El efecto mariposa explica claramente que el aleteo de este insecto puede generar un tornado en el extremo opuesto del mundo. No hay mejor forma de explicar la base del argumento de Lunáticos, film que se estrena en cines el próximo 4 de agosto. El detonante del caos que hace a la película es un tuit que el presidente cuarenta y pico (sic) de los Estados Unidos, Adolf Hinder, hace a la madrugada -cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, o no-, el cual explica que suspende el comercio con China, desatando así consecuencias financieras globales que afectan en particular a los protagonistas latinoamericanos del film -Daniel Hendler, Verónica Llinás, Luis Ziembrowski y Gerardo Chendo están entre las caras más conocidas-. Tres historias paralelas se desatan a lo largo de la cinta, una más lunática que la otra y es la comedia negra el centro que las amalgama. Además, el realizador Martín Salinas mezcla pequeños elementos ya vistos en otras películas nacionales y las amolda como mejor le parece, armando así un producto original con gusto a República Argentina, más allá de contar con actores de toda la región. Se podría hasta agregar un componente psicológico en toda la situación, en el sentido de cómo, ante la crisis, el enojo y el estado de furia e ira, el ser humano deja de ser racional y es ahí donde los problemas mayores tienden a convertirse en catastróficos. Deja mucho para reflexionar. En el poster de Lunáticos se lee una frase: “Para reírse cuando habría que llorar”. En este caso nunca tan cierto, y más en la incertidumbre que vivimos actualmente. La realidad nunca se sintió tan cerca de la ficción.
Fallida producción en la que, principalmente, la incoherencia del guion no logra resolver las historias estancas que se quieren contar a partir de seres vulnerables que ponen sus vínculos a prueba en un mundo anestesiado y sin empatía para los demás. Un elenco deslucido en una forzada propuesta.
Luego de diez años sin ocupar la silla de director, el aclamado guionista Martín Salinas vuelve al ruedo con una comedia negra titulada «Lunáticos». La cinta, desarrollada en clave de historias cruzadas, es protagonizada por un reparto coral entre los que destacan Daniel Hendler, Verónica Llinás y Luis Ziembrowski. El punto de partida son una serie de tweets que el presidente norteamericano, satirizando a Donald Trump, libera en redes y provoca un cimbrón económico global. Salinas, quien también se encargó de la escritura del guion, coquetea con posibles historias que podrían darse en ese contexto, en distintos puntos de América Latina. La película es una coproducción entre Argentina, México y Uruguay. Ese detalle facilitó el rodaje con importantes actores de cada nacionalidad en diferentes locaciones, como por ejemplo la participación del mexicano Alfonso Dosal, quien fue parte de la célebre serie «Narcos: Mexico». El trabajo de coordinación fue orquestado por la argentina Lili Mazure (Producción ejecutiva), las mexicanas Laura Imperiale y Mónica Lozano, y las uruguayas Lucía Gaviglio y Virginia Hinze (coproductoras). El cineasta nos da la clave para entrar en su universo ficcional desde el poster oficial. «Lunáticos», porta el emblema «para reírse cuando habría que llorar» en clara alusión a sus intenciones de recurrir al humor para sobrevivir el agobio que vivimos como sociedad. En una entrevista con Telám declaró: «En el humor, uno se ríe muchas veces de aquellas cosas que lo angustian. Hay algo de la realidad del mundo y del planeta en este momento que nos angustia a todos muchísimo porque no sabemos adónde va a parar todo esto». Siguiendo la línea de ese pensamiento, se encarga de ironizar sobre el amarillismo de los medios, la fragilidad de los mercados financieros y el estado permanente de alerta en el que vivimos. El film tiene un comienzo arrollador donde nos ataca de lleno con toda su irreverencia, su humor negro y su picardía para presentarnos cada situación. Realiza un efectivo trabajo a la hora de crear un mundo verosímil en base a fragmentos audiovisuales reales (recurso que por sí solo ya es una recreación satírica de las clásicas introducciones de películas sobre catástrofes) y cada historia tiene un punto de partida creíble que convierte al público en espectadores capaces de palpar la desesperación plasmada en cada caso. Sin embargo, jamás olvida al humor como faro guía dentro de tanto drama. Los actores se desarrollan con total naturalidad, hay gags cómicos muy bien ejecutados y la química no falta. La realización es sencilla, pero funciona muy bien a la hora de mantenernos dentro de lo mundano de los relatos. Tal vez, el pecado más grande que comete el largometraje es volverse demasiado cíclico en su formato. Llegado un momento avanzado de cada secuencia, tiende a volverse repetitiva y comienza a agotar al espectador. La mejor solución hubiera sido sacrificar algunos minutos en pos de mejorar el visionado. De todas maneras, como concepto general, discursivo y fílmicamente, el resultado final resulta positivo. Decidimos no ahondar particularmente en cada historia para no dañar la sorpresa del público. Por la misma razón, recomendamos asistir a la sala sin haber analizado minuciosamente el tráiler extendido. Martín Salinas creó una película divertida que logra hacernos reír de la vulnerable realidad en la que vivimos. Nada mejor, y más sano, que usar la sátira para desahogarnos. Como dice su lema: «para reírse cuando habría que llorar».
Con una larga trayectoria en el cine, Martín Salinas vuelve a la dirección con el estreno de su nueva película, “Lunáticos: Para reírse cuando habría que llorar”, una interesante apuesta y coproducción argentina con México y Uruguay. Basada en las historias escritas por Salinas para “Tiempo Final”, el clásico ciclo de unitarios, “Lunáticos” es una comedia negra y satírica que se concentra en narrar la realidad y las locuras de varios personajes que habitan la ciudad de Buenos Aires, México y Montevideo como consecuencia de estar viviendo en un mundo tan interconectado y globalizado. Con un gran elenco encabezado por Daniel Hendler, Luis Ziembrowski, Rafael Spregelburd, Gerardi Chendo, Verónica Llinás, Julián Kartun y otros, y un elenco mexicano compuesto por Alfonso Dosal, Cassandra Ciangherotti y Julieta Egurrola, la película consiste en un desahogo cómico frente al agobio y la angustia tan presentes y característicos de estos tiempos que corren. A partir de unos tweets iracundos del aparentemente sobremedicado presidente de Estados Unidos contra China -como clara ridiculización de Donald Trump-, y su consecuente suspensión comercial con el país asiático, se termina desatando una gran crisis financiera mundial y un desenfrenado caos de información en los medios de comunicación. El declive financiero y el ánimo demencial y efervescente de la población mundial impacta de lleno en la vida familiar, afectiva y económica de este grupo de singulares personajes latinoamericanos. Desde una mirada distópica y delirante, pero con matices de mucha verdad, la película se enfoca en los personajes y sus microuniversos. Y si bien el filme prepara el terreno para que lo absurdo suceda, las secuencias que viven los protagonistas son más bien lógicas y realistas, y puede que dé lugar a preguntarse qué pasaría si el delirio fuera totalmente llevado al extremo. No obstante, y frente a un contexto hostil y versátil, “Lunáticos” es una cautivante propuesta con actuaciones excepcionales que nos permite, como bien nos indica, reír para no llorar.
Una comedia que no causa ninguna gracia es un camino difícil de recorrer. Pero sí además esa comedia elige ser una sátira, esa falta de risas van acompañadas por un enorme fastidio. Humor negro, comentarios políticos y sociales y la suma de varias historias, todo eso confluye en Lunáticos, una comedia fallida de principio a fin. Los personajes de estas historias están en Buenos Aires, Ciudad de México y Montevideo, pero podrían estar en mil ciudades más y tampoco podrían sobrevivir a un guión muy malo y una producción excesivamente humilde. El chiste inicial con el presidente norteamericano posteando barbaridades en Twitter ya muestra el nivel de la comedia y no engaña, es así de mala. Una especie de Donald Trump, al que el guionista menos divertido del planeta ha decidido ponerle el nombre de Adolf Hinder, está sentado en el inodoro y ahí desata un caos global. Después del bochornoso comienzo conoceremos a los personajes, todos en situaciones extremas de supuesto humor negro. Un suicida, un personaje psiquiátrico, un hombre que irrumpe en un programa de televisión amenazando con volar todo por el aire. Y acá una salvedad: tal vez no sea una comedia, no importa lo que quieran vendernos, tal vez sea un drama al que a último momento le quisieron cambiar la promoción. Alguna de las historias parece directamente robada de una película, pero tal vez solo se trate de un lugar común más. Un elenco con muchas figuras resulta sorprendentemente fallido, no pudiendo dar ni uno solo de ellos en la nota, todos incómodos con un guión con diálogos y situaciones imposibles. Más que mala resulta incomprensible.
Esa una mirada crítica y delirante de nuestro mundo globalizado. Un posteo del presidente de EEUU suspendiendo toda relación comercial con China y poniendo al país y sus habitantes como objeto del mayor odio, puede tener consecuencias catastróficas y otras secundarias, dolorosamente cómicas o absolutamente frenéticas y descontroladas. Los resultados económicos y la caída de los valores desencadenan que un especialista entrevistado en la tele sea amenazado en vivo por un familiar transformado en un hombre-bomba o que un psiquiatra más preocupado por su dinero que los pericias que le pide un juzgado, enrede a un paciente peligroso con un cineasta en busca de una locación. En este film escrito y dirigido por Luis Salinas, con un elenco de lujo y una coproducción uruguaya, argentina y mexicana, los equívocos se multiplican a escalas impensadas y el ritmo humorístico se mantiene constante y gracioso. Tiene a actores tan famosos como Daniel Hendler, Luis Ziembroski, Rafael Spregelburd, Marcelo Subiotto , Verónica LLinas, Marina Bellatti, por solo nombrar a los más conocidos en nuestro medio, que respetan el registro dramático al servicio de un guión que se retuerce en lo imaginativo y rimbombante.
Hay un dato clave para entender la lógica que mueve los hilos de Lunáticos. Su director es Martín Salinas, quien había tenido su última vez en la silla plegable en 2012 con la comedia policial Ni un hombre más. Pero donde más experiencia tiene el realizador es en la escritura de guiones tanto para producciones mexicanas como nacionales, entre ellas varios episodios de Tiempo final. Algunas de las historias creadas para la serie de unitarios sirven de materia prima para esta coproducción entre la Argentina, México y Uruguay. La acción de esta película coral arranca con el presidente de Estados Unidos tuiteando una decisión que desata un cataclismo económico planetario. Mientras los medios dedican largas horas a rumores y análisis sin perspectiva alguna, varios personajes de Buenos Aires, México y Montevideo entrecruzan sus destinos a raíz de la mala nueva llegada desde el Norte. Las historias son tres y están atravesadas por una apuesta a la negrura para retratar con una mirada irónica las miserias del mundo moderno y globalizado. Allí están un porteño que entra a un estudio de televisión con un chaleco bomba mientras entrevistan al político que supuestamente lo estafó, un mexicano al borde del suicidio cuya suerte cambiará ante la llegada da una mujer y un psiquiatra montevideano intentando solucionar sus cuestiones financieras mientras del psiquiátrico donde trabaja se escapa uno de los pacientes más peligrosos. Las resonancias de la actualidad no impiden que la película, como casi todas las que apelan al formato coral, sea un tanto irregular, con un par de historias más y mejor desarrolladas y una (la mexicana, cuya inclusión se debe a cuestiones de coproducción) que suena forzada. Igual de forzado que el acento de varios actores argentinos haciendo de uruguayos. El resultado es un film obvio en su mensaje crítico que intenta hacer comedia utilizando como base las angustias cotidianas. Una loable intención que, sin embargo, no termina de materializarse en la pantalla.
La comedia negra escrita y dirigida por Martín Salinas -quien ya se había adentrado en este terreno con Ni un hombre más- va al grano desde la primera secuencia para ilustrar el efecto dominó que atraviesa su historia. El presidente de los Estados Unidos, un símil Donald Trump, comunica a través de sus redes sociales que no prolongará sus acuerdos económicos con China, motivado por la necesidad de disrupción más que por la búsqueda de cambios concretos. Los tuits, mitad sardónicos, mitad ignorantes, generan una indetenible crisis mundial que se nos muestra a través de un montaje acelerado á la No miren arriba. Luego, Salinas abandona las explicaciones narrativas para enfocarse en las consecuencias micro de esa acción primigenia, y para ello elige tres puntos geográficos en los que plantarse: Ciudad de México, Buenos Aires y Uruguay. A través de un relato coral, percibimos cómo ese capricho del jefe de Estado impacta directamente en la vida cotidiana de invididuos que se enferman por el contexto en el que trabajan, las farmacéuticas se ven afectadas y las problemáticas de salud mental son resignadas a uno de los últimos eslabones de la cadena, y los medios de comunicación buscan su tajada a través de un approach sensacionalista. Al tratarse de un relato polifónico, la estructura de Lunáticos a veces tambalea, y no siempre logra la homogeneidad buscada. Las secuencias ambientadas en Buenos Aires, con situaciones reminiscentes a las de Relatos salvajes, son las más logradas, sobre todo cuando Salinas pone de fondo una placa casi imperceptible en la que van pasando los años en los que la Argentina entró en crisis. Si bien todo está encapsulado desde el humor (el realizador se propone encontrarles una veta cómica a hechos opresivos), esos momentos tan reconocibles dejan un sabor amargo que no hacen más que incentivar un necesario debate posterior, función clave de la sátira que este film toma como bandera.
Si bien dice el proverbio chino que “el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, no se imaginan lo que puede suceder si un presidente estadounidense postea algo desde el inodoro. Eso es lo que plantea, de movida, Lunáticos, la comedia negra de Martín Salinas con un elenco que integran Daniel Hendler, Luis Ziembrowski, Rafael Spregelburd y Verónica Llinás, entre muchos. La cosa es así. El presidente de los Estados Unidos, curiosamente llamado Adolf Hinder, se encerró en el baño de la oficina Oval de la Casa Blanca y empezó a mandar mensajes, desde el inodoro, con los pantalones bajos, por sus redes sociales, anunciando que va a acabar con el comercio con China. El descalabro financiero es mayúsculo, no solo en su país, sino en todo el mundo. Sí, la Argentina está incluida. También México y el Uruguay. Acá, y en todos lados Es que Lunáticos transcurre en Buenos Aires, Montevideo, México y Washington, pero mayoritariamente en los tres lugares mencionados en primer término, con historias paralelas. Los medios de comunicación empiezan a sugerir que el presidente -con ciertos aires a Donald Trump- estaría sobremedicado, pero las jornadas pasan, nadie aclara nada y el terremoto financiero sigue. Y así como en Buenos Aires, en un canal de televisión que transmite en vivo ingresa al piso un lunático (o no) con un chaleco con explosivos, hay otro lunático (o no) que en Montevideo está por liberarse de su camisa de fuerza, mientras aguardan la llegada de un psicólogo (Marcelo Subiotto) y en un departamento en México hay unos mafiosos que ponen en riesgo la vida de tres, tal vez, lunáticos y/o inocentes. El tono es de comedia disparatada, y que Salinas llamara a figuras no siempre acostumbradas a ese extremo del género, a excepción de Llinás, ha sido una apuesta fuerte y que le salió con resultado positivo.
Este filme viene a engrosar la lista de repetición de esta estructura que instalo Alejandro Iñarritu con “Amores Perros” (2000), donde a partir de un suceso se despliegan varias historias, en este caso tres. El director mexicano se copio a si mismo, de manera irregular, repitiendo la estructura en “21 Gramos” (2003) y “Babel (2006). Luego por suerte la abandonó, pero hubo otros directores que intentaron e intentan
Este es un cuento de hadas con elementos de ciencia ficción: un niño debe rescatar a su pequeña hermana de un villano horrible que habita en la Luna, acompañado por el amo de los sueños y un escarabajo. El diseño es muy bello, muy “europeo” en su complejidad y color, y la película funciona con algunas secuencias que tienen enorme creatividad incluso si el cuento en sí -como todo cuento de hadas, para qué negarlocorre por carriles previsibles.
Para la gente que le tiene fobia al cine argentino, llega este fallido filme para reforzar sus miedos, es una comedia, pero la falta gracia, y es como una sátira crítica, pero es superficial y chabacana en ese aspecto. Debajo de la foto, la crítica escrita más formal; más abajo la crítica radial, más informal, completa en los reproductores de audio solo, o de YouTube con video. Lunáticos es una película fallida; no es mala, pero no logra realizar su potencial, y a pesar de que tiene buenas ideas, y tiene un buen casting, y una buena producción, no logra entusiasmar; quedándose a mitad de camino, en un film regular. Por momentos, a lo largo del metraje, da la impresión de que la película se va a redimir en algún momento, y va a terminar con la aprobación de esta crítica, pero finalmente no logra despegar, y se siente decepcionante. El film trata tres historias de manera independiente, pero unidas por un mismo disparador: que el presidente de los estados unidos ha dicho por twitter que va a cerrar el comercio con china, esto produce una crisis internacional, que afecta a varios de los personajes de diversas formas. En una de las historias un muchacho en México que ha perdido dinero con eso, y que debe a narcotraficantes y otras hierbas, está al borde del suicidio, con la soga al cuello literalmente, pero primero por un llamado de su madre, y luego por otras circunstancias, no se puede ir matando, en una especie de tragicomedia, dónde se irán llegando personajes y complicando la trama. La otra historia, en Uruguay, es la de un psiquiatra que ha perdido dinero en la bolsa, y quiere arreglar con el que lo hace invertir, entonces no va a la clínica psiquiátrica, cuando justo ha llegado un peligroso convicto, el cual aprovechando la no llegada del psiquiatra, hace estragos y se intercambia los roles, mediante un engaño, con una persona que estaba de visita en la clínica. Y en la tercera historia, desarrollada en argentina, vemos a un hombre desesperado, que también ha perdido dinero en la bolsa, luego de que su primo le recomendara invertir en determinado lugar, pero hace tres días que no le contesta el teléfono, y ahora este hombre desesperado va a un estudio de televisión donde está su primo siendo entrevistado al aire, y entra con un chaleco bomba, diciendo que va a volar el estudio; a menos que lo dejen hablar con nada menos que la directora del fondo monetario internacional, la cual está en la agenda de su primo ya que éste trabaja en esa entidad. Estas tres historias son totalmente independientes, y ninguna logra su potencial tragicómico, siendo probablemente la de la televisión la mejor lograda, ya que se muestra cierta critica a los medios, los cuales demuestran demasiado amor por el rating, aun cuando este se logre debido algo trágico. La actuación de Luis Ziembrowski y Rafael Spregelburd están muy correctas, y la del conductor televisivo también. En cambio, en las otras dos historias, la que se desarrolla en México con el suicida es confusa, tiene ciertos clichés del género, no se entienden algunas cuestiones, no está tan bien actuadas algunas partes, y tiene un cierre que se siente forzado. Por otra parte, la historia del neuropsiquiátrico, es en cierta forma, la más absurda, pero no logra tener ni la locura absoluta, como para que funcione en una clave dentro de un cine absurdo, como sería por ejemplo la película Zoolander, o Tonto y Retonto; ni tampoco tiene la sutileza y el trazo fino, que debería tener para un registro más realista, como en el cual se desarrolla; dónde tiene momentos que son graciosos por justamente lo absurdo de la situación, pero como el tono general de toda la secuencia es como más realista, se sienten como forzados e inverosímiles. Sí analizamos cada parte de la película en sí, no podemos decir que hay algo que está mal filmado, o que está mal actuado, o que esté mal escrito inclusive, pero la unión de todos los ingredientes no funcionan por algún motivo; quizás una mezcla de errores de timing, de edición, de dirección en cuanto al tono, y el montaje, y definitivamente hubiese ayudado un guion más sólido; todo esto hace que la película a pesar de tener buenos ingredientes, termine dando un sabor amargo, insulso, lo que debió ser un postre agridulce, se parece más a una galleta sin sal. En la sala había espectadores que a la mitad de la película se levantaban y se iban, y otros que, al salir, no la comentaban bien. Trump Trucho Por otra parte, cierta crítica que quiere hacer al sistema económico mundial, a los estados unidos, y a ciertas instituciones, no funcionan. Principalmente por un problema de no conocer bien cómo funcionan; pero además, ideológicamente es confuso el filme, como que no se hubiera tenido bien en claro cuál era la crítica que se quería hacer, y además, alguna de las cosas que se exponen son demasiado burdas, y con un trazo demasiado grueso; por ejemplo, evidentemente se quiere criticar a la institución de la presidencia de los estados unidos, y específicamente a su ex mandatario Donald Trump, pero el nombre que le ponen al presidente norteamericano es Adolf Hinder (!) Para ponerle ese nombre, directamente le hubieran puesto Adolf Hitler, porque es lo mismo; quizás no lo quisieron hacer para no ofender a la comunidad judía, pero semejante falta de sutileza es abismal, y molesta, se siente como una bajada de línea burda y barata; además, la foto del mandatario es como una especie de Photoshop mal hecho, como que mezcla la cara de Trump y de Biden. Además, la subtrama del FMI no funciona bien, no se hace una crítica justa al FMI, que es una institución que tiene mucho para haberle criticado, sino que se hace una crítica vaga y como tocando de oído sobre que es el FMI, y que males puede traer. Sumado a esto, cuando los personajes de los primos se enfrentan, uno de ellos, el de la bomba, hace cierta crítica, y el otro le responde con otra cosa, que por la forma en la que está puesta en la película, es como una bajada de línea que el tipo tiene una baja sensibilidad social, o como que es un capitalista furioso, pero en realidad lo que dice, es absolutamente sensato; y la escena, moral e ideológicamente termina como en offside. Además, el epílogo también tiene gusto a poco y no termina de cerrar, es burdo, poco sutil y con una bajada de línea digna de haber sido escrita para un práctico del secundario por un alumno adoctrinado. Una película para evitar en el cine, y si no leyeron la crítica a tiempo, y ya la han visto, para olvidarla. Cristian Olcina
Para reírse cuando habría que llorar La sátira es una de las herramientas más fuertes de crítica a la sociedad y la política. Desde tiempos casi inmemoriales las sociedades realizaban su descargo sobre las injusticias y cuestiones problemáticas utilizando este modo de catarsis, puedo llamar, emocional. Dirigida por Martín Salinas, Lunáticos es una coproducción entre Argentina, México y Uruguay que presenta una línea de crítica mordaz desde el humor, tal vez la más práctica en función de su necesidad de sentar posición frente a las circunstancias que evidentemente nos superan. En ese tono comienza desde el primer minuto esta película, planteando una realidad ¿improbable? en la que las redes sociales generan una teórica confusión en la realidad política mundial. En un despliegue coral en tres puntas logísticas, en tres espacios geográficos (México, Uruguay y Argentina), se narran las historias simbólicas sobre cuestiones que afectan las decisiones globales de la política en el tono de comedia satírica del que les hablaba en el inicio de la reseña. A la estructura de los hechos que cuenta la película, se suma la crítica a los medios y un ocasional sinsentido, o manejo desmedido de la pintura de los hechos que definen la vida de todos. Como es un clásico a esta altura y según los tiempos posmodernos, procuro evitar todo tipo de spoiler, de modo que guardamos bajo siete llaves las circunstancias en que cada historia tiene lugar, con el conveniente cruce, relacionado con los elementos de realidad en común entre ellos. El elenco está compuesto por Daniel Hendler, Luis Ziembrowski, Rafael Spregelburd, Gerardo Chendo, Julián Kartun, Verónica Llinás y Marina Bellatti. Para encontrarnos con la realidad confusa que nos toca transitar, elegimos hacer uso del lema de promoción del film a modo de mantra: “para reírse cuando habría que llorar”.