En la película de Gastón Solnicki, su primera ficción tras dirigir un par de documentales, los personajes dudan antes de tirarse a la pileta –literal-, no se animan, no saben qué estudiar, se mudan a un departamento donde de repente se encuentran con la heladera vacía, se quedan encerrados y se escapan por la terraza pero tampoco saben a dónde ir. No hay muchas cosas que sepan, y no hacen mucho más que deambular, caminar sin rumbo, hacia un destino incierto. Kékszakállú es un retrato del mundo femenino desde lo generacional, y para eso utiliza la improvisación, es así que no hay un conflicto principal (aunque sí uno que predomina un poco más que el resto), sino más bien una sucesión de momentos en la vida de estos tres personajes femeninos principales. El uso de ciertos espacios, el modo de utilizar la arquitectura desde lo visual y narrativo (tanto en interiores como exteriores, sucediéndose escenas en piletas, la facultad, una fábrica de salchichas, etc), imprimen al relato de una belleza tal que sólo se intensifica con la música de ópera. Justamente, el título raro e impronunciable del film, es el nombre de la ópera que funciona como una especie de inspiración, El castillo de Barba Azul, en húngaro. De ella toma su formato (es una ópera corta) y la música de Bartok. Sin una narración clásica, sin un conflicto específico, Kékszakállú combina la espontaneidad y frescura que desprenden sus protagonistas, con la frialdad y el encierro que despliegan ciertos lugares. Con planos fijos y una fotografía cuidada, la intención de Solnicki parece ser la de retratar a esta juventud sin rumbo. El problema es que no se puede evitar sentir a la película en sí con esa misma falta de rumbo. Al deambular ésta entre diferentes personajes, uno nunca logra conectar o interesarse por ninguno en particular. Bella en su envoltorio, con un nivel audiovisual destacable (la fotografía es su punto más fuerte), la falta de un eje narrativo claro y una idea principal que se termina tornando reiterativa y subrayada, Kékszakállú es una película corta (dura poco más de 70 minutos) que se la siente estirada y lenta. ¿Qué hacer con nuestras vidas, ahora que somos responsables de ella? ¿A dónde quiero ir? Preguntas que todos nos hemos hecho seguramente al crecer y convertirnos a la fuerza en adultos. Estas incertidumbres son el eje principal de una película que no termina de funcionar y que a la larga se la siente pretensiosa.
Anna Fritz es una reconocida y talentosa actriz, que logró triunfar alrededor del mundo. Está permanentemente en el foco y en boca de todos. Y entonces fallece, y esa fascinación que logró generar en su público se multiplica en un trío de jóvenes en el que uno de ellos trabaja en el hospital que recibe su cadáver, al que él tiene acceso. De repente, no tienen mejor idea que divertirse con ella, observarla, tocarla y finalmente poseerla. Hasta que sucede algo que es mejor no adelantar. De esta idea tan morbosa como atractiva para el cine surge una película que empieza con esta idea de la posibilidad de estar, aunque sea en esta circunstancia tan extraña e incorrecta, con la adorada estrella de cine. El problema principal que tiene esta película radica en la construcción de sus personajes. Escrita y dirigida por Héctor Hernández Vicens, en El cadáver de Anna Fritz hay una intención de incluir en su trío masculino protagonista al personaje que cuestiona y reflexiona sobre la barbaridad que están cometiendo, pero uno no llega nunca a terminar de creerle. A la larga, no sólo son tres pervertidos sino tres idiotas. El personaje de Anna Fritz, el más limitado, tampoco logra destacarse. No se puede empatizar con nadie acá. Cuatro actores, un solo escenario y su jugada premisa son los elementos de los que se sirve esta película que no termina generando ni mucho debate, ni mucho morbo, ni mucho terror, ni mucho entretenimiento al fin y al cabo. Es que el guion con el que cuenta no sólo no presenta personajes ricos e interesantes, sino que tampoco funciona en su desarrollo a la hora de crear las diferentes dificultades que se le van presentando a sus protagonistas, muchas ridículas. Todo se siente forzado, y las actuaciones no ayudan. La necrofilia es un tema difícil, repulsivo (al menos para la mayoría de la gente), y eso puede dar lugar a todo un abanico de posibilidades. Sin embargo, al final, esta idea retorcida y perturbadora termina sintiéndose desaprovechada. El resultado es bastante más liviano de lo que uno imaginaría, no se profundiza en nada y no es arriesgada tampoco a nivel visual, aunque sí está bien dirigida y manejado el tema del suspenso.
Cecilia Kang es una joven coreana argentina (nacida acá de padres coreanos), que decide hacer un documental. Sobre una maestra de artes plásticas, sobre sus amigas, sobre las mujeres de sus familias. El relato fluye de manera natural retratando a las mujeres de esa comunidad, que vinieron a Argentina buscando o escapando de algo (de convencionalismos, quizás, de ideas preconcebidas por otros). Expone así una mirada sobre la mujer desde su propio género. Temas como el amor, el dolor, el machismo, los lazos familiares, las pérdidas, pululan durante el metraje. Hablada a veces en español, a veces en coreana, rodada en Argentina, pero también en algún momento en Corea, Kang entrega una película chiquita (incluso en tamaño, dura apenas una hora) y sencilla, que no pretende más que desnudar a una comunidad desde un costado intimista y con un tono simpático y, por momentos, algo melancólico. A la larga, Mi último fracaso parece ser el resultado de una búsqueda personal, sin estructura, sin un plan pre armado, y por eso la narración del film fluye de manera natural pero también con cierta sensación de ir a la deriva, a donde lleve la marea. Si bien la idea de hacer un documental sobre uno mismo puede sonar ególatra, lo cierto es que Mi último fracaso no se siente para nada como el resultado de algo marcado por el ego. Insisto, es una búsqueda personal, de la identidad que un@ encuentra a medida que termina de conocerse a sí misma y de dónde proviene. Kang pone en foco a un grupo de mujeres que son tan argentinas como coreanas, superponiendo nacionalidades y así, costumbres. Un choque cultural al que pertenece. Un relato entretenido y simpático, sin grandes adornos y con un esquema fuera de las formas más convencionales, Mi último fracaso se revela como el retrato del mundo femenino que rodea a Kang, donde ha encontrado amigas, profesoras, inspiración, y al mismo tiempo expone la posibilidad de sentir que pertenece a dos lugares diferentes y lejanos que se conectan dentro de ella como uno solo. Ambas pueden convivir en armonía y complementarse la una a la otra.
La última película de la realizadora Mira Nair, Reina de Katwe, está basada en la historia real e inspiradora de una joven y humilde ugandesa que logra triunfar en el ajedrez. La hasta ahora desconocida Madina Nalwanga protagoniza este relato de superación y lucha sobre una joven que se dedica a vender maíz para sobrevivir día a día. No es eso todo lo que quiere de la vida, pero no cree que haya otras posibilidades para ella. No hasta que casualmente conoce a un entrenador, David Oyelowo, que además de fútbol les enseña a unos chicos a jugar al ajedrez. El trío protagonista termina de conformarse con la figura de la madre, interpretada con solvencia por Lupita N’yongo, una mujer fuerte y decidida que quiere lo mejor para sus hijos al mismo tiempo que conoce la difícil situación en la que está. Ella es tan luchadora como su hija, aunque cada una lo haga de un modo diferente. El ajedrez es la mejor excusa, y sus metáforas con el juego le funcionan muy bien a la historia a contar. El más pequeño puede convertirse en el más poderoso siempre que luche con convicción e inteligencia. La importancia de las decisiones que tomamos, los movimientos que hacemos, se ven reflejados luego en los resultados. Esta historia irremediablemente llena de clichés y lugares comunes, está contada acá de una manera más bien sutil. Lo emocional del film no se siente tan forzado como uno podría esperar, aunque nunca deja ser clara la intención al contar una historia de estas adversidades. La construcción de los personajes principales además ayuda a llevar esta historia a lugares conocidos pero sin mayores sobreexplicaciones. Una fotografía y arte coloridos ayuda a retratar una parte de África inquieta y llena de vida, es un personaje más. Reina de Katwe es un melodrama ligero, sin muchas sorpresas pero al mismo tiempo ejecutado con mucho corazón y sin manipulaciones. Las interpretaciones tienen mucha fuerza también, destacándose su joven protagonista. Amable, pero no tan inspirada como inspiradora la historia por sí sola, le falta algo de riesgo.
Llega a las carteleras Por qué él, una típica comedia norteamericana con el extraño dúo Bryan Cranston-James Franco al frente. ¿Por qué él?, se preguntarán tantos padres a la hora de conocer al novio de su hija, especialmente si éste es un excéntrico, desenfadado y en apariencia irresponsable, alejado de la imagen de la chica universitaria con futuro prominente. En este caso, la película está dirigida por John Hamburg, uno de los guionistas de La familia de mi novia y además director de Mi novia Polly, y producida por Ben Stiller con una historia ideada por Jonah Hill. Tras una premisa utilizada hasta el hartazgo en la comedia, el principal atractivo del film está compuesto por su extraño dúo protagónico: Bryan Cranston y James Franco, éste último ya más cómodo en el género. En las diferencias y similitudes que comparten ambos personajes radica gran parte de lo atractivo del film. De ¿Por qué él? no se espera demasiado y ése es un punto que tiene a favor. Hay algunos buenos chistes, pero la mayoría ya se pueden ver en el trailer, y tiene un par de apariciones estelares que aportan. Hay otros tantos que son tan predecibles como poco graciosos, pero en general la película se desenvuelve de manera bastante decente, como sus protagonistas. Bryan Cranston logra despegarse de la imagen a la que uno inevitablemente lo tiene asociado, y el multifacético James Franco continúa destacándose más en este género que en otros tantos y rubros donde se ha probado. A los actores se les permitió improvisar mucho durante el rodaje y es así que se grabó una cantidad de material excedente que derivó en una especie de recorte de dos horas de duración, y esto se nota en lo despareja que es a nivel narración y edición, escenas que saltan de una a otra sin mucha coherencia a veces. Aun así, ¿Por qué él? es una agradable comedia, con personajes interesantes y buenas actuaciones. Con un guión predecible que funciona sólo de a momentos, al igual que el humor al que apuesta, sirve para pasar el rato sin muchas más pretensiones.
Se estrena la polémica y necesaria película brasilera, Aquarius, lo último del director Kleber Mendonça Filho protagonizada por la excepcional Sonia Braga. Aquarius comienza con la música de Queen y luego la celebración de la tía Lucila, una mujer de 70 años cuya vida admiran niños y adultos de su familia. “Ya no se hacen mujeres como ella”, dirá mucho más adelante Clara, la verdadera protagonista del film, pero eso no es verdad. Clara luchó de joven contra un cáncer de mama y lo ganó, y así se convirtió en una mujer ya mayor pero indudablemente atractiva y sexy, culta y enamorada de la vida. Es Sonia Braga quien le da vida y energía a este personaje que no tiene miedo y no está dispuesta nunca a dejarse vencer en sus luchas. Su presencia es imprescindible y es quien lleva la película a donde su personaje quiere. Clara se casó, tuvo hijos, pero hoy ellos ya se fueron de su casa y su marido murió hace ya largos años. Vive sola en el último departamento de un condominio que quieren derrumbar para un nuevo negocio que les convendrá a ellos y no muchos más. Pero Clara no sólo se siente cómoda con ese lugar, su hogar, aquel que guarda mil recuerdos de ella y de su familia, donde escucha su incansable colección de discos, baila sola, toma té y escribe en su Moleskine. Su única compañía fija es la mujer que la ayuda, fiel a la señora. Durante más de dos horas de película, Kleber Mendonça Filho va retratando a este personaje femenino y fuerte a través de su cotidianeidad en un principio, y luego a través de cómo reacciona ante cada adversidad que le van poniendo en su camino para poder quedarse con ese terreno que para ella es impagable. Con humor y mucho corazón, y un uso hermoso (y una presencia funcional muy importante) de la música donde pueden sonar cantautores brasileros pero también Queen. Luego del prólogo situado a fines de los 70s, Aquarius se divide en tres capítulos (El pelo de Clara, El amor de Clara y El cáncer de Clara). No obstante, además de ser uno de los retratos femeninos más ricos del cine, con una mujer independiente y fuerte que nunca va a dejarse pisar por nadie, pero que no por eso no pueda necesitar de un poco de conexión íntima o la presencia un poco más asidua de sus hijos, Aquarius funciona como crítica de un gobierno corrupto, y de ahí la polémica que desde su proyección en Cannes ha generado (siendo impedida de ser enviada como representante de su país para los premios Oscars). Aquarius es una película hermosa, con una temática necesaria, que fue merecidamente elegida por el público en el pasado Festival de Cine de Mar del Plata, donde formó parte de la competencia internacional. Un film que funciona a muchos niveles, como retrato de su fuerte personaje femenino y como aquel social y político que lo llevó a estar en boca de todo el mundo. Imperdible.
Llega Ellos te están esperando, película danesa sobre zombies dirigida por Bo Mikkelsen. En un tranquilo pueblo de Dinamarca, un misterioso virus comienza a azotar a los habitantes y rápidamente surge una epidemia. Las autoridades no dan muchas explicaciones y apenas se limitan a “controlar” la situación manteniéndolos alejados y encerrados. Pero en algún momento ya no pueden quedarse tranquilos y esperando, y la familia protagonista intenta salir y encontrar una solución. De tiempos lentos y una cuidada construcción de climas, Ellos te están esperando no aporta nada demasiado original a una historia ya contada muchas veces. La familia tipo y la relación con los vecinos son dos aristas retratadas de manera predecible y obvia (los personajes no son el plato fuerte del guión), así también como lo mencionado a las autoridades que simulan estar en control de una situación que en realidad no tienen idea de cómo manejar y la mejor opción siempre parece ser contener, encerrar. Los lugares comunes están todos ahí. Es una historia simple y sólida, y funciona sin muchas más pretensiones. Hay zombies y algo de gore (no mucho igual), claro, pero no son el plato fuerte, sino que tardan en hacer presencia. Y es una pena porque es de lo más interesante que tiene el film para ofrecer. Toda la primera parte se torna un poco lenta (y no es una película larga, dura menos de hora y media) mientras que el plato fuerte llega en los últimos minutos de manera más bien apresurada. Una buena y cuidada fotografía, una historia demasiado simple y predecible, y alguna buena escena cerca del final, hacen de Ellos te están esperando una decente película de virus y zombies, pero que no aporta nada nuevo al subgénero. Termina siendo curiosa sólo por el hecho de ser la primera película danesa de zombies.
La Llegada, la nueva película de Dennis Villeneuve es una de ciencia ficción alejada de los facilismos, la acción y los efectos especiales a los que acostumbra Hollywood para contar un cuentito sobre la importancia de la comunicación para entenderse y entendernos. Louise Banks es una importante lingüista, la mejor del mundo dicen, abocada a una vida rutinaria y solitaria como profesora. Un prólogo nos la muestra sufriendo la pérdida de su hija a través de una enfermedad terminal, y este aspecto en la historia de su vida (por cierto así se llama el relato en el que está basada la película, Historia de mi vida de Ted Chiang) aparecerá y desaparecerá a lo largo del relato varias veces, sin en un principio tener una clara razón de estar en una trama que parece centrarse en otra cosa. Cuando doce naves aterrizan en simultáneo en doce partes diferentes del planeta y una de ellas en Estados Unidos, los gobiernos de cada uno de esos países intentan saber por y para qué vinieron acá. Louise es convocada por el coronel Weber junto a otro científico, el físico y teórico Ian Donnelly. Tras un primer encuentro precedido por el miedo y la fascinación que a ambos les genera la idea de estar frente a estos seres de otro planeta, ella va logrando de a poco interactuar y comprender su peculiar lenguaje. Pero el tiempo corre, el mundo necesita respuestas y si no las consigue, el miedo a lo desconocido puede derivar en situaciones mucho peor. ¿Cuándo empieza o termina algo? ¿Cómo distinguir comienzos de finales, si a veces uno está tan atado a otro? Por eso, para Louis no hay comienzos y finales, y con esta misma idea, Villeneuve narra su historia a través de líneas alternadas, yendo y viniendo entre tiempos que sólo al final terminan de revelarse. Aquello que podría sonar tramposo, y sobre lo que no conviene adelantar, es acá trabajado con mucha coherencia. La película recuerda inevitablemente a Interstellar, más que nada por su juego con las dimensiones del tiempo y el espacio. Pero allí donde la ambiciosa película de Nolan fallaba con un guión al que se le veían todos los hilos y la nula capacidad para crear relaciones genuinas entre sus personajes, en La llegada todo está puesto con suma precisión para lograr una película impredecible pero siempre creíble aun en su arriesgada narrativa. La fotografía de Bradford Young y la banda sonora (con On the nature of daylight de Max Richter sonando tanto al principio como al final, y la música original de Jóhann Jóhannsson) ayudan a crear una atmósfera de misterio opresiva y densa, que funciona un poco en contraste al tono del relato, más intimista. Porque así como la película se centra principalmente en el modo en que Louise logra relacionarse con los alienígenas y no en un retrato masivo, La llegada es ante todo un drama. Por eso no necesita grandes escenas de acción ni efectos especiales, sino simplemente mostrar la interacción entre dos seres que provienen de distintos lugares y que luchan por entenderse. Es el viaje personal y emocional de Louis el eje de la película. Amy Adams entrega una hermosa interpretación como Louise, cargada de emociones pero siempre desde un lado contenido, sutil. Forest Whitaker y Jeremy Renner no desentonan pero es ella la luz principal del film. Es quien aporta calidez al relato. La llegada es una película que quiere abarcar muchos temas pero lo hace con precisión y así se aleja incluso de algunas de las obras anteriores de Villeneuve que en algún momento se sentían algo pretensiosas. Acá, más allá de lo complejo del relato, lo abstracto del lenguaje que estudia su protagonista, estamos ante un film accesible, emocionante y, más allá de su ritmo pausado, atrapante.
Hay más de una referencia a Kubrick y su odisea en el espacio en la película de Gabriel Nicoli, su ópera prima. Incluso aparece, en cierto modo, el propio Kubrick. Pero mientras estos tres adolescentes, uno obsesionado con 2001: Odisea en el espacio (no obsesionado hasta el punto de relacionarlo todo con ella pero sí de ser una película que no se canse de alquilar y ver), intenta saber qué hacer y qué quieren con sus vidas, el país estalla en crisis y eso los lleva a escaparse. La chica del grupo, interpretada por Malena Villa, después de la partida de su hermana, interpretada por Jazmín Stuart, quiere irse al interior supuestamente con sus padres aunque en realidad espera otra cosa de ese viaje. Los dos muchachos que la acompañan y se ofrecen a llevarla en auto, un Peugeot rosado, en las pieles de Vicente Correa y Alan Daicz (con el personaje más complejo y saliendo más que airoso de él), persiguen la ilusión de participar y ganar en un mundial de aviones de papeles. Viajar, escapar de esa Capital cada vez más ruidosa e inquieta. El resto de los personajes tiene apariciones esporádicas, alguno ni siquiera tiene nombre (como el de Esteban Lamothe). El universo está compuesto acá por esos tres personajes que cada uno carga con un equipaje emocional distinto al otro, y así como congenian pueden chocar. Y mientras tanto, el país grita. No obstante, así como ese contexto social y político tiene una presencia muy fuerte e indispensable en la película, no es allí donde radica el foco principal. Sino en esos universos personales. No es una mirada crítica, dura, ni siquiera depresiva sobre esa época difícil. Pero sí en algún momento esos personajes a veces demasiado centrados (y hasta cerrados) en sí mismos La presencia de Kubrick es anecdótica, cariñosa. No hay un paralelismo con su película ni nada por el estilo, sino más bien un amor hacia ella plasmada a través de ciertos detalles que no definen a la película. Ni comedia ni drama ni romántica. 2001: Mientras Kubrick estaba en el espacio es simplemente una linda película sobre tres adolescentes, una especie de coming of age, y la relación que forjan entre ellos, porque la que existe con el mundo exterior es un poco más hostil. Una mirada tierna pero no por eso menos precisa sobre una época tumultuosa, tanto a nivel interno como externo. Y con grandes interpretaciones de su joven trío protagonista.
La última película de Oliver Stone es una biopic correcta y poco inspirada sobre el hombre que en mayo del 2013, tras una publicación de The Guardian, pasó a estar en boca de todo norteamericano. Christian Snowden, ¿héroe o villano? Considerado traidor de la patria y al mismo tiempo venerado por su denuncia sobre programas de vigilancia masivos. El principal obstáculo que tiene Snowden, es que llega después de un documental que ya nos lo contó todo, al menos lo más importante e impactante. La experiencia de estar viendo Citizenfour resultaba aterradora e inquietante, porque se nos estaba develando algo real. Para quien ya vio aquel documental que incluso ganó en los Oscars, Snowden no es más que una teatralización de aquella historia. Justamente esa entrevista funciona como eje dramático de la película de Stone, aunque claro, de aquella se desprenden diferentes flashbacks que terminan de retratar la figura de Snowden. No obstante, nunca se termina de profundizar lo suficiente, y se hace más hincapié del necesario en la trama amorosa. Es así que un thriller político con buen ritmo y entretenido, a lo largo de la poco más de dos horas de duración comienza a sentirse innecesariamente reiterativo. La denuncia de Stone, un director siempre interesado en mostrar lo que no le gusta de su país, es clarísima: Snowden es un héroe, él no se lo cuestiona. Tampoco aprovecha las ironías de la vida, que sitúan a este espía refugiándose en Rusia. Joseph Gordon Levitt interpreta al polémico Snowden y lo hace a través de una mimetización tal que lo lleva hasta forzar su voz. Los secundarios no desentonan pero la mayoría de esos personajes no tienen más que una función, como es el caso de Nicolas Cage, Joely Richardson o incluso Melissa Leo y Zachary Quinto como la cineasta y el periodista con el que se encuentran en ese hotel de Hong Kong para la famosa entrevista. También Shailene Woodley brinda mucha frescura al relato con su personaje, más allá de que le sobran muchas escenas. Entretenida y atrapante, porque sin dudas es inevitable permanecer indiferente ante lo que tiene para contar, pero a nivel guion y cinematográfico poco inspirada. Típica biopic, con buenos aires de thriller político, aunque no lo suficientemente profunda. No lo suficientemente profunda ni a nivel político y social, ni tampoco en la construcción de sus personajes (quiero creer que Snowden es un personaje mucho más complejo que lo que lo muestra esta película). Como mencionaba, hay mucho personaje secundario que apenas aporta algo más que el rostro de un actor reconocido. Si no se vio Citizenfour, es probable que en el espectador genere más intriga, de lo contrario no tiene mucho más que aportar. Funciona como complemento, pero no uno imprescindible. El resultado termina siendo una biopic de manual con tintes de thriller, entretenida pero poco inspirada y bastante unidimensional.