Una Buenos Aires oscura y casi tenebrosa. Una madre y su hijo que la recorren escondiéndose de un marido/padre violento que siempre permanece fuera de campo (no se lo ve), pero cuya amenaza es omnipresente. Un recorrido por una ciudad dura, desangelada, violenta, en la que una madre y su hijo deben poder atravesar y sobrevivir. Así es REFUGIADO, posiblemente la mejor película de la carrera de Diego Lerman, una que toca temas que podrían ser catalogados como “políticamente correctos” (la “violencia de género”, digamos), pero que lo hace con sabiduría, inteligencia y talento, y sin recurrir a lugares comunes ni discursos ni frases hechas. Julieta Díaz entrega el mejor papel de su carrera en este filme en el que acompaña a su pequeño hijo en un derrotero que la lleva de los monoblocs en los que vive con su pareja golpeadora a un refugio para mujeres y de ahí a las calles porteñas, siempre buscando escapar de la amenaza. Tironeada por su relación con su marido, pendiente de su niño, tratando de superar un hecho violento que es el punto de partida del filme, la protagonista se encuentra a sí misma en esa complicada supervivencia. REFUGIADO tiene su grado de tensión y suspenso, siguiendo las desventuras cotidianas de madre e hijo. Una primera etapa del filme se centra en el refugio en el que ambos paran: el niño se siente bien y acompañado (la niña colombiana con la que comparte aventuras es un hallazgo), pero la madre entra en una severa depresión y decide escapar antes de enfrentar la situación legal con su pareja, a la que sigue temiendo y de quien no parece poder desprenderse del todo. De ahí en adelante está entregada a su suerte, a las dependencias que ambos tienen con el ex y a la posibilidad de sobrevivir y de formar una nueva vida con pocos recursos y bajo una amenaza permanente. refugiado-528x277Con una notable dirección de fotografía del polaco Wojciech Staron (EL PREMIO) que transforma a las zonas marginales de Buenos Aires en un simil cinematográfico de ciudades del Este de Europa (oscura, gris, nublada, densa) y con un trabajo extraordinario del niño Sebastián Molinaro –que junto a Julieta Díaz son el objetivo persistente de la narración–, Lerman logra un filme que trasciende las limitaciones de su tema: es una pintura urbana, pura, dura y sin concesiones, de las dificultades de sobrevivir a una relación violenta y codependiente, que nunca termina de permitir que las personas se liberen del todo de lo que las lastima. Eso, sin dudas, es lo mejor que tiene el filme: REFUGIADO no es solo la película de una madre y su hijo tratando de escaparse de una situación violenta. Es la de una familia que se desmembra y en la que, aunque al padre no lo veamos, sabemos que su figura ejerce una fuerte presión en los demás. El amor es más complicado –parece decir el filme– que entrar y salir de situaciones difíciles e incómodas. Es, uno supone, saber encontrarse a uno mismo y poder, a partir de ahí, vivir con los demás. Y eso es lo que tratan de hacer aquí los protagonistas. Una película notable del cine nacional reciente, con Julieta Díaz en una actuación que, solo juzgando el largo plano secuencia de su “declaración” en el refugio, merece todos los premios que se entreguen a la actuación en la Argentina este año.
Ganadora de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián de 2013, la película venezolana PELO MALO es bastante más original, inquietante y hasta siniestra de lo que puede parecer a primera vista. Supongo que no es por eso que ganó el premio, pero es eso lo que la hace una sorprendente y notable película. Cuando digo que no creo que por eso haya ganado el premio es porque me da la sensación de que lo que primó a la hora de premiarla es su grado de corrección política aparente: la historia de un chico que empieza a descubrir su homosexualidad y su madre que no sabe qué hacer para que la reprima en una Venezuela tan convulsionada como, en cierto punto, machista. PELO MALO tiene algo de película norteamericana de Sundance, de esas que transcurren en los “ghettos” pobres, latinos y/o negros. Esos enormes monoblocks en donde viven los personajes tienen mucho de los “projects” del Bronx en los que hemos visto decenas de películas “independientes”. Y su estructura narrativa clásica apunta también hacia esa zona. No dudo que PELO MALO funcionará muy bien en el mercado americano. pelo maloPero si eso fuera todo estaríamos hablando de una película correcta y menor, con algo de la reciente FRUITVALE STATION, no específicamente por la trama sino por ese costado casi paternalista y condescendiente que tienen esas películas políticamente correctas americanas. Pero PELO MALO no es eso, para nada. Si bien usa esa “vestimenta” (lo personal, lo familiar y lo social combinados para armar una pintura de sufrimiento de clase), la película se presenta desde un lugar más insidioso, más incómodo. En primer lugar, porque los personajes no son muy simpáticos que digamos y el espectador se ve enfrentado a una situación mucho más ambigua y extraña de lo que parece en principio. Veamos la trama. En los barrios pobres de Caracas un niño de diez años que vive con su madre tras la muerte del padre (caído en algún episodio de violencia previo al comienzo del filme y que mucho no se explica) desea alisarse su pelo enrulado para salir luciendo como cantante en una foto para el álbum escolar. Le fascina más ese modelo de estrella pop que la otra foto que parece ser la más popular entre los chicos: como soldado y portando un arma. El conflicto tendrá ese hecho como eje, pero irá mucho más lejos: Junior tiene actitudes que le hacen pensar a la madre que es gay y ella quiere evitarlo a toda costa. pelo-malo-by-mariana-rondonPero la película no es tan sencilla. Marta es una guardia de seguridad actualmente desocupada bastante masculina en su andar y con una agresividad a flor de piel que hace que el personaje sea irritante. Podemos comprender en parte sus miedos (que Junior sea víctima de violencia por su forma de ser, de vestirse y por su sexualidad), pero sus actitudes son temerarias: tiene sexo adelante suyo “para que aprenda”, quiere vendérselo a su abuela paterna para sacarse el problema de encima y le irrita/molesta casi todas las actitudes del chico, tanto privadas como públicas. Y Junior no es el niño coqueto, dulce e inocente que sería en otro tipo de película. Tensa la relación todo lo posible, fastidia a su madre (y al espectador, por momentos) con su estilo de permanente confrontación (tiene una forma de mirarla fijo a la madre que es tan irritante como temeraria) y si bien podemos comprender (conociendo a su madre y su entorno) de donde vienen muchas de esas actitudes de pequeña e imposible futura diva, más de un espectador podrá pensar hasta qué punto el niño no se busca ese conflicto permanente. PELO MALO1La película pone en zona de riesgo no sólo las fidelidades del espectador (no es tan simple como “pobrecito el niño con la madre que tiene” ni mucho menos lo contrario) sino que contextualiza muy bien el problema en el marco de la situación política y social de Venezuela. Los noticieros de televisión transmitiendo sobre la enfermedad terminal de Chávez y las extrañas reacciones que eso provoca en buena parte del pueblo venezolano (una noticia acerca de la gente cortándose el pelo cuando el ex presidente estaba rapado por el cáncer resulta impactante en este contexto narrativo), la durísima situación económica de la familia (Marta tiene también un bebé con el que tiene mejor conexión) y el sueño de los niños de “salvarse” mediante la música o, en el caso de la muy simpática amiga de Junior, soñando en convertirse en Miss Venezuela son elementos que aportan al conflicto central. Pero la película no sería lo que es si la relación entre madre e hijo no fuera tan compleja y alejada de cualquier maniqueísmo. La directora Mariana Rondón tenía abierta la posibilidad de hacer una película de digestión fácil, que se montara sobre una solución problemática para contar una historia de superación personal y familiar en medio de circunstancias difíciles, pero evitó ese camino y decidió ir por el lado de la ambigüedad, del apunte fino, de la reacción sorprendente. Es una película que todo el tiempo incomoda y desacomoda al espectador y ése es su gran mérito. pelomalo.520.360Sí, hay algunos problemas actorales, algunas escenas que no cierran y un par de situaciones que no parecen estar del todo bien manejadas, pero hay muchas más que están resueltas de manera extraordinaria, arriesgándose a fastidiar al espectador que busca divisiones más claras. La insistencia casi caprichosa de Junior por hacer todo aquello que sabe que fastidia a su madre (desde ponerse mayonesa en el pelo hasta cantar en voz alta en el bus) y la intolerancia insoportable de la madre respecto a las actitudes “diferentes” de su hijo (no le deja pasar una, literalmente, no afloja ni aún cuando se lo recomienda el médico) ponen al espectador a analizar hasta sus propios prejuicios. La película no juzga a sus personajes, nos los muestra complejos, complicados, capaces de gestos bellos y de muchos otros desagradables (no sólo madre e hijo sino casi todos los demás, de la abuela a la vecina a la amiguita de Junior) y allí es donde está la grandeza de PELO MALO, en ser capaz de abrazar la complejidad del comportamiento humano y no contentarse con la mirada condescendiente desde afuera ni la palmadita comprensiva en la espalda.
El tiempo. El cine posee la cualidad de maniobrar sobre el tiempo como ningún otro arte. El tiempo vivido, las experiencias que nos conforman, los pequeños momentos que la memoria suele perder. El cine está ahí para captarlos y para transmitirlos. Para eso hay que ser paciente: mirar, observar, descubrir las cosas que pasan cuando nada parece pasar. “Tiempo al tiempo”, como dice la frase hecha. Las vidas no son acumulación de momentos sino los lazos que existen entre todos ellos. En BOYHOOD, su épica y a la vez minimalista película, Richard Linklater entiende a la perfección cómo funciona el tiempo en el cine. O, más bien, cómo se traduce el tiempo vivido en el tiempo que, como espectadores, experimentamos en la pantalla. Y cómo cuando esas dos cosas se conectan bien se logran resultados tan extraordinarios como los de esta maravillosa película. boyhood2El proceso de hacer BOYHOOD es conocido: Linklater filmó durante doce años a un mismo grupo de actores a razón de unos tres o cuatro días por año. No se trata de un documental: la película es 100% ficción. El protagonista es Mason Jr. (Ellar Coltrane), quien comienza la película con seis años y la termina a los 18. Junto a él viven su madre, Olivia (Patricia Arquette) y su hermana un poco mayor que él, Samantha (Lorelei Linklater, verdadera hija del realizador). Y también está su padre, Mason (Ethan Hawke), que apenas comienza el filme ya está separado de Olivia. El filme irá avanzando año a año en las vidas de estos personajes pero sin parámetros fijos. Hay “años” más largos que otros (en lo que vemos en la pantalla), las escenas suceden en épocas diferentes y permiten ir viendo la evolución de esa familia y, en especial, la del chico. La música pop del momento (de Coldplay a Daft Punk, pasando por el hip hop y una hermosa escena con el tema de Wilco, con lectura de letra incluida de “Hate it Here“), la política (Bush, Obama y compañía) y la tecnología de moda (teléfonos, computadoras, etc) marcan sutilmente el paso de los años. Es cierto, cientos de películas han mostrado y contado la evolución de personas a lo largo de años mediante una buena dirección de arte, el clásico truco del maquillaje o cambiando de actores según las épocas. Pero hay algo de observar la evolución natural de las personas/personajes/mundo que escapa a esa definición. Especialmente en lo que respecta a Mason. Si bien es claro que Ellar interpreta a un “personaje”, los límites se confunden: es un niño que va creciendo hasta transformarse en un joven, es su cuerpo y su voz la que le van dando una forma física específica y da la impresión de que muchas de las decisiones narrativas respecto a su personalidad están dictadas por los propios cambios, gustos y elecciones del actor. boyhood3Ese “cruce” entre realidad y ficción atraviesa toda la película y el espectador lo siente de una manera inédita, al menos en el cine norteamericano de ficción (hay ecos del Antoine Doinel de Truffaut en el filme). Tiene algo que ver con los procesos de ANTES DEL AMANECER /ATARDECER/ MEDIANOCHE, pero no es lo mismo. Allí eran claramente dos actores interpretando personajes que se reencontraban cada nueve años. Aquí no solo seguimos a Mason como si su vida fuera una cadena de episodios, momentos y situaciones bastante encadenadas, sino que es imposible no sentir que hay un punto en el que la ficción y el documental se mezclan, donde los procesos se confunden y la inspiración puede venir tanto del pasado de los personajes como del presente de los actores. En esa ambigüedad reside buena parte del poder del filme. La película no cuenta “grandes momentos” ni una historia inusual, ni una llamativa. Al contrario. Con el espíritu generoso que Linklater suele tener para con sus criaturas, el director plantea una serie de situaciones de vida que podrían corresponderle a cualquiera. Conviene no adelantar casi nada de lo que ocurre en los 164 minutos de la película, pero lo cierto es que nada está fuera de lo esperable para una familia de Texas (salvo por el hecho de que son bastante progresistas, algo inusual en ese estado): hay mudanzas, nuevas familias, trabajos, novios/as no siempre muy adecuados, vocaciones, algún momento de violencia e intensidad emocional. Pero gran parte del tiempo lo que prima es lo cotidiano: pequeños momentos, conversaciones, encuentros, desencuentros. Los cambios más o menos normales que vive un chico de los 6 a los 18 años y los que, en paralelo, va viviendo su su familia. linklaterSi todo es tan normal y hasta convencional, ¿qué es entonces lo que convierte a BOYHOOD en una película tan fuera de lo común? No es, por cierto, una cuestión de estilo: Linklater continúa con su naturalismo a ultranza, con una forma de filmar bastante transparente y clásica, casi tan “normalizada” como la vida de los personajes. No son las actuaciones tampoco: los chicos no son especialmente notables como “actores” y, más allá de los sólidos Arquette y Hawke, muchos de los secundarios tampoco se destacan por sus performances. Y tampoco es –aunque uno no pueda sacárselo de la cabeza nunca– solamente el “chiste” de haberla filmado a lo largo de doce años. ¿Qué es, entonces? Creo –es difícil definirlo a tan pocas horas de haber visto el filme– que es la sensación de estar experimentando una vida siendo vivida, ver el pasado en tiempo presente, conectándose de maneras improbables, generando la sensación de que la misma película se tuerce todo el tiempo a sí misma, como muchas vidas. Y hay algo que vuelve, muy fuerte, al espectador: nos lleva a revivir nuestras infancias y adolescencias, a ver las de nuestros hijos, amigos, hermanos o familiares, a ponernos en los distintos papeles (como padre, madre y hermano de otros) y entender las posiciones de cada uno en el contexto general. Las miramos y nos devuelve la mirada, iluminada. boyhood4Algunos han dicho que BOYHOOD podría funcionar perfectamente como “precuela” de la Trilogía Amanecer/Atardecer/Medianoche y hasta podría terminar con Mason Jr. yéndose a Europa y descubriendo el amor y una chica francesa. Algunos, como yo, queremos hoy que BOYHOOD en realidad sea MANHOOD y… ¿OLDHOOD? y seguir los pasos de esta familia por mucho tiempo más: de la madre luchadora y con elecciones complicadas, del padre que va mutando con el correr de los años hasta volverse irreconocible para sí mismo, de esa hermana inteligente y de mirada pícara y, especialmente, de ese chico que será un hombre al que todas esas experiencias marcarán para siempre. Tal vez no sea buena idea, pero hoy me cuesta pensar que no sabré más de la vida de Junior. Hay un elemento, para mí importante, que le da a la película una dimensión que de otra manera no tendría: Linklater jamás juzga a sus personajes y tiende a ser comprensivo y generoso con casi todos ellos. Hay una escena, en particular, que lo deja claro y que tiene que ver con un cumpleaños familiar que Mason pasa con su padre y una familia bastante católica y tradicional. Otro director podría haberse burlado de esos personajes, ponerlos en ridículo ante la mirada “progre” de Mason Sr. y medio desapegada (“neoslacker”) del ya adolescente Junior. Pero Linklater no lo hace: respeta a esos personajes como a todos los demás, asume que cada uno puede y debe vivir su vida como quiera en tanto no afecte a los otros. BOYHOOD es una experiencia cinematográfica que consigue respuestas inusuales. No apuesta por la emoción de manera directa, pero emociona con recursos más que genuinos. No busca ser comedia, pero es muy divertida. Y el drama fluye con la naturalidad y el potencial peligro con el que puede fluir en la vida de cualquiera de nosotros. Es esa extraña forma de normalidad la que, finalmente, nos convence y nos conmueve. Es que el álbum de Polaroids de Linklater está tocado por la gracia. La gracia del cine, del tiempo, de la vida. La gracia de cada momento, de todos los momentos.
Un probable paso en falso en la carrera de David Cronenberg. Una película que debería tal vez haber hecho hace dos décadas, cuando las revelaciones sobre la vida oculta de las celebridades eran una novedad y no un lugar común como ahora. POLVO DE ESTRELLAS es de esas películas que, tengo la impresión, quedan en la “bandeja de entrada” de algunos realizadores y no se las pueden sacar de encima hasta hacerlas. El problema es que el director canadiense la terminó haciendo cuando ya no tenía demasiada gracia. Bah, acaso no la haya tenido nunca… Una película tópica –de esas que se la pasan nombrando a muchos famosos que seguramente serán olvidados en unos años–, MAPS TO THE STARS trata sobre una familia desmembrada de seres famosos que extrañamente se reúnen en Hollywood. Agatha (Mia Wasikowska) es una adolescente que llega de Florida y que tiene una enorme cicatriz en el cuello. Se hace amiga del conductor de una limousine (Robert Pattinson) y pronto consigue un trabajo como asistente de la veterana actriz Havana Segrand (Julianne Moore), una de esas divas histéricas temibles que rondan la Meca del Cine con la que Moore se divierte como nunca en su carrera. maps2Paralelamente vemos a la megaestrella de 13 años Benjie Weiss (Evan Bird), un adolescente insoportable que parece una mezcla de Macaulay Culkin (seguramente el que inspiró al personaje en el guión de Bruce Wagner escrito en los ’90)y Justin Bieber. Su manager es su controladora madre (Olivia Williams) mientras que su padre es un exitoso escritor de novelas de autoayuda (John Cusack). Pronto veremos que entre Agatha y esa familia hay una importante conexión que se volverá central a la historia. La película tiene momentos de humor ácido que hacen reír un minuto pero que se olvidan al otro, especialmente los ligados a los comportamientos bizarros pero previsibles de Benjie y/o Havana. Pero al final no es más que el retrato cansino de una serie de personajes cínicos y desagradables en una película que no logra armar con eso nada muy interesante. Hay algo del mundo de Robert Altman en THE PLAYER aquí, pero demasiado tarde. maps3Es cierto que el estilo clínico de Cronenberg le aporta un grado de tensión y violencia a los acontecimientos y eso deja al espectador siempre a la expectativa, pero con estos personajes tan excesivos casi ningún comportamiento sorprende ni interesa demasiado más que el momentáneo gag de diálogo o visual. Lo más interesante, en ese sentido, es pensarla como una película de monstruos o de criaturas de otro planeta. Tal vez, mediante su puesta en escena y su retrato cruento, más que criticar a Hollywood (lo más parecido a algo extraterreste sobre la Tierra) Cronenberg quiso hacer menos una crítica a la industria que una comedia de terror sobre ella. Tal vez, en unos años, como sucede con muchos de sus filmes, consigamos (o al menos consiga yo) revalorizarlo. Por ahora sigo convencido que, aún sin ser una floja película, es una muy menor dentro de su filmografía. Con la excepción de Mia Wasikowska, los actores están bastante desatados (John Cusack, especialmente). El joven Bird es una revelación como el temible Benjie y Moore parece actuar solo con su brilloso labio superior que parece funcionar independientemente de su cara. Tal vez sea ese labio el personaje más “cronembergiano” –temible, inquietante, carnal– de esta película. Con ese “labio” y algunas escenas llamativamente audaces para la versátil y maravillosa actriz, le alcanzó para ganar como mejor intérprete femenina en Cannes.
Hay dos películas en una en EL JUSTICIERO, dos que nunca terminan de conectar del todo bien. Basada en una serie de televisión de los ’80 pero muy libremente adaptada, la película de Antoine Fuqua (DIA DE ENTRENAMIENTO, ATAQUE A LA CASA BLANCA) intenta al principio ser algo más que un simple policial de vengador violento que, por sus propias manos, pone en jaque a una organización mafiosa. Pero, finalmente, termina siendo algo muy parecido a eso. Durante casi media hora no hay casi acción en el filme. Denzel Washington interpreta a un metódico y solitario empleado de una especie de Home Depot, a mitad de camino entre un “samurai” de la vida sana y cultor de cierta pureza filosófica (solo ver lo que hace con un saquito de té lo deja en claro) con un depresivo trabajador de una fábrica, más cerca del Travis Bickle de TAXI DRIVER que de un Charles Bronson, por citar dos modos de “vengador” de un cine de los ’70 al que esta película por momentos se acerca. Pero el hombre no duerme bien de noche y siempre va a un bar a tomar su tecito. En el bar, claro, no muchos toman té y es ahí donde conoce a una chica rusa muy joven (Chloe Grace Moretz) que, pronto sabremos, es una prostituta que trabaja para unos rufianes rusos que son, apenas, la cara más o menos visible de una cadena de mafiosos aún más grande. Denzel-Washington-The-Equalizer-MovieEs evidente que Robert McCall (Washington) no es simplemente un trabajador aburrido y rutinario. Tiene un pasado que iremos sabiendo de a poco y que le permite, cuando a la chica la golpean sus jefes, emprender una venganza que envidiarían algunos superhéroes de esos que tienen capas, se convierten en cubos de hielo o lanzan telarañas. Esta especie de Batman de clase media baja, sin más gadgets que un cronómetro, mucha concentración y un gran talento para el uso de destornilladores, tenedores y otros implementos que encajen bien en cuellos ajenos pasa de despachar a los mafiosos en cuestión a convertirse no solamente en un justiciero al paso sino que, a la vez, el encargado de enfrentar por sí solo a unos rusos de Rusia que son jefes de los otros rusos y vienen a buscarlo a Boston. La primera mitad –o un poco menos– de la película mantiene ese tono mecánico y hasta monótono propio de la vida personal zen de Robert. Y si bien esa calma no desaparecerá –ni tampoco, del todo, la forma económica de filmar de Fuqua–, la segunda parte del filme lo mostrará convertido, decíamos, en un personaje que encajaría en el universo de Marvel. Como si la furia violenta final de Travis Bickle se extendiera a lo largo del 60% de aquella obra maestra de Scorsese, o si una película de 1975 se convirtiera como por arte de magia en una de 1987, con toques actuales. The-Equalizer-20-Denzel-WashingtonEs ahí, entonces, que la película empieza a tornarse menos y menos creíble, con sus rivales dignos de la saga James Bond y con trucos visuales de un director que estuvo estudiando la serie SHERLOCK. Y si bien Fuqua deja en claro que McCall tiene un pasado que lo capacita, supuestamente, para liquidar a todo el Este de Europa con un escarbadientes, la película lleva esas habilidad (y el tiempo que le toma usarla, a razón de un ruso o aliado de ruso cada diez minutos) demasiado lejos. Obviamente es esa segunda parte la que hará que EL JUSTICIERO sea un éxito (la otra es más parecida a una película de Jim Jarmusch y eso no estaría vendiendo muy bien en los mercados internacionales) y la que continuará en las segundas y terceras partes que el filme pueda tener. La carta salvadora de la película será siempre Denzel Washington, un tipo que puede hacer creíbles aún las situaciones más inverosímiles. Clint Eastwood abandonó a su similar “Harry el sucio” a los 58 años, después de 20 años de “carrera” y cinco películas. Denzel arranca con su Robert McCall a los 60 y, al menos por ahora, nos logra hacer creer que tiene tela para rato. En unos 15, 20 años, imagino, lo veremos haciendo de las suyas en algún peligroso geriátrico de Boston manejado por neonazis. PD. Los fanáticos, como yo, de EL LOBO DE WALL STREET recordarán a THE EQUALIZER (tal es el título original del filme) como la serie que veía con devoción el padre del personaje de DiCaprio y por la que enfurecía cuando lo llamaban por teléfono en el medio y se la interrumpían.
Aprovechando la curiosa propuesta del festival de cine danés CPH, que implica unir a un cineasta “tercermundista” con un artista escandinavo, Moguillansky pone en escena las complicaciones y cuestionamientos que estos tipos de trabajos presentan al mostrar a un equipo de filmación (integrado por los verdaderos socios de la productora El Pampero Cine) lidiando con las dificultades de hacer una coproducción de estas características. Y lo hace en tono de comedia, incorporando a Rafael Spregelburd en el rol de un actor que tiene un dato acerca de donde está escondido un tesoro, con el que logra engañar a los productores europeos y convencerlos de rodar un filme sobre Leandro N. Alem en Misiones (!) cuando su objetivo real de encontrar ese misterioso objeto. La “excusa” narrativa le sirve a Moguillansky para volver a explorar varios temas que lo fascinan: el rol del artista en el mercado, su relación con el dinero, la vida privada de los cineastas (su vida privada, de hecho, tema que también explora en POR EL DINERO, una excelente propuesta teatral suya) las vivencias de un equipo de filmación y cuestiones acerca de la historia argentina contadas en forma de aventura que lo liga con un antecedente claro y directo: HISTORIAS EXTRAORDINARIAS (Mariano Llinás actúa aquí también). Y el director de CASTRO vuelve a trabajar en ese estilo lúdico y libre de su última película, EL LORO Y EL CISNE, mezclando momentos de muy disparatada comedia con otras reflexiones más severas sobre la “integridad” (en los textos de Alem leídos por Hugo Santiago y el propio Spregelburd) en una trama que se va desplegando hacia lugares sorpresivos. el-escarabajo-de-oroAunque no siempre es igualmente consistente (la “consistencia”, por suerte, no es un tema en el cine de AM, su búsqueda es siempre “hacia adelante”), el ímpetu narrativo de la película, su lógica de comedia física y sus precisas observaciones sobre el universo de las coproducciones (y los problemas éticos y económicos que les presentan a los cineastas locales) la hacen una experiencia más que estimulante. No las vi todas, pero tal vez la mejor película hecha dentro del “paraguas escandinavo” del CPH y una de las más divertidas de este gran año de cine nacional. (Crítica publicada, con algunas modificaciones, originalmente durante BAFICI 2014)
Una suerte de análisis del estado de situación del cine argentino metido dentro de una película a lo Hong Sangsoo, este segundo filme del director de DE CARAVANA –película fundamental del así llamado Nuevo Cine Cordobés– narra lo que sucede a lo largo de unos días en el Festival de Cine de Cosquín. Por un lado se cuenta el trabajo de un joven que está filmando un documental sobre el festival entrevistando a cineastas presentes allí como José Campusano, Gustavo Fontán y Nicolás Prividera junto a algunos críticos y programadores como Jorge García, Alejandro Cozza y otros. Ellos van desgranando sus particulares puntos de vista sobre el cine nacional, el cine cordobés, el mundo de los festivales, etc. Y paralelamente se desarrolla una serie de cruces “románticos” entre el protagonista, una amiga, una vecina de cuarto de hotel, su novio, una productora y así. tres dEsos cruces de deseos e intereses correspondidos (o no) conforman una versión nac&pop del tipo de historias que –muchas veces también en el marco de festivales de cine– cuenta Hong. Las dos “patas” de la historia se combinan bastante bien, generando por un lado “una película de amor” y, a la vez, una que se discute a sí misma, que se pone en contexto dentro de un cine como el cordobés que se caracteriza por un fuerte análisis de sus propios procedimientos, y que aprovecha el marco de un festival (como lo hizo el rosarino Gustavo Postiglione en su momento con IPANEMA, filmada en el marco de un BAFICI) para discutirlo y, si se quiere, jugar con sus propias, incipientes, pero ya instaladas mitologías.
En apenas un par de años –la película va de 1967 a 1969– el tropicalismo produjo un impacto musical y cultural llamativo en Brasil. Años después iría saliendo al mundo pero en versiones un tanto diluidas, que no alcanzaron nunca a expresar la enorme complejidad de ese movimiento que fue mucho más que musical y que expresó un sincretismo cultural que alcanzó muchos ámbitos de la cultura. El documental de Marcelo Machado tomará como centro a sus figuras claves como Caetano Veloso y Gilberto Gil, claro, pero también a otras figuras musicales (Os Mutantes, Nara Leao, Tom Zé, Gal Costa, etc.) y no se detendrá allí, exponiendo las ideas de este heterogéneo grupo a través de arquitectos como Hélio Oiticica, cineastas como Glauber Rocha y productores y poetas como Rogerio Duprat o Torquato Neto, entre otros. Esa iniciática tropicalia fue un mestizaje, una cruza de elementos culturales locales (bahianos, mayoritariamente) con influencias externas (norteamericanas y europeas, antropofágicamente transformadas) que intentaban alejarse tanto de la movida más pop tipo Joven Guardia (el modelo Roberto Carlos, similar en cierto punto al Club del Clan argentino) como de los movimientos más claramente politizados que se iban expandiendo en tanto la dictadura brasileña se endurecía. Ese mix único que luego derivó en un suerte de producto comercial exportable como “tropicalismo” (versión cool y amable de esta explosión cultural) duró poco por circunstancias tanto internas como externas que la película intenta analizar. En un punto –y con sus grandes diferencias específicas– es comparable al surgimiento del rock en Argentina, en su primera época de Los Gatos, Moris, Los Abuelos de la Nada, Almendra y otros, junto con las experiencias artísticas que por entonces se exploraban en el marco del Instituto Di Tella. tropicalia-11Con un material de archivo impresionante –en su mayoría de shows competitivos de música por televisión en los que Caetano, Gil, Os Mutantes y otros actuaban a menudo– mezclado con testimonios de antes y de ahora (los aportes de Tom Zé merecen, como el personaje, una película aparte), TROPICALISMO intenta explorar hasta visualmente esa estética de psicodelia pop que envolvía a la movida, no casualmente simultánea en época a movidas similares en el resto del mundo, como probaría la aparición de varios de ellos en el Festival de la Isla de Wight, modélico evento del rock de esa época en Gran Bretaña. Ese repaso alocado de Machado –que puede ser algo confuso para los no iniciados– tiene a su favor el tratar de analizar el fenómeno de manera conceptual e histórica, sin transformarse en un grandes éxitos de Caetano & Gil, y apoyándose siempre en los fascinantes materiales de archivo que ha encontrado, especialmente algunos grabados en Europa (Veloso, al final, haciendo “Asa Branca” en la TV francesa tal vez sea el punto más bello del filme). El sonido en general sucio de las actuaciones en vivo no siempre hacen justicia a la belleza y excelencia en los arreglos y en la construcción de las canciones, pero gracias a los testimonios podemos reconstruir la grabación del mítico disco Tropicalia, los aportes de Duprat al sonido de ese “supergrupo” de futuras estrellas y la energía contagiosa de esa suerte de comunidad. tropTambién se vivencia como un curioso testimonio de una época de efervescencia y creatividad musical que parece haber desaparecido de la televisión abierta y solo se encuentra hoy en circuitos muy independientes. Ver las actuaciones de Os Mutantes o a un jovencísimo Caetano (mucho más caótico y “desprolijo” que el que conocen hoy) en programas masivos es notar, muy velozmente, cuánto han cambiado los medios y cómo se han ido alejando de todo tipo de experimentación, especialmente musical. Uno de los testimonios lo deja claro: la música era entonces para la TV lo que hoy son las telenovelas. Y si bien podremos estar en desacuerdo, creo que quedarán más en la memoria las canciones de Caetano, Gil y compañía que las idas y vueltas de la trama de AVENIDA BRASIL… (Los sábados 11, 18 y 25 de octubre y 1 de noviembre a las 22 en MALBA CINE. Todos los días a las 22, en BAMA) PD. Aquí, extraída de YouTube, Caetano haciendo el clásico “Asa Branca” tal como se lo ve en el filme…
En mi opinión, una de las candidatas a mejor película del año. Premiada en el Festival de Locarno, se trata del diario íntimo de un experimento. Pinto, veterano sonidista del cine portugués, tiene sida y Hepatitis C hace ya varios años y decidió documentar su intento por experimentar con un nuevo tratamiento, en Madrid. La película será ese retrato -en principio, íntimo, pero finalmente también social, político y cinéfilmo- de ese año de su vida. Joaquim vive con su pareja, Nuno, y él mismo asegura que su vida es muy normal -la de una persona casada, con perros-, aunque su historia no sea tan habitual. A lo largo de casi tres horas, Joaquim cuenta sus avances y retrocesos en el tratamiento, muestra y recuerda pedazos de su vida (un repaso por el cine de autor europeo de los últimas décadas) y los vemos en su cotidianeidad, con su pareja (reticente al principio en aparecer en el filme), sus perros, sus vecinos, sus problemas normales. En ese “año que vivimos en peligro” se colará la crisis económicas con sus consecuencias directas en él, sus recuerdos del cine portugués y de sus amigos muertos. Pero no imaginen una casi obscena recorrida por la difícil vida de un hombre al borde de la muerte. Si bien Joaquim pasa muchos momentos dolorosos y complejos durante el año que pinta el filme, si algo se puede decir de E AGORA? es aquel lugar común de la crítica cinematográfica que es hablar de una “celebración de la vida”. El filme es eso. Como el cine de Jonas Mekas, pero en un tono menos festivo y más melancólico (portugués, caramba), la película de Pinto es un diario de una experiencia mientras se va viviendo, en absoluto tiempo presente. Y es, más que ninguna otra cosa, una luminosa historia de amor entre dos hombres que, enfrentados a complicadas circunstancias, se muestran casi empecinados en sostener esa utopía romántica y realista, donde parece reflejarse el mundo entero y todas sus cosas. (Viernes 10, 17, 24 y 31 de octubre a las 21:30, en Malba, Av. Figueroa Alcorta al 3400) ENTREVISTA A JOAQUIM PINTO e agoraElegí a E AGORA? LEMBRA-ME, de Joaquim Pinto y Nuno Leonel, como la mejor película no estrenada comercialmente en 2013 en la Argentina (ver aquí). Y si combino la lista con la de las estrenadas retendría también el primer puesto. En ocasión del estreno porteño del filme en el FIDBA tuve la oportunidad de entrevistar a Pinto acerca de este extraordinario documental en el que el director recorre un año de su vida en el que se sometió a un duro tratamiento experimental para combatir sus dos enfermedades: VIH (virus del sida) y VHC (hepatitis C). La entrevista quedó a la espera de una buena oportunidad para ser publicada y haber seleccionado la película como la mejor del año que recién terminó me parece un gran momento para hacerlo. Así que aquí está la palabra precisa y las fotos, los archivos y los links que envió el portugués Pinto acerca del filme revelación de 2013, la dura, tierna y conmovedora E AGORA? LEMBRA-ME. -¿Cómo nació el deseo de hacer una película con tu experiencia a partir del uso de drogas experimentales para tu tratamiento? ¿Querías que la cámara funcionara como una memoria? -La idea de hacer esta película surgió cuando me enteré de que por fin iba a ser incluido en un protocolo de pruebas experimentales. Al investigar sobre el tema me di cuenta de que no sólo las películas en “primera persona” habían desaparecido sino que había una nueva corriente de películas “negacionistas” en relación con el VIH y el VHC, que manipulaban datos y declaraciones de los científicos de una manera lamentable. Aquí te dejo un texto de intenciones que escribí antes de comenzar el rodaje y que tal vez te dé una idea de cuál era mi propósito. EAgora4Según el plan inicial, hicimos algunas entrevistas con médicos, investigadores y ONGs antes del inicio del rodaje y después de terminarlo. Ese material no está en la película. Cuando comencé el tratamiento me di cuenta que ya no tenía las condiciones físicas y psicológicas para viajar. Entonces recentré la idea del rodaje: hice un círculo estrecho (de 2 o 3 kilómetros) alrededor de la casa a partir de un mapa y toda la película se rodó en este espacio confinado. Es como el universo en una taza de café de DOS O TRES COSAS QUE SE DE ELLA (aquí) Por supuesto que no podíamos tener un plan cerrado y un guion predefinido porque la película vive la idea de estar atentos a lo que pasa a lo largo del tratamiento y en el mundo. Uno de los aspectos que me hizo usar la cámara como memoria fue haber perdido el registro del año en el que hice el primer tratamiento experimental con interferón y ribavirina. De ese año (2000/2001) sólo recuerdo las reacciones que mis brotes inesperados de agresividad provocada por los químicos causó a Nuno, mi pareja, y la profunda tristeza que eso me produjo a mí. -¿Cómo te organizabas para filmar? ¿Tenías una rutina, estaba siempre presente la cámara en tu vida cotidiana? -Teníamos dos cámaras. Una HD profesional (más pesada) y una DSLR HD compacta que utilice por ejemplo en los viajes a Madrid en los que estaba solo, ambas con objetivos intercambiables. No puedo decir que haya andado siempre con alguna cámara a lo largo del año, pero casi. En un sentido se tornaron casi una extensión de nuestra propia visión, un poco como Cartier-Bresson, que andaba siempre con su Leica. No teníamos una planificación del tipo “hoy vamos a filmar esto”, pero la cámara estaba siempre disponible y filmábamos cuando se sentíamos que se justificaba. -¿Cómo fue la relación de Nuno con la película? Parece que al principio no quería salir y luego lo fue aceptando. ¿Es así? joaquim pinto-e agora lembra-me-Con Nuno estábamos bastante desilusionados con el cine actual y habíamos decidido que era más importante editar y dar a conocer obras clásicas de otros que hacer una película. Pero el acto de filmar cambió nuestra percepción y Nuno no sólo se unió al proyecto sino que el proyecto adquirió una dimensión totalmente compartida. Yo diría que la película está hecha en parte por mí y Nuno, y en gran parte por esa mano a la que no puedo asignar un nombre, y que yo no diría que es el azar. Nuno diría “Dios”. Nuestro trabajo consistió en encontrar contactos, conexiones, hacer llamadas, organizar estas piezas de imágenes y sonidos, de tiempos y espacios con el fin de encontrar sentidos. -Lo que me fascina del filme es que, más allá de ser una crónica de una etapa difícil para tu vida y tu salud, es una historia de amor y de afecto familiar (Nuno, los perros, una contención frente a las crisis). ¿Siempre estuvo claro ese elemento de la película o fue surgiendo durante la grabación? -Desde el momento en que avanzamos con la película juntos, se hizo evidente que no íbamos a cambiar nada en nuestra vida diaria, no íbamos a “actuar” la realidad por el hecho de quererla filmar. Si esta “historia de afectos” se trasluce en la película, tal vez porque es parte de nuestra vida cotidiana. -La película transcurre en estos “tiempos tristes” de crisis económica que han afectado, entre otras cosas, los tratamientos médicos gratuitos. ¿Hasta qué punto crees que es importante en la película su relación con la crisis económica? ¿Por qué decidiste hablar de eso? -Filmamos de una manera abierta y, en ese sentido, la “crisis” que se había instalado en Portugal antes de empezar a rodar (la solicitud de asistencia financiera de mayo de 2011 y la victoria de la derecha en las elecciones en junio, anunciando recortes en salud y educación) se trasluce en la película. El inicio del tratamiento coincide con la victoria del PP en España. Aunque yo no sea la persona adecuada para hacer un documental sobre y en nombre de los muchos millones que no tienen acceso al tratamiento no podía dejar de mencionar el tema. Después de todo soy un privilegiado, que tengo (aún) cobertura médica y no dependo de terceros desde un punto de vista económico. Creo que esa libertad me exige la responsabilidad de exponer todas estas cuestiones, y en esa medida la película es también una película política. -La película es también un homenaje a los amigos que has perdido en el camino. ¿Sentís también que han influenciado el tipo de película que E AGORA?… es? ¿Qué cineastas o películas te influyeron a la hora de pensarla? hfhabaec-No pensé directamente en influencias a la hora de filmar, pero claramente los realizadores que nos gustan y las películas que hemos visto contribuyen a nuestro modo de ver. Sin nombrar muchos nombres, personalmente sin duda tienen que estar, entre otros, Renoir, Flaherty, Buñuel, Rossellini, Visconti y Pasolini. Entre las personas con las que trabajé, Schroeter y Oliveira. En cuanto a Nuno, no lo sé. Nuno trabaja/funciona con sus propios ojos y oídos, y no tiene un enfoque técnico y/o estético -en el sentido de la teoría de los autores- en relación con el cine. En Portugal no había tradición de exposición de los cineastas frente a la cámara hasta João César Monteiro. Cuando empecé con Monteiro a preparar RECORDACOES DA CASA AMARELA no se suponía que él iba a participar en la película como actor, a pesar de que el personaje era su alter ego. La idea era encontrar a alguien, un poco como Luis Miguel Cintra en su primera película como actor y la primera ficción de João César, QUEM ESPERA POR SAPATOS DE DEFUNTO MORRE DESCALSO. Insté y apoyé la decisión de Joao de participar en como actor principal de su película y tal vez su ejemplo me ha servido de inspiración… La escena de amor entre Nuno y yo nos recuerda (a posteriori) la escena a contraluz en la que Mireille Darc describe su aventura en WEEKEND de Godard (foto aportada por Pinto, arriba). -En la película mencionás a Copi, que es un artista argentino bastante famoso aquí. ¿Cómo es tu recuerdo de él? -Conocía más a Copi por los cómics que por las obras literarias y teatrales. Fue a través de Claudio Martínez que nos conocimos y fue también Claudio quien me dio a leer sus obras. Algunas de sus obras fueron representadas en Portugal. Recuerdo su buena disposición y su humor cáustico, y tal vez un lado tímido y reservado que contrastaba con su producción artística. Como curiosidad, el chico que asumió el personaje de Nuno (ya que mi Nuno no aceptó) en mi segundo largometraje, ONDE BATE O SOL, adoptó el apodo de Copi, en homenaje a Raúl Damonte Botana. NOTA: la crítica y la entrevista ya habían sido publicadas previamente en este mismo sitio.
Es curioso lo que pasa con Woody Allen. O, tal vez, lo que me pasa a mí. Es un hecho que con tanta información que circula respecto a las películas antes de su estreno local, ellas ya vienen cargadas de una cierta expectativa previa: “dicen que está buena”, “anduvo muy bien”, “ganó tal o cual premio”, “parece que es pésima”. Lo mismo que recibe cualquier espectador de parte de amigos o conocidos, los que vivimos más cerca del mundo del cine lo vivimos de manera doble. O triple. Con Woody Allen esto, encima, incluye hasta elementos extracinematográficos. Todo esto viene a cuento de que la prensa norteamericana maltrató MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA como no lo hacía hace tiempo con películas de Allen. En Estados Unidos, de hecho, tras una época en la que se lo criticaba bastante duramente, volvió a ser celebrado por películas que para mí están sobrevaloradas, como la mayoría de las que hizo en Europa, empezando por MATCH POINT (que no está mal pero tampoco es una obra maestra) y llegando al extremo con VICKY CRISTINA BARCELONA y MEDIANOCHE EN PARIS, dos éxitos de público y crítica para películas, en mi opinión, absolutamente mediocres. Solo coincidí en la apreciación de BLUE JASMINE, para mí la única película de sus últimos años que se acerca (hasta ahí) a la altura de sus mejores. magic3Y ahora vuelvo al desacuerdo. Me doy cuenta que tiendo a apreciar las películas de Allen más livianas y simples. Las que más parecen ser un pasatiempo que, digamos, “hace de taquito”, las que no generan mucha excitación, entusiasmo ni potencial sorpresa. Me da la impresión que cuando intenta ponerse serio/filosófico o se vuelve guía turístico la cosa se le complica: o quiere ser algo que ya no es, o entra a un subgénero de postales de viaje que está al borde de lo patético. Lo curioso es que esta película tiene su dosis de esas dos cosas, pero en grageas pequeñas. No son tantas y, al menos durante buena parte de su metraje, no agotan. MAGIA… es una historia sencilla. Es la de Stanley Crawford, un mago famoso en los años ’20. Un escéptico que no cree en la existencia de ningún tipo de “magia real”: mediums, sanadores, nada relacionado con lo espiritual o que no pueda ser probado o analizado. Un clásico personaje “woodyallenesco” que aquí tiene una interesante variante ya que lo encarna Colin Firth sin hacer, como muchos otros, una imitación del propio Allen. Sí, la neurosis es más o menos la misma, pero las formas son otras. Un amigo suyo, mago también, le pide que viaje a la Riviera francesa a observar a una joven mujer estadounidense que está fascinando a varias familias millonarias que viven ahí haciéndolos hablar con sus muertos, adivinándoles el futuro y conociendo secretos de su pasado. Decidido a descubrir sus trucos, empieza a sorprenderse con los conocimientos y habilidades de esta mujer (Emma Stone), al punto de dudar de sus fuertes convicciones y de su escepticismo. En paralelo, claro, lo que empieza a pasar es que se enamora de esta chica, más allá de sus obvias diferencias (es una norteamericana del Medio Oeste) y de su desprecio profesional. magic1A lo que va Allen en esta liviana construcción de comedia romántica de los años ’20 no es muy distinto a lo que va siempre: a enfrentar cierto escepticismo racionalista de sus protagonistas a un mundo de posibilidades que se abren a partir de la aparición de “lo mágico”, pero no en el sentido “hay vida después de la muerte” sino en cómo algo tan misterioso como el amor se introduce y aparece en las vidas de personajes lógicos y racionales haciéndolos actuar de maneras impensadas. Y la película, si bien carga las tintas sobre el final poniendo en palabras de los protagonistas una y otra vez esa dualidad, trata el asunto la mayor parte del tiempo de una manera discreta y casual, casi pudorosa, que la vuelve por momentos encantadora. Gran parte de ese encanto, es obvio, se logra gracias a la brillante Emma Stone, cuyos ojos enormes atraviesan estos ejes temáticos casi obvios del guión para transformarlos en cuestiones más o menos creíbles. O, al menos, agradables de ser explorados. Es, sin duda, una de las actrices –y de los rostros– más memorables de la última generación de estrellas de Hollywood, uno que hace recordar a las grandes comediantes de la época de oro, más aún con el vestuario que usa en esta película. Ella es un elemento fundamental para que “la magia” aparezca “bajo la luz de la luna”. magic2Es claro que esta temática que incluye la aparición inesperada del amor de un cincuentón con una mujer mucho más joven –en apariencia simple y de “otro mundo”–, relación que pone en duda y hace temblar su noviazgo con una mujer de su edad, no iba a ser del todo bien recibida en Estados Unidos. Allí, especialmente, todavía se lo critica mucho por hechos pasados de su vida personal (haberse enamorado de la hija adoptiva de su ex esposa) y por las repercusiones que eso tuvo. Encima, justo antes del estreno de la película, reaparecieron las acusaciones personales de abuso de otra hija de Farrow hacia Woody que volvieron a poner a buena parte de la prensa en su contra. Siendo un caso muy poco claro y sin ser la labor del crítico la de juzgar la vida personal de los artistas, me da la impresión que la crítica allí equivocó el camino y aprovechó la oportunidad para caerle encima con todo a Allen. Lo cierto es que MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA no merecía ese maltrato. Es una película pequeña, menor, un pasatiempo/divertimento o como quieran llamarla, y no se sumará a la lista de sus obras maestras pero, al menos en esta etapa irregular de su vida profesional, prueba que todavía al viejo Allen le quedan unos conejos en la galera. Haber sumado a Emma Stone a su lista de grandes actrices (Stone protagoniza también la siguiente película de Allen junto a Joaquin Phoenix, actor que puede llevar al cine de Woody hacia lugares insólitos) es, tal vez, el último pequeño gran truco de su carrera.