Paraguay es un mercado de distribución casi parasitario de Argentina, sin embargo nuestro cine no ha tenido demasiada aceptación en la taquilla. Los premios siempre son para el cine americano cuyas raíces perfectamente pueden verse aquí. Y no digo que por eso pierda identidad, simplemente que hay muchos rasgos más cercanos a un cine de Danny Boyle o Guy Ritchie.
“Siete cajas” cuenta la historia de dos carretilleros en el mercado en el 2005. Los carretilleros son aquellos que ayudan a llevar mercaderías y viven de propinas y por la supervivencia, compiten entre ellos y se roban clientes. Todo esto en un contexto en el que el dólar sube incontrolablemente y un país donde casi todo lo que se consume es importado.
Por un lado tenemos a Nelson, padre de un bebé a quien no puede siquiera comprarle remedios y por otro a Víctor, un chico cuya única ilusión es poder salir en la tele, en ese sueño de que el cine todo lo hace posible y mágico. Ni hablar del valor que tiene el medio como una forma de mostrar tu existencia y tu relevancia para un chico que le han dicho toda la vida que no va a llegar más alto que esto.
A partir de ellos dos, se van a ir presentando diferentes personajes para pintar este panorama coral y de microclima en donde todo sucede en el mercado y se va tejiendo el ambiente trágico, donde el espectador sabe que muchas de estas aristas van a pinchar, y mucho. La dirección está a cargo de Tana Schembori y Juan Carlos Maneglia quienes ya estuvieron al frente de “La Cándida”.
Además de esto, los conocimientos de ambos de fotografía, de montaje y de producción, sostiene este proyecto con la maestría con la que sostienen sus cortos y películas para la TV. Mantienen sus raíces en cuanto a ser un cine que marca las costumbres paraguayas en una estructura clásica de género que funciona muy bien.
Llevada con un ritmo maravilloso que se apoya en travellings y una estética cercana al videoclip, es una película que frente a nosotros se convierte en un thriller de acción y suspenso, con tintes dramáticos y personajes con los que uno desarrolla empatía casi instantáneamente. Si bien tiene un ritmo intenso, desahoga muy bien con pinceladas de humor y el resultado es realmente muy interesante.