Blanco o negro es un film de venganza. Adrián, el protagonista, trabajó en el mundo criminal y por un ajuste de cuentas, mataron a su novia. Luego de un largo exilio en las montañas, Adrián decide regresar a la ciudad para cerrar el círculo. Policial negro de venganza lleno de excesos, algo poco habitual en el cine argentino, demasiado afecto al minimalismo mal entendido. Tan rara es esta película que dura dos horas quince minutos, algo tan poco habitual que es digno de destacar. También es notable lo artificial de varias situaciones, muy al uso del film noir clásico. A pesar de limitaciones de actuación y excesos no siempre positivos, Blanco o negro es uno de los pocos films argentinos actuales que peca de exceso y no de falta. Mejor que sobre y no que falte se suele decir y la película es la comprobación de que a veces esto es cierto. Pero claro, sobran cosas, hay desviaciones, momentos que tal vez podrían haber quedado afuera. Sin duda está hecha por alguien que ha visto, que ha visto policial negro y desea evocarlo en cada escena. Desde los films más clásicos al neo noir de fines de los noventa y hasta la actualidad. Más allá de algunos problemas con las actuaciones y muchas situaciones no logradas, Matías Rispau (protagonista también del film, otra rareza) es un nombre a seguir.
El cine industrial de Hollywood está dando una respuesta a la nueva ola del feminismo. Como suele ocurrir en cualquier cine industrial, esos cambios tienen que ver con la especulación comercial, los cambios culturales y, en los mejores casos, con una genuina convicción. Mimi Leder, la directora de La voz de la igualdad es una de las mujeres que logró avances y cambios para la mujer en el cine norteamericano de alto presupuesto. Como directora, y también como productora, dejó una marca tanto en cine como en televisión. Esta vez, con La voz de la igualdad consigue su mejor película, y vuelve al largometraje de cine luego de bastante tiempo en televisión, donde fue la responsable de varios grandes títulos, como por ejemplo The Leftovers. On the Basis of Sex (título original de La voz de la igualdad) se basa en la vida de Ruth Bader Ginsburg, desde que comienza sus estudios de abogacía hasta que consigue un caso que puede cambiar para siempre la historia de la discriminación de género en las leyes norteamericanas. Ruth Bader Ginsburg tiene una carrera de enorme importancia en Estados Unidos, pero se ha vuelto un poco más famosa por este film y también por el documental RBG, también del 2018, dirigido por Betsy West y Julie Cohen. Su fama la precede, pero ahora es mucho más conocida. Con una narración de absoluto clasicismo y sin ninguna novedad a nivel formal, la película consigue, sin embargo, movilizar al espectador más indiferente y emocionar como pocos títulos lo han hecho en los últimos años. Tal vez se necesite un poco de conciencia feminista para valorar la historia de Ruth Bader Ginsburg, pero lo cierto es que las escenas de la película, justamente por su narración clásica, permite entender todo lo que la protagonista logró en su carrera. La historia arranca en 1956 y llega hasta principios de la década del setenta. Ruth Bader Ginsburg es una heroína feminista inteligente, valiente y tenaz, pero su matrimonio y su familia también comparten sus sueños y sus aspiraciones. Con las tensiones de los cambios de época, con los avances y los nuevos conflictos, la película se conforma con exponerlos con oficio y eso le alcanza y le sobra. Desde los primeros problemas de pareja en la década del cincuenta, hasta los problemas con la hija de la década del setenta, el film muestra la evolución del feminismo. Hay varias escenas de enorme emoción, como aquella en la que Ruth descubre, en un momento cotidiano, que su hija vive en un mundo mejor para la mujer de la que ella vivió cuando tenía la misma edad. Hay otros momentos para sentirse movilizado, pero es mejor no anticiparlos. La película recupera una historia que no muchos conocen fuera de Estados Unidos, pero que es tan universal como lo son los derechos de los seres humanos.
Con este miedo al futuro es una de esas películas argentinas que se supone que además de drama, poseen humor, pero esa suposición parte de las sinopsis, los comentarios en las críticas y el deseo de que algo de lo que dicen los personajes le pueda parecer gracioso a alguien además de a ellos. En todo caso, lo cómico consiste en no lanzarse de lleno a las miserias de los personajes y tener algunos momentos de piedad. Leo, el protagonista, es un profesor de literatura en la Facultad de filosofía y letras, tiene una crisis en su postergada carrera de escritor, su divorcio que lo obliga a mudarse y dudas existenciales que lo llevan a ser por momentos agresivo, irrespetuoso y autodestructivo. La aparición de una alumna brillante que se interesa en él es la única esperanza que parece asomarse en el horizonte. La película, con su cámara en mano y su estilo despojado, cumple con el manual del cine independiente argentino. Los extensos diálogos acerca de dudas profundas y trivialidades no suman y solo consiguen alargar la extensión de una película que nunca justifica su condición de largometraje. Un diálogo sacado –posiblemente como cita- de Adaptation parece ser un ambiguo punto de partida para debatir acerca de si en la vida y en el cine, existen conflictos. En la vida, no hay duda, lo dice el personaje, en el cine depende del esfuerzo y la capacidad de los que lo hacen.
Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo tenían 68 años cuando se convirtieron en la primera pareja de mujeres casadas por ley en Argentina y Latinoamérica. Se conocieron en el caribe colombiano a finales de los ochenta. Este documental las lleva nuevamente a ese lugar donde se conocieron. Juntas es una enorme película de amor, además de un documental con carácter político. Tal vez la mayor victoria que tiene es justamente esa, triunfar en su humanidad. Las directoras de la película no se conforman con eso y plantean una narrativa no clásica, con elementos poéticos alejados de la forma tradicional de encarar estas historias. Podrá ser este un punto en contra de la película, pero una vez más, también es su identidad. Hace casi veinte años yo dirigí y produje el documental Lesbianas de Buenos Aires, el primer largometraje documental sobre ese tema hecho en Argentina. El mundo ha cambiado mucho desde entonces, por suerte, y Juntas ya no tiene la obligación del clasicismo a ultranza o del discurso transparente. Esta película es más compleja y profunda, se arriesga más, intenta nuevas formas. Creo que Norma y Ramona también saben que el mundo es un lugar un poco mejor, también saben que ellas contribuyeron a ello, como lo hace esta película. Es hora de reflexionar más allá de la superficie y tratar de entender cada universo. Juntas es una película de pura belleza, como la historia de las protagonistas.
Un joven de más de treinta años tiene un plan: viajar a china para abrir un mercado argentino. Sí, así como hay en Argentina pequeños mercados chinos, él busca hacer lo mismo allá. ¿El motivo para esta empresa? Los mercados chinos llevaron, años atrás, a que su padre tuviera que cerrar su almacén en Buenos Aires. Su proyecto alocado es ser el primero de cientos, provocando allá el mismo efecto que los mercados chinos provocaron acá. Averigua de donde vienen la mayoría de los inmigrantes chinos y viaja a esa provincia. Allí se asocia con un amigo que lleva tiempo viviendo en China y lo espera con la información necesaria y los trámites correspondientes. Todo empieza como una comedia, con los esperados conflictos idiomáticos, pero por suerte la película es más compleja que eso. Ponerse en el lugar del otro, eso aprende el protagonista de la historia. Ser el que no habla el idioma, el que no tiene cambio, el que tiene que aprenderse los trucos del lugar. El que tiene que pelearla muy lejos del hogar. La amenaza de una película canchera y sobradora que en teoría podría surgir se deshace por completo. Los protagonistas aprenden humildad, fraternizan con los locales y también descubren que ellos son capaces de trabajar y mantener la frente en alto con honestidad. La película tiene humor, melancolía, personajes simpáticos y un corazón oculto que se va mostrando a medida que avanza la trama. Una pequeña sorpresa que quedó dando vueltas en la montaña de estrenos nacionales todos parecidos entre sí. Les recomiendo buscarla.
La intensidad de los análisis y las críticas alrededor de los films de Marvel pueden ser una invitación a ignorar por completo estos films o simplemente festejarlos sin lectura alguna. Las olas favorables o desfavorables que los rodean son agotadoras, pero aun así, siguen siendo un elemento que está fuera de los films. La prepotencia con la que se le exige a los espectadores tener una competencia cultural para ganarse el derecho a decir una sola palabra no debe intimidarnos ni preocuparnos. En este monumental proyecto que ha encarado hace unos años Marvel será digno de grandes estudios cuando finalice, pero por ahora cada película tiene un vínculo con las otras y a la vez vida propia. De Capitana Marvel se pueden tomar ambas cosas, porque es una pieza clave para Avengers: End Game pero a la vez es una gran película que funciona de forma autónoma. Capitana Marvel tiene un elemento que la convierte en una de las más sofisticadas e interesantes de todas las películas de Marvel: un excelente personaje protagónico. Vers, así la conocemos al comienzo de la película tiene un agujero en su memoria y no sabe quién es ni cuál es su destino. Marvel tiene toda clase de personajes, pero son pocos los que genuinamente tiene tridimensionalidad humana. Muchas veces la grandeza de los proyectos convierte a los personajes en caricaturas, aun para los códigos del cine de superhéroes. Vers tiene grandes poderes, por momentos incomparables a los de cualquier otro héroe, pero tiene una vulnerabilidad que poco a poco irá asomando. Vers, Capitana Marvel, es en esencia un personaje que está solo, desclasado, fuera de todos los mundos. La película busca pertenecer a todos los tonos de Marvel, a la fantasía interplanetaria más desaforada, a la comedia retro con referencias pop –en este caso la década del 90- y también al heroísmo de la vieja escuela, la más tradicional y seria. No todo funciona a la perfección, tal vez lo mejor es una mezcla de heroína seria y valiente, donde su época, la mencionada década del 90, le da un marco musical y cultural divertido, que logra conectar con los personajes. A diferencia de La mujer maravilla, que hace un esfuerzo obvio por verse (y ser) feminista, Capitana Marvel lo consigue de manera más ligera pero concreta. No es un feminismo de otro planeta, de otra cultura, de una sociedad aislada, sino uno de personajes fuertes, valientes, solidarios entre sí, inteligentes y heroicos. No es un feminismo teórico, está probado en cada escena. Finalmente hay que decir que la condición de precuela que tiene Capitana Marvel no la limita, al contrario, la hace funcionar perfectamente. A pesar de ser una pieza clave en el universo Marvel, la película está estructura de forma fluida y entretenida, no todo el tiempo preocupada por referencias a los demás films. Cómo único defecto a resaltar hay que decir que un poco de exceso en algunos chistes, tienden a buscar con cierta demagogia la aprobación de un público que no quiere un trabajo completamente serio y complejo. Aun con eso, Capitana Marvel (excelente a actuación de Brie Larson) es uno de los mejores films que el estudio haya producido. Si, como es de imaginar, los espectadores desean seguir viendo films de Marvel, esta es una pieza clave que no les puede faltar.
Documental que rastrea las huellas de Jacques de Mahieu, refugiado nazi que terminó sus días en la Argentina. Fue un intelectual, científico y arqueólogo, obsesionado en demostrar que las civilizaciones de América son de origen ario, descendientes de antiguos nórdicos que llegaron al continente siglos antes que los españoles. Su historia se relaciona con el nazismo esotérico, antiguas sociedades secretas, leyendas de civilizaciones perdidas y hasta el misterio de La Atlántida. El documental es un recorrido apasionante por este personaje, su legado, su hijo, sus historias y su fuerte vínculo con el nazismo y el peronismo, llegando a la violencia armada de la década del setenta. Con varias licencias poéticas para darle más potencia al documental, el realizador tiene un material muy interesante que consigue explotar al máximo. Memoria de la sangre es todo un hallazgo dentro del panorama del documental actual y más aún por no idealizar al peronismo, un vicio casi obligado del cine político argentino. Tampoco la película hace esfuerzos políticamente correctos por condenar al personaje, simplemente cuenta la historia y confía que la historia hable por sí misma. Esa sofisticación es una gran muestra de inteligencia.
Elías (Oscar Martínez) y Adriana (Paulina García) llevan casados 35 años. Ella es cocinera profesional y las finanzas de él no pasan por un buen momento, al igual que la relación entre ambos. Cuando Adriana aparezca muerta todas las sospechas recaerán en Elías. Será entonces cuando la relación con su hija Carla (Dolores Fonzi) y el marido de esta, Santiago (Diego Velázquez), comience a tensarse cada vez más. Tanto el nivel de los actores, claramente de lo mejor que se puede ofrecer en el cine argentino, como el trabajo de puesta en escena son de calidad. Un film profesional, prolijo, tenso. Parece tonto aclararlo, pero los film argentinos que parecen alcanzar este resultado no llegan ni a ser la mitad de los que se estrenan. El guión va dando vueltas, reconstruyendo de forma prolija y efectiva que fue lo que pasó realmente cuando Adriana murió, y aunque la película no es ninguna obra maestra, no se le puede reclamar falla alguna o detalle de mala calidad. Cine de suspenso y drama muy bien realizado.
Un grupo de youtubers se adentran ilegalmente en la sombría y remota Heilstatten para realizar un challenge por 24 horas que esperan se vuelva viral. Pronto comprenderán que no están solos y que no son bienvenidos. Estética de found footage variable youtubers. Ya es todo un género, sin duda. El problema es que no hay mucho margen para contar la misma historia muchas veces. Gonjiam: hospital maldito, película coreana estrenada en Argentina hace un año tenía demasiados puntos en común con este título y quien la haya visto antes que a El manicomio no querrá ver una versión muy inferior de una historia parecida. Y quien no haya visto ninguna de las dos debería ir solo por la película coreana porque era mucho mejor. Acá el guión pasa por tantos lugares comunes que se trata más de un trámite que del disfrute de seguir una historia. Un caso típico de varias vueltas de tuerca. Cuando ya no importa nada de lo que pasa y la película sigue haciendo piruetas frente a la indiferencia de los espectadores.
Facundo Arteaga baila malambo. A pesar de que tiene otras actividades, una familia, un trabajo, para él bailar el malambo es mucho más que un hobby. Su objetivo mayor es el Festival Nacional de Laborde. Pero hay una regla entre los que bailan allí: quien gana la competencia no puede volver a competir en otra competencia de malambo por el resto de su vida. El campeón se retira campeón. Ese es un código de honor. Guerrero de norte y sur es un documental que sigue a Facundo por su vida, su historia, su preparación para la competencia y el relato de como estuvo, en el pasado, muy cerca de ganar. Pero todavía no ha ganado y, luego de no competir varios años, vuelve para finalmente obtener –o no- el deseado triunfo. La cámara consigue captar con inusual autenticidad el proceso del bailarín hacia la gran competencia. Los vemos con su familia, corriendo (entrenando) por el campo, preparando cada detalle de su baile, preparando al milímetro su actuación. Un mundo poco conocido se asoma frente a los ojos de los espectadores no interiorizados con estas competencias. Nos identificamos con Facundo y deseamos su victoria, aun cuando sabemos lo que implica. La película va ganando en suspenso y nos preocupamos, como él, por los resultados. No anticiparemos que es lo que ocurre, porque aun siendo un documental, el remate le da gran parte del sentido a la película. Realmente vale la pena acompañar a Arteaga hasta la última escena.