besa en la boca a su hijo para sorpresa de quienes los rodean. Sin gracia, entre una máquina para sacar nieve que termina enredando los cables de las luces navideñas, una camioneta destrozada, sweaters de dudoso gusto, chistes no pensados para el público menudo y un termostato que levanta la temperatura más de lo debido, el film sólo entrega la gracia de Will Ferrell y la presencia de John Lithgow, el actor que se hizo popular con Piegrande y los Henderson y que fuera el rostro malévolo de algunas películas de Brian de Palma. Y, como eran pocos, llegó la abuela con su nuevo marido...
Con humor del zonzo y una producción que se permite todos los gustos. Llega el estreno de GUERRA DE PAPÁS 2 que al igual que su primera parte la dirige Sean Anders. En el elenco dentro de los principales roles encontramos a Will Ferrell, Mark Wahlberg y se incorporan en esta segunda parte John Lithgow y Mel Gibson. Repitiendo un poco la fórmula de su antecesora se presenta esta secuela donde hay un sinfín de situaciones graciosas constantes, que a veces funcionan bien y otras veces no tanto. Sin dudas el trabajo de gestos W. Ferrel es muy expresivo y divertido -aunque a veces realmente da ganas de darle un sopapo a la pantalla por lo idiota que se vuelve- Acertada la elección de John Lithgow haciendo de su padre que realmente lo parece con un logrado papel. Por el otro lado de la familia esta Mark Wahlberg que se muestra recio/tolerante y quien hace de su padre, rol interpretado por Mel Gibson, sin dudas se lleva para mi gusto lo mejor de la peli. Pienso que dentro de la verosimilitud que se le intenta dar a la historia, el personaje de Mel Gibson termina siendo el más creíble. También es bueno el trabajo de los más chicos sobresaliendo en especial Owen Vaccaro con un futuro más que prometedor. Siempre es muy lindo en esta etapa del año poder disfrutar de producciones ya con alusión a la inminente llegada de las fiestas. Porque nos permite de alguna manera empezar a contagiarnos de antemano con esa sensación de felicidad. Cabe también destacar el lugar que toma las salas de cine Showcase donde transcurre una parte importante y también nos regala mucho de ese espíritu que hacía mención antes. En especial para aquellos que disfrutamos tanto de estos maravillosos espacios donde se nos permite volar.
Este año no sólo la guerra entre Papi y Papito verá una secuela, sino también las madres rebeldes, marcando el retorno a la comedia de situaciones que toma la rutina y la cotidianeidad como punto de partida narrativo. A los dos padres, se les suman dos abuelos, con impecables actuaciones de John Lithgow y Mel Gibson en los roles estereotipados que les tocan, llevándolos más allá en esta guerra de identidades y personalidades. Divertidisima.
Guerra de papás 2: comedia mediocre y superficial Dos años después de esa exitosa (en términos económicos) comedia que fue Guerra de papás llega esta secuela, otra vez protagonizada y coproducida por Will Ferrell y Mark Wahlberg. Si el film original era ya bastante mediocre, esta segunda entrega no levanta demasiado la puntería. Los principales "sorpresas" son que Dusty (Wahlberg), el rudo padre de sangre, y el Brad (Ferrell), el amable padrastro, intentan sellar una alianza para una crianza armónica de los niños. Si bien tienen personalidades opuestas, dejan de lado sus diferencias y hasta deciden pasar la Navidad todos juntos. Claro que para la celebración -que terminará realizándose en una lujosa cabaña rodeada de nieve-llegan los también opuestos abuelos: Kurt (Mel Gibson), un ex astronauta machista y amante de las armas, y Don (John Lithgow), un hombre muy sensible que se ubica del otro lado de la "grieta" entre los pro Trump y los anti-Trump. El film -que tiene fotografía del argentino Julio Macat- se maneja en la línea de La familia de mi novia y ofrece un arsenal de situaciones absurdas (muchas a esta altura bastante remanidas) y un despliegue de humor físico y escatológico con los actores librados a su suerte para un festival de exageraciones que solo en contados momentos generan algunas sonrisas. Tampoco hay demasiado interés en provocar o generar algún tipo de reflexión sobre el estado de las cosas en la sociedad estadounidense y, así, termina siendo un entretenimiento superficial, previsible y tranquilizador.
Y ahora son cuatro Fuerza la repetición de chistes de de su antecesora, con un Mel Gibson desatado. La premisa arquetípica de Hollywood para lidiar con las secuelas suele limitarse a agregar más de eso mismo que funcionó en la primera parte. En Guerra de papás 2, esa fórmula se vuelve literal con la aparición de los dos padres, por supuesto que también con personalidades opuestas, de los personajes protagonistas de la exitosa primera parte. Aquella Guerra de papás de hace un par de años era una pequeña salvajada que servía como excusa para que Will Ferrell y Mark Wahlberg se reencuentren después de Policías de repuesto, de Adam McKay, tal vez la más divertida de las buddy movies policiales de la historia. El policía candoroso de Will Ferrell se transformó en un padrastro progre en Guerra de papás y se enfrentaba con el indomable padre biológico interpretado por Mark Whalberg, un personaje muy cercano al detective de pocas pulgas de Policías de repuesto. Y con ese contraste de temperamentos alcanzó para lograr una comedia centrada en ese choque explosivo y constante entre ellos. Pero esta segunda parte repleta de testosterona se pone el pesado formato navideño encima y deja sin aire a los comediantes. Guerra de papás 2 es una película familiar, con algunos chistes subidos de tono, hecha a la medida del lucimiento de Mel Gibson, desatado como pocas veces, y John Lithgow, que interpretan a los padres que llegan para reeditar el duelo macho versus sensible de sus hijos y rompen el equilibrio familiar de la “cocrianza” que habían conquistado los protagonistas. El dicho popular asegura que la manzana no cae demasiado lejos del árbol y eso puede aplicarse tanto a las relaciones padre-hijos de los personajes o, si se pone el énfasis en la noción de caída, a esta segunda parte que fuerza la repetición de los seminales chistes de su antecesora. Eso sí, siempre es un placer disfrutar en pantalla grande el humor físico de Will Ferrell, el mejor comediante de Hollywood en este milenio.
En Estados Unidos, la Navidad es cosa seria. Una potencia económica que necesita tener a todos sus habitantes, felices y consumiendo. Y no me digan que es cómo en el tercer mundo, porque no lo es. En otro contexto (el frío, los movimientos familiares para estar junto a los seres queridos con mayores distancias que las nuestras, la fiebre por todo tipo de compras navideñas), la maquinaria necesita impulsar el comercio y la gente también quiere salir al cine en esas fechas. Desde el Día de Acción de Gracias para acá, es temporada alta. Es por eso que la industria, siempre tiene un puñado de títulos para aprovechar ese deseo de pasarla bien en familia, ofreciendo cine para este público, con el mero objetivo de pasar un rato agradable y no mucho más. Digo todo esto, porque caerle a "Daddy's home two", sin entender el contexto, sería un poco injusto. Nadie espera para estas épocas una cinta familiar demasiado trabajada. Sólo una propuesta divertida, liviana y que sea bien familiar. Eso es lo que ofrece el round 2 de "Daddy's home" (más de 200 millones de dólares de recaudación global en 2015), la comedia que encabezan Will Ferrer y Mark Wahlberg que vuelve a atacar, con una receta recargada con respecto a la primera entrega. Para los que no están en tema, "Guerra de papás" trata sobre los problemas habituales de las familias integradas. Niños que viven con los maridos de sus mamás, estructuras que se va modificando con hermanitos que tienen distintos padres, lo que hoy en día es moneda corriente. Brad (Will Ferrer) y Dusty (Mark Wahlberg) han superado sus diferencias y son "co-papás", en el sentido de que se ocupan de los hijos propios, y ajenos, dentro de sus núcleos familiares. Cuando Megan (Scarlett Estevez) dice en un acto familiar que la navidad en su casa siempre es confusa y displacentera, los hombres de la casa deciden entrar en acción. La idea es que, para que los niños pasen una linda navidad, las dos familias pasen la fiesta juntos (recordar que Dusty está en pareja con Karen - Alessandra Ambrosio). Pero para complicar más el asunto, llegarán los abuelos de los chicos, Kurt (Mel Gibson en su regreso a las ligas que mejor le sientan) y el inoxidable y tierno John Lithgow (en el rol de Don), que sorprenderá a quienes no lo conocen. Obviamente cada padre tiene una relación con su hijo basada en sus vivencias y Kurt arrastra muchos problemas con Dusty. Lo que vendrá serán los días previos a la Navidad, todos juntos e intentando pasarla bien. Habrá muchos gags físicos (clásicos de Ferrer, obviamente) y algunos apuntes simpáticos sobre cómo encarar el tema de la crianza de niños que no son hijos propios, en estos atribulados tiempos que corren... Todos los personajes tienen más líneas que en la original (Linda Cardellini puede delinear algo más en su rol) y hasta vuelve a aparecer en un simpático cameo, John Cena (el papá de Adrianna), para que los fans vean que todos siguen en la misma franquicia, sin sacar los pies del plato. No hay demasiada sorpresa pero sí no podemos dejar de reconocer (al menos es lo que siento), que "Daddy's home" explora rudimentariamente los problemas de estos tiempos para la familia. Desde el 2000 para aquí, más del 50 por ciento de los niños que nacen lo hacen en familias ensambladas. Y este hecho no está reflejado en los temas que Hollywood y la industria habitualmente tratan. "Guerra de papás" toma la problemática y la transforma en un paso de comedia básico y esquemático quizás, pero la hace emerger y eso es muy valorable. Probablemente no sea tan divertida como la anterior, pero si buscan un entretenimiento simple y directo, y además un buen tema para la charla posterior al cine (cómo plantearse la crianza de los niños que tienen tantos modelos parentales), quizás esta sea una alternativa más que válida para esta semana.
Brad y Dusty finalmente han logrado hacer las paces y ambas familias conviven en armonía, ahora se acerca la época navideña en donde todo es alegría, villancicos, regalos y lo más importante, disfrutarlo con los seres más queridos, es por eso que el padre de Brad y el de Dusty pasaran las fiestas con sus hijos y sus nietos en una cabaña aislada, nada será como ellos piensan, resurge la enemistad entre ambos mientras tratan de pasar desapercibidos frente a sus padres. Tras el éxito de la primera entrega se puso en marcha esta secuela en donde el humor esta mas que garantizado, en la cartelera del cine últimamente se veía poco este tipo de comedia que se aleja de los chistes obscenos y momentos trillados, en esta película el principal atractivo es que lo pueden disfrutar tanto los chicos como los más grandes. La historia es sencilla pero efectiva con buenos momentos con risas aseguradas, no hay que dar muchas vueltas a la hora de elegir ver algo como esto, solo es cuestión de sentarse y pasarla bien en ese momento, ADEMAS DE Will Farrell y Mark Wahlberg ahora se suman al elenco Mel Gibson y John Lithgow, este último es el que más resalta logra ser la atención de los mejores momentos de la película. En definitiva, “Guerra de Papas 2” es una película que pese a ser algo corta de argumento logra ser divertida para verla en la familia.
Si la primera era mala, ésta es peor En la primera película de esta historia, un patético Will Ferrell hacía lo que sea por lograr que los hijos de su mujer lo acepten como familia. Cuando aparecía el padre biológico, Mark Wahlberg, la guerra parecía totalmente perdida, si no fuera por la autocensura de hacer una auténtica comedia negra con niños y temas familiares. Con más audacia, la premisa podría haber derivado en algo mejor que ese film olvidable, que ni el cable nos recuerda nunca en medio de un zapping. Pero gracias al genio de los ejecutivos de Hollywood, la "guerra de padres" resurge en esta inesperada secuela con abuelos involucrados en la competencia por la figura paterna de unos pobres actores infantiles que harán ricos a sus padres, pero sobre todo al ejército de terapeutas que podrán estudiar sus traumas por décadas: "No es mi culpa, de chico me obligaron a interpretar al nieto de Mel Gibson en "Guerra de Papas 2". Dado que el talento original lograba potenciar algunos momentos chistosos, si ahora le agregamos a Mel Gibson y John Lithgow en el árbol genealógico de Wahlberg y Ferrell -quienes tenían buena química y rivalidad-, la apuesta se redobla de un modo tan absurdo que a veces hace reír por surrealista, lo que nunca dura mucho por lo anodino del contexto. Si la pasan mas en el cable que a la otra, no habrá manera de no disfrutar de algún gag más o menos chapucero con estos cuatro actores que hicieron y harán muchas buenas películas, generalmente por separado.
Como en la otra saga de comedia familiar La familia de mi novia, esta secuela de la rivalidad entre padre biológico y padrastro suma a los abuelos, de uno y otro lado paterno, que por supuesto son el día y la noche. Por un lado, el atildado y cursi que interpreta John Lithgow y el mujeriego e incorrecto a cargo de Mel Gibson. Y todos, todos juntos, se van a pasar la Navidad. El desarrollo no pasa más que por una serie de gags a repetición de ese único chiste, gastado hasta el cansancio, entre apuntes que derivan de una mirada anticuada, machista y estereotipada de las relaciones familiares. ¿Risas? Bien, gracias.
Ya con la primera, Mark Wahlberg y Will Ferrell encarnaron con cierta gracia la diferencia entre el padre dedicado y sensible y el macho que no llora. Ahora en la secuela, con la navidad cerca y la idea de pasarla todos juntos, convocan a los padres de ambos. Así llega el talentoso John Lithgow para ser más hablador y sensiblero que el hijo que compone Ferrell. Y Mel Gibson, como el hombre alfa, ex astronauta, una especie de sátira de si mismo, como el papá de Wahlberg. Entre los cuatro caminan el sendero de la comedia con lugares comunes de enredos, caídas y roturas. No falta ninguna de manual. Y los co-padres originales deberán luchar contra sus progenitores y sus traumas de la infancia. Nada especialmente remarcable. Humor físico, blanco, tonto, para que se pueda ver con toda la familia y quizás disfruten los chicos.
Guerra de Papás 2, de Sean Anders Por Jorge Barnárdez Llegó Navidad y siempre para esta fecha llegan algunas películas destinadas a reblandecernos un poco y la primera de la temporada es Guerra de papás 2. Si bien la primera parte de la ¿saga? había sido una efectiva comedia en la que dos hombres compiten por imponerse como padres de los hijos de uno de ellos. Repasemos aquello un poco, Brad (Will Ferrell) era un hombre más bien debilucho, torpe y bastante miedoso que luchaba contra Dusty (Mark Wahlberg) que era el padre de los hijos de su nueva mujer. Sobre el final, claro, entraban en razones y se lograba un arreglo justo para ambos. En esta nueva película se vive bajo el reinado de la copaternidad que impusieron a fuerza de negociaciones y de acallar las múltiples diferencias que los separan, sólo que el problema es que cuando llega Navidad y los niños revelan que extrañan bastante la época cuando no vivían bajo el asedio permanente de dos padres. Y por si eso fuera poco, se anuncia la llegada para las fiestas de los padres de ambos contendientes. Listo, la comedia ya está planteada. Los dos nuevos personajes son un calco de sus hijos así que Don (el gran John Lithgow) es comprensivo, amoroso y vive abrazándose con su hijo mientras que Kurt (Mel Gibson en su fase guerrera) cumple con todos los clichés del macho, como aviador famoso por sus misiones, poca relación con su hijo, mujeriego y tomador. Si usted es de los que se emociona con las publicidades de sidra, le gustan las largas mesas navideñas y se deja ganar por el espíritu de la época del año, Guerra de papás 2 es su película. Si por el contrario piensa que todo es una farsa, que Santa Claus es solamente un invento de la Coca Cola, que cada vez menos gente acumula más riqueza en el mundo y esta consciente de que todos vamos morir, no se acerque ni a cien metros de las salas que van a estar atestadas de familias sonrientes comiendo pop con dulce. A nosotros nos gustó, quizás porque estamos sobre adaptados o porque somos conscientes de que no hay forma de arreglar el universo y preferimos dejamos llevar por la gran banda de sonido y el increíble carisma del cuarteto protagónico. GUERRA DE PAPÁS 2 Daddy’s Home 2. Estados Unidos, 2017. Dirección: Sean Anders. Guión: Sean Anders y John Morris. Intérpretes: John Lithgow, Mel Gibson, Will Ferrell, Mark Wahlberg, Linda Cardellini, Alessandra Ambrosio, Owen Vaccaro, John Cena, Scarlett Estevez, Didi Costine. Producción: Will Ferrell, John Morris, Adam McKay, Chris Henchy y Kevin J. Messick. Distribuidora: UIP. Duración: 100 minutos.
ABUELOS MORTALES En este tipo de películas que apuntan a una historia de humor simple que se apoya en la química entre sus protagonistas y son de corte familiar, hay una base de éxito que siempre está asegurada aunque algo salga mal. Esto ya se veía desde películas como la clásica Vacaciones con Chevy Chase y sus secuelas, o toda película con familias disfuncionales y en época navideña que se les ocurra, pasando por cosas como El regalo prometido con un Arnold Schwarzenegger que sorprendía por esos años como versátil comediante, más allá de su éxito en el cine de acción. Hoy tenemos otra clase de comedias familiares, aquellas que, de la mano de gente como Will Ferrell, apuestan a la incorrección política y a los mensajes un tanto ambiguos, algo que se agradece, dados los tiempos que corren en el que pareciera que todos debemos medir con mucho cuidado las palabras en el ámbito que nos toque expresarnos. Y para eso, qué mejor que traer al loco más loco fuera y dentro del set como lo es Mel Gibson, un talentoso que no deja de sembrar dudas sobre su poca tolerancia y posición marcadamente xenófoba en su vida personal. Si además contamos con un versátil John Lithgow componiendo al perfecto padre de Ferrell, estamos en presencia de algo que difícilmente pueda fallar. Claro que podría, hemos visto bodrios infumables de la mano de directores prestigiosos por falta de timing en los diálogos o baches en los guiones, pero no es el caso, Guerra de papás 2 funciona en todos los niveles en los que se la analice. La historia comienza con la ya conocida y por fin edulcorada relación entre el sensible Brad y el sexy Dusty (Ferrel y Wahlberg, respectivamente) al tiempo que comparten las familias de sus hijos y sendos matrimonios con Sara y Karen (Linda Cardellini y Alessandra Ambrosio), lo cual transcurre en una curiosa armonía y sólo es puesta en riesgo por los pequeños conflictos de niñez y preadolescencia de sus críos. Al menos hasta que, en vísperas de Navidad, hace su aparición el padre de Dusty, Kurt (Gibson) con quien desde hace años tiene una relación distante, y que una vez llegado, pretende pasar la navidad con ellos. Y esto no hace más que ponerse aún más extraño cuando llega a unírseles el padre de Brad, Don (Lithgow), que es mucho más sensible que su hijo y lo demuestra a cada instante en que se muestra a punto de quebrar en llanto. Al ver toda esta bizarra situación, Kurt, sin de haber dejado de ser el padre insensible, incorrecto y mujeriego que su hijo recordaba, propone unas mini vacaciones a un centro turístico para pasar las navidades. Brad y Dusty se oponen pero nada pueden hacer para impedirlo frente al entusiasmo de los niños, por lo cual se ponen en marcha. A partir de allí todos son cruces entre los disímiles personajes, intentos de conciliación y accidentes físicos a pura torpeza. Nada original, nada que nos haga pensar que estamos en presencia de algo que nos quedará en las retinas, pero está tan a punto en los ritmos y tan bien aprovechado el potencial de cada actor, que se disfruta más que muchos otros productos del estilo. Porque Will Ferrell hace lo que hace siempre y nadie espera otra cosa, lo mismo Gibson o Wahlberg, quizás el único que exhiba matices con solvencia sea Lithgow, componiendo un personaje que nos convence de entrada sobre su parentesco con el de Ferrell. Se agradecen también la ausencia de recursos escatológicos, que si bien se entiende que sean menos en una producción que apunta a la familia, no se convierten en un elemento necesario, algo que en lo personal me satura bastante. En cambio sí hay grandes actuaciones infantiles como la del pequeño Owen Vaccaro que juega perfecto su rol de pre-adolescente en medio de su despertar sexual y que lucha con las frustraciones de las miradas externas ante cada acción que se presenta en su vida. Claro que es obvio el tipo de orientación y consejos que recibirá de uno y otro lado, que no harán más que confundirlo, lograr reacciones temerarias pero por sobre todo, carcajadas genuinas. Uso y abuso de armas por parte de grande y chicos, apología del hurto, incesto y varios tópicos polémicos se desarrollan en el film, con conclusiones que tal vez no conformen a los más progresistas o conservadores, pero logran mantener la chispa de la comedia pura, viva durante todo el metraje. Guerra de papás 2 se ubica por encima de su predecesora, porque la apuesta es más alta y no deja de ganar en proporción, porque Sean Anders (Guerra de papás, Quiero matar a mi jefe 2) es un guionista y director que entiende cómo romper códigos y a la vez respetar recetas sin quedar mal parado y porque Will Ferrell no se transforma en el odioso comediante que hace girar todo en derredor a su personaje sino que juega a compartir el arte que mejor maneja, el de hacer reír.
En el 2015 se estrenaba “Guerra de papás” contando también en esa ocasión con la dirección de Sean Anders (“Quiero matar a mi jefe 2”) un conocedor a la hora de enfocarse en la comedia. Los personajes principales en la primera entrega eran Dusty (Mark Wahlberg) y Brad (Will Ferrell) pero en esta ocasión llegan otros papás para navidad. El padre de Dusty interpretado por Mel Gibson (“Lo que ellas quieren”) y Brad interpretado por el encantador John Lithgow (“Footloose2), el caos y el nerviosismo se instalan cuando deciden pasar la fiesta de navidad todos juntos y también un poco por el deseo de la niña Adrianna (Didi Costine). Si bien la película repite muchas bromas de la primera entrega, la misma es desopilante y mucho aportan Will Ferrell, el extraordinario Mel Gibson, Mark Wahlberg y John Lithgow, con diálogos bien construidos para la comedia como así también para emocionar, situaciones, bromas que te hacen reír sin parar hasta las lágrimas y nunca decae. Todas las actuaciones son sensacionales. Lograron una gran química todo el elenco y los dos abuelos John Lithgow y Mel Gibson divertidos, llegan bien los choques y riñas hasta el final. Esta es una comedia para toda la familia, entretiene, divierte y te deja varios mensajes.
Comedia navideña como un turrón muy azucarado. Reuniones con amigos postergadas durante meses, balances con lo mejor y lo peor del año que se va, unas confituras por acá, un poco de pan dulce por allá, brindis al por mayor y, claro, el cine de Hollywood celebrando las bondades de la familia desde las carteleras comerciales de todo el mundo. Los rituales que culminan con el descorche y las doce pasas de uva del 31 de diciembre a la noche incluyen el estreno anual de –mínimo– una película enmarcada en los festejos navideños. Todo indica que la temporada 2017 viene con cupón de 2x1, pues a la flamante Guerras de papás 2 se le sumará dentro de tres semanas La Navidad de las madres rebeldes. Dos secuelas de películas en principio sin resquicios para continuaciones, una ambientada en el universo masculino aunque con aspiraciones ATP y unisex, y la otra en el femenino y con promesa de zarpe, según vaticina el tráiler. La primera casi que se vende sola, con Will Ferrell y Mark Wahlberg, el reaparecido Mel Gibson en plan cascarrabias y el aquí modosito John Lithgow encabezando los créditos. Y ellos son quienes cumplen y dignifican, aun cuando estén más preocupados en agradar que en actuar. Guerras de papás 2 empieza como terminaba la uno. El buenazo de Brad (Ferrell) sigue felizmente juntado con Sara (Linda Cardellini) y criando a los hijos de ella con el rudo de Rusty (Wahlberg), quien a su vez convive con nueva novia y su nena preadolescente. Que el film de Sean Anders presente este ensamblaje con naturalidad y sin ningún tipo de juicio suma unos porotitos, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una película multitarget proveniente del núcleo de una industria de mirada históricamente conservadora y heterosexual. Pero hasta allí llegan las subversiones en una historia que rápidamente se coloca bajo el paraguas de lo probado. Empezando por la originalísima idea de juntar a los dos abuelos paternos, que son iguales a Brad y Rusty pero más grandes, para construir toooooda una película alrededor de ese encuentro y sus correspondientes chispazos, empatías, rencores del pasado y enredos de manual. No hay nada necesariamente malo dentro de Guerra de papás 2, pero tampoco demasiado bueno. Es, pues, otro de los productos hechos con la solvencia y el profesionalismo habitual de la industria norteamericana, una comedia blanca y familiar digna de un Jim Carrey o Robin Williams de mediados de los ‘90 que avanza por un camino plagado de fórmulas con la seguridad de quien ha visto recorrerlas mil veces antes. Una película reglamentaria donde todos trabajan bien y hacen lo que les pidieron que hagan. No más, pero tampoco menos. Los componentes se alinean automáticamente detrás de un guion con poca imaginación a la hora de explotar las posibilidades humoristas de sus intérpretes. Ferrell, de probados pergaminos en el terreno del absurdo y la improvisación, se limita a golpearse con cuanta cosa tenga adelante, mientras que Wahlberg esfuma cualquier atisbo de explosividad aniñada para convertirse en un ogro con una progresiva tendencia a la ternura. Que así y todo la cosa por momentos funcione se debe a que los muchachos son comediantes puros, capaces de hacer reír aun en circunstancias adversas. Por allí anda un Mel Gibson en la piel del abuelo con menos tacto a la hora de hablar a los nietos que se recuerde, en lo que es un oasis de acidez en medio de tanto turrón azucarado.
Risas por duplicado Había un común denominador en las secuelas de la década del ochenta: los elementos de mayor eficacia de la original debían duplicarse al máximo en la continuación, casi como si con eso bastase para hacer una buena segunda parte. Este recurso rara vez satisfacía a la audiencia que veía a los films como una exageración sin criterio de una película anterior. No sucede eso con Guerra de papás 2 (Daddy's Home 2) cuya duplicación de componentes logra un buen resultado. La llegada de la Navidad supone el evento familiar del año. Y familiar significa recibir parientes. Aparece el padre de Brad (Will Ferrell) que compone John Lithgow, y el de Dusty (Mark Wahlberg) que personifica Mel Gibson. Brad y Jack representaban los extremos de los padres disfuncionales (el biológico y el adoptivo, el paradigma del macho y el prototipo de padre progresista), los padres de ambos son el extremo del extremo de dichos estereotipos. Sucede que el pacto de armonía familiar dado sobre el final de la primera película entre Brad y Dusty está en crisis, y Kurt (Mel Gibson) aparece con el fin de dinamitarlo por completo. John Lithgow y Mel Gibson entran muy bien en la historia, otorgando momentos desopilantes para el público. Las escenas de gag físico, un clásico en la nueva comedia americana están a la orden del día. Pero es la dirección de Sean Anders y el guion escrito en colaboración con John Morris, especialistas en la materia, quiénes entregan los mejores momentos del film: la escena del bowling es genial, como también la del pesebre viviente, aunque ambas son superadas sin dudas por la final en el cine. El personaje más divertido es el extravagante Kurt de Mel Gibson. Una especie de exageración de su rol de tipo rudo en películas de acción, con todo el estereotipo necesario: rudo, mujeriego, misógino, machista, republicano, etc. Pero no sólo eso, también es el tipo que gusta hacer bromas pesadas (como en Arma Mortal) que hacen que su hijo Jack entre en conflicto con Brad. El Kurt de Gibson es el verdadero plus de esta exagerada -para bien- secuela. Hasta por momentos parece opacar al ya amaestrado en el rol de buen padre Dusty (Mark Wahlberg). Por supuesto, como toda comedia familiar, el mensaje debe ser pro familia, y el chiste pasa por ver cómo la familia, a pesar de sus evidentes diferencias, logra reconciliarse. Ahí aparece la ternura, comprensión y debilidad de Brad y su padre, y la tesitura, rudeza y carismática imagen de Dusty y el suyo. Los opuestos se atraen y, exagerados como aquí, mucho más. Guerra de papás 2 no sólo está a la altura de su antecesora sino que renueva las películas navideñas, además de tener mucha tela para cortar en futuras continuaciones. Y no llamaría la atención que en breve volvamos a encontrarnos con estos atractivos personajes.
“The Times They Are A-Changin” es el título de la canción de Bob Dylan y bien podría servir como tagline para la nueva película producida por Adam McCay, director de grandes comedias como las dos Anchorman protagonizadas por Will Ferrell. Guerra de papás 2 se presenta como una de esas comedias convencionales que se estrenan en épocas navideñas, pero en realidad es sólo una excusa para trabajar las relaciones de todos los personajes, en especial la de los dos protagonistas con sus padres. Uno de los grandes aciertos del director Sean Anders es dejar que Mel Gibson y John Lithgow jueguen con el material, que se rían de todo lo que ocurra sin que esto opaque al ya mencionado Will Ferrell y a Mark Wahlberg. De los cuatro el que más le saca jugo a las situaciones es Mel Gibson, ya que pone todo su carisma para hacer partícipe al público de lo que ocurre, aunque esto posiblemente tenga que ver con otro de los grandes aciertos de esta comedia. Guerra de papas 2 (Daddy’s Home 2, 2017) es una declaración sobre cómo la Navidad ya no debe verse como una festividad religiosa sino como una época de unión, de dejar las diferencias de lado para compartir un buen tiempo. En una de las grandes escenas de esta secuela todos los personajes hacen una representación en un pesebre y en vez de mostrarse como una familia perfecta terminan saliendo todos los trapitos al sol. Esta tal vez sea la escena que mejor representa el mensaje de la película; y que tenga a Mel Gibson, un actor que está asociado con la derecha más extrema, lo vuelve aún más delirante. El director es consciente de eso y lo explota en varias otras secuencias que causan mucha gracia y hacen quererlo aún más al actor australiano. También la película no se decanta por tener un conflicto principal, sino que hay varias subtramas, algunas que son resueltas de manera delirante. Lo que más predomina es la improvisación, el inventar escenas para que los actores saquen a relucir lo mejor de ellos, algo que ya aparecía en la secuela de Anchorman. Aunque no llega al nivel de locura, sí hay varios momentos que rompen con lo tradicional que se espera de una película para toda la familia. Lo cierto es que lo mejor de esta secuela trata justamente de eso, de usar el humor para decir que las cosas cambiaron, para usar subgéneros que han dado obras conservadoras y darles la vuelta para amoldarlas a los nuevos tiempos.
Pesadilla antes de Navidad La vuelta de la dupla Ferrell-Wahlberg siempre es garantía de efectividad. Incluso si el resultado no resulta una obra maestra de la comedia, sigue siendo mejor que varios de los estrenos que llegan a nuestra cartelera. Guerra de papás 2 parece una película diseñada exclusivamente para el lucimiento de un Mel Gibson desatado, que llega para romper el equilibrio que tanto les había costado conseguir en Guerra de papás a Ruty, macho alfa y padre biológico de dos niños junto a Sara (Linda Cardelini), y a Brad, el padrastro buenazo y políticamente correcto interpretado por Will Ferrell. El problema es la poca imaginación de la secuela a la hora de explotar las posibilidades humorísticas de semejantes comediantes. La película no se anima a ir más allá de las limitaciones del género de comedia navideña multitarget y apuesta a lo seguro, alejándose de la anarquía y de la catarata de chistes de todo tipo que contenía la primera. No hay nada de malo en eso, pero tampoco nada demasiado bueno. La fórmula, que había funcionado tan bien hace dos años, se resiente: los momentos emotivos que resultaban genuinos ahora se sienten forzados –el cariño exacerbado entre Brad y su padre, la escena del stand up que saca ciertas verdades a la luz–, algunos chistes se ven venir a kilómetros, y otros se reiteran sin éxito ninguna de las veces, como el de la nueva novia de Rusty –interpretada por Alejandra Ambrosio, en un personaje que no tiene ninguna relevancia dramática–, que supuestamente escribe comentarios negativos sobre los integrantes de la familia en una suerte de libreta-diario íntimo. La química entre Ferrell y Wahlberg sigue intacta, aunque desperdiciada –bastante limitados, quizás, por el formato navideño- y lo que podía ser puro descontrol, sobre todo con la presencia de Mel Gibson, capaz de generar carcajadas con su sola presencia en pantalla, se diluye en un control menos eficiente del timing (que Anders había manejado con éxito en Guerra de papás). Aún con sus falencias, y gracias a sus protagonistas, Guerra de papás 2 se las ingenia para salir a flote con algunas escenas maravillosas como la de la niña que caza pavos con el abuelo Mel, o la secuencia final con ecos de un espíritu sandlereano de los noventa.
Llegan las fiestas de fin de año y, con estas, las comedias navideñas que intentan ganar un lugar en la taquilla de la temporada. En esta ocasión le toca el turno a Daddy’s Home 2, dirigida por el realizador de la primera Sean Sanders (Horrible Bosses 2), la cual vuelven a encabezar Will Ferrell y Mark Wahlberg. Y ahora, para esta divertida historia familiar, se suman Mel Gibson y John Lithgow.
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“Guerra de papás 2” puede considerarse tan innecesaria como efectiva y fiel a su predecesora. Recordamos la original como una comedia bien arraigada en la cultura yanqui, en la cual el macho alfa es un ser egoísta, autosuficiente, canchero, pedante y terriblemente competitivo, y el beta viene a ser el “lado B” de todo eso extrapolándose en todo sentido. Excepto el común, claro, porque como padres, cada uno ofrecía lo peor de sí. La secuela: Brad (Will Ferrell) ya ha conseguido formar una familia y el respeto de Dusty (Mark Whalberg), con quien ahora comparte todo tipo de momentos en una suerte de doble paternazgo bastante equilibrado. La armonía fue conseguida luego de una alta competencia entre los dos con gags que funcionaban muy bien hace dos años. Si como muestra basta un botón, uno de los mejores gags de aquella tenía a Brad esperando en el aeropuerto la llegada de Dusty: Plano conjunto del primero junto a un viejo que esperaba a otro pasajero. Sonaba un rock and roll de AC/DC para el contraplano de Dusty bajando en la escalera mecánica, macho por donde se lo mire. Vuelta al plano conjunto: “Evidentemente este tipo es mejor que vos en TODO”, espetaba el eventual compañero. Y así por el estilo. ¿Comedia de bajo presupuesto que funcionó en la taquilla? Es Hollywood. Obviamente, hay secuela. ¿La excusa? Juntar a toda la familia para pasar navidad. ¿Alcanza? No. La fórmula de toda la vida incita a la presencia de más personajes, si es posible interpretados por figuras. ¿Entonces? Los padres de los padres, es decir, los abuelos. Fíjese en el afiche. Dice Mel Gibson y John Litgow. Adivine quién es el padre de quien. Mejor no entrar en profundidad en este análisis porque ninguno de los dos tiene más desarrollo en el guión que el hecho de ser Mel Gibson y John Litgow. Los contrastes se trasladan a una generación anterior y lo que juega, haciendo alarde de la obviedad, es la vergüenza latente que Brad y Dusty sienten o no ante la presencia de sus propios padres. No hace falta ahondar en el argumento porque esta comedia no se sustenta en otra cosa que en el mismo axioma de la anterior. Será gracias al elenco con su entrega total que la segunda parte funciona de a ratos, siempre y cuando no se pretenda profundidad cuando hay tanta brocha gorda en las situaciones familiares. Supongamos que funciona en la boletería pese a las falencias de querer ser el humor de la revista MAD o la National Lampoon, la próxima ¿serían los bisabuelos? Vaya pensando: ¿Clint Eastwood y Michael Gambon? Dios libre y guarde
Guerra de Papás 2 es una película ideal para esta temporada del año. La secuela de la película del año 2015 dirigida por Sean Anders (Daddy’s Home, That’s my boy) no logra aumentar la barra de calidad de secuela pero ofrece horas de entretenimiento familiar. Al finalizar Guerra de papás (2015) vemos a Dusty (Mark Whalberg) y Brad (Will Ferrell) dejando atrás sus diferencias y trabajando en equipo por el bienestar de su co-familia (chiste interno de la película). Un año más tarde esta co-familia siguen funcionando gracias al empeño que ponen día a día Dusty y Brad para que las cosas vayan bien. Llega la navidad y las visitas inesperadas caen a la puerta: Kurt (Mel Gibson) el padre de Dusty y Don (John Lithgow) el padre de Brad se suman a las fiestas de fin de año para llenar el espacio vacío de esta co-familia… y claro, las cosas no van a salir muy bien. Hay que entender que Daddy’s Home 2 – título original – es una película pura y exclusivamente para disfrutar en familia. La risa fácil y chistes absurdos están por doquier – tal vez esta secuela se toma menos seria que su predecesora- pero a pesar de esto resultan simpáticos en todo momento. Mel Gibson y John Lithgow realizan un trabajo absurdamente efectivo como las versiones paternas de los personajes de Whalberg y Ferrell; Gibson muestra un carisma intacto frente a la cámara – y realmente es bueno verlo nuevamente desde su última película Blood Father – pero la sorpresa de Daddy’s Home 2 sin duda alguna es Lithgow. Don (Lithgow) es el alma de la fiesta, el abuelo tierno que todos quieren y alaban, no obstante Lithgow lleva todo al extremo y presenta un personaje que se quiere y al mismo tiempo resulta una molestia en todo aspecto que se mire. Es extraño ponerse a pensar en cómo un actor que en décadas pasadas era un psicópata perfecto en películas como Ricochet (1991),Raising Cain (1992), Cliffhanger (1993) o interpretando al asesino Trinity en Dexter (2006-2013) ahora es el abuelo ideal de todo nieto/nieta, Daddy’s Home 2 es el espectáculo del genio de John Lithgow. En el afán de querer disfrutar una película que resulte ideal para esta temporada, Daddy's Home 2 es una gran elección en las salas de cine. Puede ser tonta y simple pero también resulta efectiva para despejarse la cabeza y reírse junto a seres queridos. Plus: hay una extensa cantidad de cameos, uno mejor que el otro y todos estos están muy bien incluidos en el film.
Las tres estrellas no tienen que ver con la remanida fórmula de la película. Ahora que los personajes de Ferrell y Wahlberg andan más o menos bien entre ellos, deciden tener una Navidad perfecta (film de Navidad) pero vienen los papás de cada uno, el meloso Litgow y el machote Gibson. Es decir, reproducir “con los abuelos” lo que la película “de los padres”. El elenco también incluye a Linda Cardellini, que es excelente. Pues bien, todos los chistes todos que se pueden hacer respecto de este esquema están allí y se nota desgano en la realización. Pero al mismo tiempo, los actores solo quieren divertirse, así que hacen lo que pueden y más por hacer que algunas cosas funcionen. Y sí, lo logran. Si la película no se transforma en algo invisible y realizado a los ponchazos y a las apuradas, es porque estos cinco tipos tienen mucho respeto por ese arte superior llamado comedia. Con otra gente, estaríamos hablando de una de las peores ideas del mundo transformada en película horrible.