Luchando con mi familia (Fighting with My Family, Gran Bretaña, 2019) es una de esas películas que hace fácil algo que en realidad no lo es: ser genuina y creíblemente adorables de punta a punta. La historia de la familia Knight, un clan que dedica toda su vida a la lucha libre, es tan graciosa como emocionante. Son como Los locos Addams del catch. Desde niños Saraya y Zak han crecido con sus padres Ricky (Nick Frost) y Julia (Lena Headey), ambos luchadores, enseñándoles el arte de la lucha. No conocen otro mundo, no les preocupa otro mundo, son felices así, unidos, peleando en familia. La lucha, en su pequeña localidad inglesa, es una manera de sacar a los chicos de la calle, ayudar a la comunidad, hacer la diferencia con genuina bondad. Saraya (Florence Pugh) y Zak (Jack Lowden) han crecido y son luchadores en su localidad. Pero también han crecido mirando a Estados Unidos, donde la lucha es un fenómeno masivo y donde la WWE (World Wrestling Entertainment) es el gran sueño para los enamorados de la lucha. Cuando aparece la oportunidad de ir a una audición para formar parte de la WWE, ambos hermanos se preparan para ser parte. Aparecerá Dwayne Johnson interpretándose a sí mismo y Hutch (Vince Vaughn) un reclutador exigente pero justo, implacable con los aspirantes a luchadores. Luchando con mi familia es una película de deportes, como Rocky, pero con más humor, aunque no le falta el drama. También es una película sobre el amor de familia, sobre la solidaridad entre mujeres, en contra de los prejuicios que van en todas las direcciones, en un espíritu realmente luminoso. A otra película que se parece es a Un equipo muy especial (A League of Their Own, Estados Unidos, 1992) de Penny Marshall. Cuando Paige (nombre artístico de Saraya) conoce a las tres súper modelos candidatas a ser Divas de la WWE, ella también desconfía, como ellas desconfían de Paige. Pero luego descubrirá la humanidad en ellas, los conflictos, los problemas, las historias detrás del brillo de las luces de la lucha. Es emocionante ver a esas amigas unidas, como lo es también el amor que se tienen en la familia Knight. Gran comedia, excelente película deportiva, emocionante hasta las lágrimas, completamente divertida y con un corazón gigante. El responsable detrás de esta película es el actor británico Stephen Merchant, acá como director, guionista, además de haberse reservado un pequeño rol secundario. Luchando con mi familia es la clase de películas donde todo funciona y donde el espectador se siente feliz con la historia. Es de una nobleza absoluta, una rareza a pesar de que juega al juego más genuino del cine, el del clasicismo sin fisuras.
La belleza del ring La encantadora Luchando con mi Familia (Fighting with my Family, 2019) acumula tres lecturas posibles y de todas sale sorprendentemente airosa, a saber: en primer lugar es una película que retrata la idiosincrasia parca británica, sobre todo ese humor negro e irónico basado en diferencias de clase, en la confrontación y en cierta algarabía contenida; en segundo término hablamos de una obra de una fuerte impronta familiar, lo que desde ya implica la dinámica contradictoria de un cariño que puede derivar en celos, peleas y frustraciones de diversa índole; y finalmente -aunque no menos importante, para nada- tenemos esa dimensión deportiva que aporta en gran medida el núcleo fundamental de la propuesta en su conjunto, léase la defensa tierna y cortés del mundo del catch/ lucha libre y su sinceridad de fondo, poniendo siempre el sustrato ficcional de los combates en primer plano en una jugada que ridiculiza de paso al resto de los deportes masivos organizados bajo criterios del mercado capitalista, todos igual de fingidos y “arreglados” de antemano. La excusa que utiliza el opus para construir una odisea naturalista de ascenso al estrellato pasa por la vida real del clan Bevis/ Knight en general y el devenir de Saraya-Jade Bevis en particular: la chica, interpretada por la extraordinaria Florence Pugh, nació en Norwich en una familia de atletas profesionales ya que tanto su padre Patrick (el genial Nick Frost) como su madre Julia (Lena Headey) fueron contendientes de catch, casi siempre luchando bajo el apellido Knight, y ahora brindan espectáculos autofinanciados y hasta encabezan una academia con alumnos a cargo de Saraya y su hermano Zak (Jack Lowden), mientras un tercer hermano, Roy (James Burrows), se encuentra en prisión por problemas con la ley. Zak y la joven consiguen una prueba ante un entrenador de World Wrestling Entertainment, la compañía que controla el negocio de la lucha en Estados Unidos, pero en la demostración el susodicho, Hutch Morgan (Vince Vaughn), elige a Saraya, quien respeta la tradición familiar en el ring, y descarta a Zak, que sí abraza al catch como su aspiración de siempre. A partir de ese momento la película combina los problemas que atraviesa el muchacho en Gran Bretaña por el desaire profesional y una flamante paternidad con su pareja Courtney (Hannah Rae), lo que deriva en alcoholismo y una apatía importante, y las dificultades de Saraya -que cambia su nombre a Paige- en el centro de entrenamiento de NXT en Florida, suerte de división de la WWE especializada en nuevos talentos que luego son explotados en otras marcas más populares de la empresa, como por ejemplo Raw y SmackDown, dos shows televisivos con fans muy fieles. Entre la dureza de las exigencias de Morgan y los desajustes con otros compañeros menos experimentados de NXT, la chica de 18 años deberá hacer frente a la envidia de su hermano, las esperanzas que sus padres depositan en ella y su propia identidad, esa que está en pleno proceso de formación mientras todo cambia a su alrededor. El director y guionista inglés Stephen Merchant, de amplia experiencia en comedias televisivas, construye una trama balanceada y coherente que saca partido de la interrelación entre personajes paradójicos y queribles, sin descuidar los chispazos de comedia sardónica familiar y el retrato de fondo del deporte en cuestión y su peligrosidad. De hecho, Luchando con mi Familia hace honor al doble significado de su título porque explora tanto las desavenencias intra parentela como esta responsabilidad/ privilegio/ carga de seguir los pasos de nuestros progenitores en aquello que les ha dado de comer, detalle que en cierta forma toma a la lucha libre como una metáfora de la vida misma en eso de que está arreglada -pautada de antemano- aunque de falsa no tiene nada porque las lesiones que pueden producirse durante las performances sí que constituyen un enorme riesgo para la salud de los atletas. Merchant logra un desempeño excelente por parte del elenco, sabe que trabaja con una estructura narrativa estereotipada y hasta se las ingenia para meter en el relato a un Dwayne “The Rock” Johnson productor y hoy haciendo de sí mismo en tanto figura paternal que entrega algo de sabiduría al personaje de Pugh, aquella de la interesante Lady Macbeth (2016). Más allá de los clichés y las clásicas “licencias” hollywoodenses con respecto a los hechos verídicos, la propuesta cuenta con un corazón y una autenticidad que se agradecen en tiempos como estos, en los que la belleza y honestidad de los puños -ya sea en el boxeo o el catch- funcionan como un antídoto contra los deportes basura de equipos…
Basada en la historia real de Paige, llega a los cines esta comedia / historia real de la WWE y la primera luchadora inglesa en lograr el máximo titulo.
Basada en una historia real, lo cual siempre la hace más interesante, ésta película dirigida por Stephen Merchant relata la historia de un matrimonio que halla en la lucha libre/catch su tabla de salvación, ya que si no hubiera sido por el deporte otro hubiera sido el destino de la familia de Ricky Knight, alcohólico en recuperación (Nick Frost), su mujer Julia, y sus hijos Zak (Jack Lowden) y Zaraya (Florence Pugh). A Roy (James Burrows) el tercer hijo, lo vemos casi al final porque está en prisión, eso pinta el panorama de ésta familia de Norwich, quienes manejan una Academia con alumnos y organizan peleas para subsistir. Desde niños Zak y Zaraya soñaron en grande, pertenecer a la WWE ( World Wrestling Entertainment) en Estados Unidos y cuando llega la oportunidad de probarse, ésto cambiará sus vidas para siempre. El entrenador es Hutch Morgan (Vince Vaughn), quien los llama después de ver un video para verlos en vivo y sólo elige a uno de todos los que se presentan. La elegida es Zaraya (quien luego pasa a llamarse Paige). Ella tendrá que desafíar su fuerza física y mental hasta el extremo, y no sólo eso, esa elección le traerá consecuencias impensadas en la relción con Zak. Luego, las prácticas son lo más entretenido para ver, además de los cambios que experimentará con el correr de los días. Nada es lo que parece, por eso no conviene spoilear, sólo recomendar una película muy entretenida, que habla de las apariencias y la realidad en el deporte de alta competencia, del ego, de la aceptación de nuestros propios límites, del amor de nuestra familia y nuestro entorno, de lo importante que puede ser una actividad o un deporte para alguien, entre muchas otras cosas, en un film que puede parecer liviano, y no lo es. Con breves pero efectivas intervenciones de su productor Dwayne Johnson, no queda más que ir a verla... ---> https://www.youtube.com/watch?v=dO1VQ2dCnyU TITULO ORIGINAL: Fighting with My Family DIRECCIÓN: Stephen Merchant. ACTORES: Lena Headey, Florence Pugh, Nick Frost. ACTORES SECUNDARIOS: Vince Vaughn, Stephen Merchant, Dwayne Johnson. GUION: Stephen Merchant. FOTOGRAFIA: Remi Adefarasin. MÚSICA: Vik Sharma. GENERO: Drama , Comedia , Biográfica . ORIGEN: Reino Unido, Estados Unidos. DURACION: 108 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: UIP FORMATOS: 2D. ESTRENO: 11 de Abril de 2019 ESTRENO EN USA: 01 de Marzo de 2019
“Luchando con mi familia” es el título real y metafórico de la película producida por Dwayne Johnson, más conocido como “la Roca”. Con pocas pero contundentes apariciones en la pantalla, como siempre, el actor productor se luce. Si bien es una historia inspiracional para el deporte de la lucha libre es también la metáfora de cómo lograr un sueño con la familia o a pesar de ella. Con el plus agregado de que la protagonista es femenina. Rara vez se habla de las mujeres en este tipo de deportes, lo hizo antes y con el boxeo no con la lucha libre: “Millon Dólar Baby” y era un drama, en este caso es una comedia y es lucha libre. Uno de los temas que trata la cinta es universal, porque al decir de la propia “Roca”, siempre hay un poco de locura en nuestras familias, por ende: es imposible no identificarse y la diferencia es que la lucha es real. Una comedia ocurrente y emotiva que puede hacer que el espectador en algunos momentos quiera ponerse de pie y alentar a la luchadora que busca su lugar en el mundo del deporte y fuera de él. Escrita y dirigida por Stephen Mercachant, el guión tendrá la virtud de hacer al público cómplice. Tanto que lo hará participe como si fuera protagonista o actor de reparto, como si estuviera dentro del film. Paige es una muchacha que soñaba con su hermano con las grandes ligas de lucha libre. Hija de una familia de luchadores. Los dos se presentan por una oportunidad pero solo ella será la elegida. De ahí en más todo puede ocurrir. Dramáticamente los padres, actores de reparto, son los que por momentos brillan y se roban parte del film. La protagonista es esa adolescente que, a pesar de ser hija de luchadores, comienza desde abajo y nada le es regalado. Con un humor muy británico, humor negro y con doble sentido, que a pesar de seguir carriles convencionales, hace de la cinta un producto disfrutable y fácil de recomendar. Siempre son necesarias las historias inspiradoras de deporte. Permiten vislumbrar motivación para ir contra las circunstancias, la historia cumple y no cae en el montón, el humor británico y el doble sentido hacen de esta película una historia fresca y es bueno que aporte una protagonista femenina.
Los luchadores de la WWE se pavonean en la televisión, dan discursos ensayados e insultan a sus contrincantes. Zak los mira atentamente desde su living en Norwich, Inglaterra, juega a ser The Rock y levantar el cinturón de campeón, pero su hermana entra y cambia de canal porque quiere ver Charmed. Una pelea de hermanos más que corriente pero en una familia muy poco común, porque los padres entran y le explican a Zak cómo atraparla con una llave de lucha libre para que no pueda liberarse, en tanto que le dicen a Saraya que encuentre la forma de sacárselo de encima. Fighting with my family cuenta la increíble historia real de Paige, la primera campeona del NXT Women’s Championship.
La mayoría de nosotros, especialmente en este país, asociamos los espectáculos de lucha libre con un entretenimiento de la infancia. Según la generación a la que pertenezcas tal vez en algún momento idolatraste alguna figura de Titanes en el ring, Lucha fuerte o 100% Lucha. Si eras muy fan probablemente recuerdes de los años ´90 los programas de la WWE con Hulk Hogan o el Undertaker y su compañía rival la WCW. En la actualidad resulta algo desconcertante, cuando uno ve en los canales deportivos estos programas norteamericanos, el hecho que prácticamente no se ven niños en el público. Los fans en su gran mayoría son personas de casi 30 años o más, que completamente desaforados, vitorean a sus ídolos. Esta gente no es estúpida y es consciente que las peleas no son exactamente reales, pero se enganchan con el espectáculo y la fantasía que proponen. Shows que en ocasiones cuentan como en los cómics con sus propias sagas argumentales y a veces los luchadores se la pasan más tiempo enfrentados en duelos verbales con chicanas personales que en combates dentro del ring. Peleando con mi familia es una excelente película, producida por The Rock, que nos transporta a la cocina de la industria de la lucha libre profesional y el proceso con el que se crean a las grandes figuras. A la hora de abordar estas cuestiones la trama se centra en la biografía de Paige, una luchadora inglesa que llegó a ser bastante popular hace unos años. No es la figura femenina más relevante de la WWE pero tiene una historia de vida muy rica e interesante, que no en vano fue trabajada previamente en un documental y ahora en esta producción protagonizada por Florence Pug (Lady Macbeth) Saraya-Jade Bevis, su nombre real, es una chica inglesa que se crió en el ambiente de una familia vinculada con la lucha libre amateur y cuyo mayor sueño era convertirse en una figura de la WWE. El film de Steven Merchant, co-creador de la sitcom The Office, describe su particular historia de origen y todo el proceso que tuvo que atravesar para ser parte de la máxima institución en este tipo de entretenimiento. A través de un relato muy ameno, que equilibra de maravillas el drama con la comedia, seguimos las experiencias que vivió esta mujer en una industria extremadamente competitiva. Más allá del tratamiento de los vínculos familiares que están muy bien trabajados, una característica apasionante de este film es el proceso de casting y preparación con el que los entrenadores de la WWE tantean el potencial de las futuras estrellas. La cocina detrás de la creación de estas figuras es realmente apasionante. No basta con tener habilidades físicas sino que además hay que desarrollar determinadas herramientas histriónicas para venderle una fantasía al público. Aunque The Rock figura en los pósters para impulsar la promoción del film, en este proyecto su intervención es muy secundaria. No obstante la rompe cada vez que aparece en la trama donde se interpreta a sí mismo. El discurso que brinda en su primera escena es extraordinario y explica de manera contundente por qué es una estrella de Hollywood que convoca miles de personas en los cines del todo el mundo. The Rock entiende el entretenimiento como nadie y lo explica muy bien en un momento fabuloso de este film. Dentro del reparto sobresale con un gran papel Vince Vaughn como uno de los entrenadores de la WWE y Nick Frost en el rol del padre de Paige. Con respecto a la protagonista, Florence Pug le otorga mucha humanidad y corazón a su rol y es imposible no empatizar con ella. Disfruté muchísimo esta película y recomiendo no dejarla pasar, ya que más allá de la historia interesante que cuenta es muy entretenida.
La lucha libre de la WWE es un deporte no muy seguido por estas tierras pero es uno de los deportes más populares en Estados Unidos. Más que un deporte puede ser considerado un show, no solo por el acting y arreglo de peleas sino por todo lo que mueve al rededor, llegando a producir infinidades de merchandising como figuras de acción, pósters, entre otros. Ahora este deporte da un paso más y llega a la pantalla grande con la historia real de Saraya “Paige” Bevis (Florence Pugh), la campeona más joven de la WWE, proveniente de una particular familia inglesa en la cual se respira lucha libra desde niños. La película esta producida ni más ni menos que por Dwayne “La Roca” Johnson quien además tiene una pequeña participación intepretándose a si mismo, algo que tiene sentido si recordamos que antes de convertirse mundialmente famoso como actor fue luchador. Posiblemente, la historia de una luchadora de la WWE no sea muy llamativa, y mucho menos en países como Argentina en donde Paige es una completa desconocida, y si bien su historia familiar es bastante particular tampoco es una gran atracción que pueda llevar a la gente a comprar una entrada para esta película. Pero esta ecuación cambia gracias a una persona: el director y guionista Stephen Merchant, a quien capaz lo tengan de la versión inglesa de The Office y varias participaciones junto a Ricky Gervais. Merchant, quien también tiene una pequeña participación, logra dotar esta película de humor, al limite del negro, convirtiéndola no solo en una buena comedia, sino también en una buena película, con situaciones graciosas y disparatadas, pero también con dos conflicto centrales. Uno de estos conflictos está dado entre Paige y su hermano Zak (Jack Lowden) quien es el más fanático de la WWE (dentro de una familia de fanáticos) pero no logra pasar las audiciones y ve su sueño derrumbarse. El otro está centrado en la propia Paige y su lucha por intentar acomodarse ya que para entrar en la WWE no solo hay que ser una buena luchadora sino que hay que tener una “chispa especial”. El reparto lo completan Lena Headey y Nick Frost como los excéntricos padres, ambos ex-luchadores que se encargan de manejar la asociación de lucha de Norwich enseñando a luchar a los chicos del barrio, y Vince Vaughn como el encargado de la selección de luchadores.
Saraya es una adolescente, hija de dos wrestlers británicos retirados, y hermana de otro luchador activo. Con el wrestling corriendo por sus venas, recibe el sorpresivo llamado de WWE para que se una a sus filas en la marca de desarrollo; cosa que la llevará a tener un conflicto de intereses con su hermano, mientras ella busca su identidad dentro del mundo de World Wrestling Enterteinment. Para los que no saben nada de lucha libre, les contamos que, Luchando con mi familia, se basa de forma muy libre en la vida de la wrestler Paige; quien tuvo una meteórica carrera cuando arribó a la WWE, siendo la campeona más joven de la historia. Y a la vez esta misma muchachita, tuvo una vida personal bastante caótica una vez que tocó la cima, siendo esto bastante más interesante que la típica historia de auto superación. Por desgracia, la película toda esta última parte lo deja de lado, centrándose solo en el camino hacia el primer título de la británica. Y no solo se limita a abarcar esa pequeña parte de su vida; sino que lo hace de una forma muy edulcorada El guionista y director Stephen merchantdecide seguir el camino más fácil e impregna el relato de un tono edulcorado que hasta a quienes desconocen la historia real de Paige, sabrán que todo se está falseando para darle a Luchando con mi familia un tono de feel good movie que termina por aburrir y cansar al espectador Además, que tampoco se ve mucho de la disciplina que practica la protagonista, así que, si esperan ver algunas peleas, olvídense, ya que recién al final podremos presenciar una lucha (que es corta y bastante serruchada en comparación a la real). Amén de que se nos vende que las peleas son reales, cuando en pleno 2019, hasta los fans más acérrimos de la WWE sabemos que esta todo pactado previamente. Así y todo, la película no es aburrida y se hace bastante llevadera (en parte a su corta duración). Florence Pugh logra cargar bien el protagónico y si bien no se parece en nada a Paige, logra imitar la actitud de la inglesa cuando la veíamos por televisión. Luchando con mi familia es una película correcta, decente, pero olvidable. Suaviza demasiado los hechos reales, y deja de lado cosas más interesantes para contar, e introducir al público en general a la lucha libre profesional. Mejor es volver a ver The Wrestler.
Una bruja británica Tal como le prometieron sus padres, a Saraya le alcanzó con subirse por primera vez al ring a los trece años y luchar con su hermano Zack frente al público para deshacerse de todo el rechazo que le tenía hasta entonces, aunque por haberse criado en una familia de luchadores ya conocía el negocio familiar como nadie. Los siguientes años participó en combates de la liga local con su familia y entrenando a jóvenes luchadores en un gimnasio de Norwich, siempre con el sueño de migrar a los Estados Unidos para entrar a la liga donde realmente podría conseguir fama y fortuna. La chance llegó finalmente cuando tenía apenas 18 años, cuando con su hermano fueron invitados a participar de una prueba donde fue elegida para continuar con su entrenamiento en Florida antes de decidir si era apta para llegar al nivel más alto. Ese día comenzó su mayor desafío: alejarse de la familia que siempre la protegió para luchar por un sueño compartido por todos ellos y que puede ser bastante más difícil de lo que parecía a la distancia. Bring Your Daughter To The Slaughter Usando una narración ágil, emotiva y con mucho humor, Luchando con mi Familia logra sortear uno de los mayores problemas que suelen tener las películas basadas en historias reales o biopics: no hace falta conocer al personaje ni tener interés por la lucha libre para que resulte atractiva. Es más, son justamente las pocas escenas donde participa el famoso ex luchador y productor de la película Dwayne Johnson las que se sienten menos naturales, dejando claro que fueron planeadas para atraer a un público más amplio. Tanto la vida de la protagonista como la película se divide en dos partes diferenciadas por lo que ocurre en Inglaterra y lo que ocurre en Estados Unidos, especialmente el salto de ser parte de una familia que la quiere y respeta a entrar en una cultura diferente, donde mucho de lo que ella representa no tiene el mismo valor y tiene que adaptarse a otra realidad donde ya no es la estrella que cree ser. Siguiendo esa misma diferencia, toda la historia inglesa está narrada con un nivel de humor muy ácido que permite tocar temas como el sexo o discapacidades sin que parezca que se están burlando, algo que desaparece completamente apenas cruza el océano, donde todo es más simple, soleado, con gente linda y ansias de fama por doquier, incluyendo varias escenas calcadas de cualquier película que intente ser motivacional. No es que la historia presentada en Luchando con mi Familia sea muy original: son sus personajes los que le dan el suficiente carisma como para emocionar y divertir. Especialmente el matrimonio recreado por Lena Headey y Nick Frost, quienes pueden expresar un profundo amor familiar al mismo tiempo que bordean el abuso y la explotación de sus hijos, todo con una pátina marginal que los hace entrañables hasta cuando cruzan líneas que no deberían. Mucho de este atractivo donde hasta los secundarios del barrio tienen algún rasgo de carácter, se desdibuja cuando la historia migra a Estados Unidos, donde los personajes son intercambiables sin afectar al desarrollo de la historia y todo se vuelve bastante más previsible, con el clásico discurso aspiracional y de superación personal flotando en el aire. Pero aunque decae el ritmo general de la película, nunca llega a perjudicar todo lo bueno que venía haciendo antes.
La típica historia real llevada al cine. Con la diferencia que se trata de una familia de luchadores, que han hecho de sus hijos integrantes de la troupe, que galguean como pueden por lograr sobrevivir y que sueñan con la oportunidad de un estrellato para todos. Entrar en la liga estadounidense que transforma en estrellas a personajes como Dwayne Johnson. Productor del film. La oportunidad de un casting le llega solo a sus hijos, y entre ellos a la menor, no al muchacho que creía firmemente en ser el elegido, con discurso practicado y todo. Y a partir de allí, el film se centra en el camino de esa chica, en la presión de sentir a toda su familia pendiente de su éxito como modo de sustento y a su hermano amargado. Ella se encontrará con un entrenamiento demasiado fuerte para su resistencia y con chicas que vienen de ser modelos y porristas, suficientemente discriminadoras con la distinta. Un film rutinario sobre esfuerzos individuales y una épica que centra toda la existencia de una mujer en lograr un estrellato, con los consabidos y trillados conceptos de ser por sobre todo “ella misma”. La historia de Soraya “Paige”, la hija de la familia de luchadores de Norwich, donde se mezcla el deporte y el espectáculo, con un grupo familiar de “bichos raros” que resultan de aspecto feroz e interior tierno. El film está lleno de clichés, en las imágenes y el contenido, pero con el atractivo de ese ascenso a la celebridad y sus costos.
Si alguien leyera la sinopsis de la película (la historia real de una joven inglesa de clase baja que se convirtió en campeona mundial de lucha libre) es probable que -si no es fan de la WWE y no conoce al personaje de Paige- dé por terminado de inmediato su interés en el asunto. Sin embargo, hay que advertir que Luchando con mi familia es, en verdad, una opción para el disfrute incluso de los que nada saben de ese universo de tomas, patadas y coreografías entrenadas (y guionadas) durante meses de gimnasio. Este film escrito y dirigido por el británico Stephen Merchant (consagrado en la TV por su trabajo en The Ricky Gervais Show y The Office) es una combinación imbatible de humor inglés sobre la clase trabajadora (con aires de Ken Loach y Stephen Frears), épica de superación a-lo- Rocky y una impronta feminista muy a tono con estos tiempos. En el comienzo del film vemos a los Knight, familia de luchadores de Norwich que recorre con su camioneta tugurios de mala muerte organizando peleas ante un público más bien escaso y hostil. Pero papá Ricky (un hilarante Nick Frost) y mamá Julia (Lena Headey) han conseguido transmitirles la pasión por el cuadrilátero a su hijo Zak (Jack Lowden) y a su hija Saraya (consagratorio trabajo de Florence Pugh), quienes después de mucho perseverar tendrán la oportunidad de probarse en el riguroso sistema de evaluación y selección de la WWE en los Estados Unidos. Saraya resulta elegida; Zak, no. Cómo Saraya (su nombre artístico terminó siendo Paige), una joven no demasiado atractiva y de físico tampoco demasiado exuberante, terminó convirtiéndose en una sensación mundial en un negocio dominado por hombres y donde las pocas luchadoras eran elegidas entre modelos y cheerleaders es algo que Merchant describe con frescura, desparpajo, convicción, emoción y -algo poco habitual en este tipo de "placeres culpables"- suma elegancia. Y si algo le faltaba a Luchando con mi familia para que el disfrute fuese completo están las apariciones de Vince Vaughn como el implacable entrenador de Paige y del siempre carismático Dwayne Johnson (excampeón de la WWE y coproductor del film) en una intervención breve pero decisiva. Algunos podrán ver en la película un vehículo para la promoción de la WWE, y efectivamente lo es, pero qué importa si lo hace con las armas más nobles del cine popular. Claro que la visión puede resultar un poco edulcorada y tranquilizadora: en 2018, Paige anunció su retiro definitivo tras una tremenda lesión. Tenía apenas 26 años. La realidad suele ser bastante más dura que la ficción.
Es probable que quienes hayan apreciado Yo, Tonya disfruten de Luchando con mi familia, que está un par de escalones por debajo pero igual vale la pena. Ambas ficciones están basadas en biografías de una deportista real, se inspiraron en documentales y hacen una alquimia de comedia y drama con un tono liviano, no exento de acidez. Aquí la retratada es Saraya-Jade Bevis, más conocida como Paige en el mundo de la lucha libre. Ella ostenta el récord de haberse convertido, a los 21 años, en la campeona más joven de la WWE, una de las empresas organizadoras de este Titanes en el ring hiperprofesionalizado. Pero la gracia de su historia está en sus orígenes: Paige proviene de una pintoresca estirpe británica de luchadores. De ahí el doble sentido del título. Paige creció combatiendo en la WAW, la empresa británica manejada por su familia, entrenada por sus padres y subiendo al ring con ellos y uno de sus hermanos. Pero para poder cruzar el charco y hacer su propia carrera en las grandes ligas estadounidenses, tuvo que sobreponerse a las expectativas y presiones de los suyos. Al menos, ésa es la versión que cuenta esta ficción ideada y producida por Dwayne Johnson. Que, como es sabido, antes de ser el actor mejor pago de Hollywood fue una estrella de la lucha libre bajo el alias por el que aún se lo conoce: The Rock. El gigante -aquí cumple con un par de intervenciones haciendo de sí mismo- tuvo la astucia de convocar como director y guionista a Stephen Merchant, su compañero de elenco en Hada por accidente y socio creativo de Ricky Gervais en series como Extras, The Office o Life’s Too Short. Lo que salva a esta película de convertirse en otra historia de superación hollywoodense más es ese sentido del humor británico. Que se apoya en intérpretes brillantes, empezando por la protagonista, Florence Pugh, y siguiendo por Nick Frost (el padre), Jack Lowden (el hermano) y Lena Headey (la madre, un papel opuesto a su Cersei de Game of Thrones). Así, los clichés épicos no logran arruinar este viaje al mundo de la lucha.
La hija de una ex estrella de lucha libre tiene la chance de “llegar” y ser luchadora. La cosa es cómo hacer honor a la tradición de papá y mamá y estar alejados de una familia un poco excéntrica pero adorable. La película se basa sobre una historia real, pero es lo de menos. La película es, también, una ocasión para descubrir a Florence Pugh, que es lo más. La película trata sobre la nobleza del entretenimiento popular y quiénes nos lo regalan. Y es noble y graciosa ella misma. Lo mejor de la semana.
Florence Pugh sigue sumando grandes papeles a su carrera y acá no podemos evitar enamorarnos de su simpática representación de Paige, una de las divas más reconocidas de la WWE. Hay familias que se pasan la vida peleando, y hay familias que pelean para vivir. Es el caso de los Bevis -oriundos de Norwich, Norfolk (Inglaterra)-, promotores y creadores de la World Association of Wrestling local, con papá Patrick a la cabeza. Si están familiarizados con el mundillo de la lucha libre profesional, estos nombres seguramente les suenan, mucho más el de Paige, también conocida como Saraya-Jade Bevis, la campeona más joven del Divas Championship. La historia de esta peculiar parentela ya había sido representada en “The Wrestlers: Fighting with My Family” (2012), un documental de Channel 4 dirigido por Max Fisher, del cual Stephen Merchant tomó nota ara llevar adelante esta dramedia biográfica. Merchant, más conocido por su faceta actoral y sus eternas colaboraciones con Ricky Gervais en cosas como “The Office” (2001-2003) y “Extras” (2005-2007), se para detrás de las cámaras -y delante en un pequeño papel- para llevarnos tras bastidores de este ascenso a la fama en los cuadriláteros para esta jovencita que no pudo escapar del destino familiar. Para ella, todo arranca en el año 2002, cuando empiezan los encontronazos con su hermano Zak, y papá y mamá no tienen mejor idea que cruzarlos a los dos sobre el ring. A la edad de 18 años, Saraya (Florence Pugh) ya es reconocida como “Britani Knight”, y junto al resto de su familia ayudan a promover este noble deporte, y a entrenar a otros jóvenes luchadores que encuentran en esta actividad una escapatoria para sus vidas un tanto miserables y los vicios de la calle. Pero el verdadero sueño de Zak (Jack Lowden) es llegar a las ligas mayores y no deja de insistir para, algún día, meterse en las listas de la WWE (World Wrestling Entertainment). Mientras papá Ricky Knight (Nick Frost) y mamá Julia (Lena Headey) luchan financieramente y dejan sus días de gloria atrás para promocionar a sus retoños, la oportunidad arriba en forma del entrenador Hutch Morgan (Vince Vaughn), quien acepta incluir a los hermanos en un evento en el The O2 Arena. Es acá donde Saraya adopta el nombre de Paige -en homenaje al personaje de Rose McGowan en “Charmed”-, y donde empiezan los problemas, al menos, en el seno de los Knight. Paige tiene el carisma y un futuro en la WWE a los ojos de Morgan, cosa que no ocurre con Zak, quien queda bastante herido y resentido cundo su hermanita parte rumbo a Florida (ya en los Estados Unidos) para sumarse al equipo de NXT, ese paso previo a la World Wrestling Entertainment. “Luchando con mi Familia” (Fighting with My Family, 2019) nos va mostrando lo que pasa de un lado y del otro del charco: Saraya lidiando con todas sus dudas e inseguridades, mientras se gana un lugar entre las chicas lindas de la liga; y Zak, dejándose vencer por los celos, en vez de celebrar y apoyar los triunfos de su hermana. A Merchant, también responsable del guión, no le interesa tanto el ambiente deportivo como el familiar, y el reto de cumplir los sueños. Claro que hay parafernalia cuando se trata de la WWE y sus estrellas como Dwayne 'The Rock' Johnson (productor de la película), pero el realizador mantiene el foco en una historia más simple, sencilla y acotada, recargada de humor y buen corazón, protagonizada por un grupo de marginados que no siempre encuentra su lugar en ese mundo más “glamoroso”. La comedia inglesa, esa que no siempre da concesiones, es el catalizador del disfrute de esta película que también halla sus momentos emotivos, incluso, aunque estemos totalmente ajenos a este mundo de la lucha libre y las peleas coreografiadas. Merchant y sus personajes encuentran la conexión con el espectador a través de sus propias experiencias cotidianas, porque todos tenemos conflictos familiares (y persoanles), en mayor o menor medida. Por ahí viene el acierto de “Luchando con mi Familia”, que logra hacer brillar a cada uno de sus intérpretes, ya sean principales o secundarios. Los hermanos sean unidos... Acá, la “pica” actoral es entre Pugh -que la viene rompiendo en todo lo que hace desde “Lady Macbeth” (2016)- y Lowden, que empezó a hacerse notar después de aparecer en “Dunkerque” (Dunkirk, 2017). Pero sus interpretaciones se refuerzan gracias a todos esos personajes que los rodean, principalmente Frost, Headey y Vaughn, tan auténticos como excedidos, cada vez que la situación (y el guión) lo amerita. Merchant no le da prioridad al contexto sociocultural (como “Full Monty” o “Tocando el viento”), pero nunca lo deja de lado, reforzando las características de su protagonista y el contraste con sus compañeros norteamericanos. Estos dos mundos se unifican en la figura de Paige que, aunque lo intenta, no puede (ni quiere) dejar de lado sus raíces y el pesado legado de los Knight. En el fondo, “Luchando con mi Familia” no deja de ser una ‘feel good movie’ al mejor estilo inglés, con sus chistes ácidos, sus situaciones absurdas y sus personajes entrañables/desagradables y un tanto caricaturescos, que se ganan nuestro cariño y empatía a base de mucha actitud y naturalidad. Sabemos que este no es un cuento de hadas, y que Paige no lo pasó tan bien a como se ve en el film, pero tampoco se trata de un documental que pretende mostrar el ascenso de una estrella deportiva. Acá, la lucha libre es un poquito la excusa para contar una simpática y muy entretenida historia de sueños y anhelos cumplidos que exceden lo personal y se comparten en familia.
Luego del relativo éxito del documental de 2012 (pueden verlo en https://vimeo.com/205508370, ya que está liberado aunque en inglés) sobre la vida de Paige, luchadora estrella de la WWE, Film4 (gente que produce el prestigioso Channel 4 en Inglaterra) pensó que era una buena idea llevarlo a la pantalla grande. Para ello, se asociaron con la empresa responsable de los shows de lucha y buscaron algunos apoyos promocionales y de dinero. Ahí apareció Dwayne Johnson para darle más estatura al proyecto. Ese fue el génesis de la versión ficcionalizada de "Fighting with my family", film que presenta el ascenso de Paige, la primera luchadora británica en la WWE a la cima. Quizás el problema principal del film es que todo es demasiado previsible y jugar con las cartas visibles, probablemente no ayuda a generar la incertidumbre sobre el valor de lo que hay en juego. Y el guión tampoco ayuda a darle esa dimensión. A no ser (puede suceder) que estés buscando un relato de autoayuda, caso en el que esta cinta tiene una historia potente para ofrecerte. De todos los elementos que se juegan en "Fighting...",sólo me sorprendió el trabajo de Vince Vaughn (el reclutador de la WWE que se encarga de viajar y descubrir talentos para el show), recuperando su calidad extraviada en este último tiempo, en un rol que le pone algo de color a la historia y marca su regreso como actor versátil a este tipo de proyectos. Nada sorprenderá demasiado. Desde ya, les digo esto porque realmente tenía expectativas de ver algo más interesante. Solamente pensando en el cast (Nick Frost y Lena Headey como los padres de Paige!!), creí a priori que podíamos ver un camino de ascenso más áspero, complejo, lleno de matices. Cosa que no sucede con este trabajo del director de "Logan", Stephen Merchant. El tono general de la cinta es demasiado familiar. El cineasta utiliza un esquema narrativo tan simple, que no hay nada que nos haga dudar del derrotero del film de principio a fin. Nada, incluso los agudos problemas que atraviesa el hermano de Paige y que genera algo de ruido en la familia, alcanzan el voltaje para sacudir el amperímetro. Todo se ve, fácil. Paige tiene que soportar los nuevos desafíos, y superarlos. Tiene con qué así que el resultado final se anticipa fácil. "Fighting with my family" ofrece un camino lineal, livianamente actuado, en el que Paige (aceptable trabajo de Florence Pugh, dicho sea de paso) aprenderá que hacer y cuándo hacerlo, para sostener el duro precio de volverse una figura estelar de la actividad que anheló toda su vida. Una historia clásica de superación personal. No está mal ni bien, pero no verán aquí mucho más que la trastienda de la WWE para generar la estructura que monta para asegurar su semillero de nuevas luchadoras. No esperen demasiado tampoco de The Rock, tiene algunas escenas pero sólo aportan un toque de humor y no mucho más. Sí, Pugh y Vaughn tienen interesantes contrapuntos y sostienen el discreto interés del film a lo largo de todo su metraje. En términos generales, "Fighting with my family" está por debajo de las expectativas y cumple sólo si tu intención es curiosear un poco sobre cómo se organiza el detrás de escena del mundo de la lucha libre televisiva en USA o presenciar una historia de éxito y superación personal. Eso sí, todo en un marco de narración sencillo y sin sorpresas.
WE ARE THE CHAMPIONS Luchando con mi familia es la historia de dos hermanos que persiguen un sueño y la distancia o cercanía que toma ese vínculo a medida que cada uno logra -o no- sus objetivos. Pero también es la historia de una familia marginal y súper freak, y su camino zigzagueante hacia el éxito. También la historia de un grupo de personajes que se dedican a una actividad para nada común, una forma de entretenimiento tan amable como menospreciada: el catch. También la historia de una chica que se siente un bicho raro, que duda sobre seguir el camino de la familia o separarse y convertirse en otra persona. También la historia de una chica que debe convertirse en mujer y de un grupo de mujeres que tienen que eludir los prejuicios, incluso los propios. Obviamente es también una historia de superación personal enmarcada en los límites del film deportivo y estirando todo lo que puede el verosímil de la “historia basada en hechos reales”. La película de Stephen Merchant es todo esto, y seguramente muchas cosas más, pero es sobre todo, y antes que nada, un milagro cinematográfico que se va construyendo ante nuestros ojos, con mucha gracia, con momentos de comedia notables y fundamentalmente con esa emoción noble que surge escasamente en el cine contemporáneo. La primera escena de la película nos prepara para lo que viene. Allí unos pequeños Zak y Saraya se pelean en el living familiar y Zak intenta ahorcar a su hermana. Inmediatamente ingresa Ricky, el padre, al grito de “¿qué estás haciendo?”, para explicarle que si quiere ahorcar a su hermana lo que tiene que hacer es tomarla de otro modo entre los brazos. Claro que hace su ingreso la madre y le enseña a Saraya cómo escaparse de esa situación. La escena es cómica y sumamente efectiva, pero también incómoda por la manera en que los personajes naturalizan la violencia. Así se presentan los Knight, esta típica familia de clase obrera británica que, cual troupe circense, organiza combates de catch a la vez que entrenan a los pibes del barrio para que se dediquen esta actividad en vez de andar a la buena de los peligros callejeros. Con enorme sabiduría, en apenas unos minutos, Merchant (director, guionista y actor en un pequeño rol de reparto) no sólo sintetiza a sus personajes y la lógica del mundo que habitan, sino que logra que los Knight (y su película) nos metan en sus bolsillos y no nos larguen más. La estructura central de Luchando con mi familia es la del film deportivo: Saraya se probará ante los buscadores de talento de la World Wrestling Entertainment (WWE, la principal entidad regente del catch en los Estados Unidos) y tendrá la oportunidad de ingresar en las grandes ligas. Es a partir de ese hecho, donde se cruzarán todas las líneas argumentales de la película, con una claridad y poder de síntesis apabullante: Luchando con mi familia nunca deja de ser graciosa, aunque caiga por momentos en el drama, mientras sigue el entrenamiento de Saraya y las dificultades que se le presentan en el camino, como así también los entretelones familiares y algunas oscuridades que permanecían ocultas por el bien del negocio grupal. Y a la par de sus grandes personajes principales se van construyendo otros de reparto sumamente queribles, incluyendo la participación de Dwayne Johnson haciendo de sí mismo. Merchant cuenta, sin ningún tipo de conflicto, la historia de un grupo de británicos que miran con fascinación ese gran entretenimiento norteamericano que es la lucha libre (así como él habrá visto en algún momento la notable versión yanqui de la serie The Office, que él creó en Inglaterra junto a Ricky Gervais). Y lo hace apelando, desde el relato, a las mejores tradiciones del cine británico y el estadounidense. Del primero saca esa aspereza socarrona, un poco cínica, y esa capacidad para reírse de cosas verdaderamente incómodas. De los segundos saca cierto espíritu noble, cierta amabilidad que aminora el cinismo british. En la fusión no hay pérdida, más bien todo lo contrario: una retroalimentación saludable, que energiza y hace más áspero el típico relato de éxito deportivo hollywoodense, pero a la vez vuelve más amable, y le quita la sordidez innecesaria, a la comedia urbana inglesa. Esa misma retroalimentación que hay en personajes que deben aceptarse para poder aceptar al otro y en un elenco súper lúcido, con una Florence Pugh despampanante y un Vince Vaughn en estado de gracia, como en Hasta el último hombre, aquella locura de Mel Gibson. Luchando con mi familia es una película feliz y luminosa, de esas que se edifican con materiales convencionales pero lo hacen de una manera tan notable que parecen contar su historia por primera vez. Merchant entendió todo y estamos absolutamente agradecidos por ello.
En un retrato agradable Luchando con mi familia cuenta la vida de la familia Knight, para ser más preciso el camino hacia la fama de la hija menor Saraya-Jade Bevis, mejor conocida en el mundo de la lucha libre como Paige. Stephen Merchant realiza su primer trabajo como director (esta vez sin el co- de por medio) y no deja títere con cabeza plasmando un relato con una gran dosis de simpatía que funciona, saca sonrisas en el público y literalmente hace olvidar algún mal rato pasado. erchant juega con la vida de la bizarra familia Knight (autoproclamados reyes del wrestling en Norwich, inglaterra) de una manera absurdamente efectiva. Peleando con mi familia es la antítesis de The Wrestler (2008, obra maestra de Darren Aronofsky) y funciona de complemento para ver los golpes, el tocar fondo y remarla, la persecución de sueños imposibles, el fracaso sobre la gloria y el triunfo sobre un predestinado fracaso. Las dos películas se complementan narrando los sacrificios por una pasión que para muchas personas es “falsa” no obstante estos atletas dejan su salud, fortuna y en algunos casos hasta su vida por defender lo que creen y quieren. Merchant triunfa dirigiendo Luchando con mi Familia. Producida por Dwayne Johnson (y contando con cameo glorificado de The Rock) Luchando con mi Familia se defiende en todas las esquinas. En el roster actoral tenemos a Nick Frost y Lena Headey como los cabecillas de la familia Knight; Headey y Frost tienen una química asombrosa en pantalla, son un dúo salido de pelea de bares, de la destrucción de vicios y de trenes que chocaron múltiples veces y aun así, a pesar de las múltiples colisiones funcionan magníficamente. Después nos encontramos con Florence Pugh como el talento protagónico de esta película; Pugh consigue llevar la historia de estupenda manera recreando eventos de vida como si fuera su vida propia. La joven actriz lucha, sufre, ríe, llora y nos engaña… nos engaña para mostrar que no es la verdadera Paige, pero podría serlo sin problemas. Ahora bien, detrás de todo este elenco, Jack Lowden es el que da todo y no deja sobras personificado a Zak Knight (el hermano del medio de la familia Knight) Lowden da un tour de force y demuestra que su carrera acaba de despegar… recuerden el nombre de este joven actor. Y tenemos yapa: Vince Vaughn tiene un rol secundario clave que agiliza la película y la lleva por el camino correcto. Da gusto ver como una película tiene la destreza de ganarse al público rápido y fácil, esto no sucede seguido y cuando nos encontramos con estos casos, hay que celebrarlo. Vayan a ver Luchando con mi Familia.
Esta bien narrada y dirigida Stephen Merchant, y basada en la historia de Paige. Muestra esta chica como se mete en el mundo de la lucha libre, todo se va envolviendo con interesante diálogos y buenos mensajes, está siempre presente que si luchamos podemos realizar nuestros sueños solo es cuestión de proponérselo. Acompañan buenas actuaciones, genial personajes de Dwayne Johnson (con ciertos lujos, se ríe de él mismo), momentos emocionantes, divertidos, buenos gags y humor negro. Si bien resulta previsible, tiene muy buen ritmo y tal vez tenga en alguna situación similar a Rocky, aunque esta se encuentra basada en hechos reales. Dentro de los créditos finales hay imágenes reales.