La guerra y sus interrogantes
Hay, por supuesto, infinidad de ángulos para encarar frontalmente el tema de la guerra, "una guerra", como prefiere titularla Tobias Lindblom porque lo que quiere no es dar testimonio de un conflicto en particular, sino formularse los diversos interrogantes que despierta desde el punto de vista humano una vivencia tan extrema y compleja.
Tomando como eje el personaje de Claus Michael Pedersen, el director y guionista danés adopta una doble línea narrativa. Por un lado está el desempeño del hombre como comandante de una unidad enviada por Dinamarca para proteger a los civiles afganos de los ataques de los talibanes, la relación del militar con sus desalentados soldados, que no se explican por qué están donde están (una lejana provincia afgana) y de cuya supervivencia también debe hacerse responsable, y las difíciles decisiones que está obligado a tomar en medio de un terreno sembrado de peligros, como el film no demora en ilustrar. Por otro, la alterada vida en el "frente" familiar, que se ha abierto en Dinamarca, donde su esposa debe afrontar sola la compleja crianza de los tres pequeños hijos de la pareja con los que al menos, el hombre logra comunicarse por teléfono.
Principios en colisión
Tras una misión en la que uno de sus jóvenes soldados, a los que lo vincula un trato humano antes que uno propio del lenguaje militar, resulta seriamente herido, Claus -que además de soldado modelo es un tipo recto y decente- decide ignorar las reglas y colocarse al frente en las siguientes misiones. Sus principios humanitarios y sus criterios como jefe militar parecen entrar en colisión. Y no faltará el desdichado equívoco que conduzca al peor desenlace. El film se atreve a colocar al héroe moral de la historia en el papel del responsable del hecho más grave que se cuenta. Un dilema más para desafiar al espectador.
Las dos líneas narrativas confluirán entonces en una sola: el tercer tramo de la película cambiará bruscamente de escenario y el film, aunque a veces amenazará con volverse un poco didáctico, mostrará por otra parte su voluntad de mantenerse alejado del melodrama y su intención de sembrar interrogantes antes que proponer respuestas sobre temas cada vez más arduos.
La solidez de las interpretaciones -las de Pilou Asbaek (el protagonista), Tuva Novotny (su mujer,) y Charlotte Munck (la implacable fiscal)- y la agudeza de sus desafiantes planteos son dos de los muchos méritos de este film, que fue candidato al Oscar extranjero y que para muchos (a pesar de no tratarse estrictamente de un film bélico) puede ser considerado uno de los más inteligentes, si no de los mejores tratamientos que el cine ha dedicado en los últimos tiempos al tema de la guerra.