La socialización mediante el mercado.
Tanto en ciencia como en arte, la objetividad no existe. Nos referimos específicamente a ese mito esencial, arrastrado desde el ideario iluminista, que proclama la desaparición del sujeto en un proceso metódico que deriva en un resultado. Si bien gracias al positivismo aún hoy persisten en las “ciencias duras” fábulas de este tipo, con la muerte del “arte socialista” ya a nadie le preocupa la intervención coyuntural del autor en su obra. De hecho, el ámbito creativo organiza la exégesis detallada de dicha operación enunciativa, en la que el responsable máximo deja sus huellas en cada uno de los rasgos constitutivos de la pieza en cuestión, ratificando esa suerte de “apología de la subjetividad” que se espera de él...