LO INTELECTUAL Y LO EMOTIVO Una frase que repite mi papá es: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”. Cuando era más chico, era consiente de cierta profundidad, pero carecía de su sentimiento. Luego uno crece y comprende que el ser humano, es un ser intelectual, pero también sensorial. Nos motiva el conocimiento, el placer, y es ahí cuando surge una división, si se quiere. La mejor manera de explicarlo, como la vida misma, es mediante un episodio de Los Simpson. Cuando a Homero le extraen un crayón del cerebro, y de repente es un ser inteligente, pero que se encuentra en un pueblo como Springfield, siendo excluido. Negociando volver al Homero que es movido por sus emociones, retomando el statu quo. El estreno de esta semana, Tiempo perdido, entabla un diálogo sobre lo intelectual y lo emotivo, un profesor e intelectual de letras, su maestro ya retirado y una ex compañera del secundario. Tras varios años, Agustín (Martín Slipak) retorna a Buenos Aires para ser parte de un congreso de Letras. Establecido en Noruega, siendo profesor en una universidad, se ha convertido en un referente en el campo. La ciudad, sus colegas, le resultan extraños, su vida está sumida en reuniones solemnes, conversaciones pedantes y su estudio sobre literatura nórdica. Huye de las charlas sobre el disfrute, su vida se limita al trabajo e investigación. Aprovecha el viaje para encontrarse con el profesor que le inspiró tomar su carrera, como si este tuviera las respuestas de sus inquietudes académicas. La película termina siendo presa de la solemnidad del personaje que interpreta Slipak, recordando su adolescencia, momentos del secundario, un amor que no se concretó y del cual se encontrará en el presente. La figura más interesante es la su maestro (César Brie), quien supo entender con la edad y la experiencia permitirse vivir, disfrutar, enamorarse, por sobre continuar su carrera. Tiempo perdido acompaña, sostenida en sus intérpretes, un trayecto corto pero que incluso, por momentos, da la sensación de extenderse en demasía.
PASAJE A LA NUEVA INDIA En 1959, Rossellini visitó la India. Obviamente no fue solo y llevó su cámara como buen representante del neorrealismo. Entre documental y ficción, exploró a un país que hacía pocos años se había independizado por completo de la corona británica. En India se observa la pluralidad cultural, habitantes y naturaleza en conjunto, y como si fuera un profeta, el director advierte sobre una industria que arrasa los espacios naturales. Cuarenta y un años después, un equipo de rodaje argentino llega al país asiático, recorriendo en parte los mismos lugares de Rossellini. Deteniéndose en una aldea que puede tener una solución a la inquietud del italiano. Durante varios años, el paisaje de Piplantri era árido e incluso inhabitable. El poco color que se encontraba en las vestimentas de sus habitantes, se deslucía entre lamentos. En dicho lugar, el nacimiento de una mujer no significaba regocijo, era una tragedia. Al estar privadas de trabajar y de la independencia económica, una hija era una carga económica. Motivo por el cual, eran sacrificadas desde su nacimiento. En 2005, tras la pérdida de su hija, un padre decidió plantar un árbol en su memoria. La celebración de la vida como proceso de duelo. Instó a sus vecinos a realizarlo: ante el nacimiento de cada beba, 111 árboles. Transformando no solo el paisaje, sino también la mentalidad de sus pobladores en beneficio de la comunidad. En Hermanas de los árboles conocemos a Kala, quien junto a otras trabajadoras tienen una pequeña fábrica que aprovecha las diversas propiedades del aloe vera. Bhavari, una madre que ayuda a su hija, Nikita, para que obtenga lo que ella no pudo, una educación. La dirección de Menéndez/Peñafort es contemplativa, en una primera instancia, la desolación del terreno, la minería acechando, para luego ser espectadores del reverdecer de la aldea. Asistir a los rituales de siembra, la educación y la responsabilidad que conlleva adoptar un mejor hábito de vida en consonancia con la naturaleza y la equidad de género. Durante varios años, la única canción que se escuchaba en Plipantri era el llanto de los padres y madres que sacrificaban a sus hijas. Actualmente ha sido suplantado por cantos de alegría, trabajo, las risas infantiles, celebrando la vida, generando conciencia. Un proyecto de hace 15 años que ha logrado transformar varias comunidades de la India, y pensando en un futuro. No solo a nivel país, sino también -por qué no- a nivel mundial.
LA VIDA LE SIENTA BIEN La primera vez que tuve noción de la muerte, fue una tarde viendo Mi primer beso (¡esas malditas abejas!). No recuerdo la temprana edad que tendría, pero me sorprendió ver al chico acostado en el ataúd, a la vista de todos. Obviamente que la explicación adulta fue “está durmiendo”, aunque uno por dentro intuía algo más. Al crecer, se entiende que parte de la vida también es su final, pero también surge otro miedo que es igual o peor a la muerte: envejecer. Después de todo, hay más publicidades de cremas antiarrugas que de funerarias. Eliminar de forma superficial el paso del tiempo, su erosión, ocultando la edad. Luego, se llega a un número, rozando el ocaso de una vida, donde ya nada de eso importa. Se ofrecen dos caminos, el documental. ¡Que vivas 100 años! nos introduce en uno de ellos. Víctor Cruz recorre la historia de diversas personas mayores de 80 años que, pese a los achaques naturales, mantienen su espíritu con vigor. Desde Costa Rica, pasando por Italia, hasta Japón. Panchita, una mujer de 106 años, rodeada con sus hijos, esperando su muerte, feliz con lo vivido y agradecida. Pachito, un jinete que no usa bastón porque tiene a su caballo, en contra de las indicaciones para que deje la montura. Adolfo, organizando su fiesta de cumpleaños 93, y anhelando cumplir su sueño de volar. Finalizando con Tomi San, una abuela que forma parte de un grupo pop de la tercera edad, furor en Japón. Diversas regiones, climas, culturas, pero la dicha en movimiento como eje. El ejercicio, el contacto con la familia, esas amistades que no pierden lustro, como si la experiencia fuera un tamiz donde se conserva lo vital. Y la actitud, la carne puede ser débil, pero la entrega no se negocia. En un mundo donde la esperanza de vida aumenta, pero también la edad laboral se minimiza, donde ya con tener 30 años se cierran algunas oportunidades, ¡Que vivas 100 años! nos muestra que hay vida antes de la muerte. Una vida productiva, manteniendo el espíritu con humor.
EL ORBE SAGRADO Publicado a 154 días de la caída del fútbol argentino. Hay textos antiguos, sobre una vida antes de la pandemia, acerca de un deporte llamado “fútbol”. El mismo era practicado por gran parte de la población argentina, de forma profesional, amateur o como un simple ocio. Dos tribus de 11 guerreros, diferenciados por su color y escudo, un cacique de cada grupo que previamente planea la táctica del encuentro. Un juez y ayudantes neutrales que presiden el juego. Un público vociferador, cánticos de apoyo o denigrando al rival. Todo gira alrededor de un orbe, una esfera cuyo objetivo es llevarla hacia el arco contrario y evitar la entrada al propio. Agustín Sinibaldi realiza un documental sobre la historia de este objeto codiciado: La Superball. Prácticamente todo puede ser una pelota de fútbol, piedras, latas, tapitas, bollos de papel o cinta. Ni hablar de marcas como La Pulpo, y aquella desconocida, blanca, siempre gastada -nunca se ha visto una nueva- cuyo pelotazo era lo más doloroso de la infancia. Ya profesionalmente, la clásica y hermosa de Alemania ‘74, y el fiasco de la Jabulani de Sudáfrica 2010. Pueden variar en diseño, material, peso, pero todos los caminos conducen a Bell Ville. Una pequeña ciudad ubicada en Córdoba, con 37.000 habitantes, que lleva el título de ser la capital mundial de la pelota de fútbol. Una historia que se remonta a la década del 30, cuando tres inventores perfeccionaron el balón de cuero, que se asemejaba más a uno de rugby, con su dureza, costuras visibles y el peligro que representaba recibir un fuerte pelotazo. La inventiva estuvo en una válvula moderna y costura invisible, La Superbal dio a pie al diseño y creación de la pelota tal y como la conocemos hoy en día. No solo en lo futbolístico, sino también en el básquet, rugby y otros deportes. Sinibaldi documenta el orgullo de esta ciudad y sus historias vinculado al fútbol, mediante distintas generaciones. La pasión del hincha, el jugador, socios del club, sus testimonios, inclusive del local Mario Alberto Kempes. Lo que parecía una historia de reivindicación sobre tres inventores, al avanzar el documental, también se convierte en un relato actual de cómo las pequeñas fábricas, cuyo mayor trabajo es artesanal, no logran competir frente al mercado global. No solo desde una cuestión romántica, sino también de calidad, las pelotas cocidas a mano resultan ser más eficaces. Pero desde la FIFA y AFA, se apuesta a firmas chinas, brasileñas, donde el costo es menor. Como declara El Matador: “Interesa el dinero y nada más”. La Superball es otro ejemplo de documental sobre aquellas historias olvidadas que se siguen alimentando de generación en generación. Y con el paso del tiempo, se va agigantando cada vez más, mediante sus testimonios, hasta que logre la importancia y reconocimiento que merece. Los textos antiguos también advierten sobre personajes oscuros que intentan utilizar este ritual, este deporte, en pos de intereses personales. Atentando al espíritu deportivo, haciéndose pasar por representantes del mismo. Pero como diría un viejo guerrero ya ascendido a dios por sus proezas: “La pelota no se mancha”.
STALKERS Cuando George Orwell publicó 1984, bajo un relato de ciencia ficción, logró profetizar el entorno donde vivimos. A diferencia del concepto “big brother”, donde lejos de sufrirlo, lo buscamos. Historias sobre lo que vemos, cocinamos, dónde estuvimos o estamos. Aceptando bases y condiciones que no leemos. Aplicaciones de delivery cuya descarga implica acceder a tu cámara y micrófono del celular. “Cuando algo es gratis en internet, es porque uno es el producto”. Sumamos datos personales e intrascendentes a una red que puede ser fácilmente vulnerable. Al igual que Orwell, Peter Weir en The Truman Show se adelantó a la existencia mediante la vista tácita de todos. Un público, seguidores, la vida como un espectáculo. Un concepto que aterrorizó a un niño de 10 años como Francisco Bendomir, y lo continuó acompañando en la realización de su ópera prima, Una chica invisible. Tras separarse de Andrea, Mauro necesita saber si hay un tercero en discordia. Consumido en celos e inseguridades, contrata a un hacker (Daniel), para acceder a su mail, redes sociales y, como si fuera poco, ubicar cámaras en la casa de Andrea. Conocido en el mundillo de internet como “stalkear”, una práctica realizada por todos al revisar un perfil, pero que trasciende el grado de acoso al invadir y afectar la vida de la persona. Aunque The Truman Show haya sido el punto de partida de Una chica invisible, la película dialoga con otras obras con una mirada stalker o voyeurista. La motivación de Mauro es similar a la de Daniel Hendler en El fondo del mar, asegurar si su pareja lo engaña y en un vano intento, recomponer su relación. Por su parte, Daniel sigue los pasos de Gene Hackman en La conversación. Cuyo rol de espía, escucha o hacker, trasciende el trabajo por encargo, interesándose por la víctima. Llegando a ignorar su vida, Daniel es padre de Juana, una joven que ante una madre ausente y un padre obsesionado, es criada por Youtube y sus retos virales. Una perspectiva tragicómica del uso nocivo de internet. Los personajes son afectados desde un rol activo o pasivo, y ambos personajes femeninos, sufren la viralidad. En el caso de Andrea, al filtrarse un video de un casting fallido, y en Juana, al subir un reto fallido donde se corta un dedo. Se convierten en tendencia, y lejos de pensar que la vida virtual y la vida real son asunto separado, las termina afectando. Andrea sospecha que alguien la observa y recurre al alcoholismo y a un grupo de autoayuda. En el caso de Juana, siendo suspendida en el colegio por su conducta al fomentar el reto del cuchillo entre sus compañeros, refugiándose en un manga que da título a la película. Bendomir explora sus miedos en una película donde las actuaciones pueden desentonar, al igual que algunos tramos de la historia, aunque logra retomar su interés hacia el final. Plasmando un mundo digital y real, alejado de aquel concepto de las películas de los 90’s y el nuevo milenio, de hackeo a bancos desde una cabina telefónica o despertar siendo controlados por supercomputadoras. Hoy en día, el conocimiento de acceder a un home banking, tutoriales para ahorcarse o hacer una torta, está al alcance de todos. Aceptando las bases y condiciones de la vida, sentirnos vulnerables y vivir con ese hecho o simplemente, desaparecer.
METAMORFOSIS ADOLESCENTE A partir de 1956, con Rebelde sin causa, el cine encontró un público adolescente, ávido de verse a sí mismo como protagonista en la gran pantalla. Aunque hay ejemplos anteriores, como Brando en El salvaje (1953), la película de Nicholas Ray representaba las inquietudes, inseguridades y las autoridades que no comprenden a una generación que representaba un cambio. Haciendo un salto en el tiempo, el cine de John Hughes, Penelope Spheeris, series como That 70’s Show y Freaks and Geeks mostraron que los estilos pueden cambiar, pero las cuestiones adolescentes se mantienen. Siendo educado, en parte, por ese “arquetipo” juvenil, me pregunté si había películas nacionales de esa índole. En primera instancia, podemos nombrar a Juvenilia, de 1943, pero dejando de ser una persona de riesgo, vienen al recuerdo Rapado, Pizza, birra, faso, Una noche con Sabrina Love. Aunque, siendo sinceros, la adolescencia argentina fue más que nada representada en las tiras juveniles made in Cris Morena. A principios del 2000, se acentúan las producciones sobre la adolescencia: El Polaquito, Cara de queso, XXY, teniendo una fuerte presencia los estigmas que se sufren en dichos años, junto con sus alegrías, saliendo del mundo ideal representado en Telefé o El Trece. Este subgénero sigue presente en Yo, Adolescente. Nicolás Zamorano (más conocido como Zabo), 16 años, estudiante, inquieto, familia presente y ausente a la vez, rockero, ramonero. A fines del 2004, asiste a un recital de Árbol, sin saber que, no muy lejos, ocurría Cromañón. Al llegar, se entera del hecho, que podría haber sido un pibe en medio de la tragedia, sumado al suicidio de su mejor amigo. A partir de ahí, se cuestiona lo efímera que puede ser la vida para alguien que no ha vivido lo suficiente, pero piensa seguido en la muerte. Movido por necesidad, usa Fotolog como un diario, “alguien en alguna parte tiene que estar pasando por lo mismo”. La película de Lucas Santa Ana representa la búsqueda por un motivo para seguir respirando, desde las amistades y la música siempre presente en bandas como Boom Boom Kid, hasta explorar sensaciones, drogas, sexualidad. Zabo se encuentra en el limbo “mi chica ideal no puede ser un chico” -una constante dentro de la filmografía de Santa Ana (Como una novia sin sexo, El cazador-: la atracción hacia su mejor amigo, Mateo, y a la vez la relación casual que mantiene con Teena. En palabras de Luca, “no sé lo que quiero, pero lo quiero ya”. Yo, adolescente refleja a una generación marcada por Cromañón, pero además por la buena música nacional de aquel entonces. Los primeros sitios como Fotolog, los encuentros entre personas que se sentían representadas por lo mismo. Una precuela de lo que se vería más tarde con las tribus urbanas. Goza de buenas interpretaciones, una ambientación no muy lejana y una historia que te representa, porque a pesar de haber vivido o no lo que atraviesa el protagonista, todos hemos sido atravesados por las dudas, las ganas de desaparecer, de mostrarse, estando en una constante metamorfosis adolescente.
EMBAJADORES DEL RITMO Hasta hoy, cuesta sacarse cierto prejuicio a la hora de conocer algo, llamémosle nuevos platos, películas y géneros musicales. Seguramente nos ha tocado toparnos con aquella persona que está orgullosa de que no le guste la cumbia, simplificándola en una sola corriente y abarcando a todo el género. Siendo su crítica más fundada en dónde proviene el ritmo, emparentando con la delincuencia y los barrios carenciados, más que cuestionar su letra y música. Dicho prejuicio ha ido desapareciendo, cualquier fiesta no puede omitir de pasar sus temas, invitarte a bailar o, mínimo, mover el pie y alentar con las palmas. Un sonido que viaja por toda Latinoamérica y el mundo, como vemos en Cumbia que te vas de ronda, documental realizado por los propios músicos que inician un viaje para contestar “¿qué es la cumbia?”. Ese aprendizaje se da en un principio conociendo los diversos orígenes del género, “el enamoramiento de una cultura hacia la otra”. Sonidos e instrumentos del Africa (percusión), convergiendo con el sonido de los indígenas (vientos), siendo su capital en Colombia, siempre en búsqueda de fusiones; Lucho Bermúdez y su orquesta, en los 50’s; guitarras eléctricas y sonidos amazónicos, provenientes del Perú, en los 60’s y 70’s con Los Mirlos; llegando a la actualidad donde la misma se conjuga con el reggaeton, ska, rock y música electrónica. Siendo una marca tan característica de nuestro continente, los músicos se preguntan si la cumbia puede cruzar el océano y causar el mismo efecto. Para sorpresa mía, es increíble el efecto que ha tenido en Japón. Gestándose en los últimos años, gracias a dj’s, teniendo sus propios bares y conjuntos de cumbia, interpretados por propios japoneses como Regalo Rojo. Además de visitar países como Filipinas, Vietnam, Camboya, que nunca la han escuchado, viendo sus primeras reacciones de un ritmo tan lejano para ellos, pero que surge el mismo efecto. “Me siento libre, es como un fuego”, comenta uno de los impresionados. ¿Qué es la cumbia? El músico Bill Evans se preguntó “¿qué es el jazz?”, llegando a la conclusión de que no necesita tanto análisis y se responde disfrutando entre tema y tema. No es el qué, sino el cómo. Podemos abarcarlo a todos los géneros. Pablo Coronel y equipo nos permiten salir e invitarnos a un sonido que habita en cada uno, de “celebrar la vida por la vida misma”. Cumbia que te vas de ronda puede tener sus desperfectos, como ocurre en todo viaje, pero a fin de cuentas ¿quién nos quita lo bailado?
ENCUENTRO INESPERADO “Dicen que viajando se fortalece el corazón, pues andar por nuevos caminos te hará olvidar el anterior”. Ciertas son las palabras de Litto Nebbia. Ante la vista de un nuevo paisaje conocer nuevas comidas y, mejor, si es en compañía de alguien te permite, como quien dice, parar la pelota. ¿Pero qué ocurre si dicho viaje, lejos de olvidar viejos caminos, te reencuentra con uno? Pablo, su pareja Raquel e hijo inician sus vacaciones en las sierras de Córdoba. Encontrando un lugar agradable, en un complejo de cabañas con pileta y granja. Lo que parecía ser un ambiente ideal para relajarse, se torna una pesadilla para Pablo, al reconocer entre los huéspedes (Goity) a la persona que abusó de él cuando tenía 8 años. Enfrenar un trauma reprimido, proteger a su hijo de la misma edad que cuando ocurrió el hecho, y alimentar una relación que parece estancada, son aspectos que aborda la película de Franco Verdoia. La chancha da a relucir la actuación de Esteban Meloni, demostrando una nueva camada de actores que se inician en televisión, pero que luego son relegados por los mismos rostros ya gastados de cualquier tira. En estas producciones o en el teatro, encuentran un espacio para interpretar. La actuación de Meloni no apela, ante un hecho delicado, a la sobreactuación de la víctima, sino que construye una escala de grises; similar a Goity en su papel de abusador. Generando un rol de ataque y defensa, que aumenta la tensión entre los personajes. Aunque dichas escenas, por momentos, sean prolongadas y explicando demasiado. Una película que inicia y termina con un viaje, con sus personajes marcados y un trauma no vencido, porque a fin de cuentas el daño ya está hecho y se continúa con el sufrimiento. Volviendo a Nebbia, “Solo se trata de vivir”.
UN POCO DE ESTO, UN POCO DE AQUELLO En las últimas décadas, el público occidental ha entendido que la animación abarca más edades que solo la infantil. Iniciando con Los Simpson y Padre de Familia, el MTV de los 90’s y Adult Swin, y llegando a hoy en día con Rick and Morty y Bojack Horseman. No dista mucho de lo clásico, a fin de cuentas, Ren y Stimpy tienen más similitudes con Tom y Jerry que diferencias. Actualmente la representación de lo absurdo y lo grotesco ha ido in crescendo, siguiendo las tradiciones e historia que este oficio tiene. Para romper las reglas, primero hay que conocerlas. Homeless nos introduce en un mundo regido por lo material, en plena previa navideña. Un campamento de vagabundos se niega a vivir bajo el poder del dinero, confiando en su experiencia de sobrevivir de manera gratuita con los desechos del sistema. Un ataque hacker hace que desaparezca todo el dinero del mundo, sumiéndolo en un caos donde aquellas personas despreciadas, ahora son las más aptas. Dicho ataque, orquestado por una corporación maligna, comandada por un ratón que busca satisfacer el deseo de su padre: crear un parque destinado a la alegría y felicidad. La película de Campusano, Cox y O’Ryan estéticamente es similar a Rick and Morty y dialoga con el humor de South Park. La animación es un ejemplo de que producciones por fuera de las grandes ligas, pueden emular su trazo. Pero en razones de ejecución del humor, queda a medio camino, por momentos repitiéndose a sí misma en lo grotesco y observaciones sobre la cultura pop. Un niño de clase alta, es abandonado y acogido por la comunidad homeless. Este tiene en su poder el pendrive que posee todo el dinero para restaurar el status quo. Iniciando el camino hacia la ONU, atravesando una comunidad hippie, campos de concentración de la alegría y sus fuerzas robóticas. Porque para ser un antisistema, tiene que existir uno para oponérsele. Homeless representa el buen trabajo en animación que se está llevando a cabo en la región. Sumando a realizadores como Ayar Blasco y Juan Pablo Zaramella. Que a pesar de no tener las bondades económicas de otros países, desde lo austero, encuentran en lo clásico y actual las herramientas para contar sus historias.
DEL MATERIAL QUE ESTÁN HECHOS LOS SUEÑOS Leyendo sobre los sueños, se considera que el recuerdo que uno tiene al día siguiente, es en base a la emoción o sensación que nos produjo. Ejemplos: la pesadilla de caernos, vértigo. Los sueños húmedos, placer. Se pueden relacionar fuera del inconsciente, pasan los años y los recuerdos de aquella cena, fiesta o evento que nos marca en el buen o mal sentido, uno termina escuchando y atesorando aquel eco de la sensación que experimentamos. Puede pasar incluso con alguna película de nuestra infancia que no hemos vuelto a ver de adultos, en la que podemos olvidar escenas e incluso la trama, pero la emoción se encuentra intacta. ¿Pero qué ocurre con aquellos sueños que ya pasaron pero de los cuales nos negamos despertar? Un sueño hermoso explora la vida de Alejandra Podestá, una mujer enana que fue seleccionada para una película de María Luisa Bemberg, a inicios de los 90’s. De la noche a la mañana, y sin preparación como actriz, se encontraba haciendo un protagónico junto a Marcello Mastroianni, en De eso no se habla (1993). El documental de Tomás de Leone, presenta cinco puntos para adentrarnos ante tal curiosa historia: la directora, la actriz, la película, el después y Alejandra. “El cine de María Luisa está plagado de mujeres que tienen que abrirse paso, en un mundo que no es pensado para ellas”. La determinación de tener como protagonista no sólo a una persona sin experiencia, sino incluir a una persona con discapacidad. Las películas que en general lo hacen, es porque la discapacidad en sí es parte de la trama. El proceso del rodaje, afrontando lo que conlleva realizar una película de época y enfocarse en la enseñanza y dirección de Alejandra. Que, por su parte, se encontraba en un sueño de fantasía, pero a la vez, su papel a interpretar era un reflejo de una crianza sufrida. De eso no habla se ambienta en la Argentina del 30. En un pueblo, una madre da a luz a Charlotte, quien padeciendo enanismo le será negada una vida normal. Confinada en su casa ante tutores que la convierten en una joven culta y elocuente. La llegada de un extranjero (Mastroianni), hará que el pueblo se sorprenda, más cuando este se encuentra amorosamente interesado en Charlotte. ¿Qué era ficción y realidad para Alejandra? Una mujer que desde su crianza fue culpada por su madre, tras el abandono de su padre. Privada de socializar y cuyo sueño era “formar una familia”, como declara una compañera del set. Tras el estreno y éxito, tanto nacional como internacional, el destino parecía abrirle una puerta de reconocimiento a Alejandra Podestá. Pero erróneas decisiones, y lo que es peor, asumir y creer por lo que era discriminada, terminó erosionando su salud mental. Llevándola a un trágico final a los 37 años. Al momento de elegir documentales caigo en el común denominador de ver aquello en lo cual ya estoy relacionado: historia, biografías de músicos de mi agrado. En este caso, me he encontrado ante una sorpresa, desconociendo absolutamente dicha historia y el cine de María Luisa Bemberg. Creo que los buenos documentales son aquellos que además de entretenerte e informarte, te despiertan la curiosidad de seguir profundizando al respecto. Y elogiar el buen material que se está realizando en materia documental en nuestro país. Un sueño hermoso presenta con buenas recreaciones, información y de manera sensible, la vida de Alejandra Podestá y su memoria. Una vida del material que están hechos los sueños.