"Horas contadas", rescate del aburrimiento Las "Nor'easters" son tormentas de invierno muy poderosas que se producen a lo largo de la costa este de los Estados Unidos. Son enormes, tienen nieve, lluvia, granizo, producen inundaciones y grandes olas en el mar. Los fuertes vientos que soplan desde el océano (que a veces son aún más fuertes que en los huracanes) son el combustible para la tormenta. Esta clase de evento climático fue la que azotó Nueva Inglaterra el 18 de febrero de 1952, asolando numerosas ciudades de la costa este y llevándose a su paso a toda embarcación que se encontrara en el mar. Una de esas naves era el SS Pendleton, un buque petrolero que iba de Nueva Orleans a Boston y que, debido a la fuerza de la tormenta, fue partido en dos dejando a más de 30 marineros atrapados en la popa del barco mientras se hundía rápidamente. La historia de lo ocurrido ese día es de lo que trata "Horas contadas" (2016). Bernie Webber (Chris Pine) es un joven miembro de la Guardia Costera de Chatham, Massachusetts, un poco retraído y tímido, que tiene una carga pesada en sus espaldas por un accidente ocurrido en su pasado. Pero trata de salir adelante, y algo que lo ayuda y mucho es conocer a Miriam (Holliday Grainger), una mujer hermosa y con mucho carácter. El día en que Bernie va a informarle a su superior, el oficial Daniel Cluff (Eric Bana), que va a casarse ocurre una tremenda tormenta que destroza a un petrolero, el SS Fort Mercer. Cluff manda a parte de su gente a tratar de rescatar a los sobrevivientes, pero al mismo tiempo se enteran de que otro barco corre la misma suerte, el SS Pendleton. Este petrolero se parte en dos y la tripulación que se salva, liderada por el ingeniero en jefe Ray Sybert (Casey Affleck), hace lo imposible para mantenerse a flote con la esperanza de que alguien los rescate. Al enterarse de la existencia de otro buque en problemas, Cluff decide mandar a Webber y tres hombres más en la única embarcación que tienen: un bote salvavidas de madera, con escasos instrumentos de navegación, que deberá afrontar temperaturas glaciales, vientos huracanados y olas de más 20 metros de altura. Una misión decididamente suicida. El director de este filme es Craig Gillespie, realizador entre otras cosas de la digna remake del clásico "La noche del espanto" (1985), que se juntó con el trío de guionistas de "El ganador" (2010) y nos entrega una obra que tiene mucho olor a "vieja escuela". Sin contar qué pasó con este hecho verídico, así lo descubren en la sala de cine, el problema con este largometraje es que se asemeja más a un folleto explicativo que a una obra que debería atrapar al espectador en sus garras. Esto quiere decir que le falta "alma" y evita que el público sienta y viva en carne propia lo que está pasando en la película. Evita esa inmersión en la trama. Es correcta, bien filmada, algunas actuaciones están muy bien (Casey Affleck), otras están desaprovechadas (Ben Foster), otras hacen lo que pueden con lo poco que tienen (Eric Bana) y otras están afectadas (a Chris Pine se lo nota raro en su performance). La historia es tremenda, al igual que lo que ocurrió, pero este largometraje no logra recoger la épica y uno se olvida de lo sucedido antes de que terminen los créditos. Tampoco es un filme malo que no se deja ver, sólo que no se asemeja a, digamos, "Una tormenta perfecta" ( 2010), en términos de intensidad. Es demasiado pulcro para eso. Seguramente "Horas contadas" puede "rescatarte" de tu aburrimiento y "salvarte" de quedarte en tu casa.
Crónica de una noche infernal En la noche del 11 de septiembre de 2012, mientras se sucedía un nuevo aniversario del atentado a las Torres Gemelas, un grupo de manifestantes se congregaron frente a la embajada de los Estados Unidos en la ciudad de Bengasi, en Libia. Supuestamente querían protestar por una película estadounidense antiislámica que ridiculizaba al profeta Mahoma. Y el supuesto es porque otra de las teorías es que fue un ataque planificado por Al Qaeda contra la instalación. Lo cierto es la gente de seguridad del consulado creyó que los atacaban y abrieron fuego, agravando toda la situación. Esto desencadenó un ataque feroz y el posterior incendio de la embajada. Como consecuencia de todo esto hubo cuatro muertos: el embajador Christopher Stevens; Sean Smith, especialista en tecnología; y Glen Doherty y Tyrone Woods, dos operativos SEAL. Cómo se llega a esa situación y lo sucedido en esa noche es lo que pretende contar "13 Horas: Los Soldados Secretos de Bengasi" (13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi, 2016). La película se sitúa poco después de la caída de Muamar Kadafi y la guerra civil posterior que sumió al país en un caos. A ese lugar llega Jack Silva (John Krasinski), para trabajar como "contratista" en un anexo de la CIA que existe físicamente pero no en los papeles oficiales. Así se incorpora a un grupo de seis hombres de Operaciones Especiales formado por ex Navy Seals y operarios de la central de inteligencia, liderado por Tyrone Wood (James Badge Dale). Sus tareas son casi rutinarias y de protección del personal diplomático, pero cuando ocurre un ataque contra la embajada deciden intervenir, a pesar de no tener la autorización. Lo que sigue a partir de allí es la crónica de una noche infernal en la que deberán hacer lo imposible para proteger a sus compatriotas, tratar de salvar sus vidas y también la de sus compañeros. Este filme está basado en el libro "13 Hours: The Inside Account of What Really Happened In Benghazi" (2014), del escritor y profesor de periodismo Mitchell Zuckoff. Y lamentablemente es otro exponente "patriotero" tan característico de la filmografía del bueno de Michael Bay. Es como si el realizador se esmerara en cada oportunidad que tiene para que alguien del gobierno de su país le otorgue alguna medalla por su sentido de la lealtad o vaya a saber qué. Más allá de reconocerle su capacidad para realizar grandes escenas de acción, tiros y explosiones (siempre con el detalle de que llega a marear al espectador que en un momento no entiende quién dispara, dónde lo hace y contra quién), hay un sinsentido del relato. Sus personajes son cariñosos hombres de familia, con buenos sentimientos y poseedores de un patriotismo extremo, que se contradice un poco con lo que están haciendo allí. Recordemos: son "contratistas", léase mercenarios, pagados por una fuerza gubernamental para realizar trabajos sucios gracias al entrenamiento que recibieron. Eso provoca muchísimo ruido, al igual que algunos diálogos que son realmente patéticos. A Bay no le interesa contar el porqué del conflicto, sólo mostrar como héroes a unos ejemplares de dudosa moralidad. Es que, a pesar de todo lo que les pueda pasar, siempre aparece la misma sentencia: "¿Para qué fueron a un país al que nadie los llamó?". Algunos directores se plantearon la pregunta y lograron realizar excelentes obras; otros se dedicaron a la propaganda barata sólo vendible en su propio país. Si pueden desenchufar su cerebro y concentrarse sólo en la acción, no tengan dudas de que puedan llegar a pasar un buen momento. Si quieren pensar, olvídense. Esto es obra de Michael Bay y esa palabra no forma parte de su léxico.
"Zootopía", historia de una amistad poco común Judy Hopps (Ginnifer Goodwin) es una conejita que vive con sus padres y sus centenares de hermanos en Las Madrigueras, un lugar rural donde habitan todos los agricultores. Pero ella no quiere seguir la tradición familiar y sí seguir su sueño: convertirse en la primera coneja oficial de policía (todos los policías son animales grandes como rinocerontes, hipopótamos o elefantes). A pesar de que nadie tiene fe en ella, logra superar el riguroso entrenamiento y se gradúa primera en su clase. Por su gran esfuerzo, el alcalde Leodoro Leonzález la recompensa enviándola a la ciudad de Zootopia al Precinto 1, comandado por el Jefe Bogo. Judy no podría estar más feliz, ya que esa ciudad es un lugar en donde todas las especies de animales conviven en armonía en sus distintos hábitats y en donde cualquiera "puede cumplir su sueño y lograr lo que se proponga". Claro que una vez allí a la pobre le dan como tarea controlar parquímetros y poner multas. Todo lo que ella soñaba empieza lentamente a derrumbarse hasta que, por una situación fortuita, su jefe la pone a investigar la extraña desaparición de algunos depredadores. Pero tiene una condición: tiene 48 horas para resolver el misterio, de lo contrario deberá renunciar al Departamento de Policía. Judy aprovechará esta oportunidad aunque tenga que asociarse con Nick Wilde (Jason Bateman), un astuto y charlatán zorro, estafador experto, quien conoce todos los trucos, artimañas y animales que ella necesita para avanzar en la investigación. Esto es lo que propone "Zootopia" (2016), la nueva película de Walt Disney Animation Studios, que a pesar de que posee Pixar hace una década sigue desarrollando sus proyectos. Claro que, salvo dos o tres películas, nunca alcanzan el nivel de la progenitora de "Toy Story" (1995). Sin entrar en cuestiones técnicas ni de animación -prácticamente todas las compañías dedicadas al género tienen un nivel superlativo-, hay que centrarse en la historia. La idea es muy buena: una sociedad en donde no existen los humanos y sólo es habitada por animales, una coneja y un zorro (enemigos naturales) que se convierten en compañeros y amigos, la idea de acabar con preconceptos y prejuicios y el emblema de que todos los sueños pueden ser cumplidos si sólo se tiene la perseverancia de proponérselo. El problema más grande con "Zootopia" es que se toma demasiado en serio. Profundicemos: si se piensa bien, las grandes películas de animación no tienen tramas complicadas. Son pequeños problemas que para los protagonistas son enormes, ya sea porque son juguetes, peces, monstruos o lo que sea. De ahí el éxito y el aplauso por la idea y la imaginación. Con una ciudad que está compuesta por animales podrían haberse hecho millones de chistes, como el que hacen de los perezosos atendiendo una oficina pública. Esas escenas, en donde se desacelera un poco el ritmo, son brillantes. Pero los realizadores decidieron darle más "seriedad" al filme y ahí es donde perdieron. Tal vez sea porque a último momento cambiaron de protagonista e hicieron que Judy sea el principal antes que Nick. Demasiado trabajo y muy poco tiempo para hacer bien las cosas. Jason Bateman demuestra que no le hace falta más que su voz para poder actuar. Lo hace bien frente, y también fuera, de cámara. Tampoco hay que restarle mérito a Ginnifer Goodwin que brinda una adorable conejita. Ah, los latinos tenemos representante con Shakira, que además de tener el tema principal del filme le pone la voz a la estrella pop Gazelle. Si venden bien, seguramente habrá secuela. Sólo esperemos que le pongan más el ojo a la historia. No es mucho pedir.
Búsqueda de la verdad El periódico "The Boston Globe" ganó en 2003 el Premio Pulitzer, en la categoría Servicio Público, al dar a conocer la historia de una oscura y extensa red de encubrimiento de casos de abuso infantil perpetrados en la archidiócesis de la ciudad de Boston. Se descubrió que en los últimos 50 años la Iglesia Católica había "enterrado" las denuncias sobre sus curas que abusaban de los menores -sin distinción de género o edad-. Por supuesto que todo esto se mantuvo en el anonimato no sólo gracias a las altas esferas de la Iglesia sino también con la ayuda del poder político. Todo salió a la luz gracias a los dos años de ardua y tenaz búsqueda de la verdad por parte de Spotlight, la unidad de investigación del diario. "En Primera Plana" ("Spotlight", 2015) trata sobre este famoso caso -que hizo temblar los cimientos de la Iglesia Católica y repercutió en el mundo-, y el camino lleno de obstáculos que tuvo que atravesar el equipo de periodistas para llegar a la verdad. El director Tom McCarthy, más conocido tal vez por su rol de actor que de guionista o realizador, nos brinda una obra al mejor estilo del Hollywood clásico. ¿Por qué? Simplemente por la forma de contar la historia, los planos, el pulso narrativo, y lo que privilegia mostrar. El filme, casi intencionalmente, parece ambientado hace tres o cuatros décadas y no en principios de este siglo. Casi no hay escenas que muestren el uso de las nuevas tecnologías y sí un seguimiento al trabajo intensivo y exigente de los personajes y su trabajo periodístico. Es indudable que el director busca mostrar una semejanza con esos clásicos filmes de temática periodística como "Todos los hombres del presidente (1976), "Poder que mata" (1976) o "Detrás de las noticias" (1987), por nombrar sólo algunos. En el elenco están Michael Keaton como Walter "Robby" Robinson, el editor en jefe de la sección, y Mark Ruffalo (Mike Rezendes), Rachel McAdams (Sacha Pfeiffer) y Brian d'Arcy James (Matt Carroll), como los integrantes de Spotlight. Esta luminaria de nombres se completa con Liev Schreiber, Stanley Tucci y John Slattery. Keaton hace un trabajo soberbio, sólo superado por un Mark Ruffalo impagable. Tan bien están en sus papeles que los verdaderos Robinson y Rezendes, respectivamente, dijeron que ver las actuaciones de los actores era como "mirarse en un espejo". No por algo Ruffalo está nominado al Oscar a Mejor Actor Secundario, que ganaría si no fuera porque se lo van a dar a Sylvester Stallone casi con seguridad. A "En primera plana" le falta un golpe más de horno para que al espectador se contagie con la pasión de los personajes o se conmueva hasta los huesos con la historia. Más allá de esto, las seis nominaciones que tiene, incluida Mejor Película, dicen que es uno de los grandes largometrajes del año pasado que no hay que dejar pasar. Ah, sobre el final del filme, antes de los créditos, se dan las explicaciones de lo que ocurrió con la investigación y la suerte de cada uno de los protagonistas. Y posterior a eso, los casos de pedofilia perpetrados por curas alrededor del mundo. Si se fijan bien, van a ver que aparecen algunos acontecidos en Argentina. La película es una sólida y clásica apuesta de cómo contar una historia en la que lo importante es la trama y sus personajes, sin necesidad de perder tiempo ni desviar la atención en otras cosas. Una verdadera joyita que no deberían perderse.
Un nuevo comienzo ace cuatro décadas nacía uno de los personajes más emblemáticos que alguna vez nos diera el Séptimo Arte: Rocky Balboa. La película había sido escrita por un joven Sylvester Stallone que vendió los derechos del guión a cambio de que lo dejen protagonizar el filme. El largometraje tuvo 10 nominaciones a los premios Oscar de los cuales se llevó 3, incluyendo el de Mejor Película. Stallone rápidamente saltó a la fama y no sólo pudo concretar su sueño de actuar, sino también que le dieran más oportunidades para escribir y dirigir. "Rocky" (1976) era perfecta, y no tardó mucho en convertirse en una franquicia que le dio lugar a cinco películas más. La última, "Rocky Balboa" (2006), escrita, dirigida, y por supuesto, protagonizada, por Sly le dio la oportunidad a la estrella de cerrar la saga con bastante dignidad, luego de los "atropellos" que sufriera su personaje en algunos filmes anteriores. Cuando parecía que no veríamos nada más de El Semental Italiano, el director Ryan Coogler, gracias a su persistencia y tenacidad, convenció a Stallone de revisitar al personaje y es por eso que hoy tenemos "Creed - Corazón de campeón". La película comienza en 1998 mostrándonos a un niño peleándose con otro en un reformatorio. Ese pequeño es hijo del legendario Apollo Creed, sólo que lo tuvo con otra mujer y no con su esposa Mary Ann. Es justamente ella (Phylicia Rashad) quien saca al pequeño de ese lugar para criarlo como propio. Años después, Adonis (Michael B. Jordan) es un joven bien educado, con un buen empleo, que en sus ratos libres se dedica al boxeo. No pudiendo negar su pasado y la sangre que corre por sus venas, decide abandonarlo todo y dedicarse por completo a este deporte. Claro que tiene una gran idea para lograr convertirse en boxeador profesional: ir hasta Filadelfia y convencer a Rocky Balboa (Stallone) de que lo entrene. Reticentemente éste acepta volver a los rings, y mientras lucha por convertir al joven en un boxeador de primera línea, también peleará contra el oponente más feroz que tuvo que enfrentar en su vida. Rocky ha vuelto a la vida, señores, aunque con algunos cambios. Por ejemplo: es la primera película que no está escrita por Stallone, la primera en la que no pelea y también en que la palabra "Rocky" no está en el título. Pero, claro, la idea es que se inicie una nueva saga con un actor más joven. Y todo esto es raro teniendo en cuenta que el público lo que quiere es ver justamente a Rocky. Sylvester Stallone conoce al dedillo al personaje y toda su mística, y sabe perfectamente cómo interpretarlo, pero no es una película sobre él. Hay, obviamente, muchas referencias a los largometrajes anteriores, y aunque Michael B. Jordan hace un aceptable trabajo jamás va a generar la química y la empatía que logró Rocky. Stallone se corre maravillosamente del foco del filme e interpreta a su personaje abatido y cansado por los años, y le sale a la perfección. No por nada logró una nominación por Mejor Actor de Reparto para los Oscar (segunda vez por interpretar a Rocky Balboa) y que, si no hay una catástrofe, seguramente ganará. En detrimento de "Creed" va que hay demasiada referencia, y tanta similitud atenta contra la originalidad de la propuesta -hasta se filmaron dos finales-. Eso es lo que pasa cuando se quiere reflotar algo que había sido debidamente sepultado, y con honores, una década atrás. Lo bueno: Balboa revela quién ganó la famosa tercera pelea con la que termina "Rocky III" (1982). Creed no ganará por knock out, pero sí ajustadamente por puntos.
"El renacido", supervivencia al límite Hugh Glass fue uno de los exploradores que dejaron su huella en la historia de los Estados Unidos. No se conoce mucho de sus orígenes, pero sí que se hizo famoso por realizar un viaje de más de 320 kilómetros después de haber sido atacado y herido violentamente por una osa grizzly que le destrozó la garganta, le rompió una pierna y le comió parte del hombro. Glass fue dado por muerto y abandonado por dos de sus compañeros -John Fitzgerald y Jim Bridger-. Para encontrar ayuda tenía que ir hasta el Fuerte Kiowa, entonces comenzó a arrastrarse. Para sobrevivir hizo cosas como utilizar gusanos para que le comieran la carne muerta y así evitar la gangrena, comió bayas silvestres y raíces, hizo una balsa rudimentaria hasta que fue encontrado por unos nativos que le cosieron las heridas y lo ayudaron a llegar a destino. Después de una larga recuperación, fue en busca de Fitzgerald y Bridger para vengarse. Al segundo no le hizo nada, supuestamente debido a su juventud, y Fitzgerald se había enlistado en el Ejército y matar a un soldado estaba penado con la muerte. Esta odisea fue retratada, aunque los nombres son otros, en la película "Furia salvaje" (1971), protagonizada por Richard Harris. 45 años después esta historia vuelve a la pantalla grande de la mano del mexicano Alejandro González Iñárritu y del próximo -sin lugar a dudas- ganador del próximo premio Oscar al Mejor Actor Leonardo DiCaprio. Lo que se cuenta en este largometraje es, prácticamente, la historia relatada arriba, con algunos cambios sustanciales. Por ejemplo: Glass (DiCaprio) emprende su venganza no sólo porque es abandonado a su suerte sino también porque su hijo es asesinado por los hombres que debían cuidarlo (no hay registros de que el verdadero tuviera un hijo). Otra variación es que los traficantes de pieles francesas, acá retratados como antagonistas, en realidad lo ayudaron a regresar a salvo. Y el final que… Tranquilos, nada de spoilers. Sólo vamos a decir que las escenas finales fueron las que se filmaron en nuestro país. Los primeros 30 minutos son gloriosos, filmados de una manera impresionante con una fotografía increíble, cortesía de Emmanuel Lubezki. La escena en que la expedición es atacada por los indígenas es cruda, realista, violenta, tan bien hecha que es casi comparable a la del desembarco en Normandía de "Rescatando al Soldado Ryan" (1998). Perfecta. Inárritu elige una manera de filmar y de poner la cámara que, al principio, sirve perfectamente al relato pero que con el correr del tiempo atenta con el propio filme. Hace uso y abuso y lo que logra es irse de la historia, y para cuando la retoma -casi al final- es tarde. DiCaprio, que para este filme aprendió a disparar un mosquete, a hablar dos lenguajes de nativos americanos (Pawnee y Arikara) y hasta devoró en una escena un pedazo de hígado crudo siendo él vegetariano sólo para darle realismo a la toma, está soberbio en su actuación. Como nunca. El actor está muy bien acompañado por Tom Hardy, Will Poulter y Domhnall Gleeson (es el Samuel L. Jackson blanco, ya que aparece en todas las películas importantes). "El renacido" encabeza las nominaciones a los Oscar con 12, entre las que están Mejor Actor, como dijimos, Película y Director. Un filme que retrata el espíritu de supervivencia y lo que puede hacer un hombre llevado a circunstancias extremas. No se lo pueden perder. Ah, y hagan campaña por Leo porque, insistimos, verdaderamente se lo merece.
Cinco olas y... nada En mayo del 2013, la editorial Penguin Group publicó "La quinta ola" ("The 5th Wave"), el primer libro de una trilogía escrita que mezcla la ciencia ficción y la, tan popular de los últimos años, literatura juvenil. A esta obra, que obtuvo mucho reconocimiento por parte del público y la crítica, le siguió "El Mar Infinito" ("The Infinite Sea"), publicado en septiembre de 2014. La tercera y última parte, "La última Estrella" ("The Last Star"), saldría en mayo de este año. El autor de esta saga, Rick Yancey, que sería la estrella invitada de la próxima edición de la Feria del Libro de nuestro país, cuenta en la primera novela una invasión alienígena narrada desde el punto de vista de Cassie Sullivan, alternando el relato en ocasiones con Ben Parish (el chico más popular de su colegio y su gran amor) y su hermanito Sam. Yancey vio coronada su obra cuando Sony Pictures adquirió los derechos para adaptar al cine la trilogía, lo que seguramente el escritor no sabía era que lo harían de una forma paupérrima. Cassie (Chloë Grace Moretz) es una típica adolescente que vive con sus padres y su hermanito menor. Su única preocupación es tratar de que Ben (Nick Robinson), el chico popular del colegio y de quien está enamorada, le preste atención. Claro que todo esto cambiará cuando aparezca en el firmamento una enorme nave extraterrestre. Al principio, "Los otros", como llaman a los alienígenas, no hacen absolutamente nada más que mostrarse y que todos sepan que están allí. Pero pronto eso cambia cuando empiezan sus feroces ataques denominados "olas". Con la primera ola dejan sin energía al planeta, con la segunda inundan las ciudades, la tercera se relaciona con una peste y la cuarta tiene que ver con la invasión. Tras todos estos embates, Cassey y su hermanito logran sobrevivir, pero él es llevado hasta una base comandada por el Coronel Vosch (Liev Schreiber) en donde entrenan a los niños para defenderse de la quinta ola e intentar acabar con el invasor. O al menos eso dicen. Cassey, con la ayuda de Evan (Alex Roe), un extraño que conoció en el camino, irá en búsqueda de su hermanito mientras decide si puede confiar o no en el joven que acaba de conocer. Lo que tenemos aquí es el típico caso de un film con una premisa atractiva y prometedora que a la media hora no se sostiene y empieza a caerse en picada. Al largometraje no le faltan buenos actores, pero los grandes talentos de Moretz, Schreiber y Bello se chocan con las performances de los demás que parecen salidos de una mediocre tira juvenil de la tarde. Pero el problema también radica en el guión, algo extraño porque tiene un buen trío de escritores (Susannah Grant, Akiva Goldsman y Jeff Pinkner). Algunos diálogos son inverosímiles cuando no tontos, obvios y hasta baratos. Se entiende que este largometraje apunte al público adolescente, pero tampoco es cuestión de subestimarlos. Tal vez haya sido la poca experiencia del director, J. Blakeson, el poco cuidado en la trama, o un mal casting, lo cierto es que cada una de estas cosas atenta contra una película que podría haber sido un hit si se le encontraba el rumbo adecuado. Una lástima por Chloë Grace Moretz, que siempre elige participar de proyectos interesantes o aceptar roles muy ricos. Un pifie en su carrera que esperamos que no vuelva a repetir. ¿Habrá una segunda y tercera parte? Difícil, pero nunca se sabe qué puede pasar en Hollywood. "La quinta ola" viene con la intención de destruir a la humanidad, finalmente logra matarla, pero de aburrimiento.
Dan una de Tarantino... Les pido que hagan un ejercicio: piensen cuántas veces van al cine a ver una película por su director, sin importar la trama o el elenco. Son pocos los realizadores que logran que el público pise una sala de cine para ver su trabajo, ¿no? Podríamos nombrar a Steven Spielberg, Woody Allen, Martin Scorsese, Christopher Nolan, David Fincher y James Cameron, a modo de ejemplos. Y en esta selecta lista que haga cada uno también aparecerá (casi inobjetablemente) nuestro ex empleado de videoclub y cinéfilo acérrimo Quentin Tarantino. La diferencia, tal vez, con sus otros colegas es que el tipo dirigió hasta el momento -en una lista muy compleja- sólo ocho películas. Esto les hace dar una idea de lo importante que fue su incursión, lo que generó y la marca que dejó en la industria del cine. Después de la maravillosa "Django sin Cadenas" (Django Unchained, 2012), que le valió su segundo Oscar, vuelve al western con "Los 8 Más Odiados" (The Hateful Eight, 2015), un retrato perfecto de lo que significa el cine para él. Wyoming, pocos años después de la Guerra Civil. Una diligencia con el cazarrecompensas John "El verdugo" Ruth (Kurt Russell) y su prisionera Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh) se dirigen al pueblo de Red Rock en donde ella va a ser ahorcada. Pero una violenta tormenta de nieve hace que tengan que buscar refugio en La Mercería de Minnie, una cabaña cerca de las montañas. En el camino hasta allí se les unirá el Mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), ex soldado y que también se dedica a buscar fugitivos con la diferencia que prefiere matarlos, y que acarrea los cadáveres de cuatro de ellos. Y también Chris Mannix (Walton Goggins), un joven cuyo padre luchó con los Confederados y que afirma es el nuevo sheriff de Red Rock. Cuando llegan allí no encuentran ni a Minnie ni a ninguna de las personas que suelen estar allí, pero sí a cuatro personajes extraños: Bob el mexicano (Demián Bichir), que afirma que lo dejaron a cargo; el verdugo Oswaldo Mobray (Tim Roth), el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el retirado General Confederado Sandy Smithers (Bruce Dern). Todos ellos deberán aguardar allí hasta que el temporal pase en un clima tenso, pesado, lleno de dudas y desconfianza que se volverá insoportable. Tarantino afirmó que las influencias para hacer esta película fueron "El Enigma de Otro Mundo" (The Thing, 1982) -se la hizo mirar al elenco-, "Perros de la Calle" (Reservoir Dogs, 1992) y las series "Bonanza" (1959-1973), "El Virginiano" (The Virginian, 1962-1971) y "El Gran Chaparral" (The High Chaparral, 1967-1971). Y algo de eso se nota, además de un enorme conocimiento de los western (hay homenajes y guiños del género por todos lados). Tal vez no haya tanta sangre como en otras de sus obras, pero sí la crudeza, tanto en lenguaje como en lo que muestra, tan característicos de su filmografía. El director sabe mucho de cine y demuestra que puede hacer lo que quiere (en un momento se da el lujo de hacer una pausa, ir para atrás y relatar él mismo lo que sucedió al espectador). Hay violencia de género, racismo, misoginia, discriminación pero, aunque parezca increíble, todo esto sirve al relato para hacerlo verosímil y auténtico. Perfecta la banda de sonido del genio de Ennio Morricone, que ya se llevó un Globo de Oro el domingo pasado. "Los 8 Más Odiados" podrá parecerles larga, que tiene demasiados diálogos y hasta en algún momento aburrida, pero cuando salgan de verla van a notar que se sientes satisfechos. Eso es porque asistieron a un enorme festín de cine y probaron los manjares de uno de los mejores chef del Séptimo Arte. Buen provecho.
La timba detrás del crack Primera semana de estrenos de 2016 y podemos decir que la cartelera se engalana con uno de los mejores títulos: "La Gran Apuesta" (The Big Short, 2015). Este largometraje –otro que seguro va a tener nominaciones a los Oscar– se mete con la crisis financiera del 2008. Para ponernos en contexto, la economía estadounidense tocó fondo debido al colapso de la denominada "burbuja inmobiliaria" en 2006, que provocó un año después la llamada "crisis de las hipotecas subprime". No vamos a ponernos a hablar de economía ni a explicar los pormenores de lo que pasó, sólo basta recordar que fue esto lo que llevó a la crisis económica mundial del 2008 y que arrastró a buena parte del mundo, afectando principalmente a los países más ricos del planeta. ¿Nadie puro prever este desastre de proporciones catastróficas? Parece que hubo un grupo de personas que sí lo hicieron y que, en resumidas palabras, se aprovecharon de esta situación: apostaron contra el sistema para ganar millones de dólares. Y en esta gente focaliza su atención este excelente largometraje. La película comienza en el 2005 y sigue a varios personajes que fueron previendo lo que iba a pasar y, con todos prácticamente burlándose y riéndose de ellos, fueron en contra del mercado. Por un lado el Doctor Michael Burry (Christian Bale), creador del fondo de cobertura Scion Capital y el primero en vaticinar lo que vendría. Le sigue Jared Vennett (Ryan Gosling), un intermediario del Deutsche Bank en Wall Street que se contactó con el inversor y gerente de los fondos de cobertura de FrontPoint Partners Mark Baum (Steve Carell). Por último, la pareja formada por Charlie Geller (John Magaro) y Jamie Shipley (Finn Wittrock), creadores del fondo de cobertura Cornwall Capital Management que, con la ayuda del banquero Ben Rickert (Brad Pitt) lograron entrar a Wall Street para hacer sus negocios. Ver películas que reflejan crisis financieras o temas económicos es por demás complejo, y ese es el principal escollo al que se enfrentaba el director Adam McKay, hasta aquí conocido por las comedias "El Reportero: La Leyenda de Ron Burgundy" (Anchorman: The Legend of Ron Burgundy, 2004) y "Ricky Bobby-Loco por la Velocidad" (Talladega Nights: The Ballad of Ricky Bobby, 2006), entre otras. Pero McKay, que además ofició de guionista, lo sorteó muy bien tratando explicar lo mejor que pudo los términos bursátiles y movidas económicas (por ejemplo, utiliza a Margot Robbie o Selena Gomez como ellas mismas para explicarle al público). También hay una dosis de humor (muy) negro que ayuda muchísimo. No olvidemos que está basada en hechos verídicos de una crisis que dejó a millones de personas en la calle o sin empleo. El elenco es un dream team que deslumbra. McKay también utiliza imágenes de archivo, así como flashbacks que enriquecen el relato. Da miedo pensar que existen sujetos en la vida real con tanto cinismo y poder que manejan la economía mundial sin siquiera preocuparles las vidas de las personas a las que pueden perjudicar, pero es una realidad que este largometraje intenta exponer. La Gran Apuesta es la mejor inversión que pueden hacer en los cines esta semana. Apuesten su dinero que van a salir ganando. No lo duden.
Tres genios retratan la vida de "Steve Jobs" Si tuviéramos que hacer una lista de los 25 personajes más influyentes del siglo pasado, casi con seguridad que Steve Jobs ocuparía un lugar preferencial. Y, probablemente, estaría en las listas de todas las personas que hicieran este ejercicio. No es exagerado decir que el fundador de Apple modificó nuestra relación con el mundo para siempre, sea escuchando música, comunicándonos por teléfono, usando una computadora o viendo películas (fundó Pixar también). Su leyenda se acrecentó al morir muy joven y siempre quedará la incógnita por saber qué más le hubiera regalado a la humanidad. Ahora bien, ¿se puede vanagloriar a un genio visionario a pesar de ser una persona insensible, anárquica, superficial y bastante cruel? Algo de esto es lo que plantea Steve Jobs (2015), la nueva película del director inglés Danny Boyle. Para tratar de adentrarnos en la personalidad de Jobs (Michael Fassbender) el film se centra en el backstage de tres momentos clave de la vida del empresario. El primero, en 1984, con el lanzamiento de Macintosh en el De Anza Community College, en Cupertino, California. El segundo ocurre con la presentación de la NeXT Computer en el San Francisco Opera House en 1988. Y finalmente la aparición de la icónica primera iMac en 1998 en el Davies Symphony Hall de San Francisco. En cada uno de estos escenarios Steve Jobs lidiará con su obsesión por la perfección, sus contradictorias relaciones personales con personajes como Joanna Hoffman (Kate Winslet), Jefa de Marketing de Apple; Steve Wozniak (Seth Rogen), su cofundador; o el CEO John Sculley (Jeff Daniels). Además de las personas que lo hacen sentir más vulnerable como su ex novia Chrisann Brennan (Katherine Waterston), con quien tuvo a su hija Lisa (Perla Haney-Jardine), a quién se negó a reconocer durante muchos años. Este es el tercer largometraje que intenta retratarnos la vida de Steve Jobs tras la muy buena película hecha para televisión Los Piratas de Silicon Valley (Pirates of Silicon Valley, 1999) y la mediocre Jobs (2013). Es muy superior a sus antecesoras porque tiene a unos genios retratando a otro. Por empezar, Danny Boyle, que deja a un lado toda su parafernalia a la que nos tiene acostumbrados demostrando que puede trabajar como quiera, haciendo lo que quiera. Por otro lado tenemos al guionista Aaron Sorkin, recordado por Red Social (The Social Network, 2010), y acostumbrado a esto de las biopics. Sorkin se basó en partes de la biografía escrita por Walter Isaacson (Steve Jobs, 2011), en la que colaboró el propio empresario. La trama es atrapante, con unos diálogos filosos y siempre teniendo al espectador entre la dualidad de amar al personaje u odiarlo con toda el alma. Hay que destacar el tremendo trabajo de todos los actores porque, más allá de Fassbender y Winslet, Rogen, Daniels y Stuhlbarg también está impecables. De Fassbender basta decir que hasta el verdadero Steve Wozniak, consultor del film, dijo que había momentos en que veía a su viejo amigo en pantalla. La puesta en escena es casi teatral, con poquísimos flashbacks para nutrir un tanto más el relato, y con las secuencias filmadas en 16mm, 35 mm y en digital para ilustrar en avance en la tecnología de Apple a través de los años. La primera media hora es gloriosa, y ese arranque marca lo que viene después en el film. Estamos ante un largometraje que tendrá como recompensa algunas nominaciones al Oscar, sin dudas. Vayan al cine y terminen de la mejor manera este año con una de las mejores biopics de todos los tiempos.