El transportador se quedó sin nafta en el camino antes que pudiera ser recargado. Las primeras dos películas que protagonizó Jason Statham no fueron precisamente obras magistrales del cine, pero al menos brindaron producciones decentes dentro del género de acción. Después vino la debacle con la tercera entrega y la reciente serie de televisión, donde el personaje de Frank Martin fue interpretado por otro actor. Ahora Luc Besson sigue empecinado en explotar un poco más esta franquicia con este fallido relanzamiento que no tiene la fuerza necesaria para construir una nueva saga. Si bien el argumento está lleno de situaciones estúpidas la realidad es que los primeros dos filmes tampoco fueron escritos por Paul Auster precisamente. Por consiguiente, creo que una película de este este tipo debe ser analizada dentro del género que trabaja y en ese sentido la labor del director Camille Delamare es bastante pobre. La primera entrega de El transportador (2002) había contado con las coreografías de peleas y supervisión de las secuencias de acción de Corey Yuen, uno de los grandes maestros del cine de acción chino de las últimas décadas. Yuen le había dado al film un tratamiento similar a lo que habían sido sus producciones clásicas en Hong Kong como Yes, Madam (Michelle Yeoh) y Dragons Forever (Jackie Chan). Sumado al hecho que Jason Statham encima es un actor entrenado en artes marciales, los momentos de acción de Frank Martin en la trama eran destacados. Desde los aspectos técnicos este relanzamiento es de una pobreza realmente abrumadora. Al director Delamare le faltó un buen colaborador que pudiera hacer resaltar el film en estos campos. Teniendo en cuenta que estaban reemplazando a Statham con un nuevo actor, La película tenía que haber tenido un mayor cuidado en el tratamiento de la acción. Este realizador francés hace poco hizo un trabajo decente en Brick Mansions (Paul Walker), la remake de la ópera prima de Pierre Morel (Búsqueda implacable), Distrito 13. La diferencia fue que en ese caso las escenas de peleas y persecuciones fueron supervisadas por David Belle, quien había sido el protagonista de la obra original. En este estreno la calidad de ese tipo de secuencias son de una película clase B de Cinemax. Esta es una película a la que le faltó más cuidado de los aspectos visuales para tratarse de una producción del género de acción. El nuevo Frank Martin, Ed Skrein (Juego de tronos), no es un mal actor pero después de Statham su labor ni siquiera le hace sombra a la encarnación original del personaje. Frente a la pobreza de esta primera entrega cuesta bastante creer que el relanzamiento de El transportador tenga un futuro próspero en el cine.
Michael Dougherty lo hizo de nuevo. Este director que durante años fue colaborador como guionista de Bryan Singer (X-Men) en el 2007 debutó como realizador con Trick ´r Treat. Probablemente la mejor antología de terror que se estrenó hasta la fecha en el siglo 21. Una película que llegó a adquirir estatus de culto y pese a las buenas críticas que cosechó luego terminó directo en dvd por orden del estudio Warner. En esta ocasión al cineasta le salieron mejor las cosas y su nueva producción, Krampus, es una tremenda comedia de terror navideña que califica entre lo más destacado que llegó a la cartelera este año dentro del género. Un propuesta muy entretenida que tuvo una fuerte influencia espiritual de Gremlins, el clásico de Joe Dante. El tono del humor, el tratamiento de los villanos y los momentos de terror claramente se nutrieron de aquel clásico de 1984 que también se desarrollaba durante la Navidad. En el caso de Krampus el film se basa en una popular leyenda del folclore nórdico que representa a uno de los grandes antíheroes de esta festividad. Según la mitología, la noche del 24 de diciembre Papa Noel viaja con varios integrantes en su trineo que históricamente fueron ignorados por las publicidades de Coca-Cola. Ellos son Pedro, el Negro (este paje buena onda siempre fue controversial porque se lo considera un símbolo de la esclavitud), Belnisckel (un hombre enmascarado que le deja golosinas a niños que se portaron bien y castiga con un látigo a los que no fueron tan buenos), Knetch Ruprecht (quien también le da regalos a los chicos y una rama a los padres de los que hicieron maldades para que sean castigados) y el viejo y querido Krampus. Dentro de este particular equipo Krampus es el miembro al que le tocó bailar con la más fea. Su labor consiste en castigar a lo niños que tuvieron un pésimo comportamiento durante el año. El monstruo de aspecto aterrador en ese caso se los lleva en una bolsa y los aleja de su padres para siempre. En Europa según las tradiciones de cada país el perfil del personaje cambia bastante. En Austria, por ejemplo, es considerado una figura más humorística y no es retratado como un villano. En el continente americano la Iglesia Católica se encargó excluirlo de la cultura popular ya que siempre lo consideró una figura pagana demoníaca. En la película de Michael Dougherty tiene el perfil clásico de anti-héroe y cuenta con algunos asistentes desopilantes que brindan muy buenos momentos en el conflicto. Desde la secuencia inicial el director establece un sátira de esta festividad y las situaciones que acarrean los encuentros familiares. Dougherty se toma su tiempo para presentar al Krampus y desarrollar bien a los personajes. Sin embargo, luego que el personaje aparece en la historia, el film se mete de lleno en la comedia de terror y brinda un espectáculo fantástico hasta el final. A diferencia de Trick r´Treat esta película se encaminó más por el absurdo y no cuenta con grandes situaciones sangrientas. Pese a todo, el Krampus y sus colaboradores tiene muy buenos momentos. Me encantó esta película porque se nutre muchísimos de las viejas leyendas folclóricas relacionadas con la Navidad y está muy bien lograda desde los aspectos técnicos. Las secuencias de acción y los momentos de tensión estuvieron muy bien construidos y la película logra mantener el interés del conflicto hasta su sorpresiva conclusión. Además cuenta con un buen reparto donde sobresalen Adam Scott (La vida secreta de Walter Mitty), Toni Collette y Conchata Ferrell (Two and a Half Man) en el rol de una tía muy especial. Entre tantas porquerías que vimos este año con las historias de fantasmas, posesiones demoníacas y filmaciones encontradas, Krampus ofrece una propuesta diferente que no va a decepcionar a quienes busquen una gran comedia de terror.
Los subtítulos y la gran mayoría del pueblo norteamericano no van de la mano. Salvo que se trate de cinéfilos apasionados que se interesan por las producciones de otros países, los hijos del Tío Sam no suelen ver películas subtituladas aunque hayan ganado un Oscar. Una situación que se dio con el film de Juan Campanella, El secreto de sus ojos, que tuvo una gran recepción de la prensa de ese país, pero en los cines pasó completamente desapercibida durante su estreno comercial. En Estados Unidos hoy es una obra desconocida para gran parte del público por más que a nosotros nos pueda sonar extraño. En consecuencia, esto genera que los grandes estudios de Hollywood opten por refritar películas extranjeras donde se adaptan las historias dentro de la cultura norteamericana. La remake de El secreto de sus ojos, producida por Campanella, es un proyecto fallido que no termina de convencer pese a las grandes figuras que reunió en su reparto. El gran problema de esta propuesta es que el relato de Eduardo Sacheri está tan relacionado con la idiosincracia de nuestro país que al trasladarlo en una cultura diferente pierde por completo su gracia. Aquella producción argentina que fue un gran thriller policial, que nos emocionó por la naturaleza de los personajes y el conflicto, en la remake hollywoodense terminó convertida en un capítulo doble de La Ley y el Orden. Un film frío, olvidable y predecible (aunque no conozcas la historia original) que se hace llevadero por la interpretación de sus protagonistas. Todo el argumento que en la obra de Campanella se desarrollaba durante los años ´70, en la remake lo trasladaron a los Estados Unidos del post 11 de Septiembre, cuando las agencias de inteligencia estaban concentradas en acabar con la red de terroristas de Osama bin Laden. Un recurso que no funcionó. La brecha de tiempo entre el crimen que dispara el conflicto y la investigación de la actualidad es tan corta que las escenas de flashbacks resultan bastantes confusas en la narración del director Billy Ray. Salvo por algunos detalles en los aspectos de los personajes por momentos se hace difícil distinguir las escenas del pasado y las que se desarrollan en el tiempo actual. La remake refrita varias secuencias puntuales del film original que son penosas de ver por la frialdad con la que fueron encaradas. El ejemplo más impactante es el recordado discurso que tenía el personaje de Guillermo Francella sobre las pasiones y el fútbol. En la versión norteamericana terminó siendo un momento completamente gélido que no transmite absolutamente nada. El problema no es que cambiaran el fútbol por el béisbol sino el tono que el dio el director a la escena. La remake de El secreto de sus ojos fue realizada como si se tratara de un capítulo de una serie de televisión y todas la virtudes de la obra de Sacheri desaparecieron por completo. Una cuestión que está muy presente en la historia de amor entre los protagonistas. La relación emotiva que tenían los personajes de Ricardo Darín y Soledad Villamil en la remake de Billy Ray es una subtrama que molesta en el conflicto central, algo que era uno de los puntos más atractivos del film original. Ray, quien fue guionista de filmes como Los juegos del hambre y Capitán Philips, no supo darle identidad propia a su trabajo que es la cualidad que debe tener una buena remake. Secretos de un obsesión terminó siendo un refrito insulso y frío de una obra que se centraba en el tema de las pasiones. La gran paradoja de este estreno. Lo único destacable pasa por los trabajos de Chiwetel Ejiofor y Julia Roberts, quien brinda una de las mejores interpretaciones que vimos de ella en mucho tiempo. No es el caso de Nicole Kidman, quien resultó completamente desaprovechada e hizo lo que pudo con el guión que tenía disponible. Soledad Villamil contaba con momentos fabulosos en la película de Campanella. El mismo personaje en la remake quedó convertido en un rol secundario más. La verdad que esta película no vale la pena y quedará en el recuerdo como otra remake hollywoodense fallida que no era necesaria.
Con dos años de retraso finalmente llegó a la cartelera local Operación Zulu, un muy buen film independiente que presenta uno de las mejores interpretaciones de Orlando Bloom en muchos años. Una película que además lo tiene como co-protagonista a Forest Whitaker y no tuvo gran difusión en los medios. Se trata de un intenso policial negro que le escapó a los convencionalismos del cine hollywoodense dentro de este género, para presentar una historia oscura y atrapante que retrata la realidad social y política de la Sudáfrica post Mandela y el rol que tiene en el país el crimen organizado. La dirección corrió por cuenta del francés Jérome Salle quien ya había demostrado sus dominio del suspenso y las secuencias de acción en Largo Winch, la adaptación del cómic belga que fue un gran éxito en Europa. Si nuevo trabajo es un film mucho más serio y dramático que tiene la virtud de presentar un conflicto policial que el espectador no podrá predecir enseguida, debido a los diversos giros sorpresivos que tiene el argumento. Con personajes bien desarrollados y secuencias de acción intensas, el trabajo de Salle no defrauda a ningún espectador que sea seguidor de este género. Los lectores que en el pasado hayan disfrutado de alguna novela de Jim Thompson o John Godey en Operación Zulu van a encontrar una gran propuesta, ya que el trabajo del director francés estuvo encarado en la línea de lo que fueron las obras de esos autores. Muy especialmente en los que se refiere al tono del conflicto y la personalidad de los personajes de Bloom y Whitaker. Hace bastante que no llegaba a los cines un buen exponente del cine Hard Boiled y este es un film que recomiendo.
Si hay un monstruo clásico que no necesitaba volver al cine era Frankenstein. Desde 1910 hasta la fecha se hicieron tantas adaptaciones de la novela de Mary Shelley que no es sencillo encontrarle un enfoque fresco y original a un relato tan conocido. En esta oportunidad el film de Paul McGuigan (director de la serie Sherlock) recrea la historia tradicional del monstruo desde la perspectiva de Igor y su relación con Victor Frankenstein. El guión de Max Landis (hijo del cineasta John Landis) intentó profundizar la relación de estos dos personajes con una historia de origen que tenía la intención de hacer algo diferente con la obra de Shelley. Es decir, narrar el descenso a la locura del científico desde la perspectiva de su asistente. El foco de atención estaba puesto en la tragedia que sufría el protagonista y los motivos que lo llevaban a obsesionarse con la creación del monstruo. El concepto de Landis era interesante. Lamentablemente el guión fue tan manoseado durante la producción que el resultado final de esta película difiere bastante con lo que había sido la idea original. Como ocurrió con Los huéspedes, el último trabajo de M. Night Shyamalan, Victor Frankenstein es un film que fusiona varios géneros sin una dirección definida. El film tiene algunos momentos humorísticos, luego se convierte en un thriller, hacia el final intenta ser una película de terror y también incluye una forzada subtrama romántica. Una adición que parece haber sido concebida por el simple hecho que a último momento los realizadores se dieron cuenta que la trama carecía de personajes femeninos. Esta producción fue literalmente salvada por la interpretación de su dos protagonistas y las escenas que comparten juntos. James McAvoy vuelve a demostrar que es uno de los mejores actores de su generación y le rebotan todas las balas. Aunque el proyecto que protagoniza no sea bueno su labor siempre es impecable y en algunas ocasiones, como ocurre con este estreno, su presencia levanta por completo la película. En este film tiene muy buenos momentos como Victor Frankenstein y formó una interesante dupla con Daniel Radcliffe, quien también presenta un gran trabajo de composición en el rol de Igor. McAcvoy por momentos encara al científico como un típico villano excéntrico de James Bond, en la era de Roger Moore, que contribuye a que el film sea un poco más entretenido. El trabajo de McGuigan se luce también en la fotografía y la puesta en escena que presenta del Londres victoriano que es visualmente muy atractiva. El director también incluyó algunas referencias simpáticas a la película clásica de 1931, realizada por James Whale, que los espectadores más nostálgicos seguramente apreciarán. Sin embargo, estas cualidades no bastaron para evitar que Victor Frankenstein resultara una historia trillada e innecesaria que no le aporta absolutamente nada a la mitología de este clásico de la cultura popular. No es una producción completamente fallida pero su visión te deja indiferente porque al terminar la función te das cuenta que lo que viste en el cine es más de lo mismo
Para tratarse del primer proyecto maldito de Pixar, que les costó a los realizadores y directivos del estudio sangre, sudor y lágrimas , Un gran dinosaurio terminó siendo un film decente. Está muy lejos del nivel artístico al que nos tiene acostumbrado esta compañía, pero también hay que destacarlo, nunca cae en la mediocridad de Cars 2. Por supuesto, si lo comparamos con Pie Pequeño en busca del valle encantado, de Don Bluth, o Dinosaurios (subestimado film de Disney) este estreno es un especial de televisión clase B. No obstante, para tratarse de un proyecto que estuvo plagado de problemas desde su origen, el resultado final es una producción que se deja ver y le brinda un entretenimiento ameno a los más chicos. Un gran dinosaurio nació como un proyecto personal de Bob Peterson (el director de Up) y originalmente su estreno se había anunciado para junio del 2011. Sin embargo, los problemas con el guión y la falta de un enfoque definido en el argumento generaron que el estreno se postergara en varias ocasiones. Primero se anunció para noviembre del 2013 y luego para mayo del 2014, algo muy inusual en Pixar. Las postergaciones tenían que ver con el hecho que no le encontraban la vuelta al conflicto de la historia. Los directivos de la compañía luego removieron a Bob Peterson y los productores originales para reconstruir literalmente la película de cero con el material que tenían. Inclusive los actores que interpretaron con sus voces a los personajes tuvieron que volver a grabar sus diálogos, ya que la trama había cambiado por completo. Nunca podremos saber cómo hubiera sido el film original de Bob Peterson, pero Un gran dinosaurio no está tan mal. Su mayores méritos se encuentran en los aspectos técnicos. La película curiosamente retoma una estética similar a la que había tenido Dinosaurios, donde los personajes animados se desenvolvían en escenarios live action. La diferencia en este caso es que las ambientaciones naturales fueron reconstruidas con animación CGI donde los realizadores consiguieron un realismo escalofriante. Desde los aspectos visuales la películas es fabulosa y tiene algunas escenas hermosas que se vieron favorecidas también por la música de Mychael y Jeff Danna. La gran desventaja de Un gran dinosaurio pasa por el guión que es un collage de elementos trillados que ya vimos centenares de veces en otras propuestas. Una vez más Pixar acudió a la fórmula explotada de dos personajes con temperamentos diferentes que se unen en una aventura para llegar a un destino determinado. Lo vimos en Toy Story (que ni siquiera fue una idea original porque robaron de manera burda el concepto de La tostadora valiente), Buscando a Nemo, Up y hace unos meses en Intensamente. En ese caso la emociones Alegría y Tristeza tenía que unir fuerzas para llegar a tiempo al centro del cerebro de Riley y equilibrar sus emociones. En esta nueva película el dinosaurio forma un equipo con un niño humano para volver a las tierras donde habita su familia. Un concepto similar que también trabajó con más precisión Spirit, el corcel indomable, de Dreamworks. Gran parte del conflicto gira en torno al dinosaurio y su baja autoestima que le impide enfrentarse a sus miedos personales, otra idea que ya vimos en numerosas películas de animación. Esta vez el despliegue de creatividad que tanto se asocia con Pixar, el estudio más sobrevaluado en la industria de la animación, brilló por su ausencia. Comparada con algunas producciones que brindó la animación europea recientemente como Ernest y Celestine, esa joya maravillosa que fue La canción del mar o Un gato en París, Un gran dinosaurio es un film que carece de elementos originales y creativos. Más allá de los aspectos técnicos y los momentos sentimentales, no hay grandes cualidades para destacar en esta producción. Ahora bien, estos aspectos débiles no significa necesariamente que sea una mala película. Reitero, funciona como una buena opción para que los más chicos se entretengan, pero como propuesta de animación es un estreno más que difícilmente será recordado entre los grandes títulos de Pixar.
Sentimientos que curan es una película independiente que representa la ópera prima de Maya Forbes, una guionista relacionada con el género de la comedia que trabajó en películas familiares como Monstruos vs.Aliens (Dreamworks) y Diario de Greg 3. Su primera labor como realizadora es una historia autobiográfica donde rememora su experiencia de crecer con un padre maníaco depresivo. Una película que se vio salvada por la interpretación de Mark Rufallo, quien saca adelante un personaje complicadísimo como el rol de un hombre que padece un trastorno mental y debe cuidar a sus hijas durante 18 meses. La buena química que tuvo Rufallo con Zoe Zaldana y las jóvenes que interpretan a sus hijas, entre ellas la hija de la directora, es el principal gancho de una producción que abordó un tema delicado de un modo muy hollywoodense. El film presenta un buen balance entre la comedia y el drama pero nunca va a fondo con el tema de la enfermedad que padece el protagonista. El rol de Rufallo inclusive en algunas escenas es trabajado como un papá copado que tiene algunas excentricidades, cuando padece una condición de salud complicada que nunca llega a ser tratada en profundidad. La directora Forbes en este caso tomó eventos de su vida personal para desarrollarlo en una película que brinda una historia amena y entretenida pero nunca se la juega con el contenido dramático que aborda. A no confundirse, Sentimientos que curan es una buena producción por la labor del reparto, pero podría haber sido mucho más interesante si exploraba con menos superficialidad la salud mental del protagonista y los efectos que esto genera en los vínculos de su familia. La directora sin embargo prefirió hacer una típica película Hallmark que se limita a brindar un pasatiempo entretenido.
En Máxima precisión el director Andrew Niccol volvió a trabajar junto a Ethan Hawke con quien filmó las dos mejores películas de su filmografía, como fueron Gattaca (1997) y El señor de la guerra (2005). En los últimos años el cineasta se dedicó a realizar producciones más comerciales como El precio del mañana (2011) y The Host (2013) que no tuvieron gran repercusión en los cines. Con este proyecto incursionó en el drama militar con una propuesta interesante. La trama se centra en la tarea de los pilotos de drones que participan de combates sin tener un contacto directo con el enemigo. Una temática que no contaba con ningún antecedente en el cine. Niccol presenta un gran trabajo a la hora de describir en detalle el trabajo de los pilotos de drones, que plantea varios dilemas morales por la cantidad de vidas inocentes que genera este estilo moderno de combate. Un conflicto interno que enfrenta en la película el personaje de Ethan Hawke, quien es un piloto de aviones que se ve a obligado a matar gente por control remoto desde una oficina. Lamentablemente Máxima precisión nunca llegar a trabajar ese tema con el mismo atractivo con el que Niccol abordó el tráfico de armas en El señor de la guerra. La narración del film decae por completo cada vez que el director se aleja del conflicto principal para centrarse en una subtrama relacionadas con el matrimonio del protagonista. Un conflicto tedioso que no hace otra cosa que desperdiciar a una buena actriz como January Jones, quien interpreta a la esposa de Hawke e hizo lo que pudo con un personaje limitado. La película se luce en los aspectos técnicos y el modo en que se reconstruye los ataques de los drones, pero la historia no logra ser cautivante. En parte también por el modo en que fueron desarrollados los personajes principales. El espectador sigue de cerca la rutina de la vida laboral del rol de Ethan Hawke pero nunca se llega a conocer a fondo al soldado que interpreta. Por consiguiente, no se establece una conexión emocional con el protagonista y la película termina siendo un concepto interesante cuyo potencial nunca termina de ser explotado. Máxima precisión no es para nada una mala producción de Andrew Niccol, pero al igual que sus últimos trabajos tampoco quedará en el recuerdo como lo más destacado de su carrera.
Después de varios fracasos consecutivos en su filmografía y algunas películas que dividieron las opiniones en los espectadores (La aldea, La dama del agua), el director M.Night Shyamalan decidió volver a sus fuentes artísticas. Es decir, el cine independiente. Con el sueldo que cobró por dirigir After Earth (Will Smith), el realizador financió este proyecto de muy bajo presupuesto donde volvió a tener el control creativo de su obra. Un problema con el que tuvo que lidiar en sus filmes anteriores realizados para los grandes estudios de Hollywood. La realidad es que Shyamalan hizo esta película sin la certeza de poder llegar a estrenarla internacionalmente, ya que en el comienzo del proyecto no contaba con el apoyo de ninguna distribuidora. El panorama comercial mejoró para el director cuando se sumó al proyecto la productora Blumhouse, responsable de películas de terror como Actividad paranormal, La purga y La noche del demonio, que probablemente consiguió la distribución del estudio Universal. Ahora bien, la pregunta del millón. ¿Los huéspedes representa el gran regreso artístico de Shyamalan? Si Chandler viera esta película probablemente les diría que no y propondría abrir nuevamente la cárcel de Guantánamo para encerrar al cineasta indio de por vida. Matías Lértora, que es un ser más compasivo, probablemente la recomendaría con más entusiasmo. En mi caso personal, considero que Los huéspedes es un regreso de Shyamalan que se queda a mitad de camino. La película es un poco mejor que las cosas que venía haciendo el realizador, pero no porque sea una gran obra, sino que sus filmes recientes fueron muy pobres. En la comparación claro que hay una evolución, pero en términos generales el nuevo trabajo de Shyamalan, por lo menos en mi caso, no me terminó de convencer por completo. El gran problema que tiene Los huéspedes es que Shyamalan nunca definió qué quería hacer realmente con esta historia. De hecho, editó tres cortes diferentes del film. Uno que era una comedia que parodiaba el subgénero del found footage, otro que presentaba un film de terror más clásico y finalmente un híbrido entre estos dos estilos, que es la película que finalmente se estrenó en los cines. La verdad que el concepto de la historia está bueno y trabaja ideas interesantes. El problema es la indefinición de géneros que terminó por afectar a la obra en su integridad. Los huéspedes tiene sus momentos más logrados cuando se centra en el género de terror. El misterio de la historia y la manera en que Shyamalan construye las situaciones de tensión son dos virtudes de esta película donde reaparece el talento del director. Lamentablemente el film pierde su fuerza cuando Shyamalan incursiona de manera reiterada en el humor con escenas completamente estúpidas que resultan desconcertantes. En realidad el problema no es tanto el humor, sino la manera en que el director lo abordó en el film. Ese tipo de escenas con el paso del tiempo se vuelven irritantes y terminaron por afectar una película que podía haber sido más interesante si se concentraba de lleno en el thriller. La película dentro de todo es entretenida pero esta gran ambigüedad que tiene la trama es lo que no termina de cerrar. Hacia el final Shyamalan le da un buen cierre al conflicto de terror. Sin embargo, luego extiende la conclusión con una escena adicional más dramática que explora las emociones de los protagonistas. Cuando la película había encontrado un cierre redondo, el director arruina el momento por completo con otra escena cómica durante los créditos finales. Una situación tonta que opaca la sensibilidad que había tenido unos segundos antes la escena anterior. Vuelvo al tema del comienzo, nunca queda claro cuál era la película que Shyamalan quería hacer. En Los huéspedes me quedo con los momentos de suspenso y el trabajo de los actores que es muy bueno. Muy especialmente la participación de Kathryn Hahn (Crossing Jordan), una gran actriz que hace años la viene remando en Hollywood y todavía no pudo acceder a tener más roles protagónicos. Habrá que ver como sigue la carrera de Shyamalan a partir de este film. Su nueva producción es más decente que las cosas que estrenó en los últimos años, pero tampoco está a la altura de las buenas películas que hizo en el pasado.
El último cazador de brujas es una incursión fallida de Vin Diesel en el género de fantasía. Una producción donde los guionistas no hicieron el menor esfuerzo por crear un universo de ficción interesante para desarrollar la historia que concibieron. El film básicamente refrita la misma fórmula de películas similares como Yo, Frakenstein, Priest, Drácula: La leyenda jamás contada y las historias de Blade. Nuevamente nos encontramos con el mismo perfil de anti-héroes y villanos, conflictos, música, fotografía, efectos especiales y tratamiento de las secuencias de acción. En consecuencia, el nuevo trabajo de Diesel termina siendo un bodrio denso de soportar durante 106 minutos, ya que todo se desarrolla de un modo extremadamente predecible. El director Breck Eisner, quien había hecho un gran trabajo con la remake de The Crazies (el clásico olvidado de George Romero) acá presentó una labor completamente desapasionada, donde ni siquiera le puso entusiasmo a la narración de las pocas secuencias de acción. No ayudó tampoco que el personaje de Vin Diesel sea un héroe insulso y trillado que no cuenta con ningún tipo de atractivo, al igual que los villanos. Lo único positivo de esta película, más allá del trabajo decente en los efectos visuales, es que los guionistas (el mismo equipo que escribió la reciente película de Drácula con Luke Evans) evitaron crear el film favorito de Torquemada. El tema de la guerra entre las brujas y la humanidad estuvo bastante equilibrado y al menos tuvieron la decencia que el conflicto no resultara completamente estúpido. En la trama no todas las brujas son malas ni todos los miembros de la Iglesia Católica buscan el bien de la humanidad. Kaulder, el personaje de Diesel, termina siendo manipulado por ambos bandos y ese es un gancho interesante del argumento que lamentablemente el trabajo del director Eisner nunca termina de desarrollar. Salvo por una amena participación de Michael Cane, El último cazador de brujas es una producción completamente olvidable. Al menos como para invertir una entrada al cine. En este momento hay cosas más atractivas en la cartelera y si dejás pasar este estreno no te perdés nada relevante.