La crónica francesa:
El brillante y desbordante mundo de Wes Anderson
La ampulosa película de Wes Anderson está protagonizada por un ensamble de estrellas como Benicio del Toro, Adrien Brody, Tilda Swinton, Léa Seydoux, Frances McDormand, Timothée Chalamet, Bill Murray y otros
El creador de The French Dispatch, un semanario de alta calidad y muy exitoso, acaba de morir. El lugar donde se publica aquel semanario se llama Ennui-sur-Blasé (un pueblo francés inventado y que traducido al español sería algo como Aburrimiento y Tedio). El edificio del semanario es construido al estilo de un telón de fondo o de escenario de película. Todo resulta muy kitsch, en cuanto a colores, estética, música y personajes.
Desde el inicio entramos en un mundo artificial, muy cerca de los clichés, de un país imaginario que se parece a Francia (a la Francia de la película Irma la Douce o Amélie). Esta historia se puede entender como la historia de una película que se está rodando cuyo estilo será desarrollado en un periódico inventado o que no existe. Wes Anderson juega con nuestro nervios pues lo importante para él, en los inicios de la película, es la sorpresa.
Varios cuentos o historias componen la trama de La crónica francesa (The French Dispatch, 2021). Como punto de partida, se lee el testamento del dueño y el deseo claramente expresado: acabar con la revista. Y la película se construye como si fuera un semanario con sus rúbricas o encabezados.
En la primera mitad de esta obra de Wes Anderson, estamos muy atraídos por la fantasía del director, por las fórmulas que expresan cuentos mezclados unos a otros. Con una serie muy seductora de ambientes de revistas, de escenas que se la parecen a la prensa romántica o amarillista. El sentido del humor de Anderson puede gustar pues manipula al espectador y expresa esa manipulación.
Pero cuanto más avanza el tema, aquello seductor en términos de imágenes y decorados se transmuta en algo artificial que cansa. Se vuelve aburrido, como lo dice el nombre inventado del pueblo francés. Wes Anderson actúa como si fuera un Deus ex Machina, un dios escapado del Olympe del cine para ofrecerse (más que ofrecernos) todo el lujo extravagante de una súper producción sobre un fin del mundo (y sus fantasmas).
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