Con el estreno de Casino Royale (2006), Daniel Craig presentó un James Bond diferente a los anteriores. Uno más asesino, con licencia para matar y menos playboy, capaz de hacer acrobacias imposibles. Su Bond frío, preciso, con una violencia casi quirúrgica y pocas sonrisas, enamoró a la crítica y al público. Luego vino Quantum of Solace (2008), seguida por Operación Skyfall (2012), película que ahondó en el pasado oscuro del protagonista. Cada una tiene su historia, sus personajes y sus locaciones.
Pero si hay una invariable en todas ellas es el carácter de Bond. Nunca pierde su frialdad, no duda cuando debe matar y su talento para hacerlo es intrínseco a su personaje. Bond no sería Bond si no fuera un asesino letal que no se detiene a sentir ni a enamorarse de las mujeres con las que está brevemente. En Spectre, la última entrega dirigida por Sam Mendes (quien antes había hecho lo propio con Operación Skyfall), ninguna de estas características persiste. El James Bond de Craig ha sido suplantado por uno que se asemeja a los más clásicos y -a la vez- parece renegar del anterior.
El film inicia en la gran celebración del Día de los Muertos, en México. En sus primeros minutos, la infinita cantidad de extras (con sus máscaras y vestimentas alusivas), la acción y la destrucción subsecuente conforman un impresionante inicio. De regreso en Londres, Bond deberá enfrentar las consecuencias de sus acciones pero él tiene su propio plan en marcha, uno que llevará a cabo no importa qué. Mientras tanto, M (Ralph Fiennes) deberá luchar por mantener la agencia a flote y evitar que cierren el programa de los agentes 00. Aquí se ven paralelamente las luchas burocráticas de M en Londres y las “físicas” a cargo de Bond.
El objetivo del protagonista es ir tras SPECTRE, una asociación con planes malévolos que parece tener más de una conexión con su pasado, y para ello necesitará la ayuda de los leales Moneypenny (Naomie Harris) y Q (Ben Whishaw). A su vez, en su búsqueda por la verdad cruzará caminos con dos nuevas chicas Bond, Monica Bellucci y Léa Seydoux. El villano está interpretado por Christoph Waltz, quien hace un buen trabajo pero no uno memorable. La entrega anterior contaba con la genial actuación de Javier Bardem, quien interpretaba a un psicópata que ponía los pelos de punta con su sadismo, su comportamiento a veces infantil y su perversa diversión.
Spectre tiene algunas escenas de acción muy buenas, hermosas locaciones (Roma y Tánger son algunas de ellas) y nuevas pistas sobre el pasado de Bond; pero parece estar totalmente desconectada de las entregas anteriores. Presenta a un 007 que en un momento está discutiendo con una bella mujer y al otro ella no puede evitar caer rendida a sus pies, que realiza hazañas increíbles y que está bastante pendiente de hacer reír (la mayoría de las veces no lo logra). El film pasa a ser una oda a los anteriores Bonds, donde todo aquello que diferenciaba y engrandecía al Bond de Craig ha desaparecido por completo.