Si lo que buscan es acción, explosiones nucleares, choques y disparos, definitivamente esta no es la película correcta. La propuesta puede tentar a los amantes del cine de acción pero no se trata de lo que se ve, sino de lo que es invisible a los ojos, es decir, la búsqueda es meramente introspectiva, una conjunción del pasado con el presente.
Brad Pitt lo es todo. De principio a fin, esta película está centrada en el pensamiento más íntimo del protagonista. La trama se centra en el viaje que debe hacer el mayor Roy McBride (Pitt), un astronauta experimentado y competente, para buscar a su padre, un astronauta que parece haber fallecido en una misión espacial. Pero su hijo no se rinde y va por su padre pese a todos los pronósticos.
"No quiero ser mi papá", dice McBride hijo en una de las tantas reflexiones internas que tendrá a lo largo del viaje a Marte y Neptuno, que tardará meses. La soledad y la búsqueda existencial son el leit motiv de esta producción que cautiva por el guión y la fotografía, pero no tanto por su trama, que por momentos parece confusa. "Al final, el hijo sufre los pecados del padre", reflexiona entre las estrellas. A veces el éxito no es descubrir algo sino confirmar lo que ya es.