Una mujer que viaja hacia su pasado y transita otro mundo
Jessica no puede dormir. La despierta un ruido extraño que no solo no le impide descansar sino que tampoco le permite vivir “una vida normal”. Y por ahí pasa la mirada de este particular director nacido en Bangkok, que pone el foco en una mujer que parece estar viviendo en una tercera dimensión. Y para esto, nada mejor que el rostro de una actriz gigante como Tilda Swinton, capaz de transmitir todo con un mínimo gesto. No es fácil seguir el ritmo de esta película. Sobre todo porque Weerasethakul tiene su propio ritmo, apegado a los planos con cámara fija, donde las acciones pueden transcurrir durante varios minutos, o bien otras en las cuales la cámara se detiene en una imagen que queda detenida como si estuviésemos viendo una fotografía. Ese otro mundo visual, estético, lejos del dinamismo que proponen las más populares plataformas de streaming, se emparenta con el mundo de Jessica. Ella es una escosesa que va a Bogotá a visitar a su hermana internada y comienza un derrotero que se dispara con la búsqueda del origen de un ruido, pero en verdad es la búsqueda del autoconocimiento. Y allí encontrará a un sonidista que de pronto de- saparecerá de la faz de la Tierra y un pescador que dice ser de otra especie y le arroja una frase reveladora: “Las experiencias son dañinas, hacen que la tormenta de mi memoria se vuelva más violenta”. Es posible que estas personas sean solo producto de su imaginación, como también la escena final, que habilita una lectura sobre otro universo posible. “Cada cual tiene un trip en el bocho” canta Charly García. Jessica tiene el suyo y es muy factible que no sea tan distinto al que tiene usted, acaso sin saberlo, mientras está leyendo esta crítica.