Fantasma de Buenos Aires:
Espíritus guapos son los de ahora
Hablar de una película desde los costados que se atraviesan para llegar a realizarse a veces sirve como excusas de explicación del producto final. Ya sea por ejemplo desde un ángulo meramente comercial como por ejemplo Proyecto Blair Witch, o desde un lado puramente intelectual (aunque comercial en el doble sentido) como las películas del Dogma.
Un apartado diferenciado sería hacer cine de género en la Argentina. La falta de público y fondos y otros miles de factores no hacen de películas de ciencia ficción, terror y fantasía algo cotidiano en nuestra filmografía.
Por lo antedicho, la película del director y guionista Guillermo Grillo es una sorpresa agradable. Porque funciona desde varios ángulos y sale muy bien parada.
La historia es urbana y común: tres amigos juegan una noche al juego de la copa y algo sale mal. Lejos de tomar los clichés del género, quien se cuela desde el más allá es un tanguero de ley, un guapo del 900 que con sed de venganza por su muerte no aclarada habitará en el cuerpo del protagonista de a ratos para buscar la verdad que tanto anhela. Y acá es dónde lo que puedo caer en el ridículo sale excelente y convincente porque saliendo de esta premisa el director juega con la comedia y los enredos sin perderse en el camino y hace un producto ágil, dinámico y llevadero.
La puesta en escena y la fotografía es austera pero efectiva, haciendo de cada locación el complemento ideal para las situaciones que se van dando. Muy bueno el trabajo de los actores haciendo creíble cada personaje, la historia de amor y el antihéroe que construye Estanislao Silveyra deja un buen sabor en el espectador ya que tiene la tarea titánica de ser un adolescente perdedor y convertirse en segundos en un recio tanguero.
Una película entretenida y muy bien llevada. Cabe destacar el esfuerzo detrás de su realización ya que estuvo hecha por la Universidad del Cine siendo estudiantes quienes participaron del proyecto.
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