Una sorpresiva adaptación que toma las decisiones correctas Con muchos guiños y escenas de acción bien implementadas, Uncharted: Fuera del Mapa abraza a los fanáticos pero también le abre la puerta al resto del público. Las dudas sobre la adaptación de Uncharted se sembraron desde su anuncio. Los numerosos cambios de directores, postergaciones en su estreno a causa de la caótica producción por el Covid-19 y una dupla protagónica que no sentó muy bien dentro de la comunidad de fanáticos fueron algunos de los alicientes que hacían de este estreno un enorme signo de interrogación. Sin embargo, para sorpresa de muchos y al contrario de lo que gran parte de la prensa internacional expresó, Uncharted: Fuera del Mapa es una grata sorpresa y otra pieza más dentro del buen presente que están atravesando las adaptaciones de videojuegos. Tom Holland y Mark Wahlberg se cargan al hombro esta aventura de la cual, similar a los videojuegos, se llevan un pedazo enorme de participación en pantalla y si uno comienza escéptico sobre sus interpretaciones, con el paso de los minutos y las escenas te terminan convenciendo de que son correctas elecciones para dar vida a Nathan Drake y Victor “Sully” Sullivan. Gran merito del correcto funcionamiento de Uncharted: Fuera del Mapa recae en Ruben Fleischer y las correctas decisiones que toma en la elaboración de la trama y los personajes. Con 4 juegos canónicos y un puñado de spin-off que complementan el universo, el director toma solo los elementos narrativos justos y necesarios para realizar una película de origen que permite a una nueva audiencia no quedarse afuera de la ecuación y darle a los fanáticos sus merecidos easter eggs que resuenan durante las casi dos horas de duración. Y así como incluye elementos de forma correcta, también hay un decisión acertada en dejar personajes y elementos afuera de esta ecuación porque era más que complejo hacer convivir tantas historias en una trama armoniosa, que encima es 100% de origen. Crítica Uncharted: Fuera del Mapa, una sorpresiva adaptación que toma las decisiones correctas Los guiños no son parte del sustento narrativo pero funcionan darle ese toque de color que la transforma en una adaptación correcta. A veces son diálogos, otras veces son objetos y otras movimientos particulares: la esencia de Uncharted busca traspasar la pantalla sin querer predominar por sobre la historia. En aspectos narrativos, es una película de acción de punta a punta sin ningún giro sorpresivo o vuelta de tuerca que busque desencajarnos. Mientras más grande sea el balde de pochoclos que tengamos entre las manos, mayor será el disfrute, porque Uncharted busca precisamente eso: que acompañemos a Nathan y Sully por diferentes partes del mundo en búsqueda del tesoro perdido de Magallanes. La misión principal mantiene el espíritu de los juegos, y en sinergia, acompañan el buen ritmo que desarrolla la película, porque en ningún momento hay baches profundos: es un constante movimiento de acciones que te mantiene atento a cada uno de los eventos que suceden en pantalla, porque tampoco querés perderte algún guiño, comentario de Sully o movimiento de Nathan. El Nathan Drake que conocemos de los juegos no es el que realmente vemos en pantalla, sino que está unos pasos por detrás de ese camino y es por eso que, como historia de origen, es muy funcional. Acá veremos el comienzo de la relación con Sully, la complicada y vertiginosa infancia con su hermano Sam, los primeros encuentros con Chloe Frazer, y el despertar de su instinto aventurero. Para los que leen esta crítica y vienen de la franquicia gamer, habrán notado que el anterior párrafo es un mix de las 4 entregas de los videojuegos, pero hay un detalle: todas estas piezas van en pos de construir una historia original. Crítica Uncharted: Fuera del Mapa, una sorpresiva adaptación que toma las decisiones correctas A pesar de muchas de sus virtudes, los puntos flacos también pesan con fuerza. La excesiva cantidad de minutos que tienen los protagonistas en pantalla es un contrapeso para el bando de los villanos. El desarrollo de Antonio Banderas y Tati Gabrielle como antagonistas es casi nulo, forzando a un “porque sí” constante en la mayoría de sus acciones y una ausencia total de profundidad. De hecho, parece casi adrede, pero en las escenas que Banderas u otros personajes tienen protagonismo absoluto en la escena, todo sucede con una velocidad increíble, sin darle el timing ni espacio suficiente para conocer sus motivaciones, empatizar u odiarlos un poco más. Solo son una excusa para que Nathan, Chloe y Sully escapen de decenas de gangster y peleen de forma acrobática en el camino. Tratándose de una película de acción y aventura, hay que reconocer que hay un enorme esfuerzo de brindar originalidad en sus puestas en escenas, para alejarse un poco del mote de “la Indiana Jones moderna”. Sin embargo, en esa búsqueda constante de distanciarse de esas etiquetas presenta en el ecuador de su trama algunas escenas que rozan fuertemente la inverosimilitud y rompen un poco el clima que construye la película antes y después. Crítica Uncharted: Fuera del Mapa, una sorpresiva adaptación que toma las decisiones correctas Eso sí, el tercer acto de Uncharted: Fuera del Mapa es una fiesta completa. Referencias, disparos, piñas, música que nos transporta al videojuego, originalidad en muchas de sus escenas y, por sobre todas las cosas, es parte de la metamorfosis final para ver al Nathan Drake que controlamos en PlayStation, y que termina dejándonos con ganas de más. Sin entrar en spoilers, esas ganas de más quedan completamente reflejadas en las 2 escenas post-créditos que tiene la película y que conectan de forma mucho más directa con la primera entrega del videojuego, aunque como queda claro en parte de su narrativa, en caso de haber una secuela seguirá tomando elementos para construir su propio aventurero camino. Uncharted: Fuera del Mapa no viene a patear el tablero del género pero tampoco es el desastre que la mayoría pronosticaba. Es una entretenida película de acción, que tiene un mérito extra por ser, al mismo tiempo, una adaptación más que acertada y original de una de las franquicias de videojuegos más relevantes de los últimos 15 años.
Una de cal y una de arena Con aciertos y resoluciones apuradas, Resident Evil: Welcome To Raccoon City adapta con mucho respeto los 2 primeros juegos de la franquicia. Las adaptaciones de videojuegos atraviesan un período bastante positivo, después de años de entregarnos producciones que se alejan de los niveles deseados. Sonic, Mortal Kombat y Arcane son algunas de las recientes producciones que elevaron con gracia la vara de las adaptaciones gamers, consiguiendo el difícil objetivo de contentar al grueso de los fans, y al mismo tiempo conseguir cautivar público ajeno a estas franquicias. Resident Evil: Welcome to Raccoon City corría desde el vamos con una ventaja: la anterior adaptación de la saga – con 6 películas distintas – lejos estuvo de mostrar la identidad del videojuego y decidió tomar una libertad creativa bastante considerable, incluso posicionando a Alice, un personaje 100% creado para las películas, como la protagonista central de estas producciones. El director Johannes Roberts con este reboot decidió borrar todo lo que hizo Paul W. S. Anderson (que acá oficia de productor ejecutivo) para adaptar en una sola película los acontecimientos de los 2 primeros juegos. Un desafío que en los papeles resultaba, a priori, más que complejo y esto se refleja en varios momentos de los 112 minutos que tiene de duración. El otro gran desafío que tenía Roberts en el desarrollo del guion era no volver tan predecible el argumento para que, los fanáticos que se saben los juegos de memoria, no anticiparan cada uno de los eventos de la trama, y en este aspecto el director se anota un pleno al combinar los eventos de ambos juegos de forma fresca y atractiva para ambos públicos. El problema de querer meter el contenido de dos juegos en una sola película comienza a reflejarse de forma más palpable en su último arco. Un desarrollo que se siente muy apresurado y que realmente no le encontraron la vuelta para terminarlo de forma elegante, porque hay una construcción bien pausada de personajes y elementos, para luego en un cuarto de hora final pisar el acelerador y llevarse puesto todo. Crítica Resident Evil: Welcome to Raccoon City Lo que en Resident Evil 1 y Resident Evil 2 ocurre con 3 meses de diferencia, el infierno acá se desata en una sola noche. La película no se detiene en hacer un doble clic en conceptos: presenta a Umbrella, manifiesta el poder que tiene sobre Raccoon City y cómo la empresa es la única responsable del desastre biológico de esta pequeña ciudad. Sin entrar en el terreno de los spoilers, el argumento de la película divide sus aguas en dos caminos: por un lado el Alpha Team de S.T.A.R.S. (Chris Redfield, Jill Valentine, Albert Wesker, Brad Vickers y la inclusión de Richard Aiken) investigando la desaparición de miembros del equipo Bravo en la Mansión Spencer, mientras que por otro lado tenemos a Leon S. Kennedy y Claire Redfield intentando sobrevivir encerrados en la comisaria mientras la ciudad empieza a tener las horas contadas. Ambos puntos narrativos están interconectados por flashbacks y principalmente por Umbrella y las investigaciones que hizo durante décadas en la ciudad (y sus habitantes). Crítica Resident Evil: Welcome to Raccoon City Resident Evil: Welcome To Raccoon City es una de cal y una de arena constante, que trazan el camino con la inclusión de numerosos elementos y personajes que para los que no están familiarizados con los juegos se les puede pasar desapercibidos. No faltarán momentos para el humor, que salvo alguno que otro descomprimen un poco la tensión que busca generar en su atmosfera, pero sí también tenemos momentos de acción trepidante, sangre y zombies. Los fanáticos de los juegos se sentirán en casi todo momento como el meme de Leonardo DiCaprio en Once Upon a Time in Hollywood, señalando la pantalla ante cada easter egg visual y sonoro que se cruce, porque los hay y de a montones. Algunos muy evidentes y otros bastante sutiles, pero que en ningún momento rompen con el clima que propone la película. Los que veían con ojos dubitativos el cgi durante los tráilers lanzados, pueden reconfirmar varias de sus sospechas, aunque con salvedades. ¿Vieron lo de la cal y la arena? Bueno, en esta arista es exactamente igual: mientras que los zombies tienen un trabajo más desarrollado, al resto de las armas biológicas le falta un golpe de horno importante, y no puedo dejar de mencionar una escena cerca del final de la película que levantó más de una carcajada durante la función por lo ridículamente mal que se ve. En conclusión, con sus aciertos y planteos cuestionable Resident Evil: Welcome To Raccoon City funciona de maravilla cuando no se toma en serio a sí misma e incluso se toma las licencias de tirar chistes en relación al material original, aunque siempre con el respeto correspondiente. Es una película disfrutable y como adaptación cumple, pero no le pidamos más que eso porque no tiene los recursos ni hubo una decisión desde el director para ir un paso más allá. El cast, menos Tom Hopper que da vida a Albert Wesker, ejecutan sus personajes mejor de lo que mostraban los tráilers y consigue varios momentos de tensión/terror, que se entremezclan entre las decenas y decenas de guiños y referencias a los videojuegos. Crítica Resident Evil: Welcome to Raccoon City ¿La anotamos en la lista de buenas adaptaciones de videojuegos? Por supuesto. Al igual que lo que hizo Mortal Kombat este año, la decisión de rebootear de cero y tomar libertades para el desarrollo de la trama tiene sus ventajas y contras, pero el resultado final termina como una producción que se sostiene por sí sola, dejando un buen sabor de boca en los fanáticos y también satisfecho a los agnósticos. Con un poco más de presupuesto para pulir algunas locaciones y mejorar el cgi, estaríamos hablando de una película mucho más sólida, pero las cuestiones de producción no son las únicas que pueden tirar para abajo el resultado final de la producción. Ni el cierre de la película ni la escena post-créditos están a la altura de lo que propuso el film durante todo su desarrollo. Aunque eso sí, hay un pequeño camino marcado para una posible secuela, algo que de cierta forma abriría la cancha a una segunda entrega con una adaptación ya de por sí mucho más libre, con el riesgo de terminar en el sin sentido que nos regaló Milla Jovovich y su esposo.
La visibilidad de los agravios, abusos y delitos sexuales hacia mujeres han tenido una trascendencia y relevancia durante los últimos años como nunca antes. Los hilos de una sociedad machista y desigual van siendo cada vez más visibles y eso también logra reflejarse en las producciones audiovisuales. La Fiesta Silenciosa es un cúmulo de un montón de situaciones de la sociedad. Hechos cotidianos que suceden en el silencio de la noche o a plena luz del día, una opresión asfixiante y continúa, que va llenando un vaso al punto tal que una vez que se rebalsa no hay vuelta atrás. Diego Fried logra consolidarse como un director a mirar de cerca en esta producción, tercera dentro de su filmografía (antes realizó Vino y Sangrita, que no solo cuenta con una calidad actoral bien marcada, sino logra narra esta historia con una tensión in crescendo, en el que una vez que los hechos comienzan a desencadenarse, el drama logra transformarse en suspenso para mutar en ocasiones a un thriller con tintes de terror, en donde el espectador va descubriendo con parte de los protagonistas qué fue lo que sucedió. La Fiesta Sangrieta es una producción de Aramos Cine y su elenco está conformado por Jazmín Stuart, Gerardo Romano, Esteban Bigliardi, Gastón Cocchiarale y Lautaro Bettoni. La película se estrena el 4 de junio a las 22hs. por cine.ar TV y se podrá ver gratis en cine.Ar Play del 5 al 12 de junio. La Fiesta Silenciosa comienza con la llegada deLaura y Daniel (Jazmín Stuart y Esteban Bigliardi, respectivamente) a la finca de León (Gerardo Romano), padre de ella, en la que celebrarán su casamiento al día siguiente. En la casona ya está casi todo listo para la fiesta y solo quedan ultimar detalles, todos controlados y manejados por León, que con la misma manera que sobreprotege a su hija intenta dominar con firmeza cada situación que lo rodea. Desde el inicio del relato, la incomodidad de la protagonista se manifiesta sin decirlo verbalmente, pero con miradas, gestos, el tono de sus respuestas. Hay una tensión latente en su cuerpo, una presión a las horas previas a su casamiento y un contexto. Acá entra gran parte del notable trabajo de Friedpara mostrar la tensión invisible entre este triángulo protagónico, que va desde la inseguridad constante de Daniel y la dominación constante del padre de Laura. En el medio, ella, que sufre esa opresión de circunstancias, que las evade tomando alcohol para abstraerse de lo que lo rodea. Con imperiosa necesidad de escaparse un rato de esta realidad, sale a caminar por los anchos campos de la casa hasta que, por inercia y también por la atracción de risas y sonidos, llega hasta el terreno vecino, en donde se esta llevando a cabo una fiesta electrónica silenciosa, en la que todos los invitados utilizan auriculares para escuchar al dj que pasa música. Rápidamente ella accede a colocarse uno de los periféricos y acepta una bebida, el punto de partida para un desenlace que comienza a formar un rompecabezas dentro de la trama. La protagonista no volverá de la misma forma hacia su casa, transformando no solo a los personajes sino al concepto mismo de la película. Nosotros, como espectadores, tendremos que ir descubriendo de a poco qué fue lo que sucedió en la fiesta, todo en un marco de escalada de violencia, tensión y misterio. Es interesante ver cómo La Fiesta Silenciosa cambia de registros a medida que el foco de la película se ve modificado por las acciones de los personajes. De la crisis prenupcial pasamos al escape de la protagonista para luego tomar un camino de venganza sin vuelta atrás. Pero con ella, también arrastrará a su futuro marido y a su padre. Estos registros también modifican el tono de la narrativa: la película pasará de un drama familiar al extasis de la violencia, al suspenso y por momento unos sutilezas de terror con una fotografía muy bien ejecutada. El terror no es algo puntual, pero hay un momento muy particular que sucede mucho en producciones de este genero, y es cuando el o la protagonista cruza por el punto de no retorno. Ese umbral solo tangible para el espectador y del que la historia se vale para transformar la trama a gusto del director. El sonido es, desde ya, un factor fundamental dentro de la ambientación. Los silencios son los verdaderos estruendos dentro de las escenas y hay un cuidado sonoro quirúrgico en las escenas, con un ambiente alimentado de forma exponencial por esos incómodos momentos sin música, sin ruidos, sin absolutamente nada. La Fiesta Silenciosa, durante sus 85 minutos de duración, logra alimentar esa tensión constante que verdaderamente atrapa, que solo tiene se desdibuja cerca de su recta final, pero que en ningún momento afloja. Es un híbrido de géneros en el que pudo haber salido todo de forma desastrosa pero termina sucediendo todo lo contrario. Si bien todo el elenco realiza un trabajo bastante interesante, quien resalta por sobre los demás es Jazmín Stuart, en un papel tan fuerte como empoderado, que buscar abstraerse de lo ético y moral para tomar venganza por mano propia, inyectando de dilemas y dicotomías a todo el resto de los personajes. Ella es la causa y la consecuencia de la historia y todo gira en torno a esa opresión y sufrimiento que padece, tanto emocional como físicamente. La Fiesta Silenciosa es una película que logra entretener desde el comienzo, alimentando una tensión e incomodidad de la que no escatimará violencia y sangre cuando la historia lo precise. Diego Fried deja mensajes aquí y allá, con personajes creíbles y situaciones que son un reflejo constante de una realidad que sucede en el mayor de los silencios.