La corrupción dentro del sistema judicial de México, los feminicidios, y el dolor de una madre son retratados por Natalia Beristáin en Ruido. La directora de las premiadas No quiero dormir sola (2012) y Los Adioses (2017), presentó el esperado largometraje en el Festival de San Sebastián el pasado septiembre. Se estrenó el jueves 13 de octubre en los cines de Argentina, y en noviembre estará disponible vía streaming en Netflix. Ruido se centra en Julia (Julieta Egurrola, madre de Beristáin), una mamá que al no obtener respuestas de parte de la justicia sobre la desaparición hace nueve meses de su hija, Ger, decide comenzar a investigar por otras vías. El film nos lleva por el viaje doloroso de Julia, y es atravesado continuamente por historias trágicamente comunes para muchas otras personas. Ruido: la fina línea entre ficción y realidad Es impresionantemente cómo Ruido da cuenta de la realidad que viven muchísimas personas en México y cómo su historia puede resonar con la de muchos otros países; tristemente en América Latina estamos muy familiarizados con oír sobre desaparecidos. Beristáin nos obliga a presenciar momentos impactantes, difíciles de mirar. No siempre lo hace con la mejor sutileza, dejándonos con la sensación de que algunos son demasiado apresurados y no permitiéndonos procesar correctamente lo que estamos experimentando. Sin embargo, su crudeza e intención de conmover se transmiten adecuadamente, logrando potentes escenas donde resulta complicado tanto mirarlas como de dejar de hacerlo. A su vez, suma a la fuerza de la historia el choque de realidad y ficción que se genera al integrar a miembros de la Asociación Voz y dignidad por los nuestros SLP A.C. y del Colectivo buscándote con amor del Estado de México. Es evidente la búsqueda de retratar la situación con fidelidad y respeto a quienes verdaderamente la padecen. Ruido nos deja con la sensación de haber presenciado una suerte de documental, un apreciable logro de la narración. Una historia fuerte A lo largo de la película, se presentan tanto la inoperancia de la justicia como la corrupción de las fuerzas policiales. La frustración de Julia por no poder acceder a la verdad sobre lo que le ha sucedido a su hija, llena al espectador de ira y dolor, casi como la llena a ella. Egurrola emociona con una actuación sobresaliente, que en más de una ocasión nos deja con la piel de gallina y lágrimas en los ojos. Transmite admirablemente la impotencia de su situación, de no poder obtener nada de las autoridades o de hacerlo solo a medias, teniendo que encargarse ella misma de la mayor parte de la investigación. En un grupo de apoyo de familiares de personas desaparecidas, Julia conoce a Abril (Teresa Ruiz), una periodista que está investigando sobre el asunto. Abril va a acompañar a Julia en casi todo su recorrido, ayudándola a acceder a respuestas que por los medios tradicionales no puede hacerlo. La historia de Abril tiene muchas capas que se van explorando a medida que se despliega el film, y sin dudas la interpretación de Ruiz acaba sorprendiendo y conmoviendo, siendo una de los elementos más destacables. Es imprescindible seguir haciendo ruido Julia parece aturdida por el ruido, o anonadada por este. Así se nos presenta desde el comienzo del film, cuando es rodeada por gritos en coro y humo violeta. Se podrían dar varias interpretaciones acerca de lo que ello significa, pero algo que queda muy claro es que esta película es necesaria para evidenciar una lamentable realidad, para abrir los ojos y comprender estas vivencias. Como Julia, como las asociaciones que luchan por encontrar a familiares y amigos, Beristáin nos invita a seguir haciendo ruido. Comunica que no debemos callar ante estos feminicidios, desapariciones y homicidios, y que intentemos comprender lo dificultoso que resulta que una denuncia por desaparición sea válida.
Doctor Strange tiene que enfrentarse al Multiverso que comenzamos a conocer en Spider-Man: Sin camino a casa (Spider-Man: No way home). Sus habilidades como héroe son puestas a prueba por fuerzas increíblemente poderosas e inesperadas: monstruos, universos sorprendentes y varios rostros familiares hacen apariciones en esta nueva entrega de Marvel. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es la película más oscura que el Universo Cinematográfico de Marvel nos ha presentado hasta ahora. Se puede ver claramente la influencia en el tono que trae el director Sam Raimi, tanto en los múltiples jumpscares (prepárense para saltar un poco de sus asientos) como en los elementos de suspenso y terror. Es una manera muy interesante de desarrollar una película del MCU, y es algo que la beneficia: su estilo se destaca y contrasta con los demás films, sobre todo con los de fases previas. Otro factor clave que hace sombría a esta entrega es la violencia, lo sangrienta que resultó. Nos lleva a cuestionar la moralidad de los héroes, quienes están atravesando difíciles situaciones personales más allá de su deber de proteger al mundo. Nuestra relación con ellos es puesta a prueba, pese a la simpatía generada ante el conocimiento cada vez mayor de los personajes de este universo cinematográfico en constante expansión. Si bien sus dilemas son cada vez más complejos, hay decisiones tomadas que harán que más de un espectador se pregunte si siguen siendo héroes o ya tan solo son personas con mucho poder de destrucción. De todas formas, por más que no estemos de acuerdo con las acciones que realizan, seguimos (hasta cierto punto) comprendiendo su razonamiento. Esto hay que atribuirlo también a las excelentes performances que nos da el elenco. No hay uno que nos deje descontentos. La Bruja Escarlata: en el Universo de lo Normal El regreso de Rachel McAdams como Christine Palmer y Benedict Wong como Wong son de las pocas cosas que nos recuerdan a Doctor Strange: Hechicero Supremo, ya que sin dudas esta secuela parece más WandaVision 2 o La Bruja Escarlata: en el Multiverso de la Locura. No quedan dudas de que Elizabeth Olsen se roba el show. A pesar de la excelente actuación de Benedict Cumberbatch (quien nos hace creer sin fallas que el Strange de cada universo es uno diferente), la historia de Wanda termina teniendo muchísimo más peso que la suya, y cada vez se asienta más el hecho de que sus poderes como Scarlet Witch (o la Bruja Escarlata) casi no tienen competencia en el MCU. Por otra parte, América Chávez (Xochitl Gomez) llegó para quedarse. La recién incorporada heroína es uno de los mejores elementos de la película y los fans ya podemos empezar a sentir cómo se acercan los Young Avengers. También es un punto a favor para Marvel, pues por fin está poniendo en pantalla la verdadera diversidad que ya tienen en los cómics. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, a medio camino Ahora bien, hay muchas situaciones que hacen que esta entrega tenga sus problemas. Por empezar, en la introducción se tarda tanto en exponer la situación y arrancar con la verdadera trama de la película que -a pesar de sus dos horas de duración- se queda corta; pero nos deja con ganas de más no por gusto sino porque queremos llegar a entender otras cosas que no terminan de cerrar. En segundo lugar, el multiverso es desaprovechado increíblemente y no es para nada una “locura”: es más un universo de lo normal. Los pocos universos que vemos acaban aburriendo, no aportan nada interesante. Solo sirven para hacer un poco de fanservice forzado con personajes de los cómics que no termina funcionando por lo corto e irrelevante. Conclusión Con un arco dramático difícil de seguir si no estás al día con las diferentes producciones de Marvel, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura se queda en una película entretenida con algunos momentos graciosos. Las escenas de acción sí están muy bien, incluso hay algunas memorables, y la música es un plus.
En Montevideo se propaga un virus, causando que quienes sean infectados se transformen en una especie de zombies que tratan de asesinar a los todavía no contagiados. Iris (Paula Silva) no está enterada de la situación y concurre a su trabajo de guardia de seguridad en un club deportivo como si fuese un día típico, con la excepción de que se ve obligada a llevar con ella a su hija, Tata (Pilar García), tras haber olvidado que era su turno de cuidarla. Buscar Alta Peli Virus: 32CRÍTICASVirus 32 (REVIEW) por Milagros Caroy publicada el 20/04/2022 Los zombies invaden Montevideo en Virus 32. El director uruguayo que generó terror con «La Casa Muda» (2010), «Dios Local» (2014) y «No dormirás» (2018) vuelve a las salas de cine. Crítica, a continuación. En Montevideo se propaga un virus, causando que quienes sean infectados se transformen en una especie de zombies que tratan de asesinar a los todavía no contagiados. Iris (Paula Silva) no está enterada de la situación y concurre a su trabajo de guardia de seguridad en un club deportivo como si fuese un día típico, con la excepción de que se ve obligada a llevar con ella a su hija, Tata (Pilar García), tras haber olvidado que era su turno de cuidarla. Iris le pide a su hija que la espere en un sector del lugar mientras ella lo recorre y revisa las cámaras de seguridad. Están separadas cuando notan que comienzan a ingresar infectados. Iris debe encontrar la manera de llegar a Tata dentro del extenso y oscuro club: para lograrlo tiene que atravesar zonas peligrosas y enfrentar ataques aterradores. Virus 32 Virus: 32 presenta un planteo poco original, tan solo hay una epidemia zombie y sus protagonistas intentar sobrevivirla. Sin embargo, lo que la hace interesante es que está situada en Montevideo: no es producto de una superproducción de Hollywood, es una co-producción uruguaya-argentina. El ambiente en sí de Uruguay genera una sensación de novedad e intriga en el desarrollo de la película. Destaca además el trabajo de su director, Gustavo Hernández, quien vuelve a demostrar habilidad para el uso del plano secuencia. La ópera prima de Hernández, La Casa Muda (2010), ya había sobresalido en el Festival de Cannes utilizando esta técnica y extendiendo el mismo plano durante todo el film. Su utilización en la primera escena de Virus 32 resulta en un virtuoso inicio, poniéndonos en contexto, introduciendo ya indicios de lo que se viene con el virus y presentando adecuadamente a los personajes principales. Buscar Alta Peli Virus: 32CRÍTICASVirus 32 (REVIEW) por Milagros Caroy publicada el 20/04/2022 Los zombies invaden Montevideo en Virus 32. El director uruguayo que generó terror con «La Casa Muda» (2010), «Dios Local» (2014) y «No dormirás» (2018) vuelve a las salas de cine. Crítica, a continuación. En Montevideo se propaga un virus, causando que quienes sean infectados se transformen en una especie de zombies que tratan de asesinar a los todavía no contagiados. Iris (Paula Silva) no está enterada de la situación y concurre a su trabajo de guardia de seguridad en un club deportivo como si fuese un día típico, con la excepción de que se ve obligada a llevar con ella a su hija, Tata (Pilar García), tras haber olvidado que era su turno de cuidarla. Iris le pide a su hija que la espere en un sector del lugar mientras ella lo recorre y revisa las cámaras de seguridad. Están separadas cuando notan que comienzan a ingresar infectados. Iris debe encontrar la manera de llegar a Tata dentro del extenso y oscuro club: para lograrlo tiene que atravesar zonas peligrosas y enfrentar ataques aterradores. Virus 32 Virus: 32 presenta un planteo poco original, tan solo hay una epidemia zombie y sus protagonistas intentar sobrevivirla. Sin embargo, lo que la hace interesante es que está situada en Montevideo: no es producto de una superproducción de Hollywood, es una co-producción uruguaya-argentina. El ambiente en sí de Uruguay genera una sensación de novedad e intriga en el desarrollo de la película. Destaca además el trabajo de su director, Gustavo Hernández, quien vuelve a demostrar habilidad para el uso del plano secuencia. La ópera prima de Hernández, La Casa Muda (2010), ya había sobresalido en el Festival de Cannes utilizando esta técnica y extendiendo el mismo plano durante todo el film. Su utilización en la primera escena de Virus 32 resulta en un virtuoso inicio, poniéndonos en contexto, introduciendo ya indicios de lo que se viene con el virus y presentando adecuadamente a los personajes principales. La apariencia lograda con los infectados es extraordinaria, realmente nos hacen creer el virus. Ellos son peculiares, pues no comen a sus víctimas ni tampoco son lentos o torpes como acostumbramos ver en producciones norteamericanas. Su único objetivo es matar a quienes están sanos y lo hacen con gran destreza, provocando aún más tensión cuando Iris debe escapar de ellos. Otra característica particular de estos zombies es que, luego de atacar a alguien, dejan de «funcionar» por 32 segundos (se quedan casi inmóviles). Si bien es algo que cambia las dinámicas del género, la falla reside en que la protagonista lo aprende demasiado rápido y se siente un poco forzoso. No se espera a que ella lo descubra en sus propios enfrentamientos con ellos, sino que lo hace fácil y temprano simplemente observando la cámara de seguridad. Del mismo modo, otro factor intrigante como es la historia familiar de Iris y Tata, se siente desaprovechado: momentos dramáticos que para la protagonista son trágicos y de profundo dolor, aparecen de forma apresurada, pasando sin más a lo siguiente. De todas formas, Paula Silva como Iris es una notable protagonista, la empatía con ella se logra idóneamente.