La herida y el cuchillo:
Ponerle el cuerpo al arte
"Aprovechando el terreno fértil que provee documentar el proceso creativo de un artista experimental de semejante talla, la película de Miguel Zeballos trascenderá el mero registro para volverse un hecho artístico en sí mismo."
La herida y el cuchillo (2019), es varias cosas, o por lo menos tres: un documental, una ficción y un ensayo. Un documental que registra 5 años del proceso creativo del artista Emilio García Wehbi (2014 - 2019), una serie de escenas de ficción que dialogan con su trabajo y una suerte de ensayo sobre el cuerpo. En ese sentido, la puesta en escena se sitúa en el fragmento, no solo en los fragmentos de las obras de Wehbi, sino también en los de los cuerpos que componen esos trabajos. Así, un poco a la deriva y con una estructura de rompecabezas, en La herida y el cuchillo el director manifiesta una constante voluntad de saltar al vacío, de ese modo la película se niega a sí misma como obra cerrada, sino más bien, lo que intenta ser es un borrador, las notas sueltas que sobreviven a su propio proceso.
Esta obra, que tiene un interesante enfoque sobre el cuerpo (tanto como objeto en sí mismo y desde la puesta en escena, como en su importancia política en la contracultura), logra interpelar y erotizar al espectador. Esto se debe, primordialmente, al gran manejo del montaje para intercalar con mucha libertad y de manera no lineal el documental con la ficción. El resultado, un cine más puro como lenguaje, libre de toda estructura narrativa convencional y con algunos intertítulos que se agolpan para resignificar las imágenes (emparentado un poco con las últimas películas de Jean-Luc Godard; donde no quedará otra opción que entregarse a los estímulos audiovisuales.
En este sentido, cabe señalar también como el director trabaja los contrastes en pos de ser más efectista: ya que de un plano a otro puede pasar, por ejemplo, de una escena de cuerpos desnudos en un set moviéndose en slow motion con una fotografía casi pictórica, con una puesta en escena y distancias focales que no dejan nada librado al azar, a otra escena de zooms y brusca cámara en mano en donde la cámara sigue Emilio García Wehbi por la calle o los pasillos del teatro y con un sonido ambiente apenas distinguible grabado de la cámara.
"En conclusión, a través de una mirada que pone al cuerpo en discusión, La herida y el cuchillo logra imágenes muy poderosas. Y, como todo hecho artístico, primero nos llegará -o nos cortará- antes de que podamos entenderlo."
Ver ficha de la critica