Las mejores historias con mafiosos tienen varios elementos en común: familia, códigos, traición, violencia. 8 Tiros, ópera prima de Bruno Hernández, reúne cada uno de estos tópicos.
Luego de permanecer oculto durante años, Juan (Daniel Aráoz) reaparece con un objetivo: vengarse de Vicente (Luis Ziembrowski), su hermano, temible “capo mafia” del que además supo ser su brazo ejecutor. Una revancha en la que Juan aprovechará para poner en su lugar a un puñado de otros personajes oscuros y poderosos, y así deberá resolver un tormento de su pasado.
Con una importante trayectoria como humorista en diferentes medios, Daniel Aráoz supo mostrar otra faceta de su trabajo actoral en El Hombre de al Lado, premiado film de Mariano Cohn y Gastón Duprat. 8 Tiros le permite profundizar en esa línea más seria, decididamente alejada del humor, y más cercana a la de un duro de la pantalla, al estilo de Charles Bronson. Un desafío, ya que las escenas en las que conduce una Harley Davidson, como Lorenzo Lamas décadas atrás, podrían haberlo hundido en la parodia, en el chiste involuntario. Pero Aráoz arriesga y gana gracias a una interpretación seca pero medida, lúgubre, sin caer en sobreactuaciones; es creíble incluso cuando entra en acción y corre sangre (y no la suya). Sus compañeros de elenco siguen en esa sintonía, empezando por un Luis Ziembrowski siempre al borde del estallido y un intimidante Roly Serrano en el rol de un político corrupto. Leticia Brédice, en el papel de madama y mujer de Vicente, es quien podría haber estado mejor aprovechada, pero le saca el jugo a sus pocas intervenciones. María Nela Sinisterra es la cara menos conocida de los actores principales, y cumple como una agente de la DEA. También hay roles secundarios, pero significativos, de Alberto Ajaka y Alejandro Fiore.
La trama es clásica y remite a la de joyas como Get Carter, con Michael Caine (tuvo una nueva versión en 2000, con Sylvester Stallone). Si bien hay influencias notorias (una secuencia de créditos idéntica a la de Pecados Capitales, por ejemplo), Hernández se las ingenia para no entrar en el juego de los guiños y los homenajes. Por otra parte, el director sabe crear climas sórdidos, con locaciones acordes (fábricas en ruinas, estaciones de servicio semiabandonadas, puentes donde casi no transita ningún vehículo), y el uso del croma en algunas escenas es más que decente.
8 Tiros funciona como un viaje al submundo de las drogas, la trata de personas, engaños y muerte, en el marco de una trama tan sencilla como entretenida, donde los ajustes de cuentas están a la orden del día.