Con el éxito que fue en su país y fuera también la película “7 cajas”, la industria cinematográfica de Paraguay comenzó a ser el foco de atención. La idea de hacer cine de género pero con tintes propios de su lugar de origen ya no parece descabellado y así, “Luna de cigarras” es la ópera prima de Jorge Diaz de Bedoya. Aunque es cierto que la industria todavía parece pequeña, por ejemplo muchos de los actores son los mismos que los de la exitosa “7 cajas” –las comparaciones van a ser inevitables, lo siento-. “Luna de cigarras” es sin dudas una propuesta interesante (supongo que de acá en adelante nos van a llegar algunas propuestas más paraguayas pero hasta hace poco –y todavía un poco lo es- no dejaba de ser una rareza). Una película de acción con comedia –que gira más que nada en torno a lo nacional-, con buenos efectos especiales que se utilizan mucho en escenas gore donde la sangre no escasea. El problema principal que tiene la película es probablemente de guión. Por un lado, si bien los personajes son todos coloridos y peculiares, simpáticos incluso, no terminan de definirse ellos ni algunas de las cosas que les suceden. Por otro lado, la falta de un protagonista único acá no funciona, hay un eje que está siendo necesario. A todo esto, algunos agujeros del guión terminan de entregar una película que entrega lo mejor desde el lado de la dirección, siendo la fotografía y la banda sonora sus dos grandes pilares. No así la actuación, que a diferencia de en “7 cajas”, acá se percibe en tono más culebrón (no critico lo exagerado en una película que sin dudas apuesta a eso, sino que el tono no es el correcto). En la película predomina el humor negro pero también hay algo de drama y sin dudas el que mejor sale es el primero. La historia podríamos decir sin spoilear y tratando de ser conciso y breve, gira en torno a un norteamericano que viene a Paraguay a hacer negocios con un capo mafioso conocido como el Brasiguayo. Pero el negocio no va a salir como estaba planeado, porque en realidad ni siquiera es tal. Si bien tiene sus puntos flojos, “Luna de cigarras” es un film curioso y muy divertido.
A Jafar Panahi le prohibieron realizar películas a lo largo de 20 años. Sin embargo, Taxi es la tercera película que el director filma desde tal prohibición. Esta vez, el lugar elegido para filmar no es tras las cuatro paredes de su casa, pero sí dentro de las puertas de un taxi. Es así que la cámara nunca sale de ese auto. Porque la necesidad de filmar de Panahi es tal que no puede estar sin hacer películas, aunque eso lo lleve a rebuscársela para poder hacer su película pasando desapercibido, motivo por el cual el film, que no tiene créditos, está protagonizado además de por él mismo por gente anónima (en una mezcla de ficción con realidad), no utiliza otra luz que no sea la natural y está rodada con tres cámaras pockets. Taxi es un desfile de personajes extraños y singulares que se suben al medio de transporte e interactúan con un Panahi que es siempre él mismo. Este peculiar desfile da lugar a diferentes tipos de historias, algunas más relajadas y divertidas, otras simplemente extravagante (dos señoras que antes del mediodía necesitan trasladar dos peces a un estanque y el motivo por el cual tienen que hacerlo), y algunas más fuertes e impresionables (un ciclista que es accidentado y puede estar viviendo allí dentro sus últimos minutos mientras la mujer llora desconsolada). Pero todos impregnados de mucho realismo. Panahi tampoco teme, a través suyo y de sus personajes (porque cada uno parece ser un costado del propio director), cuestionar la prohibición de hacer películas y describirla para el que, probablemente como muchos de nosotros, no entiende ni se imagina lo que puede suceder en otro país al respecto. Porque todo esto no hace más que dejar en evidencia el poder que tiene el cine. "Propaganda contra el Estado" lo denuncian cuando en realidad lo que hace es reflejar del mejor modo que puede la sociedad iraní. Así, recorremos con Panahi una ciudad y una sociedad, de la mano de un guión pero también de mucha espontaneidad. Al final, nos quedamos esperando los créditos pero en su lugar aparece la siguiente leyenda: "El Ministerio de Orientación Islámica autoriza los créditos de las películas para su distribución. A mi pesar, esta película no tiene créditos. Expreso mi gratitud a todos los que me han apoyado. Sin su valiosa colaboración este filme no habría visto la luz". "Taxi" es una road movie valiente que supo alzarse con el Oso de Oro en Berlín, galardón que Panahi no pudo recibir porque tampoco está habilitado para viajar al extranjero ni dar entrevistas.
Supongo que para quien disfruta y conoce del tango, los Salgán son una familia reconocida. Lo curioso es que para Carolina Neal, norteamericana y que aparece en el documental como narradora, el tango se convirtió en algo muy preciado en su vida y hoy presenta este documental sobre Horacio Salgán y su hijo, César. Entonces, “Salgán & Salgán” no es una película sobre tango pero si enmarcada en él. Lo que decide contar y mostrar su realizadora es la relación entre padre e hijo, dos personas que estuvieron largos años sin verse y que luego comenzaron a hacer música juntos. El film que tardó varios años en gestarse no obstante se enfoca más en la relación íntima entre estas dos figuras –un nombre reconocido y talentoso, y el hijo que también es un músico talentoso pero quizás siempre esté bajo la sombra de su padre- que en la vida profesional de ambos. El propio César en algún momento dice que su relación es de padre-hijo, “lo que no está definido es quién es el hijo”. Lo cierto es que al enfermar Horacio, César se muda con él y lo acompaña y lo cuida. La película de Carolina Neal, quien además de narrar –en español pero con claro acento extranjero, lo que a simple vista parece raro, sobre todo en una película con tan fuerte presencia de algo tan argentino como el tango, pero rápidamente nos acostumbramos- aparece en pantalla algunas pocas veces, siempre de manera medida, para que el protagonismo lo tengan ellos dos, es una historia de amor y familia que se siente cercana y honesta. El guión además permite estructurar la historia, ser concisa y entretenida, y que fluya de manera natural. Más allá de tener muchos elementos propios del documental, la directora no se regodea en ninguno de ellos y entrega una película además con muy buen ritmo. Conmovedora, “Salgán & Salgán” es un film que puede disfrutar cualquier persona que aprecie una linda historia, sin necesidad de tener que ser un conocedor del tango. Lo cierto es que el hecho de que uno sea un músico famoso es arbitrario, acá el enfoque está mayormente en la figura del padre y la figura del hijo, dos roles complejos en la vida de cualquier persona.
El Woody Allen nuestro de cada año esta vez vuelve a poner en el foco la filosofía de Dostoyevski. Con una temática que ya trató de manera brillante en Crímenes y pecados y en la menos efectiva Match Point, la película que decide estrenar este año es quizás una de las más maduras y logradas de su filmografía más reciente. Lo nuevo del director comienza como un drama ligero romántico. En él, Abe, un profesor de filosofía que hace tiempo que no le encuentra el sentido a la vida y se encuentra en su vida con problemas como el alcohol y la impotencia sexual, llega a una universidad nueva donde conocerá a una joven estudiante, Jill, brillante y muy bonita que se enamorará de él inmediatamente. Él está interpretado por el siempre brillante Joaquin Phoenix, actor que además con su filmografía ha demostrado saber elegir proyectos y directores para los cuales trabajar. Ella está interpretada por Emma Stone, segundo protagónico consecutivo con Woody Allen, esta vez aportando una actuación mucho más fresca, natural. La nueva musa está más linda y magnética que nunca, hechizando con su sola sonrisa. A Jill le enamora no sólo las ideas de su nuevo profesor de filosofía sino la figura de un hombre que sufre. La diferencia de edad, tema recurrente en la filmografía de Allen, no sólo no es un problema sino que ni siquiera se tiene en cuenta. “Es muy radical, muy original. Lo amas o lo odias”, lo define ella a Abe. Lo que destaca a esta pareja son otras diferencias, como las que él le resalta como elogio en su ensayo, las veces que sus ideas se contradicen. Pero mientras Abe se entrega al alcohol y vive cada día de manera mecánica y sin interés alguno, aparece otra profesora, Rita (Parker Posey), también inmediatamente atraída por él, casada, con quien él intenta tener algo pero no funciona. Con su estudiante, en cambio, prefiere alejarse, más allá de que lo precede la fama de acostarse con sus alumnas. La perseverancia de la joven, quien va dejando de lado a su perfecto novio de su edad para acompañar constantemente a Abe en diferentes actividades y largas conversaciones, lleva a que casualmente sean testigos a través de una conversación de bar de la historia de una mujer a la que le van a quitar la tenencia de su hijo por culpa de un juez corrupto. Desear no alcanza, para que las cosas sucedan hay que actuar, se dice Abe. Ahí hay algo que recuerda también a Extraños en un tren. Por primera vez Abe parece encontrarle el sentido a su vida. Y el tema de la moral cobra importancia. La moral y los diferentes puntos de vista que uno pueden tener al respecto. Abe comienza a cuestionarse, ¿puede estar mal hacer algo que a la larga va a convertir el mundo en un lugar un poquito mejor? ¿Si hacemos algo que está mal pero por una buena causa merecemos ser castigados o deberíamos ser absueltos? Jill representa lo racional, aunque por algún momento juegue a ser transgesora y aventurera, y Abe es el hombre irracional al que da título la película. Lo último de Allen es además una película sobre las decisiones que tomamos y las consecuencias que éstas pueden traer y aprender a asumirlas como producto de nuestro actuar. A la vez le suma algo sobre lo que el director ya se ha explayado tanto en películas como en entrevistas y tiene que ver con el papel que ocupa la suerte, la casualidad, en la vida del ser humano. Si dependemos tanto de la suerte no somos libres. Es así que a partir de la segunda mitad la película va tomando tintes más oscuros y profundos, pero siempre con el tono ligero que mejor le sienta al director. Y la resolución quizás sea incluso más madura que las de las otras dos películas a las que inmediatamente rememora el film, mencionadas Crímenes y pecados y Match Point. Irrational man quizás no esté en el top de las mejores películas de Allen pero sí entre sus mejores últimas películas. No se acerca lo suficiente a esa obra maestra que es Crímenes y pecados, pero es la conjunción perfecta de una historia oscura con tintes románticos (al mejor estilo Allen, para quien el amor nunca es rosa). Además, el trío que conforman Phoenix, Stone y Posey se luce en conjunto y por separado. La música y la fotografía terminan de complementar una historia quizás ya contada pero, como dijo Jarmusch, la cantidad de historias por contar es finita, la manera de contarlas es infinita, y Allen sigue teniendo cosas nuevas para aportar.
La guionista y directora Victoria Miranda se pone tras las cámaras de tres historias de ¿amor? que se van cruzando entre sí, con ciertos paralelismos. Financiada gracias a la plataforma de crowfunding Idea.me, “Eso que llaman amor” es una película pequeña, rodada sólo en 20 días, que no pretende retratar qué es el amor (tarea difícil si me preguntan) sino que se enfoca en relaciones en que sus propios protagonistas gritan las palabras “amor” pero sin parecer saber realmente de qué están hablando. Es por eso que más que retratos de historias de amor, parece ser la obsesión el tema principal. Miranda pone como protagonistas de cada una de estas tres historias a tres mujeres, de vidas y ambientes diferentes, pero que terminan dependiendo demasiado de una pareja, de un hombre, que en general no las valoran y no se portan bien con ellas, pero esa obsesión a la que hacía referencia previamente no las deja avanzar sin ellos. Las tres mujeres son personajes rotos, frágiles, que al no estar bien con ellas mismas no logran nunca formar una relación estable y caen en esas relaciones más bien enfermizas. La directora presenta a cada personaje por un lado y luego va y viene en el tiempo para ir conectándolos. En general estas conexiones están bien, no se sienten forzadas, y las historias, a la larga muy parecidas, en especial las dos primeras, al menos en las actitudes de ellas, terminan reforzando la idea. El guión tiene algunas flojezas, como ciertas cosas muy subrayadas y obvias, pero en general presenta, sin necesidad de ninguna historia muy original (a la larga son historias que en el cine vimos muchas veces), un lindo abanico de personajes femeninos acompañada por una linda banda sonora original. El problema es que el género femenino termina pintado como un poco débil, sabemos que en el fondo todos queremos ser amados pero acá está todo tan subrayado que se le siente un poco la falta de dimensión especialmente a las dos primeras historias. Chiquita, honesta y sin muchas pretensiones, un retrato sobre lo que la falta de amor y la necesidad imperiosa de amar y ser amados puede provocar en las personas.
La nueva película de Michel Gondry (director de una trayectoria interesante pero que sin duda tuvo su momento cumbre con una de las mejores películas de los últimos tiempos, “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”) vuelve a contar una historia de amor y esta vez del modo más surrealista que puede hacerlo. Para eso contó con un trabajo de arte muy cuidado y creativo, sin duda producto de una imaginación desbordante. Así, Gondry sitúa a sus dos protagonistas en un mundo que se parece al nuestro pero nunca del todo. Basada en la novela póstuma de Boris Vian, el protagonista es Romain Duris, uno de los actores franceses que más ha trabajado en los últimos años, en el papel de Colin, un hombre que quiere enamorarse a toda costa pero no lo logra hasta que acude a una fiesta donde conoce a Chloe, Audrey Tautou (quien ya protagonizó con Duris la trilogía del director Cédric Klapisch), una muchacha bonita y adorable a la que un día le crece una flor en el pulmón y a partir de ahí enferma y, cada vez más débil, debe ser tratada con mayor cuidado. A partir de ese momento es fácil suponer para qué lado, y tono, apunta la película. Y además, una de las decisiones estéticas más simples e interesantes, el director decide que la película vaya perdiendo color a medida que la historia avanza y ésta se va tornando más dramática. “La espuma de los días” es una película inventiva, colorida y divertida, más allá del tono dramático que va adquiriendo a medida que se sucede. Su director incluso se permite un pequeño papel en ella y entrega una propuesta bella que, de todos modos, no puede evitar depender más de lo visual, donde es desbordante, que de lo narrativo, donde apela a una trama más bien simple y predecible. En medio de tanta imagen hay unos cuantos símbolos interesantes (algunos más obvios que otros) y si bien su duración es un poco más extensa quizás de lo necesario lo cierto es que es una película muy disfrutable.
La idea que se puede conocer desde el trailer sin duda es interesante. Un grupo de amigos reciben extraños mensajes de la cuenta de una compañera que murió hace exactamente un año. A partir de ese momento, comienzan a pasar cosas extrañas. Lo curioso, que quiere ser novedoso pero lo cierto es que no sorprende demasiado, es que apela a mostrarnos toda la película desde la pantalla de una computadora, es decir, algo así como lo que hace Nacho Vigalondo en Open Windows. A diferencia de cualquier película found footage, al menos en “Unfriended”, dirigida por Levan Gabriadze, nos vamos a encontrar con cámaras en general quietas, a diferencia de las nerviosas que el subgénero nos quiere hacer creer que son lo más normal y realista del mundo. No obstante, entre los juegos de luces, las conexiones y desconexiones, se va generando algo que a la larga no difiere demasiado de ese bendito subgénero. En “Unfriended” se apela principalmente a retratar el mundo de las redes sociales. Facebook y Skype pasan a ser los dos grandes protagonistas de una película que, como adivinaron, presenta a actores desconocidos. Sin embargo, el tema principal de la película es el bullying, y lo que el film hace es mostrar cómo hoy en día con las viralizaciones de videos a través de las redes sociales, lo que uno sube a la internet queda ahí. “La internet no está escrita con lápiz, Mark, está escrita con tinta”, le dice Erica Albright a Mark Zuckerbeg en la película de David Fincher sobre el creador de la famosa red social y acá esto se aplica de manera perfecta. Generar de eso una película de terror parece una idea al menos divertida, original, la idea de que algo que comience como una broma termine derivando en la posibilidad de estar siendo acechados por un fantasma, el problema es que en “Unfriended”, ésta se agota rápidamente. El principal problema de la película es justamente ése: que como película de terror no funciona, más allá de que sí lo hace como retrato de una sociedad actualmente conectada todo el tiempo a través de diferentes plataformas, especialmente con los adolescentes siempre protagonistas de estas películas, en medio de la vorágine del día a día. Así, “Unfriended” es una película que no aprovecha ideas y en su lugar se termina pareciendo demasiado a cualquier otra película del subgénero found footage, con una estructura típica y así, cero sorprendente, además de un guión con sus flojezas. Parecía interesante, pero termina siendo una más.
“Duelo al sol” es una película que data del año pasado y el primer largometraje de un francés llamado Jean-Baptiste Léonetti. Protagonizada casi exclusivamente por Michael Douglas y Jeremy Irvine, la película es un enfrentamiento entre dos personas dispuestas a todas por salirse con la suya, sea eso tener un buen negocio económico o vivir para volver con la mujer a la que ama. Respirando mucho del cine western (esos paisajes sin dudas ayudan muchísimo a que así sea), lo cierto es que el film se toma unos largos minutos para levantar vuelo. Primero, un prólogo romántico prácticamente innecesario. Después, un conflicto que tarda en aparecer. Pero lo cierto es que cuando lo hace, el film se torna mucho más interesante y atrapante de lo que uno podría suponer. La historia es la de un cazador cazado, ese duelo al que hace referencia el título en español es un enfrentamiento en una zona hostil, que surge de un imprevisto, de algo que no sale como debería haber salido. Un accidente y dos personalidades opuestas y por lo tanto dos ideas diferentes de enfrentar ese problema deriva en un duelo intenso y sádico. Pero lo cierto es que más allá de contar con un desarrollo atractivo, en el último tramo el film vuelve a decaer y se termina encontrando con una resolución ridícula. Michael Douglas está muy bien como el hombre rico que sólo quiere tener poder, dinero y además hacer lo que se le dé la gana, es un actor de vasta experiencia por lo que eso no sorprende. Su contrapuesto, Jeremy Irvine, es en cambio joven y aún no termina de desarrollarse como actor, más allá de algunos papeles importantes siendo su debut cinematográfico en “Caballo de guerra”, y la diferencia entre ambas interpretaciones es notable. “Duelo al sol” termina resultando un film irregular, inspirada sólo en su desarrollo medio, en el cual el suspenso se apodera del relato. Si bien parte de una idea simple (dos hombres solos en el desierto en el que sólo uno puede sobrevivir), ésta podría haber sido buena, sin embargo el film no sólo se resuelve de manera poco inspirada, sino que incluso algunos detalles narrativos parecen demasiado forzados y algunos recursos cinematográficos (como ciertos zooms un poco bruscos incluso) no terminan de funcionar… y a la larga se termina sintiendo una película fallida.
Los portugueses Joaquim Pinto y Nuno Leonel entregan un retrato íntimo sobre la figura del pescador en Rabo de Peixe. Entre 1999 y 2001 está rodada esta película en la aldea de Rabo de Peixe, en las islas Azores. Pero recién luego de casi quince años ésta es montada y terminada como el producto que hoy se estrena. En Rabo de Peixe se retrata a la figura del pescador, aquel trabajo que le pertenece al hombre libre y es más emocionante por ejemplo que el del obrero, aunque sin sus seguridades. El pescador se aleja y se introduce por un rato en otro mundo, y Pedro, el protagonista de esta historia mínima, tiene su crisis profesional porque el agua no es un lugar seguro (tampoco a nivel económico hoy) pero sólo allí se siente libre. “El fondo del mar”, ese lugar tan extraño como atractivo, donde conviven el misterio, el miedo y la esperanza, como lo dice el narrador del film. Se hace presente entonces la temática de la sobrepesca industrial global (porque la pesca ha alimentado principalmente la industria de esa aldea y hoy en día ese trabajo artesanal ya no es reconocido como tal) pero el enfoque está mayormente en la figura de estos hombres y su oficio. “Me hago películas en la cabeza sobre lo que se encontrará”. “Ficción y realidad a veces se confunden”. El film está narrado así de manera bella y poética. Junto a algunos recursos más habituales del documental (en especial, el televisivo), los directores además le suman experiencias personales, reflexiones y filmaciones más caseras e inexpertas que le terminan de sumar al tono intimista logrado. Melancólico, Rabo de Peixe es el retrato vivo de un grupo de hombres que aman su profesión y ser libres y, aunque no sea seguro ni a nivel económico salvador, es el único modo en el que logran ser ellos mismos.
La película de Víctor Bailo que nace de una investigación de posgrado pone en escena al grupo ambientalista “Unidos por la Laguna de Rocha”, pero también retrata a La laguna como un personaje más. La Laguna de Rocha a través de un año en su vida. Así elige Víctor Bailo contar la historia de aquel ecosistema en este documental con tintes ambientalistas, en cuatro capítulos, uno dedicado a cada estación del año. Filmado de manera convencional, siempre en planos exteriores y recorriendo de a poco La laguna, la película introduce primero el tema ecológico brevemente y luego se va introduciendo en la vida de gente que vivió allí desde hace años, que ven en La laguna imágenes de su niñez, o que llegaron de otro lado para quedarse allí, en ese lugar tan calmo. Pero también los aportes de ambientalistas, biólogos y funcionarios en el medio terminan de contextualizar. El film se torna desparejo en su idea de por un lado retratar lo referente al medioambiente y la contaminación y por el otro la gente que convive allí, que hizo de ese lugar su hogar. Pero es que donde comienza a desviarse especialmente es cuando introducen testimonios de cosas extrañas que pasan en ese lugar, como la sensación de presencias que nunca parecen demasiado creíbles. No está mal que se quiera indagar en lo misterioso que rodea al lugar, pero no logra hacerlo de la manera adecuada. El principal acierto de La laguna es el de mostrar una realidad no siempre conocida, y que sin dudas merece ser tratada. Por el otro, el film no escapa a escenas redundantes y más largas de lo necesario, y si bien dura una hora veinte se termina tornando un poco larga.