Los treintas, esa bisagra entre la adolescencia y la adultez retratada desde una visión particular: el mundo de Sebastián De Caro, que no es el mundo de todos, pero sí el de muchos. Juan es un abúlico oficinista al que su jefe (un genial Blanco) le asigna la tarea de pensar junto a su compañera de trabajo Luciana un juego que fomente el compañerismo en el ámbito laboral. Luciana es insoportable, sin embargo sucede …lo debe suceder. El tiempo que empiezan a compartir se convierte en infatuación unilateral primero y en algo más después. De Caro tiene cariño por sus personajes, no los baña de snobismo ni cinismo, elige mostrarlos como una generación influenciada por una cultura pop que está ligada directamente con las emociones, con el amor. Así Star Wars y la amistad son sinónimos. El fantástico personaje de Alan Sabbagh, un cinéfilo adorable es claramente la versión “on screen” de De Caro, como Randal era Kevin Smith en “Clerks” película con la cual comparte puntos en común. En definitiva el encanto de 20.000 Besos es la identificación, allí radica su fuerte y su debilidad. Je sui Juan.