La resistencia como única instancia El tercer largometraje del realizador uruguayo Álvaro Brechner, La Noche de 12 Años (2018), narra la historia del aislamiento que sufrieron en su cautiverio tres de los ocho principales dirigentes de la agrupación política de izquierda Tupamaros durante la Dictadura Cívico Militar que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985. Basada en el libro Memorias del Calabozo, de Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro, un testimonio en tres tomos de su atroz confinamiento, publicado por primera vez en 1989 y reeditado con prólogo de Eduardo Galeano en 2003, el film se centra en el período de doce años en que los autores y José “Pepe” Mujica fueron confinados en solitario y declarados como rehenes del régimen junto a varios compañeros más. Siguiendo el estilo poético, cansino y crudo de Rosencof, autor de obras como Las Cartas que no Llegaron (2000) y El Barrio era una Fiesta (2005), Brechner recrea el arresto de los militantes tupamaros durante la presidencia de Juan María Bordaberry en 1972 y el cambio en las condiciones de confinamiento acontecido a partir de la ruptura constitucional con la complicidad del mismo mandatario hasta la declaración de amnistía en 1985, tras la recuperación de la democracia. La intención de la obra de Brechner es representar de forma realista las estrategias de supervivencia de Mujica, Rosencof y Fernández Huidobro para mantener la cordura a través de los recuerdos familiares, contraponiendo la voluntad y la convicción de la lucha por un mundo mejor con el odio de los militares fascistas. De esta manera el film establece una lucha de los militantes por aferrarse a su humanidad mientras la dictadura que los encarcelaba y les negaba sus derechos humanos la perdía y por ende perdía sus valores, cayendo en la ignominia absoluta. La Noche de 12 Años reconstruye con gran realismo la tortura física y psicológica a la que los protagonistas se vieron sometidos por parte del régimen genocida uruguayo pero también la amistad que entablaron en circunstancias extremas con algunos de los militares que los custodiaban. Las buenas actuaciones de todo el elenco recrean la crudeza de una historia de supervivencia y resistencia a la locura repleta de odio de los militares uruguayos y sus cómplices civiles. Ya sea a través del aislamiento, las golpizas indiscriminadas, la privación de comida y diversas vejaciones, el opus presenta el verdadero calvario que los luchadores sociales sufrieron y su voluntad de vivir y recuperarse para convertirse en los baluartes de la política y la cultura que hoy representan en su país. Mientras que el actor español Antonio de la Torre compone a Mujica, el Chino Darín interpreta a Rosencof y Alfonso Tort a Huidobro, tres protagonistas del triunfo del Frente Amplio en Uruguay que rompió el obsoleto bipartidismo liberal conservador con la fuerza de la militancia y la lucha social, evidenciando que la represión no solo nunca logra su cometido sino que une aún más a los luchadores sociales encaminándolos hacia su objetivo.
Tres luces en el infierno La noche de 12 años pretende ser LA película sobre la dictadura uruguaya, que tuvo lugar entre 1973 y 1985, precisamente una década y dos años de represión y de ocupación inconstitucional del poder por parte de los militares. La historia se centra en el aislamiento de tres militantes de la agrupación de izquierda Tupamaros: Eleuterio Fernandez Huidobro (Alfonso Tort), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y José “Pepe” Mujica (Antonio de la Torre). Hay en este confinamiento una decisión política pero también simbólica; el régimen militar no puede liberarlos pero tampoco puede matarlos. Se lo dice un oficial de alto rango a Huidobro: “Uds. son rehenes”. Así se hallan los protagonistas. En este limbo de “ni vivo ni muerto”. Peor aún, el estar muerto en vida supone el corazón de la historia. Emergen entonces la superviviencia mental al maltrato físico y verbal y el intento de quebrar a estos militantes con las armas más cobardes; las de los apropiadores de un Estado que usan sus recursos para intentar acabar, de manera sangrienta, con una manera de pensar y de actuar, por supuesto. Alvaro Brechner utiliza el realismo para ilustrar la crueldad pero sabe cuando levantar el pie de ese acelerador que es lo explícito, algo que no sucedía en las películas argentinas inmediatamente posteriores a la vuelta de la democracia, usualmente propensas al morbo. La noche de 12 años acentúa la diferencia que existía entre las convicciones de hombres y mujeres que luchaban por un mundo mejor -con errores, claro- y la brutalidad de los poderosos que, faltos de inteligencia, estaban convencidos de lograr un triunfo a los ojos de la sociedad silenciando a los que resistían los abusos del proceso inconstitucional. Más allá de la reproducción de un período y de las vidas de tres personajes fundamentales, en especial por la resignificación que experimentaron sus figuras luego de estar presos ilegalmente (recordemos el paso de Mujica por la presidencia del país y la de Huidobro como Ministro de Defensa), hay una idea fresca de jugar con tonos que parecen prohibidos en este tipo de historias, por ejemplo el humorístico. El lugar para la comedia se allana en la pobreza intelectual de los militares desnudada por estos “rehenes”, en especial por Huidobro y Rosencof (ambos escribieron el libro Memorias del Calabozo, base para el guión de esta película), quienes pudieron burlar el aislamiento mediante creativos recursos. La subtrama de Mujica es la que exhibe por un lado el temor de los militares a la capacidad intelectual, diálectica y de convencimiento que poseía aquel, pero también es la más perturbadora porque el maltrato recibido incluyó picanas, terapia de electroshock y severas secuelas en su audición. Aún así su fortaleza de supervivencia prevaleció. En términos formales la película juega de forma inteligente con los espacios (que son muchos porque los presos eran continuamente cambiados para que no pudieran ser localizados) pues están fotografiados con una corta profundidad de campo que provoca una sensación de encierro, incluso en los lugares más abiertos. También hay una atmósfera de terror en ciertos pasajes, sobre todo en los primeros minutos cuando el factor de la incertidumbre se presenta en los tres personajes prinicipales por el comportamiento de los militares, que durante el primer año de confinamiento no les dirigieron la palabra. Las secuencias fallidas aparecen en los flashbacks sentimentales, cargados de esa intención de mostrar una fuga imaginaria que traspasa lo tangible del encierro, pero la idea se disipa por la sensiblería retórica en la utilización del ralentí, de fondos blancos y de una música conmovedora de altas estridencias. El flashback que cuenta la detención de Huidobro, sin embargo, es perfecto en ritmo, tensión y suspenso, casi como una pequeña película dentro de otra. En La noche de 12 años las tensiones emocionales y narrativas no siempre aparecen equilibradas pero el resultado es innatamente cinematográfico; atrae y obtura las imperfecciones como así también las licencias poéticas algo gruesas. La operación reflexiva sobre este recorte particular de la última dictadura uruguaya se presenta como una mancomunión entre el cine industrial, que propone una pertinente reconstrucción de época, y la Historia como disciplina, cuya función aquí es relatar las atrocidades del pasado para que nunca más vuelvan a ocurrir.
“La noche de 12 años” es una película dirigida y escrita por Álvaro Brechner que trata sobre el año 1973. Uruguay está bajo el poder de la dictadura militar. Una noche de otoño, nueve presos Tupamaros son sacados de sus celdas en una operación militar secreta. La orden es precisa: “Como no pudimos matarles, vamos a volverles locos”. Los tres hombres permanecerán aislados durante 12 años. Durante más de una década, los presos estarán aislados en diminutas celdas en donde pasarán la mayoría del tiempo encapuchados, atados, en silencio, privados de sus necesidades básicas, apenas alimentados, y viendo reducidos al mínimo sus sentidos. Entre ellos estaba Pepe Mujica, quien más tarde llegó a convertirse en presidente de Uruguay. La historia que nos presenta el director es simple y que va a lo concreto, contarnos cómo tres prisioneros sufren el aislamiento de 12 años en varias cárceles. Eso es lo más importante del filme, ya que podemos entender de una mejor forma cómo sufrieron verdaderamente estos hombres en la prisión. Se siente verdaderamente la desesperación, la necesidad y todos esos sentimientos encontrados que presentan los personajes. Observamos que eso viene acompañado de unas excelentes actuaciones de los tres protagonistas principales: el Chino Darín, Antonio de la Torre y Alfonso Tort. Los actores se roban la película en todos los aspectos, dándonos una excelente interpretación en los momentos claves, ya sean de tristeza, de felicidad o instantes de humor. Los conocemos lo justo y necesario para lograr entender la situación de cada uno de ellos, un acierto del director en cuanto a la historia y su desarrollo. En cuanto a los aspectos técnicos, también felicitamos a todo el equipo detrás de cámara que consigue una excelente ambientación y contexto histórico, que hacen entender mejor al espectador la época en donde transcurre la trama. El vestuario sobre todo también es un acierto. La banda sonora no se destaca tanto pero es utilizada en ciertos momentos para agregarle emotividad. En resumen, “La noche de 12 años” es una interesante película que trata la dictadura militar desde el punto de vista de tres hombres, con excelentes momentos emotivos y de humor y una trama con un transfondo que se hace notar en sus dos horas de metraje.
Tal vez la experiencia cinematográfica del 2018. Álvaro Brechner repasa el pasado de Uruguay para hablar de la resistencia, pasión y entereza de tres hombres confinados y su fuerza para mantenerse de pie en medio de su encierro. Una noche que se multiplicó por casi 4300 y que sirvió para demostrarles que nadie puede, a pesar de la situación de poder, quitar la esencia humana. Dura, reflexiva, poética. Un verdadero viaje del que nadie saldrá indiferente de la sala.
La resistencia La noche de 12 años (2018) entiende perfecto por donde va el cine contemporáneo: hace un cine sensorial, visceral, que invita al espectador a vivir la experiencia de sus protagonistas. De esta manera su director y guionista Álvaro Brechner (Mr. Kaplan, Mal día para pescar) nos adentra en las vicisitudes de José Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro en un himno a la resistencia. La historia es sencilla, mínima y puede leerse en cualquier crónica periodística: durante la última dictadura militar vivida en Uruguay, nueve detenidos que formaban parte del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros son separados del resto y tres de ellos tomados como rehenes. La película se centra en estos tres individuos, condenados a estar apresados, incomunicados y completamente aislados desde 1973 hasta 1985. El film elige describir su calvario, emociones internas y los diferentes sentimientos experimentados, prescindiendo de una narración convencional. Los tres presos son un joven José Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro, interpretados por Antonio de la Torre (Que Dios nos perdone), Chino Darín (El Ángel) y Alfonso Tort (25 Watts). Las película es dura en cuanto a lo que plantea, terrorífica podemos decir, ya que usa varios de los tópicos del cine de terror como el fuera de campo, la toma subjetiva y el expresionismo en la puesta para describir las sensaciones sufridas por estos hombres. “Van a preferir haber muerto” dice un coronel, y continúa “porque nuestro objetivo es volverlos locos”. Lo que sigue son una serie de humillaciones y sometimientos que buscan hacerles perder su humanidad. No se trata de torturas físicas -aunque sí muchas psicológicas- pero es el aislamiento, la falta de recursos y el maltrato constante aquello que tratará de debilitarlos. Pero estos hombres resisten, por inimaginables 12 años, con su dignidad. Álvaro Brechner también astutamente introduce algunas cuotas de humor, para mostrar la ineptitud del ejército charrúa, pero también para alivianar lo terrible del relato. Un relato construido de pequeñas anécdotas vividas por cada uno de los detenidos pero cuyo fin es trasmitir sus duras emociones internas. De ahí recursos como el surrealismo y el expresionismo -con un impecable manejo del diseño sonoro- nos muestran en la puesta el calvario interno que experimentaron. Estos recursos logran potenciar los elementos mínimos que el relato utiliza y los magnifica. Por ejemplo -y por poner sólo un ejemplo-, los personajes son despojados de todo, hasta de un inodoro para hacer sus necesidades. Cuando aparece uno, ese inodoro deja de ser un elemento más de la puesta en escena para convertirse en una suerte de milagro para el personaje y para el espectador que sufrió con él su carencia. Y estamos hablando sólo de un inodoro. Con estos condimentos La noche de 12 años va más allá de la crónica que cuenta y se inscribe en la actualidad. No sólo por su forma audiovisual con foco en la experiencia sensorial, también por el contexto político histórico de Latinoamérica. Porque hace unos años el film se hubiera entendido como un homenaje al ex presidente de Uruguay José “Pepe” Mujica, en cambio hoy, en un momento de avasallamiento de derechos y ajustes económicos en la región, se transforma en un canto a la resistencia.
Con guión y dirección del uruguayo Alvaro Brechner, llega a nuestras salas la historia basada en hechos reales de tres de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, (la Agrupación política de Izquierda), durante la Dictadura Militar que tuvo lugar en el país vecino, y su encarcelamiento entre 1973 y 1985. Ellos eran Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro (de hecho, la película está basada en su libro “Memorias del Calabozo”) y José Alberto “Pepe” Mujica, quien luego sería Presidente de Uruguay, y recordemos que Fernández Huidobro llegó a ser Ministro de Defensa. La historia tiene algo de suspenso y es a la vez un drama, al dar cuenta de cómo los persiguen y finalmente logran atraparlos. Pero eso no es lo peor, sino la forma en la que los mantienen cautivos: Durante el primer año no les dirigen la palabra, (ellos tampoco podían hablar con nadie) y durante los 12 que dura la resistencia son trasladados, siempre encapuchados, a distintas cárceles, con lo cual ellos nunca sabían adónde estaban. La frase de los militares era “No podemos matarlos, pero vamos a volverlos locos”, y en un punto, estuvieron a punto de lograrlo si éstos hombres no hubiesen tenido la fuerza física y mental para sobrevivir. Los mantenían casi sin comida ni higiene, y los golpes y torturas eran moneda corriente. No obstante ésto, los rehenes se las ingeniaban para comunicarse, tratando de mantener su espíritu inquebrantable a pesar de las condiciones de vida paupérrimas que llevaban. Destaco la excelente actuación de Antonio de la Torre como Mujica, Chino Darín como Rosencof y Alfonso Tort como Fernández Huidobro, y una participación breve de Soledad Villamil, siempre eficaz, como así también una muy buena recreación de época. Una joyita. ---> https://www.youtube.com/watch?v=2FKIgvf2VYU ---> TITULO ORIGINAL: La noche de 12 años ACTORES: Chino Darín, Soledad Villamil, Antonio de la Torre. Alfonso Tort, César Troncoso, Mirella Pascual. GENERO: Histórica , Drama . DIRECCION: Alvaro Brechner. ORIGEN: Uruguay. DURACION: 122 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años FECHA DE ESTRENO: 27 de Septiembre de 2018 FORMATOS: 2D.
La supervivencia en primer plano queda registrada en La noche de 12 años, un filme que coloca la esperanza y la luz en el encierro que sufrieron José Mujica -el español Antonio de la Torre-, quien luego sería Presidente de Uruguay; Eleuterio Fernández Huidobro -Alfonso Tort-, ministro de Defensa, y el periodista y escritor Mauricio Rosencof -Chino Darín-, durante la dictadura militar en Uruguay. El director por Álvaro Brecher -Kaplan, Mal día para pescar- muestra sin tapujos el aislamiento y los experimentos secretos a los que ellos fueron sometidos por el régimen dictatorial uruguayo en esta travesía hacia el infierno. La incomunicación -tenían prohibido hablar entre ellos- y la denigración humana alcanzan límites insospechados en esta propuesta que convierte doce años de un encierro inexplicable en una verdadera pesadilla. Sin embargo, la esperanza se mantiene viva a través del lenguaje en códigos que los presos desarrollan tras las rejas o el impulso creativo de Rosencof en la redacción de cartas de amor para que un militar -de quien se gana su confianza- enamore a una joven, el espíritu lunático de Huidobro y la convicción política de Mujica. La película transita por momentos duros y nunca deja de lado la tensión en cada una de las escenas que plasma con eficacia hasta el momento en el que los tres personajes abandonan la cárcel y se reencuentran con sus familiares. Entre la denuncia, la pintura de una época negra, los flashbacks y la emoción colocada al servicio de una historia que golpea fuerte, la película logra su cometido y pinta su universo con trazos rojo sangre.
Una historia fascinante y macabra al mismo tiempo, de inhumanidad y de profunda entereza. Hechos históricos con sobrevivientes ilustres y una profunda indagación sobre como sobrevivir al aislamiento casi total, un castigo impuesto por los militares uruguayos a José “Pepe” Mujica (futuro presidente de Uruguay), Mauricio Rosencof (escritor y periodista) y Eleuterio Fernández Huidobro (futuro senador) Los tres militantes del movimiento Tupamaros, recibieron como castigo estar presos durante el tiempo que dice el título, con el objetivo formulado de volverlos locos, en calabozos pequeños, sin posibilidad de ver la luz, en condiciones infrahumanas, condenados al silencio y el aislamiento casi absoluto. El director Alvaro Brechner que también escribió el guión basado en “Memorias del calabozo” (de Huidobro y Rosencof) buscó y logró transmitir esas sensaciones de estos tres rehenes del sistema, constantemente trasladados, del encierro extremo con sus consecuencias psicológicas, los bordes de la locura, los estragos físicos, la desesperanza, mostrar nada menos que la angustia palpable, densa, invasiva. El mayor logro del film. Los actores demostraron un compromiso total, desde lo físico a lo psicológico: Chino Darin, Alfonso Tort y Antonio de la Torre se lucen. Un film realizado con el aporte de Uruguay, Argentina, Francia y España, con un elenco de tan variado origen que sin embargo sortea todos los peligros de diferencia de acentos, extrañamiento, artificiosidad. Nada de eso ocurre en la película de Brechner que se interna en la oscuridad de la situación sin melodramas, con los estallidos reales del humor, los recursos para sobrevivir, la alegría de un sistema de comunicación que encontraron esos tres seres para sentirse otra vez humanos. Algunos momentos no logrados o prescindibles, no afectan para nada a esta producción que hay que ver, que representa a Uruguay en los premios Oscar y Goya.
Drama, realismo, pizcas de humor y un relato de un pueblo entero, componen una de las mejores películas del año. Álvaro Brechner fue el encargado de escribir y dirigir este docudrama, sobre estos 12 años en los que tres hombres fueron privados de sus derechos más básicos, solo por pensar diferente. Los actores que pondrán el cuerpo y el alma para interpretar a estos héroes de la historia uruguaya son Antonio de la Torre como Jose Mujica, El Chino Darín como Mauricio Rosencof y Alfonso Tort interpretando a Eleuterio Fernández. El relato, está basado en la novela “Memorias de un calabozo” escrito por los propios Rosencof y Fernández y cuenta con lujo de detalles todo lo que ellos tuvieron que vivir y experimentar, sin perder la cordura y llevando a lugares impensados, lo que una persona puede soportar. Esta película lleva a otro nivel los relatos acerca de la peor época de la historia de Latinoamérica. En Uruguay como Argentina, las distintas narraciones de estos sucesos suelen pegar duro, porque es algo que marco un antes y un después en la sociedad, y este no será un caso distinto. Lo que consigue Brechner es algo alucinante, las sensaciones de los presos pueden sentirse en carne propia, la fuerza de voluntad es otro de los ítems que trasciende la pantalla como así también la claustrofobia. El guión es alucinante, cada toma, cada escena tiene un toque artístico que llena de belleza hasta los peores momentos de la narración. El dramatismo que se maneja es tal, que quien no se sienta un poco tocado carece totalmente de alma, corazón y empatía por el prójimo. El director también maneja muy bien un recurso muy valioso como la ironía y el humor, y en este tipo de películas es muy difícil combinarlo y que no quede desprolijo, acá es manejado de tan buena manera que es sorprendente. Menos mal que este toque está, porque realmente es muy fuerte lo que se vive y cortar con tanta crudeza es necesario. Las actuaciones están en otro nivel. Empezando por un coterráneo como el Chino Darín, el actor tuvo que someterse a bajar una cantidad de kilos que impresiona, al mismo nivel quizás de Christian Bale en El Maquinista (2004). El Chino, que viene impresionando cada vez más en sus papeles, vuelve a destacarse en esta oportunidad. La profundidad del guion hace que cada actor rinda al máximo y Darín no queda en el debe. También es el que más momentos de “humor” tiene y es el encargado de apaciguar un poco el relato con su capacidad de convertir nerviosismo en risas con una sola mirada. Al uruguayo Alfonso Tort, le toca ser el que tiene la historia de fondo más conmovedora, sentimental y fuerte. Su interpretación es extraordinaria y, en la repartija de sentimientos es con el que más empatía se puede llegar a tener, por la historia que éste tiene detrás. En todos los casos, los trabajos físicos tienen un condimento en particular, en el de Tort, el sufrimiento tiene repercusión en lo corporal, dando una sensación de fragilidad que, con la mínima corriente de viento, le puede llegar a romper los huesos. El caso más emblemático, es el de quien tiene que interpretar a José Mujica. Un hombre que luego consiguió ser Presidente de Uruguay y que nunca se olvidó de todo lo que vivió esos doce años. Algunas de sus célebres frases tienen origen en esa década de sufrimiento y el español Antonio de la Torre es el encargado de transmitirlo en una actuación que quedará para la historia. Entre la semejanza física alucinante y la gran interpretación, por momentos parece que el propio Mujica es el que esta frente a las cámaras. La historia de superación del “Pepe” es y debe ser un ejemplo para todos. La fotografía merece un párrafo aparte porque el director logra captar escenarios de los más lúgubres posibles y los refleja con una belleza técnica que pocas veces se ha visto. Es de otro nivel todo lo que se logró. Las escenografías, locaciones y vestuarios son otro de los puntos altos de una producción que se anima a dar que hablar y seguramente tenga una repercusión mundial pocas veces vista. Esta historia que fue co-producida entre Argentina, España, Francia y Uruguay, ya fue seleccionada como la candidata de nuestro país vecino para competir en los Oscars y la verdad que tiene grandes chances de poder quedarse con la estatuilla dorada. Drama, realismo, pizcas de humor y un relato de un pueblo entero, componen una de las mejores películas del año.
La historia del larguísimo e infrahumano confinamiento de José “Pepe” Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro es bastante conocida. Dirigentes del movimiento guerrillero Movimiento de Liberación Nacional, los tres fueron detenidos en septiembre de 1973 y confinados como “rehenes” durante 12 años en distintas prisiones. Lo de prisiones es en verdad un eufemismo, ya que en muchos casos ni siquiera estaban en celdas sino en pozos o pocilgas de dos por dos. Brutalmente torturados en lo físico e igualmente humillados en lo psicológico, resistieron al hambre, a la degradación, a la incomunicación y a la locura para salir en libertad en 1985, convertirse luego en referentes dentro del Frente Amplio y llegar incluso a ser senadores o presidente de la Nación. La noche de 12 años es de esas películas tocadas por la varita mágica (léase el talento de sus realizadores) en las que todo lo que debía salir mal salió bien (o muy bien). Producto de la coproducción con Argentina y España solo uno de los tres protagonistas es uruguayo (Alfonso Tort, que encarna a Fernández Huidobro), mientras que los restantes son el porteño Chino Darín (impecable como Rosencof) y el hispano Antonio de la Torre (Mujica). Y, contra todos los prejuicios, los acentos no distraen, las actuaciones son muy creíbles, parejas, acordes con las exigencias y los distintos tonos que exigen sus personajes y la historia en general. El corazón emocional y narrativo del film son esas Memorias del calabozo que coescribieron Fernández Huidobro y Rosencof; es decir, la reconstrucción de los 12 años tras las rejas en los que prácticamente no vieron el cielo, no hablaron con nadie (se comunicaban entre ellos con un código que crearon a través de golpecitos en los muros) ni se enteraron de lo que pasaba en el mundo real. A partir de un extraordinario entramado visual y sonoro con múltiples capas, matices, texturas, Brechner (el mismo de Mal día para pescar y Mr. Kaplan) trabajó con rigor el punto de vista de los protagonistas para a través de ellos sumergirnos en sus percepciones: desde la constante y progresiva degradación hasta los pequeños momentos de iluminación, de revelación. El resultado son escenas en muchos casos sobrecogedoras y al mismo tiempo cautivantes en su tono alucinatorio, paranoico o elegíaco. Las zonas menos interesantes (más convencionales) de este "Atrapado sin salida" sudamericano tienen que ver con los flashbacks (los operativos militares en los que caen en 1973) o su contacto con el mundo real (las visitas de sus familiares). En cambio, son logradas y bienvenidas las irrupciones de humor negro o las escasas interacciones con los guardias (el sargento enamoradizo que interpreta César Bordón, el absurdo burocrático cuando uno de los presos tiene que defecar). Puede que en ciertos flashbacks se apele por demás a una estilización, una edición y una musicalización de raigambre publicitaria, que algunos personajes secundarios (como el de Soledad Villamil, por ejemplo) no agreguen demasiado y que, por lo tanto, la trama se disperse y alargue demasiado en sus más de dos horas, pero en el resto del film hay tanto talento, riesgo, potencia dramática y sensibilidad que sería injusto desmerecer el resultado final por esos mínimos traspiés. Es imposible no identificarse ni conmoverse con las historias de vida y de lucha (épicas e íntimas a la vez) de estos tres hombres que marcaron como pocos la historia uruguaya del último medio de siglo.
La película que representará a Uruguay ante la Academia de Hollywood para la competencia en el rubro mejor filme hablado en idioma extranjero es dura. Tan dura como vigorosa. La historia que relata es por muchos conocida: el confinamiento que sufrieron tres líderes guerrilleros uruguayos, los tupamaros José “Pepe” Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Entre 1973, cuando fueron apresados, hasta 1985, con el advenimiento de la democracia en el país vecino, no sólo estuvieron privados de su libertad. El eufemismo de “detenidos” incluye haber sido torturados, confinados no siempre en celdas, sino también en pozos, en lugares de 2 x 2. La denigración incluía de todo. Ellos, que no podían comunicarse entre sí, ni podían hablar a los soldados, se las ingeniaron para hacerlo a partir de golpes en las paredes de donde estaban encerrados. La resistencia fue lo que los mantuvo vivos. Y La noche de 12 años recupera, si se quiere, ese espíritu. El director de Mal día para pescar, el uruguayo Alvaro Brechner, trabajó sobre Memorias de calabozo, el libro que coescribieron Rosencof y Fernández Huidobro. Y se las arregló para que el paso de los años no aminore, no resquebraje el impacto, sea por reiteraciones o cambios temporales. Y sí, era fundamental contar con buenas actuaciones en los roles protagónicos. Y pese a que se los confió a actores de distintas nacionalidades (al ser una coproducción entre España, Uruguay y Argentina), el español Antonio de la torre (Mujica), el Chino Darín (Rosencof) y el uruguayo Alfonso Tort (Fernández Huidobro) no desentonan jamás. Párrafo aparte para Darín, en un papel muy alejado a todos los que le han confiado en el cine, con lo que demuestra tener una amplitud de recursos hasta el momento no observados. Lo dicho, es un filme doloroso, por momentos cruel, pero muy bien realizado.
Memorias del calabozo En La noche de 12 años nos encontramos con tres hombres durante la dictadura militar uruguaya. Tirados en reducidos calabozos, el experimento al que se encuentran sometidos implica que no puedan hablar, y apenas ver, dormir o comer, con la clara intención de no matarlos, sino de condenarlos a la locura. El título del film hace referencia a los 12 años de aislamiento que vivieron tres de las personalidades más reconocidas del Uruguay contemporáneo: Eleuterio Fernandez Huidobro (Alfonso Tort), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y su último presidente, José “Pepe” Mujica (Antonio de la Torre). Los títulos iniciales nos ubican en espacio y tiempo, contando apenas cómo llegaron esos presos hasta el primer calabozo. Y es allí cuando su director, Álvaro Brechner, comienza a utilizar el duro realismo para enseñarnos la crueldad que vivieron los protagonistas de la historia. Luego es un juego constante de diminutos y alternados espacios a donde llevaban a los rehenes para que no los encontraran, música onírica, flashbacks cargados de sentimentalismo, la tensión y el suspenso, sin dejar de lado la comedia (sobre todo en pasajes donde se nota la falta de capacidad de los militares y el recurso de comunicación que inventan Rosencof y Fernández Huidoro, justamente quienes escribieron el libro “Memorias de calabozo”, en el cual se basa La noche de 12 años). Por momentos parece una película dentro de otra. Las buenas actuaciones en los roles protagónicos era algo fundamental en esta historia: tenían no solamente que transformar sus cuerpos para darnos la sensación de lo desmejorado que estaban por el paso del tiempo y la tortura, sino que también acompañar con gestos, posturas y tonos de voz. Y el resultado es excelente. Al tratarse de una coproducción entre España, Uruguay y Argentina, se intuye que hayan tenido que contar con protagónicos de las tres nacionalidades, pero ni el español Antonio de la Torre, ni el uruguayo Alfonso Tort ni Chino Darín, discrepan en sus roles, quien particularmente se encuentra últimamente inmerso en papeles muy bien desarrollados y a esta altura cuenta con una corta carrera sin caídas. La musicalización es perfecta, desde la canción del comienzo del film hasta el final; y en muchas oportunidades el sonido es más importante que la imagen. Podemos sentir a partir de él los trastornos en las mentes de los reclusos ante tal sometimiento e incluso los silencios, en gran parte en los comienzos, cuando no tenían permitido hablar entre ellos o con los militares. El resultado de La noche de 12 años es puramente cinematográfico. Es atracción, reflexión, dolor, historia y show, pero no se olvida de respetar los terribles sucesos que vivieron estos tres hombres uruguayos durante una de las dictaduras más atroces sufridas es Latinoamérica. Para no olvidar y decir nunca más.
Resistir “La Noche de 12 Años” es una película dramática dirigida y escrita por Álvaro Brechner (Mal Día Para Pescar, Mr. Kaplan). Coproducida entre Uruguay, Argentina, España y Francia, la cinta es una adaptación del libro “Memorias de Calabozo”, escrito por Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. El reparto incluye a Alfonso Tort (Las Olas), Chino Darín, Antonio de la Torre, César Bordón (Luis Miguel La Serie), Soledad Villamil, César Troncoso, Silvia Pérez Cruz, entre otros. Tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Venecia y además competirá en la sección Horizontes Latinos de la próxima edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Desde 1973 hasta 1985, en Uruguay, los Tupamaros José “Pepe” Mujica (Antonio de la Torre), Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort) y Mauricio Rosencof (Chino Darín) vivieron en confinamiento solitario debido a la dictadura cívico-militar. Sin ser tratados como humanos, la cinta nos mostrará cuanto sufrieron y cómo lograron resistir para luego convertirse en Presidente de la Nación, Ministro de Defensa y escritor respectivamente. La película, basada en hechos reales, podría haberse convertido en una sucesión de golpe bajo tras golpe bajo. Por suerte este no es el caso ya que el director supo crear una estructura narrativa que mantiene la atención durante las dos horas de metraje. Y esto no quiere decir que al verla no vayamos a sufrir: el nivel de crudeza e injusticia hacia estos hombres es tal que al salir de la sala será imposible no estar exhaustos y costará volver a la realidad. Pocas cintas consiguen que estemos tan implicados con el relato, por lo que no se puede dejar pasar el gran trabajo de Brechner. Estar 12 años encerrado sin saber en qué lugar y sin ni siquiera poder hablar con los demás rehenes resulta inimaginable. Los silencios abundan y gracias a las excelentes actuaciones el espectador también llega a sentirse uno más dentro de la celda. Hay una gran labor que tiene que ver con los sonidos, cómo el oído humano se agudiza al estar en esa situación hasta tal punto de escuchar el caminar de una hormiga en la piel. El filme conmueve en varias ocasiones y más teniendo en cuenta su desenlace. Pero no todo es un calvario: la película tiene distintos momentos graciosos que funcionan y sirven muchísimo para descontracturar, por ejemplo la ayuda que le pide un comandante a Rosencof para que le escriba cartas haciéndose pasar por él y enamore a la chica que le gusta. Además conoceremos el pasado de los militantes al ser atrapados, todo con una gran recreación de la época. La psicosis que sufre Mujica al estar tantos años sin hacer nada y solo escuchando a sus propios pensamientos está muy bien retratada, lo que lo convierte en una persona súper admirable ya que es increíble cómo salió adelante. Aunque Soledad Villamil tenga una única escena, ésta tiene una gran carga emocional y engloba la acción que define al film: resistir. Con “La Noche de 12 Años”, Brechner nos muestra la etapa más oscura de Uruguay y demuestra que se pueden adaptar este tipo de historias al cine sin caer en los clichés, más bien conservando el ritmo en todo momento. La película además sirve para no olvidar cómo fue la dictadura, para reflexionar y reafirmar el “nunca más”.
Elegida para representar a Uruguay en los premios Oscar y Goya, "La noche de 12 años", de Alvaro Brechner, visibiliza la capacidad del individuo por sobrevivir en condiciones límites. Mauricio Rosencof, José "Pepe" Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro eran líderes montoneros y de su situación de cautiverio durante la dictadura militar en Uruguay habla este duro testimonio que recuerda por su estructura formal y contenido a aquellas películas que realizadores del Este filmaban sobre el infierno del Gulag. Sin alusiones a las causas que los llevan a prisión, salvo en una escena de enfrentamiento de uno de ellos con un militar, el filme se centra en el proceso interior por el que pasan estos hombres durante doce años. La película se inicia en 1973, bajo la dictadura militar en Uruguay, cuando son apresados por una operación militar secreta que establece la necesidad de enloquecerlos en prisión ante la imposibilidad de matarlos. Cuesta entender cómo un organismo y un espíritu pueden sobrevivir a tal cadena de afrentas físicas y morales, con un constante cambio de prisiones (verdaderas cuevas) en condiciones que incluyen la pésima y escasa alimentación, el tabicamiento prolongado, la obligación del silencio y las constantes vejaciones. RELATO IMPRESIONISTA El director da un tratamiento impresionista a este proceso y es ahí donde logra su mayor acierto, con la incorporación de todo el arsenal que un hombre puede desplegar para protegerse de los peores ataques. Así, lo onírico, las fantasías mentales, la sobrestimulación de la capacidad auditiva para lograr un mayor contacto con el exterior ante la imposición de silencio forzado, sumado a la exacerbación de tacto y la imaginación, pueden constituirse en reservorio de vida. Tres actores con mayúscula logran meterse en semejantes personajes y lo hacen con intensidad, especialmente Antonio de la Torre y Alfonso Tort, acercándoseles bastante el muy joven "Chino" Darín. No menor es el papel de las mujeres, a pesar de su paso como ráfagas en el relato. Fuerte la escena de Soledad Villamil en su papel de psiquiatra y notable la talentosa Mireya Pascual ("Whisky") como Lucy Cordano, la madre de José "Pepe" Mujica. El momento de enfrentamiento con su hijo durante el encierro y el final cuando la cámara la sigue hasta el abrazo, al ser liberado, son de los más auténticos de la película. "La noche de 12 años" se inicia con la marcha "Por cuatro días locos" de Sciamarella al ritmo de murga, esa que habla de la necesidad de diversión y también de no perder las esperanzas. Los hombres de esta historia parecieron haberla oído: Mujica fue presidente de su país; Huidobro, ministro de Defensa, y Rosencof, no sólo pasó por el Ministerio de Cultura sino que fue el autor de "Memorias del calabozo", novela en que se inspira este filme.
Una historia que debía ser contada ¿Cómo se resiste durante doce años la prisión irregular, el encierro en condiciones extremas, el aislamiento, la anulación de todo contacto con el exterior, la pérdida de referencias espaciales y temporales, el no saber cuál será el término del enclaustramiento (si es que lo tiene), el peligroso roce con la locura, el yo entregado a una nada que se prolonga para siempre? ¿Cómo se filma eso –años y años de soledad prisionera, el puro dolor de la deprivación, una persona con aspecto de hombre de Neanderthal dentro de un pozo oscuro y semiinundado, la capucha sobre la cabeza, el cerebro taladrado por ruidos que no se oyen– durante dos horas, y se logra que el espectador reflexione, se ponga en el lugar de esos personajes, se enfurezca, se conmueva? Esos son los desafíos que intenta responder el cineasta uruguayo Alvaro Brechner. La primera pregunta se contesta con los nombres de Eleuterio Fernández Huidobro, Mauricio Rosencof y José Mujica (sí, el mismo Pepe que fue presidente del Uruguay entre los años 2010 y 2015), los líderes tupamaros a los que la dictadura militar uruguaya tomó por rehenes en 1973 y mantuvo cautivos hasta 1985. La respuesta a la segunda pregunta son los 122 minutos de La noche de 12 años, opus tres de Brechner, seleccionada por Uruguay como representante en los Oscar y en los Goya. Tras su exitosa presentación en los festivales de Venecia y San Sebastián, La noche de 12 años se estrena hoy en Buenos Aires. Un thriller político tradicional empezaría con un cartel negro en el que se leería: “Uruguay, 1973. La dictadura cívico-militar encabezada por el presidente Juan María Bordaberry clausura el Parlamento, etcétera, etcétera”. Este, que no es un film político tradicional y ni siquiera un thriller, empieza como una de acción: con una escena fuerte narrada in media res, con una virtuosa puesta en escena. La cámara, ubicada dentro del puesto de vigilancia de una cárcel, hace un par de lentos giros de 360º, que permiten ver, en profundidad de campo, de qué manera un grupo de soldados se lleva a unos prisioneros a palazos y a la rastra. El movimiento circular genera a su vez un fuera de campo (aquello que deja atrás, aquello otro que va a venir a medida que vaya recorriendo el círculo) y una mecánica de suspenso, en tanto el espectador quiere saber qué pasa con los personajes que van quedando fuera de campo. Para respetar el punto de vista de los protagonistas, a quienes sus carceleros privan de referencias tal vez como modo de impulsarlos a la locura, el relato no recurre a ninguna indicación extradiegética que no sea la que marca el paso del tiempo, y que hace que el espectador vaya sintiendo ese paso físicamente. Al “Ñato” Fernández Huidobro (Alfonso Tort, que vuelve a estar tan notable como en la igualmente notable Las olas), Mauricio Rosencof (Chino Darín, que luce unos diez años menos que el personaje real) y Pepe Mujica (el andaluz Antonio de la Torre, mimetizándose asombrosamente con el acento rioplantense) se les informa que de ahora en más serán rehenes del gobierno (representado por el infaltable César Troncoso, que con bigotes tiene una pinta de milico que se cae) y que no podrán hablar entre ellos. Se los confina a celdas de aislamiento que carecen de camastro, inodoro, camilla o cualquier otra cosa. Aunque no se les informe, se los trasladará de forma incesante, para que tengan menos posibilidad de saber dónde están. Durante su primera mitad, el de La noche de 12 años es el relato del encierro, la humillación, la privación total. Cómo convivir con la propia suciedad, como dormir sobre piso inundado y entre ratas, como soportar la reunión de toda una convención militar para poder cagar en una bacinilla (una escena digna de los hermanos Marx), cómo empezar a escuchar unos ruidos cada vez más insoportables y sin origen visible, en el caso de Pepe Mujica, que empieza a derivar insensiblemente a la locura. En esa primera mitad, Brechner no “airea” el relato con episodios-salvavidas, no introduce temas musicales, no rompe el pacto de no facilitar al espectador información externa al relato. Se arriesga al silencio, la oscuridad y la falta de peripecias. Los episodios “externos” que aparecen sobre todo en la segunda parte, no son externos en realidad. Ya sean fantasías, recuerdos, visitas de familiares o una de Mujica a la psiquiatra interpretada por Soledad Villamil, no se trata de incrustaciones en el relato sino de acontecimientos que les suceden a los protagonistas. Más cuestionables son, en tal caso, cierta versión –muy bonita, por cierto– de “Los sonidos del silencio”, que convierte una escena en lo que podría llamarse videoclip carcelario, así como un par de frases grandilocuentes. La derivación final al emocionalismo y el triunfalismo in extremis es, a su turno, inevitable en una historia como ésta. Nada de ello mella los méritos de una historia que debía ser contada y que difícilmente pudo haber sido contada mejor.
Fuerte alegato contra la tortura durante la última dictadura uruguaya, "La noche de 12 años", de Álvaro Brechner, explora el dolor mucho más allá de lo físico. Los duros años ’60 y ’70 son un tema inagotable en la filmografía latinoamericana. Las consecuentes dictaduras militares que se llevaron a cabo, no solo en nuestro país, sino en casi toda la región de modo programático y “colaborativo” marcaron un antes y un después en la historia, y por lo tanto, una referencia ineludible para todo cine que se digne de ser social y referencial hacia su pueblo. La temática se abordó desde diferentes ángulos, y quizás el de "La noche de los 12 años" no sea el más original, pero sí el más directo. Exponer sin vueltas las crudas vivencias de un grupo de apresados clandestinamente. En el país vecino Uruguay, la dictadura inició en 1973, y se extendió hasta 1985. El mismo período que los tres protagonistas de esta historia pasaron en cautiverio. El 27 de junio de 1973, las Fuerzas Armadas toman el poder, ya cedido previamente por el presidente Bordaberry, disuelven el parlamento, asumiendo ilegalmente al gobierno. Una de las primeras medidas, fue la detención de nueve dirigentes tupamaros: Raúl Sendic, Eleuterio Fernández Huidobro, Mauricio Rosencof, José “Pepe” Mujica, Adolfo Wasen, Julio Marenales, Henry Engler, Jorge Manera, y Jorge Zabals; quienes fueron especialmente torturados durante esos doce años de terror gubernamental, a modo ¿aleccionador? Para con la agrupación que pretendían disolver. "La noche de 12 años", sigue el destino de tres de estos nueves detenidos clandestinamente, precisamente, los tres que fueron separados y tomados como rehenes de modo más cruento. Mauricio Rosencof (Ricardo “Chino” Darín), Eleuterio Huidobro (Alfonso Tort), y José “Pepe” Mujica (Antonio de la Torre); este último, ya se sabe, décadas después elegido como Senador y posteriormente Presidente de la Nación, con toda una figura mítica alrededor. La historia se sigue casi a modo coral, dividiéndose entre estos tres hombres que deberán atravesar las peores “pruebas de resistencia”. Es imposible verla y no recordar films locales como "La noche de los lápices", o "Crónica de una fuga". Sin embargo, el acierto de Brechner es que expande el sufrimiento más allá del padecimiento físico, que obviamente lo hubo y se muestra. Eludiendo el morbo directo, y hasta en buena parte el golpe bajo (en estas historias es imposible que no haya momentos de extrema sensibilidad); "La noche de 12 años", se adentrará en la psicología de los tres, en los vínculos entre ellos y con los demás, y en el dolor psicológico y sentimental de estos hombres incomunicados, apartados, y llevados a condiciones de subsistencia infrahumanas. De los tres, el filme pareciera centrarse más en la figura de Eleuterio Huidobro; será él quien lleve buena parte del relato y funcione como conexión más de una vez. Pepe Mujica cobrará peso por la identificación inmediata del público con el personaje real, conocido mundialmente. Por lo tanto, Mauricio Rosencof, será quien menos tiempo ocupe de metraje; de todos modos, otorgándole peso. Por momentos, "La noche de12 años" se ve como un thriller psicológico, mantiene una tensión electrizante; y el drama nunca es abandonado. Pero repetimos, nunca cae en un morbo innecesario, y cuando deba llegar a la emoción, lo hará de un modo natural y humano. Brechner, que cautivó hace casi diez años con su ópera prima Mal día para pescar, recurre a elementos típicos del cine de género. Similar a lo que había hecho Adrián Caetano con "Crónica de una fuga", pero superior. Allí donde el director de "El otro hermano", recaía más de una vez en los primerísimos planos del dolor físico, casi a modo de porno tortura; Brechner elige conducir el thriller a través de tomas subjetivas, diálogos fuertes, y el punto de vista del torturado en todas sus variantes. El trabajo en la fotografía de Carlos Catalán es exquisito, eligiendo diferentes tipos de planos, abiertos o cerrados, para captar los diferentes momentos y sensaciones que irán atravesando los protagonistas; no replegándose en un estilo único. "La noche de 12 años" invita al espectador a transitar por el sufrimiento de estos detenidos, y también expone un fuerte alegato político, sin disimulo ni medias tintas. Las cuestiones históricas serán explicadas de un modo claro y preciso, para quienes tengan un bagaje previo, y para el que no. Interpretativamente, si bien los tres están más que correctos, Tort y De la Torre ganan la partida por el peso de sus personajes. Tort conmueve con el personaje más sufrido de los tres, el más desesperante; y De la Torre por la mimetización traslucida de poder ver al Mujica real en él. Es inevitable, "La noche de 12 años" colaborará aún más en fortalecer el mito alrededor del Pepe. Los secundarios tampoco son descuidados, César Troncoso y César Bordón se hacen odiar como los militares, y en especial Mirella Pascual nos hará llorar con esa madre sumida en el dolor de ver a su hijo consumiéndose. El aporte de la talentosísima actriz es fundamental para llegar al sentimiento que busca el film. La noche de 12 años recurre a un formato tradicional del cine sobre la dictadura, expone el horror de modo directo, prevaleciendo lo psicológico. La armonía de la fotografía y las actuaciones en el mismo sentido, logran un film que difícilmente nos deje indiferentes.
Sobre la notable gesta de resistencia y recuperación mental y social de los tupamaros presos en condiciones infrahumanas durante más de 10 años, José Pedro Charlo (detenido 9 años en "tratamiento común") hizo dos valiosos documentales: "El almanaque", o cómo J. C. Tiscornia pudo mantener la percepción correcta del tiempo aun en pleno aislamiento, y "El círculo", referido al Dr. Henry Engler, luego candidato al Nobel por sus estudios sobre el Alzheimer. En este último, codirigido con Aldo Garay, otros rehenes explican los métodos de autocontrol que cada uno eligió para sobrevivir, entre ellos José Mujica, que además dice, sobre la guerrilla de los '70: "Hay que quitarle la poesía, la heroicidad a todo eso". Alvaro Brechner ("Mal día para pescar", "Mr. Kaplan"), que pertenece a otra generación, presenta ahora "La noche de 12 años", coproducción uruguayo-argento-española centrada en la experiencia carcelaria del propio Mujica y los escritores Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. En la película los encarnan, respectivamente, Antonio de la Torre, malagueño de origen, Chino Darín y Alfonso Tort. Más que una obra de intención política, es la historia de tres hombres que, dentro de lo posible, lograron mantener la dignidad y la cordura. Hay escenas bastante fuertes, otras divertidas, para aliviar tensiones, también imágenes algo oníricas, cuando la locura y la soledad carcomen las cabezas, y unos flashbacks que ilustran muy bien el momento de la detención. No todo es parejo, ni del todo logrado, y se echa de menos esa etapa de reflexión que hizo madurar el pensamiento de Mujica, pero en conjunto es una obra digna de todo aprecio, por el trabajo de sus integrantes, el tratamiento del tema, y el ejemplo de aquellos hombres. Participan César Troncoso, César Bordón ("el cana malo, el cana bueno", y ambos muy buenos), Mirella Pascual, Soledad Villamil en breve aparición. Federico Jusid, músico, Daniela Calcagno y Laura Musso, dirección de arte, y mucha otra gente valiosa de ambas orillas.
Era todo un desafío para Álvaro Brechner contar la historia del cautiverio de tres de los líderes tupamaros uruguayos encarcelados en 1973 desde una mirada inteligente, desprovista de espectacularidades, entretejida con humor y dolorosa empatía. La noche de 12 años recorre esa interminable detención en pozos oscuros y agujeros húmedos como una experiencia extrema, inhumana, que devela las raíces de la brutalidad en las manos de un Estado militar. Las claves de su puesta en escena son el uso del silencio y la oscuridad como formas de tensar las fronteras entre la cordura y el delirio, entre la rendición y la resistencia. Rosencof, Fernández Huidobro y Pepe Mujica (notablemente interpretados por Chino Darín, Alejandro Tort y Antonio de la Torre) son sobrevivientes antes que héroes, piezas que Brechner sitúa como espejo de los sentidos del espectador, en un arriesgado ejercicio de radical introspección. Pese a ciertas convencionalidades en la recreación de detenciones y a cierta sobreescritura en los interrogatorios militares, la película consigue que tiempo y espacio se dilaten en la experiencia de cada personaje, que los vínculos con sus carceleros se tiñan de impensadas sintonías (cuando Rosencof escribe cartas de amor en nombre de un guardia), las conexiones con sus compañeros de celebrados hallazgos (la vital comunicación intramuros) y las visitas del afuera de efímeras y emotivas liberaciones.
La noche de los 12 años es una película muy fuerte, de esas que desestabilizan al espectador. Me puso muy incomodo y me generó asfixia por momentos. Y que un film cause eso es mucho. Estaba poco familiarizado con los 12 años de prisión que padeció Pepe Mujica junto a sus compañeros, y aquí el relato sirve a su vez como una lección de historia en lenguaje cinematográfico. El realizador Alvaro Brechner hace un excelente trabajo para generar climas desolados y desesperación. También logra causar mucha bronca. Asimismo, encabeza un gran equipo de producción que hizo una espectacular recreación de época. Ahora bien, lo más atractivo de la película es la interpretación de sus protagonistas, quienes componen a tres militantes de la agrupación Tupamaros: José “Pepe” Mujica (Antonio de la Torre), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort). Cada uno está excelente en su papel, de la Torre enorme y a la altura de la figura en su temprana edad, y mostrando unos cuantos matices. Y el Chino encantando una vez más, consolidándose como el mejor de su generación, película a película. Los tres dejan bien en claro y sin lugar para cuestionamientos, la gran intención de Brechner: generar incertidumbre pese a conocer cómo finalizan los hechos. Así, mostrando mucha crudeza, una muy justa reivindicación y aplauso para tres hombres que soportaron el infierno en vida, La noche de los 12 años se perfila como una gran candidata latinoamericana a quedar seleccionada a los Oscars.
En los 70, cuando Uruguay cayó bajo la dictadura, los integrantes del movimiento Tupamaros fueron perseguidos como ocurrió en otros países de América latina con agrupaciones de izquierda. "Una noche de 12 años" pone en foco el destino de tres de sus integrantes: José "Pepe" Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. El director uruguayo Alvaro Brechner narra cronológicamente los hechos a los que refiere el título: el cauteverio durante más de una década de los tres militantes que luego tendrían un lugar en la historia del país. Mujica fue senador y luego presidente; Rosencof, escritor, y Fernández Huidobro se desempeñó como ministro de Defensa durante los gobiernos de Mujica y de Tabaré Vázquez. La película, que llega después de su paso por los festivales de Venecia, San Sebastián, Biarritz y Berlín, en el que Brechner ganó dos premios por la dirección, se basa en el libro "Memorias del calabozo". La obra fue escrita en forma conjunta por Rosencof y Fernández Huidobro, por lo cual el filme resulta un detallado recorrido por las condiciones del confinamiento de los tres protagonistas. En ese tiempo, según el filme, como no podían eliminarlos, el gobierno militar se había propuesto "volverlos locos". Sin embargo, dejaron la prisión con sus convicciones fortalicidas y las aplicaron en democracia, como fue el caso paradigmático de Mujica.
Una propuesta de alta intensidad expone el drama épico vivido por José “Pepe” Mujica y sus dos compañeros de cautiverio, durante 12 años. Sin golpes bajos ni eufemismos. Directo al Oscar representando a Uruguay. (Por Patricia Chaina. (Especial para Motor Económico)) ¿Se puede resistir al dolor, aislado uno de la vida, preso y sin certezas sobre lo que vendrá? ¿Es posible domesticar la angustia y la soledad? ¿Cuánto puede resistir un hombre, en cautiverio, acusado porque sus ideales buscan moldear un mundo más justo y solidario? Doce años, podría contestar José Mujica, el ex presidente de Uruguay. A la sazón el real protagonista de la nueva joya cinematográfica que destella entre la producción latina del año, motivo por el cual, ya va camino al Oscar en representación del Uruguay. Doce años, una larga noche. Un tiempo donde sin embargo las convicciones, en lugar de evanescerse se consolidan, a juzgar por la vida real del protagonista, que de rehén y preso llegó a convertirse en el hombre con mayor cantidad de adherentes en la vida política de su país. La película dirigida por el hispano uruguayo Alvaro Brechner llega para homenajearlo. La noche de los 12 años, cuenta el tiempo que duró el cautiverio al que Mujica (Antonio de la Torre) fue sometido junto a sus dos compañeros: Mauricio Rosencof (Chino Darín) y Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Trot). Todo se inicia cuando, en 1973, con el país bajo la última dictadura militar del XX, nueve presos Tupamaros fueron sacados de sus celdas en una operación secreta. La orden fue precisa: “Como no pudimos matarlos, vamos a volverlos locos” sentencia. Así, permanecen aislados durante 12 años, son trasladados de una cárcel a otra, de un pozo a un silo abandonado, de las ruinas de una bodega a otra cárcel común. Hasta que con la apertura democrática logran salir en libertad. Y no solo salen enteros, sino dispuestos a contarlo y seguir dando pelea. Basada en el libro Memorias del calabozo, escrito por Rosencof y Huidobro, la cinta juega mano a mano con la historia para confirmar sin golpes bajos, pero con altas dosis de emotividad, lo que la trama de la vida urdió para estos hombres dispuestos a todo: un destino del héroe, en un combate donde solo se tienen a sí mismos y a sus ideales libertarios. Con una banda de sonido que le da peso a los más leves detalles, y un montaje donde nada sobra en esas sombras del alma donde los protagonistas, todavía pueden moverse, La noche de los 12 años, ofrece una resolución técnica impecable. Solo desde ahí es posible sostener el ampuloso gesto creativo que contiene. Y a su estreno en Argentina llega precedida de una ovación de media hora en su estreno mundial, durante el Festival Internacional de Cine de Venezia, el 1ro. de septiembre. Algo similar ocurrió en San Sebastián, la semana pasada. Siempre con la presencia de Mujica, quien atestigua con su parsimonia, la capacidad de renacer cromáticamente cuando la semilla de la esperanza queda al resguardo de las sombras, iluminada por las convicciones aún en el infortunio más extremo. Ficha: La noche flyer.jpg Título original: La noche de 12 años / Uruguay-España-Argentina/ Director y Guionista: Álvaro Brechner / Actores: Chino Darín, Soledad Villamil, Antonio De La Torre, Alfonso Tort, Sílvia Pérez Cruz/ Música: Federico Jusid / Clasificación: Apta para mayores de 16. Mujica en el cine, x 3! Si un personaje de la vida política latinoamericana podría haber ingresado a la alfombra roja del cine internacional, con tres producciones que abarcan el amplio arco que va de la comedia al drama, e incluye un documental de Kusturica, ese es “Pepe” Mujica. Este mes, en la cartelera internacional de cine, el ex presidente de Uruguay protagoniza tres títulos, dos de los cuales, se estrenaron en Argentina: A La noche de los 12 años, un drama donde la épica combina con la historia, se suma Traigan el porro, una comedia uruguaya formateada al modo de un falso documental que cuenta con la participación de Mujica como el líder de la misión “no oficial” destinada a abastecer al país de cannabis cuando; dictada la Ley de tenencia legal; se ven sin recursos para cumplir con la demanda. Y en Venezia, junto a “…los 12 años”, se presentó El Pepe, una vida suprema, dirigida por Emir Kusturica. El realizador serbio estrenó así el documental sobre la vida del ex presidente uruguayo José ‘Pepe’ Mujica. Su trabajo comenzó a rodarse en abril de 2013, registrando distintos momentos de la vida pública y privada del entonces mandatario hasta los últimos días como presidente. Incluida su partida de la sede de gobierno en Uruguay.
4380 Días Desde el comienzo quedan expuestos los elementos narrativos y cinematográficos, así como las intenciones de sumergir al espectador en las vísceras de un relato de superación, resistencia y que expone dos lados de la condición humana en plena tensión: el odio y el amor. No importa si ese odio se dirige hacia personas, ideas, causas políticas o todo eso junto, pero sí vale la pena rescatar la fuerza del amor por una convicción como base de la voluntad inquebrantable en momentos de desesperante agonía. De fondo se escucha a todo volumen el estribillo de la popular “Siga el baile” y la irrupción inesperada de los militares en una cárcel, palos en mano, para orquestar ese otro baile tan característico de la brutalidad castrense sobre los cuerpos de los presos. La cámara gira 360º -tal vez para reforzar esa visión panóptica del vigilar y castigar- entre gritos, empujones y atropellos de todo nivel, tres personas son separadas con destino incierto. Entonces, ya no es necesaria ninguna explicación histórica o contextual porque se trata de personas, encapuchadas y potenciales rehenes, a quienes la dictadura militar uruguaya consideraba subversivos, integrantes del movimiento Tupamaro, y potenciales chivos expiatorios para someterlos a las más atroces humillaciones durante 1973 hasta 1985. José Mujica (Antonio de la Torre), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort) son los protagonistas de La noche de 12 años, elegida por Uruguay para formar parte de la candidatura al Oscar y a los premios Goya, dirigida por Álvaro Brechner, quien se aleja de los convencionalismos del cine carcelario testimonial para encontrar enormes dosis de humanismo y emoción en el relato de encierro y alienación que supone todo confinamiento de estas características. Apoyado en las buenas actuaciones de su trío protagónico y seguro del valor de cada plano, fuera de campo, sonoridad y puesta en escena, el realizador uruguayo construye desde la subjetividad de sus personajes un puente de identificación directo con el espectador para que el trillado término “ponerse en la piel de” no suene exagerado. Pero también alcanza a “ponerse en la cabeza de…” con la riqueza del mundo interior de cada uno de los protagonistas, concentrado eso sí en la paulatina disociación con la realidad de José Mujica desde la impecable composición del actor andaluz Antonio de la Torre. Sin esquivar el bulto de lo físico, del deterioro del cuerpo por el avance progresivo de las torturas, los traslados y todo tipo de vejaciones, es la cámara y los ángulos en el espacio del encierro la que magnifica la sensación de angustia pero nunca de la derrota absoluta. Por eso el relato descubre a medida que avanza en la acumulación de elipsis a través de los 12 años, o 4380 días, la transformación psicológica que se origina entre los intersticios de la debilidad y la fortaleza; entre la capacidad de hacer del silencio una voz que calme y a partir de esa calma la única salida para que la cabeza no traicione nunca con la espada de la razón ante tanta sinrazón a los alrededores, entre sombras, golpes en la pared y momentos de contemplación en solitario. Los méritos del tercer opus del director de Mr Kaplan se resumen en la calidad cinematográfica de la propuesta (con buena recepción en el Festival de Venecia), aunque también en ciertas licencias poéticas que dotan a la película de un universo más colorido y profundo que el oscurantismo de todo relato entre rejas o basado en algún hecho trágico de la historia contemporánea. Es por ello que resulta acertada la decisión del Oscar, algo que a la Argentina también la involucra por tratarse de una coproducción con España, un plus de nota de color sumado a la doble chance de ver al Chino Darín en papeles muy diferentes y recientes como en El Ángel, de Luis Ortega y en el de Mauricio Rosencof, quien en la película de Álvaro Brechner aporta toda su poesía de resistencia.
“La noche de 12 años”, de Alvaro Brechner Por Jorge Bernárdez La noche de la que habla el título corresponde al tiempo que pasaron detenidos de manera ilegal tres de los principales jefes del grupo revolucionario uruguayo Tupamaros. Los tres fueron capturados en operativos de las fuerzas armadas de ese país y por distintas razones en lugar de ser “abatidos” por las fuerzas de seguridad, se les reservó una especie de limbo con la que las fuerzas armadas del Cono Sur se manejaron y que en el caso de la Argentina, dejó una palabra que se transformó en cierta forma un emblema de la represión: Desaparecido. Después de ser liberados los protagonistas de esa historia fueron dirigentes de la democracia que volvió a instalarse en la llamada Suiza del Sur, y demostraron ser un ejemplo de resiliencia. Eleuterio Fernández Ruidobro, Mauricio Rosencof y José Pepe Mugíca vivieron esos doce años incomunicados de sus familias -salvo por momentos en que alguien de la estructura militar pudo arreglar algún encuentro- y sus captores recibieron la orden de no dirigirles la palabra. El director Alvaro Brechner (Mal día para pescar, Mr. Kaplan) elude los caminos fáciles de la demagogia y confía en el cine para contar la historia. Desde el primer momento en que apenas se sabe quién es quién y nos muestra el día a día de los detenidos, el relato es notable, confía en la imagen y trabaja el sonido de manera que el espectador se vea sumergido en la tenebrosa cotidianidad de esa prisión clandestina en la que los detenidos apenas tienen tiempo de asentarse para ser trasladados nuevamente. Los militares los torturan, los cambian de celdas, les crean falsas ilusiones, los humillan y son bestiales, aunque no todo es terror y aunque parezca mentira, hay espacio para ciertos toques de humor. Si la dirección de la película se demuestra virtuosa en el manejo de los tiempos cinematográficos, los actores se dejan llevar y le ponen el cuerpo a la caracterización de los tres prisioneros con actuaciones ajustadas y en los que se ve notablemente en sus cuerpos los doce años de cautiverio, así que el trabajo de Antonio de la Torre, Chino Darín (aquí la entrevista con el actor argentino) y Alfonso Tort resulta ejemplar y se lucen por igual. Sobre el final la película se vuelve un poco más pedestre y si bien no es que deje de confiar en el relato, se apoya un poco más en la emotividad de la historia real apoyado en la exquisita voz de Silvia Pérez Cruz. Es posible que La noche de 12 años tenga una exitosa carrera hacia los premios Oscar y será, si lo gana, una acto de justicia, pero no va a cambiar en nada si gana o no, porque lo más importante es que la película demuestra que se puede hacer cine político sin que justamente, el componente político supere al cine y esa es una buena noticia. LA NOCHE DE 12 AÑOS La noche de 12 años. Uruguay/España/Argentina/Francia, 2018. Dirección: Alvaro Brechner. Intérpretes: Antonio de la Torre, Chino Darín, Alfonso Tort, Cesar Troncoso, Mirella Pascual, César Bordón, Silvia Pérez Cruz y Soledad Villamil. Guión: Alvaro Brechner, basado en el libro Memorias del calabozo, de Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Fotografía: Carlos Catalán. Música: Federico Jusid. Edición: Irene Blecua y Nacho Ruiz Capillas. Dirección de arte: Daniela Calcagno y Laura Musso. Sonido: Nacho Royo-Villanova, Martín Touron y Eduardo Esquide. Distribuidora: Energía. Duración: 123 minutos.
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Las dictaduras latinoamericanas son heridas que siguen abiertas. Siguen abiertas porque muchos de los responsables están libres, porque varios ni siquiera fueron juzgados. Pero, sobre todo, siguen abiertas porque todavía duelen, porque debemos hacer un ejercicio de memoria constante para no olvidar lo que pasó, porque la mayoría de esas historias no tuvieron un final feliz. El arte en general, pero en este caso el cine, suele servir para esto. En cierto punto contar lo que nos pasó ayuda a sanar, pero no por eso es fácil de hacerlo o de verlo. La Noche De 12 Años entra dentro de este ejercicio tan necesario para nuestro continente, pero esta vez no duele tanto. Y no lo hace porque, además de las brillantes actuaciones y de ser una película sublime, sabemos que, por lo menos esta vez, el final fue para mejor.
Su desarrollo se basa en hechos reales y todo transcurre en épocas de dictadura en las cárceles uruguayas (1973-1985), donde hay seres humanos que sufren torturas atroces no solo desde lo físico sino también desde lo psicológico y donde la única forma de comunicarse entre ellos era a través de las paredes en código morse. Además se muestra el horror de la prisión, el martirio, los tormentos, lugares inmundos y claustrofóbicos, hasta la experiencia de convivir con roedores, la falta de comida, carceleros indeseables, un verdadero infierno, donde varias de estas situaciones pueden recordarnos películas como: “Expreso de medianoche”o “Papillon”. Lo que conmueve en esta historia son esos 12 años de padecimiento en distintas cárceles; y como a pesar de tanta monstruosidad el relato se toma sus tiempos para darle una cuota de humor cuando por ejemplo uno de los presos no puede ir al baño, entre otras situaciones. Todo este contexto se da bajo las excelentes actuaciones de: el actor español Antonio de la Torre (como José “Pepe” Mujica, quien fue Presidente de Uruguay 2010–2015), el actor argentino Ricardo “Chino Darín (como Mauricio Rosencof, escritor, dramaturgo y periodista uruguayo) y el actor uruguayo Alfonso Tort (como Fernández Huidobro quien ejerció el cargo de Ministro de Defensa Nacional durante la presidencia de José Mujica y la segunda presidencia de Tabaré Vázquez) quienes bajaron más de 15 kilogramos. Dentro del elenco secundario encontramos: la estupenda interpretación de el actor uruguayo César Troncoso como ese militar indigno, la actriz uruguaya Mirella Pascual se luce como esa madre que sufre y debe contenerse ante tanta desdicha, el actor argentino César Bordón quien vuelve a lucirse en un personaje. Buena reconstrucción histórica, tiene ritmo, tensión y a pesar de todo deja un mensaje de esperanza. Un film excelente que debería competir en los Premios Oscar y Goya.
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El estreno uruguayo del año será sin dudas La noche de 12 años, película escrita y dirigida por Álvaro Brechner que se basa en los doce años en que tres hombres permanecieron encerrados y aislados en Uruguay bajo la dictadura militar. Hay que decirlo: muchos realizadores y guionistas (especialmente en Hollywood) podrían haber trasladado esta historia al cine de la manera más esperada, tradicional, simplista y apuntando a lo sentimental, a la lágrima fácil. Álvaro Brechner sabe que tiene en sus manos una historia poderosa, no sólo por el contenido (el suplicio de tres hombres encerrados durante ni más ni menos que doce años) sino por lo que representa para la historia de su país. Uno de aquellos hombres rebajados y humillados se convertiría años después en el presidente de Uruguay, José Pepe Mujica. Así, con fuertes dosis de “basada en hechos reales”, Brechner nos ofrece una película que no se regodea en su material de origen sino que aprovecha los recursos del cine para poder hacer justamente eso: cine. No se queda sólo en retratar hechos sino que construye un clima que la hace percibir siempre de manera muy sensorial. La principal fuente es el libro que escribieron los otros dos prisioneros, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro: Memorias del calabozo. Con una fotografía destacable que sabe aprovechar las locaciones, los diferentes escenarios pequeños y cerrados por los que se van trasladando a los prisioneros y una buena construcción de época desde una perspectiva poco usual, La noche de 12 años se mueve entre diferentes personajes a partir del año 1973, entre los que quedaron encerrados y los que siguieron ahí afuera, esperándolos. Si bien permanecieron aislados e incomunicados, Brechner se toma algunas licencias poéticas y en su guion los personajes se van comunicando de manera creativa, aunque sea con golpecitos, tratando de mantener la cordura mientras no tienen contacto con el mundo exterior. Aunque estamos ante una historia con fuerte contenido político, la película elige enfocarse en lo personal, en esos personajes, en lo que les sucede a ellos más allá de lo que le está sucediendo afuera al país. El español Antonio de la Torre interpreta a Pepe Mujica, y lo acompañan el Chino Darín y el uruguayo Alfonso Tort. Más allá de que algunos quieren vender la película como “basada en la vida de Pepe Mujica”, no sólo no es cierto -sólo se inspira en esos doce años a los que alude el título- sino que la película sigue casi por igual (casi porque quizás el personaje de Darín sí queda un poco menor) a los tres recluidos. No es una biopic. Aunque sí por sobre el final se acerque a un modo más tradicional de resolver y explicar.
La Noche de 12 Años: La locura de mantenerse cuerdo en tiempos difíciles. Tres rebeldes uruguayos, que enfrentaron la dictadura militar de su país, son condenados a pasar el resto de sus vidas encerrados de forma inhumana, apostando a que vayan de a poco perdiendo su humanidad. El inicio de carrera del director Álvaro Brechner provocó un impacto inmediato. Su debut Mal Día para Pescar tomo a casi todos por sorpresa, y unos años después confirmó con Mr. Kaplan que el sentido del humor y las historias tan particularmente coloridas que lleva a la pantalla iban a mantenerse intactas hasta que él lo decida. Justamente decidió en este, su más reciente proyecto, dirigir una historia real sobre el encierro total e inhumano que durante más de una década sufrieron tres jóvenes uruguayos por parte de la dictadura militar. Una autentica superproducción sudamericana que denota el mérito de haberse estrenado ya en el Festival Internacional de Cine de Venecia y al igual que el Festival de Cine de San Sebastián. Usualmente se le dice “lento” a un film, que más allá de su dinamismo, no le ofrece contenido de forma constante al espectador. En este caso la película sale airosa de la difícil tarea de, no solo resumir una épica de doce años en unas simples dos horas, sino que lo hace de forma simple y llevadera en todo momento. Lo primero que hay que aclarar es que se trata de una visión completa de su director. No es usual que un director tenga la capacidad de transmitir tan claramente su visión, menos con este nivel de producción, pero justamente La Noche de 12 Años son dos horas de relato que verdaderamente da la impresión que Brechner logró plasmar por completo y con el pulso justo lo que buscaba con esta tan particular historia. Múltiples protagonistas pero una misma historia, la del pueblo uruguayo. Alfonso Tort, el Chino Darín y Antonio de la Torre tenían la difícil tarea de pasarse la posta durante la narrativa. Darín vuelve a demostrar, en un proyecto estelar, que es más que un “hijo de“, o una cara para el pochoclo, cumpliendo con ser el corazón de la película. Mientras que de la Torre y Tort se turnan los crudos flashbacks al igual que las más duras de las penurias vividas en el encerrado aislamiento durante más de una década. Cada uno construye su propia historia, asimismo el director se asegura de que sus actuaciones, además de hacer justicia a tremendas figuras históricas, también complementen una estructura ideada, no solo para reflejar sus vivencias, sino hacerlo de la manera más intima y personal. Al mismo tiempo que trascienden lo puntual del relato para convertirse en el ideal abstracto de la lucha humana contra el autoritarismo. En los últimos años, especialmente en este, la escena cinematográfica argentina supo gozar de proyectos de gran nivel en cuanto a lo técnico. Pero esta producción uruguaya logra igualar a las grandes del exterior en facetas que exceden a lo técnico. El pulso de Brechner se siente en todo aspecto del film, partiendo de toda las decisiones visuales, el guion, e incluso llegando al trabajo de sonido. Punto aparte para otro de los aspectos a destacar: el montaje; definitivamente la faceta definitiva para darle ritmo y forma a un relato que logra ofrecerse de forma tan cruda pero enfocada como este. El producto final verdaderamente no tiene nada que envidiarle a cualquier producción internacional moderna. Sin dudas un triunfo para el cineasta uruguayo, La Noche de 12 Años es una superproducción en habla hispana con todas las letras, que logra trascender no solo su país sino su continente para convertirse en un relato humano con tanto valor como calidad cinematográfica. Una verdadera proeza siendo que se trata de una historia tan personal, autóctona y uruguaya. Nosotros en Argentina vamos a sentir más que familiar el viaje a tiempos tan turbios que propone la película, pero además trata temáticas que todavía logran sentirse más que vigentes en tantos países del mundo en que la lucha por los derechos humanos es una tarea de nunca acabar.
Año 1973, Uruguay entraba en su última gran dictadura militar, que duraría 12 años. Entre todos los presos políticos, hay tres muy especiales: Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y José Mujica (Antonio De La Torre), todos miembros del movimiento guerrillero Tupamaro. La historia sigue a estos tres hombres en su confinamiento prácticamente en solitario a lo largo de su indefinida condena, llegando al año 1985, cuando se puso fin al gobierno dictatorial, y fueron liberados.
Una de las figuras políticas más importante de Latinoamérica es, sin dudas, José ‘Pepe’ Mujica, quien fue uno de los tantos que sufrió en carne propia los horrores de la dictadura militar uruguaya, y que luego se convertiría a la edad de 75 años en presidente de su país. El bajo perfil y la humildad, caracterizaron y conformaron la figura pública de Mujica, ampliamente valorada y respetada en el resto del mundo. Pero este año parece ser aún más especial, ya que en el Festival de Venecia estuvieron presentes dos films sobre su vida. El legendario realizador serbio, Emir Kusturica, filmó el documental “El Pepe, una vida suprema”, y por otro lado, el uruguayo Álvaro Brechner rodó “La noche de 12 años”, cinta que retrata el lapso de tiempo en el que Mujica estuvo en cautiverio durante la dictadura. La película es una coproducción entre Uruguay, Argentina y España, lo que hace levantar -en principio- ciertas sospechas sobre la conformación del elenco, dado que esto fuerza a que el film tenga intérpretes de dichos países. Del trío principal de la película, el Mujica cinematográfico lo interpreta Antonio de la Torre (España), luego está el Chino Darín (Argentina), y Alfonso Tort (Uruguay). Es decir, hay como disparador todo un desafío: ¿De qué manera puede ingeniarse la película para camuflar los acentos? “La noche…” no es una cinta biográfica del todo convencional. Hay una decisión de Álvaro Brechner por acercar el film a lo que sería una experiencia casi en primera persona, un ensayo claustrofóbico y agobiante sobre el encierro y la locura que ello desata. El acontecimiento que sufrió José Mujica (y sus otros dos compañeros) le sirve a Brechner para trabajar con un sonido excepcional que acentúa ruidos pequeños hasta hacerlos incómodos, una fotografía por momentos onírica, el fuera de foco, y demás recursos estilísticos funcionales a la narración. El relato -que no tiene grandes cargas de diálogo-, debe arreglárselas para llevar adelante casi dos horas de duración con tres personajes aislados entre sí. A razón de darle un poco más de respiro a la historia, Brechner incluye pasajes humorísticos (que se agradecen), y unos flashbacks que permiten reconstruir un poco del pasado de los personajes. Quizás en esos flashbacks se pierda un poco la fuerza de la película, cayendo en un mayor convencionalismo y una cierta estética publicitaria que le juega en contra, pero hay en su mayor parte un riesgo que es de agradecer: Se retratan 12 años de encierro con un muy buen empleo del montaje. Irene Blecua esconde el tiempo (más allá de los carteles que anticipan el cambio de año) bajo la perspectiva de los tres prisioneros sumidos en la locura. “Un condenado a muerte se ha escapado”, de Robert Bresson, es claramente la primera influencia que tiene el film, sobre todo al momento de intentar comprender las psiquis de los prisioneros. La película pocas veces se vuelca a mostrar en exceso la violencia física, si no más bien la psicológica, y es ahí donde Brechner vuelve a marcar la diferencia con la decisión que tomaría otro film. El reparto no tiene fisuras: “La noche de 12 años” sale airosa en ese desafío de las tonalidades, y Antonio de la Torre se muestra comprometido en su rol. El Chino Darín no se queda atrás, en otro papel de riesgo que le permite salirse del mote de galán para mostrar sus cualidades interpretativas. La que si está totalmente desaprovechada es Soledad Villamil, que encarna un personaje sin vuelo. La película es una muy agradable sorpresa, realizada con un talento visual y auditivo impresionante. La mejor parte radica cuando se acerca al cine más experimental. Álvaro Brechner encontró interesantes herramientas para construir un ensayo sobre la locura, y en ese sentido, la película permite vivir la experiencia casi en primera persona. Es de agradecer encontrar filmes que se arriesgan a ir por más. Calificación: Muy buena Escribe Fabio Albornoz, para Ociopatas Fabio Albornoz (@FabioAlbornoz, en twitter).
La noche de 12 años es una película que se sitúa en la república del Uruguay, en la época de la dictadura militar en el país vecino. El film narra la historia de tres personas que les tocó vivir el horror y pasar 12 años aislados. Se trata una cinta muy bien lograda, que también nos sirve para conocer un poco más la historia de un referente político que fue víctima de estos hechos, el ex presidente uruguayo José Pepe Mujica. El film nos traslada al año 1973 , momento donde Uruguay se encontraba dominado bajo la dictadura del régimen militar. Tres personas han sido detenidas en ese momento, y por razones de que se encuentran bajo la opinión pública, hacerlos desaparecer no es una opción. Así que el aislamiento de la sociedad y sus seres queridos , sumándole la tortura, será el pan de cada día de estos personajes. El film trata de narrar todo lo que vivieron estas tres personas durante los 12 años en los que se encontraron detenidos, donde cuentan algo más del obvio sufrimiento y la lucha por la supervivencia, ya que también nos relata situaciones anecdóticas , que más allá del drama, logra desatar situaciones cómicas dentro de la cotidianidad en el lapso de detención. Los nombres de los tres detenidos son: José Mujica , Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Son personas que se han convertido en referentes sociales y políticos con la vuelta de la democracia, pero aquí podemos ver sus historias casi en forma individual, el aislamiento, sus intereses personales y las anécdotas que tienen para contar sobre esos 12 largos años. El relato conmueve y los actores se ponen perfectamente en la piel de estos personajes, animandose al cambio físico y actitudinal que el film requiere. A destacar la participación de Chino Darín como Mauricio Rosencof, actor que cada día va mejorando y afianzando su carrera en el cine. Cómo dato a destacar , la película fue elegido para representar a Uruguay en los premios Goya y Oscars, así tenemos un visionado obligado, ya que es posible que pueda darle sorpresas al país vecino. La noche de 12 años es una película muy conmovedora que narra la historia y el sufrimiento de tres personajes que fueron detenidas durante la época de la dictadura militar en Uruguay. Un relato que guarda muchas similitudes con lo que ha sucedido en nuestro país , pero también aporta una mirada interesante de lo que fue ese proceso en aquel país. Una película que además de su tinte dramático se destaca por su característico humor en algunas escenas y por las sobresalientes actuaciones de los que interpretan a estos referentes de la sociedad uruguaya.
El realizador uruguayo dirige al español Antonio de la Torre, al argentino Chino Darín y al uruguayo Alfonso Tort en esta historia acerca de los terribles doce años de encierro durante la dictadura miilitar uruguaya que debieron atravesar “Pepe” Mujica y otros dos militantes políticos entre 1973 y 1985. Una película que apuesta a transmitir, sensorialmente, la durísima experiencia carcelaria. Una verdadera sorpresa, en varios aspectos, es LA NOCHE DE 12 AÑOS, la nueva película del realizador uruguayo de MR. KAPLAN. A juzgar por el trailer y la premisa, uno podía esperar una versión más académica y tradicional de este tipo de historias de heroísmo a partir de las cuales personalidades que sufrieron los peores tratos carcelarios terminaron convirtiéndose en figuras públicas famosas y hasta héroes nacionales e internacionales. Algo parecido a una de las tantas películas que puede haber sobre Nelson Mandela, por ejemplo. Pero Brechner decidió tomar una decisión, en cierto punto, bastante radical a la hora de contar los doce años en los que José “Pepe” Mujica y otros dos compañeros de la agrupación Tupamaros pasaron encerrados en distintas cárceles durante la dictadura militar uruguaya, entre 1973 y 1985. Es cierto que, por la situación en sí, era muy difícil darle a la película un tratamiento convencional. Es que Mujica (encarnado por el español Antonio de la Torre), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort) estuvieron la mayor parte del tiempo encerrados en prisiones individuales y separadas, por lo cual generar una dramaturgia tradicional no era sencillo. Por eso Brechner optó, en buena medida, por tratar de transmitir de manera audiovisual las sensaciones del encierro: las imagenes que se van volviendo borrosas, los sonidos que marean, descolocan o enloquecen, la progresiva perdida de la cordura y la salud, las comunicaciones en base a códigos. El suyo es un planteo impresionista, que trata de poner al espectador en la desesperante situación de un encierro distinto al que estamos acostumbrados en las películas argentinas de la dictadura. Una tórtura acaso más psicológica que física. Pero Brechner no se atreve, o no puede, ir a fondo con este formato las casi dos horas que dura el relato, ya que es cierto que puede volverse un tanto repetitivo. El otro modelo que acompaña a esas escenas es, sí, un tanto más clásico: los flashbacks a la captura de cada uno de los militantes están organizados de una manera más tradicional, lo mismo que la resolución de los casos. Pero aún ahí, LA NOCHE DE 12 AÑOS no está exenta de humor y una emoción asordinada. No busca el golpe sentimental hollywoodense sino una cierta melancolía uruguaya, algo a lo que ayudan las canciones de Silvia Pérez Cruz, en especial una muy personal versión de “Sounds of Silence”, de Simon & Garfunkel. En una película con relativamente pocos diálogos, los actores se expresan más que nada a partir de sus rostros y laceraciones, su angustia y desesperación, sus tics. Y en ese sentido, más allá de que la persona más “reconocida” de este trío es Mujica, gran parte del peso de la película, momento a momento, recae en Tort (25 WATTS, LAS OLAS), el único actor uruguayo del trío, si bien César Troncoso y Mirella Pascual acompañan, lo mismo que Soledad Villamil, César Bordón y la propia cantante y actriz española Pérez Cruz. Y Darín también tiene escenas intensas de las que sale más que airoso. Acaso, por los desafíos de la coproducción y los acentos, el español De la Torre es el que la tiene más difícil de los tres. Quizás la mayor sorpresa del filme está dada por todo lo que no es. Cuando uno lee, en los papeles, que se trata de una coproducción así, con actores de diversas nacionalidades encarnando a compatriotas contando un duro hecho político histórico, se presetea a esperar una biopic convencional de principio a fin. Y si bien algunos momentos así existen, el gran logro de Brechner es haber apostado por otro formato, mucho más físico y formalmente arriesgado, y que se lo produzcan en una escala relativamente grande. Entre los aportes fundamentales al éxito de LA NOCHE DE 12 AÑOS están los ligados al sonido y a la fotografía, ya que en las extensas secciones “sensoriales” de la pelicula logran transmitir esa angustia y locura del encierro. Y la sensación de heroismo, finalmente, termina creciendo gracias a que estas vivencias se sienten a flor de piel. Al tomar conciencia de los horrores que Mujica y sus dos amigos/compañeros tuvieron que soportar no por un breve tiempo sino durante más de una década, la vida posterior y las posturas tanto políticas como filosóficas del ex presidente uruguayo se amplifican hasta volverse casi legendarias.
Dirigida por Alvaro Brechner, cineasta uruguayo radicado en Madrid, de quien ya hemos visto y reseñado Mr Kaplan, La noche de 12 años es el resultado de una coproducción entre España, Argentina, Uruguay y Francia, y narra un hecho real: el cautiverio en condiciones infrahumanas de tres militantes tupamaros: Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro y José Mujica. Una de sus fuentes es “Memorias del calabozo”, de los dos primeros. La especial crueldad de la dictadura cívico-militar uruguaya, alineada con todas las dictaduras del cono sur y extendida en el poder entre 1973 y 1985 es la referencia histórica y no tan presente en este relato que enmarca a los hechos presentados. El foco está puesto casi exclusivamente en el proceso de encierro y tortura permanente al que fueron sometidos estos presos políticos que actuaron interpelándose en voluntades colectivas. La estructura represiva montada como máquina de matar y sus efectos frente el proceso interior y singular de deterioro y resistencia de los tres hombres se muestra íntimamente. En este sentido, ya ha empezado a generar debates y reacciones en las redes, en torno a la falta de contexto histórico del film, que se centra casi exclusivamente en recuperar el aguante de los compañeros en todas sus afectividades y contradicciones. Es bueno lo que la película genera más allá de lo que se propone, tratándose de un hecho que solo se comprende articulando micropolítica con mesopolíticas y decisiones macro que afectaron a todo el continente vía el Plan Cóndor y que la película no permite articular. A la manera de un biopic homenaje a tres personalidades, es una película de estructura absolutamente tradicional que a momentos propone ciertos toques más experimentales a nivel visual, buscando representar la sensorialidad fragmentada y confundida de los recluidos en el estado de locura en los que sus captores buscan perderlos. Una enunciación que a momentos se vuelve muy publicitaria, que se corresponde con lo que puede ser un film de perfil Oscar, pero que habilita esas inquietudes en los espectadores en relación a la militancia de los setenta y sus activaciones en los funcionarios de los gobiernos democráticos de los años 2000. Ahora, estamos en este particular año 2019, con seis países de Latinoamérica que dirimen elecciones presidenciales: Argentina, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Panamá y Uruguay. Luego de las promesas hechas realidad en las primeras medidas de gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil y de las redes provida y antiderechos que lo replican por doquier, es importante recordar que las persecuciones a cualquier otro posible al neoliberalismo que aplican nuestros gobiernos es fascismo de pistolas taser y tiros sumarios de parte de la fuerzas armadas por la espalda. La larga noche de 12 años no deja de ser un excelente modo de recordarnos, aunque sea a momentos con el lenguaje de un institucional de Amnistía (la versión símil étnica de la canción Los Sonidos del Silencio provoca esa sensación), que a las dictaduras cívico militares eclesiásticas que buscan borrar nuestra historia de luchas populares, hay que decirles una y otra vez, Nunca Más.
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