Tan emotiva como abrumadora Este drama romántico rodado con impecables recursos técnicos visuales y sonoros cuenta con el plus de no sólo basarse en hechos reales, sino de ser su directora-protagonista (Valérie Donzelli) junto a su pareja (Jérémie Elkaïm) quienes pasaron realmente por la paralizante experiencia de vida que nos dan a conocer a través de la proyección del film. Roméo y Juliette, así como se hacen llamar en la cinta, comienzan a escribir su historia de amor tras tener feeling en una fiesta. Todo era color de rosa en su relación hasta que, tras el nacimiento de su hijo Adam, el pequeño empieza a sufrir repetidos síntomas dignos de ser revisados por un pediatra y, posteriormente, por un neurólogo que lo somete a una resonancia que permite un diagnóstico exacto y demoledor para los padres de la criatura. Uno de los puntos fuertes de la película radica en la forma de relatarnos los hechos, a base de un realismo inmejorable y una naturalidad envidiable. Además de las sobrias actuaciones del dúo actoral principal, cabe resaltar la excelencia con la que se juega con la musicalización, sumergiendo al espectador en un festival sonoro favorablemente gustoso, intercalando melodías tanto clásicas-dramáticas como electrónicas según la característica de la escena abordada. Declaración de vida nos mete de lleno en la crudeza de las circunstancias y en el grado de superación y fortaleza con el que se puede encarar la más adversa de las situaciones combinando positivismo, unión, amor y por qué no euforia como método de leve escape o como simple descarga de energías, generando en el público diversas sensaciones capaces de conmover hasta al tipo más duro y frío. LO MEJOR: el elemento extra de saber que quienes actúan son los verdaderos protagonistas de los hechos reales. Conmovedora, artísticamente elegante y llamativa. LO PEOR: la voz en off en determinadas secuencias no suma. PUNTAJE: 7,7
Los reyes de las pesas Michael Bay (Transformers, Pearl Harbor, Armageddon, entre otras) deja de lado un poco las explosiones y las onerosas escenas a las que nos supo acostumbrar para enseñarnos un costado más crudo y casi bizarro de los acontecimientos en este thriller devenido en comedia negra titulado Pain & Gain. Con la muy buena actuación de Mark Wahlberg y el carismático acompañamiento de Dwayne “The Rock” Johnson y Anthony Mackie, el film comienza dinámicamente intercalando de a ratos el relato en off del líder de esta suerte de pandilla de fisicoculturistas, un grupo cansado de su rutina diaria de moldear sus cuerpos. Invadidos por un vacío y estancamiento económico importante, este trío casi descerebrado decide emprender un plan arriesgado que los lance a la fortuna y a la buena vida o, en otras palabras, a lo que se denomina como “sueño americano”. Para ello, idean el secuestro de un millonario mitad judío, mitad colombiano, pero sus ingenuos y poco ortodoxos modos de llevar a cabo el proyecto terminan sumergiéndolos en una inacabable cadena de problemas. Más allá de algunos buenos recursos técnicos en ciertos pasajes y de una musicalización bien seleccionada para reforzar y hacer más amena la cinta, la filmación quizás no sea lo mejor de esta narración por no destacarse en cuanto a planos bien encuadrados o novedosos. Bay nos adentra en una historia que transita irregularmente en cuanto a inferirle entretenimiento al público; oscila entre secuencias de buen ritmo y absurdas para dar cuenta de las tragicómicas incidencias que se exhiben. Cabe resaltar la manera en que se exponen las embarazosas peripecias en las que se ven involucrados los fornidos protagonistas, siempre desde el flanco que comprende el humor negrísimo y socarrón. Pero el punto fuerte y primordial de la película radica en la particularidad de que las situaciones están basadas en hechos reales, y he aquí el motivo por el cual todo lo que parecía tan inverosímil como descabellado recobra valor como condimento extra y especial para que la proyección se gane unos puntitos más en su score final. LO MEJOR: Wahlberg cumple nuevamente. Que se base en una historia real, por cierto muy extraña en sus resoluciones. Buenos gags. LO PEOR: la duración podría ser menor. No enlaza todo el tiempo, tiende a la irregularidad. PUNTAJE: 6,6
Más agria que dulce El Chef es una comedia culinaria, producto de una coproducción francesa/española, algo simpática y poco pretenciosa, que posee como atractivo principal la presencia de Jean Reno. Michaël Youn interpreta a Jacky Bonnot, un joven fanático y obsesionado con la cocina, un memorioso acerca de los ingredientes y medidas exactas de cada receta; también un experto degustador capaz de probar un bocadillo y especificar detalladamente qué componentes lo constituyen. Y Reno hace aquí de un reconocido y afamado chef que parece estar estancándose en sus propias fórmulas gastronómicas, nada menos en la instancia en que críticos en la materia están a punto de visitarlo y juzgar la elaboración de sus platos. El sujeto que encarna de buena y carismática forma Youn es el de un muchacho sin maldad, bonachón y tan inocente que este último punto le juega en contra en cada trabajo que toma como responsable de la creatividad culinaria, entrometiéndose por demás en los gustos de sus comensales. Y así es despedido de cada empleo, hasta que, de casualidad (y cayéndose de maduro en una historia más que simple) el prestigioso responsable del restaurant que será sometido a prueba lo convoca a participar en su equipo. La película resulta agradable de modo justísimo, se mantiene a base de un andar apacible y manso, reforzado de una música tenue y poco dinámica, acentuando el carácter dócil de la proyección. Quizás lo mejor radique en el dúo protagónico y en el acompañamiento de un trío secundario que oficia casi caricaturescamente en cada secuencia que interviene. Pero el resto es mediocre, incluso la aparición de Santiago Segura termina restándole puntos al relato en un intento de agregarle picante; el protagonista de la saga de Torrente no hace más que influir en un fragmento tan alejado de lo que venía aconteciendo como ridículo. Prolija aunque más que predecible, El Chef no hace más que generar algún que otro momento risueño sin dejar de ser una cinta irremediablemente olvidable, a la que su director olvidó condimentar. LO MEJOR: el reparto. Se deja ver. LO PEOR: no ofrece nada digno de destacar por sobre la media. No engancha. Previsible. Muy light. PUNTAJE: 4
Cuando el relato no se condice con el nivel de animación Nada se le puede reprochar a Pixar desde el factor estético en este tipo de películas. Monsters University es un carnaval de colores y movimientos majestuosos en lo que respecta a darle vida a los personajes. Pero en la balanza, la historia y su dinámica quedan chiquitas en comparación con el aspecto técnico-visual que se nos presenta ante nuestros ojos. La narración nos remonta a la infancia de estos carismáticos monstruitos, permitiéndonos conocer la vida escolar de nuestro protagonista: Wazowski. Este pequeño esperpento verde de un solo ojo es continuamente aislado y poco tenido en cuenta por sus compañeros; no hacen más que crearle vacío a cada momento. Cuando visita la fábrica y es testigo de cómo ciertos experimentados de su especie brindan grandes saltos a sus “víctimas”, Mike decide que quiere ser asustador. Pero claro, su simpática y poco aterradora apariencia se torna el obstáculo más difícil de sortear cuando emprende su carrera universitaria. Y a partir de allí, el relato nos sumerge en el mundo académico, permitiéndonos conocer cómo comienza a edificarse la relación entre Wazowski y Sulley, el primero un destacado en lo que concierne en la teoría y táctica de los sustos; el segundo casi un experto por don natural en la práctica. Pero el problema en Monsters University se da en el ritmo del film: probablemente con mucho menos vigor y energía que otras entregas de Pixar, la dinámica no es la apropiada y la cinta cobra fuerza recién cerca del final donde se lleva a cabo la gran competencia de sobresaltos entre los diferentes equipos contendientes. Impecable desde la animación y con algunos buenos gags, la historia no termina de conectar al espectador por poseer (extrañamente en este género) ciertos aires de densidad que no hacen más que desenfocar la plena atención del público. LO MEJOR: estética, soberbia desde lo técnico. La contienda final. LO PEOR: no enriquece ni conmueve desde la narración. Le falta ritmo. PUNTAJE: 5,2
Una buena de zombies Un sobrio y conservado en formol Brad Pitt es el principal responsable de salvar a la tierra de un ataque ultra caótico y apabullante de muertos vivientes, los cuales no hacen más que multiplicarse por todo el mundo cosechando un desorden infernal por donde se movilicen. World War Z emerge como resucitando una temática que parece ya agotada y exprimida a más no poder y que ha sido cultivadora de muy pocas películas rescatables acerca de estas aturdidas criaturas. Y lo hace bien, sorprendentemente bien. De movida y en apenas la segunda escena presenciamos una vorágine desenfrenada que deriva en una masa de gente huyendo despavoridamente, a la par de choques múltiples entre camiones, camionetas y autos que aceleran sus marchas de modo desordenado. Y dicha secuencia sumerge al espectador de lleno en el film: a partir de allí, la historia marcha por sí sola llevándonos siempre a buen puerto a través de momentos de suspenso, energía y elevados grados de rigidez. El aplomo de Brad Pitt a base de una actuación sólida en donde sabe intercalar a la perfección fortaleza (para enfrentar las adversidades) y sensibilidad (en el trato hacia su familia) le otorga un plus de valor a esta entrega bañada de entusiasmo. Los pasajes de acción están elaborados de modo tan adrenalínico que es imposible perder la atención en lo que acontece; para asombro del público y si bien existe una importante cantidad de circunstancias en donde el ritmo y el desparramo de municiones se apoderan de la pantalla, no todo es guerra y explosiones en World War Z: algunas sorpresas narrativas y unos giros de buen thriller nos enlazan aún más cuando se muestra el lado orientado a la búsqueda de resoluciones que intenten hallar el punto débil de la perturbadora y amenazante presencia zombie. Quizás falto de algunos condimentos gore pero apasionante e impactante visualmente, la película atrapa también en escenas en donde se adhieren a la receta ingredientes tales como terror y estados de tensión pura (como sucede en el laboratorio), resultando un producto que a pesar de pertenecer a un género encasillado como sólo para amantes de relatos de muertos vivos, supera las expectativas y termina agradando incluso a quienes nunca comulgaron con dicho rubro. LO MEJOR: acción, suspenso, saltos, nerviosismo. Buenos recursos fílmicos. La actuación de Pitt. LO PEOR: algo tímida en el aspecto sangriento. PUNTAJE: 8,1
En escala decreciente Seth Gordon, que venía de construir un más que modesto y divertidísimo producto con Horrible Bosses, esta vez mete la pata y le pifia feo en este intento de comedia protagonizado por Jason Bateman y Melissa McCarthy. Ladrona de identidades arranca de manera potente, con buena vibra y sugiriéndonos que presenciaremos una entretenida y graciosa película, pero a medida que pasan los minutos ese esperanzador comienzo se va haciendo trizas a la par de la historia y los descabellados acontecimientos que les van ocurriendo a los personajes principales. McCarthy es una compradora compulsiva, y en esta oportunidad, estafa a Bateman robándole su identidad desde una punta a otra de la ciudad, valiéndose del crédito ilimitado de su tarjeta. Lleva a cabo la operación aprovechando el nombre “unisex” del protagonista y perjudicado en cuestión: Sandy, a quien la suerte parece darle la espalda progresivamente viéndose implicado en numerosas situaciones irritantes cuando va a buscar a cuya persona le tendió esa trampa. Quizás lo más destacable radique en la garra que le pone a la narración este dúo actoral y alguna que otra secuencia en donde se da un entrecruce de las figuras que participan. Pero todo lo que sobra se tira de cabeza hacia lo negativo, dado que falla en la parte de gags, no logra ascender la tensión, decae cada vez más con el pasar del tiempo y, como si fuera poco, se termina apelando a un sentimentalismo barato de nulo compromiso emocional con el espectador que acaba casi insinuándose como una cinta familiar. LO MEJOR: Bateman y McCarthy, en ese orden. LO PEOR: no genera risas, la historia cae vertiginosamente en un pozo. La resolución final. PUNTAJE: 4,6
Algunas picardías y dramas de la tercera edad El debut de Dustin Hoffman como director nos trae una suerte de drama con pequeñas pinceladas de comedia y un trasfondo musical más que apreciable. Rigoletto en apuros (o Quartet, su título original) narra la cotidianeidad de un grupo de viejos amigos que habitan en una residencia para músicos retirados. El aniversario de Verdi está al caer, por lo que idean un concierto para recaudar fondos. El punto de inflexión se da con la llegada de Jena Horton (Maggie Smith), quien genera sorpresas en cada uno de los integrantes del cuarteto, rememorando, entre otras cosas, heridas de amor que parecen no haber cicatrizado en uno de los protagonistas (Tom Courtenay). El andar de los sucesos tambalea entre anodino, ameno y hasta cansino, proveyendo al espectador de secuencias finas, prolijas pero por momentos carentes de sustancia. En la historia todo transcurre muy mansamente, incluso con algún que otro chascarrillo ácido de alguno de ellos (en un 90% del papel de viejito piola, pícaro y piropeador que lleva a cabo Billy Connolly), mostrando y evidenciándose con notoriedad que todos los veteranos participantes son esencialmente buenos, estimables. Entremezclando secuencias con diálogos (y sin ellos) de carácter sereno y alguna que otra pieza musical muy bien construida que colabora y acompaña al sosiego, la película transita su hora y media y moneditas de duración flotando sobre la calma misma, sosteniéndose gracias a un reparto que cumple notablemente con su cometido. Un agradable ejercicio visual y auditivo preferentemente para el público veterano que acaba sin penas ni glorias, sin lograr acaparar el punto de enfoque pleno y necesario como para recordarlo como un espectáculo destacado. LO MEJOR: sonido, imagen y reparto. LO PEOR: decae en lo cursi, en la quietud sin lograr conmocionar. PUNTAJE: 5,5
Redimensionando a DC Man of Steel conjuga y fusiona todos los elementos necesarios como para poner a Superman en su lugar y hacer de esta proyección un peliculón, que funciona tanto para fanáticos como para quienes no fueron nunca grandes seguidores del superhéroe. El film, de aproximadamente 143 minutos de duración (no se siente su extenso minutaje al verla), nos adentra en los orígenes y en el nacimiento de nuestro protagonista, cuyo nombre original es Kal-El. Todo esto ocurre en el comienzo, sumergiendo al espectador en la realidad de Krypton, mostrando y desmenuzando detallada y claramente como nunca antes se hizo el funcionamiento y la política de este planeta, además de la avanzadísima tecnología que posee. Y con el transcurso del relato se va retratando la vida de Clark Kent en la Tierra, apareciendo en primera instancia ya con 33 años y recurriendo el director, Zack Snyder, a la aplicación de unos cuantos buenos y elegantes flashbacks para narrarnos, brevemente, algunos episodios experimentados por un niño en edad escolar que se evidencia distinto en su comportamiento y en su accionar, “acechado” por unos compañeros que han sido testigos de alguna que otra obra sobrenatural de Clark. Se agradece y se percibe la mano de Christopher Nolan en la historia (en dupla con David Goyer) para redimensionar a este superhéroe y mezclar, dentro de la cinta, factores que hacen a la narración más soberbia, distinguida y refinada. Un Superman que no va a las trompadas limpias de movida, como supieron enseñarnos otras entregas, sino una crónica teñida y bañada oportunamente dependiendo la ocasión de drama, ficción, acción, moralismo y hasta impecables explosiones. Cabe destacar la tarea sobria de Russell Crowe en el inicio y en sus “fantasmales” apariciones. También resulta brillante la elección de un actor como Kevin Costner para interpretar al padre adoptivo de nuestra estrella principal: con pocas y contadas manifestaciones le basta para hacerse querible por el público y ocasionarle un sentimiento conmovedor. Grata sorpresa la de Henry Cavill, quien sabe llevar la marcha a la perfección del papel más importante de su carrera a base de una notable encarnación tanto en la parte humana y ética del personaje (acierta con grandeza en sus expresiones) como en la porción sobrenatural y de fuerza extrema. Lo importante es resaltar que Man of Steel no es una película más de acción y el típico “más de lo mismo”, sino una elaboración que intercala secuencias de ficción, drama y pelea según corresponda a cada momento de la proyección abordando, además, el extrañamiento de la sociedad al percibir la presencia de un alienígena entre ellos. LO MEJOR: el modo en que se relatan los acontecimientos, la fusión de géneros para darle tensión y emoción a la vez. El reparto cumple en grandes dosis. LO PEOR: Snyder abusa de las explosiones y de la destrucción de edificios. PUNTAJE: 8,5
Una mentira inocente con consecuencias letales Thomas Vinterberg le pone un gran dramatismo psicológico a este film danés casi redondo, en donde Mads Mikkelsen se luce llevando a cabo un papel frío, duro y soberbio. El relato nos remite a la vida de Lucas, un sujeto de apariencia bonachona, el cual desempeña sus tareas laborales en un jardín de infantes, siendo una especie de compinche de cada uno de los niñitos que acuden cotidianamente a dicho establecimiento. Cuando parece que la suerte lo acompaña al contar con una racha de sucesos positivos y alentadores (comienza una relación amorosa con su compañera, tendrá la tenencia de su hijo), una pequeña patraña emitida por una chiquilla de la guardería cambia radicalmente su rumbo. Una mentira fortuita que lo involucra como abusador sexual de la niña, quien es nada menos que la hija de su mejor amigo. Y, como se suele decir que los chicos no mienten, todo esto se hace una bola en un pueblo que se tiñe de paranoia, desprecio, histeria y desconfianza. La película posee la capacidad de generar en el espectador diversos tipos de sensaciones poco felices, como estados de impotencia extremos, incomodidad y tensión. Prácticamente no hay una banda sonora que acompañe las escenas, todo pasa por un juego perfecto de diálogos, pausas, espacios en blanco y cruces de miradas que acentúan el dramatismo propio de la narración. Si bien el andar de las secuencias es manso, esto no perjudica ni incide negativamente en lo absoluto sobre el público, dado que resulta difícil hallar algún pasaje que esté de más; cada acontecimiento o frase que se mencione tiene importancia en la historia. La cinta nos muestra crudamente cómo puede reaccionar la sociedad frente a uno de los más repulsivos delitos que se puedan cometer, así como también el grado de insuficiencia que puede exhibir el acusado ante algo que no tiene manera de demostrar como falso, pese a que no haya cometido semejante obra desagradable. Un film gélido, de buena factura técnica e inteligentemente construido, que pone en alerta al observador, sumergiéndolo en un mar de percepciones y exaltaciones de principio a fin. LO MEJOR: la mezcla de sensaciones que genera. La actuación de Mikkelsen. LO PEOR: hacia el final puede que merezca alguna explicación más detallada de la resolución. Quizás no sea el tipo de película que suscite verla de nuevo. PUNTAJE: 7,2
Magos, engaños y billetes Con un tráiler netamente dinámico y demoledor y con un reparto tan envidiable como carismático, Now you see me ya conseguía atraer al público, más aún a aquel que gusta y se divierte con la magia. A cada uno de los “cuatro jinetes” le llega una enigmática carta de convocatoria en un sitio en particular. Los mejores ilusionistas del mundo reunidos para brindar en sus shows un truco maestro mediante el cual asaltan bancos y se despiden haciendo llover el dinero robado sobre los espectadores. El FBI debe intentar enfrentarlos y conseguir pruebas certeras para inculparlos, a manos de Mark Ruffalo y Mélanie Laurent , enviada por la Interpol (Shosanna en Bastardos sin gloria). Además de ellos, el personaje encarnado por Morgan Freeman, un sujeto dedicado de lleno al desenmascaramiento de magos (aquel que suele descubrir el as bajo la manga de cada artimaña). La película arranca con mucha fuerza y ritmo, presentando a cada uno de los cuatro prestidigitadores junto con sus características: Jesse Eisenberg como el “capo” de los naipes y juego de manos; Woody Harrelson como un mentalista e hipnotizador súper sarcástico; Isla Fisher y Dave Franco. Lo interesante está dado en lo que suelen proveer las narraciones que involucran a la magia como temática: esa intriga que acecha al observador acerca de cómo se hizo semejante truco. Lo bueno de ello es que todo tiene una explicación o develación detallada, quedando a criterio del público qué tan verosímil o realizable pueda resultar. En Now you see me el aburrimiento está prohibido, la cinta es un espectáculo visual entretenidísimo que goza de una agradable bocanada de diálogos graciosos, irónicos y chispeantes. Para deleite de quienes buscan algo que se salga un poco más de la vaina, la historia nos trae unas ingeniosas vueltas de tuerca que elevan el nivel de la película un escalón más. Sumamente recomendable, Nada es lo que parece enlaza, divierte y provoca una buena sensación en el espectador pero sin lograr trascender, quizás por algún que otro manejo que lo encasillan más como un producto comercial y pochoclero. LO MEJOR: el reparto, particularmente Eisenberg, Harrelson y Freeman. Un ritmo vertiginoso que no da lugar al bostezo. Buenos giros. Buena fotografía. LO PEOR: queda un sabor extraño que no termina de llenar al espectador. Le falta algo. PUNTAJE: 7,6