Maraña de ocupación Dos de los problemas centrales del cine mainstream norteamericano contemporáneo son la falta de variedad y las buenas intenciones que quedan en nada: el primer factor tiene que ver con la paranoia con respecto a la piratería y el fetiche para con el marketing segmentado -y a la vez con pretensiones cada vez más masivas- de los grandes estudios y productoras, quienes por cada tanque de nuestros días -en especial esos bodrios de superhéroes- dejan de hacer diez films que podrían sabotear un poco la uniformidad, y el segundo ingrediente está relacionado con cierta incapacidad paradigmática de esta etapa en lo que atañe a redondear historias con peso propio, que no resulten derivativas y que permitan -desde lo narrativo intrínseco pero también desde el discurso de fondo- un desarrollo mínimamente complejo, con carnadura, aprovechando los eventuales estereotipos en vez de sólo depender de ellos. Un claro ejemplo de buenas intenciones desperdiciadas es la película que nos ocupa, La Rebelión (Captive State, 2019), una de las experiencias más frustrantes que haya entregado el cine de ciencia ficción reciente: la obra respeta las historias de invasión extraterrestre pero apuesta a una dinámica coral y una metáfora de “país ocupado” símil resistencia/ cómplices locales; planteo general de lo más ambicioso que hasta se agradece que sea de izquierda ya que incluye una denuncia de las mentiras estatales, el aparato de represión montado, el hambre en las calles y la vigilancia constante desde los engranajes del poder, siempre dispuestos a desmantelar cualquier indicio de rivalidad o célula de oposición social mediante esas tradicionales estrategias de manipulación masiva o la infaltable andanada de castigos, torturas y “acciones de inteligencia” contra los adversarios que osen manifestarse. No obstante la presente propuesta es increíblemente atolondrada a nivel dramático y se la pasa saltando de un personaje a otro de manera compulsiva y a pura confusión sin despertar verdadero interés en aunque sea uno de ellos o terminar de redondear cuál sería el objetivo macro del relato más allá del retrato -algo escuálido y casi a tientas- de un atentado contra los alienígenas y sus socios humanos. Si bien resulta interesante la jugada del director y guionista Rupert Wyatt, el de la excelente El Planeta de los Simios: Revolución (Rise of the Planet of the Apes, 2011) y la pasable El Jugador (The Gambler, 2014), de evitar la típica película de acción del rubro y volcar el asunto hacia los thrillers políticos o la denuncia testimonial -salvando las distancias- de La Batalla de Argelia (La Battaglia di Algeri, 1966), en realidad no logra su cometido y cae en una medianía a veces bastante aburrida. En esta maraña de ocupación caben un John Goodman que interpreta a un testaferro de los bichos y se dedica a cazar a “terroristas” que ansían la liberación, un Ashton Sanders -aquel de Luz de Luna (Moonlight, 2016)- que termina militando en la resistencia y hasta una Vera Farmiga como una prostituta que recién durante el desenlace dilucidamos qué papel juega en todo esto, cuando sinceramente ya no nos importa demasiado quién es quién porque no hubo desarrollo de personajes a lo largo del metraje y las oportunidades de elevar la tensión se fueron desvaneciendo. La película trabaja con relativa solvencia cuestiones tales como el encierro, la incomunicación, la angustia, los secretos y la pérdida de la dignidad por la persecución de un estado policial que se parece tanto a la Alemania nazi como a los Estados Unidos de hoy en día, sin embargo la potencia política no se traduce en una epopeya mundana de intransigencia eficaz a escala narrativa, algo fundamental cuando se pretende reemplazar la pomposidad hueca mainstream con un humanismo atento como el presente…
Con extraterrestres que se muestran poco pero en un clima de tensión constante llega “La Rebelión”, lo nuevo de Rupert Wyatt, director de “El orígen del Planeta de los Simios”. Esta película ambientada en un barrio de Chicago, casi una década después de una ocupación extraterrestre, cuenta con el protagónico de dos actores de lujo: John Goodman y Vera Farmiga. El film muestra los dos lados que se imponen frente a los Aliens, los colaboracionistas y los disidentes. Y la actualidad de un grupo de rebeldes, que no creen en la venturanza de que esta reducción de crímenes y que esta mejora de la economía provocada por los extraterrestres sea gratís, que se opone a todo lo que está llegando del espacio. En esta cinta co escrita por el propio Wyatt y Erica Beeney, un fénix será el símbolo que unirá a la valiente resistencia. En relación a los aspectos técnicos, el sonido aporta más agilidad a la sucesión de escenas cortas, con muy pocos planos largos. Por su parte, la fotografía sigue las líneas generales de las pelis de ciencia ficción. Sin embargo, existe un riesgo del cual la película no siempre sale bien parada y esto recae en que son muchos los personajes a quienes sigue desde cerca. Tanto el malo que al final del film no será tan malo como los buenos. En síntesis, a quienes les guste el género de ciencia ficción, “La Rebelión” los conformará. Pero tantos personajes hacen que el guión se desdibuje siguiendo muchas líneas.
La nueva película del director Rupert Wyatt -El planeta de los simios: Revolución- se ambienta en Chicago, nueve años después de una invasión alienígena a nivel mundial, en la que los humanos se reagrupan a través de avisos y dan lucha desde sus lugares. La Rebelión es un relato de ciencia-ficción en el que los invasores están casi ausentes y la acción pasa más por el accionar de los grupos disidentes en un confuso cóctel que presenta situaciones y personajes que no consiguen generar empatía ni tensión. En un estado que vigila y controla todo, la película expone los dos bandos de un enfrentamiento a partir de los que colaboran y los que se enfrentan al sistema. William Mulligan -el siempre convincente John Goodman, el mismo de Cloverfield 10- es una suerte de representante de los invasores y se dedica a perseguir a los disidentes; Jane -Vera Farmiga, reconocida por la saga de El conjuro- es una prostituta en un rol casi episódico y desaprovechado que ofrecerá -quizás- más respuestas sobre el desenlace y Gabriel -Ashton Sanders, el actor de Moonlight- que está en el grupo de la resistencia e intentará recuperar lo perdido ante el avance de los extraterrestres. El buen elenco queda a la deriva en medio de una historia que se va tornando enredada y no logra levantar el interés ni siquiera con el uso de la música rimbombante o alguna secuencia de acción que poco aporta al clima general. Entre la denuncia sobre los manejos del poder y el precio de la paz y un proyecto conocido como Fénix, La Rebelion pierde la oportunidad de ser un relato contundente o divertido a pesar de la ideas que intenta potenciar y se convierte, en cambio, en una película que pierde el rumbo. Es llamativa además la pobreza de algunos efectos visuales que desconciertan más que los personajes.
La película viene con el slogan “del director del Planeta de los Simios” y con eso, ya creen que está todo dicho. Pero no...la última película del director Rupert Wyatt, que sí hizo un buen trabajo en la película antes mencionada, dista mucho de ser lo que prometía. Situada en Chicago, presenta Aliens que prácticamente no vemos, quizás por falta de presupuesto (?) se adueñaron del Planeta hace diez años y dos grupos (los que se resisten y los que eligen cooperar) que luchan entre sí es todo lo que se entiende en un guión confuso, que hace agua por todas partes. Actores muy buenos como John Goodman en el rol de “cazador” y Vera Farmiga (sí, la de “El Conjuro”, entre otras) en el papel de una prostituta que pasa casi desapercibida, hacen lo que pueden en ésta historia que por más que lo intente, empeora a cada minuto. No se profundiza en ninguno de sus personajes, y eso hace difícil seguirla con interés. Ni siquiera me parecieron buenos los efectos visuales. En definitiva, una película más de ciencia ficción con buenos actores como los nombrados, completamente desprovechados, sin tensión, con poca acción y un guión para el olvido. ---> https://www.youtube.com/watch?v=idUrimmCZfU TITULO ORIGINAL: Captive State DIRECCIÓN: Rupert Wyatt. ACTORES: Vera Farmiga, John Goodman, Ashton Sanders. ACTORES SECUNDARIOS: Alan Ruck, D.B. Sweeney, Jonathan Majors, Kevin Dunn, Madeline Brewer. GUION: Rupert Wyatt. FOTOGRAFIA: Alex Disenhof. MÚSICA: Rob Simonsen. GENERO: Suspenso , Ciencia Ficción . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 110 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años con reservas DISTRIBUIDORA: Diamond Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 28 de Marzo de 2019 ESTRENO EN USA: 29 de Marzo de 2019
Iniciar una guerra La Rebelión (Captive State, 2019) es una película de ciencia ficción dirigida y producida por Rupert Wyatt (El Planeta de los Simios: Revolución). Él también se ocupó del guión junto a Erica Beeney. Protagonizada por John Goodman (Avenida Cloverfield 10), el reparto se completa con Ashton Sanders, Jonathan Majors, Madeline Brewer (The Handmaid’s Tale), Vera Farmiga, Alan Ruck, James Ransone, entre otros. Chicago, nueve años después del primer contacto. Los alienígenas tomaron el control del gobierno y, aunque el lema de unidad pacífica está presente, en realidad ellos esclavizan a la humanidad. El policía William Mulligan (John Goodman) tendrá que hallar al joven afroamericano Gabe (Ashton Sanders), para que le otorgue información sobre Rafe (Jonathan Majors), hermano de este último que en un principio se cree que ha fallecido pero en realidad forma parte de la resistencia. Pocos meses pasaron desde que empezó el 2019 y ya estamos ante una de las peores películas del año. Aunque el tema de los extraterrestres ya está súper explotado en la industria cinematográfica, siempre se pueden armar nuevas historias que capten nuestra atención: el miedo de que estos seres vengan a invadirnos o, por el contrario, quieran establecer una conexión sin ánimos de violencia nunca perderá su atractivo para ser llevado a la pantalla grande. Sin embargo, el filme de Rupert Wyatt refleja todo lo que no hay que hacer en el género de ciencia ficción. La cinta es un enorme desastre por muchos motivos. Por empezar, en la mayoría del metraje no se entiende lo que está pasando; tenemos a varios personajes (que nunca son desarrollados) caminando de acá para allá sin saber qué objetivo tiene cada uno. Si desde un comienzo la trama se hace tan confusa para seguirle el hilo, inevitablemente el interés decae en grandes proporciones, lo que genera que llegue un punto en el que ya no nos importe ni un poco qué es lo que va a pasar. La película tiene una duración razonable de hora y cuarenta minutos pero se siente interminable: la sensación de suspenso o amenaza brilla por su ausencia y, aunque la estética de un mundo destruido esté bien lograda, eso solo no alcanza si la idea del director está mal ejecutada. Sobre el desenlace se intenta dar una explicación/plot twist rápido para darle sentido a lo que acabamos de ver pero ya es demasiado tarde: una escena sola no puede remediar todo lo que está mal hecho anteriormente. Por otro lado, si van con la idea de ver alienígenas se llevarán una decepción, dado que los extraterrestres no tienen más de tres apariciones en pantalla. Pese a que tienen un buen diseño (alargadas extremidades y filosos pinches), que aparezcan tan poco es un tremendo desacierto. De esta manera, La Rebelión se convierte en una pérdida de tiempo sosa, aburrida y, sobre todo, soporífera. Resulta incomprensible cómo es que actores de la talla de John Goodman y Vera Farmiga se presten para un guión extremadamente desordenado y sin cohesión.
En el combo de esta Chicago cgobernada por extraterrestres hay acción, suspenso y la gran actuación del no menos grande John Goodman. Los rebeldes siempre están en malas condiciones para doblegar a los enemigos que desean derrotar. Pasó en la historia antigua, en las más recientes y, por lo general, en las distopías futurísticas. Quienes detentan el poder, por lo general lo han hecho de manera accidentada, rápida e ilegal y haciendo valer únicamente sus intereses. Y que en La rebelión los malvados sean extraterrestres no asombra, pero que se autodenominen los legisladores… Chicago, Estados Unidos, en un futuro no demasiado lejano e imprevisible, aunque luego se sepa que es en la década que viene. Están los que se transformaron en colaboracionistas, y hasta trabajan en la policía, como William Mulligan (John Goodman, en su mejor versión). Mulligan es un tipo de pocas palabras, que frecuenta a una prostituta (Vera Farmiga, algo alejada de El conjuro). Y están los “subversivos”, con un líder afroamericano que desapareció de las callecitas de la ciudad de los vientos, un hermano que va tras sus pasos y, como decíamos, mucho ímpetu pero con estrechos recursos. La rebelión por momentos pretende ser una alegoría, por otros un filme de acción, y redondea un combo con una trama algo intrincada, enmarañada para lo que termina siendo. Habrá, claro, vuelta de tuerca final, para acomodar los bolos desparramados un rato antes. Rupert Wyatt previamente dirigió El planeta de los simios (R)Evolución, por lo que ya sabe lo que es esto de enfrentamiento de razas por imponerse y/o sobrevivir. Y no le sale nada mal.
Distopías eran las de antes Tras La Rebelión (Captive State, 2019), hay un largo linaje de películas y series de televisión que han explorado la convivencia entre alienígenas y terrícolas post primer e inesperado encuentro y sus derivaciones. Sin ir más lejos, una de las más recordadas series, V, Invasión Extraterrestre (1983), planteaba la base de muchos subproductos que luego supieron en diferentes soportes narrar esa especie de disyuntiva entre aquellos que aceptan la nueva e inevitable convivencia, y los que se paran de la otra vereda y resisten con sus ideales y luchas propias ante la llegada del otro. Sin quererlo, en esa premisa, que dialoga con la actualidad y la agenda mediática, continuando una línea que explora mitos de invasión/control/sumisión/rebeldía, se esconde la fuente de inspiración para que La Rebelión, avance de una manera un tanto errática entre la promesa de aquello que se espera de este tipo de films y género y la intención de innovar con la introducción de una subtrama política que atraviesa a los protagonistas pero que no los transforma. Hay un personaje central, que interpreta John Goodman, que es una especie de enviado de las altas esferas gubernamentales para investigar los pequeños focos de resistencia que se comienzan a vislumbrar en un Chicago devastado por el hambre, la desidia y el excesivo control. Ese rol faro no alcanza para explicar nada de aquello que el guion del propio director Rupert Wyatt (El planeta de los simios (R) Evolución) y Erica Beeney, insinúa, como tampoco la participación de secundarios completamente desaprovechados (Vera Farmiga, Kevin Dunn, Madeline Brewer) que sólo suman aún más confusión a un relato coral fragmentado. También, para traccionar nuevas generaciones a las salas, hay un joven (Ashton Sanders) en el elenco, que intenta mantenerse férreo a sus convicciones pero ve cómo el afuera lo impulsa a tomar partido en una lucha en la que siempre los más despojados son los que deberán levantar los trozos desperdigados de sus pares Así, entre esos dos polos se comienza a planificar una suerte de escape, y entre las buenas intenciones de unos y otros, las dudas sobre el personaje de John Goodman construyen un largo y mal episodio de cualquier serie de ciencia ficción o película clase B. La Rebelión busca presentar una narración sólida, pero en las idas y vueltas, el tempo para revelar detalles, la pobreza de los efectos visuales y la vaguedad de premisas, termina por perderse en los mismos laberintos que va desandando sin proponer nada y dejando más dudas que certezas.
Ya vimos invasiones extraterrestres de todos los tamaños y colores. Rupert Wyatt nos trae una gran idea, pero se queda medio por el camino. Rupert Wyatt es un realizador ya acostumbrado a las historias post-apocalípticas. A él le debemos, en parte, el despegue del reboot de los primates con “El Planeta de los Simios: (R)Evolución” (Rise of the Planet of the Apes, 2011), de las mejores sagas de ciencia ficción de los últimos años. En “La Rebelión” (Captive State, 219), cambia monitos por extraterrestres espinosos que, tras nueve años de su “primer contacto”, se apoderaron del globo e impartieron sus propias reglas. Sí, la ciudad de Chicago, como el resto del mundo, está sometida a la legislación de estos seres espaciales tras la capitulación de los líderes humanos. Ahora existen dos tipos de personas: los colaboracionistas que persiguen a su propia especie, y los rebeldes que tratan de ganar una guerra que parece perdida. La ciudad de los vientos fue el escenario de varias insubordinaciones violentas, la última, la que convirtió a Rafe Drummond (Jonathan Majors) en un mártir. Rafe y su hermano menor Gabriel (Ashton Sanders) fueron testigos del poder destructivo de los aliens cuando atacaron a su familia, y desde entonces siguieron caminos muy diferentes. Gabriel vive en el improvisado vecindario de Pilsen, un lugar de obreros y prostitutas que no parece representar una amenaza para los invasores, ni para los humanos que trabajan a su servicio como los miembros de la “división especial”, un grupo militarizado comandado por William Mulligan (John Goodman), que se dedica a mantener el orden y reprimir, si fuera necesario. A diferencia de su hermano mayor, el joven Drummond prefiere mantenerse al margen de los conflictos con la ley, concentrarse en su trabajo -un centro de recuperación de datos de diferentes dispositivos electrónicos-, y pasar sus días junto a su novia Rula (Madeline Brewer). En secreto, tiene otros planes, cruzar el lago Michigan en bote y escapar de la ciudad junto a la chica y su amigo Jurgis (Machine Gun Kelly), un viaje a la libertad tan peligroso como la subversión. Pero siendo quien es (el hermano de), Gabe no puede huir de la eterna vigilancia de Mulligan -ex compañero policía de su papá, que todavía intenta protegerlo-, ni de las acciones de Phoenix, el grupo de rebeldes que no quedó del todo neutralizado y ya planea un nuevo golpe contra el enemigo. Así, Gabriel queda en medio de este acto de la resistencia, tratando de no involucrarse, pero tampoco de convertirse en un soplón, tarea complicada con las autoridades pisándole los talones, y cada vez más firmes y violentos a la hora de colectar pistas e información sobre este nuevo golpe que podría dañar las relaciones entre los humanos y los “Legisladores”, nombre con el que se los conoce a estas cucarachas del espacio exterior. Wyatt y su coguionista Erica Beeney, crean una historia bastante original, plagada de metáforas y connotaciones sociopolíticas pasadas y presentes. La amenaza extraterrestre es tan sólo un fantasma que se esconde detrás de las acciones de seres humanos contra seres humanos: supervigilancia, implantes biológicos para rastrear e identificar a cada individuo, un estado totalitario, ataques terroristas, que sirven a un bando y al otro. Extraterrestres y política, ¿un solo corazón? “La Rebelión” es una película chiquita y se le nota -costó unos veinticinco millones de dólares-, pero sabe muy bien cómo aprovechar sus recursos y sus escenarios post-apocalípticos. Su trama se complica demasiado en algunas secuencias, entregando una narración desprolija y, por momentos, un tanto predecible. Igual, atrapa, entretiene y nos trae a un John Goodman en su mejor forma, otra vez lidiando con seres del espacio después de la genial “Avenida Cloverfield 10” (10 Cloverfield Lane, 2016). No, las “Transformer” no cuentan. Podemos decir que algunos personajes como el de Vera Farmiga están desaprovechados; que las acciones de los rebeldes son claras -la libertad no necesita justificativos-, pero pocas veces miden las consecuencias de sus actos violentos; y que muchos de los protagonistas carecen bastante de peso en un contexto más general, pero hay que celebrar el enfoque de sus realizadores, una vueltita de tuerca a la clásica “invasión alienígena”, aunque es posible que “Los Simpson” (The Simpson) se hayan anticipado también a estos hechos. La intención es mucho más entusiasta que el resultado final, poniendo a “La Rebelión” en la misma línea de películas como “Sector 9” (District 9, 2009). Claro que el conjunto dista mucho de parecerse, pero al menos no peca de repetitivo y genérico. Nos hubiese gustado ver un poquito más de estos puercoespines del espacio (sí, a eso se parecen y son bastante terroríficos), su procedencia, su hábitat en la Tierra, pero es ahí donde el “presupuesto acotado” cobra más relevancia. Una pena, nos perdimos una gran historia de ciencia ficción.
Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos con tres millones de votos menos que Hillary Clinton -se investiga si además contó con la ayuda de hackers rusos que se dedicaron a desacreditarla- en las redes circula la idea de que hay una "ocupación" por parte de un gobierno ilegítimo, aunque avalado por una parte del país, y, también, de que debe existir una resistencia ante el autoritarismo, el racismo y la xenofobia encarnado, según sus detractores, en el ocupante del Salón Oval. En suma, la versión norteamericana de la grieta. Acaso tal estado de cosas sea el que haya inspirado esta historia de una invasión extraterrestre que, como si fuera un gobierno conservador, trae mayor seguridad aunque también un brutal incremento de la desigualdad en el mundo. Ante los extraterrestes, que son como erizos de mar con forma humana y tan desarrollados como para dominar el viaje interplanetario (aunque no la vestimenta), hay grupos de colaboracionistas, que tienen a su cargo lo que queda de las instituciones, y grupos de rebeldes, que pretenden iniciar una sublevación. La película sigue sus acciones en un estilo realista que remite, por partes iguales, a La batalla de Argelia (1965) y a Attack the Block (2011) y, así, encuentra una forma creíble de contar una conquista global con un presupuesto magro. A la vez, el desarrollo es errático y las sorpresas telegrafiadas por pistas demasiado evidentes. La lucha contra aliens con guerra de guerrillas ya había sido visitada por series "medianas" como Falling Skies y Revolution. Esta película no desentona en esa compañía.
El cuarto film de Rupert Wyatt, "La rebelión", es una oscura metáfora política, en medio de un entramado de ciencia ficción post invasión extraterrestre. Históricamente el género de ciencia ficción sirvió para enmascarar otras cuestiones más “realistas” a modo de metáfora o fábula con paralelismos. Grandes obras que podrían encuadrarse dentro del género, son consideradas obras máximas de filosofía/sociología/antropología contemporánea. Tal es el caso de "El planeta de los simios", o "1984", por citar dos de los ejemplos más encumbrados. Con el cine sucede algo similar, la ciencia ficción puede ser un bombástico despliegue de acción y efectos sin mucho contenido, o ser el velo para hablar de la actualidad o temáticas más tangibles. Es al día de hoy que se sigue hablando de la filosofía de "Matrix". "La rebelión" es ese tipo de ciencia ficción. Sí, hay una invasión extraterrestre, se muestra alguna tecnología inexistente, puede haber alguna explosión, pero (no tan) en el fondo, están hablando de otra cosa. La referencia inmediata para La rebelión será "Sector 9", aquel ¿clásico? moderno de Neil Blomkamp, que prometió un ascenso a la fama para su protagonista Sharlto Copley que nunca llegó. Al igual que en aquella, hay una invasión de seres de otro planeta, pero lo que importa es otra cosa, y por eso nos ubicamos en los hechos posteriores a la misma. No sería correcto decir que La rebelión es un film apocalíptico, o post apocalíptico. Por lo menos no en el sentido que todos conocemos/suponemos. Nos ubicamos en un futuro inmediato, a casi una década de una invasión alienígena que creó un nuevo orden… o en realidad no tanto, sólo se ordenaron un poco las cosas. La acción se desarrolla mayoritariamente en un barrio de Chicago, que es clave para el nuevo sistema imperante. Los humanos, lejos de desaparecer, “se acomodaron” a esta nueva situación. Hay un sector opositor, que fue relegado casi a la indigencia; y un sector aliado gobernante, militarizado, que toma el control de este nuevo orden junto a los alienígenas. Lo que varió es que las situaciones son mucho más extremas, y los disidentes pueden ser fácilmente eliminados por estos alienígenas sin misericordia, o por los militarizados que tampoco son muy compasivos. Mientras que no haya nada ni nadie que se revele, o que intente penetrar “desde abajo hacia arriba”, el orden se mantiene, y las cosas están bien. El guion de Erica Beeney y el propio Wyatt, plantea un desarrollo coral en el que podemos seguir a varios personajes simultáneamente, e inmiscuirnos en las vidas dentro de las dos clases sociales marcadas. Hay dos líneas principales, la de los hermanos Gabriel y Rafe Drummond (Ashton Sanders y Jonathan Majors), cuyos padres son liquidados por los extraterrestres en la primera escena, siendo ellos apenas niños; que crecen para convertirse en piezas de una red rebelde que planea un golpe al orden gobernante. A través de ellos iremos conociendo a los otros miembros de la agrupación. Por otro lado, William Mulligan (John Goodman), burócrata de los aliados, que actualmente se replantea muchas cuestiones, y tiene pequeños escapes con una prostituta (Vera Fármiga) recluida en un departamento, con la que entabla una relación. Son muchos personajes, y acción cambiante, en medio de un ritmo más bien lento. Si no estamos muy atentos, "La rebelión" puede resultar algo confusa entre las varias capas que despliega y un desarrollo con varias situaciones y vueltas de tuerca (algunas más evidentes que otras). Wyatt, que tiene en su haber "El Planeta de los simios (R)Evolución", la primera entrega de la excelente nueva trilogía basada muy libremente en la obra de Pierre Boulle, esta vez optó por algo más pequeño, no tan ágil, oscuro, y de un entramado político mucho más directo. "La rebelión" no se anda con medias tintas, deja su mensaje en contra de los gobiernos militares, totalitarios, y en contra de las clases altas que los apoyan para su propio beneficio; y plantea una defensa de las revoluciones desde las bases. El asunto alienígena pocas veces fue tan un adorno – no por eso prescindible o insustancioso – como en esta ocasión. La fotografía de Alex Disenhof, y la banda sonora omnipresente y taciturna de Rob Simonsen, son aportes fundamentales para crear el clima sombrío, oscuro, casi de noïr futurista, que plantea la propuesta. Wyatt maneja una economía de recursos propia del cine más independiente, pese a ser un film con un pie (sino los dos) dentro del mainstream, por más que sea un “estreno chico”. Resuelve correctamente las limitaciones de lo que puede mostrar y lo que no, y hasta hace creer que más hubiese sido un exceso que desvirtúe las intenciones de la propuesta. La rebelión es un film inteligente y atípico dentro de una cartelera que suele ofrecer pochoclo pegado a la ciencia ficción. Interpela al espectador, y plantea cuestiones adultas de muchísima actualidad. A pesar de su ritmo lento y acción dispersa, genera un interés inmediato para que siempre comprendamos lo que sucede. Un elenco sólido en el que se destacan John Goodman – siempre sobresaliente – y Kevin Dunn como el presidente aliado, suman. Vera Fármiga también resulta eficaz, como siempre, aunque sus apariciones generen una extrañeza similar a hacernos pensar que filmó sus intervenciones en solitario. La rebelión es ciencia ficción que apuesta a superarse, que no subestima, y entrega más de lo que fuimos a buscar. Ojalá tenga futuro destino de clásico de culto. Rupert Wyatt vuelve a confirmar que es un realizador inquieto con mucho para decir, y sobre todo, muy arriesgado.
El mundo ha sido invadido por extraterrestres diez años atrás y, para cuando empieza la acción de este extraño film de ciencia-ficción, la rebelión de los terrícolas ya ha comenzado, al menos en la ciudad de Chicago. Rupert Wyatt, uno de los realizadores de la saga de “El planeta de los simios”, aquí es director y también coguionista de una historia diseñada para unir lo fantástico con lo político, ya que en este mundo distópico la población de la Tierra puede elegir entre la colaboración con sus invasores o resistirse, aun cuando esta opción no parece brindar demasiadas esperanzas. Algo interesante de “La rebelión” es que, mientras la mayor parte de las películas sobre esta clase de futuros del Hollywood reciente está protagonizada por adolescentes, esta es un relato adulto, con elenco encabezado por un ominoso John Goodman y excelentes actores como Vera Farmiga y el inigualable Kevin J. O’Connor. Con imágenes sorprendentes, una notable dirección de fotografía y climas opresivos, Wyatt logra una película original y por momentos muy lograda, aunque no se pueden dejar de notar algunos altibajos que tienen que ver con lo narrativo. Además, los extraterrestres parecidos a puercoespines no convencen del todo.
Si acaso hay una alegoría política sobre Estados Unidos en el presente, La Rebelión (Captive State, 2019) no logra llamar la atención más allá de esa sospecha. ¿Pero quién recordará estas mediocres películas coyunturales leídas como otra protesta frente al gobierno? La acción transcurre en un barrio de Chicago. Nueve años atrás una ocupación extraterrestre ha controlado el poder. Pero existe una resistencia y el mundo se divide entre los colaboracionistas y la resistencia. No puede haber alegoría sobre Estados Unidos, cuando en realidad se parece mucho más Francia en la Segunda guerra mundial, por dar un ejemplo claro. Muchas películas y series, en particular de ciencia ficción, han tratado este tema. Conseguir algo novedoso no es sencillo, aun con algunos buenos actores y ciertas ingeniosas resoluciones. Pero nada le cae peor a esta clase de películas que empezar a jugar con las vueltas de tuerca. Si se quiere hacer un discurso político, las vueltas de tuerca lo destruyen, y si no se quiere hacer un discurso político entonces debe haber una ligereza y una idea de espectáculo más sofisticada que la que se ve acá.
Las invasiones extraterrestres quizás sean uno de los temas más explotados dentro de la cinematografía de ciencia ficción. Por supuesto, Hollywood es quien siempre lleva la batuta a razón del enorme despliegue técnico que requieren los filmes de esta naturaleza y no es de extrañar que la actual crisis narrativa de la industria se traduzca en historias insulsas y repetitivas apoyadas en el peso dramático de algún que otro actor o actriz del momento. A pesar de que gemas de culto como They Live(1988) han sabido utilizado a la perfección los ingredientes políticos que ofrece la temática extraterrestre, el resurgimiento de este subgénero en el cine parece ir más por la linea de La Guerra de los Mundos (1953) o Día de la Independencia (1996), esto es, todos los humanos sin distinción de clase unidos en pos de expulsar a las cucarachas galácticas de su bendita tierra estadounidense. Con muy poca publicidad y un modesto presupuesto de 20 millones de dólares, aterriza en la cartelera argentina una nueva apuesta post-apocalíptica tituladaLa Rebelión, que no solo llama la atención por poseer reconocidos y talentosos actores entre sus filas sino que se trata de un relato que hace uso de la invasión extraterrestre como excusa para plasmar una alegoría de la colonización bajo el sistema capitalista. Una idea por demás interesante que la película no hace más que desperdiciar desde un primer momento. La historia tiene lugar en un distópico Chicago gobernado por una raza alienígena que maneja los hilos de la nación desde un bunker subterráneo. Tras casi una década de haber invadido y colonizado la Tierra, estos monstruosos extraterrestres-denominados sencillamente Legisladores-han logrado restablecer la economía y reducir el crimen a través de una estricta vigilancia llevada a cabo gracias a sus colaboracionistas humanos, entre ellos el policía local William Mulligan (John Goodman). Sin embargo, un grupo de rebeldes que el gobierno creía haber neutralizado tras el asesinato de su líder continúa actuando desde las sombras, preparando el gran golpe que llevará a su especie a recuperar la libertad. Dirigida por Rupert Wyatt (El planeta de los simios: (R)Evolución), este thriller de ciencia ficción resulta excesivamente caótico y deja tantas preguntas sin responder que el espectador nunca logra conectar con lo que está sucediendo en pantalla. El metraje presenta una seguidilla de escenas cortas y sin ninguna cohesión donde personajes sin nombre, cuyos propósitos no son claros, aparecen y desaparecen de cuadro generando confusión e impidiendo todo vago intento de suspenso. En el caso del joven llamado Gabriel Drummond (Ashton Sanders de Moonlight), el hermano del líder rebelde fallecido, éste surge desde un comienzo como un personaje clave, aunque a medida que pasan los minutos uno siente que tranquilamente la historia podría haber funcionado sin él. Y de hecho lo hace, ya que pasa mucho tiempo fuera de la trama mientras La Resistencia lleva a cabo su magistral plan, del cual tampoco se ofrecen muchas explicaciones. Más allá de que Goodman, quien ya nos había sorprendido con su trabajo dentro del subgenero extraterrestre y el suspense en Avenida Cloverfield 10 (2016), luce soberbio en la piel de un melancólico policía que se mueve con soltura entre ambos bandos, su personaje queda atrapado en un guion que no parece tener idea hacia donde ir. Ninguno de los protagonistas tiene el desarrollo que merece y la larga lista de secundarios tampoco logra aportar algo de interés a este enmarañado relato. El elenco de caras conocidas y totalmente desperdiciadas se completa con Kevin Dunn (Veep) en el rol de un político servil a los intereses de los aliens, Madeline Brewer (The Handmaid’s Tale) como la novia de Gabriel, y la gran Vera Farmiga(El Conjuro), quien tampoco puede hacer mucho con sus breves apariciones como una prostituta cuyo papel solo cobra sentido una vez llegado al final del filme. La cinta deja claro que aquí los enemigos del pueblo estadounidense no son otros que la burguesía política que decidió llegar a un acuerdo con los colonizadores, controlando y eliminando a todo aquel que decida rebelarse ante el nuevo orden totalitario. No es de extrañar entonces que los alienígenas, representados como una especie de puercoespines enormes, apenas aparezcan en pantalla, o que desconozcamos completamente sus intenciones y su forma de pensar. A fin de cuentas, estos invasores espaciales no distan mucho de aquellos del primer mundo que controlan la economía de los países subdesarrollados con la complicidad de sus gobernantes. En su acto final, La Rebelión introduce un plot twist que une algunos de los puntos sueltos, pero que de ninguna manera llega a compensar la hora y media de puro desconcierto que los espectadores han debido soportar. Nuevamente, las buenas ideas se quedan en el camino a la hora de ser ejecutadas con solvencia en la gran pantalla. Lamentable para una película que, a simple vista, tenía todas las de ganar.
Veni, Vidi, Vici Cuando la invasión finalmente llegó, no fue como en las películas. No hubo resistencia heroica ni un arma secreta que rechazó a los extraterrestres cuando todo parecía perdido. El público general ni siquiera sabía lo que estaba pasando y los líderes del mundo ya habían firmado la rendición, porque la batalla estaba perdida antes de empezar. Fue durante ese caótico día que los hermanos Drummond quedaron huérfanos mientras su familia intentaba abandonar la ciudad, presenciando cómo el aterrador poderío de los invasores era capaz de pulverizar a sus padres sin dejar rastros. Diez años más tarde, el menor de los hermanos trabaja para el nuevo régimen, a la sombra del recuerdo de su hermano, muerto liderando un ataque de la resistencia contra el hábitat que los alienígenas construyeron debajo de cada una de las grandes ciudades del mundo. Gabriel vive bajo la protección pero también la vigilancia del antiguo compañero de su padre, cuando ambos eran detectives de la policía de Chicago. Ahora trabaja al servicio del gobierno de ocupación, apostando a que él podrá llevarlo hasta los restos de la resistencia que permanecen activos, convencido de que no está del todo erradicada como cuenta la historia oficial. De esta forma y sin proponérselo, Gabriel queda atrapado en una red clandestina que planea atacar a los invasores y liberar a la humanidad de su yugo explotador. No confíes en regalos griegos Quizás no haga falta aclararlo, pero La Rebelión no es una clásica película de ciencia ficción focalizada en la acción y los efectos especiales, sino algo mucho más cercano a un thriller de espionaje y terrorismo donde los alienígenas ocupan un segundo plano, moviendo los hilos de los humanos que manejan el día a día del estado policial que gobierna la Tierra. No muy lejano a lo que vimos durante las tres temporadas de Colony, pero con mucho menos desarrollo y más genérico. En este caso, la resistencia lleva adelante un complicado y poco sustentado plan para atacar a uno de los extraterrestres durante una de las pocas ocasiones en que se muestran en público, sin explicar el por qué de la mitad de las cosas que hacen. Estas solo parecen estar ahí para complejizar la trama, o para justificar que Gabriel quede involucrado en el ataque, por más que su intención sea únicamente la de escapar de la ciudad buscando una vida más tranquila en el campo junto a un amigo y una novia que aparecen o desaparecen según resulte conveniente para la trama. Es muy difícil profundizar en esos serios problemas sin caer en el spoiler, pero estos agujeros solo ayudan a que el guión de La Rebelión resulte lento, aburrido y casi insultante. Además, le pone luces de neón a los giros con los que pretende sorprender, y cuando saca algo de la galera intentando justificar lo que sucede, lo explica para que no queden dudas. La Rebelión es a grandes rasgos una película genérica, sin mucho para ofrecer. Ni siquiera la siempre correcta actuación de John Goodman alcanza para rescatarla, porque aunque le ponga oficio no puede hacer mucho contra un personaje tan chato como el resto de la película.
Que en su título original mucho mas explicito “Estado Cautivo” refleja lo que ocurre en la tierra dominada por los extraterrestres, con muchos humanos como colaboracionistas del régimen y como el titulo en nuestro país un puñadito de rebeldes que tratan de revertir la situación. Desde el vamos un argumento que ya vimos muchas veces. La historia arranca nueve años después de que los alienígenas que se hacen llamar los legisladores, tiene totalmente dominado el planeta. En la historia, con obvias referencias a la actualidad (escrito por el director y Erica Beeney) se asegura que la economía está en auge y la delincuencia está en su punto más bajo. Pero el desarrollo es complicado, pierde de vista a los protagonistas, enrula el rulo. Visualmente muy lograda, en una paleta de grises, a los aliens se los ve poco, tienen cuando entran el cólera una piel puercoespín, el film se encamina más hacia el suspenso de esa rebelión con muchos datos confusos para supuestamente mantener en vilo al espectador. Tanta vuelta de tuerca hace sospechar al poco rato que nada es lo que parece y que en su desarrollo estarán las previsibles sorpresas. Más que analizar el servilismo de la raza humana, se centra en el plan para revertir la situación, que se puede aplicar a cualquier situación de sojuzgamiento. Un elenco de grandes figuras encabezado por John Goodman y Vera Farmiga, le permiten al director Rupert Wyatt (El planeta de los simios (R)Evolucion) soñar con lo que logró a medias.
Otra paranoia del imperio Cada tanto el cine de Hollywood imagina que su propio país, la potencia económica y bélica más grande del mundo, es víctima de una amenaza superior que se adueña de aquello de lo que ellos mismos se sienten guardianes: de la libertad. Se trata, claro, de relatos distópicos para los que suele ser necesario crear un poder más allá de este planeta, porque en la Tierra no hay (por el momento) un poder capaz de convertir en realidad esa fantasía con visos paranoides. Para ser usadas en ocasiones como esta se inventaron las invasiones extraterrestres y de eso se trata La rebelión, quinta película del estadounidense Rupert Wyatt. Conocido por el magnífico trabajo que realizó en 2011 con el reinicio de la saga de El planeta de los simios, acá el director y coguionista cuenta su propia versión de la conquista del mundo por parte de una civilización alienígena, eligiendo desentenderse del aspecto más espectacular de la ciencia ficción para contar una historia de intriga. Como ocurría con Invasión extraterrestre, aquella serie de televisión que fue furor en los 80, La rebelión es sobre todo la historia de la resistencia, la de sus miembros y la de los esfuerzos que realizan para que la humanidad recupere las riendas de su destino. Como en la serie, acá el enemigo también es una raza depredadora cuyo plan es saquear los recursos naturales de la Tierra y para ello cuenta con aliados humanos, quienes a cambio de beneficios ayudan a mantener al pueblo oprimido. El mecanismo que la película utiliza para tratar de sostener el suspenso es hacer que el foco del relato vaya cambiando de un personaje a otro, recorriendo así distintos niveles dentro de la organización subversiva en el momento en que ésta intenta darle un golpe maestro a la estructura política de los invasores. Esos saltos que la película va dando de protagonista en protagonista acaban por atentar contra el ritmo del relato, volviéndolo por momentos confuso. Del mismo modo, las permanentes vueltas de tuerca durante el último tercio terminan pareciéndose a conejos saliendo de una galera, sin que ninguno de ellos represente un impacto significativo en el asombro del espectador. De ese modo La rebelión no consigue provocar demasiadas sorpresas y en consecuencia tampoco mucho interés. Ni siquiera la presencia de actores como John Goodman o Vera Farmiga logran sumar puntos a una película que, contando con los elementos necesarios para ganarse la atención del público, no sólo que lo consigue en pocas oportunidades sino a veces se acerca demasiado al territorio del aburrimiento.
Hay que darle el crédito al director Rupert Wyatt (El planeta de los simios: (R) Evolución) por el esfuerzo de intentar hacer algo diferente con el concepto de la invasión extraterrestre, aunque la ejecución de este film no resultara convincente. Una temática clásica de la ciencia ficción que en el pasado funcionó a la hora de expresar una alegoría sobre diversos temas políticos. Desde la paranoia comunista en los Estados Unidos durante la Guerra Fría (It Came from Outer Space, La invasión de los usurpadores de cuerpo) hasta la resistencia contra los estados totalitarios, como en la icónica serie V de los años ´80. La rebelión tiene un concepto interesante donde Wyatt aborda la amenaza alienígena a través del género de espionaje. El conflicto de esta propuesta se podría adaptar en el marco de la Francia ocupada por los nazis o en los años ´60, en la Unión Soviética, durante el conflicto de la Guerra Fría y funcionaría perfectamente. La idea es atractiva y Wyatt abre el film con una buena secuencia de suspenso donde establece la llegada de los extraterrestres y el contexto del argumento. Lamentablemente ese es el único momento relevante que tendrá su relato, que luego tarda una eternidad en presentar a los personajes principales y su función en la historia. Los protagonistas no están bien definidos y el argumento sigue a numerosos rebeldes que organizan una operación para acabar con los alienígenas opresores. La agenda de los invasores tampoco es clara ni se explica por qué unos bichos que tienen el poder bélico para arrasar con toda la humanidad están interesados en establecer un régimen dictatorial en la Tierra. Simplemente seguimos a este grupo de personajes que carecen de carisma o una historia de vida atractiva mientras planean una interminable operación de espionaje. La rebelión es una película aburrida, sin vida, que desde los aspectos cinematográficos nunca llega a explotar un concepto que tenía su potencial. Wyatt no logra establecer grandes momentos de tensión y suspenso y las escenas dramáticas que se suponen tendrían que generar alguna reacción emocional fracasan, ya que se hace imposible conectar con estos personajes. Por el lado de los aspectos técnicos la película también carece de virtudes destacables. El diseño de los extraterrestres es bastante desapasionado y el director cae en el viejo truco de retratarlos en escenas nocturnas para esconder los efectos digitales. Si bien es claro que el Wyatt concibió este film como un thriller más que una propuesta de acción, su dirección hace poco por construir un conflicto atrapante dentro del cine de espionaje. Por estos motivos cuesta bastante recomendar su visionado en el cine.
“La rebelión”, de Rupert Wyatt Por Jorge Bernárdez Una invasión de extraterrestres a la Tierra acaba con los gobiernos que los humanos habían conseguido armar hasta ese momento. Las criaturas son como organismos parecidos a un cactus y por momentos tienen formato de Alien. Los alienigenas instalan gobiernos que llaman parlamentarios a los que no se ve. Instalan sus cuarteles bajo tierra y someten a los terrícolas que de repente se encuentran trabajando para los extraterrestres y sacando para ellos toda clase de riqueza naturales y a cambio de eso se inicia una etapa de progreso pacífica y sin divisiones bajo el férreo puño de la autocracia extraterrestre. Por supuesto que no todos los seres humanos se dejan doblegar y la acción de la película se instala nueve años después de la llegada de las primeras naves al planeta. La rebelión es ciencia ficción pero también es un thriller político con algo de novela negra. La acción central se desarrolla en un barrio marginal de Chicago, pero se adivina que los rebeldes se expanden por distintos lugares de la Tierra. Hay un policía que maneja el represión a los rebeldes que se llama William Mulligan (John Goodman), un humano que trabaja para los invasores y que como todo policía de las novelas negras tiene su propio código de conductas que se maneja por los márgenes de lo que permite la ley y los poderosos de la época. El relato es sinuoso, muestra un planeta pujante en el centro de todo pero derruido y decadente en los barrios por los que se mueven aquellos que no trabajan para el nuevo sistema. El momento central de la película es un evento festivo de los nueve años del encuentro entre los humanos y sus déspotas visitantes, en el que los protagonistas de la guerrilla humana van a intentar un atentado sobre los parlamentarios de la zona de Chicago. Hay también una prostituta (Vera Farmiga) que se relaciona con el policía que comanda la represión. La guerrilla se dispone a encender un fósforo que provoque la chispa de la rebelión humana y el espectador se ve envuelto en una trama que incluye vueltas de tuerca y decisiones que hace de algunos de los seres humanos el héroe que se necesita porque a veces sí, se necesitan héroes. LA REBELIÓN Captive State. Estados Unidos, 2019. Dirección: Rupert Wyatt. Guión: Rupert Wyatt y Erica Beeney. Elenco: John Goodman, Ashton Sanders, Jonathan Majors, Vera Farmiga, Kevin Dunn, James Ransone, Alan Ruck, Madeline Brewer, Kevin J. O’Connor, Ben Daniels. Producción: Rupert Wyatt y David Crockett. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 109 minutos.
Yo voté por Kodos. Rupert Wyatt, director responsable de la primera entrega de las precuelas de El planeta de los simios, lleva a cabo un film de ciencia ficción con intenciones de elaborar una crítica a la política estadounidense. Con una ausencia completa de mérito alguno o de un mensaje fuerte, La rebelión no se destaca en su forma narrativa ni mucho menos en su discurso. El thriller político con alienígenas como legisladores parte de una premisa interesante: qué ocurre cuando los líderes políticos le ceden el control para gobernar a una raza extraterrestre. Pero es la total falta de ritmo lo que hace que el film se hunda en su malograda historia, sin poder en ningún momento escapar de su larga caída al abismo del aburrimiento. La trama sigue los pasos de Gabe (Ashton Sanders), un joven que perdió a sus padres a raíz de la invasión alienígena y recientemente a su hermano Rafe (Jonathan Majors) en un intento de rebelarse contra los autoritarios gobernantes. Es así como Gabe intenta involucrarse con el grupo de rebeldes para acabar con la política actual, depositando una mirada por parte del director que cuestiona el punto intermedio entre activismo y terrorismo. Es por ello que la historia cuenta también con el punto de vista de Bill (John Goodman), un agente a cargo del monitoreo y rastreo de la población —especialmente de Gabe por sus posibles contactos con la rebelión. Dividida entre la toma de decisiones de ambos personajes que funcionan como representantes de dos sectores muy disímiles de esta realidad del futuro, las acciones y pensamientos que los rodean lejos están de cobrar significancia. Esto se debe al hecho de que la historia nunca se esfuerza para que el espectador se interese o preocupe realmente por los personajes o los acontecimientos que se van desarrollando. Secretos y planes tanto de los agentes del gobierno como del grupo protestante están allí como condimentos del thriller para una trama que se muestra compleja cuando en realidad es clara y poco relevante al igual que su mensaje, haciendo prevalecer como constante el desaprovechamiento de buenos actores como es el caso de Goodman o el de Vera Farmiga —en un rol menor que caprichosamente tomará relevancia para un sorpresivo pero caprichoso giro final. Las escasas y poco atractivas secuencias de acción, los forzados diálogos que exponen ideologías políticas y humanistas, la fría y nula emocionalidad de los personajes, son elementos que por acumulación hacen que la empatía o el interés por lo que ocurre sea algo imposible de conseguir. La ausencia de ritmo o el tono nada interesante de las ideas que plantea, le exigen al público una prolongada paciencia y todo su esfuerzo para no caer bajo el poder del sopor nacido del film. Al menos, quienes sucumben bajo su efecto pueden agradecer el evitar continuar viendo un film tan poco interesante; para los que no y logran llegar a ver La rebelión en su totalidad, quien les escribe los acompaña en el triste sentimiento.
El distópico mundo de Rupert Wyatt en “La Rebelión” aterriza en los cines con John Goodman a la cabeza. Ubicada en un vecindario de Chicago casi una década después de que fuerzas extraterrestres ocuparan y tomaran el liderazgo del planeta, “La Rebelión” explora las vidas de ambos lados del conflicto: los colaboradores y los disidentes. La temática alienígena suele ser disparador para preguntas filosóficas sobre la condición humana. ¿Estamos solos en el mundo? ¿Cuán importantes somos para la existencia? Sin embargo, aquí en “La Rebelión”, nos encontramos con una historia que invita a otro tipo de reflexiones más cercanas a relatos de Orwell o Huxley. Si lo que estás esperando es una película cargada de efectos especiales y batallas extraterrestres, esta cinta no es para vos. En cambio, conspiraciones y control de estado es el terreno por donde se desarrolla el film. Tal vez el aspecto más interesante es la construcción de este mundo en donde explora ambas perspectivas del conflicto: la de aquellos que decidieron colaborar con los alienígenas recién llegados y la de los disidentes que se enfrentaron a la invasión. Wyatt no tiene intención en profundizar personajes. Alternamos de uno a otro sin apoyarse en ninguno en particular y por momentos hasta pareciera haberse olvidado de alguno de ellos. Cuenta con sólidas y homogéneas actuaciones. Acostumbrados a esta industria dónde se celebra el destaque, es lindo encontrarse a John Goodman protagonizando. Un fiel actor al servicio de las historias. Viviendo una época del cine dónde absolutamente todo es posible con una pantalla verde y, sobre estimulados por esto, tal vez puedan resultar escasos los efectos especiales para una película de este género. A mí, en cambio, me parece interesante y celebro el uso de este recurso propio de grandes clásicos (Como “Jaws” o “Alien”) que prefieren jugar con el suspenso y el imaginario del espectador dilatando y dosificando la aparición de la deseada criatura. Cuenta también con un interesante trabajo de color. No tan llamativo como otras películas a las que se les suele destacar este ítem (“Only God Forgives”, “The Grand Hotel Budapest”) pero que cabe mencionar para prestarle atención. “Enciende un fósforo, provoca una guerra” reza el lema principal, y “La rebelión” se siente de ese modo. Buscando encender la chispa de un nuevo abordaje al género. Quedará en Uds. si logra o no una revolución. Por Matías Asenjo
Ubicado en un vecindario de Chicago casi una década después de una ocupación por una fuerza extraterrestre, "La Rebelión" explora las vidas de ambos lados del conflicto: los colaboradores y los disidentes.
10 años después de que una raza de extraterrestres invadiera la tierra, un grupo de rebeldes prepara un golpe maestro para liberarse del yugo de la tiranía alienígena de una vez por todas. Rupert Wyatt (Rise of the Planet of the Apes, The Gambler) ofrece un thriller de ciencia ficción post-apocalíptico con buenas intenciones pero que se queda a mitad de camino entre una premisa muy básica y trillada, y una estructura narrativa que atenta contra el propio desarrollo de la historia. Título original: Captive State; Año: 2019; Dirección: Rupert Wyatt; Guion: Rupert Wyatt y Erica Beeney; Fotografía: Alex Disenhof; Elenco: John Goodman, Ashton Sanders, Vera Farmiga, Kevin Dunn; Duración: 109 minutos; Distribuidora: Diamond Films; Nuestra opinión: buena; Estreno en Buenos Aires: 28 de marzo de 2019. El subgénero de invasiones extraterrestres ha sido muy abordado en la historia del cine. Por eso, resulta dificultoso encarar una película en este territorio con cierta originalidad. En este sentido, la Rebelión se emparenta bastante con Día de la Independencia, sobre todo desde un punto de vista temático (sublevación de la humanidad y guerra contra una raza de aliens invasores) y del mensaje que transmite (no se puede vivir sin libertad y bajo la opresión de la tiranía, fuera cual fuere). Lo original de este filme, en todo caso, recae en la estructura narrativa empleada por el director Rupert Wyatt (Rise of the Planet of the Apes, The Gambler), que involucra la selección de múltiples puntos de vista para desarrollar los ejes temáticos de la historia. Sin embargo, esta elección termina conspirando contra la propia trama, pues los constantes cambios de protagonista a protagonista agrega más ruido que claridad, y genera una imposibilidad de identificarse o empatizar con personajes que no tienen densidad ni desarrollo. En este marco, el interés inicial producido por una muy buena apertura se va perdiendo progresivamente, y ni siquiera la interesante vuelta de tuerca del final logra revertirlo. La película transcurre en las calles de un Chicago devastado por la guerra en las que las personas se las rebuscan para sobrevivir de la manera que pueden (vagabundeando en la basura o trabajando en condiciones muy precarias para la gobernación alienígena). Mientras tanto, los alienígenas saquean los recursos naturales del planeta y gobiernan a la humanidad a través de un consejo de legisladores y valiéndose de la ayuda de un grupo de personas llamados los “colaboracionistas”, encargados de mantener el orden y la seguridad del nuevo mundo. Los disidentes, en tanto, son los revolucionarios que buscan avivar la llama de la rebelión y darle un golpe maestro a la gobernación extraterrestre. Lo más destacable de este filme sin dudas es la ambientación y el clima tenso y lúgubre que describe. Por lo demás, el ritmo cansino, el poco interés que generan sus personajes y la escasa acción atentan contra el disfrute de una propuesta que prometía pero que lamentablemente se quedó a mitad de camino.
Una invasión de cuestiones mal llevadas La rebelión es la cuarta película del director estadounidense Ruper Wyatt, conocido por haber dirigido El planeta de los simios: Revolución (2011), la primera de la luego después trilogía liderada por Matt Reeves. El nuevo proyecto de Wyatt (que también está escrito por él) nos lleva al género de la ciencia ficción mezclado con el suspenso. Una invasión extraterrestre, dos bandos, una ciudad y un debate político acerca de lo que se cree que se debería hacer con estos seres que ya van instalados en la Tierra ya hace unos 10 años y que forman parte de las decisiones de estado. Una de las historias que la película nos “tratará” de contar es la de Gabriel (Ashton Sanders) y Rafe (Jonathan Majors), dos hermanos que perdieron a sus padres cuando eran muy jóvenes en el primer contacto de los extraterrestres y que ya de adultos, Rafe, lidera la resistencia en contra de estos seres malignos. En cambio, Gabriel trata de pasar desapercibido trabajando en una fábrica y no involucrándose en nada que tenga que ver con la política. Otra de las historias a la par de los acontecimientos es la del detective William Mulligan (John Goodman), un hombre solitario que cuando no está vigilando los movimientos de Gabriel, se encuentra con Jane (Vera Farmiga) una prostituta de los barrios más pobres que siempre está cuando William necesita compañía (ya que ambos formaron un cierto vinculo personal y sentimental). El gran problema de la película es que la cantidad de historias que se quieren contar se van volviendo en un punto demasiado. Y al querer cerrarlas a todas bien, lo único que logra es que el film se estire más y más y resulte densa y aburrida. Además que la dupla de hermanos no dan una actuación muy memorable. Tiene ciertas cosas destacables como la introducción de la muerte de los padres de Rafe, algunas escenas con una buena dosis de tensión y suspenso o la fotografía de Alex Disonhof pero no deja de ser una película demasiado larga, que le sobran varios minutos y con actuaciones pobres. Ni John Goodman, Vera Farmiga o el final que le quisieron dar logra dejar a este film como algo sólido y aceptable.
La Rebelión presenta a la humanidad sumida -hace diez años- en un mundo liderado por extraterrestres, quienes son como una especie de ser humano delgado de tres metros y una combinación de puerco espín, además de otras mascotas que rondan por la tierra, y que lamentablemente son poco aprovechados como un factor emocional dentro de las tramas. Supuestamente la llegada de estos seres ha solucionado el problema de la pobreza y los crímenes, esto último porque la tecnología que estos bichos poseen es súper-recontra avanzada. En fin… algunos rebeldes que se oponen a estar bajo la tutela de los súper poderosos alienígenos, quienes además hablan un idioma que sólo algunas traductoras saben entender, son quienes dan el título a esta película. Se podría decir que es una suerte de ciencia ficción y espionaje, pero sumamente predecible y que invitan desde la primera secuencia a momentos de interesante acción que nunca llegan, lo que se quedan en una especie de mezcolanza para televisión que diluye la trama con tantos personajes.
“La Rebelión”, dirigida por Rupert Wyatt, es un film de ciencia ficción ambientada en Chicago, diez años después de una invasión extraterrestre. El ex-policía William Mulligan (John Goodman), sobreviviente de esta invasión, se encargó de investigar a un grupo que quiere exterminar alienígenas. También se encuentra Gabriel (Ashton Sanders), un joven que ha sufrido la muerte de su padre y desaparición de su hermano Rafe (Jonathan Majors), por lo que decide vengarse.
Todo comienza a pura adrenalina, luego pasan nueve años y los extraterrestres toman el control del Planeta Tierra; algunos intentan cooperar, pero otros se rebelan, sería algo así como indica su traducción una nación cautiva. Hay humanos que son asesinados, torturados, castigados, hay sangre, violencia, explosiones, batallas, pastillas de cianuro, mucho caos y estrés. En un principio tiene ritmo y va mezclando diferentes géneros: drama, documental, ciencia ficción, espionaje y toques épicos, dobles agentes, un buen montaje, la cámara persigue la acción, interesantes giros en el guión, hay una crítica social y económica, pero con el pasar de los minutos, cae en una meseta, termina siendo monótona y aburrida; los elementos extraterrestres desaparecen y no se sostiene, dentro de elenco están: John Goodman, Madeline Brewer y Vera Farmiga intentan poner todo de ellos pero quedan desaprovechados y además hay una serie de otros personajes que no se definen y resultan imprecisos.
“Cuidado con los griegos que traen regalos”, manifiesta un personaje en Captive State, expresión que se pretende ominosa y por el contrario es un llamado de atención hacia lo que puede acontecer. Es una escena interesante para tomar como punto de partida y hablar de la nueva película de Rupert Wyatt. La frase de Virgilio es transparente, no obstante el cineasta la sigue con un plano de un cuadro del Caballo de Troya. Es obvio y redundante, si se quiere una decisión torpe de un director que propone un thriller sci-fi que se pretende complejo, pero que está lejos de funcionar tan bien como se podía haber esperado.