Por lo general las segundas partes de las películas de este género no son muy buenas, pero en este caso hay una excepción y realmente La noche del demonio capitulo 2 vale su visión. El relato tiene un muy buen ritmo y entretiene con sus giros y sobresaltos que están muy bien logrados, además de secuencias interesantes y bien filmadas. El desenlace
Todo sobre mi madre Entretiene pero no asusta, así podría sintetizarse esta manifiesta secuela de la simpática La noche del demonio, que a pesar de la exploración por el ya trillado subgénero de los fenómenos paranormales, introducía la originalidad de un alocado viaje por el plano astral que recién se manifestaba en la segunda mitad de aquella película dirigida con eficacia por el malayo James Wan, quien en esta ocasión vuelve a tomar las riendas detrás de cámara para entregar otra pesadilla de la familia Lambert. Desde el vamos el mote de secuela queda más que definido no sólo por la palabra del título que hace referencia a un segundo capítulo sino porque la trama arranca prácticamente pegada con la primera película luego de que Josh (Patrick Wilson), quien había ido al plano astral en rescate de su hijo Dalton (Ty Simpkins) regresa acompañado por un espíritu maligno parásito y encima femenino que le da órdenes al Josh astral para hacerse más fuerte en el plano real y así poseerlo perdurablemente. Quien percibe la anomalía y el comportamiento errático de su padre no es otro que Dalton, dado que su madre Reani (Rose Byrne) ahora está más preocupada por defender la inocencia de Josh acusado del asesinato de Elise Rainer (Lin Shaye), la médium que lo conoció en su infancia para bloquear su don pero que en el presente lo ayudó en la inducción para realizar el viaje astral hacia Dalton. Ahora bien, las manifestaciones paranormales vuelven a estar presentes en el seno de la familia Lambert repitiéndose aquí el abc de toda casa poseída –en este caso la de la abuela de Dalton- con puertas que se cierran repentinamente, el piano que suena solo, juguetes que se mueven y bullicios de voces del más allá, acompañadas de vez en cuando de apariciones, entre otras cosas. Semejante panorama convulsionado motiva la presencia de los psíquicos de turno ya aparecidos en la primera parte y para quienes Wan reserva chistes o gags que malogran algunos climas logrados y dejan en claro la falta de rumbo de esta historia. Durante la primera mitad, que a pesar de contar con un ritmo sostenido y buen manejo de los golpes de efecto, el film parece estancado o por lo menos encerrado sobre su misma lógica paradojal que por fortuna se empieza a desentrañar promediando la segunda mitad para repetir la fórmula exitosa desde la puesta en escena de la simultaneidad de planos con el defecto de tomar al pasado de los personajes como eje dramático para justificar las acciones y cerrar un círculo demasiado abierto al comienzo. En ese margen donde las historias se entrelazan a partir de vínculos entre los personajes con el pívot depositado siempre en Josh el relato toma características propias de rareza para apartarse un tanto de lo convencional o lo esperado, con giros y vueltas de tuerca que dotan de cierta complejidad a esta segunda parte pero que no alcanzan por méritos propios a convencer sobre la efectividad de ciertas decisiones de guión. El principal defecto de La noche del demonio 2 reside en su pereza para sobresaltar al público, ávido de emociones fuertes, que seguramente no comparta el tono humorístico mezclado con un intento de terror que este film del creador de la franquicia Juego del miedo adeuda más allá de que su realizador demuestra conocer al dedillo los yeites y trucos del género, así como un acumulativo homenaje a películas emblemáticas como El resplandor, film al que Patrick Wilson parece conocer de memoria por la caracterización nicholsoniana de su trastornado, bipolar, psicótico afectivo Josh.
Viejos fantasmas En medio de tanta trama paranormal, tanto fantasma y tanta casa embrujada, y –más aun- en un contexto de largas discusiones sobre si el género desapareció o no, surge la segunda entrega de La noche del demonio (Insidious, 2011), que vuelve a poner sobre la mesa esta cuestión más bien subjetiva. Las apariciones y visiones de la familia Lambert continúan, y el pequeño hijo del matrimonio sigue teniendo pesadillas luego de volver de un profundo estado de coma debido a un incidente. Todo parece tranquilo cuando el pequeño está de vuelta en casa, pero al regresar trae consigo una fuerza oscura que potencia aun más el mal. Bajo la misma premisa que en la primera parte (“No es la casa la que está embrujada”), La noche del demonio: Capítulo 2 (Insidious: Chapter 2, 2013) viene a refrescarnos la memoria sobre la historia de este grupo familiar poseído con sólo algunos elementos novedosos en un argumento convencional. El director malayo James Wan, responsable de El juego del miedo (Saw, 2004) y El conjuro (The Conjuring, 2013), es sin dudas un referente del cine de terror paranormal, sumado a que ya eligió a su actor fetiche, Patrick Wilson, para encarar este tipo de proyectos. El cineasta es toda una figura de un nuevo subgénero que viene pisando fuerte desde hace unos años, junto con el israelí Oren Peli, director y productor de Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007). Cuestionable o no en su modo de realización, Wan es un especialista en la temática y es evidente que no se despegará (al menos por ahora) de lo que mejor sabe hacer, aunque de una entrega a la otra se pueden ver cambios mínimos: entre otras cosas, el problema planteado en ambas películas ahora resulta ser aun más antiguo y lleva generaciones sin resolverse. La fotografía, la banda sonora y la presentación del nombre del film nos remiten automáticamente a las marcas del cine clase B, lo que puede gratificar un poco al espectador nostálgico. Sin embargo, frente a esta lógica aparentemente “ordenada” de Wan, el recurso de algunos hechos y diálogos cómicos desentona con el resto de la película y hace que se pierda la verdadera esencia de los momentos dramáticos. La noche del demonio: Capítulo 2 es una oda a todo lo visto en el género y con las contradicciones clásicas que se plantea una película como esta: el espectador se asusta y lo disfruta, pero al mismo tiempo se queja de que el film carece de originalidad.
Terror artesanal con buenos resultados Si hay alguien que tiene las ideas claras a la hora de filmar el terror es James Wan. La nueva creación del director de El Conjuro continua la historia de la Familia Lambert, quien ahora es perseguida por un misterioso secreto de la niñez que los deja conectados con el mundo de los espítritus. La noche del demonio 2 (Insidious Chapter 2) no disimula -ni quiere hacerlo- las influencias de títulos como Aqúi vive el horror, Poltergeist y El resplandor, para sumergir al espectador en una historia plagada de presencias fantasmales, demoníacas y en un universo paralelo en el que pasan cosas, aunque los mortales no puedan verlas. En esta segunda parte -la última sobre esta familia aunque se abre el abanico para un tercer capítulo- los Lambert dejan la casa y se mudan pero arrastran con ellos una extraña conexión con un universo paranormal. La trama se retrotrae veinticinco años para revelar los siniestros eventos que persiguen al clan y explorar entonces un sombrío inframundo y los miedos infantiles. Con elementos inquietantes como un cochecito de bebé, muñecas, un andador con luces que se dispara solo, puertas que se abren y cierran lentamente y una madre que perturba a su hijo, la película aprovecha los recursos que tiene a mano para elaborar un producto muy del estilo de los años 70 y 80 (al igual que en El conjuro): un terror más artesanal que digital que crea las atmósferas adecuadas para sobresaltar al público. Esta segunda parte es superior a la primera y explora la muerte de la medium del film anterior, que ahora desde "el más allá", intentará guiar a los padres (Patrick Wilson y Rose Byrne), la abuela (Barbara Hershey, quien alguna vez protagonizó también El ente), el hijo Dalton (Ty Simpinks) con percepciones "diferentes" y a un grupo de especialistas en fenómenos paranormales, para descubrir el siniestro caso que los llevará a la luz.
La noche del demonio fue una de mis películas de terror favoritas de estos últimos años donde el director James Wan brindó un trabajo increíble con la ambientación y la construcción de excelentes situaciones de tensión y suspenso. Creo que fue una gran propuesta de casas embrujadas y posesiones demoníacas. De hecho, hasta el día de hoy no pude encontrar una crítica negativa decente que justificara con argumentos sólidos o coherentes por qué habría que calificarla como una película mala. "La medium se parecía a la Bruja del 71 del Chavo" o "No me asustaron los espíritus diabólicos" fueron algunos motivos ridículos para destruir un film que tenía un trabajo increíble en el diseño de producción y musicalización, además de un reparto de actores profesionales. Sin embargo, la gran mayoría del público la disfrutó y se recomendó bastante en su momento. La continuación lamentablemente no está al mismo nivel y esto no significa que sea una mala propuesta. Me parece que La noche del demonio 2 lo agarró a James Wan cansado y saturado con el género. Por eso entiendo también que decidiera alejarse del terror para hacer cosas distintas. En estos días trabaja en la nueva entrega de rápido y furioso que no tiene nada que ver con esto. La noche del demonio 2 la hizo después de El conjuro, que estuvo excelente, y me quedó la sensación que a este trabajo no le puso las mismas pilas. Tal vez incidió en que la continuación se encarara con un enfoque diferente. Es decir, la primer entrega fue una película de terror. La segunda parte en cambio se desarrolló como un thriller sobrenatural que ocasionalmente presenta algunas situaciones de horror. Las escenas grotescas, como el segmento final del film original donde Patrick Wilson exploraba otra dimensión, están ausentes en este film que se concentra más en el misterio que propone el conflicto. Cuando el film terminó sentí que fue una secuela forzada que la hicieron por la plata. La primera entrega con el final que había tenido quedaba bárbara y no había necesidad de seguirla. Los productores sin embargo tienen otra idea y planean construir una serie con esta propuesta que probablemente sólo será recordada por el film original. La noche del demonio 2 tiene sus buenos momentos donde James Wan se destaca con algunas situaciones macabras pero son breves instantes dentro de la película. Reitero, no creo tampoco que sea un film mediocre pero es claro que no está al nivel de la primera y mucho menos frente a lo que hizo el director en El conjuro.
El carnaval de las almas Hace unos cuantos años, cuando Marcelo Piñeyro dirigía Cenizas del paraíso y buena parte de las críticas locales se deshacían en elogios, algunos lo cuestionaban duramente, pero para ser específicos, le destacaban a Piñeyro la capacidad autocrítica. Uno de ellos fue Gustavo Noriega. Con los años, luego de una recepción crítica en general fría con sus primeros dos largometrajes (las exitosas Tango Feroz y Caballos salvajes), aquel director fue puliendo algunas cosas de su estilo y, película tras película, mostró un genuino interés por no repetirse ni por repetir sus errores, sino, por el contrario, avanzar a puro golpe de oficio. Hay algo de esos trabajadores, esos silenciosos directores que aprenden a golpe de prueba y error, que me merecen el más profundo respeto. Incluso, si saltamos las fronteras, creo que Tony Scott es uno de los ejemplos extraordinarios de esa idea anti-autoral. Hay que hacer, reparar en lo hecho y desmarcarse de los elogios para mejorar. Bueno, algo de esto le cabe al malayo James Wan, quien supo pegarla económicamente (como Piñeyro) con su película inicial, pero que carecía del prestigio que supo ganarse en los últimos años dentro del género. De hecho, sin ir más lejos, al haber dirigido El juego del miedo, se le atribuye a este director ser al padre del porno-gore (o el gore que disfruta de la tortura, que sí fueron marcas de las siguientes entregas de la saga o de porquerías como Hostel). Pero esa atribución es incorrecta. El juego del miedo estaba narrada muy rudimentariamente (además de cargar con un moralismo de morondanga, como diría Mafalda) pero Wan por lo menos demostraba que sabía construir climas inquietantes. En este sentido el joven director (27 años cuando dirigió aquel éxito) no hizo lo previsible: se apartó de dirigir otras partes de la saga y avanzó, casi experimentalmente, hacia otros caminos, indagando por prueba y error, como si filmar hubiese sido también una escuela. Dead Silence, que no fue estrenada en Argentina y lanzada en 2007 (omito la fallida Sentencia de muerte, del mismo año), puede verse como una anticipación de algunos de los climas que aparecerán en La noche del demonio, pero sobre todo en la notable El conjuro. La noche del demonio, a su vez, lograba sacarse de encima algunos lastres de las películas anteriores de Wan, pero todavía cargaba con un problema serio, que siguió aquejando al cine de este director: la necesidad de explicaciones argumentales. En cierta medida, con El conjuro, parecía que el aprendizaje había llegado a buen puerto. Wan no sólo demostraba un pulso excelente a la hora de manejar los tonos y tiempos sino que esencialmente sostenía climas incómodos hasta extremos intolerables. ¿Y por qué se había depurado el estilo? Porque Wan se había volcado a la esencia fundamental del cine, que es confiar en la imagen y en el sonido como construcción de posibilidades (de ahí la comparación con El exorcista, que se extendió hasta el hartazgo). Bueno, todo este extenso introito nos lleva a que La noche del demonio 2 ya no iba a ser esperada del mismo modo que las películas anteriores, sino que se aguardaba “la nueva película del director de El conjuro”. Lamentablemente, ahí donde el malayo había hecho pie como nunca en su carrera no volvió a ocurrir. Pero ojo: no se apartó de ese estándar para cambiar y mejorar, sino para hacer un salto hacia atrás, aún más atrás que los inquietantes logros que había conseguido con La noche del demonio. Voy a ser innecesariamente cruel: todo lo que El conjuro tiene de sólida, narrativamente clásica (y económica en sus recursos formales), enigmática, materialista y perturbadora, La noche del demonio 2 lo tiene de blanda, barroca y rebuscada (tiene más vueltas que la torre de Babel), sobreexplicada, new age y espiritualista y, para colmo, tranquilizadora. Una lástima, ya que la mejor tradición del cine de fantasmas (ahí tenemos la cita a El carnaval de las almas, obras maestra de Herk Harvey, y, presencia mediante de Barbara Hershey, una cita indirecta a esa otra perturbadora película de fantasmas que fue El ente, de Sidney Furie) no se hizo con explicaciones, sino con huecos, con pedazos sueltos, sin resoluciones. ¿Pero Wan no venía aprendiendo de sí mismo, de sus propios errores y limitaciones? Si. De hecho con todas sus falencias a cuestas La noche del demonio 2 construye mejores climas que el promedio del cine de terror actual. No obstante, en la comparación con la obra anterior del director, es un exponente pobre: la película vuelve a la tragedia original de la familia con un hijo con poderes paranormales pero esta vez, a diferencia de la primera, el problema no es él. El inconveniente mayor es que -al mejor estilo Matrix- sin las explicaciones verbalizadas la película se hace un fárrago inentendible. Y, así y todo, con explicaciones de por medio, la sensación es de hastío, como si algo molestara (nuevamente está el más allá y las conexiones entre dos planos paralelos de existencia), como si el film quisiera avanzar por un costado (el más logrado se da en la casa de los protagonistas, cuando la concentración dramática impone tiempo y espacio restringidos), pero luego opta por ramificarse por tramas laterales que resienten todo el asunto (madres castradoras, tragedias, un asesino serial, una muerta buena que da una mano, y así…) y cortan toda suspensión de la incredulidad. Tengo la ligera sospecha de que en un acto justiciero, si las tramas secundarias quedaran afuera y la película se concentrara en la relación perturbadora entre un padre extraño y sus hijos, todo funcionaría mucho mejor. Pero la metafísica irrumpe. A veces los vivos son una mejor y más acabada forma de perturbar que los muertos.
Tributos exagerados Resultó tentador para el director James Wan hacer una segunda parte de la original Insidious, donde se conjugó demonología, espiritismo y viajes astrales. Y también volver a su actor fetiche, Patrick Wilson (Josh Lambert), con quien se consagró en la imprescindible El conjuro, una película que con maestría (y sin alevosía) recurrió a hitos de género de terror de antaño. Recalculando: el cineasta malayo decidió revolver el placard de Alfred Hitchcock (Psicosis), Stanley Kubrick (El resplandor), Dario Argento (Suspiria), John Carpenter (Halloween) y su filmografía para sacar las mejores ropas y armar un pastiche cinematográfico: La noche del demonio: Capítulo 2, que: a) no asusta, b) mezcla el mundo de los vivos y los muertos (luz/oscuridad) a un ritmo inentendible, c) es una oda a sus cineastas favoritos donde, a pesar de los buenos efectos especiales, la originalidad estuvo ausente. ¿El guión? Una perturbadora imagen espectral persigue otra vez a la familia Lambert. La atención se depositará en el enigmático padre de familia (Josh), el pequeño Dalton (Ty Simpkins, lo mejor del cast) y en la difunta Elise Rainier (Lin Shaye), la justiciera medium que pasó a mejor vida por no soportar la espectral presencia que habita en la casona familiar. El fantasma de una madre atormentadora, abofeteadora y criminal o el exceso de color rojo (desde el logo del filme hasta algunas puertas y sectores de la casa), remiten al cine giallo y hacen de esta película una exageración al tributo que domina a la historia central. Sólo se destaca un siniestro personaje donde el trasvestismo -ceñido en un puntilloso vestido de novia negro- y su colección de víctimas, hacen a lo interesante. A esto sumemos que la locación es muy parecida a donde se rodó El conjuro y que Wan se empecinó en incluir, otra vez, a la pareja de nerds cazafantasmas que sólo causan gracia y le quitan seriedad a la película. Por eso, James, hay que resistirse a las tentaciones.
Un especialista del arte de producir terror El estadounidense James Wan es una gran promesa para el cine de Hollywood. Director que creó la exitosa y cuestionable saga El juego del miedo, Wan ha acumulado méritos dentro de géneros como el terror, el horror y el gore, hasta ubicarse de a poco como un nombre a seguir. Si el reciente estreno de El conjuro representó para muchos su consagración, a partir de un film de terror de corte clásico, la llegada a las pantallas de La noche del demonio: Capítulo 2 pone en evidencia que este joven director es además sumamente prolífico. Pero lejos de representar su definitivo ascenso, ambas son pruebas evidentes de lo que todavía le falta para confirmar lo que sus trabajos vistos hasta ahora apenas insinúan. Es mucho lo que estas películas, estrenadas apenas con meses de diferencia, tienen en común. En primer lugar a su estrella, el eficaz Patrick Wilson, quien tiene a su cargo ambos protagónicos, elevando a tres sus colaboraciones con el director (Wilson protagonizó en 2010 la primera La noche del demonio). Las tres películas abonan al subgénero de “familia que se muda a caserón maldito debe vérselas con entidades mal intencionadas, pero superan el trance con ayuda de expertos parapsíquicos”. Una y otra son también una muestra cabal de que Wan es, si no un hábil artista de la forma cinematográfica, al menos un aplicado copista, diestro a la hora de recrear de modo eficiente y preciso las atmósferas y estéticas clásicas. Mientras El conjuro lograba una interesante mimesis formal con los relatos de terror de los años ’70, la segunda parte de La noche del demonio lleva la cosa a un nivel de complejidad textual que hace recordar a las hipertrofiadas pretensiones narrativas de Christopher Nolan en El origen, sólo que acá la cuestión es paranormal-espiritual en lugar de metafísico-psicoanalítica. ¿Será casual que los nombres originales de ambas películas, Insidious e Inception, tengan un aire de familia? Por lo pronto puede decirse que Wan reproduce aquel juego de relatos dentro de relatos, corriendo en paralelo y afectándose unos a otros con sus acciones. Intención que ya aparecía en el primer episodio de lo que seguramente acabará siendo al menos una trilogía, pero que este Capítulo 2 lleva al extremo. Como ocurría con El origen, Wan hace alarde de virtuosismo y hasta puede discutirse si no se trata de un director cuya mirada esteticista raya el fetichismo formal. Desde lo narrativo vuelve a mostrar la solidez con la que sorprendió en El conjuro pero, igual que en ésta, el problema de La noche del demonio 2 está dado por una incapacidad para generar nuevos órdenes a partir de viejas fórmulas. Puede resumirse diciendo que Wan no cuenta nada nuevo pero lo cuenta lindo y, sí, es una forma de verlo. Pero si ya El conjuro dejaba claro que el director se quedaba al menos unos pasos más acá de sus influencias, este estreno encimado revela que tampoco logra trascenderse a sí mismo, incluyendo en esta película escenas que recuerdan a la otra. Por todo esto, James Wan sigue siendo una promesa de Hollywood, una a la que todavía le falta un golpecito de horno.
El mundo del terror, por Wan Quienes amamos el cine de terror y creemos que es un género capaz de reflexionar sobre temas interesantes y a la vez proporcionar un entretenimiento intenso, vemos en James Wan a uno de esos directores que ha sido capaz de revitalizar el género. James Wan dirigió nada menos que El juego del miedo (Saw, 2004) una gran película que luego derivó en secuelas sin tanto mérito. Pero este año sorprendió a todos con el estreno de El conjuro (2013), una de las mejores películas de terror de los últimos años. Wan sabe varias cosas acerca del género y también conoce como son las cosas en los tiempos que corren. No le es ajeno el aumento del gore ni la utilización de los efectos digitales y, con total intencionalidad, evita al máximo ambas cosas. Claro que hay sangre en el cine de Wan, pero comparado con lo que hoy se ve, El conjuro y La noche del demonio 2 marcan la diferencia. Y otra elección que hace Wan en sus películas es la de tener buenos actores. Patrick Wilson y Rose Byrne repiten sus roles, al igual que Barbara Hershey y Lin Shaye. La noche del demonio 2 retoma la historia allí donde la dejó La noche del demonio (2010) también dirigida por James Wan. A su vez, la historia vuelve al pasado para descubrir el origen del mal que persigue a la familia. Aquí, Wan construye con precisión y tranquilidad la historia, y a medida que el espectador va recibiendo más información la historia asusta cada vez más. Arma una historia compleja y como siempre brilla en la puesta en escena. Sabe que los objetos más inocentes pueden convertirse al moverse por sí mismos en un objeto de terror. Y también entiende que en el sufrimiento de los inocentes se encuentra la clave más perturbadora del género. Comparada con El juego del miedo y con El conjuro, esta película está un paso atrás. Pero los que disfrutan del viejo estilo para hacer terror, siempre encontrarán en James Wan a un director digno de seguir.
Cambiar de inmobiliaria El cine tiene estas cosas. En una misma temporada, un director puede ofrecernos una notable película como lo es la escalofriante "El Conjuro" y luego un bodrio inncesario como esta secuela de un filme que, sin ser brillante, tenía sus méritos. Otra vez una familia, la misma del filme original, con problemas en la nueva casa donde habitan. Espíritus malignos los vuelven a acosar, solo que esta vez las pobres víctimas parecen tener la clave de por qué les sucede esto. La investigación de los hechos paranormales conducen a un pasado no muy lejano, década del ochenta más precisamente; y obviamente, para hacer uso de un recurso que empieza a agotar, los investigadores se topan con reveladoras cintas de vhs hogareñas. Patrick Wilson ya es un abonado a estas historias y se mueve con comodidad, aporta lo suyo, estoico y de forma convincente. Lamentablemente el tedio domina la trama y poco se salva de un filme que no aporta absolutamente nada al género y tiene destinado la intrascendencia.
Inquietante y aterradora como la primera entrega, en esta segunda cinta el director redobla la apuesta, apelando a una enorme cantidad de sustos fílmicos, atmosferas oscuras e inquietantes, y un maquillaje escalofriante, sin necesidad de recurrir a la truculencia, algo que se debe agradecer. Sin la contundencia de EL CONJURO, pero más interesante que las típicas historias de psicópatas o falsos documentales. LA NOCHE DEL DEMONIO PARTE 2, cumple con lo que promete, tensión, horror y escenas dignas de las peores pesadillas.
Con el elenco de la primera, su cuota de seres de otro mundo, en un argumento donde no faltan los golpes de efecto para asustar al espectador, con vueltas de tuerca que por momentos confunden, pero que tendrá a su público adicto conforme. Da miedito
James Wan, el malayo mas prolífico en la historia de Holywood, nos trae la segunda parte de La Noche del Demonio. ¿Sera esta una secuela injustificada? ¿O realmente se valdra por si misma? Obi Wan Alla por el 2010, el creador de Saw nos traia una excelente pelicula de terror, Insidious, o como se la conoció acá: La Noche del Demonio. Si bien no inventaba nada, asustaba por merito propio con buenas actuaciones de su actor fetiche Patrick “Nite Owl” Wilson y de Rose Byrne, quienes mantenian el miedo a lo largo del film. La pelicula terminaba en un “cliffhanger”, pero jamas esperé una segunda parte, ya que el 99% de las películas de terror terminan asi y no todas reciben (o necesitan) una secuela. Afortunadamente Wan estuvo al mando de esta segunda parte. No solo cerró la historia y le dio una buena conslusion, sino que sorpresivamente re-inventa y re-significa elementos de la primera, por lo cual si bien no es obligatorio haberla visto, se los recomiendo enfáticamente para entender todo lo que pasa. Pensándolo mejor, SI es obligatorio verla. I’ve got you, under my skin Obviamente gente, si hago la review de la segunda, necesito hablar de la primera: Josh Lambert había ido a ese lugar espantoso, donde las almas habitan, a rescatar a su hijo. En el final lo había logrado, pero al querer volver a su cuerpo, llego por un pelin tarde. Ergo, quedó atrapado en ese otro mundo, pero alguien o algo se quedó con el cuerpo del Sr. Lambert. Así que arrancamos la pelicula con la familia feliz, pero con papá Lambert poseido sin que nadie lo sepa. Muy a las apuradas, desde el guión se resuelve la muerte de la medium Elise, y se lo saca a Lambert de la lista de sospechosos. Algo tirado de los pelos, pero funcional a la historia. De apoco en la nueva casa, no solo nos vamos enterando de las cosas que le pasaban a papa Labert de pequeño, sino que nos damos cuenta que varias entidades habitan allí, una maligna y otra no tanto, que para no spoilear nada, no les voy a decir cual es cual ni su propósito. Aun así, con todas las vueltas de tuerca de una historia que parecia cerrada y estancada, Wan le da un giro mas que interesante, cambiando todo lo antes visto de manera sorprendente, y realmente funciona, ya que a pesar de todo lo que sabíamos de la primera nos fuerza a reacomodarnos. Sobresaltos y sustos La peli asusta en los momentos justos y mantiene la tension cuando es necesario, si bien ciertos cliches del genero se presentan, Wan habilmente volantea antes de morder banquina. Ayuda muchisimo la excelente fotografia y puesta que tienen la pelicula, asi como las actuaciones convincentes ultra necesarias en un film de este genero. Los sustos estan repartidos y afortunadamente son menos los sobresaltos que los sustos. Es mas, creo que casi no hay sobresaltos, recurso que detesto en las peliculas de terror, por estafador y barato. El tipo que sabe asustar lo hace desde tu mente, metiendose en tu cabeza y haciendo crecer la tension de ese miedo. Wan es uno de ellos. Como dije previamente, se distancia de su primera parte en las vueltas de tuerca, que hacen que todo lo que vimos antes ahora tenga otro sentido. Bien por Wan! Increíblemente, esta pelicula tiene mucho desahogo cómico (recurso genialmente utilizado, porque si te hago reir, bajas la guardia y es mas faicl asustarte), en dos especie de cazafantasmas, los ayudantes de Elise, que ahora estan solos trabajando con la ayuda de un viejo conocido de ella. Sus partes son divertidas y ya volveré a ellos en el final de la review. El Pasado reinventado Una de las herramientas mejor utilizadas por Wan en esta película, es la reinvencion del pasado. Eventos que ocurrieron en la primer película, no solo cobran otro sentido si no que resignifican totalmente la primer parte, devolviendole la vida y haciendo que una segunda mirada sea no solo esclarecedora si no que ademas, nos haga ver una pelicula algo diferente. Para explicarlo con un ejemplo claro, todos nosotros despues de haber visto Volver al Futuro 2, cada vez que vemos Volver al Futuro 1, pensamos indefectiblemente en los eventos de la dos, ya que se tiñen en la uno. ¿Me explico? Con ambas Noches del Demonio, pasa algo bastante similar, por no decir igual. Tal como dije, esto realmente suma muchisimo y hace mucho mas interesante la saga, siendo uno de los puntos mas altos el prologo de la película el cual sucede durante la niñez de papá Lambert. Y es tan importante el recurso que utiliza aquí Wan, que no solo merece este parrafo aparte, sino que en cierto punto me da miedo que se empiece a utilizar indiscriminadamente. -PEQUEÑO SPOILER- El final cerrará la historia de los Lambert, pero nos dejará con una escena mas, abriendo el camino para una 3era parte sin los Lambert a la cabeza, sino que con los dos simpáticos caza fantasmas discipulos de Elise. Extrañamente, esa es una pelicula que YA quiero ver! Dudo que este dirigida por Wan, ya que dijo “estar cansado del terror”, algo que se evidencia en su decicion de dirigir Fast and Furious 7. Pero la esperanza nunca se pierde. Conclusión La Noche del Demonio 2 es una excelente secuela, que no empalidece ante su predecesora sino que incluso la embellece. Con buenas actuaciones, un guión que no brilla pero que no tiene demasiados agujeros, y sobre todo con una buena dirección de Wan, La Noche del Demonio 2, es una buena pelicula de miedo. Obviamente, les repito, no es un hito del terror, pero si tiene cosas muy propias que la hacen meritoria de ser ver por los adeptos al género. Fantasmas, entidades, niños, y cochecitos de bebe macabros. Creo que no hay nada mas que pueda decirles para que la vean, sobre todo, si disfrutaron de la primera. Es una de esas pocas películas que merece ser vista por si misma a pesar de ser una secuela, reinventa a su predecesora, y realmente suma puntos a la saga completa. - See more at: http://altapeli.com/review-la-noche-del-demonio-2/#sthash.3wbwMT5J.dpuf
Cuando se estrenó La Noche del Demonio, quedó claro que habría una secuela. Por un lado, la película fue un éxito que asustó al público y le dio alegrías (sobre todo, financieras) a sus responsables. Por otro lado, contaba con un final muy abierto, que preparó a los fanáticos para nuevos sustos. Hoy llega el capítulo 2 de esta historia, donde podremos saber cómo sigue el calvario de los protagonistas. Luego de sobrevivir a aquel episodio de espiritismo que les permitió combatir al demonio que invadió sus vidas, Josh Lambert (Patrick Wilson) se muda con su familia a casa de Lorraine (Barbara Hershey), su madre, con la idea de dejar atrás el terrible pasado y retomar sus vidas. Pero luego de aquella experiencia sobrenatural, Josh ya no es el mismo. De hecho, algo muy oscuro y letal ocupa su cuerpo. Renai (Rose Byrne), su esposa, deberá proteger a los niños de la familia, en tanto que Lorraine hará lo imposible por detener al monstruo que se apoderó de su hijo...
James Wan claramente entiende lo que hace y sabe cuándo es hora de decir basta. El malayo saltó a la fama hace casi una década atrás cuando introdujo a Jigsaw y a sus juegos del miedo, pero no se quedó en la comodidad del gore básico y las secuelas permanentes que han llevado hasta un Saw 3D, la séptima en la franquicia. A ello lo siguió con un débil uno dos en la forma de Dead Silence y Death Sentence –tengo un grato recuerdo de esta última-, dos películas del 2007 que no le hicieron mucho favor. Tres años más tarde volvió a llamar la atención con Insidious, un film de terror que tomaba distancia de los baldes de sangre y la pornotortura que había ayudado a instalar, una producción de género de bajo presupuesto y de trabajo artesano, más en la venia de la búsqueda de una atmósfera que en la del susto simplista. Como si de un patrón se tratara, tres años más tarde vuelve con dos golpes separados por cuestión de meses. Uno fue perfecto, The Conjuring, el cual le dio la chapa que detenta actualmente como una suerte de renovador dentro del vapuleado terror. Este no era fácil de seguir, menos con una secuela. El haber hecho Insidious: Chapter 2, quizás explique el por qué su próximo trabajo es Fast & Furious 7. Wan no puso distancia con su primer puñetazo y lanzó toda su potencia con el segundo, sino todo lo contrario. El Conjuro es su mejor película y La Noche del Demonio 2 padece de las comparaciones, primero porque la otra todavía sigue en cines, segundo porque no es la mejor forma de seguirla. Esto no implica que se trate de una producción pobre, de hecho es una buena secuela y eso dice mucho, pero sí palidece en relación a lo alcanzado por el director con su última entrega. Si hay algo destacable de esta realización es el hecho de sentirse como una segunda parte orgánica. La primera resultó en el film de mayor rentabilidad en el 2010, multiplicando en forma exponencial su ínfimo presupuesto, lo que llevó a una inmediata luz verde de parte del productor Jason Blum y equipo para una continuación. Si bien se dejaba una puerta abierta para una secuela, es evidente que no se trató de un simple gancho y que hubo dedicación en pensar cómo continuarla. El final fue un moño, pudo servir para cerrar en forma adecuada el paquete o como una invitación a desenvolver una nueva historia, algo que marca una llamativa distancia respecto a la franquicia Paranormal Activity creada por Oren Peli -que casualmente es productor aquí-, con la cabeza igualmente puesta en la recaudación pero con menos esfuerzo en materia de guión. Insidious: Chapter 2 funciona. El trabajo artesanal que se le destacó a Wan todavía está presente, en un film más atmosférico que de miedo. Una continuación directa de su antecesora -inicia su derrotero minutos después que el fin de la otra-, se recuesta mucho sobre ella y por momentos la recrea literalmente. Empieza el juego con una historia de corte más "realista" que la que se presentó en la primera -no hay una entidad demoníaca como en aquella- y abre varios frentes para tratarla de forma coherente en el ámbito temporal en los que está inserta. Así evita caer en una mera repetición de la fórmula, con el abordaje de un argumento con tintes de suspenso para dar cuenta de qué es lo que en verdad ocurre con estas proyecciones de las que la familia Lambert es víctima. Es cierto que el guión de Leigh Whannell goza de una rigurosidad nula en lo que se refiere a lo policial, con la improbable resolución de un caso de décadas de antigüedad en forma inmediata. Pero es un ejercicio que se agradece si se tiene en cuenta que la alternativa sería un calco de la primera parte, con una simple inversión de los roles entre padre e hijo para ver quién es el que rescata y quién es el rescatado. La película no depende exclusivamente de las actuaciones de Rose Byrne y de Patrick Wilson, dado que los secundarios cobran mayor protagonismo y se convierten en partes fundamentales, haciendo mover la trama por su propia cuenta. El núcleo duro de la familia Lambert por un lado, la proyección de Josh en el otro mundo y los investigadores de lo paranormal junto a Barbara Hershey, cada grupo conduce su etapa de la narración. Este avance en tres caminos diferentes debilita el resultado final, tras una llegada a destino que se siente gastada a diferencia de lo que hubiera sido una narrativa más compacta. Ocurre que durante buena parte de su metraje, el espectador está frente a dos o tres historias diferentes y en apariencia totalmente desconectadas. Este desconcierto eventualmente llega a buen puerto, cuando se evidencia que todo -incluso los eventos de la primera- estaba en relación. Pero el recorrido a los tumbos, las repeticiones respecto a la anterior y la idea de que se ha llegado a una suerte de techo creativo, son suficientes como para creer que el paso de Wan hacia la acción rápida y furiosa es una decisión acertada.
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Un mal espíritu del más allá Todo empezó en la primera película de esta saga y ahora sigue con Josh Lambert (Patrick Wilson) y Renai Lambert (Rose Byrne), los padres de los chicos, que trataron de volver a traer al mundo a uno de sus hijos, Dalton (Ty Simpkins) y su regreso resultó complicado. Claro, el padre se metió en una misión astral y logró rescatar a su hijo del más allá, que se muestra como trastornado y encima regresa a la Tierra, acompañado por una extraña y maléfica presencia. El chico Dalton tiene poderes paranormales y siempre está viendo algo o imaginando cosas. Como el espíritu malo que vino del más allá parece no gustarle a Dalton, comienza a hacerle un poco la vida imposible. El caso es que todos se van a vivir a la casa de la abuela, donde pasa de todo, muebles que se mueven, ancianas misteriosas que deambulan por la casa, sonidos extraños. JUEGO DE DADOS Lorraine Lambert (Barbara Hershey), la joven abuela, trata con un tal Carl (Steve Coulter), que en un momento intentaba solucionar problemas parapsicológicos usando dados a la manera de la temible tabla Ouija. El hombre fue compañero de una médium, cuya muerte se le atribuyó a Josh Lambert. El caso es que todo se muestra cada vez más complicado y pleno de reiteraciones y sucesos inverosímiles, más las alusiones a películas como "Psicosis" y "El resplandor". Los contratiempos se suceden y el filme, atractivo y con buen ritmo, comienza a desbarrancarse en su segunda parte. El relato se vuelve confuso, los personajes asumen actitudes poco serias y se intensifican las complicaciones. Lo que en el comienzo se mostraba como ingenuo y de suspenso, luego se transforma en reiterativo y muy violento. Y el final no resulta tan atractivo como se suponía. Actores correctos, entre ellos Renai (Rose Byrne), Lorraine (Barbara Hershey), la abuela sumergida en este aquelarre de transformaciones clase B, niños travestidos y miedos varios, traídos de la mano del malayo James Wan, el mismo de "El juego del miedo". En síntesis, un filme con interesante efectos sonoros y un buen acompañamiento musical.
James Wan deberá replantearse eso de dejar el cine de terror. Nacido en Malasia, este joven de 36 años asomó la cabeza en el Festival de Sundance de 2003 con la celebrada El juego del miedo y acaba de generar mucho revuelo con las cifras de taquilla de su nueva película: La noche del demonio 2 , continuación de una historia que vuelve sobre los repetidos tópicos de las casas embrujadas y los fenómenos paranormales y se transformó en la película de terror de bajo presupuesto más exitosa en lo que va de 2013. Wan -quien manifestó su intención de alejarse del terror por un tiempo- ya había sacudido la taquilla este año con El conjuro , el drama de otra familia que experimenta una serie de fenómenos extraños tras mudarse a una casa en las afueras de Rhode Island: recaudó más de 240 millones de dólares desde su estreno, el 19 de julio. No hay demasiadas marcas autorales en el cine de Wan, sino más bien un revival del cine de terror de los 70 con los viajes astrales y las apariciones demoníacas como condimentos ideales para apuntar al corazón de un audiencia de espíritu adolescente. Quien normalmente debería proteger a la atribulada familia Lambert del acoso de seres malignos, el hombre de la casa, Josh (Patrick Wilson), está ahora tomado por un espíritu, lo que complica sensiblemente las cosas. La apelación a un trauma del pasado de Josh para explicar ese asunto es una vuelta de tuerca remanida y bastante tosca. Uno de los problemas más notables de las dos partes de esta saga -que ya tiene un tercer capítulo confirmado por el propio Wan- es la desconfianza en la inteligencia del espectador. Se trata de guiones con muchos giros, pero, en el fondo, bastante ramplones. Y aun así, siempre aparece un personaje que declama un pequeño resumen argumental, por si nos distrajimos con el pochoclo. Wan ha declarado que David Lynch es una de sus referencias más importantes, pero su cine cree más en los golpes de efecto que en el poder de sugestión. Ahora trabaja en la séptima parte de la franquicia Rápido y furioso , lo que ratifica esa inclinación por el cine apoyado en el alto impacto. No sobran las novedades en el cine de terror norteamericano. Al menos en el que llega a las salas tradicionales de la Argentina.
"La noche del demonio 2" no renueva los tópicos del género de terror, pero resulta una película diferente. Si hubiera que definir a La noche del demonio 2 con una frase promocional, podría decirse que es una de las películas de terror más ambiciosas del año. En la magnitud de esa ambición residen su mayores virtudes y defectos. Pero antes de empezar la contabilidad positiva y negativa, hay que destacar que el director es James Wan, el mismo de El conjuro, un referente del cine de terror, que ya había dirigido la menos afortunada primera parte. En esta nueva entrega, que empieza justo donde terminaba la primera, Wan se redime de los errores narrativos y dramáticos más obvios que había cometido en la anterior. Sin embargo, en vez de simplificar la intriga, lo que hace es complicarla y no reprimir nada de su particular poder imaginativo. La familia Lambert sigue siendo acosada por espectros, aunque ahora de una forma mucho más íntima, ambigua e insistente, y la única manera de librarse del mal que los atormenta es descubrir el origen de tanto odio, para lo cual será necesario una serie de peripecias en las que el tiempo y el espacio se distorsionan y la realidad adquiere la complejidad de un laberinto. En ese proceso, la historia se vuelve coral, y casi todos los personajes tienen un rol significativo, incluso el dúo de cazafantasmas que aporta una mezcla de humor negro y bloopers a la oscura atmósfera dominante. El resultado no es sólo un homenaje a clásicos como Alfred Hitchcock, John Carpenter o Dario Argento, sino también la postulación de un mundo donde los muertos están muy cerca de los vivos. La representación visual de esa distancia mínima entre humanos y fantasmas combina imágenes que parecen extraídas de una colección de cuadros surrealistas y de una sesión de espiritismo victoriana. Más allá de que esté lejos de renovar los tópicos del género, Wan tiene una imaginación inagotable para realizar esa operación alquímica que consiste en convertir algo familiar en siniestro. Así, un andador de bebé, una caballito de madera o un teléfono armado con dos latas y un hilo se cargan de una vida amenazante. Es probable que la gran cantidad de elementos que se ponen en juego en La noche del demonio 2 resulte confusa. No obstante, se trata de una confusión justificada, que respeta su tema incluso cuando se ríe de él. Es que la risa no espanta a los fantasmas y cerrar los ojos (como sucede al final con un primer plano alegórico de los ojos de Patrick Wilson) sólo significa que el terror no se agota en lo que vemos ni en lo que dejamos de ver.
El original asustaba más y mejor "La noche del demonio" era una muy buena película de terror de James Wan, quien ya había lanzado la franquicia truculenta de "El juego del miedo" y este año mostró su mejor trabajo, la muy superior "El conjuro". Con "La noche del demonio 2", Wan muestra cómo puede arruinarse un film original por hacerlo interactuar con su secuela, totalmente innecesaria en términos narrativos pero evidentemente conveniente desde el punto de vista del negocio. Es que la primera película terminaba de manera redonda y convincente, y esta secuela que empieza a retomar las cosas desde aquel momento, sólo logra que el espectador recuerde la anterior perdiéndole el respeto. En el original, el pequeño Dalton era perseguido por un horrible espíritu del Más Allá, ya que el niño tenía el don de poder viajar a un curioso limbo entre nuestro mundo y el de los espíritus. Pero ahora el que es perseguido es el padre, un tipo de víctima de los espíritus mucho menos frágil y por lo tanto menos interesante. Por otro lado, la presencia de flashbacks y de absurdas imágenes de ese limbo fantástico no ayudan a mejorar este segundo film que, de todos modos, presenta algunas buenas imágenes sobrenaturales y, sobre todo, los sustos que el director sabe aplicar muy bien, aunque en esta ocasión están más aislados y muchas veces rodeados del golpe de efecto de la típica película de terror sin mucha imaginación.
Desde el más allá… Apenas unas semanas luego del estreno de El Conjuro (The Conjuring, 2013), hoy James Wan nos entrega su tercera película consecutiva centrada en presencias sobrenaturales. Reproduciendo el camino de perfeccionamiento formal que atravesó su primera trilogía, aquella compuesta por las maravillosas El Juego del Miedo (Saw, 2004), El Silencio de la Muerte (Dead Silence, 2007) y Sentencia de Muerte (Death Sentence, 2007), en esta ocasión el malayo aplica su perspicacia a La Noche del Demonio 2 (Insidious: Chapter 2, 2013), consiguiendo la proeza de construir una secuela superior a la original y alzándose con el mejor opus de su obra reciente, esa que le ha ganado tantos elogios a nivel global. La trama comienza en el mismo punto donde finalizó el capítulo anterior, con la entidad maligna alojada en el cuerpo de Josh Lambert (Patrick Wilson) y la familia del susodicho desconociendo la situación. A partir de allí, el film paulatinamente ofrece dos frentes narrativos que -por supuesto- se encontrarán en un desenlace a pura pirotecnia: por un lado tenemos la investigación acerca de la identidad del espectro causante del martirio, y por el otro está el típico “deja vu” de toda continuación que se precie de tal, sustentado en puertas movedizas, sonidos extraños, conductas espeluznantes por parte de los personajes y una amplia gama de bellos electrodomésticos con un funcionamiento por demás “irregular”...
Visitas del más allá Una casa deshabitada, un hospital abandonado, un vestido de novia negro, un padre poseído, música escalofriante, fantasmas, muñecas y una visita al más allá forman la fórmula exacta para que una película de terror sea buena. Con la dirección de James Wan (“El conjuro”), la segunda parte de “La noche del demonio” es una de las películas de terror mejor logradas de los últimos cinco años. Los momentos de tensión constantes signados por posesiones y embrujos hacen que sea una película perfecta para disfrutar del buen cine de terror sin abusar de la sangre ni de los efectos especiales. Durante los 105 minutos de la película, el espectador está aferrado al asiento, con el corazón latiendo a mil por hora y por momentos, hasta cerrando los ojos por miedo a lo que está por verse. Es así, porque este filme cuenta la historia de una familia que lucha desesperadamente por descubrir un terrorífico secreto que los dejó peligrosamente conectados con el mundo de los espíritus, que necesita la energía de los vivos para alimentarse. Una película que se mueve en el thriller y el terror con una excelente fotografía y muy buenas actuaciones, donde las maldiciones son las verdaderas protagonistas.
Esta producción es un muy buen ejemplo de lo que la jerga popular llama “la magia del cine”. Para poder justificarlo voy a recurrir a la crítica que realicé de la primera parte de “Insidiuos”, también dirigida por James Wan, no hace mucho tiempo, en mayo de 2011. En el final de la nota decía que….” La tercera vez, ya fue una sensación de horror, y es cuando el filme termina dejando abierta la posibilidad de una segunda parte”…. Situación y profecía que, a las pruebas me remito, se ha cumplido. Pueden llegar a vislumbrarse varias razones, la principal a mi criterio es que el éxito comercial dio rienda suelta a los productores a continuar, y de ser posible establecer una franquicia, del mismo modo que James Wan iniciara con la deplorable saga de “Los Juegos del Miedo” en el 2004, para llegara con la de próximo estreno a la octava. Digo yo, ¿no es demasiado?, o ¿no se cansan de filmar tanta basura? Parece que el dinero manda, ¿no? Al principio hablaba de la magia del cine. Algunos trucos son indescifrables, otros no tanto, la magia aquí se instala al promediar la narración y se refrenda al finalizar la misma. Esta segunda entrega no es tan mala como la primera, lo que no quiere decir que sea buena. Tiene como diferencia sustancial con la primera parte es que en esta continuidad no se repite la idea de la residencia embrujada, no lo hace, no lo puede hacer, ya que al finalizar la primera Josh Lambert (Patrick Wilson) se muda con su familia al hogar de la infancia donde vive su madre, junto a su mujer y sus hijos, razón por la cual el demonio no habita la casa sino el cuerpo de alguno de ellos. Entonces el filme se construye más cercano al terror psicológico que al físico, en eso gana aunque no deja de utilizar presencias fantasmales e imágenes no muy identificables pero si aterradoras. Todo debe tener un principio y esta historia lo encontrará en la década del ‘80, la época de la infancia, a la postre no tan feliz, de Josh, intento tan trillado que el sólo hecho de presentarlo genera fastidio, sobre todo por la torpeza narrativa con que la presentan, nada queda en la generación de la duda. El simple suspenso, el miedo, se provoca únicamente por los abruptos efectos sonoros que producen sobresaltos en los espectadores, pero que nada agrega al género, sólo estamos ante una película que regresa a algunos momentos del relato original, explorando, si se quiere, el otro lado de la historia. Cuando los Lambert habían dejado atrás a los demonios que acechaban a su hijo, la calma dura tan sólo unas cuantas horas… al parecer algo del más allá está en nuestro mundo, en especial en alguno de sus cuerpos. Dentro del rubro de la actuación es buena la performance de Rose Byrne como Lorraine Lambert, la esposa de Josh, al mismo tiempo es loable el esfuerzo de Patrick Wilson por darle credibilidad a la dualidad de su personaje, el bueno y amoroso esposo y padre de familia en contraposición al malvado poseído por el demonio, claro que con mucha ayuda del muy buen maquillaje, la buena dirección de arte, destacándose la fotografía aunque tampoco aporta nada nuevo al rubro. Por otro lado, la otra variable de la magia del cine se produce en las actuaciones o más específicamente en las actrices, ya que, y vuelvo al texto de la critica anterior donde decia...” El pánico se apodero de mi en el segundo momento, y es cuando pude percibir el daño irreversible que el tiempo le había provocado a la otrora bella Bárbara Hershey”…. En esta nueva parte, dos años más tarde, la ex bella señora hasta parece más joven que en la anterior, muy poco tiempo de filmación entre la una y la otra, es la magia del cine, o con el dinero de la primera se le pago al cirujano plástico. La verdad es todo esto poco importa y nada, como la sensación que me produjo ver este subproducto del terror. Lo dicho, no es tan mala como la primera.
Quesadilla en lo profundo de la noche El conjuro fue una de las grandes sorpresas de este año: la consagración absoluta de un director que había comenzado su carrera con una película muy mala, que por poco destruye el género de terror (El juego del miedo, obviamente) y que fue creciendo película a película hasta culminar en uno de los mejores exponentes del cine de terror de los últimos tiempos; un film que remitía al mejor cine de los setenta pero que no tenía nada que envidiarle a este. El gran problema de haber llegado a semejantes alturas, y que lo haya hecho de forma progresiva, es que ahora todos esperan que Wan siga superándose a sí mismo. Y Wan, arriesgado él, no tuvo mejor idea que estrenar esta secuela de su gran película de 2010 inmediatamente después de El conjuro. Y no, La noche del demonio 2 no es la obra maestra que es El conjuro. Pero ese es su principal encanto: resulta evidente que Wan no intenta en ningún momento hacer una película del nivel de sofisticación y cuidado que tiene El conjuro. Aquí, Wan renuncia por completo a la seriedad y la gravedad setentistas de El conjuro y nos entrega una obra deliciosamente pulp. La noche del demonio 2 es algo así como el rip-off italiano (o la típica “falsa secuela italiana de película americana”) de su primera parte que, si bien tenía algo de comic relief por el lado de dos personajes que reaparecen en esta película, estaba más cerca del clima seco y la sensación de amargura y desesperanza que El conjuro explota hasta las últimas consecuencias. En La noche del demonio 2, Wan no se toma nada en serio: como muestra, basta mencionar que en una escena, y por cuestiones que no vale la pena mencionar, un personaje que está haciendo atacado por otro (poseído, él) se pone a gritar: “¡Quesadilla! ¡Quesadilla!”. Wan se divierte y da rienda suelta a su cinefilia de una manera mucho más brutal, disparatada e in your face que en el resto de sus films: es una película exploitation orgullosa y consciente de serlo, y amalgama escenas y líneas argumentales de montones de obras que marcaron a Wan: el espíritu de Psicosis y sus clones sobrevuela toda la película en forma de subtrama de asesino serial travestido (vestido de “novia vestida de negro”: ¿Hitchcock/Truffaut?), pero el realizador también mete muchos elementos del terror italiano (hay un hermoso flashback salido directamente de un giallo, y Wan se preocupa tan poco por nimiedades como “el guión” y “la progresión dramática” como Lucio Fulci y Dario Argento) e, incluso, en un momento, decide convertir su película en Volver al futuro 2. La noche del demonio 2 es un tour de force psicótico en el que Wan se permite divertirse, jugar, distenderse, arriesgarse (para a veces fallar, por qué no), y resulta llamativo cómo el tipo fue capaz de hacer, el mismo año, una película como El conjuro, un “cuentito bien contado” en el que se tomaba su tiempo para construir el suspenso y presentarnos unos personajes con los que podíamos sentir empatía, y esta, una película que se mueve a velocidad rayo, que no para nunca, a la que no le importa nada: dos películas que resultan irresistibles por razones totalmente opuestas.
La memoria de la muerte El caso de James Wan puede ser desconcertante. Rodrigo Seijas ya volvió sobre su trayectoria al analizar otro estreno de este año bajo su dirección, El conjuro, mencionando sus numerosos y bruscos cambios a lo largo de su filmografía. Y digo desconcertante porque no deja de resultar llamativo cómo de El juego del miedo, paradigma del torture porn y el gore, se llegó a La noche del demonio, El conjuro y ahora La noche del demonio 2, películas con una estética completamente distinta. Puestas en escena clásicas, con atmósferas y climas sobrecogedores, planos largos y descriptivos y tramas volcadas al desarrollo de una línea argumental, antes que en el golpe de efecto que la subviertan, hacen que quizá estemos ante un sólido referente del cine actual. El “quizá” reside en la irregularidad, aunque en cada uno de sus films -incluso en los peores (y aquí pienso inmediatamente en Sentencia de muerte)-, hay atributos para pensar que Wan ya se ha ganado un lugar entre los cineastas más respetables de la actualidad. Si bien con La noche del demonio 2 no termina de redondear lo mejor que tenía la primera parte o El conjuro, no deja de tener elementos que confirman una prolija línea que provocará más de un susto en el espectador. La noche del demonio 2, o Capítulo 2, es una secuela con todas las letras. No vayan al cine si no vieron la primera, porque mantiene y profundiza los lineamientos de la aquella, continuándola desde el primer minuto en que terminaba, expandiendo su mitología. En el afán de hacerlo, sin embargo, se torna sumamente caótica, en particular cuando se aleja del núcleo protagónico de la primera entrega. Pero no porque los personajes integrados por el simpático dúo de expertos en energía paranormal fallen, sino porque toda la subtrama de búsqueda a una explicación de los hechos acontecidos en la primera entrega es desordenada, confusa, y se termina resolviendo de una forma brusca a partir de una trama detectivesca infantil. Esto no quita alguna puesta en escena elegante y perturbadora que demuestra la habilidad del director: el ingreso al hospital abandonado o la mansión abandonada de Parker tienen momentos aterradores (en particular por la figura de la madre) que nos llevan a cuestionarnos una y otra vez qué sucedió allí. El problema reside en que una vez que tenemos la respuesta, el suspenso no es tan inquietante y este nuevo giro con la trama que se venía desarrollando de la primera película requiere, entre otras cosas, una serie de explicaciones cada vez menos convincentes que debilitan el conflicto central. Sin embargo, y a pesar de un relato más débil que la primera o la superior El conjuro (repitiéndose Patrick Wilson, a esta altura un actor fetiche de Wan junto a su colaborador y amigo Leigh Whannell), hay en los climas de esta entrega una estética más cuidada que tiene mucho de maestros como Darío Argento: la dosificación del rojo, las líneas de fuga en el encuadre hacia puntos de tensión y planos largos que siguen a los personajes hasta perderse en un rincón oscuro, son algunas de las marcas identificables tanto en esta como en la primera parte. Si bien es más endeble que las últimas dos películas de Wan, La noche del demonio 2 es un estreno que deja sin embargo la sensación de ser insólitamente novedoso. ¿Quién iba a decir que la estética de los ´70 podía verse tan renovadora?
Hay que decirlo sin vueltas, este es el año de James Wan. El director malayo se encuentra en la cresta de la ola, luego de un puñado de films de género en su haber, dispares entre sí (entre ellos el inicio de la exitosísima saga El juego del miedo), arrancó la mitad del año consiguiendo la sorpresa de realizar uno de los films de terror más taquilleros de la historia, El conjuro, y no solo eso, sino que con el mismo se compró tanto al público como a la crítica general y especializada – tengo que reconocer a esta altura que para mi está algo sobrevalorada –. No bastándole eso, en plena promoción de la película que viene a cuestión de esta reseña, lloviéndole las ofertas para hacer lo que quisiera en el género, anunció que no hará más películas de horror, ubicándose nuevamente en boca de todos. Y ahora, para rematar, y quizás retirarse con gloria, logró repuntar otra de sus películas éxito de taquilla pero que dividió las aguas desde el principio, hablamos de La Noche del Demonio. En efecto, nadie (o pocos) podrán decir que este “Capítulo 2” es un mal film, ¿y cómo lo logra? Al igual que en El Conjuro (a la que le debe mucho y esta a su vez le debía mucho al primer capítulo de La Noche...) retomando el espíritu clásico. Todo lo que estaba en Insidious vuelve a estar presente, los mismos personajes, el mismo clima, sólo que esta vez se ha pulido, y, por ejemplo, ya no existe esa inclinación hacia la autoparodia. La historia es simple, muy simple, los Lambert se mudan de casa, intentan dejar atrás los hechos previos (inmediatamente anteriores al comienzo de esta) pero nuevos sucesos los vuelven a acosar y esta vez tienen que ver con traumas del pasado, de la niñez. El calvario vuelve a empezar y esta familia parece no tener paz entre las apariciones, las cosas que se mueven, y los propios miembros que actúan de manera extraña. Ahí aparecerán el resto, la médium muerta que los ayudará desde el más allá, los cazafantasmas (que esta vez se comportan), y la madre de Renai. Los sustos están por todos lados, se mezcla la posesión, con los fantasmas y las casas embrujadas, y el resultado sale airoso gracias a un clima in crescendo que nunca decae ni da respiro. Con algo más de presupuesto que la primer entrega, si aquella recordaba a Poltergeist, Amityville o House, esta recuerda a sus secuelas (sobre todo a las dos primeras) y hay guiños para los fanáticos y atentos de este tipo de películas. Patrick Wilson, Rose Byrne y Barbara Hershey (que sigue recordándonos que actuó en El Ente) estan a la altura de la circunstancia y cada uno hace suyo su rol. Hay una fotografía, una edición, y efectos sonoros que ayudarán en la creación de clima, a la idea sigilosa del asunto. La Noche del demonio: Capítulo 2, como su antecesora, es un film menor, pequeño, que no busca sorprender ni traer un aire nuevo, pero que asusta, y en buena ley, aunque aún queden algunas cosas por limpiar. Para los adeptos, hay expectativas de continuación, habrá que ver si sigue el legado de aquellas ochentosas y retoma desde una nueva historia
Wan direction. La Noche del Demonio 2 (Insidious: Chapter 2) es la secuela directa del sobresaliente filme de James Wan de 2011. El director terminó de afianzarse este año en el género de terror con El Conjuro (The Conjuring), uno de los mejores filmes del año y por estas razones este estreno, era más que esperado para cualquier amante del género. Era claro que difícilmente se pueda estar a la altura de tales expectativas en una secuela y ciertamente este nuevo filme del director malayo no lo está, sin embargo, con aciertos y errores, Wan continúa imponiendo un sello que no sólo lo destaca sino en el cuál parece moverse muy cómodamente (tal vez demasiado). La película comienza con un flashback que muestra el incidente durante la infancia de Josh Lambert que desencadenará la posterior tragedia que su hijo Dalton sufre en el primer film. Ese flashback funcionará como un preámbulo de esos a los que el director nos tiene acostumbrados y luego de los créditos la narración se ubicará horas después del final de la primera entrega para mostrarnos que el problema definitivamente no fue resuelto aún. Uno de los factores que hacen funcionar al film es esta decisión de retomar los hechos inmediatamente después del final del film anterior y hacerse cargo de eso generando una narración unida de manera estrecha con los sucesos del film anterior. De esta manera Wan puede jugar con referencias, cerrar situaciones que si bien eran poco importantes quedaban abiertas en la obra del 2011 y mantener la atmósfera opresiva desde el comienzo del relato. La película se siente de principio a fin como otro capítulo de aquella y esto la diferencia del noventa por ciento de las secuelas del género en este último tiempo. James Wan filma muy bien, de eso no caben dudas, sus movimientos de cámara y la fluidez que logra con el montaje son fantásticos y esta película que está más lejos del suspenso de la primera y más cerca de la fantasía aventurera hace resaltar más estas características. Sin embargo, los diálogos se vuelven constantemente explicativos y eso rompe bastante con la armonía de films anteriores del director. Esos diálogos además se suman a que en este film la dirección de actores del realizador (otro de sus sellos dentro del género) no tiene solidez. Wan parece estar tan consciente de las debilidades de esta entrega que incorpora la comedia cuando avanzado el metraje el film comienza a perder fuerza. De esta manera logra no aburrir pero para esa altura el clima ya se había perdido y esto se debe a que los responsables se preocuparon más por abrir la posibilidad de explotar la franquicia no sólo a una tercera sino a tal vez más que en realizar una obra bien construida. La Noche del Demonio 2 muestra las virtudes del realizador pero también es una señal de alerta que debe tomar para intentar no acabar sus recursos o no agotar a la audiencia con los mismos.
Repetición de los tópicos del terror El cine de terror se ha convertido este año en una plaga para Bahía Blanca. Mientras los filmes europeos estrenados en Buenos Aires llegan a cuentagotas, los de este género se exhiben puntualmente en nuestras salas, tengan o no espectadores. Si es cierto que el cine de terror suele florecer en épocas de crisis de valores, esa reiteración de títulos debería comenzar a preocupar. La noche del demonio 2 es la secuela de una película de igual título estrenada en mayo de 2011. Ambas fueron dirigidas por el malayo James Wan, también autor de la primera entrega de El juego del miedo y productor de todas las restantes de esa saga. Este año estrenó El conjuro, un revival del cine de terror de los años setenta y hasta ahora resultó lo mejor de su producción. Wan retoma a los mismos personajes: el profesor Josh Lambert, su esposa Rainier, quien es pianista y compositora, y sus tres hijos. También aparecen la abuela Lorraine, el investigador de casos paranormales Carl Specs y dos cazafantasmas, monigotes con más miedo que coraje. El centro de las acciones es la misma casa a la que los Lambert fueron a vivir en la versión anterior, donde de noche se recortan amenazantes siluetas fantasmagóricas. El punto de partida es el trauma que Josh sufrió de niño, en 1986, que en esta historia lo convierte en un ser que se mueve entre la tierra y el "más allá". Specs convoca a la difunta Elise y las indicaciones que surgen de sus dados lo llevan, a él y a los cazafantasmas, hasta un hospital abandonado, supuesto epicentro de crímenes atroces. Y es en esta instancia donde emerge la terrible figura de una madre castradora, que tortura a su hijo obligándolo a vestirse como una niña y a identificarse con el nombre de Marylin. ¿Los autores se habrán copiado de un caso criminal, actualizado hace escasos días, ocurrido en un campo de nuestro país, donde el asesino asumió (y aún conserva) el mismo nombre? En el contexto de la historia, un personaje aclara que "no es la casa la que está embrujada y maldita, sino una persona". Y esa es la cuestión clave de este pastiche fílmico, que repite con escasa originalidad todos los tópicos de este subgénero del cine de terror. Hasta se podría afirmar que esta película y aún más que la primera versión, es una suerte de pararrayos de ideas ajenas, robadas de películas de Hitchcock, del italiano Darío Argento y de filmes que tuvieron cierto éxito como Poltergeist o Los Cazafantasmas. Y aunque Wan hace alarde de cierto virtuosismo formal, el resultado deja abierta la sospecha de que al director se le mezclaron algunos actos, en vista de la complejidad de la historia y la dificultad para aprehender su desarrollo. Sin embargo, Wan prefiere siempre los golpes de efecto antes que una narración coherente. Encima, ha llegado a decir que quiere abandonar el cine de terror. Viendo esta segunda entrega, parece una buena idea, y digna de ser imitada, también por los espectadores cuando se trata de productos de tan baja calidad, como esta propuesta fílmica.
Después de una verdadera joya como El conjuro, James Wan está bien establecido como un director importante del género terror. Esta secuela de La noche... es más convencional que su film anterior, pero igualmente efectivo. Wan tiene eso que se necesita tanto en el terror como en la comedia: timing justo para que el cuerpo del espectador responda a la emoción. Un notable film de fantasmas donde, nuevamente, la cuestión de la familia es el núcleo alrededor del cual se teje la amenaza.
Insidious: Capítulo 2 es un filme terrible. La única explicación posible es que un grupo de alienígenas abdujo a James Wan y Leigh Whannell mientras dormían, y los reemplazaron por un par de clones descerebrados y carentes de talento. Es increíble la manera en que embarran la historia y, si bien Wan aún puede generar algunos sustos en una mañana de resaca post-borrachera, lo de Whannell es sencillamente imperdonable. Toda la trama de Insidious: Capítulo 2 resulta rebuscada y mal cocinada, con el agravante de que las cosas se ponen peor - en el sentido más estúpido de la palabra - cuando llega el climax. Quizás otra gente - en especial el espectador ocasional - no note ciertos detalles y resulte mas clemente con el filme pero, para mí, Insidious: Capítulo 2 está llena de aspectos distrayentes y mediocres. El primero es que usaron la misma casa - obviamente redecorada - de El Conjuro; las paredes decrépitas y resquebrajadas de la casona setentosa de aquel filme han sido camufladas con mediocre papel tapiz, pero los ambientes, las puertas, y hasta los ángulos de cámara resultan iguales. Para colmo el filme arranca con un flashback en los años 80, con lo cual la sensación de deja vú es aún más fuerte. El segundo aspecto - que sí es imperdonable - es que el teaser (la secuencia pre créditos) tiene un nivel actoral que apesta, y eso ya hace que el filme arranque con mal pie. Hay barbas postizas demasiado falsas, y hay una chica que hace de la versión joven de la medium, la cual actúa como si fuera una obra de teatro infantil. A esto se suma que los supuestos sustos de la secuencia flaquean y resultan predecibles. Pero el gran problema con Insidious: Capítulo 2 es que se siente un desgano generalizado en todos sus aspectos: abundan las malas actuaciones - en especial Patrick Wilson, el cual es un intérprete bastante limitado y que aquí tiene la obligación de llevar la película sobre sus hombros -, las secuencias recicladas (provenientes de otros títulos de Wan como la primera Insidious o El Conjuro), y las conclusiones traídas de los pelos. Da la impresión de que todos estaban cansados y escribieron de apuro una película sin poner algo de empeño en revisar el libreto, como si tuvieran que cerrar alguna obligación contractual que pesaba sobre ellos. Por ejemplo el guión no genera espacios para crear algo de clima, sino que prefiere disparar una escena de shock tras otra, con el agravante que ninguna de ellas funciona demasiado. Todo esto me hace acordar a alguna de las entregas de la saga Scary Movie, la cuales se creen graciosas pero abundan en chistes malos y los disparan de una manera interminable. Al menos Wan logra meter algún bocadillo efectivo en el medio - los encuentros de Rose Byrne con la mujer fantasma, o la incursión en el hospital abandonado - pero, por otra parte, es malo dirigiendo actores y aquí hay momentos en que las perfomances bordean lo ridículo: sea Wilson haciendo de loco, o la mujer fantasma al momento de volverse amenazante. Para colmo el filme abandona la idea de que el más allá está habitado por demonios, y prefiere embarrarse con la idea desgastada de un asesino serial intentando reencarnarse, para lo cual ensaya una explicación realmente poco convincente. Todas las secuencias que intentan explicar la locura y el pasado tortuoso del villano resultan mas patéticas que amenazantes y, para colmo, todo el conflicto debe resolverse con un nuevo viaje al mas allá... el cual era el aspecto menos efectivo de la primera Insidious. Yo escribo estas líneas con profundo dolor, simplemente porque James Wan (y, por qué no, su socio Leigh Whannell) es uno de mis ídolos, y creo que es el único gran maestro del terror que existe en la actualidad. Desde Saw, el Juego del Miedo hasta El Conjuro, pasando por la primera Insidious y Silencio Desde el Mal, todos sus títulos e me han hecho pegar enormes repingos en la butaca, lo cual es muchísimo más efectivo que 100 películas juntas de la última camada del cine de terror. En todo caso, Insidious: Capítulo 2 es un paso fallido de esta dupla de creativos, pero ello no tiene por qué marcar una tendencia definitiva. Wan ha anunciado que no volverá a rodar filmes de terror (quizás porque vió lo horrible que era éste) y se metió de lleno con el caótico rodaje de Rapidos y Furiosos 7, el cual fue torpedeado por el sorpresivo fallecimiento de su protagonista Paul Walker. Ojalá recapacite y vuelva al género que más reconocimiento le ha dado, y crucemos los dedos para que sea un regreso con gloria. Porque aquí se ha despachado con un filme mediocre, el cual termina por estrellarse sobre el final y de la peor manera posible... algo que resulta indignante si uno considera los quilates de todo el talento involucrado. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/insidious-2.html#sthash.IqJvh7JT.dpuf