Un litigio remanido: historia vs. singularidad en el contexto del cine contemporáneo. La historia y “su” historia, ese núcleo tirante e incómodo que Godard supo plasmar casi siempre en su cine, la política en el amplio sentido de la palabra y lo privado, lo personal. El narcisimo vs. la búsqueda del bien común. La paradoja reside en que estos contrapuntos están atravesados por la filosofía que como la historia se vuelve una serpiente que se come su cola. El conciente colectivo que este film toca de manera turista es absolutista y lo personal es banal y por momentos burgués. Si “Adios al Lenguaje” es el canto de cisne de Godard es una canto agónico, pretensioso y mudo. Nos dice lo obvio: el siglo XX fue un horror y el XXI tiene tan asustado a Godard que decide enmarcarlo en la soledad de su arte, hoy sin ser parte de ningún movimiento masculla bronca e indignación de vieja con ruleros que traslada a imágenes y encuadres feos y saturados para decir nada, ese es su lenguaje. La generación de la cual fue parte y que despreciaba todo ahora termina su obra despreciando el cine. El perro como símbolo agotado, la pareja encerrada en ellos mismos, las frases de otros que no sirvieron antes y menos ahora para entender el mundo y el irónico uso del 3D, todo conforma la idea de deconstrucción y testamento artístico, la metáfora de la metáfora, lo que obtenemos a cambio es un mosaico incongruente de un director perdido entre su ego y su muerte.