Los perversos mecanismos del capitalismo.
Comedia satírica, metáfora social, thriller, también cinta de horror… todo esto y mucho más es Parasite de Bong Joon-Ho, la ganadora a Mejor Película Extranjera en la última edición de los Globos de Oro, y que cuenta con ¡seis nominaciones a los Premios Óscar!, más que merecido para este relato inclasificable y original. El coreano nos manipula a su antojo (de buen modo) como lo hacen sus protagonistas y alter egos.
La trama sigue a la familia Kim, desempleada y ansiosa por una oportunidad para reunir un poco dinero. El patriarca, Kim Ki-taek, junto con su esposa y sus dos hijos, arman cajas de pizza para subsistir. Un día surge una oportunidad para Ki-woo, el hijo varón, cuando un amigo lo recomienda como su reemplazo para ser tutor de inglés de la hija de una familia extremadamente adinerada: los Park.
Una vez que se instala en su nuevo y elegante trabajo, a Ki-woo se le ocurre una idea: ¿y si logra engañar a los Park para que contrate a toda su familia? Y efectivamente, cual parásitos, cada miembro de los Kim se emplaza en el organismo huésped, proveedor. El director comienza relatando una comedia satírica, plagada de humor, que a medida que avanza se convierte en una verdadera pesadilla.
Todo esto gracias a una narración y una puesta en escena impecable, sin dejar de lado las solventes actuaciones. Parasite, brinda una visión dura y poco sentimental de estas personas que hacen lo imposible para sobrevivir. Bong mezcla tonos, estados de ánimo y géneros, con una precisión hitchcockiana.
Muy pronto nos daremos cuenta que el comportamiento parasitario no es solo por parte de los Kim (quienes actúan por necesidad, están invisibilizados), sobre todo es de los Park, cuya vida extravagante representa el flagelo moral y financiero de una sociedad que exterioriza los síntomas del capitalismo tardío. Bong Joon-Ho no se privada de nada, y eso nos encanta.