Halloween kills:
Una sólida secuela con un Michael Myers desatado
La saga de Michael Myers y Laurie Strode continúa en el sangriento nuevo capítulo de la serie de Halloween.
La semana pasada se estrenó la secuela de lo que será la trilogía de Halloween realizada por David Gordon Green, titulado en español con el subtítulo «La noche aún no termina». En esta secuela, uno de los integrantes del trío guionista fue reemplazado, pero Gordon Green y Daniel McBride (Vice Principals) mantuvieron su participación; algo que fue muy notorio, ya que retoman muy bien aquellos elementos que quedaban sueltos en el final de la primera entrega de 2018.
Al igual que en la primera entrega, Gordon Green hace uso de todos aquellos elementos de la cinta original que puedan despertar la simpatía de los fanáticos. No tanto por los «easter eggs» que sucedieron visualmente en la primera, sino por el uso -de nuevo- de la tipografía original, sumado a la re-incorporación de personajes importantes de la primera cinta. En esta ocasión, los niños que Laurie cuidó la noche de Halloween de 1978: Tommy Doyle y Lindsey Wallace, interpretados por Anthony Michael Hall (The Breakfast Club, Edward Scissorhands) y Kyle Richards (Halloween 1978). También añaden un vínculo más real entre Lonnie Elam -el bully de Tommy Doyle de la infancia- y la noche de Halloween de 1978, ya que en la primera entrega se hacía una referencia a este personaje por ser el padre de Cameron pero no aparecía en pantalla. A este personaje ahora lo interpreta Robert Longstreet (Midnight Mass). A estos tres personajes, se suma Marion Chambers, la enfermera que fue atacada por Michael en 1978 al escaparse del hospital, y está interpretada nuevamente por Nancy Stephens. Para varios de estos revivals, Gordon Green hace uso de fragmentos de la cinta original, algo que sin duda da gusto de ver.
Los sucesos continúan en la noche de Halloween, luego de que Laurie, Karen y Allyson se alejaran dejando atrás la casa incendiada con Michael adentro. Sin embargo, claro está, esto no sería un problema para nuestro enmascarado inmortal. Luego de lograr salir con un poco de involuntaria ayuda, Michael emerge de las llamas más violento y sanguinario que antes. Ya no sólo va a matar, sino que va a ensañarse con varios de los cuerpos en una especie de actitud de «ahora sí me hicieron enojar» que resultan tan divertida como espeluznante. Aunque la familia Strode no será el principal actor de esta entrega, algo que vale avisar, sí, volveremos a ver los efectos del trauma muy bien abordados.
Una vez más, la música a cargo de John Carpenter es una joya absoluta. Y tanto el aspecto visual, como las ambientaciones generales son excelentes. De hecho, se recicla y renueva la casa de los Myers incluyendo algunos elementos que parecieran querer dejar pistas para lo que será la tercera entrega, y que (con mucha suerte) resolverá algunos cuestionantes sobre el origen de nuestro villano de 61 años al que nada lo detiene. Un detalle interesante, es ver la evolución de la máscara con cada entrega. En esta ocasión, aparte de la vejez de la misma, se añadieron detalles que indiquen los efectos del fuego en esta.
Para esta secuela, Gordon Green parece haberse desenfocado del trauma que podía dejar y traspasar de generación en generación el haber sido sobreviviente de una masacre en la familia protagonista, y ha decidido enfocarse en la esfera más grande este trauma. Mirando ahora el panorama completo, vemos la reacción no sólo de las Strode, sino de toda la ciudad de Haddonfield. Una cuestión interesante que el director pone sobre la mesa, es la pregunta de ¿qué pasa cuando el miedo se apodera de la masa?. Nos presentan un pueblo que ha sobrevivido las masacres de Michael, pero que despierta repentinamente con una sed de sangre que los coloca inesperadamente al mismo nivel que «el monstruo». Con diferentes culpables, en diferentes épocas, nos cuestiona si Michael ha llegado hasta ahí por su cuenta o ha sido llevado por un motivo u otro e involuntariamente se le ha permitido ser como es. Algo que quedará a debate y gusto de cada espectador. Pero, una vez más, esta secuela demuestra que más allá del festival de matanzas por el que solemos ir a ver un slasher, se pueden incluir temáticas oscuras y profundas, y abordarlas sin aburrir al espectador. Dejándole así, algo más para llevarse de la película que sólo tripas o cabezas cortadas.
Personalmente, espero con muchas ganas la tercera y última parte, porque creo que habrá revelaciones muy interesantes sobre nuestro villano predilecto. Por el momento, es una secuela muy digna que mantiene el buen nivel que instauró la primera parte, y que demuestra la atención del director al detalle tanto para el fan como para quien recién se une a la saga.
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