Enredos de parejas El segundo film en colaboración de los jóvenes realizadores norteamericanos John Francis Daley y Jonathan Goldstein, responsables de la comedia Vacation (2015), es nuevamente una comedia de enredos y acción alrededor de una pareja excesivamente competitiva en una estructura narrativa similar a la de films como Una Noche Fuera de Serie (Date Night, 2010), opus de Shawn Levy protagonizado por Steve Carell, o Después de Hora (After Hours, 1985), la comedia negra de Martin Scorsese. En Noche de Juegos (Game Night, 2017), la pareja en cuestión, Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams) vive obsesionada por una pasión lúdica que se traduce en un espíritu competitivo malsano que los lleva a organizar tertulias con parejas amigas para disfrutar de distintos tipos de juegos. Esta obcecación por la competencia genera en Max un cuadro de estrés que le dificulta tener hijos, lo que Annie relaciona con la envidia que su esposo siente por su hermano mayor Brooks (Kyle Chandler), quien siempre gana en todas las competiciones que los hermanos encaran desde que eran niños. Cuando Brooks, un empresario exitoso y deseado, visita a la pareja para invitarla junto a sus amigos a una velada en su casa para una noche de juegos inolvidable, la pareja accede temiendo que haya una trampa, pero todo resulta mucho más complejo y delirante que lo que los protagonistas imaginan. Utilizando distintos tipos de juegos surgidos durante el nuevo capitalismo de los servicios como los relacionados con la contratación producciones y situaciones similares a la de las casas de encierro, Noche de Juegos construye una historia en la que ningún personaje resulta ser lo que aparenta al calor de la acción y todos se convierten en héroes y villanos en un juego imposible de distinguir del drama y la aventura que acecha inesperadamente a los personajes. La obra de Daley y Goldstein, escrita por Mark Perez, autor del guión y la historia de la comedia Accepted (2006), recorre los prejuicios burgueses, la cotidianeidad y los temores de las parejas sin hijos de treinta y pico de años en un relato con variadas referencias al cine de fines de los noventa como El Club de la Pelea (Fight Club, 1999) o Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999), entre otras, que comienza con gran agilidad y va perdiendo interés a medida que las ideas se acaban y la narración se estanca. La obra presenta actuaciones aceptables, un estilo que parece llevarse todo por delante con presteza y gran soltura que se va perdiendo a medida que el guion embrolla la comedia costumbrista y la acción, a lo que se suma una serie de giros drásticos que oscilan entre la broma y seriedad de la vida puesta en juego. De esta forma, Noche de Juegos propone un convite ideado para parejas de las clases medias en relación de dependencia, o con sus emprendimientos propios, que aspiran a una vida con mayor holgura y comodidad. A pesar de que la película no busca salir del ideario burgués de la diversión y el juego como forma de escape y utilice como protagonistas a una pareja anodina cuya adicción es la competición, es imposible no pensar en otra forma de concebir la función social del juego como las que por ejemplo señala y explica el historiador holandés Johan Huizinga en Homo Ludens, refiriéndose a las características liberadoras y opresivas de la dimensión lúdica, que el film trata desde un lugar demasiado trivial con la única finalidad de entretener como vía de escape de la cotidianeidad, sin transformarla, y para colmo, perdiendo a medida que avanza la cinta el ritmo y la armonía, características fundamentales de la función del juego que pretende trabajar.
Una comedia que comienza muy bien, se empantana un poco hacia el final pero que en resumen resulta divertida. A esta producción con la dirección conjunta de John Francis Daley y Jonatan Goldstein, con guión de Mark Perez, lo mejor que le pudo pasar es tener como protagonistas a Jason Bateman (un actor completo, que puede hacer cualquier género, pero que en esta comedia brilla) junto a Rachel McAdams que tiene la mejor química con su esposo de ficción. Ellos conforman una pareja unida por el gusto por los juegos, todos los imaginables en la paleta hogareña, que componen con su veta competitiva, pero que descubren que ella no queda embarazada porque el tiene sus espermatozoides poco activos. Parece que la culpa la tiene su hermano mayor, millonario y brillante que siempre lo maltrata y desvaloriza y encima esta por venir de visita. También tiene un vecino encarnado por Jesse Plemons que casi se roba la película. Pero cuando se ponen en juego un tema de secuestro que se supone broma y no lo es, con corridas, armas de juguete y verdaderas, balas de fogueo y otras reales, la película toma vértigo y pierde un poco su encanto, justo cuando se profundizaba un poco en sus ricos personajes. Buenas bromas, resoluciones inteligentes. Y aunque tiene algunos defectos, la diversión esta asegurada y posiblemente el éxito también.
Sin trampas Con espíritu nostálgico y presentándose como entretenimiento puro, Noche de juegos (Game Night, 2018), de John Francis Daley y Jonathan Goldstein (Vacaciones, Quiero matar a mi jefe), plantea dosis de humor y acción por partes iguales, con cierta incorrección política, algo cada vez menos frecuente en películas de grandes estudios. Cuando Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams) deciden organizar una noche de alcohol y juegos de mesa entre amigos, para superar la imposibilidad de ser padres, nada los haría suponer que se embarcarían en una aventura con giros inesperados hasta para el más hábil de los participantes. Ubicada en la línea de comedias de los años ochenta con premisas inspiradas en juegos de rol/mesa que a tramas narrativas (Gotcha!, Clue: los siete sospechosos), este film con Bateman y McAdams suma a Jess Plemons, como un vecino obsesivo, Billy Magnussen, el “tonto” de turno, y Lamorne Morris, como un hombre que intentará saber con quién de la farándula se ha acostado su mujer. Noche de juegos se acerca a la sitcom y la comedia física, representada a través de situaciones ad hoc con momentos que funcionan por sí solos más allá del relato. En esas escenas, en las que la corrosión y el entusiasmo por generar la risa desde situaciones absurdas, imposibles, pantagruélicas, es en donde la película logra su cometido, como así también en la incorporación de paneos símil tablero de juego de los escenarios en los que la acción se desarrollará, potenciando y explorando aún más su espíritu de entretenimiento y su premisa inicial. Pero en algunos puntos de la trama, más oscuros, menos luminosos, es en donde Noche de juegos falla, inmolando el espíritu de comedia al querer pretender algo que no es. La inexperiencia e ineptitud de sus protagonistas para lidiar con la mafia y asesinos, logra la empatía con los espectadores a partir de cada una de las desafortunadas situaciones en las que se ven envueltos, algo que ya en Al filo de la muerte (The Game, 1997), película protagonizada por Michael Douglas, se planteaba con solemnidad y un rictus diferente. Aquí el juego letal, del que sólo se puede escapar arriesgando la vida, busca la risa para desarticular situaciones incómodas, potenciándose desde el gag y construyendo una estructura narrativa cercana a un episodio de Los tres chiflados. Así y todo, dentro de esa configuración, la preeminencia de la broma como motor disparador no traiciona su espíritu y origen, pese a que, en algunos momentos, el chiste debilita la potencia inicial de la propuesta.
Adictos al juego protagonizan desventuras que no saben si son parte de un plan diseñado por otros o de una peligrosa realidad. Una película lúdica en todos los sentidos del término. Guionistas de films como Quiero matar a mi jefe y Spider-Man: De regreso a casa y directores de Vacaciones, John Francis Daley y Jonathan Goldstein combinan en Noche de juegos comedia de enredos, romance y elementos propios del thriller de acción con resultados bastante dignos. La película va mutando de tono, de ritmo y de estilo, pero sin perder jamás de vista el humor negro. Los protagonistas son Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams), dos "enfermos" de los juegos (así se conocieron y se terminaron casando) cuya principal pasión es competir contra otros matrimonios en el Pictionary, el T.E.G., el Dígalo con mímica o cualquier otro entretenimiento que les permita demostrar sus habilidades. No sabemos muy bien de qué viven y el único trauma que el guión de Mark Perez desarrolla es el de Max con su hermano mayor Brooks (Kyle Chandler), que siempre es más rico, exitoso, hábil y ganador que él. Cuando Brooks regresa todos los fantasmas y las tensiones de Max se potencian y amplifican. El film tiene un arranque eficaz en el que nos sumergimos en ese submundo de los jugadores compulsivos, pero sobre todo en su segunda mitad el relato opta por una espiral de acción con las tres parejas protagónicas, Brooks y un vecino y agente de policía llamado Gary (Jesse Plemons) involucrados en hechos (secuestros, robos, persecuciones) que no sabremos si son parte de un juego de roles, de una trampa creada por alguien o de una peligrosa realidad en la quedan inmersos sin proponérselo. Quizás ese primer tramo (el de los ludópatas) sea más interesante que la comedia de acción (y del dilema de un matrimonio respecto de tener hijos), pero incluso en sus zonas más elementales Noche de juegos (una película con ciertos aires de Después de hora y referencias explícitas a El club de la pelea y Tiempos violentos/Pulp Fiction) resulta bastante divertida y llevadera. Y, si las risas escasean para el espectador, siempre estará la sonrisa de Rachel McAdams a modo de compensación.
Un grupo de parejas tiene su noche de juegos. El hermano del dueño de casa propone uno con agentes federales y secuestradores. El lector imaginará que las cosas se van a salir de madre y que las cosas no serán como parecen, que la noche va a transformarse en una especie de pesadilla para los personajes. Sí, es así. Pero también sucede que esta cuestión se trata con precisión y sin olvidarse del foco angustioso de inestabilidad (para los personajes, claro) sobre el que se monta la historia, lo que permite que cada vuelta de tuerca del relato -y hay muchas- se se vuelva una ocasión para la risa. El principal tema del film es el más importante en el cine reciente: dónde está la realidad (si es que todavía existe), y la distancia que los realizadores disponen para narrar el cuento permite confirmar que la risa es, ni más ni menos, producto del ejercicio de la inteligencia. Los dos protagonistas principales, MacAdams y Bateman, son de lo mejor que tenemos en el cine reciente.
Es la combinación de la comedia y el thriller, del humor zafado y de los enredos. Noche de juegos tiene detrás de cámaras a profesionales entrenados en el tema y un elenco que juega específicamente a lo que le piden. Annie y Max, los personajes de Rachel McAdams y Jason Bateman, se conocen en un bar, en un torneo de juegos nocturnos, en los que la rapidez con que se contesta tiene su premio. Son tal para cual, se casan y reiterarán esas noches de juegos a la que hace referencia el título del filme de Jonathan Goldstein y John Francis Daley (Vacaciones, guionistas de Quiero matar a mi jefe y Spider-Man: De regreso a casa), una vez por semana, con otros amigos y parejas. Puede ser jugar Monopoly o al Dígalo con mímica, no importa, la cosa es reunirse en la casa del matrimonio, beber cerveza y deglutir comida chatarra, hasta que la aparente monotonía -hay un personaje de pocas luces que lleva todas las semanas a una chica distinta- se quiebra con la llegada de Brooks (Kyle Chandler, especialista en hacer de hermano, como en Manchester junto al mar y Bloodline, la serie de Netflix ), que siempre tuvo disputas con Max, más que nada de rivalidad y competencia. Brooks convence a todos de realizar una noche de juegos en la casa que alquila, y allí se enteran de la apuesta: contrató a una empresa que secuestrará a uno de ellos, y el que descubra el paradero, se quedará con su auto, un Corvette de 1976. El sueño de Max, claro… Noche de juegos no es más que una comedia de momentos disparatados, porque previsiblemente el secuestro sucede y no es parte del plan que tenía pensado Brooks, y la inocencia de los personajes vale más que las salidas ingeniosas que puedan tener, mezclados con narcos y delincuentes. A la pareja protagónica se le suman un par de actores de prestigio, que no llegan a ser cameos pero que no vamos a develar ni a spoilear aquí, por si el lector desea pasar un rato amable con estos personajes que no tienen ningún problema o preocupación más que pasarla bien. Ah, y si la película funciona en la taquilla norteamericana -estrenó hace una semana-, se viene la secuela. Sépanlo.
Noche de juegos, de John Francis Daley Por Ricardo Ottone Encontrar a la persona con quien compartir tus pasiones, y por ende tu vida, no tiene precio y Annie (Rachel McAdams) y Max (Jason Bateman) tuvieron esa suerte. Fanáticos de los juegos, sea de mesa, de adivinanzas, de roles o de cualquier tipo, se conocieron en pleno ejercicio de su afición y desde entonces se reúnen periódicamente con parejas amigas en noches alocadas de Scrabble, Dígalo con Mímica, Jenga o el Juego de la Vida. Y en cuanto al juego de la vida en su versión metafórica se puede ver que Annie y Max son una pareja feliz, que se quiere y las pasan bien juntos pero tienen un problemita sin resolver que es la imposibilidad hasta el momento de tener hijos. Los espermatozoides de Max parecen un poco lentos, algo que se atribuye al estrés que a este le provoca la competencia con su hermano Brooks (Kyle Chandler), un hombre de negocios que le refriega sus éxitos desde la más tierna infancia. Precisamente es Brooks el que organiza una noche de juegos donde invita a Annie, Max y las parejas amigas. Para lucirse, como es su costumbre, Brooks contrata una empresa de actores para un juego de roles donde deben fingir secuestrarlo y los participantes tienen que resolver el misterio. El problema es que unos maleantes verdaderos se meten en el medio y lo secuestran de verdad. Los demás no advierten el entuerto y salen candorosamente a meterse en lo que creen sigue siendo un juego hasta que se enteran a la fuerza que las cosas se complicaron. Noche de juegos es una comedia basada en una premisa. Esto es: qué pasa cuando los personajes siguen comportándose ante la realidad como si fuera un juego y los enredos que esto produce y qué pasa cuando se dan cuenta de lo que verdaderamente está sucediendo Pero la premisa por si sola terminaría agotándose y si la película funciona es gracias a los personajes. McAdams y Bateman son divertidos, queribles y tienen química entre ellos. A la vez hay un elenco de personajes secundarios muy bien construidos, con historias y líneas argumentales propias, donde se luce especialmente el vecino policía tétrico interpretado por Jesse Plemons. La trama policial no tiene demasiada importancia. Se trata de una excusa para disparar el relato, el habitual McGuffin para que los personajes se muevan. No obstante hay un cuidado por parte de los realizadores Daley y Goldstein para las escenas de acción y las persecuciones. En particular hay un plano secuencia vertiginoso, donde los personajes se van pasando un objeto valioso circulando dentro de una mansión y tratando de evitar ser capturados por unos matones, donde despliegan cierto virtuosismo. Demuestran además cierta autoconciencia que les permite acudir y a la vez reírse de las típicas e interminables vueltas de tuerca pero sin pasarse de cancheros. Al igual que sus protagonistas, Noche de juegos es una película lúdica y juguetona, que invita a dejarse llevar con su combinación entre humor negro y violento, un humor más bobalicón y adorable y un toque de comedia romántica. NOCHE DE JUEGOS Game Night. Estados Unidos. 2018. Dirección: John Francis Daley, Jonathan Goldstein. Intérpretes: Jason Bateman, Rachel McAdams, Jesse Plemons, Kyle Chandler, Sharon Horgan, Billy Magnussen, Lamorne Morris, Kylie Bunbury. Guión: Mark Perez. Fotografía: Barry Peterson. Música: Cliff Martinez. Edición: David Egan, Jamie Gross, Gregory Plotkin. Duración: 98 minutos.
Grata sorpresa me llevé con este estreno. Me reí mucho y en voz alta. Algo que no suele suceder a menudo. La historia es muy tonta y cero verosímil, pero a la vez muy efectiva. Sus gags son buenos y no acude ni a los chistes escatológicos ni a los sexuales para hacer reír. El gran secreto que posee para que esto suceda es Jason Bateman y su gran química con Rachel McAdams. Si bien ella no se caracteriza como actriz cómica, su laburo aquí es digno teniendo en cuenta que su partener es un gran comediante. El resto del elenco (la mayoría ignotos) está bien pero nada en especial para destacar salvo la participación de Jesse Plemons. Los directores John Francis Daley y Jonathan Goldstein, quienes vienen de hacer la remake Vacation (2015) y que ahora se encargarán de la aventura en solitario de Flash en la recientemente anunciada Flashpoint (fecha de estreno tentativa en 2020), vuelven a demostrar su habilidad narrativa en la comedia, manejando muy bien los tiempos. Otro aspecto para destacar es el montaje. Sobresale de la media en una película de este estilo, sobretodo en la secuencia inicial. Noche de juegos es una muy buena comedia para ver en el cine, sobretodo en grupo de parejas y/o amigos.
Max y Annie son competitivos, aman los juegos y se aman el uno al otro. Una pareja hecha en el cielo de los juegos de mesa que organiza un encuentro semanal con sus mejores amigos para despuntar el vicio de ganarles al Monopoly, al Pictionary, al Dígalo con mímica o lo que se les ocurra. Además, Max (Jason Bateman), y Annie (Rachel McAdams) quieren tener un hijo, un proyecto que se complica porque, según la especialista, Max está demasiado tenso. El origen de sus nervios parece ser el retorno del exitoso Brooks (Kyle Chandler), su hermano mayor y eterno rival. Y, de hecho, será ese regreso el que ponga en movimiento la trama que combina la comedia de enredos, el humor negro y la acción. Lo que sucederá cuando Brooks proponga una noche de juegos distinta y más inmersiva de lo habitual requiere que el espectador suspenda el sentido de realidad por un rato y se anime a subir a la montaña rusa que proponen los directores John Francis Daley y Jonathan Goldstein, guionistas de Quiero matar a mi jefe. De aquella comedia toman la idea de enfrentar al hombre común que Bateman interpreta a la perfección con situaciones extraordinariamente peligrosas. Claro que si la película consigue despegarse de la media es gracias a McAdams, brillante como la dulce e intrépida Annie, y al lugar que le otorga al elenco secundario en el que se destacan Sharon Horgan (creadora y protagonista de la serieCatastrophe) y Jesse Plemons(Fargo) en el papel del vecino más inquietante que se pueda conseguir.
Dirigida por John Francis Daley y Jonathan Goldstein (dupla que escribió Quiero matar a mi jefe y Spiderman: regreso a casa y dirigió la remake de Vacaciones) y escrita por Mark Perez, Noche de juegos es una comedia con tintes de terror y acción que gira en torno a una de esas noches a la que alude el título, en la cual no se sabrá qué es un juego y qué es real. Rachel McAdams y Jason Bateman interpretan a un matrimonio que disfruta interminables noches de juego (de todo tipo) junto a sus amigos. Son competitivos y buenos jugando y, al mismo tiempo, son una pareja consolidada que empieza a buscar armar una familia. Quieren tener un hijo, pero hay un factor que se los impide y probablemente sea el estrés provocado por la inminente llegada del hermano de Max (Bateman), figura que siempre lo opacó porque se mostraba mejor que él en todo, en el juego y en la vida. Brooks (Kyle Chandler), efectivamente, llega haciendo alarde de sus logros y aprovechando cada oportunidad para humillar a su hermano. Entre sus excentricidades, invita al grupo de amigos de la pareja a un juego muy particular en la enorme casa que está alquilando: un juego de rol de misterio que gira en torno a un secuestro. Entonces entran a la casa y secuestran a Brooks. Pero esto no estaba armado. Como no se dan cuenta de manera inmediata, el resto sigue jugando con feroz competencia. Así se va generando un juego de enredos que, de a poco, pone sobre la mesa sangre, tiros, atropellos y un cúmulo de situaciones desbordantes. Noche de juegos es una comedia con un poco de terror, de acción, de policial, de romance incluso. Una mezcla extraña que, a la larga, funciona. Entretenida, con algunas sorpresas, pero también con las típicas y esperadas vueltas de tuerca entre lo que es real y lo que es juego. Lo bueno es que aprovecha de manera irónica muchos de los clisés de estos géneros. Bateman cumple, pero es McAdams el corazón principal del film, con su innegable carisma, logrando ser encantadora de una manera que se percibe siempre fresca y genuina. A su alrededor los secundarios brindan cada uno su aporte, resaltando Jesse Plemons como un vecino que quiere a toda costa ser parte de este grupo al mismo tiempo que no supera la separación con la mujer por la cual accedió a ellos. En cuanto a elenco, hay algunas sorpresitas más cerca del final. A nivel dirección, es bastante funcional con excepción de un par de escenas -como un largo plano secuencia que va y viene entre varios personajes- donde se permiten los realizadores también jugar un poco.
El film dirigido por John Frances Daley y Jonathan Goldstein, resulta una divertida y dinámica historia en donde un grupo de amigos, que tienen como costumbre reunirse a jugar diferentes juegos de mesa, se encuentran envueltos en uno completamente diferente, cargado de adrenalina, incertidumbre, y un factor sorpresa eficaz que no decepciona. Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel Mc Adams) llevan una relación llena de risas y diversión, se conocieron hace unos años juegos de por medio, y es así como continúan sus días, rodeados de amigos y diversión. Queriendo dar un paso mas en la relación, buscan tener un hijo. Eso no es lo único que ellos desean, pues seguir con la tradicional "noche de juegos" mas allá de que haya hijos de por medio es algo que está fuera de discusión. Entre esta búsqueda y los juegos, Max se entera de que recibirá la visita de su hermano Brooks (Kyle Chandler), quien a diferencia de él, disfruta de una posición económica y social mas ventajosa. Arrogante, mentiroso y superficial, Brooks decide sorprender a su hermano y amigos con una propuesta que saldrá de la rutinaria mesa de juegos que Max y Annie ofrecen. A su vez, el recientemente divorciado, y excluido del grupo, Gary (Jesse Plemons), también hará lo posible para volver a tener a sus amigos alrededor. Así es como el grupo de amigos se verá envuelto en una noche en donde el juego y la realidad se entrecruzarán constantemente, sorprendiendo y entreteniendo a los jugadores, y del otro lado, al espectador. "Noche de juegos", es una comedia norteamericana más, pero se destaca dentro del género por su guión, locuaz y entretenido, a cargo de Mark Perez, y las actuaciones de su elenco, en el cual si bien no hay grandes destaques, existe una composición de personajes muy bien delineada.
Al filo de la ludopatía y de la muerte La nueva comedia de los directores de Vacaciones tiene enredos, una ración de humor negro y también una pizca de acción. John Francis Daley y Jonathan Goldstein debutaron en la dirección de largometrajes con Vacaciones (2015), relanzamiento a la vez que relectura del inicio de la saga homónima protagonizada por Chevy Chase durante los 80 que ya tiene anunciada una secuela para 2018, otra vez con ellos en la silla plegable. Noche de juegos es la segunda película del dúo y casi que también una remake. Una encubierta, sin acreditar, más cerca del liso y llano robo que del “homenaje” reconocido. La deudora directa es Al filo de la muerte, aquélla con Michael Douglas y Sean Penn en la piel de dos hermanos (el primero multimillonario; el segundo, un díscolo con tendencia al caos) envueltos en la telaraña de un misterioso juego en el que resulta imposible –para ellos y para el espectador– saber qué es verdad o mentira, en qué momento la fantasía oscura da lugar a la más cruel de la realidades. De ella Daley (uno de los chicos de la seminal Freaks and Geeks, luego devenido guionista) y Goldstein toman su premisa prácticamente al pie de la letra, aunque disparándola hacia la comedia negra antes que al estudio de la locura con formato de thriller psicológico, toda una especialidad del realizador de Pecados capitales y Zodíaco. Noche de juegos avanza más rápido que una partida de truco, con la presentación de los integrantes de la pareja protagónica, Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams), conociéndose mientras hacen lo que más le gusta: competir. Amantes de todo tipo de juego hasta el límite de la ludopatía, tienen la costumbre de dedicar una reunión semanal con amigos a la velada del título. A una de ellas llega Brooks, que se presenta como inversor y empresario multimillonario y desde chico ha vencido a su hermano Max en cuanta partida hayan disputado. A diferencia de Al filo…, Brooks dice abiertamente que con lo que vendrá a continuación harán cumbre en la cima de los juegos, a lo que uno de los amigos responde que podrían hacer algo similar a El club de la pelea, pero con otros pegándose y ellos apostando. Nuevo llamado –ahora oficial– a la obra de Fincher. Brooks anuncia que fingirá su secuestro y los otros deberán encontrarlo siguiendo las pistas. Por esas casualidades que sólo suceden en Hollywood, y que abundarán a lo largo de la poco de más hora y media de metraje, al ingreso de un agente del FBI falso le sigue el de dos enmascarados que se llevan a Brooks. Pero éstos no están jugando a nada sino que quieren saldar una vieja deuda de alguien que no es quien dice ser. Así, la noche de juegos original dará pie a una comedia que va de la negrura a los enredos, y de allí al coqueteo con el thriller de acción, veta en la que menos cómodos se los nota tanto a los actores como a los realizadores. Sí se mueven mejor en el terreno cómico. Bateman, cara de tipo común y corriente, es todo un especialista en personajes ordinarios sobrepasados por situaciones extraordinarias, algo así como una mezcla entre Tom Hanks y Ben Stiller, que soporta con cara de nada que su mujer le intente sacar una bala desinfectando la herida con champán. McAdams la juega de algo tonta, y le sale perfecto. Aunque aquí todos son de “algo tontos” para arriba, empezando por el fanático de El club…. Daley y Goldstein parten de esa leve subnormalidad generalizada (algo similar ocurría en Vacaciones) acompañando a sus personajes a lo largo de la búsqueda. La buena noticia es que ellos no juzgan la tontería: se divierten “con” y no a costa “de”. La mala es que al final de la noche algunxs habrán aprendido cosas que enuncian con la misma seguridad con la que hasta ese momento habían jugado.
La trama comienza de manera muy simpática cuando se conocen Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams), el amor nace a primera vista, comparten amigos y se casan. Suelen reunirse con sus amigos, organizan distintos juegos y les da placer el ganar. Pero una noche llega Brooks (Kyle Chandler) que es el hermano de Max, un triunfador, un ganador en todo que tiene una mansión y un auto deseado por todos propone un juego con más adrenalina y más real, donde participan otros personajes y termina siendo una gran aventura, hay que resolver el secuestro de Brooks, todo va contra reloj y en un momento no se sabe si es real o una travesura. La historia tiene humor, ironía, habla de los distintos miedos que llevamos adentro, de la envidia, los complejos y la discriminación, mezcla el género del terror, el policial, el romanticismo, el suspenso y el drama. Incluye una bella pareja protagonista, contiene buenas escenas de acción, persecuciones, diversión y acompaña una buena banda sonora. Nos encontramos con un film entretenido, agradable, una buena distracción y con momentos disfrutables. Tiene cierta similitud al film “Una Noche Fuera de Serie” (2010) con Tina Fey y Steve Carell. Además se hace referencia a otras películas. Ideal para un público poco exigente. No te muevas de tu butaca porque dentro de los créditos finales hay una escena extra muy particular.
Es difícil trabajar la fusión de géneros, cuando se intenta crear algo original. La alquimia para hacer que funcione un film con dosis similares de suspenso, acción, terror, intriga y romande... es complicada. En muy pocas ocasiones ha resultado y es por eso que cuando vez el afiche de "Game night", sospechás. Tu otro yo (ese que te habla cuando menos lo esperás), te dice: "¿funcionará?". Y desde este lugar, porque hacemos un servicio noble, les decimos (a vos y a tu otro yo): "sí, funciona". No me pidas que te de mucho fundamento de cómo se estructura, pero sí puedo decirte que "Game night" es una peli divertida, liviana, veloz, llena de giros inesperados que quizás no te impacten de lleno, pero seguro justifican el precio de tu entrada (lo que en estos días, no es poco). Detrás de las cámaras contamos con John Francis Daley y Jonathan Goldstein, quienes hicieron hace un tiempo la nueva versión de "Vacation" y saben como exhibir situaciones escatológicas, bizarras y orginales. No es que su arte sea particularmente superlativo, pero son buenos artesanos de la industria. Hacen lo suyo y tratan de que la pases bien. Y en general, lo logran. El argumento de "Noche de juegos" es simple. Una pareja copada (Rachel McAdams -siempre un faro donde esté- y Jason Bateman), una reunión de amigos aficionados al juego, un hermano que regresa y propone una invitación sospechosa y luego, lo que aparenta ser un típico encuentro donde parejas amigas descargan sus ansiedades a través de lo lúdico, termina en otro escenario. No digamos explosivo, pero casi. Aquí no podemos decirte que es cierto y que no. Tampoco anticiparemos si toda la confusión que se da a partir del presunto secuestro está pensada de antemano o va sucediendo a medida que los protagonistas impulsan caminos. Sí te digo que "Game night" de a ratos parece una montaña rusa, acelera y se vuelve violenta, delirante y atractiva. No es nada especial, pero Rachel McAdemas está en su mejor momento como actriz y su carisma compensa las limitaciones actorales de Bateman, quien hace lo que hace siempre: el tipo despistado, bueno pero que nunca da con la nota necesaria para avanzar en la vida. Hay un par de conflictos que aparecen (lo familiar, la búsqueda del hijo, las desaveniencias entre los protagonistas) pero siempre están subordinados al ritmo trepidante que la aventura propone. Complementa, pero lo importante es resolver el secuestro. Si es que realmente lo es. El resto del elenco está bien, ofreciendo una atmósfera divertida, de sábado por la noche intenso, que el espectador sabrá agradecer. Si buscan entretenimiento directo y simple, "Noche de juegos" cumple con creces. Parece una hermana menor de "The Hangover" y se siente muy cerca de "Date night" y la clásica ochentosa "After hours", sin dudas. Es una cinta desestructurada y fresca y si bien no siempre acierta la dirección, nunca renuncia a generar situaciones donde la sonrisa esté presente. Eso suma, más, cuando comedias no abundan en cartelera en estos tiempos.
Jonathan Goldstein y John Francis Daley son dos que vienen haciendo sus deberes hace tiempo. Seguramente se los reconozca principalmente por los trabajos como actor del segundo, quien creció frente a cámaras como el Sam Weir de la icónica Freaks and Geeks o el Lance Sweets de Bones, pero desde hace poco más de un lustro que formaron una dúo de escritores que asciende en el terreno de la comedia de alto perfil, sin estar amparados bajo el paraguas de popes como Judd Apatow o Adam McKay. Juntos firmaron las dos Horrible Bosses, que sin ser piezas notables los mostraron abiertos a conceptos originales, mientras que entre otros proyectos se ocuparon de Spider-Man: Homecoming, con la que demostraron un buen manejo de la comedia y la acción. En el proceso hicieron su debut como realizadores con el relanzamiento de Vacation, bastante atado a la versión de 1983 y con decisiones cuestionables en términos de humor, más orientado a subir la apuesta en términos escatológicos de forma gratuita. Por fortuna eso no sucede con Game Night, una película en la que vuelven a dar cuenta del dominio sobre los géneros arriba mencionados, en el marco de un misterio absorbente que se complica con cada lanzamiento de los dados.
Hacía bastante que no me reía tanto en el cine como hoy. La última vez fue con “She’s funny that way” la cual recomiendo fervientemente. Esta noche me reí casi tanto como aquella vez, pero esta vez con una trama totalmente diferente y un elenco tan bueno como el de aquel film. Es interesante lo bien que están hecho los personajes y lo bien que están representados. Podemos discutir largo y tendido si Bateman hace siempre “los mismos papeles” pero en este film lo hizo muy bien. Me saco el sombrero con McAdams, me atrevería decir que debería estar nominada en los Oscar, pero todos sabemos que las comedias no garpan en los Oscar. El resto del elenco está muy bien también. Billy Magnussen hace muy bien el papel de “hueco”, no recuerdo haberlo visto actuar antes, pero me gustó. El actor que no me gustó mucho, porque me pareció que hizo algo muy similar a su papel en la serie “New Girl” fue Lamorne Morris. También es destacable el papel de Jesse Plemons como ese vecino raro, un actor tan multifacético y tan poco valorado. El film comienza bien arriba haciéndote estallar de risa los primeros minutos. Mientras pasaban los títulos pensaba: “que difícil se les va a hacer a partir de ahora”, y los siguientes minutos me comenzaron a dar la razón. Hasta que llego Brooks. Y ahí la película comenzó a subir de nuevo, no por el actor, sino por lo que ese personaje sumaba al total del film. Una cantidad enorme de giros a lo largo del film. Momentos sorpresas que te dejan con la boca abierta. En este film tenes risa y sorpresa asegurada. Por momentos me encontraba riendo solo de los chistes, pero creo que las demás personas eran algo tímidas. También esta muy bien la banda sonora, la poca que hay. Mi recomendación: Muy buena película 70% comedia 30 % thriller. La recomiendo para ver, pero conseguite un 2x1.
Al cine lo primero que se le pide es que no te aburra. Si lo que ves te hace pensar o es un producto meramente entretenido ya depende de cada propuesta. Como espectadores tenemos un alto nivel de exigencia para con lo primero, pero no le planteamos el mismo desafío a lo segundo, y por eso no faltan los realizadores que, conscientes de esta diferencia en las exigencias, entregan productos flojos. Noche de Juegos claramente se inscribe en el segundo grupo pero con un nivel de seriedad que no se observa con frecuencia en títulos de su naturaleza. Avanzamos diez casilleros Max y Annie son una pareja altamente competitiva que disfruta de organizar reuniones con sus amigos para jugar juegos de mesa. Una noche resultará ser distinta a las otras con la llegada del hermano de Max, quien propone un elaborado juego de misterio organizado por una compañía especializada: consiste en el “secuestro” de dicho hermano y que el resto de los participantes tengan que seguir una serie de pistas para rescatarlo. La cosa se complicará cuando descubran que fue secuestrado por verdaderos criminales y su vida esté en riesgo. Noche de Juegos funciona plenamente como comedia, y no hace otra cosa que tirarle obstáculos y pistas falsas a los protagonistas a cada paso del camino. Lo que contribuye, en partes iguales, a generar risas y mantener el esencial interés del espectador en saber cómo va a terminar la historia. Un logro que consiguen mantener a pesar de algunas situaciones medio tiradas de los pelos (como arrojarse un huevo Fabergé los unos a los otros por toda una casa a distancias imposibles y que no se rompa) y algún que otro agujerito narrativo (¿cómo puede sangrar tanto alguien por una herida y no desmayarse o morirse?) que no termina afectando a la película como un todo. También es de destacar cómo la película encara el tema de la competitividad como la piedra angular de la impostura masculina y cómo la seguridad del ego masculino tiene una gran base en ello. Un tema que inspira gran parte de los chistes, con la suficiente inteligencia para saber cuándo no bajar línea. En materia actoral tenemos trabajos eficientes de Jason Bateman, de probada experiencia en este rubro, y Rachel McAdams, quien consigue sobresalir un poco más e incluso con diferencia de otras experiencias similares que tuvo en el género. Sin embargo, la interpretación que destaca aquí es la de Jesse Plemons, como un policía desequilibrado vecino de los protagonistas. El rubro técnico es bastante prolijo, sin mucho que destacar salvo un pequeñísimo detalle: el acierto de los realizadores de tomar los planos generales y hacerlos parecer como si fueran el tablero de un juego de mesa. Conclusión Con base en un guion muy funcional e interpretaciones a la altura del desafío, Noche de Juegos consigue con suficientes méritos su meta de entretener. Comedia hecha y derecha que si la eligen, mal no la van a pasar.
Noche de Juegos es una comedia ingeniosa, muy entretenida, con humor para todos los gustos y una dinámica que recuerda a Edgar Wright. Está muy bien dirigida y los actores se lucen. Noche de Juegos es una comedia que se mezcla perfectamente con el crimen y el misterio. La trama cuenta la historia de una pareja: Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams) los cuales son muy competitivos y les gusta ganar en toda clase de juegos. Por las noches se reúnen con sus amigos para jugar, dejando de lado a Gary, el policía del barrio (Jesse Plemons). El problema surge cuando entra en escena el hermano de Max, Brooks (Kyle Chandler), con el que tiene una terrible enemistad. La trama parece simple pero se va complicando a medida que pasan los minutos y da diferentes giros inesperados que hacen dudar al espectador sobre la veracidad de ciertos eventos o ciertos personajes. La comedia está manejada con mucha maestría y hay para todos los gustos: Va desde lo sutil a lo más picante, pasando por chistes sobre racismo, silencios incómodos y toques de humor negro. El elenco en líneas generales está muy bien. Jason Bateman, a quién seguramente muchos conocen por la serie Arrested Development, se luce ampliamente. Kyle Chandler es otro de los talentosos que desborda carisma, aunque su personaje sea un engreído insoportable. Pero sin dudas, la sorpresa es Jesse Plemons, quien con un simple gesto o una mirada puede resultar amenazante y a la vez, logra sacar carcajadas por lo incómoda que resulta la personalidad de Gary. Los directores John Francis Daley y Jonathan Goldstein también demuestran sus dotes para lograr tomas dinámicas y persecuciones dignas de cualquier película de acción. En ciertas líneas, recuerdan mucho a la forma en que Edgar Wright dirige sus comedias, sin llegar a imitarlo, algo que le da al film un estilo muy particular que es de agradecer. También se luce la edición, la cual intercala escenas con representaciones de distintos juegos de mesa, donde se ven autos al estilo Monopoly y luego se transforman en autos reales. Lo único que resulta malo o cuestionable de la cinta es que, hacia el final, el relato parece estirarse más de lo necesario y se pincha un poco. Sin embargo, estos problemas no afectan el resultado general, el cual es entretenido, hilarante y sorprendente. Tal vez no pase a la historia, pero es una gran comedia.
Noche de Juegos: Adivina quién vino a jugar Los directores John Francis Daley y Jonathan Goldstein nos ofrecen una disparatada mezcla entre comedia y thriller. La comedia les sienta bien, aparentemente, a los guionistas de Spiderman: Homecoming, Horrible Bosses y Burt Wonderstone y directores de la remake de Vacation. Después del paso en falso que puede haber significado la reversión del clásico de Chevy Chase, Daley y Goldstein decidieron volver al ruedo con Game Night, una comedia de enredos con tintes policiales que nos brinda una propuesta divertida, atractiva, hilarante y fresca a pesar de ciertos traspiés de los que terminan saliendo airosos. La película nos cuenta la historia de Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams), una joven pareja que disfruta de las noches de juegos con amigos, eventos que los unió y los convirtió en marido y mujer. Es así como pasaron los años y la pareja se encuentra establecida y en la búsqueda de su primer hijo, pero los viejos hábitos siguen intactos, y una vez a la semana siguen reuniéndose para disfrutar de algún acontecimiento lúdico. Sus amigos se divierten en cada ocasión en que la pareja anfitriona los llama para la reunión recreativa que implica un momento de desahogo en medio de la semana. Todo va más que bien hasta que el hermano de Max, Brooks (Kyle Chandler), viene a la ciudad y propone una nueva y original noche de recreación en su casa. Es allí que se producirá una confusión cuando el juego de secuestro falso que prepara Brooks mediante una empresa contratada, que ofrece juegos originales, se vea interrumpido por un rapto real del dueño de la casa. Los protagonistas irán adentrándose en un terreno peligroso pensando que el evento es ficticio como el que se proponía en un principio. De esta manera, se irán desarrollando algunos enredos y momentos hilarantes provenientes de un verdadero galimatías que rodea a los personajes. El principal acierto del largometraje pasa por el dúo protagónico, dándole justo en la tecla a la dinámica de pareja que necesita este tipo de comedia. Bateman y McAdams sacan a relucir sus mejores dotes para la farsa y la comicidad mediante una lograda química. Además, los protagonistas están muy bien acompañados por un grupo de actores secundarios que tienen una amplia experiencia en la comedia y en el thriller, entre ellos se destacan Sharon Horgan (Man Up), Lamorne Morris (New Girl), Billy Magnussen (Ingrid Goes West) y Jesse Plemons (Black Mirror). El guion resulta bastante aceptable y pese a contar con algunas inconsistencias narrativas sale adelante debido a un logrado timing para la comedia y para la acción. Una mixtura estupenda que no se ve hace mucho en los films de este estilo. También cabe destacar el trabajo de cámara que tiene el film, dándonos grandes escenas a nivel visual como por ejemplo el plano secuencia de la mansión con los personajes pasándose el “huevo” para lograr el objetivo de despistar a los criminales que los persiguen. Noche de Juegos es un film entretenido que busca engañar al espectador mediante un elaborado plan de vueltas de tuerca que se sostienen gracias al carisma de los personajes, una lograda yuxtaposición de la comedia con el thriller y una catarata de gags y chistes efectivos. Un perfecto plan de fin de semana para ver con amigos y pasar un buen rato.
Max y Annie se conocieron durante una competencia de juegos en un bar. Desde entonces su vida juntos se caracterizó por encontrarse con parejas amigas para disfrutar de un buen dígalo con mímica o adivinanzas. Pero cuando Brooks, el hermano mayor de Max, regresa a la ciudad, intentará mostrarles cómo es una verdadera noche de juegos, contratando a una empresa dedicada a simular secuestros para llegar a la resolución a través de pistas y conseguir un premio. Lo que ninguno de los presentes notará, es que todo lo que sucede es real y no parte de la ficción. “Noche de juegos” está dirigida por los cineastas que realizaron “Vacaciones” (2015) y que participaron del equipo de guionistas de “Quiero Matar a Mi Jefe” (2011) y “Quiero Matar a Mi Jefe 2” (2014). Es decir, que tienen experiencia en el terreno de la comedia. En este caso, nos ofrecen un relato que atrapa por su historia original, los giros inesperados en el guion y un grupo de actores de gran nivel. Como siempre decimos, es más difícil hacer reír que hacer llorar, y desde hace bastante tiempo que no tenemos una buena comedia en Hollywood (dejando de lado la espectacular y fuera de competencia “The Disaster Artist”). Sin embargo, “Noche de juegos” viene para proponer un momento grato y disfrutable para la audiencia. El guion que conforma la historia es divertido y entretenido, debido a que nos presenta chistes inteligentes y efectivos, donde el público se reirá continuamente, pero también tiene unos giros inesperados que generarán sorpresa e imprevisibilidad. Es decir, que combina de una forma muy equilibrada la comedia con el suspenso. Hacia el final del film tal vez nos encontramos con algunas escenas demasiado hilarantes o exageradas, pero se condicen con el argumento que se está contando. Otro de los puntos fuertes de la película es el dúo protagónico, integrado por Jason Bateman y Rachel McAdams, quienes conforman una gran dupla cómica. Su química es muy natural, son frescos y graciosos. Tal vez a él lo tenemos más presente dentro de este género y sabemos que se desempeña muy bien en él, con un estilo serio que choca con la comedia y que provoca un efecto aún mayor. Pero a McAdams no la habíamos visto en un rol similar y sorprende de una buena manera. Tampoco podemos olvidarnos del resto del elenco, que acompaña muy bien a los papeles principales. Nos otorgan personajes divertidos, bien delineados y funcionales para la trama, aportando cada uno una característica específica. Entre los secundarios se destacan Jesse Plemons (“Breaking Bad”, “Fargo”), con la composición de un policía creepy, dolido por la partida de su ex mujer; y Billy Magnussen, quien, en un polo opuesto sirve como el descerebrado que consigue causar las mayores carcajadas. En el apartado técnico, nos encontramos con una forma original de plantear las escenas y tomas, utilizando recreaciones lúdicas para las transiciones. Todo está supeditado a la temática de la “noche de juegos”. También existen algunos movimientos de cámara interesantes, demostrando que no solo se centran en la historia con un elenco sólido, sino que además se preocuparon porque sea técnicamente muy correcta y única. En síntesis, “Noche de Juegos” viene a dar una bocanada de aire fresco dentro del género, para brindarnos un film que mezcla la comedia con el suspenso para atrapar al espectador, mantenerlo atento y hacerlo reír. Su elenco compone personajes bien desarrollados y narrativamente justificados, que llevan a cabo una trama inesperada y original. Diversión asegurada.
Noche de Lucidez La segunda película del dúo John Francis Daley y Jonathan Goldstein, luego de su opera prima Vacaciones, nos muestra a la pareja formada por Max (Jaston Bateman) y Annie (Rachel McAdams), dos conspicuos participantes de noches de juegos. Junto a sus parejas amigas, Max y Annie son invitados por Brooks (Kyle Chandler), el hermano de Max, a una especie de juego de rol en la mansión de este último donde se desatará lo impredecible. El juego de rol se sale de control y uno inmediatamente recuerda Al Filo de la Muerte (The Game), de David Fincher, aunque, claro, en Noche de Juegos está el aplomo de Bateman, sumado a la gracia, la belleza y el oficio para la comedia de McAdams en lugar de la solemnidad de Michael Douglas y de Sean Penn con sus temas “importantes” en la película de un Fincher todavía en pañales. Daley y Goldstein construyen un relato lúcido y sólido. La lucidez se la da esa incorrección política (a contracorriente de los tiempos que transitamos) propia de tomar con liviandad temas pesados como la dificultad para ser fértil, las relaciones familiares complejas, el divorcio, la infidelidad. Con diálogos ligeros y filosos, los directores demuestran una idea grácil de comedia industrial cuya solidez depende de los personajes secundarios que le brindan espesor a la trama. La cara pétrea de Gary (Jesse Plamons), el policía vecino de la pareja y abandonado por la esposa, una persona afectada en el sentido pleno de la palabra, nos genera una sonrisa ante cada intervención, al igual que el desborde de Kyle Chandler. Son este tipo de personajes rupturistas los que hicieron gigante a la comedia americana y en tiempos donde el progresismo mal entendido se adueña de todo es bueno regresar a las bases y a este tipo de comedias sin tapujos y sin moralejas. Noche de Juegos es eso, es una noche de diversión sin límites, sin previsibilidad, como toda buena película debería ser.
Noche de juegos es una comedia inteligente que combina humor y acción y es, a la vez, una especie de ensayo lúdico metaficcional para todo público. John Francis Daley y Jonathan Goldstein debutaron en la dirección con la hilarante Vacaciones (2015), una comedia familiar clásica que continuaba la famosa saga protagonizada en la década de 1980 por Chevy Chase. También fueron guionistas de películas como Quiero matar a mi jefe (2011) y Spider-Man: De regreso a casa (2017). Pero en Noche de juegos, su segunda película como directores, hacen otra cosa: se van a un terreno más autoconsciente, incluso más experimental, aunque sin salirse de la puesta en escena de una comedia de acción de Hollywood. La película es un ensayo lúdico entretenido y gracioso, un sofisticado artefacto metaficcional vestido de comedia mainstream sin sentido de realidad. Sin embargo, esto no es lo meritorio, ya que si fuera sólo eso, el público quedaría afuera. El verdadero mérito de la película es que también funciona como lo que se ve a simple vista, es decir como una disfrutable comedia de acción. Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams) son una pareja de jugadores compulsivos y muy competitivos. Todas las semanas se juntan a jugar con sus amigos (dos parejas más) al Pictionary, el T.E.G., el Dígalo con mímica, entre otros. Un día regresa Brooks (Kyle Chandler), el hermano exitoso de Max y con el que siempre compitió, y les propone un juego distinto, que incluye a unos criminales falsos que lo van a secuestrar. Las parejas tienen que encontrarlo (a Brooks) una vez que lo secuestren. Pero todo se complica cuando descubren que lo que parece un juego en realidad no lo es. Brooks hace con sus amigos lo mismo que los directores hacen con los espectadores: les propone una situación falsa a la que tienen que tomar como verdadera. Los espectadores, como los personajes, saben que nada es cierto y que todo lo que sucede en la película es inverosímil, como el secuestro a modo de juego de Brooks. Pero aún así, el público, como los personajes, se deja llevar por la propuesta como si fuera de verdad, como si fuera verosímil. A pesar de que sabemos que todo es artificio, juego, autoconciencia, y que nada de lo que sucede es en serio, firmamos el contrato y nos entregamos a la propuesta. He ahí la virtud de la película, ayudada siempre por la música efectiva de Cliff Martinez, que la ubica en ese lugar de tensión necesario para que la historia fluya sin quebrar la atención. Noche de juegos es una comedia que, se lo proponga o no, intenta responder qué es el cine. O al menos deja la leve sensación de que intenta dar cuenta de las posibilidades de los géneros, de los límites de la ficción (o de su falta de límites), y de cómo la autoconciencia no altera la historia, por más que nada de lo que se cuente sea creíble.
Una comedia original y divertida Jason Bateman y Rachel McAdams encabezan un elenco de grandes actores en esta comedia que fusiona de manera inteligente el humor brutal con una trama policial Varias parejas de amigos se juntan cada fin de semana para compartir distintos juegos de mesa. Cuando uno de ellos propone armar una "fiesta para resolver un misterio" todo se saldrá de control: uno de los integrantes del grupo es secuestrado realmente y los participantes no sabrán qué es real y qué es parte del juego. John Francis Daley y Jonatahn Goldstein son los responsables de esta divertida comedia para adultos, en donde no hay puntos bajos. El argumento (que retoma el tópico de las películas de enredos) aquí da un paso hacia adelante, involucrando al espectador en la trama para que se sienta parte del juego y pueda resolver el misterio. Jason Bateman y Rachel McAdams son pura química, una pareja que se complementa en el humor, las secuencias de acción y los momentos más disparatados. Claro que no están solos, Kyle Chandler sobresale como uno de los más histriónicos, al igual que Jesse Plemons como un inquietante policía freak.Noche de juegos La película está plagada de momentos memorables, secuencias que incluyen escatología, chistes chabacanos, sangre y hasta un perro cuya blancura inmaculada será corrompida en una escena ultra gore. Pero todo esto, que en otra película podría desembocar en un verdadero naufragio cinematográfico, aquí llega a buen puerto gracias a un ajustado e inteligente guion que hace del caos una virtud. Noche de juegos es una comedia lúdica, absurda, delirante y sobre todo irresistible.
JUGAR POR JUGAR Seguramente muchos recuerden Al filo de la muerte, esa ridiculez de David Fincher con Michael Douglas que se resolvía con un giro de guión de los más inverosímiles, además de ser absolutamente moralista. Si lo pensamos, era como un capítulo de Black mirror estirado. Aquella película fue muy exitosa, primero porque Fincher venía de Pecados capitales pero fundamentalmente porque en los 90’s los finales sorpresa estaban de moda. Sí bien tuvieron que pasar 20 años para que alguien lo dijera, nunca es tarde cuando la dicha es buena. Y Noche de juegos lo dice directamente una vez que se comienzan a desandar sus múltiples vueltas de tuerca: todo el plan que se organiza es una taradez digna de un psicópata. Aquella película lo era al querer disfrazar de enseñanza de vida un andamiaje improbable, que aquí se replica pero de modo lúdico. El artilugio principal de la película de John Francis Daley y Jonathan Goldstein, la misma dupla de la buena remake de Vacaciones, es que se toma muy poco en serio a sí misma. Desde ese lugar, en una película que hace de la estructura de guión su norte, nace una forma honesta y desestructurada de divertirse. Es decir, un grupo de amigos se reúne todas las semanas y juegan en pareja diversos juegos de mesa. Pero la aparición del hermano del personaje de Jason Bateman lleva las cosas un poco al extremo: el tipo contrató una empresa que realiza juegos detectivescos con un aspecto que hace confundir ficción y realidad. Y cuando la situación se torne violenta y confusa en exceso, y haya un secuestro, los personajes se meterán en una trama que fusiona lo lúdico con lo criminal. Lo interesante de Noche de juegos, entonces, es que uno adivina que habrá varios giros y sorpresas, pero nunca hace de eso una competencia de inteligencia como lo hacía la película de Fincher. Las revelaciones finales, que se acumulan delirantemente, servirán para el aprendizaje de los personajes pero nunca para el relato aleccionador. Como en buena parte de la comedia norteamericana contemporánea, los vínculos de pareja y de familia son los temas recurrentes. Mientras el humor sucede, los personajes van licuando sus diferencias. Aquí ocurre eso, fundamentalmente porque cada pareja de jugadores tiene su conflicto interno que explota con la competencia que impone el relato. Y tal vez eso sea lo más flojo de la película, porque frena la acción e instala conflictos que son un poco básicos y superficiales, como el que surge entre los personajes de Bateman y Rachel McAdams respecto a la posibilidad de tener hijos y consolidar una familia. De hecho, Noche de juegos funciona muy bien cuando deja los choques entre las parejas, se suelta al delirio y construye situaciones sumamente hilarantes o aprovecha secuencias climáticas y de suspenso para romperlas con algo ridículo. Francis Daley y Goldstein entienden mucho mejor el juego de la comedia que el de los conflictos personales, y por eso pueden construir un personaje como el del oficial Gary, a quien Jesse Plemons le aporta una máscara perfecta en una de las mejores actuaciones de comedia en mucho tiempo. En una película donde los juegos están en el centro de la escena, los directores y guionistas entienden que ese jugar por jugar es lo que enriquece todo. Y cuando Noche de juegos deja de lado otras subtramas y se tira de cabeza a la comedia, resulta imbatible.
La suerte está echada Noche de juegos es una comedia negra de ritmo vertiginoso, una joyita que recuerda a cierto cine clásico que ya no se hace más. Probablemente los estrenos de hoy estén asordinados por el ruido que hará Lady Bird, de extraordinaria ópera prima de Greta Gerwig, y es lógico porque es una de las mejores candidatas al Oscar que se entrega este domingo. Sobre ella –y sobre su directora– escribió Marina Yuszczuk con más detalle que el que podría haber incluído yo, así que voy a aprovechar para hablar de otro estreno, medio fantasma, que no figura en los Oscar (en realidad porque es de este año, pero dudo que figure en los del año que viene) pero es una gran comedia como hacía bastante tiempo no se veía. Me refiero a Noche de juegos, segunda película como directores de la dupla integrada por John Francis Daley y Jonathan Goldstein, más conocidos, quizá, como los guionistas de las dos entregas de Quiero matar a mi jefe y de Spider-Man: De regreso a casa. Pero más allá de que todas ellas son películas con aciertos (sobre todo Spider-Man, aunque ahí su aporte probablemente haya sido menor porque compartieron la firma con otros cuatro guionistas y además estaban metidos en la maquinaria Marvel), da la sensación de que en Noche de juegos encontraron su nirvana. Max (Jason Bateman) y Annie (Rachel McAdams) son un matrimonio adicto a toda clase de juegos de mesa y se juntan todos los fines de semana a jugar con unos amigos a distintas cosas. Max tiene un hermano, Brooks (Kyle Chandler), con el que siente una rivalidad eterna condimentada, obviamente, por el temperamento lúdico de ambos. Pero una noche, Brooks los invita a todos para un juego muy especial, una especie de juego de rol en el que la realidad juega un papel más importante que en otros. Con ciertos ecos de Al filo de la muerte, de David Fincher, pero vestida con los códigos de la comedia negra frenética y la encantadora pareja Bateman-McAdams que no tienen nada que envidiarle a la legendaria de Katharine Hepburn y Spencer Tracy, Noche de juegos logra llevarnos de las narices por su trama –que por momentos da demasiadas vueltas, es cierto; aunque también esperable– con una elegancia y un vigor que nos hace acordar a esas viejas películas de George Cukor o Frank Capra. Estoy dejándome llevar por el entusiasmo y exagerando un poco, pero no tanto. No me animo a decir que Daley & Goldstein tengan mucho de Cukor o Capra (su primera película, Vacaciones, era bastante floja, más teniendo en cuenta que era una remake del clásico con Chevy Chase), pero dirigen con buen pulso a un puñado de grandes actores de comedia que, ellos sí, son el corazón y el alma de la película. En un verano poblado de estrenos importantes que nos preparan para la entrega de los Oscar, Noche de juegos es una alternativa que oxigena la cartelera. Con una comedia como esta por mes, nuestra vida mejoraría bastante.
Crítica emitida por radio.
Noche de juegos tiene una desventaja para el público que llega a la sala con bastante información: desde su tráiler todos los puntos fuertes de la película son resueltos, lo que quita sorpresa. El Filme es una comedia que toma momentos clave de varios filmes estadounidenses conocidos. Puede notarse la utilización del suspenso dramático expuesto, el cual abre juego al tono ridículo, y personajes con gags típicos de la comedia norteamericana. Como si se tratara de una mezcla de ¿Qué pasó ayer? (Hangover) y Al filo de la muerte (The game) con Scream. En el filme un grupo de amigos tiene como tradición lo que llaman “la noche de juegos”, los sábados se juntan y hacen diversas competencias, desde mímica hasta conocidos juegos de mesa. La pareja principal se conoce al principio del filme, en un contexto de competencias de juegos en un bar y así es como comienza su historia de amor. Transcurrido un tiempo buscan tener un bebé pero él tiene problemas de fertilidad, lo que se atribuye al estrés provocado por la futura llegada de su hermano, quien siempre lo supera en todo. Ya con su hermano en la ciudad y sus juegos exuberantes, la noche de los juegos queda atrapada en la duda de qué es parte del juego y qué no. Los amigos deberán descubrirlo antes de que sea demasiado tarde. Los protagonistas son bastante típicos: el estafador, el galán soltero, la pareja que busca tener un bebé y por algún motivo no pueden, la pareja que está junta desde el secundario, el raro, y las eventuales parejas del soltero. En cuanto a este personaje en particular se puede destacar que si bien en un principio, la pareja del galán es la estereotipada modelo que, por ser linda, parece no tener capacidad de pensar, esto cambia. Se reivindican y la segunda pareja que lo acompaña no solo es linda, despierta y tiene una carrera de contabilidad. Ella lo expone en cada comentario ofensivo con los que él la compara con sus parejas modelos. La propuesta desde el guion es interesante, el argumento es muy parecido al de la película de David Fincher, antes mencionada, pero puesta en un nuevo escenario con varios personajes, la intensifica y la hace más comedia que “Game”. La resolución en sí del conflicto, banaliza todo lo que vivieron los personajes a lo largo de la película, no hay una reflexión profunda respecto a lo ocurrido. No se genera una “justicia” o equilibrio para los personajes, el estafador, quien es el culpable de todo lo sucedido en la noche de los juegos, cumplida su condena sigue estafando y siendo más poderoso que todo el grupo de amigos. Es interesante para el espectador porque hay ciertos puntos en los que realmente no se sabe qué es real y qué está planeado. Luego de los créditos hay un epílogo muy interesante que se mezcla con la presentación de las actrices y actores principales, y cierra con la aparición del mejor personaje sin dudas, el vecino, mirando fijamente a la cámara, lo que permite un margen de duda sobre la posibilidad de una segunda película. Por María Victoria Espasandín