Contra los fascistas
Con el transcurso de los años James DeMonaco demostró ser un artesano del horror a la vieja usanza, de esos que sin ser unos iluminados del rubro por lo menos de vez en cuando tenían alguna que otra idea de oro y la explotaban sin cesar ofreciendo una multiplicidad de variantes en cada producto en particular. Su saga de The Purge respeta este esquema al pie de la letra: al señor se le ocurrió el concepto de unos Estados Unidos en los que una derecha cristiana, mafiosa y reaccionaria toma el poder -las semejanzas con la realidad no son pura coincidencia- y permite un período de 12 horas de “vale todo” una vez al año, suerte de mecanismo mediante el cual los cerdos capitalistas y sus lambiscones de la burguesía matan a los indigentes y los sectores marginados. Cada nuevo eslabón de la franquicia nos regaló una nueva perspectiva en torno al asunto, con una primera parte centrada en los ricos, una segunda en los pobres y la tercera en el sustrato político concreto de la carnicería de turno.
Si bien todos los films se engloban en el terror, también tuvimos cambios en los subgéneros trabajados: La Noche de la Expiación (The Purge, 2013) fue en esencia un thriller de invasión de hogar, 12 Horas para Sobrevivir (The Purge: Anarchy, 2014) tomó la forma de una epopeya de supervivencia callejera y 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección (The Purge: Election Year, 2016) apostó fuerte al espionaje y el cine testimonial. Ahora la cuarta entrada del lote, 12 Horas para Sobrevivir: El Inicio (The First Purge, 2018), vuelve a conjugar la relativa eficacia de los eslabones previos y a pesar de que DeMonaco cedió la silla del director a Gerard McMurray, lo cierto es que retuvo el control creativo vía el guión y que la saga continúa representando un oasis en el mainstream porque es de las pocas odiseas hollywoodenses orientadas a formular comentarios sociales valiosos sobre nuestro tiempo, en esta ocasión llegando al nivel de calidad de la muy interesante segunda película.
Como su título lo indica, hablamos de una precuela de la trilogía original en la que se nos presenta el escenario sociopolítico y el desarrollo en términos prácticos de la primera purga, acontecida cuando los Nuevos Padres Fundadores se hacen con el poder en un contexto agudizado por las consecuencias de siempre del capitalismo (pobreza, desocupación, crisis económica, inequidad, paranoia direccionada desde las élites, etc.) y decretan que lo mejor sería que el pueblo libere “tensiones” vía el vandalismo, las violaciones y los homicidios (por supuesto que todo apunta a sacarse de encima a las masas pauperizadas que el mismo sistema genera y que después pretende tratar como un “gasto” engorroso desde la más pura hipocresía). Hoy el lugar elegido para llevar a cabo esta primera masacre experimental es Staten Island, en New York, con vistas a que los mismos pobres se maten entre ellos para a posteriori extender la norma a todo el país aprovechando la idiotez y apatía de la población.
En cierto sentido 12 Horas para Sobrevivir: El Inicio, además de ofrecer una aventura de acción sumamente inquietante que no menosprecia la inteligencia del espectador, funciona como el exponente más astuto de la franquicia en el análisis de la manipulación social y el despotismo detrás de la purga, profundizando en la participación del gobierno mediante mercenarios que matan a diestra y siniestra a personas que optaron por quedarse en la isla en cuestión para recibir una gratificación económica prometida por los esbirros del Estado, todo desde ya en consonancia con la necesidad de “catalizadores” de una violencia que en un principio no estalla como los ideólogos creían, con Arlo Sabian (Patch Darragh) y la Doctora Updale (Marisa Tomei) a la cabeza. En esta oportunidad el grupo de supervivientes incluye a los hermanos Nya (Lex Scott Davis) e Isaiah (Joivan Wade) y al narco Dmitri (Y'lan Noel), un antihéroe prudente cercano a aquel Leo Barnes (Frank Grillo) de antaño.
Combinando elementos del slasher, la ciencia ficción postapocalíptica, la superacción símil década del 80 y el horror más desatado de izquierda, la propuesta erige una fábula social bien palpable en nuestro presente en la que los lúmpenes y los cuentapropistas marginales unen fuerzas con las comunidades negra y latina frente a la repugnante derecha dirigente en tanto resistencia contra los atropellos del poder, su soberbia asesina y la guerra informativa de siempre, vinculada a instalar el miedo y la desconfianza entre el vulgo más ignorante. La decisión de evitar la patética corrección política contemporánea y jugarse por una crítica directa a los conglomerados institucionales da por resultado un producto muy atractivo que exprime todo el potencial de su premisa de base tanto desde el punto de vista ideológico como a nivel formal. El canibalismo condicionado y la industria de la muerte aparecen en primer plano en un film que habla el lenguaje de la lucha conspicua contra los fascistas…