El útimo Elvis:
Un Elvis criollo
La fantasía de querer ser otra persona, sobre todo, de algún ídolo o referente de la infancia puede llegar a ser perjudicial para la salud. Los estilos de vida de nuestros héroes, en este caso de Elvis Presley, no son siempre el mejor camino para escapar de la rutina y del aburrimiento que la realidad suele ser para algunos mortales. En “El Último Elvis”, Carlos Gutierrez, interpretado por John Mc Inerny, transita su vida de esta forma, creyéndose otro.
El escenario armado por Gutierrez en su afán de encarnar a Elvis es convertirse en un imitador que se gana la vida haciendo temas como Suspicious Minds o Always on My Mind en casinos, hoteles, clubes, boliches y hasta en un geriátrico. Sin embargo su mundo como “El Rey del Rock” no termina ahí. Su trabajo como operario en una fábrica metalúrgica del Gran Buenos Aires es el que le permitirá viajar a su codiciado paraíso, Graceland (casa de Elvis en Memphis) para la búsqueda de “ese algo grande” que Gutierrez quiere conseguir. Mientras tanto sus auriculares, siempre con canciones de Elvis, actúan como un escape a esos ruidos industriales que tanto le fastidian.
La familia de Gutierrez está integrada por su ex mujer Alejandra (una casi irreconocible Griselda Siciliani) a la que llama Priscilla, nombre de la única esposa de Elvis, y Lisa Marie (Margarita López) su hija con la que no posee mucha relación hasta que un accidente lo obliga a hacerse cargo de la niña. Al principio el poco tacto con personas de corta edad por parte de Gutierrez se hace notorio, pero al pasar el tiempo logran conectarse. Sin embargo siempre dentro de ese pseudo mundo creado por este Elvis del conurbano: comparten horas de recitales de Presley frente al televisor, Lisa Marie lo acompaña en sus diferentes shows y comen emparedados de mantequilla de maní y banana, tal como lo hacía Elvis.
Esos días tal vez fueron los más cercanos que Gutierrez compartió con su pequeña ya que a lo largo de la película no se lo presenta como a un padre estable y contenedor sino como todo lo contrario. Alguien con una personalidad esquizoide que vive en una realidad alternativa para no asumir algunas responsabilidades adultas que son necesarias para no perder la cordura, aunque finalmente el personaje nos parezca tierno y hasta genere cierta compasión.
Armando Bo, supo crear en su opera prima, una obra cinematográfica sin grietas desde lo formal probablemente gracias a su experiencia en publicidad y hasta se dio el lujo de aparecer en una de las escenas cercanas al final. Bo organiza los tiempos del relato a la perfección, sus actores son precisos en sus papeles, el trabajo de producción es notable (Graceland está reconstruido en estudios locales, por ejemplo) y hasta se pueden observar una galería de imitadores (hay un Jagger, un Lennon, un Iggy Pop, un Charly García y hasta Paolo el Rockero...) sin duda “El Último Elvis” es una de las grandes sorpresas del cine argentino de 2012 que vale la pena ver.
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