El miedo multiplicado
No pueden negarse los méritos de la primer Actividad paranormal. Más allá de que se haya convertido en la película más redituable de la historia, (su presupuesto original fue de 15 mil dólares y se hizo de beneficios que multiplicaron por 10 mil esa cifra) fue para Oren Peli, su creador, un verdadero hallazgo haber dado con recursos cinematográficos tan brutales y efectivos, pergeñar una sencilla fórmula capaz de despertar miedos profundos y atávicos en la audiencia. Pese a su buena cantidad de defectos, la película infundía terror hasta en los más valientes, y en ella se utilizaban con sabiduría los sonidos de fuera de campo, la sugerencia, la aparición paulatina in crescendo de intervenciones sobrenaturales. Se ubicaba al espectador en una posición de voyeur permanente, por lo que fisgoneaba, cámara mediante, la vulnerable intimidad de una pareja protagonista y se lo volvía testigo de amenazas espeluznantes.
Lo llamativo de esta Actividad paranormal 2 es que muchas de las más importantes características de la primer película parecen redoblarse. Naturalmente, el presupuesto base se ha ampliado -es de casi 3 millones de dólares- pero también se agrandaron las dimensiones de la casa; ahora tenemos una concurrida familia, perro y bebé incluidos, como víctimas de la presencia demoníaca, y las cámaras que registran la acción son ahora siete, seis cámaras de vigilancia más una de mano que se mueve por todo el campo de acción. También es cierto que se multiplicaron los problemas de ritmo, la primer película se detenía un buen tiempo en la presentación de personajes, y las prometidas actividades del título se hacían esperar demasiado. Aquí la presentación dura aún más, convirtiendo la primera mitad en un hueso estirado y duro de roer, la típica filmación casera de una familia haciendo y diciendo boludeces; es decir, la clase de material audiovisual que podría interesarle a los involucrados y a pocos más.
Debe decirse, también se redoblan los problemas de coherencia. Quizá el mayor bache de verosimilitud de la primer película es que los protagonistas no abandonaban la casa aún luego de saber que un demonio los acechaba. Ahora ocurre exactamente lo mismo, y los personajes no hacen lo que haría cualquier otro mortal en su situación: huir despavoridos, mudarse a un hotel, irse a vivir prontamente a otro estado.
Y curiosamente, lo que se redobla durante la segunda mitad es el miedo. No es sólo que haya un par de sustos capaces de hacer saltar de la butaca -literalmente- a una sala entera, sino que además Actividad paranormal 2 logra algo que ya quisieran centenares y miles de películas de terror de todo el mundo: despertar miedo al miedo. Mediante la sugerencia y la constante amenaza de un nuevo y terrible sobresalto, los últimos tramos provocan una angustia constante, y llevan a una situación en que el espectador queda pendiente y alerta de cada puerta entreabierta, de cada movimiento extraño, de cada indistinguible y horripilante sonido. Y es una sensación que muchos llevarán a sus casas y a sus cuartos, así que conviene alertar que, almas sensibles, deberían abstenerse.