MORIR CON DIGNIDAD La vejez y la ausencia son dos palabras que se conocen mucho entre sí. En Ahí viene se explora ese momento de una manera delicada e intimista. El film se acerca a un ambiente de dolor para generar una sonrisa, aunque siempre manteniendo un clima de nostalgia. Ahí viene cuenta la vida de un hombre que ha llegado a la adultez viviendo solo, pero que no siempre fue así. Mediante algunos flashbacks podemos verlo de joven con su esposa e hijo pequeño. Ya desde ahí es posible observar cómo la película se apoya en los contrastes para relatar la ausencia y el vacío. Vemos a un niño recién nacido en brazos, su hijo, y luego a él en lo que parecen ser sus últimos años de vida. La otredad es otro de los factores de contraste, el hijo joven que no puede llegar a comprender a su padre. Las demandas de ambos corren por caminos diferentes, mientras que el primero está enfocado en la supervivencia de su padre -en lo que hay que hacer- el segundo visualiza su pronta muerte y prefiere disfrutar “con dignidad” sus últimos momentos. La evolución en la relación de padre e hijo es uno de los puntos fuertes. El cambio en las conversaciones, pasando de un chequeo de tareas a un intercambio de anécdotas toma fortaleza tras observar el primer panorama de su relación. La película demuestra que se puede decir mucho con pocas palabras. Los diálogos son de carácter simple y remiten a aspectos cotidianos pero sirven de disparadores. Las palabras aparecen nombrando lo que no está; salvo una conversación en la que se habla directamente, las demás juegan con lo sugerente. Pero para esto se realiza un buen trabajo fotográfico del contexto y se eligen determinadas escenas que nos muestran la mirada de los personajes sobre lo que está pasando. La casa es un factor casi de extensión del anciano. Al hombre lo vemos deteriorado, ya quedó en el tiempo ese muchacho bien peinado y con ropa impecable. Ahora está barbudo, con la ropa desmejorada y el pelo sin acomodar. Su porte ha cambiado, ya ni caminar puede. La casa, bien podría simbolizar su caos mental y, por supuesto, es producto también de sus limitaciones físicas. En cada uno de los rincones podemos observar el deterioro. La cámara nos acerca también a los lugares vacíos completando, de esta forma, todo lo que aquel hombre no puede decir en palabras pero que su aspecto y carácter denotan. De mediana extensión y una cuidada estética, se nos presenta un film que logra generar un ambiente en el que confluyen la nostalgia y la bronca. Se muestra la vejez con sus dificultades, con las mentiras que necesita un hombre para poder tomar algunas decisiones cuando la vida parece haberle arrebatado hasta la posibilidad de hacerlo por sí mismo. El film está plagado por la angustia de un adulto mayor, pero logra establecer pequeñas instancias que iluminan. Se construyen varias escenas en las que podemos ver al hombre brillar. Uno de esos momentos es el que imagina un encuentro con su mujer pero en realidad está solo. Aquí el actor demuestra la cima de su interpretación, acercándose a la cámara y mirándola como si la viera a su esposa. Detalles como seguir usando los patines para entrar a la pieza de parquet, aun deteriorada y sin ningún mantenimiento, marca un ambiente de ausencia y de recuerdo que generan solidez en la película.
EL PODER EN DISPUTA Ya desde la definición del blanco y negro, durante todo el film, podemos apreciar que esta fiesta destilaba un ambiente más solemne que otras. Y así es, porque por más que empiece con una celebración -por el nuevo cargo político que obtuvo Janet (Kristin Scott Thomas)- muy pronto todo tornará a tragedia. Entre las desdichas que se presentan el humor estará dado por el aporte intelectual, a través de las contradicciones de los protagonistas, entre la teoría que predican y su práctica. El peso de la argumentación es muy importante. Se utilizan como recurso los diálogos acartonados. Vemos así amistades de toda la vida pero que priorizan una actitud diplomática. Hay una hipérbole de la imagen del intelectual. De esta manera, la palabra es puesta en disputa y cada uno de los discursos es una batalla por ganar. De ahí la actitud de estar en pose, sin que resulten forzadas las actuaciones. Otro de los recursos es el de llenar todos los espacios del habla. No hay casi silencios, esto provoca una vorágine de acciones que se entrelazan y hacen muy dinámico el film, aun mostrando la pedantería de sus protagonistas. Esto, junto con el encuadre y la definición en blanco y negro, provoca también una sensación de sofoco en los espectadores. Precisamente la sensación de ahogo o incomodidad funciona de la mano de la angustia que vive uno de los protagonistas, Bill (Timothy Spall). En él es posible ver la hipocresía de un intelectual que dedicó toda su vida a la teoría feminista, pero que sigue un patrón bastante patriarcal. No resulta casualidad que decida contar su condición de salud, situación terminal, justo en la cena que estaba destinada a tener como figura principal a su esposa. Tampoco es casual que un hombre con argumentaciones tan precisas y pensadas decida manifestar su pronóstico de salud de manera tan imprecisa, no sabemos bien qué tiene afectado: “todo”, dice él. Así como una mujer es la que empieza a tener todos los halagos de la fiesta muy pronto, dada la noticia trágica de salud terminal, su esposo empieza a ser todo el foco de tensión. Esto podría no tener tanta importancia en otro tipo de películas, pero aquí es un hecho muy importante. El hombre que formó toda una cátedra feminista, no puede soltar el protagonismo en su casa. Y por si fuera poco, manifestar que decide terminar su vida con su amante, una alumna suya, muestra cómo el poder es una figura de gran peso en sus elecciones. Dentro de estos dilemas aparece una pareja que se lleva toda la gloria. April (Patricia Clarkson) y Gottfried (Bruno Ganz) tiene muchísimo peso en el film. Ella ocupa un lugar casi de relatora de todo lo que va pasado, su excesivo aporte y descripción de cada uno de los momentos hace posible, no sólo la gracia, sino el conocer un poco más las historias de cada uno de los protagonistas. Por su lado, Gottfried, ocupa el lugar del místico de la fiesta, desde esa postura sus palabras y acciones toman peso por el absurdo. Juntos forman una pareja que genera simpatía por sus peleas y por discrepar en la forma de pensar.
QUÉ DICE EL SILENCIO La otra piel es una película que juega con lo sugerente. En ningún momento de film logramos saber qué le pasó realmente a la protagonista para llegar a estar tan quebrada emocionalmente. Podemos sí interpretar la distancia que existe entre ella y su pareja. Notamos que se ven poco y que casi no hablan. El gran problema que se genera en esta propuesta es el vacío que se produce tras los silencios y las extensas escenas, en las que no hay elementos significativos. Inés De Oliveira Cézar decide utilizar la voz en off para la lectura de algunos textos dramatúrgicos que ilustran el film. Responden, por un lado, al mundo de los intereses intelectuales de los dos protagonistas pero, también, le sirve para dar algunas pistas de las emociones que están atravesando los personajes. La selección de los textos es acertada y ciertamente le brinda un brillo a la película. Sin embargo, es difícil encontrar una relación entre esos momentos y las escenas posteriores. Luego de esos pasajes el clima pierde de forma rápida todo el peso que se había logrado. Uno de los aspectos que es bastante contradictorio a la explícita idea de la sugerencia es la sobreactuación. Son varios los momentos en los que la actriz principal realiza sus acciones de forma tal que pareciera subestimar a los espectadores. Un ejemplo de esto es una larga escena en la que Abril esconde una gran cantidad de dinero en su ropero. Como las palabras escasean -aspecto que no debería ser problema en absoluto, pero que sí presenta un desafío- los gestos y las referencias a lo que se está haciendo se explican por demás. Es precisamente en esos momentos donde queda expuesta la escasez de recursos, ya sean objetos u imágenes, que construyan un mensaje por fuera de lo que puedan decir sus protagonistas. El viaje a Brasil que realiza Abril genera un cambio en el clima de la película y momentos en los que se logra un despegue. Ese café cargado papelitos con mensajes, no sólo es bello, sino que funciona como una explosión de palabras para una protagonista que parece estar sometida al silencio. Ese país vuelve a darle una sonrisa a esta muchacha, aunque sea por un momento corto. Aun con algunos momentos interesantes, resulta complicado poder establecer una empatía con la protagonista. Quizás es la distancia con la que se nos presenta la que hace que aun las escenas más violentas no tengan un impacto tal. No ayuda demasiado los acercamientos que tenemos a cada uno de los personajes, parecen arbitrarios y sin sentido. Es, por esa razón también, que ya desde el comienzo el film resulta demasiado extenso.
LA MUJER EN CUESTIÓN Algunos críticos mencionan que muchos de los relatos literarios, que dan comienzo a las bases de lo que hoy consideramos el terror, tienen de trasfondo una mirada crítica a las atrocidades sociales de la época. El maltrato hacia la mujer aparece como el grito de ese castillo enorme en el que rechinan las puertas. Es así como desde la ficción se ha logrado inmiscuirse en lo privado para hacerlo público. ¿Y por qué esta inducción para esta película de apariencia liviana y llena de clichés? Justamente porque detrás del terror que propone encontramos una mirada pensativa sobre el rol de la mujer. El demonio quiere a tu hijo nos acerca a una pareja que está a punto de tener dos hijos, pero que en el parto sólo sobrevive uno. Y hasta ese momento podemos hablar de pareja, porque luego, el enfoque se traslada a la madre, el hijo y la casa. Y si bien el lugar donde viven no es el causante de ningún problema sobrenatural, sí se presenta como un lugar nuevo, bastante grande y desconocido, datos que bien podrían relacionarse con la maternidad de una primeriza. La casa es un factor esencial en esa triada porque la protagonista, dada su condición, casi no tiene contacto con el exterior mientras está al cuidado de su bebé. El encierro físico está también bastante vinculado con el desorden mental que sufre la protagonista. El hecho de tener que quedarse en la casa al cuidado de su hijo, sin casi ninguna ayuda de su pareja, la somete a una rutina de estrés y de poco descanso. Aparece entonces una mirada del post parto, al que se le suma la muerte de un hijo, en la que el foco está puesto en la mujer, pero que ofrece una interesante mirada hacia el resto de las personas que les rodean. El vínculo madre-padre es uno de los más trabajados, en muchas de las ocasiones el rol del segundo se construye por la ausencia. En otros momentos la figura del padre se construye como un espectador de lo que sucede en su propia casa. Una de las escenas que funciona muy bien es en la que aparecen en la cocina, él entra y la encuentra a ella cocinando con el bebé en brazos, vestida muy prolija con un vestido amarillo, muy bien peinada y maquillada, todo con un estilo muy parecido al manual de la buena esposa de los años ‘50. Esta escena toma relevancia por el contraste que hace su figura, en ese momento, con la forma de vestir de la mujer que vemos en todo el film. Otra de las escenas, que es bastante llamativa y simbólica en cuanto a la relación de la mujer y su entorno, es en la que ella está por cometer un acto atroz y es observada por la ventana por una gran cantidad de gente. La tensión que se genera en este momento, no sólo presenta una imagen memorable sino que permite observar literalmente cómo la mujer es observada. Y este momento, en el que todos la miran, es quizás la situación cúlmine que podemos ver de un film que todo el tiempo nos está mostrando cómo la protagonista es señalada y juzgada por sus tareas. Es posible encontrar un diálogo con otras películas del género. Podemos observar cómo funcionan las cámaras en la casa al estilo Actividad paranormal. Pero también hay algunos guiños a La noche del demonio cuando la protagonista decide ver las grabaciones y esta especie de demonio, que fue captado por la cámara, se da vuelta para mirarla. Estos son sólo algunos de los ejemplos que podemos nombrar, también vemos escenas que siempre se repiten como la búsqueda de una victimaria anterior y las poses o gesticulaciones que realizan por el padecimiento que llevan consigo como carga. Todo esto está, pero aquí toma importancia cómo funciona en relación al estado de confusión que padece la madre. Esto da lugar a un gran juego entre una explicación con herramientas de nuestra realidad, la locura y otra apoyada en la fantasía, lo demoníaco. Pero lamentablemente, la resolución a este binomio y el final que proponen no está a la altura del planteo estructural. Por último, es interesante resaltar la actuación de Christie Burke. Su personaje logra una “metamorfosis”. Muestra la perturbación y deterioro que padece.
SI LOS BARES HABLARAN Paolo Genovese vuelve a incursionar en las actitudes humanas que muchas veces preferimos ocultar. Ya en Perfectos desconocidos nos mostró que puede haber mucha acción en una habitación y en Los oportunistas se retoma el desafío de movilizar al espectador desde el discurso y las expresiones. Toda la película se desarrolla en un bar, “The Place”. Podemos verlo desde afuera o adentro, las mesas desde arriba o de frente, pero no salimos de ese lugar. Interesante desafío dispuso este director. Y aunque por momentos los diálogos parecen predecibles, la verdad es que la propuesta resulta desafiante. Un hombre solitario (Valerio Mastandrea) es el encargado de cumplir los deseos de las personas a cambio de algo. Por motivos que desconocemos, parece trabajar sin descanso. Este personaje sigue las órdenes de un libro que él mismo escribe, pero que no puede desafiar y, de esta manera, es como les ordena a los demás lo que deben hacer. La figura de este hombre es la gran metáfora que trabajará en cada uno de los personajes. Se abren así debates filosóficos sobre las decisiones que se toman. Se pone en duda una única posibilidad de actuar ante las circunstancias y se manifiesta que siempre la última decisión es tomada por el individuo. Vemos también lo que cada uno está dispuesto a hacer para conseguir sus objetivos. La acción está dada principalmente por la imaginación. Hay un gran trabajo en las expresiones de los actores que nos permite completar toda una parte de una historia a la que sólo tenemos acceso por la narración. Un recurso interesante que se utiliza para lograr fluidez en los diálogos son los cambios de apariencia de los actores y las actrices. De esta forma, los retos que atraviesa cada uno de ellos no son sólo contados y vividos, sino que los interpelan y modifican. El hecho de recurrir nuevamente a varios actores y actrices que ya han trabajado con el director no parece un hecho menor a la hora de ver los resultados. Ya que el foco está puesto en los personajes y en los diálogos, su importancia es mayor que en otras producciones. Es sólo a partir de ellos que es posible que un bar se convierta en la proyección mental de cada una de esas historias. Los oportunistas se desarrolla de forma dinámica y nos logra mostrar que puede haber mucho movimiento en un solo lugar. Esto también da cuenta del poder de la palabra como motor de la imaginación. Aunque uno de los puntos débiles es que muchas veces los diálogos terminan tornándose aleccionadores. Aun así, cada uno de los personajes toma un rumbo distinto y muchos ellos inclusive sorprenden porque pareciera que van a cambiar su vida y, sin embargo, la empeoran.
CUANDO EL SUFRIMIENTO ES SILENCIADO Para una persona que pensó dedicarse a ser chef y, según dicen sus familiares, era buena en ello, terminar cocinando en un microondas toma un valor mucho más significativo que para otras. Pero esto aparece en el film como algo anecdótico. Lo cierto es que es posible transpolarlo a toda la vida de la protagonista de Recetas para microondas: vemos así a una joven que parece haber perdido la emoción, que vive en automático. Graciela es una mujer que ha sufrido una violación cuando era adolescente y que no parece haber tenido contención psicológica. Muy por el contrario, el hecho de que el hijo, producto de esa violación, esté al cuidado de sus padres y haya sido criado como el hermano menor de ella muestra el silencio que hay en la familia sobre ese tema. Por fuera de estas relaciones, ella tampoco muestra tener algún vínculo fuerte. Podemos verla con varios hombres, pero siempre desde lo carnal y lo económico. No logra poder tener conversaciones por fuera de esto. La apatía de la protagonista acapara al film y genera un ambiente denso. Somos los testigos de una vida enajenada en la que es fino el límite en el que el recurso funciona como tal o se vuelve en contra. En este caso, la forma en la que se elige narrar hace de la película un pasaje interminable, con pocos momentos interesantes. Quizás lo más atractivo puede encontrarse en los últimos diez minutos. Es posible notar también que esos últimos momentos toman más valor por el contraste, ahí vemos funcionar el recurso, porque podemos escuchar hablar a la protagonista, cuando antes lo único que estaba era el silencio. Es verdad que hay una necesidad imperiosa de movilizar al espectador. Por un lado, por el ritmo apático que genera desesperación, pero por el otro por la conformación de escenas que generan incomodidad. Es tal la distancia que toma Graciela con respecto a los demás -la que hace que cada una de las escenas de sexo genere repulsión-, que obviamente notamos que funciona conforme a la historia de vida de la protagonista. El hecho de que ella mire películas en VHS muestra también cómo ha quedado en el tiempo, quizás en un tiempo donde sí se sentía bien, pero eso no lo sabremos. En cuanto al montaje de la película, también se ve muy vinculado a un formato viejo. Tanto la música como los cortes, tienen una apariencia añeja.
LA ESTÉTICA DE LOS DETALLES No se puede negar que Wes Anderson es todo un artista. Isla de perros está integrada por una composición minuciosa; los detalles son el predilecto de este director. La estética es el fuerte de este film y funciona junto con los diálogos que se perciben pulidos y disparadores. Se elige Japón como lugar en el que suceden los acontecimientos. Esta decisión da pie a generar una estética que tiene cierto diálogo con el animé. Por un lado, la utilización de ciertos colores como el rojo. Por el otro, una voz en off con un ritmo parecido a las narraciones de este estilo. Pero también da a lugar a un tipo de música muy interesante, apoyada principalmente en los tambores. Es muy contagioso el ritmo de los instrumentos, ayuda a generar el clima y cierta tensión. Con el pretexto de una gripe canina y una posible afección en los seres humanos es como se desplaza a todos los perros a la isla “basura”. Esta excusa le permite al film un acercamiento con estos animales y poder observar su relación con la gente. La expresividad de los perros y su buen sentido del humor, son los recursos que permiten un acercamiento directo a ellos. Un aporte importante del film es la personificación de los perros frente a una animalización de los humanos. El niño que fue a buscar a su mascota, que fue depositada en la isla, se comunica con expresiones mientras que los perros hablan. En primer plano a la cara del chico y su movimiento de dientes es un recurso que se utiliza en varias ocasiones para mostrar el nerviosismo del joven. Siguiendo con la estética que utiliza el film, podemos observar cómo aparece un registro propio de los libros-álbum. El stop motion se combina con dibujos para formar escenas cargadas de contenido. Es así como los diálogos toman vigor tras las imágenes. La utilización de diferentes tipos de visión de la cámara genera imágenes que parecen cuadros. Otro de los recursos que aparecen en la película es poner en paralelo dos escenas que se vinculan. Se dan así escenas de gran valor estético y sumamente bellas. Podemos observar la auto referencia, algunos de sus diálogos remiten a sus películas anteriores. Pero también, hay un dejo de otras obras. Un ejemplo es la relación que vemos en la amistad entre el perro y el niño, y el zorro y el principito. Se explora de esta manera la idea de dueño, no como quien posee al otro sino como compañero, amigo. Hay también referencias al estilo político y televisivo. Isla de perros combina una estética pensada y personal con un relato emotivo. Se da lugar tanto al intelecto como a los sentimientos. Uno de los aspectos más endebles del film son algunas de las historias que no marcan relevancia, que estiran un poco las situaciones y como así también la saturación de la estética. Sin quitar importancia a lo antes dicho, a veces, por el exceso de los recursos se pierde un poco de fuerza.
DEMASIADO TEATRO No se puede analizar Lady Macbeth sin insertarla en las discusiones que se han dado, en los últimos años, en el mundo del cine por las denuncias de abusos. Nos encontramos aquí con una mujer que se rebela al orden dado y se impone al rol que se espera socialmente de ella. Es imposible dudar que la historia es interesante, pero como ha sucedido siempre en la crítica, las discusiones políticas interfieren bien y mal en el análisis del arte. Un tema políticamente correcto no es sinónimo de una buena producción. Puede que ambos intereses se unan y eso es muy bueno, pero este no es el caso. A Lady Macbeth le falta fuerza, se apoya demasiado en la historia, pero no tanto en cómo se cuenta. Uno de los intereses que persigue el film es mostrar cómo la protagonista se rebela. Vemos así cómo cambia su forma de actuar ante los demás. Sin embargo, esto no se da de manera natural. Lo más notable es la imagen de ella en ese sillón, donde vemos a la protagonista mirar a la cámara y cómo su cara se va transformando a medida que ocurren diferentes acontecimientos. Se entiende perfectamente lo que se quiere mostrar, pero aparece de manera sobreactuada porque sus acciones se desarrollan casi sin emoción ni fuerza. Sin embargo, en el personaje del amante sí podemos observar cómo impacta el cambio. Las escenas en las que aparece muestran una evolución en él que dejan como consecuencia un personaje totalmente distinto al que fue presentado al principio del film. El hecho de que las relaciones entre los personajes no terminen de construirse del todo es otro de los puntos que quita solidez a la película. Las reacciones y acciones que realizan son, ante esto, muy artificiales. No es posible justificar cómo los personajes pasan de desconocidos a íntimos de un momento para otro. De esta manera, los diálogos aparecen forzados. Aun entendiendo que hay una intención notable de imitar el estilo de actuación teatral, el recurso queda forzado al no verse conectado con otra motivación más que el artificio mismo. Este estilo de escenas y actuaciones del tipo teatral tiene, aun así, sus pro y sus contra. No es un recurso que resulte novedoso, ni el mejor llevado a cabo. Tiene cierto impacto, es verdad, por momentos funciona. Pero el abuso tiene como resultado que las actuaciones pierdan peso. Especialmente en Lady Macbeth es difícil definir si su actuación es mala o es la intención que sea tan forzada, pero aun así el artificio no cumple con su objetivo. Otro de los grandes problemas de la película es la falta de fluidez. Incluso con su poca duración, parece extenderse demasiado. Son bastante previsibles las acciones de los personajes y esto le quita sorpresa. Si a esto sumamos que el cómo no termina cumpliendo su objetivo, nos encontramos con una película que se hace eterna.
VIAJAR ES CONOCER La metáfora del viaje como superación vuelve a aparecer en Un nuevo camino, pero en este caso por una persona que dada su dependencia diaria hace del recorrido una gran odisea. Aparece, así, la idea de salir de casa para encontrarse. Y al espectador le permite acceder a una manera de pensar muy distinta a la de la mayoría, pero no por eso menos valorable; muy por el contrario: uno llega a admirar las destrezas de esta mujer. Los primeros minutos en los que se narra la rutina diaria de la protagonista son centrales para observar todo el film. Se muestra la complejidad de esta muchacha. Por un lado, vemos su dificultad por desempeñar acciones que son habituales para la mayoría de la gente. Ella necesita hacer una rutina bastante estricta para poder mantener la calma. Se desnaturalizan los hábitos, ya que necesita ver en una libreta los horarios para todo: bañarse, comer, cambiarse, leer. Por otro lado, esta misma joven presenta cualidades memorísticas brillantes. Es capaz de recordar hasta el mínimo detalle o personaje de la serie Star Trek. También es una gran escritora, meticulosa, detallista y preocupada en cómo decir sus ideas. La primera de las escenas está dada en un hogar psiquiátrico, en el que vive esta joven junto con otras personas. Se trata de una casa agradable, muy lejos de los conocidos psiquiátricos de los hospitales. Ya desde ese lugar más ameno podemos encontrar un cambio en la postura ideológica con la que se trabaja junto a estas personas que se hospedan allí. Aun con una sociedad con muchas dificultades para comprender las diferencias, Un camino a casa logra despojar la etiqueta de “autismo” para adentrarnos en las complejidades de una joven. El personaje de Dakota Fanning es esencial para la película. Su actuación nos acerca a una joven que atrae por sus cualidades. La intención de presentar un guión para el concurso que organizaron los productores de la serie Star Trek es la excusa para mostrarnos de cerca a Wendy. La soledad del camino, que la lleva a su objetivo, hace posible ver de forma más íntima al personaje. Su gran capacidad de memoria y su ingenio, acompañados por una seriedad tan natural, tan despojada de la opinión de los demás, hacen de Wendy una persona muy llamativa. Así también, la literalidad que tiene esta joven produce comicidad. El camino que transcurre Wendy está dado con mucha fluidez. El personaje le otorga complejidad a momentos que podrían ser poco llamativos, su forma de razonar hace que tomen más significación. De esta manera, el viaje toma relevancia no sólo para ella sino también para todos los que quedamos por fuera de esas etiquetas psiquiátricas. Sacar a Wendy del entorno en el que desempeña un papel que le fue impuesto socialmente, ser “autista”, permite un acercamiento a ella como persona, con sus virtudes y dificultades. El film nos muestra así que tras el viaje no sólo esta joven realiza un cambio sino que su hermana y su psicóloga (Tony Collete, con una muy buena actuación) también dan un giro en sus vidas.
EL HUMOR ANTE EL DOLOR Greg Berlanti vuelve a utilizar el humor para desdramatizar las vicisitudes que les transcurren a los personajes. Al igual que en Bajo el mismo techo, la comedia le permite explorar sobre los mandatos preestablecidos y le da un corte a todo lo que pueda ser excesivo. El drama y el romance aparecen en su justa medida gracias a determinadas escenas y personajes que saben interrumpir la situación y resignificarla. Yo soy Simón cuenta la historia de un joven que no se anima a revelar su elección de género por el ambiente hostil que observa. Pero esta frase, que resume la película, no tiene nada que ver con el tono con el que es narrada. El film no se centra en explotar el malestar del adolescente sino en dar cuenta de lo absurda que es nuestra sociedad. El hecho de estar toda la película expectante hacia los movimientos y acciones de cualquiera de los personajes para descubrir quién es el enamorado secreto de Simón, muestra cómo no existe una característica que haga gay al gay. Cada uno de los chicos podía ser el usuario a develar, sin importar quién y cómo fuera. También se muestra al estereotipo de homosexual, el único de los jóvenes que ha “salido del closet”, como dicen ellos, en el que vemos cómo toma una postura exagerada de características socialmente aprehendidas como femeninas para poder sobrellevar su elección. Por miedo a ser rechazado, toma un “papel”, actúa ser de una forma para lograr crear un lugar donde pareciera no haber espacio. En la escena en la que Simón se imagina cómo sería que los heterosexuales tuvieran que explicar a sus familias que les gustan las personas del sexo contrario, vemos cómo se desnaturalizan los mandatos desde la comicidad. La reflexión sobre cómo nos comportamos como sociedad está dada de la mano de la dinámica de los jóvenes. Los modelos de belleza es otro de los aspectos que se mencionan y que vemos cómo están funcionando a la hora de relacionarse entre los adolescentes. Aparece así la joven que tiene éxito con los chicos por su belleza, pero que en realidad nadie conoce de verdad. Hay, en relación a esto, un momento clave para el film -que parece tener un guiño a Aquellos viejos tiempos por la utilización de la mascota del equipo como vehículo de risa y próxima desgracia- en el que uno de los jóvenes, no muy popular entre sus pares, declara su amor a esta muchacha codiciada por todos. Hay, centrado en ese muñeco, que tiene vida por un hombre, una mirada del espectador que se debate entre que obtenga su triunfo o que pierda su objetivo de forma desastrosa. En escenas como esta podemos observar cómo el film se sirve del humor para poder hablar de una desgraciada decepción, que responde a los estándares de belleza. Aunque la chica encuentra en este adolescente a una persona que realmente la escucha, decide rechazarlo y salir con uno de los más populares. Si bien Nick Robinson no interpreta a un personaje que resulta cómico, termina generando comicidad por sus posturas estructuradas y su seriedad ante escenas de exposición corporal como es el baile en el que él imagina cómo declara su sexualidad. Otro de los actores esenciales para poder generar un clima cómico es Tony Hale, el director. Este personaje se lleva todos los créditos, su excentricidad otorga una muestra exagerada de la distancia entre los adultos y los jóvenes. Tiene toda la onda, pero no llega a comprender los intereses de los jóvenes en lo más mínimo. Y sumado a esto, cuenta con la particularidad de tener expresiones y gestos muy graciosos.