Un drama fantástico Con diálogos escritos por Silvina Ocampo (extraídos de su cuento), el director Daniel Rosenfeld inscribe su película dentro del drama-fantástico y ambienta la acción en una mansión habitada por extrañas presencias. Cornelia frente al espejo cuenta la historia de la joven del título (encarnada con buenos recursos expresivos por Eugenia Capizzano) quien llega a su casa paterna para suicidarse, pero su tarea no se concreta porque es interrumpida por una misteriosa niña, un ladrón (Rafael Spregelburd) y un amante (Lenardo Sbaraglia) con bigote postizo. Como en un juego constante de imágenes reflejadas o una trágica visión de Alicia, de Lewis Caroll, la protagonista atraviesa su existencia a través de los otros personajes que se hacen ¿presentes? en la trama. Excesivamente dialogada y plasmada en una puesta teatral, el film sólo llega a interesar por la presencia de su actriz principal y su juego con Sbaraglia, pero el clima hermético que se respira en el lugar y lo tediosa que se hace su visión, terminan envenenando el mismo cuento. La tercera película de Rosenfeld (Saluzzi -Ensayo para bandoneón y tres hermanos-, y La Quimera de los Héroes) evidencia una sólida factura técnica pero con eso solo no alcanza. Lejos de conmover o inquietar, el film aleja a sus propios fantasmas.
El vecinito de enfrente Una adolescente, encarnada por Jennifer Lawrence, se muda junto a su madre a un nuevo pueblo y descubre que su casa está frente a otra en la que tuvo lugar un doble asesinato. La casa de al lado transforma el lugar idílico en un escenario ideal para instalar la vulnerabilidad y el terror que afrontarán las protagonistas. El mecanismo de la trama va sembrando apariencias engañosas a medida que aparecen los personajes: adolescentes en celo, el sheriif del pueblo, la madre que trabaja en el hospital local y siempre está preocupada por su hija... El film logra un buen clima de suspenso durante su primera parte (en la que se muestran demasiados detalles) pero se convierte luego en un producto que echa mano a los chichés típícos del género. Una presencia misteriosa se mueve entre las sombras del bosque, una casa macabra mantiene su luz encendida durante las noches y un intercomunicador indica que alguien más está en la casona... Por momentos, la película intenta emular la atmósfera de Psicosis, y las cosas se complican demasiado cuando la joven se hace amiga del chico (Max Thieriot) que sobrevivió a la masacre. La trama distrae con elementos que no adelantaremos, pero el espectador menos entrenado también descubrirá el secreto al promediar la proyección. Sin dudas, Jennider Lawrence es la actriz joven del momento (Lazos de sangre, Los juegos del hambre) y se pone la película al hombro con comodidad, pero con eso solo no alcanza.
Redondita como un disco Llega esta bienvenida comedia nacional cuya eficacia descansa en las vivencias de un grupo de amigos que se alborota ante la noticia del casamiento de uno de ellos. El film propone una divertida historia de amistad, encuentros y desencuentros amorosos, junto a la pasión que profesa el particular cuarteto por el rock y los discos de vinilo. El film lleva el sello de Gabriel Nesci, responsable de la tira televisiva Todos contra Juan, y hereda recursos que le dieron buenos resultados en la pantalla chica: mucho humor, nostalgia por el tiempo pasado y como éste marca el presente en la vida de los protagonistas. De este modo, desfilan por la pantalla Damián (Gastón Pauls), un cineasta preocupado cuando la única copia de su guión cae en manos de Vera (Inés Efrón), una joven vendedora de cremas, mientras intenta convencer a Leonardo Sbaraglia (interpretándose a sí mismo en una participación muy festejada) para que se convierta en el actor de su película. Las cosas no le van mejor a Luciano (Fernán Mirás), un locutor radial que rompe su relación amorosa con Lila (Emilia Attias), una cantante pop que escribe un hit basado en las penurias de la relación. El tercero en cuestión es Facundo (Rafael Spregelburd), el empleado de un cementerio privado a punto de casarse (con Maricel Alvarez, la actriz de Biutiful) que vende parcelas (cuando puede), compone jingles publicitarios (cuando la inspiración lo toca) y en cuyo camino se cruza Lila. Marcelo (Ignacio Toselli), que alquila su departamento a turistas (preferentemente mujeres) y lidera una banda tributo a Los Beatles, es el cuarto del grupo. Todos estos elementos son los que aprovecha el realizador para sacar gracia de la desgracia ajena y música en un relato con el que seguramente el espectador logrará empatía inmediata. Una sucesión de equívocos donde la seducción y la torpeza se cruzan en los caminos de estos seres en plena búsqueda de su felicidad. La infancia, la caída de discos de vinilo sobre sus cabezas, los bloqueos creativos y emocionales, forman parte de algunas de las muchas sorpresas que depara el film. En el elenco se destacan un Fernán Mirás explosivo, una Maricel Alvarez cómoda en su rol de futura esposa y una Inés Efrón en un papel que se mueve entre la ingenuidad y la insistencia. En tanto, la película sigue girando y demuestra que es tan redondita como un disco.
Una historia de vida "A mi me gusta la pobreza. La riqueza es para cualquier tonto" aseguró el médico rural Esteban Maradona en este documental que cuenta su historia y evoca su figura a través de la mirada de amigos, periodistas, vecinos y familiares. El profesional, definido como un "romántico" por sus allegados, falleció en 1995 y dejó enseñanzas y muchos recuerdos. Maradona recibió el Premio de "médico rural", se crió en el seno de una familia acomodada, fue perseguido en Resistencia, estuvo en la Guerra del Chaco Boreal y se radicó en un pequeño pueblo de Formosa durante más de cincuenta años. Allí ejerció su profesión, especialmente con aborígenes, para finalmente volver a convivir con su familia en Rosario, hasta su muerte. El documentalista Martín Serra logra combinar información, evocación y emoción a través de reportajes e imágenes de archivo que capturan la esencia del médico. "Fui un mal estudiante. Me tenía que trasladar leguas para atender a mis pacientes", afirma en uno de los momentos del film. Amante de la selva y gran observador de la naturaleza y de todo aquello que lo rodeaba, Maradona se ha convertido en una leyenda.
La chica de mis pesadillas "Yo no escribí para vos. Yo te inventé" le dice el joven escritor Calvin Weir-Fields (Paul Dano) a Ruby, la chica de sus sueños (Zoe Kazan), un personaje nacido de su imaginación y de una vieja máquina de escribir. Luego de publicar su primera y exitosa novela, Calvin cae en un bloque creativo que lo paraliza frente a una página blanca, pero su frondosa imaginación lo lleva a crear a Ruby Sparks en esta comedia sobre la vida alborotada de un autor que nunca pensó que una de sus creaciones cobrara vida y dominara su existencia. Ruby, la chica de mis sueños propone una mirada interesante sobre el proceso creativo del personaje central y lo alimenta con situaciones cómicas y románticas, sin dejar de lado el costado más dramático: la soledad de Calvin, tratada en una extensa sesión de terapia (comandada por Elliot Gould, el actor de la recordada El socio del silencio). "Tenés una vida miserable" le dice Ruby a su inventor mientras pasa desde los comportamientos más hilarantes e inesperados hasta una dependencia total de su -ahora- novio. Mientras Calvin siga escribiendo, Ruby sigue viva. Bien actuada por la dupla protagónica y con roles secundarios de Annette Bening y Antonio Banderas, el film recuerda también a un título de los años ochenta, Sueños eléctricos. La amistad, el enamoramiento, el perro Scotty (en homenaje a Scott Fitzgerald) y un libro que se las trae son algunos de los pilares de esta historia que mezcla con acertados recursos realidad y ficción, a partir de la presencia de una "chica" que se mueve a contraluz y altera los días de su craedor.
De la fe al crimen La película del director Víctor González comienza como un relato dramático donde se cuestiona la fe del personaje central, un joven seminarista encarnado por Juan Minujín. El cielo elegido impulsa a sus tres personajes, hombres de fe que se mueven en la Iglesia, hacia límites insospechados y también peligrosos. Pablo se convierte en un instrumento de Claudio (Osvaldo Bonet), el cura anciano que le propone, a cambio de una recompensa, cometer un asesinato. Y también se enterará del secreto que guarda su superior Orbe (Osmar Nuñez). Demasiado para un hombre que profesa la fe católica y siente atracción por una chica (Jimena Anganuzzi) que frecuenta la parroquia. Pablo está entre la espada y la pared y luego de un crimen deberá escapar del lugar que supuestamente lo protege. El film combina varios elementos que no dan siempre en el blanco a partir de un tratamiento argumental que se codea con el drama y deja lugar al thriller más oscuro y sangriento. Pablo y Claudio (postrado en una silla de ruedas) persiguen a su superior por los pasillos del cementerio de la Chacarita para enterarse de un misterio. Con intenciones de provocar al espectador, la película pierde su rumbo y realmente no se entiende (¿por qué Pablo actúa como lo hace?) hacia dónde apunta. Demasiados elementos en juego, parlamentos más recitados que actuados que le quitan verosimiltud a la trama (a pesar de contar con buenos actores como Osmar Nuñez) y un desenlace que promete ser pomposo, en un pueblo alejado, con presencia de lugareños y un ovejero alemán amenazante. Como una suerte de encarnaciones del Mal, los personajes se mueven entre el camino de la fe y el crimen. Lástima que el espectador no lo encuentra y se siente perdido.
Ojo por ojo "La droga es mala, pero donde todo es malo, resulta buena", asegura Ofelia, uno de los personajes del nuevo film de Oliver Stone, que narra en off los acontecimientos que la llevaron junto a sus compañeros por una travesía de traiciones, venganzas y ola de violencia en torno al negocio del narcotráfico. Salvajes (Savages) instala su foco de atención en dos jóvenes de Laguna Beach, Ben (Aaron Johnson, el actor de Kick Ass), un budista pacífico y Chon (Taylor Kitsch, visto en John Carter), un ex miembro de las fuerzas especiales de la Marina estadounidense. Ellos montan un negocio lucrativo a partir del cultivo y la venta de droga. Inseparable, aparece Ofelia (Blake Lively), la joven que ama a los dos compañeros para sentirse plena. Pero las cosas se complican cuando un cartel mexicano, liderado por Elena (Salma Hayek) y su brutal matón (Benicio Del Toro) se instala en el lugar y quiere compartir el negocio con ellos. La aparición de un agente de la DEA (John Travolta) también complica las cosas cuando en materia de "negocios" se pone en jaque a todos los personajes. Basado en la novela homónima de Don Winslow. Oliver Stone entrega un poderoso film de acción e intriga con una interesante vuelta de tuerca final. La violencia se pone en marcha cuando Ofelia es secuestrada, y Ben y Chon deben rescatarla. Todo es válido para recuperar a la mujer que cual estrella fugaz cae en un cielo de tragedia. El método del "ojo por ojo" funciona en este relato como una suerte de espejo donde la dupla imita los pasos de sus enemigos. El relato contrasta las personalidades de los protagonistas unidos en esta odisea que, por momentos, recuerda a títulos como Carlito´s Way, de Brian de Palma. La película, que se mueve entre torturas y decapitaciones, mantiene la tensión y el clima enloquecido hasta el final. La presencia permanente de imágenes de San La Muerte presagia lo peor y el endemoniado villano de turno, compuesto por Benicio Del Toro, se lleva los aplausos.
Invocando espíritus Otra vez una casa se convierte en el escenario del horror y altera la vida de una joven pareja que se instala en el lugar. Kelly (Ashley Greene) y Ben (Sebastian Stan) comienzan a descubrir situaciones sobrenaturales que tienen como origen un experimento de parapsicología realizado en la universidad. Con ecos de Actividad Paranormal y Poltergeist, el film de Todd Lincoln muestra un ambiente cotidiano que se transforma rápidamete en un lugar sombrío y habitado por presencias desconocidas. Puertas que se abren solas, sonidos de pasos, rajaduras y un gran hongo que se forma en el techo, marcan el comienzo del horror. Si bien el comienzo tiene clima y sumerge al espectador en el misterio que propone la trama, el desarrollo y el desenlace pierden fuerza y no logran sorprender. Ashley Green (a quien próximamente veremos en Amanecer: Parte 2, el final de la saga Crepúsculo) no logra convencer con su papel y le falta reacción (como en la escena del perro) ante los hechos que se van desencadenando. El film propone un juego con cámaras de seguridad, concentración de energía, una presencia que se arrastra como la criatura de El Grito y sombras que se manifiestan y alimentan los temores más profundos de los protagonistas. Más allá de la casa "encantada" y los esfuerzos de un experto en el terrenoo sobrenatural (Tom Felton), la maldición los seguirá a donde vayan, ya sea un hotel o una simple carpa de camping. El resultado es flojo si se tienen en cuenta otros títulos del género que marcaron una época. No es éste el caso.
Cómo mantener el fuego La rutina matrimonial y la incomunicación son los pilares de esta nueva comedia protagonizada por dos grandes figuras: Meryl Streep y Tommy Lee Jones, en los roles de Kay y Arnold, un matrimonio que lleva más de treinta años de casado. Diariamente, ellos siguen al pie de la letra los rituales del desayuno, las comidas, el dormir en cuartos separados en medio de una convivencia que se desarrolla sin sorpresas. Pero ella dice "basta" y propone un cambio para recuperar la pasión que ambos conocieron en las viejas épocas. ¿Qué voy a hacer con mi marido? (Hope Springs) es la nueva propuesta de David Frankel, el mismo realizador de El diablo se viste a la moda (en la que también trabajó Streep) y Marley y yo. El film tiene un mérito: trata con humor y melancolía un tema real con el que el público logrará una gran identificación. Y a partir de este andamiaje, el cineasta construye un relato en el que el agobio va dejando lugar al descubrimiento y la reconquista amorosa gracias a la ayuda de un experto en relaciones de pareja (un buen trabajo de Steve Carrell, en el que no existen desbordes). La trama saca a los personajes de la casa que los albergó y los instala en un lugar nuevo y desconocido: un hotel de poca monta en Hope Springs, donde se muestran tal cual son: él, un testaruro insufrible que no puede sonreír y que mide los gastos al extremo, y ella, un ama de casa que sufre la indiferencia de su marido y está determinada a lograr cambios. Las tareas para el hogar incluyen ahora caricias y ejercicios para despertar el interés sexual... La buena química entre los actores principales (se entienden con pocos gestos) se hilvana con diálogos chistosos que también logran conmover. El tono amargo y oscuro irá cambiando con el curso de los acontecimientos porque todo forma parte de esta aleccionadora radiografía de una pareja madura en crisis.
Curiosa forma de ver el mundo Con este curioso título, el documentalista Victor Kossakovsky se pone al hombro una coproducción ruso-argentina-alemana-holandesa y chilena. Las "Antípodas" son personas o lugares diametralmente opuestos en la Tierra y el cineasta hace su juego desde imágenes que apabullan. De este modo, une Entre Ríos con Shangai trazando una línea recta imaginaria que atraviesa el planeta. El film expone con gran belleza visual ocho antípodas con un registro que puede cambiar nuestra forma de ver el mundo. Argentina y China, España y Nueva Zelanda, Chile y Rusia, Botswana y Hawai son las antípodas que Kossakovsky plantea en este experimento visual único. A manera de espejos contrastantes, encuadres atípicos, la película va mostrando lugares inhóspitos, texturas (lava y la piel de un elefante), grande urbes con tomas invertidas que crean una extraña y fascinante sensación en el espectador. También golpea con las imágenes de la ballena muerta en la playa. Desde picos nevados hasta tranquilas aguas, todo es registrado por la lente de un director que piensa cómo espiar el otro lado del mundo. Sólo hay que dejarse llevar...