Coproducción chilena-mexicana que trae de regreso, después de 30 años, al cine a Florinda Meza. Estrena en plataformas iTunes y Google Play. Dulce familia es un film que se describe a sí mismo como una “historia azucarada” y una “comedia light”, sin embargo lo único que se percibe en su mensaje es un alarmante body shaming hacia las mujeres. Nada más patriarcal que la gordofobia disfrazada de comedia. Trataré de resumir la trama para poder justificarles por qué este tipo de películas no deberían filmarse directamente. Dulce familia desarrolla la historia de cinco mujeres, quienes parecen presentarse y definir su personalidad a través de su relación con la comida. Primero está Tami (Fernanda Castillo), una alegre dueña de panadería y en pareja con Beto (Vadhir Derbez), con quien convive. Beto le propone matrimonio, Tami acepta feliz y decide contárselo a su familia. Cuando llega a la casa de su madre (Florinda Meza), una diva de la televisión en lucha contra la naturaleza de envejecer y obsesionada con la cuerpa, Tami le pide usar su vestido de novia, su madre le responde despectivamente que no le va a entrar. Tamara, con tal de “cerrarle la boca a su madre y no sentirse menospreciada por gorda”, decide bajar diez kilos en dos meses de forma agresiva y desesperante, o sea, pone en riesgo su salud para “encajar” en la talla hegemónica de un vestido motivada por la aceptación en la “mirada de un otre”, en este caso, su propia madre. Las hermanas que completan la trama son: Bárbara, una nutrióloga, creadora de una app de dieta extrema basada en el método del bullying agresivo, de hecho es quien da apertura a la película instalando negativamente el concepto “gorda” en la historia mientras motiva a las mujeres, desde un escenario teatral, a que consigan, a través de su app llamada ”Adictas”, dejar de comer azúcar y así no permitirle ganar a la gorda que somos (?), y Ale (Paz Bascuñán), diseñadora y editora gráfica, quien es mamá de Juana (Vanessa Díaz) una adolescente de trece años, libre de prejuicios y mandatos sociales en referencia a su físico, pero a la que acusan sistemáticamente de cargar con un sobrepeso que será “malo para cuando le empiecen a gustar los chicos”, recibiendo maltrato psicológico del estilo: “¿vos quién sos y qué hiciste con mi nieta? ¿Te la comiste?”. Si bien cada una de estas mujeres enfrenta sus propios “monstruos alimenticios” causados por la sociedad machista, es en Juana donde basaré mi justificación sobre lo problemático y peligroso del mensaje que nos deja el film, puesto que intenta perpetuar y sostener mandatos vencidísimos dentro de la colectiva que pueden afectar a las generaciones venideras si seguimos mirando sin observar. Principalmente, y a grandes rasgos, la película promueve una serie de ideas extremistas que sólo continúan estereotipos que se asocian al sobrepeso, en vez de tratar de abordar la temática en profundidad, pues que sea comedia no quiere decir que les espectadores aceptemos seguir viendo la punta del iceberg. Lo más lamentable es que tenían todas las chances de darle al guion una mirada humana, desde la ironía, denunciando desde ahí las normativas corporales que se centran en la delgadez como valor social y de consumo. Pero no les importó hacerlo. El mensaje central es “si no comes, adelgazas”, ya que la protagonista sólo adelgaza comiendo apio, luego le ponen una especie de malla o parche en la lengua para no consumir sólidos y, para completar la triada maravillosa, someten a la protagonista a un “lavado de colon” para que le entre el vestido UNA HORA antes de casarse, ¿se entiende no? Te vas a casar pero lo más importante para vos, como mujer, es que te entre el vestido como sea (?)… así nos ve Nicolás López. De alguna forma, entre aberración y aberración, la película intenta encontrar un balance en su desenlace, pero es totalmente fagocitado por la escena final (spoiler alert) donde Juana, quien está comiendo, de forma compulsiva, porciones de torta de bodas, en la fiesta de casamiento de su tía, se cae de la silla a la que parece “haber roto por gorda” y, ante dicha situación, se perturba y, con TRECE AÑOS, decide “resolver” su “problema” -instalado como tal por su propia familia-, sometiéndose a tratamientos extremos y antisaludables para adelgazar, uniéndose a la app ADICTA, mientras un “cerdo” animado la saluda. (?) Respecto al lenguaje cinematográfico no hay nada para destacar. Su estética es televisivamente plana. Dulce familia es una comedia que lo menos que causa es risa, pues utiliza el humor para discriminar, objetivizar y minusvalorar a las personas con sobrepeso, especialmente a las mujeres. No merece de tu energía ni tiempo
Film francés inspirado en la aclamada obra Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand, se estrena en las plataformas iTunes y Google Play. París, 1897, en plena Belle Époque. Edmond Rostand (Thomas Solivéres) es un dramaturgo prometedor. Pero todo lo que ha escrito ha sido un fracaso y ahora sufre una parálisis creativa total. Gracias a su admiradora, la gran actriz Sarah Bernhardt (Clémentine Célarié), conoce al mejor actor del momento, Constant Coquelin (Olivier Gourmet), que insiste en interpretar su próxima obra. Y, además, quiere estrenarla dentro de tres semanas. El gran problema para Edmond es que todavía no la tiene escrita. Solo tiene el título: Cyrano de Bergerac. La película da su comienzo con murmullos de una multitud, pareciera que el punto de escucha se da por detrás de bambalinas de algún teatro. Acto seguido abre la imagen en una luna casi completa en la noche y se inicia un relato histórico en off sobre acontecimientos de la ciudad mientras la cámara recorre lugares de París hasta situarnos en el tiempo presente del inicio del film, 1895. Estamos en el interior de un teatro, una actriz en escena interpreta versos, el público parece descontento, dos hombres se levantan de su palco y se retiran antes de que termine la obra, otro sentado a distancia con su mujer, los observa y decide ir tras ellos para luego escucharles, a escondidas, hablar mal sobre la obra que acaban de presenciar y reírse del autor. La mujer, que se encontraba sentada al lado de este hombre, cuando finaliza la función, sale y lo observa a la distancia, entre la gente, abrumado e invisible mientras escucha las opiniones del público sobre la obra, la mujer decide llamarlo y grita su nombre ¡Edmond! y ahí sabemos que el autor del fiasco del que todxs hablan es él. Su mujer lo felicita y Edmond de alguna forma parece recuperar su confianza pero, de repente, aparece el director del teatro y sin más le confiesa que la obra es un fiasco. A partir de ahí, Edmond entra en un letargo de frustraciones y, mientras camina por la ciudad sintiéndose nada, se cruza con la novedad del cinematógrafo de los hermanos Lumiere. Decide ingresar, están proyectando La salida de los obreros de la fábrica. Edmond escucha al público que está fascinado con lo que él llama “salas de proyección animada” y, al regresar a su casa, termina sacando la conclusión de que este artefacto, en 10 años, acabará con el teatro. Nuevamente su esposa está ahí para sostenerlo y cargarlo de energía para que vaya y haga lo suyo, se sienta y escriba. Y eso hizo Edmond, pero durante dos años no logró absolutamente nada. Esta elipsis de tiempo nos muestra un matrimonio ya abatido económica y emocionalmente, con una esposa cansada de alimentar su ego y a un escritor a punto del colapso a causa de su bloqueo creativo. Hasta que reaparece en la casa del escritor su amiga y actriz Sarah Bernhardt, la mujer que interpretaba la obra del comienzo del film, esta le confiesa que el gran actor Constant Coquelin quiere protagonizar una de sus próximas obras. Edmond queda atónito. Sarah le cuenta que le armó una reunión para hoy. Edmond le dice que no tiene nada escrito. Sarah le responde que entonces se ponga a escribir si no quiere perderse esta oportunidad. Y es ahí donde Edmond decide empezar a desbloquearse ¿cómo? No tiene idea, pero está desesperado, el tiempo corre y entiende que deberá “salir” para buscar la inspiración que no está llegando hace dos años encerrado en su escritorio. A partir de acá el film comienza a convertirse en una comedia episódica de enredos y aventuras, donde la propia vida del autor se mezcla con la historia que decide crear, construyéndose así múltiples metáforas desde el propio guion del film, que van desde adaptar versos a una comedia de actos hasta connotarnos que el cine será teatro y el teatro será cine, borrando por completo los límites entre ambos, como Cyrano, pues jamás podría existir uno sin el otro, y es en función de esta mirada que su director arma la puesta de cámaras como parte de un personaje más de la obra teatral pero también de la película, consiguiendo así que estemos presentes mientras nace una de las obras más populares de la dramaturgia francesa, siendo les espectadores parte creativa y parte observadora a la vez. Formalmente las áreas técnicas, sumadas a la dirección de actores y actrices, cierran a la perfección y se complementan, dándole espacio a lo realmente importante en las películas: la historia, y si bien se han realizado varias versiones de esta obra teatral, tanto en el cine como en el teatro, Cyrano Mon Amour logra una mirada fresca sobre la vida del poeta previa a su éxito que nos terminará ganando minuto a minuto y concluyendo con una de las escenas más maravillosas (la del árbol), dándonos una sutil lección sobre el observar y, con tan sólo un mínimo cambio de ángulo en la mirada, eliminará por completo la objetividad del arte en cualquiera de sus formas. Cyrano Mon Amour es una comedia satírica francesa, con algunos tintes dramáticos, que irá narrando, de manera episódica, los diferentes momentos del proceso creativo que atraviesa el autor de una de las obras más famosas de fines del siglo XIX. Es un bellísimo film dirigido por Alexis Michalik, quien también interpreta el papel del dramaturgo Georges Feydeaud, antagonista de Edmond Rostand en la historia.
Los versos salvados se estrenó en el Festival Internacional de Zacatecas, México, llevándose el premio como Mejor Documental Iberoamericano 2020, coproducido entre Argentina, Uruguay y Colombia. Se estrena en Cine.Ar TV y Cine.Ar Play. Cada año Celina (80) viaja desde Uruguay a La Pampa, en su auto, para visitar a su hija Fernanda (38). Entre cientos de desapariciones, fueron ellas dos las únicas que lograron salir vivas de la sala de partos de la dictadura en Campo de Mayo. Para esta madre e hija la única verdad y justicia posible es seguir adelante con sus vidas, pero no saben cómo vencer la culpa que sienten de haber salido con vida. El documental inicia con una V.O. de una mujer sobre pantalla negra. Luego veremos, acompañando esa misma voz, pruebas de cámara por sobre un campo nebuloso y aislado. No es casual que el director presente a Celina a través de sus propias palabras, pues todo el documental estará atravesado por la palabra como lenguaje, en todas sus formas, la palabra escrita, la palabra hablada y, sobre todo, la palabra silenciada. La no palabra. Acto seguido, vemos a Celina sentada frontal a cámara, en situación de espera a ser entrevistada y, aunque parece nerviosa, está mirando hacia un fuera de campo. Esta conexión es la que invita al director y amigo de la protagonista a ser parte del relato, pues Gabriel Szollosy ocupará el rol de nexo para guiar a esta madre y su hija en la búsqueda de completar con palabras los vacíos que atraviesan su discurso familiar. El 10 de agosto de 1978 secuestran a Osvaldo (su compañero) y a Celina, quien se encontraba embarazada de 9 meses de Fernanda. A ella la torturan y la liberan unos meses después, junto a su hija nacida en cautiverio. Esta madre e hija parecen ser las únicas que lograron salir vivas de ese lugar. La pregunta que sobrevuela en ambas mujeres es por qué ellas fueron “elegidas” para seguir con vida, desencadenando así un interrogante convertido en propósito que recae, sobre todo, en Celina pues siente, como escritora, un compromiso con la sociedad que la hace cargar con el peso del relato, pero ¿cómo logrará poner en palabras una madre lo que aún no puede compartir con su propia hija? Aquí es donde el director focaliza la búsqueda. Con casi 80 años, cada verano Celina debe regresar a Argentina para renovar su permiso de conducir. Como todos los años el viaje culmina en la casa de Fernanda, la menor de sus 7 hijos. El director decide usar este viaje como símbolo poético y metafórico del vínculo entre ellas: una madre que sigue intentando, inconscientemente, completar los silencios de una hija que espera, año a año, las respuestas de esa madre. Lo que denota que la película está arraigada en temas que conciernen a la maternidad, a la responsabilidad que recae en ellas como madres y, especialmente, se hace foco en qué y cómo se les transmite la historia familiar a les hijxs sin salir lastimadxs otra vez. Hay dos frases que se expresan en el film y que puedan darnos una idea del lazo entre ellas, Celina diciendo “¿para qué vamos a pensar en esas cosas tristes? Lo importante es que estamos acá” y Fernanda confesando “cuando quedamos solas siempre inventamos alguna excusa para no sentarnos a hablar de estas cosas”. Ambas sustituyen con la palabra “cosas” a aquello que no se animan a nombrar. Fernanda vive en General Pico, Argentina, hace ya más de 20 años y su madre vive hoy en día en Uruguay. Osvaldo, el padre de Fernanda y compañero de Celina, continúa desaparecido. Los versos salvados es un documental que relata la historia de un vínculo construido bajo el silencio de un pasado en común entre Fernanda Galeano y su madre Celina Amalia Galeano, quien dio a luz a Fernanda en cautiverio durante la última dictadura cívico militar. Ambas lograron salir de ahí con vida y juntas, lo que las llevó a cuestionarse ¿por qué ellas sobrevivieron y otrxs no? Sintiendo así una enorme responsabilidad para con la Historia, irán en búsqueda de respuestas y descubrirán que esa responsabilidad de contar es directamente proporcional al vínculo que construyeron entre ellas.
Ópera prima chilena de Gabriela Sobarzo, estreno VOD en Google y iTunes. Raúl (Marcial Tagle), Santiago (Boris Quercia) y Eduardo (Pablo Zúñiga) son amigos de toda la vida hasta que Santiago decide contarles que se autopercibe como gay. Raúl, cisgénero heterosexual, se niega a aceptarlo y tratará de convencer a su amigo de que sólo está “confundido” y que él puede ayudar a “mejorarlo”. Eduardo será el conciliador del grupo que intentará convencer a Raúl de que deje sus prejuicios y decida acompañar a Santiago en su nueva vida. El film comienza con una pequeña secuencia de travellings que recorren fotografías dispuestas en portarretratos, finalizando con la de tres amigos, con camisetas de fútbol, abrazados. Acto seguido, estos mismos personajes de la foto están sentados en un sillón mirando un partido de fútbol en un living mientras que, en montaje paralelo, dos mujeres hablan sobre sexo en una de las habitaciones de la casa. En ambas escenas, el tono de los diálogos y personajes se plantea desde una mirada “cómica” y estereotipada por sobre las temáticas de género y sexualidad. La continuidad del film es un poco de lo mismo, un juego de contrarios dentro de un marco binario, chistes fáciles que, más que risa, dejan marcas incómodas. Puede que Chile tenga su “no sé qué”, poco amable, en cuestiones de género pero, créanme, este film es inaceptable desde donde se lo mire, y no sólo desde la temática, o la preocupación que siento de que una mujer elija dirigir su primer film, su ópera prima, con este tipo de historias patriarcales, sino desde la realización cinematográfica misma. Estructuralmente la película tampoco funciona, su narrativa es chata y descansa en los chistes homofóbicos lanzados uno tras otro disfrazados de conflicto central; sus puestas de cámara están dispuestas sólo en función de acompañar los diálogos; la dirección de actores y actrices es atonal y la “premisa” que se despliega en la resolución del problema de su protagonista puede que sea lo que más perturbe al público o no, quizás seas un macho cis hétero y te encante… no lo sé. La cosa es que el protagonista tiene un trabajo, una mujer embarazada, amantes jóvenes, objetivos, una típica vida heteronormativa. A esta persona, su amigo de toda la vida le dice que es gay. De repente, siente pánico de que su espacio personal esté comprometido. Se siente incómodo, atravesado por la incertidumbre, confuso. Repasa una lista de lo que es ser homosexual y trata de “curarlo”. Raúl puede que no sea una mala persona, quizás reacciona así porque ha visto, escuchado y leído que ser homosexual no es “normal”, entonces intenta “salvar” a su amigo Santiago porque eso es lo que le enseñaron. ¿Quién? La sociedad, los medios, las películas, etc. Ese es mi análisis personal de lo que yo asumo le debe haber pasado a Raúl, pero esa bajada no es la que condiciona la transformación del personaje, sino otra muy diferente que quizás perjudique la mirada sobre las nuevas masculinidades. Pues desde el guion se decide comparar a Raúl con un monstruo. Hasta ahí todo bien, pero enfatizan, empáticamente, que, en calidad de tal, es libre de culpa de todo lo ocurrido dado que las acciones de un pobre monstruo se manifiestan sin intención de daño, porque carece de consciencia. Entonces nuestro protagonista no se hace cargo de tratar de solucionar los perjuicios que le causó a sus amigos y mujer porque lo liberaron de esas responsabilidades. A raíz de esto surge la microagresión, una forma de agresión tan sutil que quien la lleva a cabo ni siquiera es consciente de que la ejerce, pero que sí será percibida como tal por quien la sufre. Lo que nos lleva a la escena final: (spoiler alert!) donde Raúl no deja que su hijo juegue con una muñeca por miedo a tener une hije gay. Cosas de hombres reduce la variabilidad identitaria a los viejos roles binarios manufacturados por el discurso cisgénero heterosexual mientras hace comedia normalizando concepciones nocivas derivadas de narrativas tóxicas sobre las minorías y perpetuando estereotipos y modelos de comportamiento.
Mi niña ganó en el Festival Internacional de Films de Comedia L’Alpe d'Huez 2019 en las categorías de Mejor Actriz (Sandrine Kiberlain) y Mejor Película. Y se estrenó en Google Play e iTunes. Héloise es madre de tres hijos. Jade, su “hija pequeña”, acaba de cumplir dieciocho años y pronto abandonará el nido para continuar sus estudios en Canadá. A medida que se acerca la fecha de su partida, el estrés de Héloise aumenta y recuerda sus momentos compartidos con ella. Mi niña es una “Dramedy” francesa en la que se retrata con cruda honestidad las sensaciones vividas por una madre luego de enterarse de que su hija menor ha decidido continuar sus estudios en otro país. Pueda que no sea una temática “original”, pero su directora, Lisa Azuelos, consigue darnos una versión más íntima de ese cliché y eso (nos) abrirá la puerta a muchas emociones. Sostenida por una gran actuación protagónica de Sandrine Kiberlain y un guion sólido, también a cargo de su directora, esta película acierta en su tono naturalista, ya que Mi niña es de esos films que te hacen ver al cine como espejo de la vida y viceversa; pero pueda que fracase al disponer del resto del elenco para que sólo cumpla la función de estar al servicio de sus protagonistas en la trama. Su punto de vista es claro y está apoyado en la fragilidad de la mirada de una madre como registro constante de una mente necesitada de recuerdos, consigue hacernos conscientes de que cada plano del tiempo presente del film conforma, también desesperadamente, parte de lo que aún no se ha ido pero sabemos que la protagonista va a perder o extrañar. Acá no sólo se habla de cómo una madre se va a sentir cuando su última hija se vaya a vivir a Canadá por una licenciatura, sino que hay un enorme subtexto cargado de pasado que pide a gritos ser escuchado, hay todo un desarrollo de vida atado socialmente al mandato de que una madre debe vivir para sus hijxs, hay una enorme ausencia de un padre (la cual no sorprende pero nadie cuestiona), hay una madre bien presente que, aunque demuestre lo contrario, se boicotea inconscientemente como mujer porque la construcción cultural y social así lo confiere, hay un enorme mensaje feminista sobre la vida que nadie mira, pero que todes conocemos… y es acá donde descubrimos que detrás de esos días felices que oscilan entre el presente del film y algunos flashbacks, el drama es quien domina la escena y nos interpela como hijxs, padres y madres. Mi niña es una “dramedy” francesa que muestra honestamente los sentimientos que atraviesa una madre ante la decisión de su hija menor de estudiar fuera del país. A pesar de no ser tan “original” en el tema, hay rupturas de clichés que permiten, además, al espectador, emocionarse.
Está disponible en VOD Lluvia de jaulas de César González, una mirada potente y distinta sobre los barrios marginalizados y sus habitantes, especialmente los jóvenes. Barrios populares que son cárceles a cielo abierto, donde la belleza coquetea con la violencia. El reino de los niños insubordinados, veteranos del plomo. Un jardín de flores amputadas que, con muletas a cuestas, igual crecen y bailan. César González nos comparte su mirada aguda sobre dos conceptos contrastados: el de pertenencia y el de soledad. Desde ellos construye un montaje que deambula cíclicamente, de forma sonora y visual, por Buenos Aires, específicamente los barrios Carlos Gardel, 21 y 31, las calles de Florida y Lavalle y las inmediaciones del Obelisco, todo a través de la infaltable presencia de Alan Garvey. Su riqueza recae en las preguntas que como espectadores nos iremos haciendo durante el film y, también, una vez finalizado, pues es un documental reflexivo y pueda que algunxs lo cataloguen de ensayo. Lo cierto es que, desde su inicio, podemos sentir esa conexión personal directa cuando el propio César aparece en una voz en off extradiegética por sobre la imagen de una mujer que cocina: él la presenta como su abuela Genoveva. Y es ahí donde nos dice, esto es personal y todo lo que “vean” acá será a través de mis ojos. Pueda que durante el film nos preguntemos ¿nos está mostrando o estamos observando? Bueno, eso depende del sitio desde dónde vos te sientes a mirar. Quizás sepas qué silla elegir respondiendo lo siguiente ¿quiero deconstruir lo que se me dio masticado? Siguiendo por la línea del estereotipo, el director pone en evidencia cómo lo que para algunxs es “entretenido”, para otrxs es totalmente abrumador, por ejemplo, todes seguramente, en algún momento, hemos consumido Policías en acción en la tele. En líneas generales vemos como la policía, “los buenos” de la historia, irrumpen abruptamente en el barrio de “los malos”, al que de hecho ingresan con las cámaras literalmente sentadas dentro del patrullero, de afuera hacia adentro, o sea invadiéndoles. En este film, González consigue cambiar el discurso haciendo uso de las mismas imágenes grabadas por la policía, apropiándoselas, resignificándole el punto de vista simplemente parándose del lado invadido. Y desde ahí nos interpela ¿te entretiene que la policía irrumpa violentamente en tu casa, en tu barrio, violentando a tu gente? Este es un documental personal porque el director es parte de él y su temática lo atraviesa pero, a la vez, nos enseña que lo personal es político y, por lo tanto, también social. Su registro visual está acoplado a una banda sonora hipnótica, en la que, por momentos, pareciera cumplir la función de “silenciar” las mentes que están demasiado alerta, simbolizando quizás al propio sistema que nos necesita dominadxs y callados. La voz en off aparece como pensamiento poético y crítico, a la que se le suman citas de Marx y Ángela Davis. A través del sonido, el director, irá progresivamente sacudiendo el polvo de las mentes más durmientes, siempre que el despertar sea decisión libre y propia del espectador y/o espectadora porque cuando la experiencia piensa por sí misma, ahí surge algo potente y eso es Lluvia de jaulas. Este documental tuvo su estreno mundial en el FICIC y luego fue la apertura del 19 DOC Buenos Aires y actualmente está disponible en VOD https://vimeo.com/ondemand/lluviadejaulas César González nos invita a la reflexión mientras nos enseña a cambiar el lente con el que miramos y nos dice que la supervivencia depende de la cordura y la cordura está en poner atención a los silencios.
Esta película francesa pareciera ser un drama inspirado en el clásico Blanca Nieves y los siete enanitos de los hermanos Grimm. Dirigida por Anne Fontaine, protagonizada por Lou de Laâge junto a la icónica Isabelle Huppert. Estreno VOD en Google Play e iTunes. Nos introducimos al film a través de lo que podríamos distinguir como capítulos de un libro, el primero se titula “Claire”. Observamos a una mujer joven correr de espaldas por una especie de bosque oscuro, hasta que sale del mismo hacia la luz solar y la urbanización. Acto seguido la vemos ducharse y desarrollar sus actividades laborales dentro de un hotel de categoría en el que tiene un breve diálogo con la que parece ser la gerenta del mismo, Maud, y juntas comparten información con les espectadores dándonos a entender que sus vidas personales/familiares están vinculadas a través del padre de Claire, posicionándola a Maud como su madrastra. El diálogo entre ellas es intimista pero se percibe una fuerte introspección por parte de Claire y cierta distancia maliciosa proveniente de Maud. El relato continúa y se siembran algunos secretos no desarrollados que asumimos irán avanzando. Luego, cuando Claire termina sus quehaceres, se va a su casa, se acuesta a dormir y observa detenidamente una lámpara de noche infantil con siluetas de un bosque que giran lentamente. Ya de mañana, la vemos correr nuevamente en el bosque, todo parece ser rutinario, pero al salir del mismo se topa con un violinista tocando a orillas de un lago. Ella se detiene a escucharlo de forma embriagadora, sorpresivamente aparece un auto y la raptan. Hasta aquí la película pareciera apuntar a una estética realista, con algunos recursos del film noir en color, aunque el giro tonal que adquiere una vez que ella logra escapar del secuestro siembra cierto bagaje en la historia provocando que sus personajes pierdan profundidad, dejando de ser consistentes a su esencia sin una justificación clara y repercutiendo en el arco dramático de transformación de su protagonista Claire. Entendemos que el film toma una postura extradiegética por la decisión de contarnos los diferentes puntos de vista de estas dos rivales simbólicas a través de la separación en capítulos, haciendo un guiño al cuento, pero esa distancia literaria también nos hace perder la riqueza en primera persona de cada una de ellas. No pudiendo comprender bien la repentina liberación sexual de Claire arrancado el segundo acto de la historia. Y si bien el factor magia y la fantasía siempre están rondando por el relato, la ausencia clara de justificación a ciertas conductas claves, aunque sean de “cuentos de hadas”, son necesarias en pro de sus personajes. Es imposible no hacer referencia a la serie televisiva Once upon a time en la que mezclan y reversionan también el mundo real con los cuentos de hadas pero, en ella, el desarrollo de cada personaje es fiel a la temporalidad del relato y su contexto para que les espectadores podamos comprender el universo que se nos pone enfrente y, paulatinamente, poder naturalizar sus actos mágicos. Lo paradójico es que en Blanca como la nieve, así como hay vacíos cinematográficos en el arco de transformación de sus personajes, increíblemente, también hay muchos recursos alegóricos utilizados de manera literal y los diálogos parecieran estar puestos al servicio de explicarnos lo que vemos que sucede. Algunxs directores deberían entender que el cine es cine cuando les espectadores completamos la película con nuestras apreciaciones a la historia sin necesidad de darnos la comida masticada. Es por ello que, quizás también, la liberación femenina encarnada en Claire, y a la cual apunta su directora, es falsa al punto de creer estar observando una mala trama de película porno soft, hermosamente filmada pero vacía y con desnudos femeninos gratuitos. Es una pena que la mirada de la directora esté, aún, tan atravesada por el concepto atrasado de femineidad patriarcal. Blanca como la nieve es tan literal como su título y quizás tenga un punto de vista singular para con el cuento original de Blanca Nieves pero, definitivamente, no es una película memorable.
En Argentina cada 23 horas muere una mujer víctima de femicidio. Este documental retrata la vida de 4 asistentes sociales, psicólogos y psicólogas que deciden estar disponibles las 24 horas del día, los 365 días del año para asistir, socorrer y acompañar mujeres que sufren casos de violencia de género, sexual y familiar. Documental argentino dirigido por la cineasta Lucía Vassallo, con guion e investigación a cargo de Marta Dillon, periodista, escritora, guionista y activista argentina. Su foco principal está puesto en el trabajo habitual de les empleades del programa “Las Víctimas contra las Violencias.” Este servicio se ofrece mediante la línea gratuita 137 para poder asistir a los llamados por conflictos de violencia machista, sexual e intrafamiliar. Y si bien esta problemática atraviesa a todo el país, actualmente, dicho programa sólo opera en CABA, Chaco (Resistencia), y Misiones (Posadas, Garupá, El Dorado y Oberá). En este film, el equipe, que lleva adelante el documental, acompaña íntimamente a un grupo de asistentes sociales, psicólogas y psicólogos comprometides con la causa y que prestan sus servicios auxiliando y conteniendo a las personas que sufren violencia de género, denotando que dicha violencia no distingue clases ni edades. En este registro, Lucia Vasallo no revictimiza a las mujeres, preservando la identidad de las mismas en cada caso que visibilizan. De esta manera, logra con su mirada poner en primer plano la problemática que nos atraviesa como sociedad, sin la necesidad de exponer a las denunciantes ni caer en golpes bajos, dándoles su lugar en esta historia haciendo uso de la sororidad. El planteamiento, desde la realización, es de registro observacional en el que, a simple vista, entendemos que acompañan, de manera silenciosa, la gran labor humanitaria de les empleades del programa de la línea 137. Sin embargo, evidencian al dispositivo mediante el cual podremos atravesar los casos por los diferentes puntos de vista de cada personaje y, a su vez, logra que vayamos habitando miradas de miedos y vergüenzas en cada encuadre. Pues ahí es donde Lucia Vasallo consigue darnos cine. Ella nos posiciona a observar como denunciantes. Sentimos el encierro, el miedo, esquivamos miradas, nos miramos las manos, nos ocultamos, tratamos de confiar en desconocidos que nos ofrecen herramientas que pueda que quizás no sean las suficientes, nos resguardamos fuera de casa, en los no lugares, autos, patrullas, veredas, bares, oficinas, hospitales… y escuchamos lo que podemos, como podemos, con interferencias, murmullos, voces elevadas, ausencias, silencios… muchos silencios… silencios fríos construidos por una sociedad patriarcal… silencios que nos sepultan… y de repente ellxs, los rostros de les trabajadores de la línea 137, quienes buscan herramientas de donde sea para contenernos y darnos alguna sensación de seguridad, quienes nos escuchan, quienes nos miran… poniendo su persona toda en cada llamado… sin embargo, da la sensación de que no alcanza. Esta precariedad de los organismos del Estado en relación a la enorme ausencia numérica de personal calificado, en función de respuesta a la emergencia que nos interpela todos los días, es gravemente preocupante, dejando también en evidencia, dentro del documental, a empleades también indefenses: como la psicóloga que acude a ayudar a les abueles víctimas de un hijo y nieta agresores, a la cual se la puede observar abrumada e intimidada por familiares de les denunciantes, no logrando poder asistirles en función de encontrarse, ella misma, dentro de un sistema que tampoco puede brindarle una contención, ni mucho menos seguridad para con su persona, y, de esta manera, no consigue del todo ofrecer la ayuda necesaria a las víctimas. Escena realmente frustrante. Fiel a su registro de “lo real”, el documental termina con un enorme sabor amargo, conocido por muchas de nosotras, en donde deja en claro que el Estado aún no logra garantizar la protección de la víctima que denuncia. Sin embargo, logra evitar la revictimización y pueda que quizás consiga que más mujeres se animen a denunciar la violencia machista y así poder evitar futuros femicidios. En el marco de las medidas que tomó el INCAA para estrenar cine local frente a la cuarentena, Línea 137 se podrá ver este jueves y sábado a las 20 por Cine.Ar TV, al tiempo que se exhibirá online de manera gratuita desde este viernes y hasta el 24 de abril en la plataforma Cine.Ar Play y desde el jueves 30 de abril quedará en la plataforma, en alquiler, pagando el precio de una entrada de Espacios INCAA de sólo 30 pesos. El documental Línea 137 acompaña la enorme labor de asistentes sociales, psicólogos y psicólogas del programa Las Víctimas contra las Violencias, mientras visibiliza la dificultad burocrática, psicológica y social que afrontan las personas (niñes, adolescentes y adultes) víctimas de violencia de género para poder implementar una denuncia en Argentina.
Documental brasileño que capta la lucha actual de los jóvenes estudiantes paulistas que tomaron escuelas secundarias y salieron a las calles a exigir una educación pública de calidad. En este registro documental, la directora Eliza Capai intenta documentar y ayuda a entender lo grave de la educación pública de estos últimos años en Brasil narrando la historia desde el punto de vista de tres estudiantes paulistas, dos mujeres y un hombre, transformando al cine político en una honesta película revolucionaria y generacional. El film recorre diversas temáticas, todas articuladas bajo las miradas de grupos de estudiantes secundarios, que van desde el aumento a las tarifas del transporte público hasta el cierre de las escuelas públicas, pasando por la falta de almuerzo en las mismas y sus condiciones edilicias. La construcción de su relato, bañada en protesta poética, romantiza la lucha de estos testimonios corales que acercan al espectador una mirada fresca e invencible contra las injusticias del oprimido, dándonos una bocanada de esperanza hacia un futuro poco prometedor. Sus imágenes crudas van creando un gran Frankenstein ensamblado por cánticos alegres, poderosos y combativos, donde la cámara nos pone de testigos directos, generando una explosión contemporánea de colores y ritmos que aligeran la lucha contra los poderosos armados pero no opaca tanta valentía y convicción en esta generación de jóvenes que sabe muy bien lo que no quiere. Es un documental atravesado por diferentes espacios y tiempos que se retroalimentan junto al espacio temporal de la proyección, acertando en la decisión de poner a sus protagonistas a interpelar los registros de su propia lucha, quienes a una distancia de años analizan sus comienzos mientras reflexionan y debaten nuevas temáticas nacidas por el colectivo, como su posición actual ante el racismo y el crecimiento del feminismo. Esta mirada interna, quizás propuesta por la realizadora, pone en evidencia una juventud que crece desde su propio aprendizaje y claramente “espera tu revuelta”, la mía y la de todes, pues elles no dan por terminado nada. Espero tu (re)vuelta es un documental poderoso y atractivo, como lo son sus protagonistas quienes, durante los gobiernos de Dilma Rousseff, Michel Temer y Jair Bolsonaro, buscan mejorar la educación pública y luchar por lo que les corresponde por derecho.
Largometraje dirigido por Destin Daniel Cretton, basado en el aclamado bestseller de no ficción Just Mercy escrito por el abogado y activista Bryan Stevenson, donde cuenta la historia de su compromiso cívico y sus primeros pasos como abogado, mudándose a Alabama para representar legalmente a los reclusos condenados a pena de muerte que no contaron con la asistencia debida para el proceso judicial. Esta historia inicia en 1987 con una persona afroamericana, de sexo masculino, de unos 30 años, trabajando tranquilamente como talador de árboles. Acto seguido, el mismo hombre es interceptado en su vehículo por un oficial de policía “blanco”, el cual procede a detenerlo denotándose en ello la xenofobia y el abuso de poder característico de la “blancura americana”. A partir de acá nos presenta a les espectadores lo que parece ser una trama ya vista, de una constante realidad que se repite cíclicamente en función de la brutalidad del sistema policial y judicial norteamericano. Igualmente es un film que nos invita a la reflexión a través de los idealismos de un joven abogado “de color”, Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), que comienza a involucrarse en una batalla histórica por la búsqueda de justicia social para los sectores segregados y del cual se siente parte. Por ello, después de graduarse de una institución como Harvard, decide dirigirse a Alabama para defender, ad honorem, a varios de los reclusos condenados a muerte. Uno de sus primeros casos es el de Walter McMillian (Jamie Foxx), el talador de árboles que nos introduce a la historia; quien, en 1987, fue sentenciado a morir en la silla eléctrica por el asesinato de una joven “blanca” de 18 años, a pesar de la ausencia total de pruebas. Entonces, con la ayuda incondicional de la defensora local Eva Ansley (Brie Larson), Stevenson decide crear un centro de asistencia jurídica para hacerle frente a un sistema corrupto, pero mientras van investigando la sentencia y apelando, se ven envueltos en un sinfín de conflictos, repletos de racismo, amenazas, abusos sistematizados de poder y cinismo. Los dos casos centrales de la película son los de Walter McMillian, detenido y condenado a muerte sobre la base de testimonios falsos y una ausencia casi total de pruebas, y el de Herbert Richardson (Rob Morgan), veterano de guerra que a causa de un síndrome postraumático profundo comete un delito y su caso fue abordado sin tener en cuenta dicha condición psiquiátrica, ni mucho menos su servicio al país. Lo más interesante del film son las actuaciones, dado que formalmente se convierte en una especie de drama jurídico televisivo poco memorable; pero en la parte de los créditos, es donde todo se resignifica ya que nos entregan las imágenes documentales de les verdaderes personajes para así terminar de sacudirnos las tensiones e irnos a casa con muchas preguntas, lo cual es positivo. Y si bien EEUU aún cree que puede esconder su sentimiento de odio visceral hacia la comunidad afroamericana entregándonos algún que otro film protagonizado heroicamente por elles, el mundo entero sabe que las injusticias impartidas por nacimiento siguen vigentes y la historia del cine lo demuestra desde su creación hasta hoy. Buscando Justicia es un drama acerca de la lucha racial y de clases sociales que existe en Norteamérica, y el mundo, y si no fuese por su elenco de talentosos actores y actrices interpretando un hecho verídico, pueda que la película pase desapercibida por los cines.