La estafa "perfecta" La idea del "golpe perfecto" siempre estuvo presente en el cine. En esta comedia nacional de Diego y Pablo Levy no hay grupos comandos ni delincuentes peligrosos, pero sí alguien que se quiere ver beneficiado por una estafa realizada con una tarjeta de crédito. Mariano Cohen (Alan Sabbagh, visto en Mi primera Boda)) tiene todo fríamente calculado para conseguir lo que le falta antes de casarse con su novia (Paula Grinzpan) y la operación se pone en marcha cuando su cuñado (Pablo Levy) lo alienta para ejecutarla. Comprar sin pagar primero y denunciar después para que el dinero sea restituído. Masterplan acumula mentiras y una oleada de enredos cuando las cosas no salen como estaban planificadas. Mariano, atormentado con la idea de que alguien pueda descubrirlo, complica aún más el caso cuando se deshace de su adorado Siam Di Tella, y denuncia el robo. Con este esquema, los directores (que exhibieron el film en el BAFICI y acreditan el documental Novias-madrinas-15 años) realizan una comedia simple, sin otras pretensiones que las de entretener, con un humor directo y gags acertados. En la trama, la dupla de opuestos está construída a partir del "vivo" que la pasa bien y el otro que sufre las consecuencias. Mariano sufre por las llamadas de un inspector de la compañía de seguros (Campi), los reclamos de su novia y los maltratos de un perito de la policía (Carlos Portaluppi). Sin embargo, su única preocupación pasa por su flamante auto y la relación que entabla con quien ahora vive dentro de él, un hombre de la calle que, a pesar de su locura (o la de ambos), es el único que parece entenderlo. El relato pone en primer plano a un verdadero perdedor arrepentido de lo que hizo para "salvarse". La acción, sostenida por diálogos graciosos, se desarrolla entre restaurantes chinos y la familia judía de su novia. Mariano es el claro ejemplo de lo que nadie querría ser o hacer.
La vida es redonda "Me enamoré y me quedé en Suecia" asegura el doctor Henry Engler, un dirigente tupamaro, rehén de la dictadura militar uruguaya durante trece años y quien luego se transformara en un médico reconocido por su investigación sobre el mal de Alzheimer. El documental sigue los pasos del hombre que sufrió el encierro, a través de cartas y testimonios y material de archivo, en un recorrido que hace surgir el recuerdo nefasto del pasado. Su testimonio es valioso y su travesía por Uruguay lo reencuentra con sus raíces y compañeros. Lo interesante de la propuesta, además de aleccionar sobre el personaje central, es el conocimiento que despliega en forma didáctica sobre la enfermedad que estudia incansablemente: el Alzheimer. "El cerebro está limpiando permanentemente, pero cuando se acumula una sustancia, empiezan los problemas. Es un defecto que viene de la herencia familiar y, en otros casos, no. No se sabe bien el origen", explica Henry. En el 2004, Klunk, Engler, Nordberg y colaboradores publican el resultado final de su estudio sobre detección de la enfermedad de Alzheimer en Annals of Neurology, que tuvo una impresionante repercusión internacional. La historia de El Círculo, al igual que el cerebro humano, vuelve donde empezó para poder comprender el origen de muchas situaciones, pero no descuida el costado romántico (la relación con su mujer) y el valor de los amigos, "El miedo produce un dolor casi mortal. Son como voces internas de una agresividad enorme. Mi primer pensamiento era un círculo para poder detenerlos". Una historia que fusiona la política y la ciencia, entre el pasado que vuelve y un presente de mayor luminosidad.
El aparatito de la felicidad Ambientada en la Inglaterra de finales del siglo XIX, la película juega con la idea del placer como pecado en una sociedad que veía como enfermedad lo que se conocía como la "histeria" femenina. El film (una coproducción entre Reino Unido, Francia, Luxemburgo y Alemania) cuenta los días del doctor Joseph Mortimer Granville (Hugh Dancy), un hombre de métodos renovadores para su época, que se convierte primero en el asistente de Dalrymple (Jonathan Pryce) y luego en el inventor del consolador eléctrico que "calmaba" a las pacientes que hacían largas filas para atenderse. Histeria es una comedia romántica de Tanya Wexler que coloca al protagonista en el medio de dos mujeres, las hijas de su jefe encarnadas por Maggie Gyllenhaal y Felicity Jones, cobrando estos personajes y las subtramas románticas más peso que la invención del aparatito que tanta felicidad desparramó desde sus inicios. La película coloca su mirada crítica a los prejuicios de la época a través de una serie de situaciones que resultan simpáticas, pero que se vuelven reiterativas. La idea de perfeccionar "su invento" (según las reacciones y los gritos de las mujeres que estaban dispuestas a abrir sus piernas) construye el espíritu de esta propuesta que se queda a mitad de camino entre la mirada ácida, el romance formal y prolijo de la época, y un invento que gira y se "mueve" más rápido que la historia que presenta.
La salvación servida en bandeja Con formato de thriller la ópera prima de Marcela Balza expone temas como la desesperación, la codicia y el intento de salvación personal cuando las cosas se presentan imprevistamente. Y eso les ocurre a Regina (Marilún Marini) y Fernanda (Erica Rivas), las dueñas de un hotel de la provincia de Buenos Aires que conoció tiempos mejores y que ahora se encuentra en decadencia. Ellas, madre e hija, podrían quedar en la calle si se ejecuta la hipoteca. Cuando un misterioso húesped (Rafael Spregelburd) llega con una importante suma de dinero que viene de los casinos, la oportunidad para salir de la bancarrota está servida en bandeja y el crimen se presenta como una opción. Claro que como en toda película las cosas se complican porque una mujer, Gabriela (Andrea Pietra), viene a investigar el paradero del dinero y empuja a madre e hija hacia la tragedia. En la historia las mujeres tienen una fuerte presencia mientras que los roles masculinos quedan en un segundo plano (el conserje del hotel o las apariciones de Guillermo Pfening y Tato Pavlosky). En Las mujeres llegan tarde, que no escapa a una puesta por momentos teatral, la realizadora genera un drama familiar (con suspenso) que expone las relaciones entre madre e hija a través de situaciones extremas en las que se ven inmersas. Marilú Marini (Mentiras Piadosas) asume un personaje introspectivo pero que toma decisiones, mientras que Erica Rivas (Antes del estreno) escoge un registro exterior y explosivo. El desenlace, con su cuota de nostalgia y misterios de sangre, quizás resulte abrupto e inconcluso para el espectador, pero el trabajo se sostiene por una trama desarrollada entre el puerto y un hotel al que pocos visitan.
Tarea curiosa, travesía agitada Tarea curiosa si las hay la de "Notificador" del Poder Judicial: es la persona que entrega cédulas en numerosos domicilios de la ciudad para avisar sobre desalojos, demandas laborales y sucesiones. La película de Blas Eloy Martínez sigue los agitados pasos de Eloy (alter ego del realizador que se desempeñó en esta taera), un joven que ve alterada su vida monótona y rutinaria ante la llegada de Pablo (Ignacio Rogers) quien compartirá su zona de trabajo. Con este esquema, El Notificador se convierte en una buena aproximación a un mundo desconocido, donde Eloy (encarnado por Ignacio Toselli, el actor de Días de Vinilo) traza diariamente un mapa de las entregas que tiene que hacer. Cada lugar que visita le depara una sorpresa y en su camino se cruzan una mujer que dice tener videncias (Edda Díaz), una gitana (Mónica Cabrera) que le saca todo, un niño que lo extorsiona y hasta un difunto. Todo es posible en este microcosmos donde su misión debe cumplirse a toda costa. La vida de Eloy empieza a cambiar cuando entra a competir el recién llegado. No duerme bien, come peor, tartamudea y hasta su novia Malena (Guadalupe Docampo) le exige presencia y más atención. La película, contada con una cámara que nunca se despega de su protagonista. habla de la postergación personal ante las exigencias laborales y expone el frío lugar de trabajo donde Eloy desarrolla su tarea, y es presionado por su superior (Mario Alarcón). Cada cédula judicial que Eloy entrega cambia la vida de aquellos que la reciben pero la suya parece estar detenida en el tiempo. Quebrar ese mundo rígido que también le da seguridad constituye su mayor desafío. El desenlace se reserva una vuelta de tuerca.
Cuestión de fe El director español Rodrigo Cortés disfruta del cine de género y lo demostró con buenos recursos en la arriesgada apuesta de Enterrado. Ahora arremete con este thriller que juega con los poderes paranormales, el fraude y se rodea de figuras de primer nivel. Igualmente, los resultados de Luces Rojas distan mucho de su película anterior. La doctora Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y su joven ayudante Tom Buckley (Cillian Murphy) estudian los más diversos fenómenos paranormales con la intención de demostrar que son falsos. Cuando el mentalista ciego Simon Silver (Robert De Niro) reaparece en escena para hacer otra demostración de sus poderes y seguir facturando, los investigadores se ponen en alerta y se lanzan, junto a una alumna (la ascendente Elizabeth Olsen, vista en La casa de al lado), tras sus pasos. Luces Rojas impone su trama de suspenso y el comienzo (durante una sesión espiritista) es lo mejor de la película, que con el correr de los minutos hasta se da el lujo de hacer "desaparecer" a uno de sus intérpretes centrales, al mejor estilo Alfred Hitchcock. El relato cae luego en una suerte de meseta de la que no puede salir, entre fenómenos inexplicables, un Robert De Niro (convicente en su papel) que se mueve, impune, con su séquito y un Cillian Murphy sobreactuadio en la mayoría de las escenas. El film prometía más de lo que entrega y deja algunos cabos sueltos que tampoco resuelve a través de una trama que se presentaba como atrapante. En el reparto aparece el argentino Leonardo Sbaraglia como un mentalista que cae preso y que antes trabajó con el cuestionado Simon. En la película dicee presente el choque entre la ciencia ortodoxa con sus escépticos profesionales y los poderes paranormales del que hacen gala estos personajes "dotados" que buscan su propia salvación. Las "luces rojas" no se ven tan intensas como al principio y parpadean a lo largo de un film que merecía un tratamiento menos disperso y más contundente desde el impacto.
La lucha contra uno mismo Este film de acción y ciencia-ficción juega con los viajes en el tiempo y enfrenta al personaje central contra...él mismo. Un grupo de asesinos conocidos como "loopers" trabajan para organizaciones criminales, reciben los objetivos que son enviados en el tiempo y deben deshacerse de los cuerpos. Así de fácil o no tanto. Joe (Joseph Gordon- Levitt, el actor de Batman: El Caballero de la noche asciende) deja escapar a su presa, su otro yo pero con treinta años más (papel encarnado por Bruce Willis) y se desata el caos. Con esta premisa, el director Rian Johnson (Brick) alimenta una historia en la que dicen presente las persecuciones vertiginosas, la implacable mafia del futuro (con pilotos negros al mejor estilo Matrix) y una misión que consiste en eliminar a quién será el líder del Mal en el año 2072. Con elementos prestados de Terminator (Emily Blunt se llama Sara en homenaje a Sarah Connor) y un clima de tensión constante que se disputan los actores principales (es eficaz la transformación de Joe en Joe con más años), se suma la presencia de una madre que vive con su pequeño hijo en una granja y lo defiende de toda amenaza exterior. Como una suerte de rompecabezas (por momentos tantos elementos se tornan confusos) el espectador irá hilvanando, al igual que los personajes, este relato que se mueve entre una vida caótica y un futuro que se presenta sin esperanzas. Y donde las piezas aparecen demasiado dispersas y la telekinesis parece excesiva dentro del relato. Looper: Asesinos del futuro cumple su objetivo como producto de acción, con elementos futuristas y colocando en primer plano la eterna lucha del Bien y el Mal y, lo que es peor como visión de mal augurio: el combate con uno mismo.
El lado más primitivo Una sólida propuesta del cine independiente que lleva la firma de Alejandro Fadel y propone una mirada dolorosa que radiografía a seres marginales en estado de ebullición. La trama comienza con el escape de cinco jóvenes de un instituto de menores del interior argentino. Ellos, cuatro varones y una mujer, inician una travesía de cien kilómetros a través de las sierras cordobesas. El film muestra a estas ¿víctimas o victimarios? que se fugan de un infierno para meterse en otro, marcado por la incertidumbre y la violencia. Entre crímenes, robos, consumo de drogas, cacería y baños en el río, la película avanza con un clima de creciente suspenso y desnuda a estos jóvenes que sueñan con un futuro mejor ("Imaginate nosotros dos caminando por Buenos Aires") a pesar de su presente caótico y su lucha por la supervivencia. Mezcla de western, thriller y fabula mística, Los salvajes (encarnados por actores no profesionales) exponen su lado más visceral gracias al buen trabajo de su realizador.
Hotel libre de humanos! Con el sello de Sony Pictures Animation llega esta producción de animación en 3D que apuesta a la reunión de monstruos clásicos y otros en pantalla grande, reunidos bajo la dirección de Genndy Tartakovsky, responsable de Samurai Jack, El laboratorio de Dexter y Star Wars: El ataque de los clones. Hotel Transylvania es un lugar escondido del mundo de los humanos, que constituye una verdadera amenaza para Drácula (con voz de Adam Sandler), su hija adolescente Mavis (Selena Gómez) y los húespedes que llegan para festejar un nuevo cumpleaños de la niña vampiro. De este modo, desfilan Frankenstein (Kevin James), una pareja de hombres Lobo recién casados (Steve Buscemi y Molly Shannon), El hombre invisible, Eunice (Fran Drescher), El Jorobado, y otras extrañas criaturas. Entre aullidos, murciélagos, colmillos y un ejército de zombies (disfrazados como humanos en uno de los mejores momentos del film), la película focaliza en la relación entre padre e hija: Mavis aprende a volarr y se enamora (para desgracia de su padre) de un chico...humano. La película aprovecha ese contraste de costumbres para disparar sus gags y se apoya además en las almas inocentes de criaturas monstruosas (y también asustadizas) que se convierten en huéspedes del lugar. A los buenos rubros técnicos y al creativo diseño de personajes secundarios se suman horrores y humores varios en medio de una atmósfera que se mueve entre el clima sombrío y también festivo de este hotel libre de humanos! Al menos...hasta que promedia la película. El film se estrena en sus dos versiones, doblada y subtitulada.
Un viaje transformador Un joven con problemas (Martín Piroyansky, cara reconocible en el panorama del nuevo cine nacional) es llevado por su padre (Alejandro Awada) a una cabaña en medio de la montaña, pero las cosas se complican cuando el chico es picado por una araña venenosa. Con este inquietante comienzo, él va hacia una muerte segura salvo que una araña de la misma especie lo vuelva a picar. Y Ruiz (Jorge Sesán), un ermitaño alcohólico, parece el único capaz de salvarlo porque conoce como nadie el camino hacia la zona donde habitan las arañas. La araña vampiro, de Gabriel Medina (el mismo de Los Paranoicos), es un viaje iniciático, es una road movie, una película de aventuras y también de terror. Todo junto porque el cineasta juega con la conjunción de géneros para contar esta historia particular sobre la recomposición familiar (madre presente a través del teléfono) y la salvación personal. Extraña y difícil de clasificar, ya que quizás no sea del gusto popular, pero la película tiene sólidos rubros técnicos (prima la cámara en mano) y está construída con mínimos elementos. El film se torna tedioso y reiterativo en la caminata que emprenden los personajes a través de la montaña. Da la sensación de que pocas cosas más van a suceder en este verdadero trabajo de "autor" cuyo mérito consiste en contar una historia original. Y llega el desenlace: inesperado, efectivo y cíclico.