Matrix 4: Resurrecciones:
En parte por sus efectos especiales, en parte por el carisma de sus protagonistas, pero principalmente por la simpleza y profundidad de su trama, cuando la primera de las películas de Matrix se estrenó allá por el año 1999 significó una verdadera revolución: Matrix se convirtió rápidamente en una referencia ineludible del cine de ciencia ficción y de la cultura global. Lamentablemente estamos en el año 2022, y los ecos de aquel estallido de creatividad cada vez resuenan menos.
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Más de veinte años después y ya sin su hermana Lilly, es Lana Wachowski quien intenta darle vida nuevamente a la historia de Neo y Trinity, aunque con poco éxito. Matrix Resurrecciones huele a nostalgia y vive más de eso que de sus propios atributos, de allí que la película está repleta (de manera tal vez exagerada) de guiños, referencias y escenas de la cinta original. Pero a diferencia de la simpleza y complejidad del universo ficcional de aquella, aquí se requiere de más explicaciones y las cosas se sienten un poco trabadas y forzadas aunque todo se termine reduciendo, al fin y al cabo, a que hay Matrix dentro de Matrix. Una salida relativamente obvia como punto de partida.
La narración, por su parte parece desordenada, con saltos. Personajes cuyas motivaciones no están del todo desarrolladas, epifanías motivadas livianamente. Si bien la película alcanza las dos horas y media de duración es como si a algunos elementos no se les hubiera dado el tiempo suficiente para madurar.
Visualmente cumple, aunque no es revolucionaria. Apenas destaca el intento de un nuevo “bullet time” que no es del todo satisfactorio.
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Lo mejor, sin dudas, está del lado de la pareja protagónica, Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss, y del hecho de que, al fin y al cabo, Matrix ha vuelto y que ahora, sin el peso del regreso, la historia (esperamos) podrá hacer su nuevo camino, sin necesidad de mirar tanto hacia atrás.
Levántate, Neo. Y anda.
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