Sordidez de madres primerizas Un Pequeño Favor (A Simple Favor, 2018) es una de las poquísimas comedias recientes norteamericanas que logran su cometido y todo el asunto resulta algo paradójico ya que la película en cuestión más que sólo despertar sonrisas o alguna que otra carcajada, lo que pretende es mantener tensionado al espectador porque gran parte de la narración se vuelca sin medias tintas al terreno del thriller de misterio símil Perdida (Gone Girl, 2014) y La Chica del Tren (The Girl on the Train, 2016), ahora centrado en los secretos, tabúes y truculencias que se esconden en la intimidad del hogar de un par de burguesas de aparente buen pasar con un niño chiquito cada una; pantomima mentirosa que asimismo trae a colación esos clásicos “muertos en el placard” de la clase social y su obsesión con mostrar una superficie resplandeciente cuando por debajo los problemas irresueltos se acumulan sin cesar, se tapan con otros disgustos o permanecen en estado latente esperando la implosión. La historia comienza cuando Stephanie Smothers (Anna Kendrick), una ama de casa viuda y madre de Miles (Joshua Satine), y Emily Nelson (Blake Lively), una relacionista pública para una compañía de moda, esposa hiper sexy y elegante de Sean Townsend (Henry Golding) y progenitora de Nicky (Ian Ho), se hacen amigas entre martinis para ellas y “citas de juego” para los nenes, ambos compañeros en la escuela primaria. Un día Emily le pide a Stephanie ese “simple favor” del título original en inglés que se reduce a recoger a Nicky en el colegio y cuidarlo porque ella tiene mucho trabajo y Sean, un profesor de literatura, está en Londres. Pronto todo deriva primero en la enigmática desaparición de Emily, luego en la pesquisa de una curiosa y de por sí bastante neurótica Stephanie, después en el hallazgo del cuerpo de la extraviada en un lago, y finalmente en el inicio de una relación romántica entre Smothers y Townsend, quienes apuestan a convivir juntos. El film de Paul Feig, un director responsable de un montón de comedias estúpidas de los últimos años, por un lado recurre en demasía a diálogos cancheros y con insultos facilistas/ gratuitos, tan típicos de nuestro presente y de la falta de sutileza del mainstream, aunque por otro lado sabe explotar el misterio de base con una Emily que -por supuesto- no está muerta y que arrastra diversas cuentas pendientes desde hace tiempo (Sean y ella rozan la bancarrota por su más que elevado nivel de gastos, él tuvo un único libro exitoso en su carrera, y Emily en especial esconde una identidad familiar tétrica que prefiere mantener en las sombras) y una Stephanie que en esencia desencadenó la muerte de su esposo y su medio hermano (luego del fallecimiento de su padre la mujer tuvo un affaire con su medio hermano y su marido lo descubrió, provocando que ambos perezcan en un “accidente” automovilístico en plena pelea). El guión de Jessica Sharzer, a partir de una novela de Darcey Bell, también le saca provecho al marco general de la trama, una serie de posteos en un video blog propiedad de Smothers en el que constantemente se sale de tema -léase manualidades y recetas- para relatar las últimas novedades acerca del caso de su ex amiga. Resulta indudable que los 117 minutos de metraje son algo excesivos no obstante la jugada de alargar algunas secuencias le sale relativamente bien al realizador porque logra un retrato meticuloso de las dos mujeres y su círculo íntimo, todo el tiempo combinando cual ciclotimia demencial ciertas posturas y tics ridículos de la comedia light con un tono y un desarrollo más en sintonía con los estudios de personajes sórdidos que desean resolver a los apurones sus inconvenientes financieros/ familiares/ existenciales. Un concepto muy interesante que atraviesa a la propuesta es la idea de desacralizar a las madres primerizas como unos angelitos abnegados cuya inocencia en el arte de traer más y más palurdos a este mundo sólo es equiparable con su sacrificio a nivel esencial, eso de renunciar a muchas cosas para hacerse cargo del purrete. En lo que respecta a las protagonistas, ya sabíamos que Lively es una actriz eficaz por trabajos como Atracción Peligrosa (The Town, 2010) y Miedo Profundo (The Shallows, 2016), sin embargo la que se abre camino como una intérprete más habilidosa de lo que se suponía es Kendrick, casi siempre condenada a films horribles o intercambiables y aquí sabiendo adaptarse a las vueltas de un relato voluble…
Stephanie (Anna Kendrick) es una madre viuda que vive con su pequeño hijo y en su tiempo libre realiza un video blog sobre maternidad. Emily (Blake Lively) es una elegante mujer y empresaria dedicada a la moda. Ambas comienzan una cercana amistad, hasta que un día Emily le pide a Stephanie un simple favor, retirar a su hijo del jardín. Todo marcha normal, pero Emily jamás vuelve a aparecer, lo que llevará a su amiga a investigarla, encontrándose con un pasado oscuro y otros tantos misterios que envuelven a su “mejor amiga”. “Un Simple Favor” es un thriller con mezcla de película de suspenso y comedia de humor negro. A medida que vamos avanzando en la trama nos damos cuenta que no se trata simplemente de la búsqueda de Emily, sino de una historia más intrincada, violenta e incluso oscura que el espectador irá descubriendo expectante a conforme va avanzando el argumento. Kendrick y Lively se convierten en un gran dúo, pero también realizan un buen trabajo de actuación individual. Nos conmovemos con la dulzura de Stephanie y la preocupación por su amiga, nos perturbamos por Emily y su destino desconocido. Al mismo tiempo, logran sacarnos una carcajada en los momentos de humor. La dirección de Paul Feig está muy bien lograda, aunque por momentos el relato se convierte en vertiginoso, haciendo que el público se pierda alguno de los puntos importantes. Cabe destacar que el vestuario en esta ocasión juega un papel importante para diferenciar correctamente las personalidades bien distintas de Stephanie y realmente consigue convertirse en un personaje más en la historia. En conclusión, “Un Simple Favor” es un buen film, con buenas actuaciones, que logra entretener al público, aunque por momentos se desarrolla de manera muy rápida pudiendo así marear al espectador.
A medio camino entre el thriller y la comedia negra, el director Paul Feig maneja con gracia los cambios de registro de una película tan original como consciente de sus influencias. Stephanie Smothers (Anna Kendrick) es una vlogger que califica como la típica soccer mom de los suburbios estadounidenses, pero esconde más secretos de los que aparenta con su dulce personalidad. Tragos de por medio, se hace amiga de la elegante y enigmática Emily Nelson (Blake Lively), una exitosa empresaria del mundo de la moda cuyo hijo asiste a la misma escuela que el de Stephanie. Cuando Emily tiene que dejar la ciudad por una emergencia, le pide un pequeño favor a su nueva amiga, pero desaparece misteriosamente. A partir de ese momento, Stephanie asume la misión de resolver el caso y encontrar a su amiga, acercándose a su esposo. La protagonista se enfrenta, entonces, con los prejuicios del resto de la comunidad y sus propios conflictos internos. Hasta acá, todo lo que se puede contar de la trama sin revelar ninguno de sus puntos importantes. La campaña publicitaria de la película merece una mención especial, ya que muestra apenas lo necesario, planteando la incógnita de la desaparición de Emily como un juego a resolver con el espectador. En una época de excesivos avances, trailers y expectativas desmedidas por cada estreno comercial, resulta una bocanada de aire fresco llegar al cine sin saber demasiado sobre la trama. Las dos protagonistas se lucen en papeles que parecen escritos exclusivamente para ellas, con una dinámica que va cambiando durante toda la película a un ritmo vertiginoso, sin tiempo para elucubrar teorías. Tanto Emily como Stephanie tienen más capas de las que dejan ver a simple vista y las van revelando con una mezcla de drama, terror psicológico e ironía fina. La química entre las dos actrices le hace honor a la fama de Feig de sacar lo mejor de sus intérpretes femeninas, con un guión escrito por Jessica Sharzer (American Horror Story, 2011-2015) que se empasta hacia el final. Basada en el libro homónimo de Darcey Bell, Un pequeño favor (A simple favor, 2018) tiene un estilo muy propio que matiza con música pop, colores vibrantes y referencias a Diabolique (1996) y otros clásicos del género, haciendo girar la trama hacia lugares conocidos y sin embargo poco explorados. Las excesivas vueltas de tuerca y las retorcidas motivaciones de sus protagonistas no llegan a eclipsar la experiencia de una película divertida, bien actuada y dirigida, con mucha personalidad.
Un Pequeño Favor: Con complicados beneficios. Llega a los cines una nueva película de Paul Feig, que en este caso dirige a Anna Kendrick y Blake Lively en esta comedia, con toques de misterio incluido. Si alguien esperaba una buena película donde coloquen a mujeres en protagónicos divertida e interesante, debían de esperar una película de Paul Feig. Él dirigió films exitosos como The Heat (2013) con Sandra Bullock y Melissa McCarthy, con quien también trabajó en la divertida película Spy (2015), y la nominada a dos premios Oscars Bridesmaids (2011) y ese paso en falso, para ciertos críticos, que fue Ghostbusters (2016) en versión femenina y varios capítulos de The Office, Arrested Development o Nurse Jackie, lo que lo hace confiable en el género humorístico, como lo demuestra en esta película Un Pequeño Favor. La trama escrita por Jessica Sharzer (American Horror Story) basada en una novela de Darcey Bell, empieza con una larga presentación de personajes, entre ellos conocemos a la protagonista Stephanie (Anna Kendrick), divertida, inocente, que vemos en su videoblog (En la novela es un blog) preparando recetas e informándonos que su mejor amiga Emily Nelson (Blake Lively) desapareció hace días. Entonces empezamos a ver como Stephanie hace lo posible para averiguar qué le pasó, a la vez que cuida a su hijo y al hijo de Emily. Todo rodeado de un ambiente sospechoso, donde reina la desconfianza. La película te abruma con elementos narrativos para confundirte y enredarte en esta maraña de sucesos de tono enigmático, en que los personajes ocultan algo, principalmente la chica que desaparece, Emily Nelson interpretada por una genial y frontal Blake Lively, chica rara sin dejar de ser divertida. Como también lo es Stephanie, con Anna Kendrick entregando un papel que quizá ya hemos visto en anteriores trabajos como Pitch Perfect o Up In The Air, pero con momentos que resaltan oscuridad, dramatismo y como siempre mucha empatía por este personaje. Ambas actúan brillante, mostrando una gran química entre ellas, con diálogos fluidos, elegantes en vestimenta y con un tempo de comicidad perfecta, que genera risas a cierto espectador o una simple sonrisa a otros. También está el actor principiante Henry Golding en su personaje de Sean, esposo de Emily y secundarios, como los otros padres/madres del colegio, una recepcionista, el policía, por dar ejemplos, que otorgan grandes gags para disfrutar. Pero ellas son las que otorgan una incógnita seductora tanto a la vista como mentalmente, rodeadas por música francesa y martinis. La trama recuerda a Gone Girl (2014) y The Girl On The Train (2016) mezclado con bastante humor, que se tiñe de negro por momentos; resultando ser de las películas más oscuras por parte de Paul Feig, que siempre impuso humor en sus films, pero que en este caso lo mixtura con temas bastante trágicos. El final resulta ser un rejunte de giros narrativos que ya hemos visto, apresurados por una trama que ya no podía estirarse más. Pasa de una simple y llana comedia con ritmo adecuado, a una especie de policial que recuerda a Spy pero sin la acción, o el mencionado film de David Fincher sin el drama desmesurado, pero habiendo escenas fuertes que a veces rozan la inverosimilitud. La revelación llega de forma conveniente lo que disminuye la calidad del resultado o el buen trabajo hecho anteriormente, donde se unían elementos de giros interesantes con personajes cautivadores, a pesar de lo absurdo de la trama, sin dejar de reírse de estos. A pesar de este final, es una entretenida película con grandes actrices dirigidas por un buen director riéndose de las convenciones del género, aunque a veces se desorbite un poco.
Paul Feig, creador de esa gran serie llamada Freaks and Geeks (1999) y director de Damas en guerra (2011), una de las mejores comedias de comienzo de la década, es un cineasta no tan reconocido y con un gran conocimiento en la materia. No solo entiende a la perfección los ritmos y el tono que hacen que una comedia sea realmente buena, sino que también sabe llevar a la pantalla y entender como ninguno a las mujeres. Con su nuevo film, Un pequeño favor, toma dos estereotipos de mujeres y los delinea perfectamente para luego resquebrajarlos y retratar la complejidad detrás de ellos. Stephanie (Anna Kendrick) es una madre soltera, amable, algo naif, siempre intentando agradar, lo que la hace ser el centro de burlas de otros padres y conocidos. Pero todo ello comienza a cambiar cuando conoce a Emily (Blake Lively), una mujer que es todo lo opuesto a Stephanie. Emily es una exitosa asesora de un diseñador de moda que vive su vida atropellando el mundo a su paso, haciendo uso de su sinceridad brutal y brillando con estilo y exuberancia ante todos (algo que es más propio de la actriz pero que a su personaje le funciona a la perfección). Haciendo uso de la clásica fórmula de una pareja dispareja, la química entre las dos protagonistas es lo que sostiene mayormente al film, tanto por la comicidad que saben manejar en conjunto como también por la conexión emocional entre ambas mujeres, sabiendo demostrar que lo que une a ambos personajes es la oscuridad en su interior. Y es que si hay un elemento que sorprende y funciona por igual dentro de un film que se presenta como una simple comedia, es el tono oscuro que comienza a hacerse presente y toma más protagonismo una vez que el personaje de Emily desaparece y Stephanie, cual detective, debe indagar qué ocurrió con su amiga. El cambio de tono no llega a desencajar, sino que se enlaza a la comicidad teniendo el balance exacto, el mismo que le brindan las distintas personalidades de la dupla protagónica. Muerte, traiciones y estafas son algunos de los condimentos que se abren paso en el intrincado suspenso que invade la pantalla. Hasta por momentos quizás demasiado intrincado, ya que llegado un punto, el exceso de interrogantes en juego y el abuso de demasiados puntos de giro, hacen que el film se desvirtúe un poco, pero no lo suficiente como para poner en riesgo la intensidad y el humor del mismo. Lo interesante del film es como se atestigua la poderosa transformación de Stephanie, una vez que la trama se centra en la búsqueda de Emily y en conocer la verdad detrás de su pasado. Si bien muchos de los grandes momentos de la historia pertenecen al despliegue de la química actoral de estas dos mujeres, Anna Kendrick demuestra su poder de interpretación tanto gracias a su personificación como también a la buena construcción que se le es dada desde el guión. El hecho de que la historia posea como identidad los elementos que la vuelven seriamente oscura, más sin nunca perder del todo el humor sino que lo vuelve una pieza más de su misterio, le da una fuerza y originalidad pocas veces vista. El film lo lleva a uno a pensar inevitablemente en Perdida de David Fincher, otra historia donde lo siniestro y el poder de la mujer daban por resultado una gran pieza dentro del género del suspenso. Feig toma parte de esa identidad a lo Fincher y la vuelve propia, en sintonía con el carisma y la grandiosidad de los personajes femeninos que disfruta llevar a la pantalla y que hacen de Un pequeño favor una de las mejores comedias (no tan comedia) de este año.
El film de Paul Feig asoma como una comedia, pero es mucho más que eso. Una simple ama de casa llamada Stephanie Smothers (Anna Kendrick) que da consejos en un video-blog a otras mamás, viuda y madre de Miles (Joshua Satine), conoce en el colegio a la elegante y sexy Emily Nelson (Blake Lively) quien también es madre de Nick (Ian Ho) y esposa de Sean Townsend (Henry Golding). Emily trabaja en Relaciones Públicas en una importante empresa de moda y tiene una actitud avasallante, además de carácter, sensualidad y misterio. Aunque son muy diferentes, Stephanie se ve seducida por la blonda e intenta ser su amiga aunque no llegue a conocer todos sus secretos. De todas maneras, de a poco, logra generar una amistad que hace que pasen momentos juntas hasta que un día Emily le pida “un simple favor”: retirar a su hijo del colegio ya que ella está demorada por trabajo. Lo que parece banal se convierte en preocupante al pasar las horas y luego los días sin que Emily de señales de vida. Sean, profesor de Literatura, ayuda a Stephanie, quien se involucra en demasía mediante su blog y se transforma en una cuasi detective, transformando la comedia en una película de suspenso. Nada es lo que parece en esta historia basada en la novela de Darcey Bell revelando sorpresas que ambas protagonistas escondían. Las actuaciones de Lively y Kendrick son excelentes, su química traspasa la pantalla. Un plus para las/os amantes de la moda: el vestuario de Blake Lively es digno de ser destacado. ---> https://www.youtube.com/watch?v=_cVlSAD2mRU DIRECCIÓN: Paul Feig. ACTORES: Blake Lively, Anna Kendrick, Rupert Friend. ACTORES SECUNDARIOS: Linda Cardellini, Henry Golding, Eric Johnson, Jean Smart. GUION: Jessica Sharzer. FOTOGRAFIA: John Schwartzman. MÚSICA: Theodore Shapiro. GENERO: Thriller , Policial , Drama . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 117 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 25 de Octubre de 2018 ESTRENO EN USA: 14 de Septiembre de 2018
Amistades más que peligrosas Amigos son los amigos, o en este caso amigas o amigues. Dos polos opuestos que Un pequeño favor (A simple favor, 2018) de Paul Feig intenta conciliar, mixando de manera precisa Valle de muñecas con Big Little Lies, en tiempos de empoderamiento y girl power. Narrando la reciente amistad entre Stephanie (Anna Kendrick) y Emily (Blake Lively), dos mujeres ubicadas en las antípodas, Un pequeño favor transita los caminos de la comedia negra y el policial con su atractiva historia de mujeres que deciden tomar el toro por las astas para reinventar sus destinos. Con solvencia y humor, el guion comienza a transitar los encuentros entre ambas, desde una primera etapa de sorpresa y diversión, a desandar cuestiones más oscuras y sórdidas que a partir de la desaparición de una de ellas acechan en los recovecos del relato. No importa cuál de las dos es la que desaparece, sólo necesitamos saber que detrás de eso hay un mecanismo cinematográfico que aprovecha su costado policial y de género para desandar la búsqueda de datos tras la ausencia. Para complicar aún más las cosas, en la sospecha que una de ellas ha podido tener algo que ver con la pérdida, Un pequeño favor comienza a desarrollar un interesante ejercicio de film noir estilizado buscando su propia identidad como película de género. Paul Feig maneja con solvencia, como ya lo ha demostrado en la comedia, su capacidad para reinventar los géneros e ir más allá de los límites logrando un híbrido que muchas veces no pueden clasificarse. Así y todo, y gracias al picante e impecable duelo actoral entre Kendrick y Lively, Un pequeño favor demuestra que cuando las ideas son claras y las interpretaciones logradas, no hay propuesta que naufrague en los intentos de presentarse de una manera y querer ser otra cosa. La pelíucula funciona y entretiene, porque utiliza la frasde “pueblo chico, infierno grande” con el rumor como vehículo de sentido, la complicidad de algunos, para potenciar las premisas que, en manos de otro equipo y director, podrían haber quedado sólo en pretensiones.
Stephanie traba amistad con Emily, mamá de un compañero de escuela de su hijo. Un día Emily le pide que busque a su hijo de la escuela y desaparece: a partir de ese momento, Stephanie se dedica a investigar qué le ocurrió. La sinopsis de Un pequeño favor indica que se trata de un policial. Y en buena medida lo es. Pero su director, Paul Feig, es un especialista en comedias: creador de la serie Freaks & Geeks, dirigió Damas en guerra, Chicas armadas y peligrosas, Spy y la Cazafantasmas femenina, entre otras. Tal vez por eso, o quizá para atenuar sus evidentes similitudes con Perdida, le dio a este thriller un tono cómico que resulta desconcertante en el mal sentido de la palabra. Porque esa liviandad distrae, le quita peso y credibilidad a la trama de suspenso. A la vez, como la intención no fue hacer una comedia, el humor está contenido y tampoco funciona como sostén de la película. Podemos hacer el ejercicio de abstraernos de los chistes sembrados aquí y allá y tratar de enfocarnos en el misterio de esta mujer desaparecida. Pero el guión jamás logra resolver con eficacia el desafío que plantea toda adaptación literaria (o tal vez la novela homónima de Darcey Bell en la que está basado sea realmente mala): está plagado de flashbacks y diálogos que intentan explicarnos los múltiples giros forzados que va dando la historia en su búsqueda por sorprender.
Paul Feig ha construido una filmografía cruzando universos femeninos con los mecanismos más habituales de la comedia. Así lo hizo en Damas en guerra (2011), Chicas armadas y peligrosas (2013), Spy: una espía despistada (2015) y Cazafantasmas (2016). A eso le suma en Un pequeño favor una dosis de oscuridad y una trama más volcada al thriller que a la comedia pura. La protagonista es Stephanie (Anna Kendrick), una bloguera viuda y madre de un chico que comparte aula con el hijo de Emily (Blake Lively) y Sean (Henry Golding, protagonista de Locamente millonarios, otro estreno de esta semana). Las “citas de juegos” para los chicos son la excusa para que, entre martinis bien cargados de alcohol, las madres inicien una relación amistosa, casi confidente. Un día Emily le pide a Stephanie el pequeño favor del título: cuidar un rato a su hijo mientras soluciona unos problemas laborales de último momento. Ese rato se prolonga durante horas, y después por días. La policía no tardará en encontrar el cadáver de Emily sumergido en un lago. Pero, claro, las cosas no son tan claras como parecen. Un pequeño favor arranca con la sensibilidad y el timing de una comedia: una protagonista buena, inocente pero no tonta, que se contrapone a la seguridad avasallante de su contraparte. Pero lentamente las cosas comienzan a enturbiarse debido a la revelación de diversos secretos sobre ellas. Las chicas, lejos de la imagen de perfección que transmiten, esconden un pasado oscuro y tortuoso. Feig irá abandonando ese tono cómico para abrazar el thriller siguiendo la investigación de Stephanie, al tiempo que el crecimiento en peso dramático del personaje de Sean sirve para elaborar un triángulo romántico que oscurece aún más la tonalidad del relato. Lentamente se irán colocando las piezas de un rompecabezas que involucra tanto el presente como el pasado de Emily. El director maneja con destreza los cambios de tono y el carácter ominoso que asoma en el trío protagónico. Pero el problema es que las costuras del guión se vuelven visibles. No le hubiera venido mal reducir –sobre todo en su última media hora- el encadenamiento de vueltas y contravueltas de la historia. Con algo más de concisión estaríamos hablando de una película menos manipulada y más orgánica que la que finalmente es.
Paul Feig ha logrado distinguirse como uno de los directores (varones) de comedia femenina más ingeniosos y solventes de la actualidad. De esas comedias que conciben a las mujeres como los personajes centrales, sin hacerlas románticas ni convertirlas en un mero álter ego masculino. Películas que piensan a la amistad como lazo social fundamental, a la profesión como forma de independencia y a la búsqueda de satisfacción como estrategia narrativa. Todos sus personajes persiguen algo, algunos un ideal, otros una realidad concreta: Kristen Wiig en Damas en guerra la lealtad a sus sentimientos pese a la madurez y las frustraciones, Melissa McCarthy en Spy: Una espía despistada a una red de espionaje internacional. En Un pequeño favor los resortes de la comedia funcionan de manera aceitada y se sostienen en el contrapunto entre la madre prolijita y de dicción apurada, que se anota en eventos y recauda rifas, y la femme fatale que desayuna con martinis y viste como los dioses. Anna Kendrick y Blake Lively no pueden ser más distintas y Feig filma esa impensada amistad con la fuerza del absurdo. Pero como detrás de todo están el misterio y el thriller, en su segunda mitad la película se ata a esas necesarias revelaciones: desapariciones, crímenes, estafas. Ahí es donde todo parece desviarse: las acciones se disparan como gags y las resoluciones policiales desbaratan el tiempo de la comedia. Igual nos reímos bastante, y toda risa siempre justifica algún desliz.
Stephanie es el tipo de madre que hace todo por y para su hijo. Es soltera y tiene un vlog para mamás dónde habla de primeros auxilios, cocina, artesanías. Pero en el primero que vemos está ella frente a cámara, hablando de su amiga Emily, contando que sigue desaparecida, que hace unos días le pidió un favor y no volvió a saber de ella. A Simple Favor tiene todos los elementos de un thriller y, basándonos en la campaña de publicidad que tuvo, parece que eso es todo. Pero lo que nos encontramos es una de las mejores comedias del año.
Lejos de ser una película perfecta, sabe bien lo que quiere y así lo plasma en la pantalla. Grandes actuaciones y un guion rebuscado y pretencioso, pero que termina resultando de gran manera, logran una película de disfrute total a lo largo de toda su duración. Paul Feig se ha convertido en un especialista en comedias protagonizadas por mujeres. En su filmografía hay títulos como La boda de mi mejor amiga (2011), Espías (2015) o la nueva versión de Cazafantasmas (2016), siendo además el creador de la excelente serie Freaks and Geeks. Feig se ha dedicado a este género casi que desde el comienzo de su carrera, pero ahora ha decidido probar con el thriller en Un pequeño favor (A Simple Favor). Esta película se encarga de unir a dos madres que, a primera vista, nada tiene que ver una con la otra, pero a que a fin de cuentas habrá cosas que las emparejen de formas totalmente inesperadas. Una de ellas es Stephanie (Anna Kendrick) una mamá bloggera, que siempre esta detrás de su hijo y es la factótum del grupo de padres de su escuela, acaparando toda la atención de los maestros y de las otras madres y padres. Por el otro lado, está Emiliy (Blake Lively), una mujer llena de poder y sofisticación, pero que a la hora de la crianza de su hijo, es mucho más liberal y menos sobreprotectora que su par. Esta pareja dispareja de madres, terminarán forjando una amistad a base de alcohol y contención, pero detrás de todo eso, un oscuro pasado las atormentara, desembocando en la desaparición sorpresiva de la rubia. Es ahí donde Stephanie deberá hacer lo imposible para recuperar a su amiga, mientras que se ocupa de la crianza de su hijo y ayuda a que la familia de Emily, no se desmorone. La película es una gran mezcla de emociones, géneros cinematográficos y una muestra de la sofisticación en su mayor expresión. Si bien está considerada como una comedia, se viven géneros como el thriller psicológico y el suspenso, todo envuelto bajo una gran esfera de comedia que engloba a la cinta, para que no quede demasiado dramático todo el asunto, incluso a veces demasiado, pero sus actrices lo hacen aceptable. La gran puesta en escena que tiene la película esta cargada de sofisticación, dan muchas ganas de quedarse mirando cada escena con lujo de detalles, porque cada toma y plano esta puntillosamente diseñada para que se note a rajatabla la elegancia. La música es otro gran aspecto del film, que va de la mano con todo lo anterior y es un gran condimento, necesario, para sostener un guion pretencioso desde el minuto uno. El montaje es otro aspecto a destacar, porque desde la escena de presentación de la película, Feig demuestra que va a apostar fuerte por levantar su propia vara. La trama en sí no parece nada complicada, pero tiende a engolosinarse con los plot twist, y estos cambios de sentido se hacen tan recurrentes que por momentos empalaga un poco y todo el buen ritmo que la historia va teniendo afloja un poco. Sin tener en cuenta que en el climax del filme, el sentido final de la peli se pierde y se diluye por completo. Las actuaciones logran ser lo mejor de la película. La química entre las protagonistas es tal, que desde el primer momento que cruzan mirada se despierta una sensación de camaradería impresionante. Blake se encarga de darle el toque “oscuro” a la peli, el tono del misterio y la que se encarga de transmitir esa sensación de que algo malo va a suceder en cualquier momento y que toda su delicadeza es un disfraz que oculta algo tumultuoso. Kendrick hace casi todo lo opuesto, hasta su desenlace. Ella, con un personaje mucho más extrovertido, alegre y hasta ridículamente ajeno a la vida diaria “normal”, le da la simpatía y carisma que toda película necesita. Ambas actrices logran sostener sus interpretaciones, apoyándose en la otra. Sería muy injusto evaluarlas individualmente, cuando la dinámica de la peli hace que sus personajes, terminen complementándose para hacer un solo gran personaje. El resto del elenco está a la altura, pese a no tener ninguna otra cara demasiado importante, el filme regala muy buenos momentos de risas y distensión a toda la trama más pesada. Un pequeño favor, lejos de ser una película perfecta, sabe bien lo que quiere y así lo plasma en la pantalla. Grandes actuaciones y un guion rebuscado y pretencioso, pero que termina resultando de gran manera, logran una película de disfrute total a lo largo de toda su duración. Sin dudas que vale la pena verla en la gran pantalla y más aún con un traje y vestidos acorde a la obra, porque si de algo hay que estar seguros, es que esta una película increíblemente delicada, fina y divertida.
La misteriosa Emily “Un Pequeño Favor” (A Simple Favor, 2018) es un thriller cómico dirigido por Paul Feig (Damas en Guerra, Cazafantasmas) y escrito por Jessica Sharzer. Basado en la novela homónima de Darcey Bell, el reparto incluye a Anna Kendrick (Pitch Perfect, Into The Woods), Blake Lively, Henry Golding, Joshua Satine, Ian Ho, Andrew Rannells, Rupert Friend, Bashir Salahuddin, entre otros. La historia se centra en Stephanie Smothers (Anna Kendrick), una joven mamá viuda que tiene un videoblog sobre manualidades y recetas. Un día lluvioso, al pasar a buscar a su hijo Miles por la escuela, el pequeño le ruega pasar más tiempo con su compañero y amigo Nicky (Ian Ho). La madre de Nicky es la sofisticada y elegante Emily Nelson (Blake Lively), encargada de las relaciones públicas en una empresa de moda. Aunque estas dos mujeres pareciera que no tienen nada en común, debido a sus hijos irán entablando una relación de amistad en la casa de Em, donde después de varias copas de ginebra se irán contando los más profundos secretos. Pasadas unas semanas, Emily le pedirá ese “pequeño favor” a Stephanie, el cual consiste en que esta última retire a Nicky del colegio ya que ella está muy atareada en su trabajo y Sean (Henry Golding), su marido, se encuentra en Londres cuidando a su madre. No obstante, desde ese momento Emily no volverá a aparecer, lo que llevará a Stephanie a indagar sobre qué fue lo que realmente le sucedió. Reconocido por dirigir comedias femeninas, Paul Feig en este caso se mete en un relato con toques de “Perdida” (Gone Girl, 2014) o “La Chica del Tren” (The Girl on the Train, 2016) pero que se distingue por sí solo al mantener su propio estilo, uno que nunca deja de lado el humor filoso para adultos, las situaciones absurdas y un glamour soñado. La cinta capta el interés gracias a la química que hay entre las dos protagonistas, que mantienen charlas rápidas y astutas llenas de chistes inteligentes que funcionan. Cada vez que Blake Lively aparece en pantalla eclipsa todo lo demás, ya sea por su dominante carácter como por sus variados trajes que le dan una importancia indescriptible. Anna Kendrick no se queda atrás al construir a un personaje muchísimo más maternal, inocente y hasta un poco torpe, que se encarga de los quehaceres de la casa sin protestar y confía en que a los pocos días Emily ya será una amiga para toda la vida. El choque de estas personalidades ultra opuestas, sumado al aporte de buenas canciones francesas, invita al espectador a también querer saber qué es lo que pasó con la despampanante Emily. No obstante muchos saldrán de la sala desconcertados al no tener en cuenta de antemano el género de “Un Pequeño Favor”. A medida que avanza la trama, la película cuenta con muchos giros en el guión que resultan inverosímiles (alguno que otro es innecesario). También lo que ocurre es que, al aportar información tan rápido, el espectador se pierde fácilmente y no se logra distinguir adonde es que quiere llegar el director. El film se vuelve desorganizado y confuso aparte de que nunca pierde su cuota cómica, lo que ya sobre el desenlace consigue agobiar. Aunque “Un Pequeño Favor” tiene un muy buen desarrollo en su primera hora, la conclusión sobre lo que le pasó a Emily no es tan sorprendente como se esperaba. Si ya vas con la idea de que esta cinta no es para tomársela en serio, su visionado será mucho más disfrutable.
Un thriller muy bien armado con una comedia realmente graciosa e irónica. Una fórmula que permite el lucimiento a fondo de dos actrices tan distintas como Anna Kendrick y Blake Lively. Y un galán encarnado por Henry Golding (El mismo de “Locamente millonarios”). El director Paul Feig (“Chicas armadas y peligrosas”) con el guión de Jessica Sharzer sobre la novela de Darcey Bell, adorna con elegancia y seducción, con un lenguaje exacto, agudo, una trama de muchos giros y muy entretenida. Una mujer que es el súmmum de la elegancia entabla una relación de “amigas” con la mamá de un compañerito, su antítesis. Una viuda prolija hasta la irritación, de la que todos se burlan. Después de conocerse le pedirá el favorcito del titulo y allí comienzan las sorpresas. Y a medida que avanza la película, cada vuelta de tuerca inaugura una curiosidad y el ritmo no decae. Las dos protagonistas se lucen al máximo y toda la sociedad que muestra el film, con certeros dardos irónicos e inteligentes siempre dan en el blanco. Un entretenimiento liviano, gracioso.
Podrán los espectadores conectar o no con el código que “Un pequeño favor”, intenta instalar desde los créditos iniciales en adelante; pero difícilmente estarán en desacuerdo al entenderla como uno de los argumentos más originalmente tratados en la temporada. A prestarle atención entonces porque ese original inicio cuenta e instala gran parte del qué, pero sobre todo; cómo sucederá. Todo está ahí, servido en bandeja, y sin embargo quedará lugar para bastante más. El nuevo opus de Paul Feig tiene sólo una conexión conceptual respecto de su anterior filmografía: las protagonistas son mujeres que en mayor o menor medida encuentran su fortaleza interior a fuerza de ponerse al frente de las circunstancias que las atraviesan, aun cuando ya está subrayado con el rol externo (ser policía o espía). Teniendo en cuenta que nos referimos a estrenos como “Chicas armadas y peligrosas” (2013), “Spy: una espía despistada” (2015), o el hallazgo de “Cazafantasmas” (2016) en la cual eran cuatro las heroínas mientras que los íconos masculinos de la original terminaban siendo apenas cameos. A lo mejor suena demasiado profundo este enunciado sobre la prosa del director, pero en la sencillez de la comedia menor estos atributos sobre la femineidad no aparecen por arte de magia, están cuidadosamente escritos y son autoconscientes. Eso sí, él también actor (en algunos bolos televisivos principalmente), se encontró esta vez con el guión ideal para potenciar lo hecho hasta ahora. Como si el texto escrito por Jessica Sharzer y Darcy Bell hubiese estado esperando por su media naranja. A la sucesión de sutilezas del comienzo animado le sigue una muy buena presentación de los personajes centrales: Stephanie (Anna Kendrick) es una madre soltera de estos tiempos, pero no necesariamente moderna. Su conexión con las actividades obedecen al “tener que…” más que a una decisión autónoma sobre su vida, pero lo hace con gusto y dedicación (el tiempo que le dedica a la escuela de su hijo, por ejemplo). Por otro lado, su energía está encauzada para llevar adelante un “vlog” (sí, con v. o sea un blog con videos en lugar de texto) en el cual vuelca desde recetas culinarias a fórmulas del estilo “hágalo ud en casa”. Su vida dará un vuelco cuando aparece una suerte de antítesis en el estilo de ser y parecer. Emily (Blake Lively) pareciera estar en las antípodas, desde su forma de caminar hata su sex appeal, y desde su posición frente a la vida, al manejo del cuerpo y del lenguaje. Sin embargo, este ying y yang está lleno de sutilezas. El realizador elige esquivar por completo las obviedades, la brocha gorda. Hubiese resultado más fácil presentar, por ejemplo, una señorita apocada y frígida contra una mujer liberada que escucha punk. Kendrick ofrece un ser frágil y vulnerable a lo que Lively contrapone un carácter firme y decidido formándose un atrapante juego de ping pong. La dupla de actrices logran un nivel de sofisticación tal en sus posturas, miradas y gestos, que cuando “Un pequeño favor” se transforma en un thriller, intrigante y escurridizo en la información que se brinda, el vínculo construido entre ellas es lo suficientemente sólido como para que el espectador ya esté empáticamente metido hasta la médula con ambos personajes. De la trama no hace falta adelantar más porque el título se ocupa de aclarar lo que en algún momento una le pedirá a otra. Al estar instalado en la forma tradicional de narración, esta película depende, más allá del elenco, de un buen timing en la compaginación, que ayude a limpiar lo innecesario para quedarse con el suspenso generado por lo tenso de algunas situaciones, ya que hay mucho trabajo en tratar de provocar situaciones muy incómodas sin por eso soltar el factor humorístico que tan bien funciona durante los dos primeros tercios. Uno de esos thrillers que se suelen ver poco ya. Sin inventar la pólvora, la película tiene con que defender su presencia en la pantalla y con qué dejar a más de uno rasguñando el apoya brazos de la butaca.
Texto publicado en edición impresa.
Un gran director de comedias, y dos actrices sacándose chispas son el condimento ideal para "Un pequeño favor"; thriller en clave de comedia que sorprende menos por su argumento que por cómo se presenta. El conservadurismo en los suburbios norteamericanos ha sido objeto de burlas y críticas sagaces desde antes de la novela de Ira Levin "The Stepford Wives", y sus múltiples adaptaciones y variantes en el cine. El ideario de esa comunidad que se quedó en el tiempo, con casas bajas, cercas recién pintadas, mujeres de peinados batidos y polleras acampanadas, niños educados, y hombres siempre de camisa y corbata; son un ícono para ejemplificar la plástica fachada detrás de la cual se esconde la tierra. Un pequeño favor no necesita recurrir exactamente a ese modelo, lo actualiza. No, sus personajes son bien actuales. No viven, ni parecen vivir en los años ’50; son chic moderno. Aunque la tierra y el modo de ocultarla sigue siendo el mismo. Cuando nosotros íbamos al colegio, eran las reuniones de cooperadora, ahora son los famosos chat de mamis y papis. Siempre están los padres que quieren lucirse en la comodidad escolar, y ejercen presión de perfección dentro de la comunidad escolar, buscando ser los líderes. Stephanie Smothers (Anna Kendrick) es una de ellas. En los ratos libres que le quedan entre llevar a su hijo al colegio, presumir su sonrisa y su pulcritud, y atender su casa como viuda que es, maneja un videoblog sobre consejos varios para ames de casa. Es mediante este videoblog que conocemos una historia que nos quiere contar. Stephanie está buscando a Emily Nelson (Blake Lively) y pide a sus seguidores si pueden aportarle cualquier dato. Quién es Emily Nelson? Mediante flashbacks iremos conociendo cómo ambas se conocieron. Si Stephanie es una típica madre soltera/viuda de suburbio, Emily parece ser todo lo contrario. Es una mujer de ciudad, empresaria, refinada de alta costura, sin tiempo para dedicarle a su hijo, ni a su marido. Stephanie tiene la necesidad de ser servicial, siempre; y es así como entre ambas, crece una amistad manejada entre la falsedad de la morocha, y la utilidad/utilización de la rubia. Así, llegamos al favor del título. Un día Emily le pide a Steph si puede cuidarle a su hijo mientras ella maneja un asunto en la ciudad. El tiempo se va haciendo extenso, Emily posterga su regreso, hasta que deja de contestar, y nunca regresa ¿Dónde está Emily? Basada en la novela de Darcey Bell, Un pequeño favor plantea un escenario de dos mujeres opuestas, que comienzan como amigas (haya falsedad o no), y rivalizarán. En manos de otra crew, podríamos encontrar ribetes de dos pilares del suspenso noventoso como "La mano que mece la cuna" y "Mujer soltera busca". El ama de casa y la sofisticada; la mujer que empieza a vivir el sueño a través de la otra; la mimetización; los deseos y celos de género; la constante necesidad del aparentar querer ser; la figura masculina como aquello a lo que se debe servir, aunque narrativamente quede en segundo plano. Todo está ahí. Pero hay un detalle, su director es un experto en comedias, y sus protagonistas (o por lo menos una de ellas), probadas comediantes. Por lo cual, "Un pequeño favor" es, ante todo, una comedia. Manejando un hilo muy fino de humor negro y sátira mordaz, los diálogos, y el guion en general, disparan dardos constantes. Cada una, a su modo, Steph y Emily son jóvenes burguesas, opuestas que se complementan; y hasta en un punto le creemos su amistad. La historia depara varios giros y sorpresas, y es mejor no adelantarlos. Aunque, una vez comenzado a desanudarse la madeja, si se tiene un poco de visionado y sentido común, lo que muestra es bastante deducible y, por lo tanto, esperable. Cada una oculta algo, una segunda cara. La cara del suspenso será la de Emily, saber qué le pasó. Pero quizás la más interesante, sea la cara oculta de Steph, esta mujer que se muestra de un modo, y que aprovechará la ausencia para ganar terreno, y tomar el impulso para llegar a ser. Al final de cuentas, la utilidad también estaba en su persona. Paul Feig imprime un ritmo constante, y arropa a sus protagonistas de un ambiente adecuado, de alguna forma creíble, y hasta interactúa con secundarios que potencian el argumento y el mensaje (los otros papis, el hijo y el esposo de Emily; cada uno tiene lo suyo para contar). Visualmente, "Un pequeño favor" se ve elegante, potente, chic actual. Todo sucede dentro de una clase media acomodada, y hasta a punto de ser alta. Detrás de los colores pasteles y el amarillo limón, se esconden los corazones fríos, y las líneas rectas de diseño. La banda sonora, sin invadir, también es un aporte fundamental. Anna Kendrick y Blake Lively tienen química, y las dos se lucen, juntas y separadas. Quizás, sorprenda más Lively por estar menos acostumbrados a verla en comedias, aunque su personaje haga recordar a sus inicios en "Gossip Girl". Las premiaciones en los rubros de comedia, deberían abrirse ante ellas. "Un pequeño favor" cuenta un thriller tradicional, que ya hemos visto, y podemos adivinar; pero su forma de comedia negra estilizada, el gran ritmo que aporta su director, y las actuaciones de sus protagonistas y secundarios, la ubican como una propuesta más interesante de lo que las cartas presumían antes de ser mostradas.
Las dos protagonistas que tienen buena química Anna Kendrick (“Amor sin escala”) y Blake Lively (serie televisiva Gossip Girl), se lucen en este thriller, con tintes de policial oscuro, con momentos perturbadores, su relato le otorga mayor dinamismo y ciertas trampas. Se mezcla bien el terror psicológico, la sátira y el drama, se van insertando flashbacks mostrando el pasado de los personajes, las distintas situaciones le otorga buenos matices todo acompañando con una buena banda de sonido, iluminación y una interesante paleta de colores, tiene mucho glamour (vestuario, joyas, casas, automóviles, entre otros elementos). Dos actores bastante desaprovechados Bashir Salahuddin como el Detective Summervile y el actor inglés Rupert Friend (“Hitman: Agent 47”). Una buena propuesta adulta que entretiene, con toques de humor negro, aunque tiene un final forzado y le sobran algunos minutos.
EL VENENOSO MUNDO DE PAUL FEIG Tenemos a Paul Feig de grandes comedias como Damas en guerra o Chicas armadas y peligrosas (también en televisión, con la gigante Freeks and geeks), aunque se ha manifestado en reiteradas ocasiones como un fanático del thriller. Y precisamente con Un pequeño favor se mete de lleno en el género, tomando como base la novela de Darcey Bell y encontrando espacio, entre giros y revelaciones, para seguir aportando su dosis de humor, aunque retorciendo su estilo hacia un costado más oscuro, venenoso y reptil. Un pequeño favor es un juego hitchcockneano que mantiene no sólo lo previsible del maestro, sino también lo más difícil de capturar: esa esencia maledicente, ese espíritu sardónico para mirar y hallar lo perverso en los pliegues personajes sin perder la elegancia. Feig es un director distinguido (y si han visto su vestuario por ahí, es alguien con absoluto estilo, un poco old fashioned…. sepan disculpar este dato irrelevante pero hagan clic acá y vean) que aprovecha el thriller, además, para pulir superficies esplendorosas y refinadas. Empezando por una fascinante secuencia de créditos y un estupendo uso de la banda sonora con viejas canciones francesas, y continuando por un acercamiento al mundo de los suburbios norteamericanos, a esa fricción de clase bien representada en los personajes de Stephanie (Anna Kendricks) y Emily (Blake Lively, aprovechada en todo su nivel de sofisticación): la primera es una joven viuda que se sostiene gracias al seguro de vida de su esposo mientras explora la posibilidad de convertirse en estrella de las redes sociales; la segunda es una mujer de alta sociedad que trabaja en el mundo del diseño, con un marido vividor y un nivel de vida que amenaza con hacerse insostenible. Lo que comparten es la amistad de sus pequeños hijos, lo que las convertirá progresivamente en madres compinches hasta que estalle la tragedia: Emily desaparece sin dejar rastro. Esa primera parte es por lejos lo mejor de Un pequeño favor, porque Feig se mueve a sus anchas explorando el universo personal de esas dos mujeres, con su impecable timing cómico y su natural don para la dirección de intérpretes. El universo que retrata el director es uno repleto de personajes heridos pero que no dudan en lastimar al otro como método de supervivencia, tanto en sus protagonistas como en ese coro de secundarios que representan los padres de los otros chicos del colegio. Stephanie y Emily son las dos puntas de un mismo dilema: ¿cómo sobrevivir cuando el mundo se dedica a devorarnos sin remedio? Stephanie es la perdedora, la que busca acomodarse mientras siente fascinación por un mundo que le es ajeno; ese mundo que representa Emily, tan distinguida por fuera como derrotada por dentro. Así como ellas eligen fachadas de amabilidad o distancia para relacionarse con los otros, Feig recurre, por hipérbole, a los mecanismos del thriller para esconder el verdadero corazón de su relato: la sátira social. Pero ahí donde afloran los giros y las revelaciones de la historia, es cuando Un pequeño favor comienza a flaquear. No sólo porque el director no luce tan riguroso para ejecutar algunos pliegues de la trama, sino porque la acumulación termina asfixiando el orden narrativo que, hasta ahí, era perfecto. Similar a la operación que David Fincher realizó en Perdida, esa de ver el costado lúdico e improbable en las múltiples vueltas de tuerca del thriller y divertirse con eso, el problema aquí es que ese quiebre del verosímil no termina de estar del todo bien aplicado y además hay una sumatoria de eventos que se amontonan demasiado subrepticiamente como para que podamos decodificar saludablemente ese cúmulo de información. Un pequeño favor se pierde entre sus vueltas, y eso está más que claro en cómo, además, pierde el humor. Pero todo esto no es tan reprochable, por cuanto vemos en Feig una vocación por romper el propio molde, por ir más allá de la etiqueta que lo definió como “director-de-comedias-con-mujeres”, arriesgando y llevando la película a lugares cada vez más provocadores.
Stephanie es la chica común que todos creemos conocer, sencilla, romántica, ni linda ni fea, ingenua, buena madre y capaz de solucionar todos los problemas. Cuando se siente satisfecha por su pequeño blog de Internet sobre gastronomía y sociedad que está gustando a la pequeña comunidad en que vive, aparece Emily. Ella es la mamá de un compañerito de su hijo en la salita del Parroquial de la zona. ¡Y qué mamá! Rubia, tan alta como cualquier modelo que se cotiza y con lo último en carteras europeas. No se sabe cómo Stephanie en pocos días se convierte en su amiga y deambula por su imponente mansión, que según Emily no sabe cómo pagar. Ni la comunidad ni ella entienden cómo se forjó esa amistad. Hasta que Emily le pide un pequeño favor. Que retire a su pequeño y lo cuide hasta que ella llegue. Como siempre, Stephanie cumple todo a la perfección, pero el problema es que Emily no llega y también tiene que atender al conflictuado marido, atractivo malayo que se las da de escritor. Lo que viene se bifurca en varias subtramas y tiene suspenso, inverosimilitud, pero entretiene bastante. Paul Feig ("Damas de guerra") es un director que maneja bien el entretenimiento y si no se hubiera desbarrancado en la segunda mitad de esta película hubiese logrado un estupendo filme. Porque la primera parte tenía de todo: originalidad, seducción, estupendos ambientes (casa de Emily y singulares ""fetiches pictóricos""), dos heroínas de primera y una intriga policial que merecía conocerse. Pero Feig tiró casi todo a la basura, aceleró el ritmo, descuidó la verosimilitud, exageró en la trama (culpa también de la autora del best seller, Darcey Bell) y patinó. Eso sí, con encanto y buen ritmo. BUENA PINTURA El caso es que esta película, que recuerda mucho, argumentalmente, a "Perdida", aquel filme basado en otro best seller, en ese caso de Gilliam Flynn, con Benn Affleck, luego de pintar acertadamente una pequeña comunidad escolar integrada por algunas mamás inmigrantes (el mismo esposo de Emily es malayo), cae en exageraciones y en recursos de policiales clase B. Sin embargo, "Un pequeño favor" se ve con interés y se disfruta por la actuación de la excelente Anna Kendrick (la competidora de George Clooney en "Amor sin escalas") y la seductora Blake Lively, más la elegancia de su diseño visual y su variada música.
Nada es lo que parece La película de Paul Feig, basada en un popular best seller, es un divertido y logrado thriller que explora la amistad entre mujeres, la lealtad y la venganza Un pequeño favor narra la historia de Stephanie (Anna Kendrick) es una joven viuda, madre bloguera, que vive en una pequeña ciudad, en la que también reside su mejor amiga, Emily (Blake Lively). La vida de ambas mujeres da un giro cuando Stephanie le pide que recoja a su hijo de la escuela, y desaparece sin dejar rastro. Comenzará una búsqueda que sacará a la luz una trama de traiciones, secretos y revelaciones. Esta original película tienen varios puntos altos. Primero, logra fusionar estilos disimiles como el humor ácido con el policial negro, y lo hace en un ámbito colorido y alejado de los estereotipos. No se trata de un filme de suspenso con toques de comedia, sino que entrelaza inteligentemente ambos géneros. Anna Kendrick y Blake Lively logran papeles sublimes, cada una con características disimiles, pero ambas creíbles y empáticas. El dúo de amigas se luce disparando diálogos mordaces, bebiendo martinis y protagonizando secuencias tan extravagantes como subversivas. Tras un primer acto que hará que los espectadores se coman las uñas, la trama va mutando, gracias a una serie de giros dramáticos que derivarán en un final sorpresivo (quizás un tanto inverosímil), pero muy explosivo.
Sin llegar a las cimas de Chicas armadas y peligrosas, esta nueva comedia de Paul Feig vuelve a declinar un tema en femenino, en este caso la amistad y la confianza. Una chica trata de descubrir por qué su amiga “desaparece” y para eso cuenta con la ayuda de la pareja de aquella. El estilo de Feig, que puede ir del disparate a lo intimista en una misma secuencia, permite que este film, una vuelta del tuerca al policial negro, sea de una gran originalidad.
¿Qué le está pasando últimamente a mis críticos favoritos?. Richard Scheib le pegó con un caño a Avengers: Infinity War y le dió apenas 2 estrellas diciendo que era monótona y no tenía ni un momento emocionante (se ve que se le escapó la entrada del Capitán América en la estación de trenes y el “traíganme a Thanos!” que todo el mundo aplaudió de pie cuando Thor llega a Wakanda). Otro tanto pasa con James Beradinelli que, se ve, está empachado de cine de superhéroes y debe estar pasando por un mal momento porque nada de lo que califica últimamente pasa de 2 estrellas (aceptable). Como el caso de Un Pequeño Favor, la cual descartó de plano y la tildó de apenas potable. Es cierto que el tercer acto es desprolijo y amenaza con irse de mambo pero, mientras tanto, es una caja de sorpresas constante. Como dice Anna Kendrick en un momento, esto parece una versión de Las Diabólicas… solo que hipercafeinada y plagada de tantas vueltas de tuerca que parecen no acabarse nunca. Lo mas maravilloso del filme es ver como muta la trama y, sobre todo, los personajes. Anna Kendrick es una de esas madres solteras pasadas de rosca que, como no tiene vida sexual, gasta toda su energía recargándose de actividades. Claro, se convirtió en viuda por accidente y ahora su vida se alterna entre el cuidado (agobiante) de su hijo y su videoblog sobre cocina, en donde prepara exquisiteses de todo tipo. Por accidente se topa con Blake Lively – elegante como modelo de tapa de Vogue, con un estilo mezcla de Greta Garbo y Diane Keaton -, la cual es una ejecutiva implacable y amoral cuyo único cable a tierra es su hijo. No debe existir otro par de mujeres mas dispar en la Tierra pero, por uno de esos giros del destino, terminan convirtiéndose en amigas. Charla va, charla viene, la ñoña Kendrick le cuenta algunos de sus pecados mas ocultos pero parecen un chiste al lado de las historias que saca a relucir la Lively. Sexópata, manipuladora y temeraria, estar con ella es como un juego de ruleta rusa en donde uno nunca sabe con qué va a despacharse y si lo que dice (o hace) es verdad. Puede basurear a sus empleados, tirarse un lance lésbico con su nueva amiga o contarle la orgía que armó como sorpresa para su esposo, un escritor que anda en la mala y desde hace 10 años no mete un éxito (Henry Golding, recién fresquito de Crazy Rich Asians). Para ella su marido es un juguete sexual y no le importa mantenerlo por el sexo y las apariencias pero el oneroso estilo de vida les está pasando factura y su sueldo – como gerente de recursos humanos en la firma de un diseñador de renombre – ya no alcanza. Ocurre una emergencia y la voraz gerente decide pedirle un pequeño favor a su insípida amiga – de que recoja a su hijo de la escuela y lo cuide ya que llegará tarde -, lástima que el regreso se demora mucho mas de lo esperado. Pasan los días, el curso de los acontecimientos es inevitable y el marido (llamado por la Kendrick, ya que está cuidando a su madre enferma en Londres) regresa de apuro y declara el status de persona perdida frente a la policía. Lo que sigue es una metamorfosis, en donde la comedia lenta y corta de gracia que aparentaba en un principio comienza a tomar velocidad y a transformarse en un thriller sorprendente. Porque la tonta ama de casa se empieza a desesperar con cada día de ausencia que pasa y, al ver a la familia de la Lively destrozada, comienza a meter mano por su cuenta en la investigación policial. Escucha cosas de los detectives, se mete en la oficina de la rubia, revuelve la casa… y empieza a encontrar cosas inquietantes. Y cuando el cadáver de la Lively aparece flotando en un lago a cientos de kilómetros del pueblo donde viven, a la Kendrick no le cuadran las cosas. Para colmo se involucra sentimentalmente con el viudo, un detalle que comienza a disparar una serie de sucesos estremecedores. Cuartos desordenados que se ordenan solos, el perfume de la Lively flotando por la casa y apariciones fantasmales en la escuela de los chicos. ¿Qué es lo que está pasando?. Es imposible seguir adelante sin spoilear las sorpresas de la película, que abundan y tienen una gracia enorme. Y si todo funciona es porque Feig – que es un gran director de comedia con Bridesmaids y la subvalorada versión moderna de Los Cazafantasmas bajo el brazo – sabe cómo dirigir mujeres, entiende a la perfección el mundo femenino y sabe obtener risas, pero acá se da el lujo de agregarle suspenso a la cosa. Blake Lively no tendrá mucho rango pero no es necesario para su rol: solo debe estar en modo ultrabitch al 150% y verse hermosa y elegante todo el tiempo, y vaya que impresiona la blonda. Pero la revelación es Anna Kendrick, la que ya era una comediante de la hostia y es todo terreno – sea lo suyo las risas, lo romántico o el drama – y que acá te deslumbra con su ama de casa naif que es mucho mas inteligente y decidida de lo que parece. Con su cara de nada y sus dientes perfectos, la Kendrick irradia la pantalla pasando por todos los estados emocionales con una facilidad sorprendente. Un Pequeño Favor es un delicioso entretenimiento. No, no está a la altura de los grandes thrillers de la historia del cine (como la mencionada Las Diabólicas), sino que los homenajea, toma prestada ideas de ellos y las mezcla con mucha energía y bastante humor, soportado por una dupla de actrices notables. Super recomendada, es una de esas películas a las que uno no le tiene confianza (y uno toma, lee la descripción del lomo y la vuelve a poner en el estante del videoclub), pero con la cual vale la pena arriesgarse ya que termina sorprendiéndote de una manera formidable y super satisfactoria.