Engañando al engaño Reunir un reparto de ensueño como el que posee American Hustle es un aliciente interesante desde el vamos. Más aún si en el protagónico, en el centro del póster promocional y sobresaliendo a las cuatro figuras restantes, tenemos a Christian Bale, alguien que no sólo nunca decepciona, sino que también eleva la calidad de cualquier film a través de sus dotes actorales. Ambientada en los años 70, American Hustle trata sobre un operativo del FBI, con el agente DiMaso (Bradley Cooper) dispuesto a capturar a el alcalde Polito (Jeremy Renner con un distinguido jopo de época) y a varios miembros del Congreso. Para ello, y tendiéndoles una trampa que los obligue a implicarse en el asunto, se hace de un astuto estafador llamado Irving (Christian Bale) y de la socia/amante de éste, Sydney, sensualmente encarnada por Amy Adams. David O. Russell se calza el traje de narrador de historias y aprueba con un muy satisfactorio de calificación en la materia, apartándose de sus anteriores proyecciones (que difieren en cuanto a género/temática) y enseñándonos su polifuncionalidad a la hora de cosechar buenas obras de distintos rubros (The Fighter y Silver Linings Playbook, entre otras). En esta ocasión el director apela al relato a partir de la voz en off, alternándolo entre sus protagonistas, según la situación y mirada de cada uno, acercándose al estilo de Scorsese en cintas como, por ejemplo, Goodfellas, aunque sin la recurrencia a los desenfrenados excesos que tengan que ver con la muestra explícita de drogas ni acontecimientos brutalmente violentos. Quizás muchos le reprochen a Russell esa falta de condimentación picante y salvaje en una narración de este tipo, pero lo que transcurre está tan bien contado que no se percibe para nada necesario recaer en ese tipo de licencias. Vale remarcar que la banda sonora retumba fuerte cuando se invoca al blues y al jazz, acentuando dos aspectos fundamentales que seducen nuestro sentido visual: la prestancia que de por sí llevan los intérpretes con sus embelesados y trabajados peinados, sus refinados gustos cuando de vestir se trata; y la certera aclimatación ajustada a aquella década del setenta. De tranco algo lento al comienzo, American Hustle crece en interés con el correr de los minutos. Existen pequeños detalles que nos adentran inconscientemente en el engaño, palabra que obra como motor del film. Los ruleros que Bradley Cooper emplea para rizar su cabello o la mata de pelo extra que Bale se añade simbolizan una manera de aparentar una determinada imagen. Todo nos traslada al terreno de la farsa, de la simulación, como bien enuncia Irving: “la gente cree lo que quiere creer”. Extensa pero atractiva, la película también expone los peligros de la ambición y se da el gusto de hacerse acreedora de algunas instancias de tensión, ironía y vueltas de tuerca siempre bienvenidas. LO MEJOR: el modo en que nos cuentan la historia. Otro ejemplo de cuándo se sabe usar la voz en off. Las actuaciones, todas, de los cinco principales (Lawrence, Bale, Cooper, Adams y Renner). BSO. Elegante. LO PEOR: se extiende más de lo necesario en el metraje. Si bien no aburre para nada, tarda un poco en arrancar. PUNTAJE: 8,2
El amor (tecnológico) después del amor Cualquier palabra que oficie como sinónimo de emotividad y de sensibilidad cuaja perfectamente en lo que respecta al carácter de este film. Her es más profunda de lo que se preveía que podía ser en su tráiler. Lógicamente, la interpretación majestuosa de Joaquin Phoenix (sobresaliente sea cual sea el rol que le toque) juega un papel importante a la hora de sumarle calidad y credibilidad a la proyección. Con una temática distinta y rara, fiel al estilo del director, la historia nos remite a la vida de Theodore (Phoenix), un escritor de poemas, un tipo solitario y vacío a la percepción. Deprimido por su reciente separación, descubre un sistema operativo portador de un modelo de inteligencia muy peculiar, capaz de entusiasmar a cualquier usuario. Entonces Theodore comienza a entablar relación con la voz femenina que sale de dicho dispositivo, quien se hace llamar Samantha (Scarlett Johansson) y consigue poco a poco conquistar a nuestro protagonista. ¿Puede una persona enamorarse de un sistema operativo? Spike Jonze construye, desde lo improbable de la cuestión en sí, un relato que a pura conmoción y sentimiento colisiona de lleno contra la afectividad del espectador. Her cala hondo en el corazón gracias a la capacidad técnica de su director para sumergirnos en la aflicción de Theodore, un sujeto que desborda ternura y que no puede olvidar a la mujer con la que contrajo matrimonio: los flashbacks, delicados, perfectos, nos retratan lo feliz que supo ser mientras estaba casado, en contraposición con lo angustiante que le significa recordar aquellos momentos. Jonze explora y va incluso más allá del ya inutilizado Msn; traspasa el chat y todo tipo de vínculo que se forje a través de las tecnologías. Incursiona en el mundo de las novedosas comunicaciones añadiéndole el componente que le permita a una máquina también sentir y evolucionar en ese aspecto. Theodore simplemente se relaciona con una voz detrás de un aparato, pero el enlace es tan fuerte e intenso que no puede frenarlo. Los primeros planos a Phoenix lo hacen lucirse gracias al nivel de expresividad supremo que posee el actor de The Master. Su mirada perdida, soñadora, ilusionada, más el acompañamiento de una banda sonora siempre tenue hacen estragos y no sólo emocionan sino además inquietan, mortifican y movilizan. Una película con un guión original, escrito por el propio Jonze. Difícil resulta encontrarle fallas o puntos que obren como elementos negativos. Una narración enternecedora que más allá de cimentarse desde una suposición incierta infunde frenesí y, sobre todo y por más complejo que pareciese, suena convincente. Una joya. LO MEJOR: el guión, lo profundamente conmovedora que resulta. El hecho de cómo algo improbable pueda dotarse de credibilidad. Una vez más, Joaquin Phoenix se come el film. Vale destacar el buen trabajo de Scarlett Johansson aportando, desde su voz, verosimilitud en lo que expresa. Los flashbacks, impecables. LO PEOR: el último cuadro, quizás, se podía estirar una pizca de tiempo más. PUNTAJE: 9,1
Impotencia y cabeza gacha 12 años de esclavitud forma parte de uno de los estrenos del 2014 con mayores nominaciones a los premios Oscar. Estamos en presencia de una proyección sólida en cuanto a estructura argumental y narrativa, dotada de una musicalización correcta que sabe en qué momentos aparecer para sonar y reforzar las imágenes. Lógicamente, el pulso de Steve McQueen se hace notar, pese a poseer tan sólo tres largometrajes en su filmografía. Pero, ¿es realmente 12 years a slave tan buena película? Con ese ítem de “basado en hechos reales” que parece siempre otorgar un plus en cuanto al redondeo final en la performance de un film, la historia nos adentra, a mediados del 1800, en la vida de Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), un músico negro (y libre) que es engañado para ser vendido como esclavo, condición bajo la cual comienza a ser sometido a los actos más repudiables de racismo y violencia física y verbal. Durante el desarrollo de la narración, nuestro protagonista es comerciado como mera mercancía y fuerza de trabajo a distintos amos. El primero, el más agradable y comprensivo aunque sin la fuerza necesaria como para enfrentar y rebelarse ante el mecanismo esclavista dominante, bajo la buena interpretación de Benedict Cumberbatch. El segundo, más impulsivo y capaz de exteriorizar incontenibles estados de ira, se descubre desde la más que interesante labor que lleva a cabo Michael Fassbender (el actor fetiche de McQueen). Con un transcurso que se va disolviendo lentamente en cuanto a ritmo y con ciertos pasajes algo latosos y rutinarios, el relato intenta remarcar, con crudeza, la injusticia y los grados de estrés a los que fueron sometidos, sin oportunidad a la mínima réplica, los esclavos. Las sensaciones que experimenta el espectador son de impotencia, aunque también de agotamiento. La actuación de Ejiofor es de alto calibre gracias a su convincente expresión gestual, tanto en su angustia como en su sublevación. El director refleja el mensaje de no rendirse a través de la figura y el modo de ver las cosas de Solomon. El intérprete principal resalta su postura de no caer en la desesperación, y a pura perseverancia y mentalidad firme aspira a salir del calvario que lo hostiga. 12 años de esclavitud es un buen producto, que encuentra sus puntos claves en la ambientación, en la fotografía y en el solvente trabajo de su reparto. Más allá de los pros, no es acreedora de escenas trascendentes ni que se salgan de la vaina a la hora de retenerlas como memorables. Probablemente tampoco sea de esas películas en las que nos es indispensable y llamativo verlas nuevamente. LO MEJOR: la dirección, todo lo que tenga que ver con lo técnico y las interpretaciones, en especial la de Ejiofor. La impotencia que ocasiona ante los abusos. LO PEOR: de a instancias cansina, lenta y reiterativa. No cuenta con secuencias de carácter inolvidable. PUNTAJE: 6
Madera de gángsters Luc Besson, reconocido por su obra de culto El quinto elemento, entre otras producciones, nos adentra en una comedia negra, irónica y entretenida, aunque con algunos baches, acerca de una familia mafiosa. Un gran reparto, donde los más experimentados (Michelle Pfeiffer y Robert De Niro) son los que mejor llevan a cabo las interpretaciones. Los cinco protagonistas (cinco, sí, contando al perro llamado Malavita), se mudan a una región de Francia encubiertos por el programa de protección de testigos del FBI. Esto les significa adaptarse y moldearse a un nuevo estilo de vida, pero todo parece indicar que hay algunas mañas que los integrantes de este clan no pueden quitarse. La película intenta, con algunos topetazos y ciertas irregularidades, recurrir a un humor de tono satírico. Funciona, no a escalas muy grandes, cuando a esto se apela. Por otro lado acierta con un par de guiños cinéfilos a films de la temática del hampa, con cierta referencia, en un pasaje en particular, a la imprescindible Goodfellas. The Family deja la sensación de que la historia se podría haber aprovechado mejor, teniendo en cuenta el elenco que posee y la quizás insípida forma en que se narran determinadas situaciones, pecando de no imprimirle un matiz más socarrón. Esto se percibe, también, en las pequeñas subtramas que se construyen; aparentan comenzar con una dinámica apreciable pero van decayendo hasta difuminarse y quedar inconclusas, careciendo de la fuerza necesaria como para enlazar netamente al espectador. Más allá de una discontinuidad detectable, la cinta culmina siendo pasable, cerrando los últimos minutos con unas interesantes secuencias de tensión, agregándose así al desenlace un ameno recurso al thriller. LO MEJOR: De Niro y Pfeiffer. Divertida. La cita a Goodfellas. LO PEOR: desaprovechada, poco pulida en instancias que se podrían haber aprovechado mejor. PUNTAJE: 6,3
Tercamente aristócrata Esta última obra de Allen almacena en el interior muchos de los mejores componentes que constituyen la filmografía de Woody. Hay lugar para términos medios y grises: Blue Jasmine es buena e incluso algo más que eso, pero queda bastante aislada de grandes proyecciones del creador de Match Point y Manhattan, entre otras. El relato nos habla de Jasmine (Cate Blanchett), quien se hallaba acostumbrada a una vida que rebasaba de lujos. De buenas a primeras, nuestra protagonista (de excelente interpretación) se encuentra "en la lona”, sin hogar ni sustentos económicos, por lo que emprende viaje hacia San Francisco, hospedándose donde su hermana. Depresiva y recordando casi constantemente su antiguo buen pasar, no tiene otra opción que hacerse camino y comenzar de cero, con todas sus mañas de mujer rica. No vamos a descubrir nada al decir que Woody Allen es un perfecto contador de historias. Aquí vuelve a dar cátedra desde la estructura narrativa, esta vez intercalando la linealidad del relato con unos cuantos flashbacks intermedios que nos permitan entender y nos ilustren el pasado de Jasmine en Nueva York, con su esposo Hal (Alec Baldwin). El director tiene la particularidad de lograr que cada intérprete porte verosimilitud desde la actuación, como también ocurre en Blue Jasmine, algo que le otorga mucho sentido a sus proyecciones en cada situación que nos presenta. Las tomas, ciertos paneos y movimientos de cámara retratando el paisaje y el urbanismo propio de la ciudad, acompañados como de costumbre de una banda sonora elegante llevan el sello/marca registrada del guionista neoyorquino. Cate Blanchett realiza un trabajo destacable en la piel de una insoportablemente arrogante mujer: prejuiciosa y con miradas despectivas hacia todos aquellos que no encuadren dentro de su panorámica aristócrata, Jasmine no quiere renunciar al glamour de épocas anteriores ni tener que “rebajarse” a tomar empleos que considere de poca monta. Entre acontecimientos y diálogos de manso ritmo pero de notable agrado para el público, Allen va revelando detalles y sucesos que pintan la realidad de dos hermanas opuestas: por un lado se exhibe que a veces la ambición no tolera la autocrítica para ver cómo uno mismo verdaderamente es; por otra parte, cómo el conformismo y las pequeñas cosas pueden resultar más gratificantes que el sueño anhelado por el sendero menos correcto. Sincera y con hechos inteligentemente almacenados para ser descubiertos al final, Blue Jasmine cumple sin acercarse a los mejores trabajos de Woody, quizás por falta de brillo al oscilar y quedar entre medio del drama y la comedia, o por la simple cuestión de no ser acreedora de momentos trascendentes como para que sea recordable. LO MEJOR: Cate Blanchett se come la película. Diálogos, fotografía, la filmación en sí. El estilo made in Woody Allen. LO PEOR: termina como una historia bien contada con una excelente protagonización de Blanchett y nada más. No deja la sensación de que la retendremos en la memoria. PUNTAJE: 7
En la mira Sólido drama familiar con acertados momentos de nerviosismo y tensión. Scott Cooper (Crazy Hearth) reúne un reparto de lujo para cimentar un relato que se percibe intenso y se siente muy natural. Russell (Christian Bale) y Rodney (Casey Affleck) son dos hermanos que habitan en un pueblo que transita una situación económica poco solvente, con escaso empleo. El primero y mayor, trabaja en una fábrica; el menor supo combatir en Irak, pero en la actualidad del film se halla desencontrado y con un rumbo para nada certero. Las cosas se complican cuando Russell se ve involucrado en un grave accidente automovilístico por el que cae en prisión. Esto, no hace más que acrecentar el desbande de Rodney, quien comienza a enredarse en cuentas pendientes y negocios tan riesgosos como oscuros. El arranque de Out of Furnace nos enseña la punta del iceberg de lo que puede llegar a dar el personaje de Harrelson. Osado, turbio y de temer, el bueno de Woody (malo en esta oportunidad) lleva a cabo una interpretación que cautiva, de esas que el espectador apaña, empatiza y a la vez odia al carismático villano. Por otra parte, Bale parece nunca fallar y resultar siempre una garantía enorme cuando le toca un protagónico. El papel de un tipo frío, sufrido y de sentimientos profundos le sienta tan bien como cualquier otra encarnación opuesta que haya concebido. Mención aparte para Affleck, acompañando de forma muy amena. Una narración que en algunos pasajes se advierte levemente similar al melodrama mostrado en Warrior (la fotografía a cargo del mismo hombre, Masanobu Takayanagi), en donde los lazos familiares pegan fuerte y tanto la impotencia como la sed de venganza oscilan los mismos grados de estrés. Un ritmo afable y entretenido logra mantener la expectación. Cooper se da el gusto de crear una brisa de suspenso a partir de la que la rigidez va cobrando mayor vigor y energía en cierto punto de la cinta, añadiéndole una pizca de incertidumbre al tramo final. Out of Furnace acaba redondeando una performance más que buena, a pesar de no ser acreedora de algún elemento muy distintivo que la catalogue como un producto trascendente. LO MEJOR: la historia, el modo en que se narra. Conecta gracias a la credibilidad de las actuaciones, en especial a la gran contribución de Bale. LO PEOR: queda esa sensación de faltarle algo, no existen escenas por la que se la recuerde con énfasis. PUNTAJE: 7,4
El maravilloso mundo de Walter Sorpresón resulta esta remake de aquella película dirigida por Norman McLeod en 1947. Ben Stiller ahora toma el mando y no sólo compone un personaje gracioso, como suele ser su costumbre, sino que además se escapa de ese encasillamiento, logrando conmover. Walter Mitty es tan tímido y quedado para relacionarse como soñador. Trabaja en el sector de negativos de fotografías de una importante revista. Walter tiene la particular manía de “colgarse”, alejarse de la realidad e idear situaciones exageradas de una adrenalina y desenfreno importante que, lógicamente, lo tienen como héroe, similares (aunque con mayor grado de imaginación) a los divagues que experimentaba aquel dibujo animado llamado Doug Narinas. Nuestro protagonista recibe una serie de fotos de Sean O’Connell (Sean Penn), en una nota que le indica que la número 25 debe ser la que lleve la portada de la próxima edición. El problema se da cuando Mitty no la encuentra y se ve obligado a rastrear a Sean y emprender una inquietante hazaña. El film no sólo opera como clara enseñanza y estímulo de superación, con lemas que proclamen la persecución de fines y objetivos asumiendo todo tipo de riesgos; también funciona casi como una suerte de autoayuda para todo aquel espectador al que le cueste lanzarse hacia la consecución de sus metas. El amor aparece como motor y empuje principal para que nuestro querible Walter se decida a concretar sus propósitos, en una relación que construye lentamente (y de un modo bastante verosímil a la percepción) con la figura que interpreta Kristen Wiig. Mención especial a la destacable y por cierto moderna filmación que porta la cinta, a base de movimientos de cámara ágiles y hasta algunos interesantes efectos. La banda sonora acompaña sutilmente y cumple en los momentos justos a la hora de suscitar emotividad en el público. La increíble vida de Walter Mitty se ajusta a todas las edades, apelando la primera hora al entretenimiento a base de una buena bocanada de gags y el segundo tramo a tintes de road movie, a todo lo que tenga que ver con las peripecias y a lo sentimental. La proyección termina siendo un episodio tan lleno de fantasía, de enternecimiento y de aventura como los propios sueños que Walter evoca en sus dispersiones mentales, y por eso vale la pena darle una oportunidad. LO MEJOR: supera la expectativa simple creada en el tráiler. Risas, emotividad, hazañas, buenos mensajes. Ben Stiller, como director y actor. LO PEOR: cae en ciertos instantes previsibles. Algunos chistes pecan de conocidos. PUNTAJE: 7,8
DesCarrielando Esperadísima y con la interesante presencia de Chloë Grace Moretz como figura principal, Carrie acaba resultando un producto olvidable, quedando a una distancia abismal en calidad respecto de la original película de culto dirigida por Brian De Palma en 1976. La historia, súper conocida, trata sobre una adolescente introvertida al extremo, acechada por una madre fanática religiosa (en esta oportunidad Julianne Moore) y maltratada por sus compañeras del instituto, en esa constante estadounidense que intenta mostrar lo difícil que es la etapa escolar para los más tímidos. Pero a Carrie White, cuando la impotencia y la bronca la carcomen, es capaz de desarrollar una tormenta de ira, a base de poderes psíquicos que pueden ocasionar desastres inmensos. La cronología de la cinta mantiene los mismos hilos que su predecesora, sólo que Kimberly Peirce le añade herramientas tecnológicas que se adecúen a la actualidad, como es el caso de teléfonos móviles, filmaciones con el celular listas para subir a Youtube y demás. El problema del film está dado en la limitación del relato: todo parece encerrarse en una suerte de serie juvenil en donde las “chicas malas” no hacen más que burlarse de la pobre y huraña protagonista. Y la sed de venganza crece. Si se la analiza por sí sola y apartada de la proyección anterior, Carrie es regular, no aburre pero tampoco entretiene a grandes escalas, de hecho cuenta con cuestiones que la hacen menos sólida de lo que debería ser, como es el caso de las actuaciones (a excepción de Grace Moretz y Moore). El inconveniente se magnifica cuando entra en parangón con la que Brian De Palma concibió, y allí se pone en juego una cantidad de factores que la terminan dejando como una cinta bastante menor de lo que en verdad es. ¿Era necesaria la remake? LO MEJOR: mantiene un ritmo ameno. Chloë Grace Moretz y Julianne Moore. LO PEOR: lejos de lo que supo ser la Carrie original. Ni siquiera la escena del baile de graduación, se acerca a lo oscura y siniestra que fue en la primera entrega. Salvando las figuras principales, no está bien actuada. PUNTAJE: 4,6
Lujuriosos muchachos Martin Scorsese vuelve a hacer ruido. Retumba, provoca y despierta polémicas con un film lleno de excesos. Amantes del afamado director se sentirán a gusto; quienes nunca comulgaron con su estilo, factiblemente detractarán su obra. Se la puede catalogar casi netamente como una comedia con intensos tintes dramáticos, en donde el común denominador y aspecto más abarcado durante el metraje encuentra su lugar en la codicia y el libertinaje. Quien supo construir Goodfellas vuelve a dar cátedra en todo lo que tenga que ver con movimientos de cámara y elementos narrativos; Scorsese cuenta con la admirable capacidad de lograr que el relato a partir del recurso de la voz en off resulte atractivo y nunca quede mal, además de poseer un don nato en lo que respecta a la presentación de los personajes. El lobo de Wall Street nos enseña el mundo de la bolsa y las acciones, gobernado por esa ansiedad permanente de obtener rentabilidad y sacar diferencia con las comisiones. Y para ello no hay nadie mejor que Jordan Belfort (magnífica, nuevamente, actuación de Di Caprio), quien una vez inmerso en este mundo de valores y presiones, comienza a montar su fraudulento negocio. No hay nadie mejor que él. Su mano derecha Donnie (brillante Jonah Hill), junto a otros compañeros, se sube al ambicioso barco de Belfort, en donde la desmesura y lo políticamente incorrecto están a la orden del día. ¿Excesiva? Por donde se la mire, pero la superabundancia de acontecimientos casi grotescos son una variable fija en la línea fílmica de Marty, elemento que lo distingue y por el cual ha acumulado seguidores. Probablemente el director de Shutter Island se cebe y no sepa hasta qué punto es necesaria la apelación a orgías y secuencias en donde las drogas y el sexo copan la pantalla. Entretenida, osada, graciosa, la cinta porta un desenfreno y un ritmo endemoniadamente lunático, en lo que quizás sea la realización más chiflada de Scorsese. Contagiosa, filosa y con una crudeza tan exagerada como rugiente, nos muestra los peligros de las adicciones, las pretensiones y el círculo vicioso e insaciable que encierra la ambición. LO MEJOR: el estilo narrativo del director. Actuaciones bestiales, salvajes y excelentes de Leonardo Di Caprio y Jonah Hill. Hilarante, extravagante. LO PEOR: se aprisiona en su propia trampa y recurso al exceso y a las juergas que presencian sus protagonistas. Tres horas que podrían resumirse, al menos, en dos y media. PUNTAJE: 7,6
Ricos versus pobres Neill Blomkamp, quien llamó gratamente la atención con District 9, en 2009, añade otra película del género a su filmografía. Sin maravillar, logra construir un producto efectivo que en ningún momento pierde el ritmo ni la fuerza que porta el relato. Ubicada la historia a más de unos 140 años de la actualidad, nos encontramos con una diferencia importante en lo que concierne al hábitat de los seres humanos. Mientras unos, los acaudalados, se regodean en una estación espacial que lleva el nombre del film, los otros, los más humildes, se las ingenian para vivir como pueden en la Tierra, que por cierto se halla en ruinas y con sujetos que sufren condiciones de supervivencia nefastas. Max (Matt Damon), trabaja en una fábrica y padece el infortunio de recibir una carga de radiación por la que le diagnostican pocos días de duración. Para solucionarlo, no tiene otra alternativa que viajar a Elysium para curarse. Blomkamp le imprime dinamismo y energía a la proyección. Si bien es cierto que quizás se exceda en el recurso al flashback, todo se suple gracias a la contribución de unos efectos especiales estruendosos e impecables, más los momentos de acción dotados de explosiones y disparos que prácticamente no dan respiro. En el medio de todo este asunto un Damon tuneado para afrontar la misión, pelado, morrudo, casi un tanque humano que va al acecho sagazmente en cada secuencia. Inevitable mención a la fuerte crítica hacia la desigualdad social, en un modo extremista y con un estilo mucho más sólido que cintas como Oblivion, en la que también retrataban un universo devastado. En el flanco de quienes dominan a “la otredad” desde el lujoso primer mundo, una Jodie Foster convocada para proveerle renombre e interés al producto, pero demasiado atrapada en un papel que de tan recio no convence plenamente. Entretenida, con escenas de enfrentamiento muy bien rodadas, pero simple y poco innovadora, Elysium redondea un score que supera lo bueno. LO MEJOR: ciencia ficción efectiva sin la necesidad de incluir a extraterrestres. Efectos especiales magníficos. Mucha acción. Matt Damon. LO PEOR: el guión peca de predecible y sencillo. Foster extrañamente no cumple positivamente en su rol. PUNTAJE: 7