Pájaros enojados y muy divertidos En diciembre de 2009, la empresa finlandesa Rovio Entertainment lanzó al mercado un videojuego (inspirado en Crush the Castle) llamado Angry Birds. Muy sencillo de jugar, ya que el objetivo principal era controlar a diversos pájaros cuya misión era la de recuperar los huevos que les habían robado unos cerdos verdes muy hambrientos. En los sucesivos niveles sus enemigos se encontraban en distintas plataformas que debían ser derribadas lanzando mediante una honda a los plumíferos contra ellas. A medida que se avanzaba en el juego, se iban desbloqueando otros pájaros con distintas características que servían para superar las crecientes dificultades. Para que se den una idea del éxito de este producto hay dos hechos que merecen ser mencionados. Desde su lanzamiento, se descargó más de un billón de veces a través de todas sus versiones, convirtiéndose en el juego más vendido de la historia en soportes móviles. Y el segundo, en 2014 Edward Snowden dio a conocer que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos y su homóloga británica, el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico (GCHQ), desde 2007 habían usado el videojuego para espiar a los usuarios y recoger información sobre sus vidas (edad, sexo, estado civil, finanzas, orientación sexual, etc.). El fenómeno global de este producto desembarcó en todos los ámbitos con toda clase de productos y así llegó la, en principio, complicada tarea de adaptarlo a la pantalla grande. Es por eso que hoy estamos hablando de “Angry Birds - La Película” (“The Angry Birds Movie”, 2016), uno de los filmes de animación más entretenidos del año. En una isla llena de pájaros que viven todos felices y que, curiosamente, no pueden volar, se destaca Red (Jason Sudeikis). ¿Por qué? Porque tiene un mal temperamento y no encaja muy bien en ese lugar. Su genio podrido es lo que lo lleva a que lo obliguen a hacer terapia en donde conocerá a otros personajes variopintos como él: Chuck (Josh Gad), un pájaro amarillo hiperactivo; Bomb (Danny McBride), que se detona solo y Terence (Sean Penn), del que sólo se conoce su gruñido. Todos ellos estarán bajo la atenta supervisión de Matilda (Maya Rudolph), que intenta ser muy zen con todas sus fuerzas. Estas características que los destacan y, a la vez, los separa del resto les vendrán muy bien cuando haga su aparición el rey cerdo Leonard (Bill Hader) y su malvada piara que llegan hasta la isla con un siniestro plan: llevarse todos los huevos para comérselos. Red, Chuck y Bomb harán todo lo posible para rescatarlos y, en el interín, responderán la eterna pregunta: ¿Por qué están enojados? Película sorpresa, así se define a esta obra. Porque es de esos largometrajes que no inspiran confianza anticipadamente: adaptada de un videojuego en el que no hay una gran historia, directores debutantes, todo lo que presupone que están lucrando con un producto más que en hacer una película. Pero hay que decirlo, el film es muy divertido, con unos personajes adorables, bien definidos y muy, muy graciosos (Chuck es el mejor, sin dudas). La animación no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones de Pixar y la historia está llena de gags y chistes con el timing justo y puestos en los lugares adecuados. La recomendación, obviamente, es que si pueden la vean en su idioma original. El film gana mucho así. Angry Birds es una de las sorpresas de este año y, con la escena que hay poscréditos, promete una secuela muy pronto. El consejo: vayan volando a verla. (Perdón, era imposible no escribirlo).
Peleados por culpa del Gobierno Hay eventos en el mundo del cine que paran absolutamente todo. Películas que son muy esperadas por los fanáticos, que se convierten en un suceso mundial y que opacan cualquier otra cosa. Piénsenlo bien: un filme del que se habla en todo el planeta Tierra. Es fuerte, ¿no? “Capitán América: Civil War “ (Captain America: Civil War, 2016) es uno de esos largometrajes. Y si usted, querido lector, es de esos fans acérrimos que no puede más con la ansiedad de ver esta obra, quédese tranquilo. Esta película es, con creces, la mejor de superhéroes filmadas hasta el momento. El Capitán América (Chris Evans), Falcon (Anthony Mackie), Viuda Negra (Scarlett Johansson) y la Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen) se encuentran tratando de que Crossbones (Frank Grillo) no robe un arma biológica. Tienen éxito pero, como en la mayoría de sus misiones, hay demasiada destrucción y muertes de civiles. Y esto se convierte en la gota que derrama el vaso. El equipo de Los Vengadores recibe la visita de Thaddeus “Thunderbolt” Ross (William Hurt), que ahora es Secretario de Estado y les informa que la mayoría de los países están de acuerdo que se firmen los Acuerdos de Sokovia. ¿Para qué sirven? Esto permitiría que los superhéroes sean supervisados y controlados. Por supuesto que comienzan las discusiones sobre si firmarlos o no. Por un lado están los que se oponen, liderados por el Capi; y por el otro Tony Stark (Robert DowneyJr.) y los suyos, quienes creen que ha llegado el momento de que alguien les ponga un freno. Esto crea una rispidez que se intensificará cuando, en plena firma del acuerdo, un atentado terrorista mate al Rey T’Chaka (John Kani) de Wakanda y el acto le sea atribuido al Soldado de Invierno/ Bucky Barnes (Sebastian Stan). Por un lado, Steve Rogers va en ayuda de su viejo amigo, y por el otro el Príncipe T’Challa jurará vengar la muerte de su padre y así aparecerá Black Panther (Chadwick Boseman). Mientras la grieta entre ambos lados de sigue ensanchando, poco a poco se verá que entre las sombras un hombre llamado Helmut Zemo (Daniel Brühl) es la mente criminal detrás de todo lo que está pasando. Hay tantas cosas por dónde empezar. En principio, estamos antes el mismo equipo de directores y guionistas de Capitán América y el Soldado de Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014), que conocen y mucho lo que están contando (personajes, trama, universo, etc). Y se nota. Por algo van a repetir en las dos partes de Avengers: Infinity War. La historia está basada en el mítico cómic de Mark Millar editado en 2006 “Civil War”, que consta de siete volúmenes. Pero es sólo una inspiración, ya que aquí va por otros rumbos. Lo que tiene de poderoso este filme es que se pone un poco serio, y eso hace que cobre intensidad. Los detractores de Marvel le achacan que sus películas son livianas, y este décimo tercer largometraje de la compañía acaba un poco con eso, sin dejar de lado su esencia. Tiene más profundidad, tiene el humor característico en sus dosis justas, tiene la cantidad necesaria de profundidad en cada personaje principal. Es compacta, sólida y muy bien narrada. Es el filme más largo de la saga filmado hasta el momento y ni se nota. Capitán América: Civil War da inició a la Fase 3 del MCU (Universo Cinemático de Marvel) y, hay que decirlo, destroza a su competidora DC/Warner en la pantalla grande. Es que Marvel ya tiene tanta historia con sus filmes que puede autorreferenciarse (hay guiños al menos a seis filmes anteriores). Presenta grandes personajes nuevos Black Panther y Spider-Man (Tom Holland), y se sabe que puede seguir estrenando otros. Es gigantesco lo de estos muchachos. Dos cosas antes de terminar: hay un par de escenas más, así que quédense hasta el final de los créditos. La otra, el enfrentamiento entre los dos grupos en el aeropuerto difícilmente podrá ser superada y eso sólo vale la entrada. Es SUBLIME (sí, con mayúsculas). Empáchense de cine y por ningún motivo dejen de ir a ver esta película. Se los pido por favor.
"Goodnight Mommy", terror demasiado anticipado No muchas veces se tiene la chance de que se estrenen películas oriundas de países como Austria. Tal vez sea por su exitoso paso por diferentes festivales de cine del mundo o por venir con la chapa de que fue la seleccionada por ese país para representarlo en la entrega de los Oscar de este año a Mejor Película Extranjera (no quedó en la selección final), lo cierto es que a las pantallas argentinas llega "Goodnight Mommy" (Ich seh ich seh, 2014), que ofrece la rara oportunidad de ver y que se conozca un poco el cine austríaco. Pleno verano, una casa de campo aislada de todo, rodeada de bosques y cultivos de maíz, allí Lukas y Elías (Lukas y Elias Schwarz), dos hermanos gemelos, pasan su tiempo jugando y divirtiéndose. Ellos esperan pacientemente la llegada a casa de su madre (Susanne Wuest), que regresa tras una operación de cirugía plástica a la que se sometió. Cuando lo hace aparece con su rostro completamente vendado y su comportamiento es frío y distante. Además, exige tranquilidad y no ser molestada para que su recuperación sea más rápida. Este cambio de personalidad drástico, muy diferente a lo que los niños recordaban, hará que ellos comiencen a preguntarse si la mujer con la que está conviviendo es su verdadera madre o una impostora. Ópera prima para Severin Fiala y Veronika Franz, quienes además escribieron el guión, es un filme que va construyendo climas a lo largo de su recorrido. Capa tras capa los realizadores van cimentando esta obra que, a medida que se va desarrollando, va generando cada vez más preguntas en el espectador. Lo cierto es que puede parecer que lo hace de manera demasiado lenta y que tarda demasiado en llegar al clímax. Clímax que, por cierto, para un espectador avezado y que tiene mucho largometraje de género encima verá venir con bastante anticipación (sí, este periodista se imaginó el final a los 20 minutos de verla y sufrió con ese karma hasta que terminó). No se trata de arrogancia ni nada por el estilo, es que este filme remite a otros dos en particular por su similitud en contenido o porque comparte varias cosas con ellos: "El otro" (The Other, 1972) y "Dos hermanas" (Janghwa, Hongryeon, 2003). No vamos a contar cuáles son esos parecidos para no estropearle el filme al que no las haya visto. Vale decir que estos dos largometrajes sí son más de terror que "Goodnight Mommy", que vaya uno a saber por qué la "venden" así por estas pampas. Es más una película de suspenso con un par de escenas "de miedo" que otra cosa. Los chicos que eligieron -seleccionados entre 240 gemelos- participan por primera vez en un filme, y llevan bastante bien el peso protagónico que les da el relato. Un acierto puede haber sido que nunca les dieron el guión y que se filmó cronológicamente, logrando así el efecto deseado. Por su lado, Susanne Wuest es conocida y ya demostró en pantalla lo que puede dar. Su papel, que requiere de una ambigüedad casi exasperante, está muy bien logrado. Pero a la película le falta fuerza, espontaneidad y un poco más de sangre. Se pierde mucho en sensaciones y climas y va perdiendo fuerza en vez de ganarla. Para cuando llega la resolución el espectador está avispado de lo que pasa o ya no le interesa tanto saber qué ocurre. La apuesta es interesante, cómo se llevó a cabo tal vez decepcione un poco, pero es una gran oportunidad para ver cine de un país europeo diferente al que estamos acostumbrados. La ganancia puede llegar a ser esa. Y, a veces, no es poca cosa.
Antes y después de Blancanieves Si hacen un poco de memoria, recordarán que el año 2012 nos brindó dos películas sobre el mismo cuento de hadas: una era "Espejito, Espejito" ("Mirror Mirror") y la otra "Blancanieves y el Cazador" ("Snow White and the Huntsman"). La primera era bastante mediocre y la segunda tenía a su favor que nos mostraba a la heroína de una forma bastante diferente a la habitual que hacía al relato bastante más atractivo. Aunque, para ser sinceros, el filme tomó más notoriedad por el romance que tuvieron Rupert Sanders, su director, y Kristen Stewart, la protagonista. Es que el señor era un hombre casado y los paparazzi los agarraron in fraganti. Más allá de esto, a alguien se le ocurrió que podría ser una buena idea hacer una precuela-secuela de este filme y le dieron vida a "El Cazador y la Reina del Hielo" ("The Huntsman: Winter's War", 2016). El largometraje comienza contándonos hechos sucedidos antes de Blancanieves y el Cazador para retomar después de lo que pasó en ese filme. O sea que tenemos una secuela de una película sobre una princesa, quizás la más famosa de todas, en la que ella no aparece. Los rumores indican que Universal tenía planeada la secuela y, después de este escandaloso episodio romántico, se deshizo de la actriz. Por supuesto, el estudio negó todo y declaró que le parecía interesante explorar "otras opciones". Sí, claro. La historia primero nos cuenta la relación entre la Reina Ravenna (Charlize Theron) y su bondadosa hermana Freya (Emily Blunt) y cómo en ella, tras una desgarradora traición amorosa, se desatan sus poderes y abandona el reino para establecerse solitariamente en un palacio. Allí hará que su ejército destruya los poblados, asesine a la gente, rapte a sus hijos y los lleve ante ella para entrenarlos y convertirlos en hábiles y fuertes cazadores para así seguir conquistando territorios. Con el correr del tiempo, y cuando sean adultos, dos de estos niños se enamorarán: Eric (Chris Hemsworth) y Sara (Jessica Chastain), rompiendo así la única regla de Freya: mantener el amor fuera de sus corazones. Por supuesto que son descubiertos y ambos sufren el peor destino. Siete años más tarde, y después de lo sucedido en la primera película, Eric recibe el encargo de recuperar el Espejo Mágico que Blancanieves mandó a ocultar y que se perdió en el camino. Es que Freya descubre que puede resucitar a su hermana de las profundidades del espejo y así ambas forjar un reinado de terror invencible. Esta película tiene toda la pinta de estar "agarrada de los pelos". Es que parecería ser que ni siquiera el estudio se la tomó en serio. La primera no era una obra maestra pero al menos entretenía. Esta secuela, dirigida por el debutante Cedric Nicolas-Troyan, tiene como único atractivo a sus actores: Theron, Blunt y Chastain, en ese orden, le sacan todo el brillo que pueden a sus personajes en una historia, bastante mediocre por cierto, que no se sostiene por ningún lado. El pobre de Hemsworth queda opacado ante el trío y ni siquiera su facha lo salva en esta oportunidad. Los personajes secundarios son débiles e irrisorios y no suman nada. A veces los estudios deberían entender que no todo es hacer dinero y que, si a un filme le va bien, no hay que sacar inmediatamente una secuela/ precuela/ spin-off o lo que quieran para aprovechar ese éxito. El público no está esperando que lo hagan. Lo más lamentable es ver a semejante calidad de actores arruinarse el currículum de esta manera. En resumen, el cazador está fuera de temporada y la reina del hielo congela... nuestras pretensiones de ver buen cine.
"Avenida Cloverfield 10", un enigma de suspenso y sorpresa Cualquiera que tenga un poco de memoria va a recordar que en 2008 existió una película llamada "Cloverfield - Monstruo" (Cloverfield). Y si se pone a investigar encontrará que ese gran filme tenía como director a Matt Reeves, como guionista a Drew Goddard y de productor a J.J. Abrams, y este trío talentoso produce este nuevo largometraje llamado "Avenida Cloverfield 10" (10 Cloverfield Lane, 2016). Entonces, ¿es este filme una secuela de aquella joyita de la década pasada? La respuesta es no, aunque el vivillo de Abrams haya declarado que el estudio tiene un plan para unir a los dos largometrajes y así comenzar una franquicia que puede derivar en futuros filmes. Pero no se decepcionen porque esta película, más allá de no tener ese lazo sanguíneo, es tan buena o mejor como con aquella con quien comparte parte de su nombre. Tras una pelea con su novio, Michelle (Mary Elizabeth Winstead) decide armar rápidamente su valija y huir en su coche. Mientras la joven conduce por la ruta, escucha por la radio que se suceden misteriosos cortes de energía en todo el país. Pero su atención no está puesta allí, ya que mientras viaja recibe llamados de su pareja. Y es en esta situación confusa que tiene un violento accidente que la deja inconsciente. Cuando despierta se encuentra encerrada en una especie de habitación, esposada a una tubería y con la pierna maltrecha. Rápidamente entra en pánico y teme haber sido secuestrada, y no se queda tranquila cuando su supuesto captor, Howard (John Goodman), le explica que en realidad le salvó la vida porque, fuera del refugio subterráneo en donde se encuentran, hubo un terrible ataque con armas químicas o el primer paso de una invasión alienígena. Michelle comienza a creer un poco más en su excéntrico salvador cuando en el refugio se encuentra con Emmett (John Gallagher Jr.), un simpático joven vecino de Howard que ratifica sus dichos. Con el correr de los días, el trío irá entrando en confianza y empezando a convivir mejor en esta nueva situación apocalíptica. Hasta que, sin querer, los jóvenes descubren que hay agujeros en la historia de Howard y que sus vidas podrían estar en peligro Hace un poco más de dos meses se anunciaba este filme, que se completó sin que nadie se enterara y cuyo primer trailer se vio con el estreno de "13 horas: Los soldados secretos de Bengasi" (13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi, 2016). Así, rápido y contundente. Tres personajes, una historia potente y voilà: un gran filme. Es que también tiene muchos puntos a favor: tres personajes muy interesantes y atractivos; una trama que nos sitúa en un ambiente cerrado y claustrofóbico, con el desconocimiento de lo que ocurre afuera; unos actores que brillan y una música que pone los pelos de punta. "Avenida Cloverfield 10" es la ópera prima de Dan Trachtenberg, que tiene un par de cortos muy buenos: "Kickin'" (2003) y "Portal: No Escape" (2011), este último se puede ver en YouTube. A este chico hay que seguirlo porque hizo todo bien. En cuanto a los actores, John Gallagher Jr. nos compra desde el principio, Mary Elizabeth Winstead demuestra una vez más que no es sólo una cara bonita y que está lista para grandes cosas, y John Goodman tiene una actuación para aplaudir de pie. Está excelente y en sus hombros descansa la película. Dato de color: nunca se ve al Ben, el novio de Michelle, sólo se escucha su voz. Presten atención que la provee Bradley Cooper. ¿Quieren una gran historia de suspenso con un final que no lo van a poder creer? (sí, tiene una vuelta de tuerca fantástica). Ni lo duden, ésta es su película, señores. Perdérsela sería un pecado.
"El libro de la selva", un clásico que mantiene la magia "El libro de la selva", o "El libro de las tierras vírgenes", es una colección de historias escritas por el inglés Rudyard Kipling que vio la luz en 1894. Inicialmente, aparecieron publicadas en revistas entre 1893 y 1894 y en algunos casos eran ilustradas por John Lockwood Kipling, padre de Rudyard. En 2010, se supo que las historias fueron escritas para su hija Josephine, que murió a los seis años en 1899. "El libro de la selva" (y su secuela "El segundo libro de la selva", impreso en 1895) contiene cuentos a modo de fábulas que utiliza a animales para dar lecciones morales. En algunos aparece Mowgli, que son los más conocidos, y por supuesto que varían mucho de las versiones -sobre todo la edulcorada y más famosa de Disney- que se hicieron. Ahora nos llega esta con actores -bah, sólo el niño Nell Sethi- y es interesante saber que no es la primera que se hace. La primera fue "El libro de la selva" (Jungle Book, 1942), protagonizada por Sabu. "El libro de la selva - La película" (The Jungle Book, 1994), con Jason Scott Lee; "The Second Jungle Book: Mowgli & Baloo" (1997), Jungle Book: Lost Treasure (1998) y "The Jungle Book: Mowgli's Story" (1998). A modo de información, hay que decir que se hicieron cortos animados en la Unión Soviética, series en Japón, Bélgica, incluso coproducciones entre países como India, Alemania y Francia -todavía está al aire-, como para mostrar la universalidad de este texto. Mowgli (Neel Sethi) es un niño humano criado por una manada de lobos que son su familia. Pero cuando el temible tigre Shere Khan (Idris Elba) amenaza con matarlo, el niño debe abandonar la selva. Para lograr esto contará con la ayuda de Bagheera, la pantera negra (Ben Kingsley); y el oso Baloo (Bill Murray). En su camino Mowgli se encontrará animales fascinantes como la pitón Kaa (Scarlett Johansson), o el gigantesco simio Rey Louie (Christopher Walken), y también encontrará su verdadero destino en la vida. Nos encontramos aquí con otra gran adaptación del libro de Kipling, cortesía de Jon Favreau que a esta altura de su carrera actúa, produce y dirige cuando quiere. Y, por lo general, lo hace siempre bien. Cuenta con un buen guión de Justin Marks -que será uno de los dos guionistas de "Top Gun 2"- que toma algunas cosas del clásico de Disney (es una obvia referencia) y en otras prefiere apoyarse en el libro. Casi todo, por no decir absolutamente todo, está generado por computadora (paisajes, animales, etc) pero, a diferencia de otras películas, está hecho de una manera que no resulta ofensivo al ojo del espectador y con el correr de los minutos se torna creíble. Para ser el primer largometraje de Neel Sethi, el nene que personifica a Mowgli, la verdad es que se banca muy bien el peso de su protagónico. Otro acierto -si la ven subtitulada- son los actores que eligieron para poner sus voces. Idris Elba hace un Shere Khan realmente temible, y la voz sabia de Bagheera no podría estar mejor representada que por Ben Kingsley. Christopher Walken derorocha talento como el Rey Louie, y Bill Murray, como usualmente lo hace, se "come" la película, y eso que sólo escuchamos su voz. Dato de color: su hermano Brian Doyle-Murray también le puso su gola a Baloo pero en la película "The Jungle Book: Mowgli's Story" (1998). Lo único que habría que tener en cuenta es que, aunque la calificación es apta para todo público, probablemente no sea una buena idea llevar a niños de 5 años para abajo. El filme es algo oscuro y en algunas escenas podrían asustarse mucho. Dicho esto: las pesadillas de sus hijos corren por su cuenta.
Terror que vale la pena en "La bruja" Es el año 1630, Nueva Inglaterra. William (Ralph Ineson) es un granjero muy devoto que es echado por hereje de la comunidad junto con su esposa Katherine (Kate Dickie), su hija mayor Thomasin (Anya Taylor-Joy), su hijo Caleb (Harvey Scrimshaw), y los gemelos Mercy (Ellie Grainger) y Jonas (Lucas Dawson). Unos meses más tarde, la familia vive y trabaja en una granja que construyeron muy cerca del bosque y además tienen a un nuevo integrante, el bebé Samuel. Pero todo se empieza a desmoronar con la desaparición del pequeño, que fue secuestrado por una bruja. Al principio se aferran a su desmedida fe y dicen sus plegarias para protegerse, pero lentamente todo se va a ir desmoronando. Muy pronto sus sospechas sobre que algo maligno los acecha comenzarán a corroborarse. Primera gran película para el debutante Robert Eggers, que casi que nos instruye de cómo se fueron forjando -o la idea- los nefastos juicios por brujería de Salem ocurridos en los condados de Essex, Suffolk, y Middlesex, entre febrero de 1692 y mayo de 1693. Y la alusión a ese hecho es que lo que pasó ahí fue culpa de una gran "ignorancia", por simplificarlo de alguna manera. Eggers nos muestra a una familia cuya doctrina se basa en que todos son pecadores innatos y que todo lo que les pasa básicamente es por esto. Además de la fe ciega, también están los elementos como el despertar sexual de la hija, el miedo a lo desconocido, la hambruna que pasan, el bosque inmenso y siniestro, entre otros, que son parte de un pilar que va depositando lentamente al espectador en un clima sofocante y asfixiante. "La bruja" es más un largometraje de sensaciones que de terror en sí. Todo se intuye, nada se muestra explícitamente, no hay golpes de efecto o de sonido para sostener las sensaciones. Podría decirse que el realizador apela a los miedos más primitivos del ser humano y hace que salgan a la luz. Y ese logro es sorprendente. Tanto que, cuando termina el filme, uno recuerda las palabras iniciales que dice que la película se basa en diálogos y escritos de esa época y esas palabras toman un sentido más tenebroso. También hay que decir que el casting es fabuloso, y todos están perfectos en sus roles. Habrá que seguir las carreras de Harvey Scrimshaw y Anya Taylor-Joy, quien dicho sea de paso tiene raíces argentinas y se pasó la mitad de su vida entre Inglaterra y nuestro país. Por si les sirve como referencia, Stephen King dijo que lo aterró esta película. Y el grupo The Satanic Temple la promocionó y realizó varias proyecciones de ella. Jex Blackmore, su vocero, manifestó que el largometraje es "una impresionante presentación de la visión satánica que pondrá al corriente a la discusión contemporánea de la experiencia religiosa". ¿Sintieron escalofríos? No hay últimamente mucho buen exponente del cine de terror, y una vez que alguno merece nuestro respeto no hay que dejarlo pasar. Vayan tranquilos que, en definitiva, las brujas no existen…. Pero que las hay….
"Batman vs. Súperman", un encuentro que decepciona Hace tres años nos dieron la tremenda noticia de que la próxima vez que viéramos a Súperman en una película sería enfrentándose a Batman. Desde ese día en adelante comenzaron a crecer la ansiedad, las ganas, la curiosidad por ver a los dos superhéroes más importantes del universo DC (y porqué no del comiquero) en un mismo largometraje, hecho que no se había dado nunca antes. Al menos no con actores reales. Después de tanta espera, y de tanto "manijazo", llegó la hora, y basta una sola palabra para describir la experiencia: DECEPCIÓN. Así, con mayúsculas, y también con un poco de tristeza. Porque lo que podría haberse convertido en el evento cinematográfico del año termina siendo un fiasco de proporciones casi bíblicas. La película comienza con el enfrentamiento entre Súperman (Henry Cavill) y el General Zod (Michael Shannon), que ocurría casi al final de "El hombre de acero" (2013). En plena batalla los kryptonianos destruyen media Metrópolis, y entre uno de esos edificios que colapsan está uno que pertenece a Bruce Wayne (Ben Affleck), quien lo ve caer justo y por ende presencia la muerte de sus empleados. Allí se planta la semilla de discordia con Súperman. Un año y medio más tarde hay un serio, y cada vez más importante, debate: ¿Este superhéroe es una esperanza para la humanidad o una amenaza latente? Para el Caballero Oscuro la respuesta claramente es la segunda, y en todo este tiempo estuvo buscando la manera de ver cómo detenerlo. A su vez, Clark Kent también ha puesto su mira en Batman. Claro que para que las cosas llegaran a este punto, y sin que ellos lo sepan, hay alguien que estuvo moviendo las piezas de ajedrez indicadas: Y ese hombre es el inefable Lex Luthor (Jesse Eisenberg). Mientras la batalla del siglo casi explota en esta olla a presión, una amenaza mucho más terrible está por aparecer en el mundo, uno que el hombre jamás conoció. Hay varias cosas para analizar de este filme. No vamos a meternos en qué tan parecida -o no- es la historia a la de los cómics, basta decir con que hay varias referencias. ¿Es importante que las sepas? No necesariamente. El mayor problema que tiene este largometraje es su narrativa. Es caótica, atropellada, frenética, confusa, como si te pelearas con un borracho que te lanza golpes a diestra y siniestra sin sentido. El filme quiere abarcar muchas cosas, vaya uno a saber porqué. Se puede dividir tranquilamente en dos: la pelea entre los dos superhéroes, y la presentación de la Liga de la Justicia. Se tarda mucho en llegar a su conflicto y las razones por las que se terminan peleando son inconsistentes y con pocos fundamentos. Y lo segundo es casi caricaturesco de la forma en que se hace. Durante estos 151 minutos además hay flashbacks, sueños, delirios, y más sueños, para meter con fórceps a personajes y situaciones. Todo el tiempo te están tirando información de que la saga continúa, que vienen más películas, que esperes ansioso. Innecesario todo. Hay diálogos que son sumamente berretas, y personajes que están desperdiciados y otros desaprovechados. En cuanto a los actores: Henry Cavill no es un talentoso, pero acá lo tiraron al bombo. Jeremy Irons parece molesto todo el tiempo. Gal Gadot como La Mujer Maravilla sorprende gratamente, pero incluir a su personaje no tenía sentido. Ben Affleck, como lo dije siempre, brilla como Batman. Sin dudas, el mejor de la historia. Eisenberg falla en la construcción de su Lex Luthor y termina molestando muchísimo. Súperman y Batman se merecían mucho más que esto. Son personajes con una rica y basta historia, íconos de la cultura pop. Y este largometraje es un insulto hacia ellos. Dicen que de los errores se aprende, esperemos que los realizadores lo hagan. Pronto en lo posible.
Po regresa a sus orígenes Allá por el 2008 (sí, todos estos años han pasado), DreamWorks Animation, eterna competidora de Pixar, estrenó una película que le trajo bastante éxito: "Kung Fu Panda". La historia del oso panda que era seleccionado como el elegido para transformarse en el Guerrero Dragón, pero antes claro debía aprender artes marciales, se convirtió en un mega éxito. Los chicos adoraron al personaje y toda la mística oriental que traía el filme. Después hubo una segunda parte en 2011 que no fue tan buena -por el viejo error de creer que más es mejor- y ahora nos llega esta tercera película que redime un poco la saga y da pie a que tengamos artes marciales con animalitos e insectos para rato. Todo comienza cuando el Gran Maestro Oogway (Randall Duk Kim), en el plano superior donde se encuentra, se enfrenta a Kai (J.K. Simmons), un antiguo amigo suyo que se convirtió en villano por codicioso y por ende tuvo que combatir y vencer hace miles de años atrás. Ahora Kai volvió con un nuevo y ambicioso plan: está robando el chi de los maestros del Kung Fu -derrotándolos uno a uno-, con el único fin de tomar el poder y gobernar toda la China. Mientras tanto, Shifu (Dustin Hoffman) planea dejarle a Po (Jack Black) su lugar como Maestro del Palacio de Jade y le permite que empiece a entrenar a los Cinco Furiosos. El oso está tratando de adaptarse a esto cuando conoce a su verdadero padre llamado Li (Bryan Cranston), quien lo está buscando. Esto causa una enorme alegría en Po, y por supuesto los celos del Sr. Ping (James Hong), su padre adoptivo. Pero pronto todo esto pasa a segundo plano cuando se enteran de los planes de Kai y de que la única manera de derrotarlo es que Po encuentre el poder del chi que lleva dentro. Li, su padre, lo convence de visitar la aldea de los pandas en donde le ayudarán a controlarlo. Si tienen buena memoria -si no, pueden ir a chequear el DVD de sus hijos-, recordarán que la primera película de Kung Fu Panda comienza con un sueño que tiene Po en donde él se cree parte de los Cinco Furiosos y está combatiendo a un villano. Ese villano es Kai. Más allá de este dato, estamos ante una tercera parte de una saga que parecía agotada y de la que no se le podía sacar más jugo o hacer algo original. "Kung Fu Panda 3", primer filme animado coproducido con China, vuelve a contar con los mismos guionistas y directora, Jennifer Yuh, con el agregado de Alessandro Carloni como codirector. Todos conocen a la perfección la historia y a sus protagonistas, y esa sabiduría está plasmada en esta tercera entrega. Un gran punto a favor, y que no sucedió en los dos primeros largometrajes, es que tienen un poco más de escenas, o protagonismo, los personajes secundarios. Podemos verles más "la cara" a Grulla (David Cross), Mono (Jackie Chan), Víbora (Lucy Liu), Mantis (Seth Rogen) y Tigresa (Angelina Jolie). Dato de color: cuatro hijos de Brad y Angelina (Shiloh, Pax, Knox y Zahara) ponen sus voces haciendo de pandas. Esto claramente permite jugar un poco más con la historia y generar otros chistes y es un acierto que lo hayan hecho. Gracias a esto, el largometraje tiene mucho más humor que su antecesora y el agregado de pandas a doquier hace que los más pequeños adoren el producto. El CEO de DreamWorks ya confirmó que habrá más películas en la franquicia, así que será cuestión de esperar. "Kung Fu Panda 3" es una gran propuesta familiar que, a base de patadas-piñas-patadas, ternura y mucho humor dejará al espectador noqueado de la risa.
Continuación fallida En 2011 y con tan solo 23 años, la joven escritora Veronica Roth escribió y publicó su primer libro. Lo tituló "Divergente" y estaba orientado al famoso segmento jóvenes-adultos. Rápidamente se convirtió en un éxito en su país, y alrededor del mundo también. Un año más tarde, y en el mismo mes que sacaba la continuación, ya le había vendido los derechos cinematográficos a Summit Entertainment. Roth volvió a sacar una novela más, "Leal" (2013), y un spin-off de la trilogía llamado "Cuatro" que son con cuatro historias distintas (La Transferencia, El Iniciado, El Hijo, El Traidor y tres escenas adicionales). Todas estas obras se consiguen en las librerías de nuestro país. La primera adaptación llegó a las salas en 2014, "Divergente" y después le siguió "Insurgente" (2015). Hoy es el turno de "Divergente, la Serie: Leal" (2016), el final de la trilogía que, al igual que hicieron las sagas de Harry Potter, Crepúsculo y Los Juegos del Hambre, divide la historia original en dos películas. Ni haciendo esto, ni teniendo el nombre más extenso de todas, hacen que la película sea algo interesante. Después de las revelaciones ocurridas en el final de Insurgente, y mientras Chicago está sumida en un caos casi al borde de una guerra entre las facciones remanentes, Tris (Shailene Woodley) sigue con la idea de escapar y atravesar el muro que encierra la ciudad para ver qué hay más allá. Junto con Cuatro (Theo James), Christina (Zoë Kravitz), Peter (Miles Teller), Tori (Maggie Q) y su hermano Caleb (Ansel Elgort), a quien logra perdonar; forma un equipo que será perseguido por los guardias de Evelyn (Naomi Watts), quien se autoproclama líder de los sobrevivientes. Una vez fuera de Chicago, el grupo descubrirá que existen otros seres humanos que viven en instalaciones de ultra alta tecnología de algo conocido como la Oficina de Bienestar Genético. Este lugar es liderado por David (Jeff Daniels), un científico que le explica a Tris que ella es "pura" y que es la clave para una investigación científica que servirá para que el mundo vuelva a sus días de esplendor. Mientras tanto, los demás son enviados a hacer otros trabajos más sucios en los que descubrirán poco a poco la verdadera función de esas instalaciones. Tris y los suyos deberán hacer todo lo posible para volver a Chicago antes de que ocurra lo peor. Lo primero que hay que decir es que las películas basadas en sagas literarias para jóvenes-adultos están en su ocaso. Este filme llega tarde a la gloria que supieron tener, y es que el espectador va al cine sin acordarse -o importarle ya- que ocurrió antes. Más allá de este "cansancio", Leal logra aburrir al espectador sobremanera. Siempre son fascinantes los filmes sobre futuros distópicos y mundos colapsados y en ruinas porque llama a la imaginación, la intriga y la curiosidad por saber qué pasó. Pero ni todo esto hace que el largometraje encienda una mínima chispa de querer saber: es que los personajes son chatos, poco atractivos, la trama enmarañada, es obvio lo que va a suceder; y hasta da gracia que Tris, el personaje principal, que se supone que rompe los cánones establecidos sea tan complaciente en esta entrega. ¿Dónde quedó el espíritu guerrero de esta chica? Para colmo de males, todavía falta una más que se estrenará en 2017. Habrá que ver si a alguien le interesa en qué termina esta historia.