Lo nuevo de los hermanos Luciano y Nicolás Onetti, Abrakadabra, es otra carta de amor al giallo italiano, esta vez con una historia enfrascada en el mundo de la magia.
Después del slasher Los olvidados, los hermanos Luciano y Nicolás Onetti regresan para completar su trilogía giallo. Abrakadabra es el nuevo exponente que homenajea al subgénero tras Sonno Profondo y Francesca, ambas dirigidas por Luciano.
La trama que gira en torno a un mago (hijo de otro mago que supo ser prestigioso pero murió en medio de un acto propio) resulta bastante simple, demasiado, más allá de que al principio parezca enrevesada y algo recargada, y sin embargo funciona porque dentro de su universo todo cobra sentido y cierra. No obstante, más allá de su efectivo guion (escrito por los hermanos junto a Carlos Goitia), lo que se destaca no es otra cosa más que el estilo. Si bien ya lo habían hecho antes, acá está llevado a un nivel de recreación llamativo a la hora de presentar una película como si fuese de la misma cuna donde floreció el subgénero que tanto aman los Onetti.
En un ejercicio de estilo que sigue perfeccionándose, Abrakadabra está en cada detalle, desde el doblaje y los créditos en italiano, hasta los planos y movimientos de cámara, los looks de las actrices y la paleta saturada de colores. La música, compuesta por Luciano, termina de acentuar los climas buscados.
En medio de esta serie de asesinatos sangrientos realizados por una figura misteriosa que no se revelará hasta el final, la resolución (sin adelantar nada), finalmente, se corre un poquito de ese eje y termina revelando una trama bastante simple de resumir. Aunque ese tipo de resolución narrativa más allá de efectiva pueda resultar algo decepcionante, el viaje que los Onetti nos tienen preparado hasta llegar a destino es más que suficiente para saber que valdrá la pena.
También por ahí le falta un poco de construcción y dimensión a su personaje principal, de todos modos Germán Baudino se desenvuelve muy bien en su papel protagónico.
No hace falta aclarar que convencerá principalmente a los seguidores de un subgénero que desde el nacimiento fue mutando hasta llegar a convertirse en uno que sigue reglas muy precisas y alejadas de todo registro realista, especialmente el que afloró durante la década del ’70 que más influye en los Onetti.